jueves, junio 26, 2008

"The Bank Job", robando la caja de Pandora


The Bank Job” (aún sin fecha de estreno en España, para variar) es un film basado -o mejor dicho, inspirado- en hechos reales acontecidos en 1971 acerca de un famoso robo en el Loyd´s Bank de Londres. Dicho robo fue perpetrado por un grupo de ladronzuelos que jamás fueron capturados y cuyo botín de unos 3 millones de libras (más oro y joyas) tampoco fue recuperado.
Algunas teorías apuntan a que la agencia de espionaje británica MI5 presionó a la policía y a los medios para que zanjaran el asunto y evitar así un posible escándalo relacionado con unas comprometedoras fotos de un miembro real que se encontraban guardadas en el banco.

Esas fotos comprometedoras fueron en su momento posesión de un mafioso llamado Michael X (una suerte entre Malcom X y Robin Hood pero en versión macarra) que las usaba para chantajear al gobierno y así poder librarse de la cárcel. Por supuesto, la MI5 no estaba dispuesta a dejar que se saliera con la suya y por ello decidieron actuar poniendo en práctica un arriesgado y secreto plan para hacerse con las dichosas fotos sin levantar la menor de las sospechas.

The Bank Job” pretende mostrarnos lo que realmente ocurrió aquellos días, contándonos cómo se realizó el robo y cuáles fueron sus posteriores consecuencias. Por supuesto, todo se basa en conjeturas y meras especulaciones, ya que aún sigue siendo un misterio el cómo se planeó el robo del botín más grande de la historia de Inglaterra y el cómo pudieron salir impunes sus responsables.

A cargo de la dirección tenemos al irregular y poco fiable Roger Donaldson, que cuando está inspirado hace películas como “Trece días” o “La prueba”, ambas bastante decentes en mi opinión, pero cuando no lo está se casca mediocres productos como “La huida” (innecesario e insultante remake del film del grandioso Peckinpah) o “Arenas blancas”.
A término medio, encontramos también en su filmografía otros títulos a los cuáles podriamos considerar de meramente entretenidos, como su debut “Motín a bordo” o la película que nos ocupa. Y es que a fin de cuentas, este “The Bank Job” no deja de ser un film de “robo a un banco” al uso, de fácil digestión y poco más.


La historia nos presenta a los elegidos para cometer el atraco, entre los que destaca el líder del grupo Terry Leather (Jason Statham), que aquejado por las deudas, decide reunir a sus amigos y compinches de siempre para realizar un robo que a priori parece no poner demasiadas complicaciones.
La tentación viene ofrecida por una vieja amiga y antigua amante, Martine Love (Saffron Burrows), que le asegura tener información privilegiada que les permitiría realizar el saqueo sin hacer saltar las alarmas.

Disponiendo del equipo adecuado para perforar un túnel que les lleve hasta el interior de la caja fuerte, planeando meticulosamente el plan de fuga y contando con la participación y lealtad de cada uno de sus colaboradores, Terry decide llevar a cabo el robo que saldará sus deudas para siempre. Desgraciadamente, tras este plan se esconde otro mucho más serio y peligroso, ya que ellos no son mas que los títeres elegidos por el MI5 para conseguir las fotos que Michael X tiene en su poder.
Y la cosa no queda aquí, ya que además un proxeneta de la ciudad que también guarda un importante material en una de las cajas fuertes del banco, se verá involucrado en todo el embrollo.

Este robo a tres/cuatro bandas pondrá en jaque a Terry y sus amigos, y la única manera de salvar el pellejo o de no acabar en la cárcel será siendo más listo que sus instigadores. Y es que lo último que esperaban nuestros protagonistas es que el robo fuera la parte más sencilla de su estudiado plan.

A lo largo de la película somos testigos de cómo todo lo que acontece al posterior atraco se va complicando más y más. Los giros en la trama dan sustancia a la historia y eso ayuda a entreternos durante las casi dos horas que dura todo. En ese tiempo vemos a Terry en serios apuros debido a los daños colaterales que está ocasionando lo que en un principio iba a ser el chollo de su vida. Tanto él como sus amigos estarán en un peligro constante, siendo acechados tanto por los agentes de MI5 como por los mafioso, queriendo ambos algo que está en su posesión y de lo que no tenían constancia hasta que las cosas empezaron a ponerse feas.


