jueves, septiembre 20, 2007

"Disturbia" ¿problemas con el vecino?

Una de las sopresas de lo que llevamos de año en EE.UU. -en lo que a taquilla se refiere- ha sido, sin lugar a dudas, la película que nos ocupa. En sus tres primeras semanas de exhibición al gran público, consiguió mantenerse en el puesto número uno, ya fuese por sus propias virtudes, por la floja competencia de estrenos o por sus descaradas similitudes con el clásico del maestro Hitchcock “La Ventana Indiscreta”, y por consiguiente, la curiosidad de saber si se trataba de una mala copia más o no.


Pronto aterrizará en nuestras pantallas, así que podreis juzgar por vosotros mismos cual es el motivo de su inusitado éxito. Por mi parte, solamente puedo exponer mi humilde opinión, que espero sirva, por lo menos (no pretendo más), para hacerse una idea de lo que la cinta de DJ. Caruso nos ofrece, y no tanto el condicionar la predisposición del posible futuro espectador.


Lo primero que uno debe tratar de evitar a la hora de disponerse a ver la película, y posteriomente, juzgarla, son las obvias comparaciones que suscita para con la obra del rey del suspense. Primeramente porque, analizándola desde la comparativa, “Disturbia” pierde por goleada, con lo que haciendo eso, posiblemente uno ya se prive de poder disfrutarla. Y en segundo lugar, porque la película de Caruso no es tanto un remake, sino una actualización adolescente de sus fundadas bases, pasadas esta vez, por la vía fácil y puramente comercial del producto. Con ello no digo que esta película no deje ser una copia descarada de “La ventana indiscreta”, pero holga decir que tampoco pretende equipararse a ella.


En este caso, el protagonista de la película es el joven Kale (Shia LaBeouf), un adolescente normal y corriente, cuya apacible vida queda truncada tras la fatídica muerte de su padre en un accidente de tráfico. Las consecuencias instantáneas de ese hecho se hacen notar en el cambio radical de la personalidad de Kale, quien, sintiéndose en parte responsable del trágico suceso, se encierra en sí mismo, conviertiéndose en una persona más bien tímida y solitaria.


Kale, tras asestarle un puñetazo a un insensato profesor, es condenado a 3 meses de arresto domiciliario, confinado así entre las asfixiantes paredes de su casa, intentando matar el tiempo a base de videojuegos y tele por cable. Pero toda esa monótona rutina diaria cambiará con la llegada de unos nuevos vecinos al barrio, cuya atractiva hija propiciará los inicios voyeuristas de nuestro prota.


Pero no sólo la vecinita de al lado será objeto de observación, sinó también el resto de sus vecinos, entre los que se incluye el sr. Turner, cuyo extraño comportamiento inquieta a Kale, hasta el punto de sospechar que se trata de un asesino en serie buscado por la policía.


Será a partir de ahí cuando lo que empezó como un simple entretenimiento, se convierta en un adictivo juego para el que posiblemente Kale no esté preparado. Un juego que a medida que avance la trama, se volverá más peligroso. Tanto, que dejará de ser un juego para convertirse en una auténtica pesadilla.


La premisa, si bien no es nada original, por lo menos si resulta interesante. El comienzo, idílico y tópico en sus minutos iniciales, contiene ya una de las secuencias más impactantes de la película. A su vez, constituye también uno de los momentos más dramáticos de la historia. Me estoy refiriéndo, obviamente, al punto de inflexión que cambiará la vida de Kale: la muerte de su padre.


Todo lo que sigue es la adaptación de Kale en su encierro en casa: como pasa el tiempo, como empieza a espiar a sus vecinos y a conocer sus costumbres, rutinas y secretos; como empiezan a aflorar sentimientos -no sólo sexuales- hacia su vecina; y como empieza a obsesionarse con su, en apariencia, sosegado vecino, el sr. Turner.


En mayor medida, podemos considerar la mayor parte de la película como una comedieta adolescente, con las típicas obsesiones de los jovenzuelos de hoy día (haciendo mención, cuanto más mejor, sobre el patrimonio de éstos, tal como una Xbox, I-Tunes o YouTube), mezclando ciertos tintes de suspense (con sus falsos y casi innecesarios sustos), con ese toque de humor juvenil y algunos diálogos, por momentos, superficiales.

