domingo, noviembre 26, 2006

“Sus siervos” por fin en España!

Sabado 25 de Noviembre de 2006 – Deine Lakaien en concierto

Era la primera vez que Deine Lakaien vistaba España y yo no podía faltar a esa cita. Y sin duda, mereció la pena (algo que ya sabía de antemano).

Un gran concierto. De aquellos, como bien comentaba a un amigo, que disfrutaría mejor sentado en una buena butaca de un palacio de la música o de un teatro. Aunque ya sabemos que en estos lugares no se apuesta por la escena oscura.


Como decía, era la primera vez que Deine Lakaien se acercaba a nuestro país para deleitarnos con su esquisita música. Ayer estuvo en Barcelona y esta noche se pasea por Madrid.

Después del concierto, solo puedo deshacerme en halagos.

Un concierto acústico. Únicamente voz y piano ¿Para qué necesitamos más?

Una de esas pocas veces en que la música emociona por su profundidad y su calidez. La profunda voz de Alexander agudiza nuestras sentidos y nos envuelve como si de una espesa niebla se tratara.

Una voz serena y tranquilizadora que, no obstante, proviene de un hombre nervioso y plagado de tics, algo que me pareció muy curioso de observar. Y es que eso era lo que hacíamos: disfrutar y observar. Escuchar y sentir.

Además, también me resultó muy interesante, a la par que satisfactorio, darme cuenta de la cercanía que había entre Alexander y nosotros, su público. Nada que ver con esa sensación de divinidad que algunos pregonan por ahí. Entre él y nosotros no había ningún muro que nos separara, sinó un hilo conductor que nos unía con fuerza, la música.

Si tuviera que quedarme con un titular, sería el de “Concierto cercano”. Un concierto 100% disfrutable.

Y es que “sus siervos” estaban dispuestos a demostrarnos que ese concierto se nos haría inolvidable.

Empezar con el “Love Me To The End” ya nos predecía sobre lo que ibamos a escuchar. ¿Por qué empezar suave? Qué demonios! Empezamos a lo grande! XDD

No sólo se veía a Alexander disfrutar con lo que hacía, sinó que Ernst nos deleitaba con su piano con unas asombrosas y cautivadoras sinfonías. Cuando era necesario acariciaba suavemente las teclas para los momentos más melódicos y tranquilos, y cuando no, aporreaba con intensidad las cuerdas del piano (no olvidemos que también toca la batería) para hacernos vibrar de forma contundente.

Cada nota, cada sonido, cada pieza, todo en perfecta consonancia y sincronización. Tan meticuloso y perfecto como el mejor de los relojes suizos.

Es una lástima que no pueda acompañar esta entrada con fotos del acontecimiento, ya que una vez allí y tras hacer un par instantaneas, la bateria de mi cámara se agotó, algo que mi buen amigo Ricardo no me perdonará en la vida (ni yo tampoco). Y es una lástima, porque también ha sido uno de los pocos conciertos en los que he podido ver de cerca al artista en cuestión y sin que los “larguiruchos” de turno entorpezcan mi ángulo de visión, algo que me sucede con muchísima frecuencia.


Sinceramente, me resultó muy breve. Y si eso sucede, se puede decir que se ha disfrutado plenamente. Aunque me quedé con ganas de más, debo reconocer que esa hora y poco fue espléndida y espero que se repita pronto y no tengamos que esperar años en volver ha sentirnos cautivados por la portentosa y melódica voz de Alexander y la minuciosa precisión y ejecución de Ernst tras el piano. Siempre es un placer recrearse en el estado más puro de la música.


Saludos