La dirección de Donaldson es bastante discreta aunque solvente. Podemos lamentar que los momentos donde debiera palparse la tensión -los cara a cara con los malos, los momentos en que pueden ser descubiertos robando el banco, etc-, ésta brille por su ausencia, dado que el director es incapaz de imprimirle intensidad a una historia que convence al espectador básicamente por la labor de sus guionistas.

La trama en sí misma engancha porque siempre están ocurriendo cosas que la hacen avanzar, aunque por momentos pueda parecer algo confusa o algunos cabos no queden del todo atados.
Los personajes, estereotipados hasta la médula, son fichas que cumplen su función en el tablero de juego. Podemos olernos fácilmente quiénes serán los perjudicados y quienes los beneficiados, guardando pocas sorpresas para el final.

El reparto principal es en mayor medida un tanto pobre, estando Jason Statham tan inexpresivo como siempre en un papel que requería la presencia de un actor con más aptitudes que las que él posee. Una lástima, porque viendo el irregular y a ratos mediocre currículum que se está labrando el actor, ésta hubiese sido una buena oportunidad para lucirse más allá de su etiqueta de “nuevo action-man” (que esa sí, debo decir la cumple a la perfección)

Tampoco ayuda que su partenaire sea la insulsa Safrron Burrows, que lo único que puede aportar a su personaje es un bonito físico y nada más.
Del resto no hay mucho que decir ya que aparecen en pantalla sin destacar demasiado, siendo los villanos de turno lo más mejorable de la misma, ya que rozan casi todos la caricaturización.


Por lo demás, una película entretenida que podría haber sido mejor con un reparto y un director más entregados a la causa. Los mejores momentos son más flojos de lo deseado, pero la historia discurre a buen ritmo y con interés.

Es mejor que ver a los sofisticados chulopiscinas de Danny Ocean luciendo trajes de Armani mientras desbalijan casinos, pero está a años luz de, por ejemplo, la última de Sidney Lumet o las comerciales pero condenadamente efectivas “Plan Oculto”, “Heist, el último golpe” o “The Italian Job” (precisamente esta última tenía entre sus filas a Statham)


Lo mejor: que la historia vaya más allá del simple robo.

La peor: una dirección a la que le falta vigor y unas interpretaciones muy mejorables.


Valoración personal: Correcta

jueves, junio 19, 2008

"El Increible Hulk", la masa aplasta de nuevo

Cinco años después del amado y odiado - a partes desiguales- “Hulk” de Ang Lee, nos llega una “nueva versión/secuela” con equipo técnico y reparto nuevos. Poco tienen que ver la una con la otra salvo por -a grandes rasgos- los conflictos que rodean al personaje principal.

Teniendo ya fresca en la memoria la anterior adaptación, en este caso el guionista se ha ahorrado preámbulos innecesarios para poder atajar al film desde el punto que interesa, es decir, desde el momento en que nuestro protagonista, Bruce Banner (Edward Norton), alejado ya de su tierra y de sus seres queridos, busca un remedio para su “enfermedad”.
El cómo se convirtió en la enorme masa verdosa y el cómo llegó a esta situación de aislamiento, se explican mediante flashbacks en los créditos inciales, informando así al espectador no erudito del “nacimiento” del personaje.

Hechas las presentaciones, el film arranca mostrándonos a Bruce en su obligada nueva vida, trabajando en una fábrica como un ciudadano normal y corriente e intentado pasar desapercibido. En la intimidad, Bruce practica el autocontrol de su ira para no transformarse en Hulk, mientras que intenta por todos los medios encontrar algún antídoto que contrarrestre por completo la radiación que hace que se convierta en un monstruo.

Para avanzar en las investigaciones necesitará la información del proyecto causante de “su Mr. Hyde” y por ello se verá obligado a volver a EE.UU. Una vez allí se reencontrará con las personas de su pasado, desde viejos enemigos como el General Ross (William Hurt) hasta su único y gran amor, Betty Ross (Liv Tyler), pasando por un nuevo villano, el agente de la KGB Emil Blonsky (Tim Roth), el encargado de capturarlo.

A partir de este momento las cosas se le irán complicando a Bruce, ya que el ruin General Ross está dispuesto a todo para atraparlo sin importarle que la vida de su hija (Betty Ross) corra peligro.