Por todo ello podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que “Disturbia” es un producto encarado directamente al público más joven, aunque no por ello deba espantar al resto. Trata pues, por todos los medios, que el espectador se sienta, de un modo u otro, identificado con el protagonista y sus amigos. Y es que las películas para adolescentes no siempre tienen que ser las American Pie de turno y sus sucedáneos; ni estos tienen porque ser siempre retratados como unos yonkis con las hormonas disparadas (que haberlos, haylos, por supuesto)


Así pues, el director labra el camino desarrollando las relaciones interpersonales entre los protagonistas (unas más que otras) para, posteriormente, llegar al clímax final del film. Desgraciadamente, la mayoría de los personajes se definen por unos cánones ya preestablecidos, sin mayor profundidad que esa, encontrando así al amigo rarete y gracioso, la vecina maciza, la madre trabajadora pero incapaz de conectar con su hijo (siendo el personaje más flojo y desaprovechado), etc.


Kale, interpretado por un más que convincente LaBeouf, es el personaje más elaborado, consiguiendo la empatía del espectador nada más empezar la función. Es además, quien soporta todo el peso de la película, lo cual tampoco es fácil teniendo en cuenta los pocos espacios en los que se desarrolla ésta.

Su enemigo en este caso, es el misterioso Turner, interpretado modestamente por el versátil David Morse, cuyas apariciones en escena son más bien puntuales pero cargadas de un siempre agradecido y constante desasosiego.

En cierto modo, podriamos incluso decir que ambos personajes comparten ciertos rasgos de personalidad, como pueden ser su timidez, la soledad que los envuelve, sus reservas sociales...


Y poco más que decir para no destriparos nada, aunque tampoco podría desbelar demasiado teniendo en cuenta lo predecible que resulta todo, o casi todo, aunque, y eso sí es muy de agradecer, esté libre de giros finales absurdos y sin venir a cuento, como ya vienen siendo habituales en los thrillers de última generación. Vamos, que por una vez, no toman al espectador por tonto ni se mofan de él.


En resumidas cuentas, un correcto thriller juvenil, de buena factura, pasables interpretaciones (destacando no obstante, la buena labor de LaBeouf, y en última instancia, la de Morse) al que se le pueda achacar el dejar todo la acción para el final, pero que seguramente contará con el favor de los que aún se encuentran en la edad de pavo. Humor, un poquito de intriga e incertidumbre y música modernilla y comercial (salvo algún que otro tema) para poco más de 100 minutos de sencillo y convencional entretenimiento.


¿Será realmente el vecino de Kale un asesino en serie? O será todo producto de su desbordante imaginación y de su aburrimiento?

Si quereis saberlo, la respuesta en vuestro cine más cercano a partir del 21 de septiembre.



Lo mejor: Shia LaBeouf; los últimos 15 minutos.

Lo peor: que toda la acción se deje para el final; que el suspense nunca llegue a atraparnos del todo; los tópicos personajes.


Valoración personal: Correcta

jueves, septiembre 13, 2007

“Los ojos del mal” reformas sangrientas

La película que nos ocupa es ni más ni menos que la típica terror-teen americana, totalmente predecible de cabo a rabo, con un serial-kyller muy feo y muy malo (esta vez, además es muy grande), y con unos jóvenes guapos/as con las hormonas disparadas.

Sabiendo esto, el hecho de que esta película guste o no dependerá en gran parte de la indulgencia de la que disponga el espectador.

“Los ojos del mal”, traducción libre -para variar- de “See No Evil” trata sobre un grupo mixto de jóvenes de un correccional que son enviados a un destartalado hotel con el objetivo de trabajar en su restauración, y ya de paso reformarse un poco y aprender valores tan importantes como el trabajo en equipo, la recompensa por el esfuerzo y ese tipo de cosas que se supone, hará de ellos unos buenos mozos. Sin embargo, cual será su sorpresa que el hotel tiene un inquilino con muy malas pulgas que convertirá su estancia en toda una odisea por la supervivencia.
Y hasta que puedo escribir.

La película cuenta con un inicio bastante intrigante y a priori, prometedor. Desgraciamente, pasados esos primeros minutos, lo que sigue es básicamente lo mismo de siempre, que tantas y tantas veces hemos visto ya en otras cinta del género.

El primer gran error del film nos lo encontramos de cara, intentado hacernos creer que un grupo de chicos y chicas que parecen salidos de un anuncio de Tommy Hilfiger son jóvenes reclusos de un correccional. Que una cosa es que uno tenga imaginación, y la otra es que deba dar por hecho algo tan falto de credibilidad.
Así que la idea de los presos, que por lo menos resultaba agradecida, se hecha por los suelos al primer minuto, ya que poco importa de dónde vengan, cuando lo interesante es a dónde van y cómo van a ir muriendo. Y es eso último lo más atractivo de la cinta y uno de los pocos motivos, sinó el único, por el que uno sigue viéndola.

En este caso, el asesino de turno es un tipo enorme y desquiciado que irá a por cada uno de los jóvenes, hasta acabar con todos. Como ya es habitual, el “cazador” tiene una fuerza sobrehumana, no atiende a razones y además posee una resistencia a los golpes digna de Superman. Uno ya puede pegarle un achazo en la pierna, que el tipo no va ni a cojear.

Otro dato curioso que estropea bastante la trama, es que tan sólo sean dos policías los que custodien a tantos jóvenes. Resulta sorprendente la facilidad con la que estos últimos roban a los maderos desde tabaco hasta móviles. Por lo que uno supone que entra tantos que son, reducir a una mujer madura y un hombre manco, no debería ser tan dificil y menos cuando por regla general, en toda película de terror que se precie, estos maderos suelen ser bastante patanes (algo que luego se demostrará)

Pero bueno, que puede esperar uno de un grupo de chiquillos cuyos únicos propósitos en la vida son drogarse y echar una canita al aire. Y es que para variar, los personajes están estereotipados hasta la médula, por lo que damos gracias a Dios que Dark (?¿?), su director, no se entretenga mucho en las presentaciones y vaya directo el meollo de la cuestión.
Así pues, no hay que esperar demasiado para empezar a ver gore del bueno y algún que otro desnudo integral más o menos gratuito que obviamente no podía faltar, y menos viniendo de un director curtido en el mundo del porno (o eso es lo que dice su ficha)

Otro tanto que se marca el director es la conseguida atmósfera, perturbadora y malsana. No hay duda que un viejo y mugriente hotel se antoja como un perfecto escenario en el que ofrecernos un buen festín de sangre y visceras.
Lástima eso sí, que proviniendo también del mundo del videoclip (ha dirigido videos para Britneys Spears -arrggh!!- y para un montón de raperos -arggh!!-), le dé por realizar rocambolescos movimientos de cámara que, para un video musical deben ser la releche, pero para una película de terror resultan bastante molestos y cansinos. Así que más que traducirla como “Los ojos del mal”, hubiera sido mejor bautizarla como “Mal de ojos”, que es lo que provoca ese efecto alucinógeno. Aunque bueno, pensándolo bien, mejor eso que los cámaras con Parkinson que hoy en día frecuentan los estudios de cine.

Como ya digo, lo mejor de todo son algunas de las muertes que se suceden y la imponente presencia del asesino en serie. Resulta que quién interpreta a la mole es un luchador de lucha libre americana, lo cual se supone que debería ser un reclamo. Esta claro que en un país como España, donde triunfan Gran Hermanos y Salsa Rosas, ese reclamo va a ser minúsculo. Y tampoco es que en los USA haya funcionado mejor.
No obstante, quisiera romper una flecha en favor de este hombre, pues cumple a la perfección con su rol. El tipo no habla (sólo unas palabras hacia el final), sabe matar y su aspecto rezuma terror por todas partes, que es lo que uno le pide a un psycho-killer en condiciones. No va a pasar a los anales de la historia como lo hicieron Jason Vorhees, Michael Myers o Leatherface, pero por lo menos no lleva puesta una máscara que le cubra el rostro y acongoja igual o más. Además, al lado de las mediocres interpretaciones del resto del elenco, la suya es digna de un Oscar.

En resumen, una película de terror prefabricada, de esas que tanto abundan en los videoclubs. Lo mejor que se puede decir de ella es que no aburre en ningún momento, suplantando el inexistente suspense por un gratificante gore y por una atmósfera bastante lograda.

Si sois poco exigentes y os va el gore y los chicos y chicas de calendario, esta es sin duda, vuestra película. Si por el contrario, le pediis a una cinta de terror algo que más que los clichés de siempre, mejor plantearos ver otra.
A mí, de no haberme pillado de buenas, la hubiera calificado de mediocre. Pero como ha logrado entretenerme en los escasos 80 minutos que dura, soy benévolo y le adjudico un -merecido o no- regular.


Lo mejor: algunas muertes y la lograda atmósfera; su escasa duración; el asesino.