Louis Leterrier, director de este “The Indredible Hulk”, tiene en su currículum películas de acción como la saga Transporter o Danny The Dog, lo que le da cierta ventaja a la hora de filmar las trepidantes secuencias de acción que aquí se dan cita. No obstante y por suerte, el guión firmado por Zack Penn (X-Men 3: La decisión final) da suficiente endereza al film como para que este se sustente no sólo en la acción sino también en una acertada historia dónde los personajes y sus conflictivas relaciones aportan su granito de arena. De esta manera, la cosa no se queda en un simple y vacío producto lleno de fuegos de artificio.
Podríamos decir que se ha encontrado el idóneo equilibrio entre acción y profundidad, algo que no consiguió el Hulk de Lee, que se quedó corto en lo primero y se pasó de largo en lo segundo (almenos a gusto de muchos, entre los que me incluyo).


Nuestro Bruce Banner vive un continuo infierno desde su accidente con los rayos gamma. Si no controla su ira, su Alter Ego hace acto de presencia y el caos se desata. Esto hace que los militares le persigan constantemente, sobretodo el General Ross, que quiere experimentar con él para hacer de su maldición una nueva arma para el ejército. A eso hay que añadirle la imposible relación que mantiene con Betty, un amor verdadero que encuentra en Hulk un obstáculo insalvable (algo así como King Kong y Ann Darrow)

Todos estos problemas se reflejan a la perfección en la película, de modo que además de disfrutar de los mamporros que suelta Hulk, disfrutamos también de una historia con miga en la que los personajes (la pareja protagonista, básicamente) tienen algo que hacer y decir.

Esta vez además tenemos acción por un tubo de principio a fín, dosificada a lo largo del metraje y terminando en unos 20 minutos espectaculares, donde los dos monstruos del film -Hulk y Abominación- se dan de ostias a base bien. Nadie podrá quejarse de que este enfrentamineto sea breve (como la pasó a la, pese a eso, estupenda Iron Man) o que no sea satisfactorio, ya que el cara a cara entre los dos arrasa con todo lo que se les pone por delante (vehículos, edificios...).

Además, técnicamente esta bastante lograda, disipando los temores propiciados por los primerizos trailers. A este Hulk, un tono de verde más oscuro, un pelo más estilizado, un rostro menos bruto (dentro de lo que cabe, claro), y una musculatura hipervitaminada, le dan un realismo superior al más o menos aceptable monigote verde usado por Ang Lee. Su movibilidad y expresiones faciales mejoran notablemente, aunque no lleguen a ser pefectos (a veces da la sensación que es como de goma). Este Hulk también habla, poco, pero habla, al igual que también lo hace Abominación.


En cuanto al reparto, tenemos al siempre impecable Edward Norton como Bruce Banner, mejorando los antecedentes (a Eric Bana lo encontré bastante sosillo) y a Liv Tyler como Betty Ross, cuyas comparaciones con la maravillosa Jennifer Connolly son odiosas. No es que Tyler lo haga mal, todo lo contrario, pero Connolly es mucha Connolly. De todas formas, la química entre Norton y Tyler funciona, lo cual ya es un gran punto a favor.

William Hurt como el General Ross cumple de sobras con su papel, ya que tampoco se le exige más de lo que ya dió Sam Elliot en la anterior versión. Si bien hay que decir que nunca llega a inspirar la gran maldad que sí transmite Tim Roth como el agente Emil Blonsky. Y es que el sr. Roth ya tiene una eficiente experiencia como villano (Matar a un rey, Rob Roy, El Mosquetero, El Planeta de los Simios) y aquí otra vez se torna más incordioso que un grano el trasero (con perdón de la expresión)

Como no podía ser de otra forma en una película de la factoría Marvel, tenemos los habituales cameos que siempre dan una pequeña alegría a los más comiqueros. Aparece Stan Lee, el creador del personaje, y también Lou Ferrigno, el popular Hulk televisivo. Dos escenas bastante simpáticas a modo de guiño.

Pero además hace aparición Tony Stark/Robert Downey Jr. al final de la película, de forma que se conectan ambas películas de sendos personajes (El Increible Hulk e Iron Man), consiguiendo así una coherencia argumental que sirva como procedente para una futura adaptación de “Los Vengadores” (sabia estrategia, pienso yo)


En definitiva, estamos, en mi opinión, ante un nuevo logro de la Marvel, llevando a cabo (por segunda vez, eso sí) una adaptación de uno de sus personajes más famosos, concebida para intentar satisfacer a todos (ya veremos si lo logra...), tanto a los que salieron decepcionados con la versión de Ang Lee como a los que consideran aquella una excelente película.

Parece que la Marvel ha encontrado por fín la fórmula idónea para sus adaptaciones comiqueras. La cosa pasa por contratar a un reparto de primera linea y a un director con sentido del espectáculo y sin aires de grandeza. Un guión sencillo pero eficaz que equilibre la acción con la historia, profundizando lo justo en la psique de los personajes y aportando toques de humor sin caer en la parodia o el ridículo (sobre esto último, mejor me ahorro citar ejemplos de lo que no hay que hacer) Unos efectos especiales competentes hacen el resto.
Que “El increíble Hulk” esté un peldaño por encima o por debajo de Iron Man que lo juzgue cada uno por su cuenta, pero de lo que no hay duda es que éste es el Hulk que muchos queríamos ver.

Dos horas de satisfactorio entretenimiento, con espectaculares escenas de acción, humor y guiños simpáticos (al tanto con la escena de los pantalones), un reparto convincente, un villano a la altura del héroe, un trasfondo romántico para nada empalagoso y un guión sencilllito pero eficaz.
Si acaso de lo único que peca es de ser un tanto apresurada a la hora de contar ciertas cosas de la historia (ventaja y desventaja a la vez) y de dejar muy en segundo plano algún que otro personaje, como por ejemplo el Dr. Samson o incluso el General Ross.

Por cierto, la escena vista en el trailer en la que Samson y Banner comparten plano no aparece en el film, por lo que supongo será parte de esos supuestos 70 minutos de metraje eliminados del montaje final (que muy seguramente sí serán incluidos en el dvd). Y no hay escena tras los créditos finales (ni falta que hace) así que no es necesario que hagais esperar sentados a vuestro/s acompañante/s, que por lo general tienen más prisa que tú en abandonar la sala (o eso me suele ocurrir a mí)


Lo mejor: el equilibiro entre acción y parte dramática; las espectaculares secuencias de acción; el nuevo aspecto de Hulk.

Lo peor: algunos personajes quedan en un segundísimo plano; que el recuerdo del Hulk de Ang Lee espante a los espectadores potenciales de esta nueva versión.

Valoración personal: Buena

miércoles, junio 11, 2008

"El incidente", un ataque justificado


The Happening” supone el regreso del peculiar M. Night Shyamalan a nuestras pantallas tras la injustamente vapuleada "La joven del agua" -eso es lo que ocurre cuando un engañoso trailer hace que el público vaya a ver una fábula fantástica pensando que será una película de terror-, que si de algo pecaba era de ser un poco ingenua (cuéntale tú a tus vecinos que una ninfa vive en tu casa y a los 20 minutos tendrás a los del manicomio picando a tu puerta)

Teniendo en cuenta el batacazo de aquel film, es lógico que esta vez el director haya procurado abarcar a un público más amplio y no tan minoritario como con algunos de los anteriores títulos de su filmografía (véase “El protegido”, ideal para los fans de los superhéroes). Y es que otro fracaso en taquilla le supondría la inmediata desconfianza de los productores. Eso, en un director/autor como él (y no un vulgar mercenario de la industria), puede ser un gran problema cara al futuro.


“El incidente” empieza de una forma brutal y sobrecogedora. Directa al grano y sin concesiones. En pocos minutos somos testigos de las extrañas y terroríficas muertes que se están sucediendo en la ciudad de Nueva York. Nadie sabe muy bien qué es lo que ocurre ni por qué ocurre, pero hay algo en el aire que está afectando al comportamiento de la gente. Y si ese “algo” te alcanza, ya puedes darte por muerto.

Ante tal amenaza, se decide proceder a la evacuación de la ciudad. Pero pronto empiezan a darse más y más casos de repentinos y colectivos suicidios en otras ciudades del noreste del país. El pánico y la histeria cunde entre los ciudadanos cuando se dan cuenta que cada vez es más dificil encontrar un lugar seguro. Vayan donde vayan la amenaza les persigue y parece que no hay escapatoria.

¿Qué es lo que está sucediendo? ¿se trata de un nuevo atentado terrorista? ¿acaso el gobierno estadounidense está implicado? ¿es posible que un desconocido virus esté asolando el país?