Lo peor: los manidos tópicos; la desaprovechada idea de usar presos; las limitadas interpretaciones.

Valoración personal:
Regular

lunes, septiembre 10, 2007

“La Jungla 4.0”, McClane ha vuelto (más o menos)

Han pasado 12 años desde que se vieran por última vez en pantalla grande las hazañas del socarrón detective John McClane (aka el pu*o amo, con perdón de la expresión). Y como ya es habitual en la escasez de ideas de Hollywood, vuelve este mítico personaje del cine de acción para seguir dando caña a los malos malotes de turno y para hacer disfrutar al espectador con su mala uva y su buena puntería.

Aunque en esencia seguimos viendo al McClane de siempre, hay que indicar que su aspecto y en cierta medida, su actitud, han sido un tanto modificadas. Es lo que ahora se denomina como “adaptar a los nuevos tiempos”, o dicho de otra manera, para las nuevas generaciones.
Así pues, el nuevo (entre comillas) McClane es un tipo más serio, que cuida mucho más su aspecto (donde están las camisetas de tirantes?!) y que ya tiene superada su crisis matrimonial, por lo que ya no necesita tirar de alcohol ni aspirinas (eso está muy feo y ya no se lleva...)
Eso sí, mantiene una tibia relación con su hija, que parece que le trae de cabeza.
De todas formas, lleva una vida bastante tranquila y rutinaria, aunque eso no quita que si las cosas se ponen feas (y se pondrán), vuelve a hacer uso de sus métodos expeditivos para afrontar cualquier dificil situación.


Después de desbaratar los planes a unos terroristas en el Nakatomi Plaza, en un aeropuerto de Los Ángeles y en medio de las calles de Nueva York, ahora John McClane deberá salvar a todo un país haciendo frente a unos terroristas informáticos que han sembrado el caos por todas partes.
En su nueva carrera a contrareloj, le ayudará un joven hacker al que en un principio deberá custodiar, y que más tarde pasará a ser su compañero de aventuras.

Poco más hay que comentar sobre la trama, salvo destacar su simpleza en beneficio -y al servicio- de la acción pura y dura.
Así que, como ya es costumbre, haré un repaso comentando lo mejor y peor.



Sin duda, lo más destacable de esta cuarta entrega son sus espectaculares y apabullantes escenas de acción, algo común en toda la saga. No obstante, esta vez y a diferencia de sus predecesoras, las secuencias se tornan un poco bastante inverosímiles, desde terroristas que parecen de goma, un caza en medio de la ciudad (inspirándose en “Mentiras arriesgadas” de James Cameron?), un coche que vuela e impacta en un helicópetero, un McClane más sobrehumano que nunca...

La acción de esta película es más cercana a una “Misión Imposible II” que a una “Jungla de Cristal”. Hay momentos muy surrealistas que siendo permisivos no afectarán a nuestro disfrute, pero que se nos antojarán poco creíbles, y más teniendo en cuenta que McClane/Willis ya está entradito en años y cuesta de creer la pasmosa agilidad con la que resuelve muchos de los entuertos.
Y es que este McClane parece más un super Jack Bauer indestructible que no el detective que antaño tanto sufría y se quejaba.
Por lo menos no ha perdido el sarcasmo y la mala ostia que tanto le caracterizan, y en ello tenemos que agradecer mucho el doblaje español patrio, y más concretamente al señor Ramón Langa (la voz de Willis)
La película ha sido censurada/edulcorada, omitiendo todos y cada uno de los tacos y las frases mal sonantes, además de reducirse notablemente la cantidad de sangre (sobretodo la que cubre el cuerpo de Willis) para atraer a un mayor número de público con una calificación PG13 (apta para mayores de 13 años). Por suerte, aquí en España esto se lo han pasado por el forro (Dios les bendiga) y el doblaje hace justicia al deslenguado personaje al que todos apreciamos.


Eso sí, a este paso, con tanta calificación PG13, acabaremos viendo películas de terror con asesinos armados con zanahorias y películas de acción al estilo “Equipo A”, osease, con mucha munición y pocas bajas. Además, a la práctica, en el cine nadie pide el carnet a los espectadores y entra quien le da la gana. También son los menores quienes inundan las salas con este tipo de películas, como hacía un servidor en sus años mozos. Y es que una cosa es calificar una película como medida de aviso y prevención, y la otra censurarla para conseguir una calificación óptima por cuestiones puramente comerciales.