La respuesta no tardará en llegar...


Las películas que tratan un mal global, tanto a nivel mundial como nacional o estatal, suelen tener un implicación especial por parte del espectador. La amenaza la sentimos mucho más cercana y directa, independientemente de que estemos hablando de una catástrofe, una invasión (sea alienígena o terrorista) o un puñado de zombies. Al fin y al cabo, dentro de lo remota que pueda ser una posibilidad u otra, siempre se da la circunstancia de que los protagonistas suelen ser personas como nosotros, con las que de una forma u otra nos podemos sentir identificados perfectamente. Eso es algo esencial para que haya empatía con los personajes y el motivo más poderoso para que una película de estas características nos afecte -más o menos- emocionalmente.

Teniendo en cuenta esto, Shyamalan retrata a sus supervivientes y sus reacciones ante “el ataque” dependiendo de su rol a desempeñar en la historia. A veces incluso resulta inevitable caer en los estereotipos (el héroe, el ingenuo, el loco, el opitimista, el pesimista, el cobarde, etc.)


Hay momentos realmente perturbadores en los que Shyamalan demuestra una gran maestría con la cámara, encontrando siempre el ángulo preciso, la mirada más reveladora o el tempo más adecuado. Aquí mantiene además el ritmo pausado que le caracteriza, el cual sirve para crear un ambiente desconcertante y por momentos hasta malsano. Por contra, también hay que advertir ciertos altibajos en la narración, habiendo tramos del film que necesitan de mayor energía y frenetismo del que el director les otorga.

En cambio, lo que si supone un punto a su favor son algunos toques de humor que aligerezan notoriamente la desazón de los protagonistas (y también del público)

También resulta cuanto menos curioso que alguien tan comedido como él en cuanto a mostrar la violencia se refiere, haya optado esta vez, no sabemos si por imposición o por iniciativa propia, por ser mucho más explícito que en otras ocasiones, llegando incluso a ofrecernos imágenes bastante gores. Eso sí, no dejan de ser momentos muy puntuales, algunos de ellos ya mostrados en los redband trailers que circulan por la red. Aunque considero que son mucho más escalofriantes y efectivos aquellos momentos en los que Shyamalan optar por sugerir o insinuar antes que por mostrar.

La sombra del 11-S también está presente en el primer tramo del film, momento en que el desconcierto de la población se suma a los temores del pasado. Pero para no ser demasiado efusivo en ese tema, pronto el origen de la amenaza se encamina hacia otros derroteros, de forma que la incertidumbre inicial en vez de disminuir lo que haga es augmentar de forma considerable. Y es que no hay nada peor que el temor a lo desconocido, más si parece ser invisible...


En cuanto al reparto, poco hay que decir aparte de que todos están bastante correctos en sus papeles, desde la siempre encantadora Zooey Deschanel hasta los mayormente menospreciados Mark Wahlberg y (el versátil) John Leguizamo. Todos cumplen en mayor o menor medida, además de que esta vez el director se limita únicamente a las labores de dirección y guión, lo cual es de agradecer.
Probablemente con un actor principal con más registros la cosa hubiera funcionado mejor, pero tampoco desmerece la actuación de Walhberg (a mi gusto, vaya). A quienes no les guste, seguramente esta película no les hará cambiar de opinión respecto al citado actor.

En resumidas cuentas y para no enrollarme demasiado y evitar contar más de lo debido, podemos decir que tenemos delante al Shyamalan más comercial que se haya visto hasta el momento, sin que ello suponga algo negativo (más bien todo lo contrario).
Hay momentos realmente inquietantes y angustiosos, donde la intriga y el drama se dan de la mano sin chirriar. Desgraciadamente, da la sensación que Shyamalan no ha explotado del todo las posibilidades que la historia ofrece. No termina de ser una película contundente, aunque se eleva por encima de la media.

Los fans del director seguramente saldrán satisfechos de la sala. Algo tan probable como que sus detractores sigan defenestrándolo sin compasión.

En cuanto al resto de los mortales...vaya uno a saber. Aventurarse a lanzar predicciones es siempre arriesgado, más cuando la diversidad de gustos ha demostrado en más de una ocasión que es imposible saber si la película triunfará o fracasará, o si será aplaudida o lapidada.

Mejor juzgad vosotros mismos. Si quereis saber cuál es esa mortal amenaza que tiene atemorizados a Walhberg, Deschanel y compañía, ya sabeis dónde teneis que ir... directos al cine más cercano!


Lo mejor: los primeros 10-15 minutos; la sensación de amenaza permamente.

Lo peor: va perdiendo fuerza a medida que avanza.


Valoración personal: Correcta

martes, junio 03, 2008

"Doomsday: el día del juicio" emulando a Carpenter

En el 2002 Neil Marshall debutaba con la simpática “Dog Soldiers”, otra vuelta de tuerca al subgénero licántropo y película con la que el director ya apuntaba maneras. Tres años más tarde llegó “The Descent”, una brutal y claustrofóbica cinta de terror survival mediante la cual Marshall se mostraba como un nombre a tener en cuenta dentro del género fantástico.

Niguna de las películas citadas alcanzaba la cifra de 10 millones de dólares de presupuesto, y aunque su última película ronde los 35 millones (una nimiedad comparada con los blockbusters hollywoodienses), se puede decir que Marshall sigue afincado muy convenientemente dentro del cine de bajo presupuesto (o serie B).

En “Doomsday” se nos cuenta la historia de un mortífero virus bautizado como “Reaper” que está devastando la población del Reino Unido. En cuestión de días la pandemia ha recorrido casi todo el país y son millones las personas afectadas, especialmente en Escocia, foco del virus.
Como medida para contener su avance, el gobierno declara un estado de cuarentena que consiste en construir enormes murallas alrededor de Escocia y levantar controles por carreteras, puertos, etc., de modo que el país quede aislado y nadie pueda entrar ni salir de él. Así es como empieza lo que podriamos llamar el “sálvese quien pueda”.

Veinticinco años después, cuando el virus parecía haber desaparecido, éste brota de nuevo en un Londres superpoblado e incapaz de contener la amenaza. La única posibilidad que tiene el gobierno es mandar a un equipo de especialistas fuera de las murallas para encontrar el antídoto que presumiblemente desarrolló el Dr. Kane hace ya más de dos décadas. Al frente de dicho equipo estará la oficial Eden Sinclair (Rhona Mitra), cuyo obetivo, además de encontrar a Kane o el antídoto (lo que llegue primero), será intentar que todos vuelvan sanos y salvos de tan peligrosa misión.


Algo que ya quedaba pantente en el trailer y que se confirma tras el visionado de la película, son sus similitudes con otras cintas de futuros apocalípticos. Lejos de disimularlo, Marshall lo que ha pretendido es ofrecer un claro homenaje a aquellas películas setenteras y ochenteras en las que el mundo se ha convertido en un lugar decante y bárbaro dónde impera la ley del más fuerte.

Para ello no ha dudado en hacer un popurrí de films tan emblemáticos como “1997: Rescate en Nueva York” de John Carpenter o “Mad Max” de George Miller, aderezado todo con una pizca de “28 semanas días/semanas después. Así, por un lado tenemos el protagonista a modo de antihéroe -en este caso, antiheroína-, la misión de vida o muerte con intereses humanitarios y políticos de por medio, ciudades devastadas y repletas de restos humanos, y violentas tribus urbanas surgidas tras el declive.


El inicio del film, enfocado en la evacuación de las ciudades, recuerda sobremanera a la reciente “Soy leyenda”, mientras que el resto casi podría considerarse una revisión moderna (y con “infectados”) del film de John Carpenter. Sin ir más lejos, un personaje del equipo de Sinclair se apellida como el citado director. A eso hay que añadirle una premisa argumental muy similar y una protagonista que comparte rasgos en común con el gran Serpiente Plissken (parche incluído, aunque sólo sea por unos minutos). Incluso tenemos un combate a vida o muerte de la prota contra un guerrero y que sirve de entretenimiento para las masas; algo que ya ocurría en el film de Carpenter, sólo que allí Plissken peleaba en un cuadrilátero de boxeo mientras que aquí Sinclair lo hace en algo más parecido al Coliseo romano (aunque en un ambiente medievo)

La búsqueda del antídoto se complica cuando aparece en escena un grupo de supervivientes del virus y que ahora pululan por la “zona caliente” armados hasta los dientes, atabiados como si fueran punks postmodernos (he aquí la referencia a la trilogía de Miller) y gastando muy malas pulgas. Por supuesto, nuestra protagonista les hará frente sin pestañear, lo que proporcionará al espectador unas cuantas dosis de acción a base de violentas y sangrientas peleas, y persecuciones de lo más trepidantes y jugosas.

Podriamos decir que una de las virtudes de esta película, y en mayor medida, de la filmografía de Marshall, es el explícito tratamiento de la violencia y de la sangre, rehuyendo así de la dañina y cada vez más habitual costumbre de suavizar (o censurar, como gusteis) todas las películas comerciales bajo el amparo de la calificación PG13 (osease, sacar más pasta abordando a todos los públicos)
Aquí se nos muestran decapitaciones, amputaciones y ejecuciones en todo su “esplendor” y con todo lo que eso conlleva, es decir, salpicaduras de sangre que harán las delicias del aficionado al gore y que supondrán la inmediata desaprovación del público más sensible y/o puritano. Si bien hay que decir que en determinados momentos el director también es capaz de recurrir a la elipsis con idénticos y eficaces resultados.


Desgraciamente, el punto débil (y a veces a favor) de la película es precisamente esa clara referencia a las películas anteriormente señaladas.
Esta claro que Marshall cuenta con la comicidad del espectador (en mi caso eso no supone un inconveniente) pero el problema es que a lo largo de la película sentimos una permanente sensación de déjà vu que se acentúa aún más por la poca originalidad de la historia y por el intento de mezclar demasiadas películas en una.

Por ejemplo, hacia la mitad de la película, el ambiente postapocalíptico deudor de Mad Max se transforma en algo retro-medieval, recordándonos -y no para bien- a la casposa “Beowulf” (la de Christopher Lambert), producción en la que precisamente actuaba Rhona Mitra.
Este tramo resulta bastante chocante y desentona enormemente con el resto. Y es que lo suyo hubiera sido decantarse por un estilo y ambientación en particular y no querer mezclar tantas elementos en un film cuya trama no permite mucha variedad.

Pese a ese desafortunado inciso, la historia sigue por su cauce, de nuevo emulando la saga de George Miller con una espectacular y emocionante persecución automovilística que supone ya el tramo final de la película y también uno de los platos fuertes de la misma. Es aquí donde el director vuelve a demostrar un perfecto dominio de la cámara, buscando ángulos imposibles y coreografiando una persecución bestial en todos los sentidos (aunque también es cierto que puede llegar a marear)

Sobre las interpretaciones no hay mucho que decir. Rhona Mitra cumple como dura heroína, papel que es más físico que interpretativo. Recuerda a la Sarah Connor/Linda Hamilton de “Terminator 2”, siguiendo también un poco la estela dejada por otras estoicas féminas como la Alice/Milla Jovovich de “Resident Evil”.

Los rostros más conocidos del reparto son Malcolm McDowell y Bob Hoskins, cuya interpretación es de esas de puro tramite para cobrar el cheque, es decir, se limitan a aparecer unos minutos en escena de forma eficiente y poco más. Desde luego ninguno de los dos será recordado por estos personajes.

El resto está meramente correcto y tan sólo destaca por encima de todos un adecuadamente histriónico Craig Conway, el punkie zumbado que persigue a Sinclair la mayor parte del metraje.


En definitiva, una película de acción para pasar el rato sin comerse mucho el tarro, con multitud de referencias a otras películas, unas dosis de gore y acción en cantidades industriales.

Eso sí, todo realizado a la antigua usanza y sin apenas utilizar el ordenador (sólo en casos puntuales). Vamos, que aquí lo que explota lo hace de verdad y los especialistas se ganan el sueldo a base de bien. Y en estos tiempos que corren, donde lo digital impera por encima de lo artesanal, se agradece que alguien marque la diferencia, aunque eso suponga menos espectadores en la sala. A fin de cuentas, ese aire a serie b que destila la película nos encadila tan sólo a unos pocos, y precisamente es a estos pocos a quien va dirigida esta producción futurista de modestas pretensiones.

De Marshall quizás podríamos haber esperado/exigido más, pero de seguro que de haber sido otro el que llevara a cabo esta gamberrada, el resultado se hubiese convertido en un despropósito intragable.


Lo mejor: los homenajes; las escenas de acción y la ambientación.

Lo peor: la sensación de déjà vu.


Valoración personal: Correcta