Aún así, podemos estar contentos porque Wiseman (director de las dos “Underworlds”) dirige con precisión las escenas de acción y sabe imprimir un ritmo trepidante a toda la cinta, haciendo que por un momento olvidemos lo descabellado que resulta el argumento.
Destacamos también la azulada fotografía que impregna todo el film, que si bien se ajusta el tema de la alta tecnología y demás, también se aleja de los tonos cálidos de las anteriores entregas (sobretodo de la tercera) y puede llegar a cansar y resultar innecesaria en algunos pasajes.



En lo que a personajes y actores se refiere, decir que como siempre, Bruce Willis está impecable y no ha perdido un ápice de su carisma y del que su propio personaje hace gala. Gracias a él, el espectador no sólo disfruta con la acción, sinó que se echa unas buenas risas.
Justin Long, el joven hacker, cumple correctamente con su personaje, sin destacar ni desentonar demasiado. Aún estando a años luz de la comicidad entre la pareja Jackson-Willis de “Jungla de Cristal: La Venganza”, por lo menos no cae mal.
Mary Elizabeth Winstead también cumple en el papel de hija, marcando bastante el duro carácter que ya es típico de la familia McClane.
La oriental Maggie Q reparte leña al servicio de los terroristas, siendo la mano derecha y compañera sentimental del malo maloso. Sus habilidades en la lucha cuerpo a cuerpo (y que cuerpo señores) nos brindan algunas de las mejores escenas de la película.
Y ya por último y quizás uno de los puntos débiles de la película, el antagonista protagonizado por un poco inspirado, aunque a fin de cuentas pasable, Timothy Oliphant. Un villano que no está a la altura de los acontecimientos, causando un flojo impacto en el espectador, y más si lo comparamos con el Alan Rickman o el Jeremy Irons de las anteriores entregas.
Los duelos entre éste y McClane saben a poco, por mucho que se esfuercen ambos. Un villano debe ser de nivel, y en este caso se puede decir que no lo es. Pero como ya digo, la culpa no se le puede achacar toda al señor Oliphant, aunque olga decir que ha hecho interpretaciones mejores en papeles de este tipo (véase “Scream 2” o “Diablo, A Man Apart”)

Y bueno, comentar también el cameo director y guionista Kevin Smith, que la verdad es que tiene poca gracia, o dicho de otra forma, probablemente sólo les hará gracia a los fans de éste.


Quisiera hacer incapié también en la más bien desapercibida banda sonora, que esta vez corre a cargo de Marco Beltrami (Resident Evil, Terminator 3, Underworld Evolutions) y no del habitual de toda la saga Michael Kamen. La verdad es que la música es casi inapreciable y poco destacable (salvo en los créditos finales). Por tanto, un punto flaco más, aunque mucho menos importante, claro.

Lo que si se agradece es que las secuencias de acción estén repartidas entre lo digamos, artesanal, y el ordenador. Como dice el propio supervisor de efectos especiales: “La orden de Len era que si una escena de especialistas se podía hacer, prácticamente sin imágenes generadas por ordenador, así es como debía hacerse”. Y yo se lo agradeco, aunque sean exageradas.



En resumidas cuentas, una muy entretenida y disfrutable cinta de acción, dirigida por un eficiente pero flipado Len Wiseman (a lo Michael Bay pero sin travellings), que bien podría haberse llamado “Un poli en apuros”, “Pánico en N.Y.” o “16 Cales II”, en vez de ser la cuarta entrega de una mítica saga con la que poco tiene que ver, salvo por el buen hacer de tito Willis como McClane. Bien podría haber sido una cinta de acción más del actor.
Tratándose de un trabajo de encargo, Wiseman más que adaptarse a la saga, a adaptado ésta a su propio estilo, pero por suerte, alejado de sus “Underworlds”.

Dados los buenos resultados en taquilla y la notable aceptación entre público y crítica, no es de extrañar que tengamos, por lo menos, una quinta entrega a la vuelta de la esquina. En tal caso, pediría fervientemente que regresara John McTiernan en tareas de dirección, que es quien mejor ha sabido sacarle jugo a la saga, siendo las suyas, las mejores entregas de toda la tetralogía.

Lo mejor: Bruce Willis; que las dos horas que dura sean ligeras y amenas; que McClane siga hundiendo la moral del villano con un walkie-talkie xD

Lo peor: las abundantes fantasmadas; un villano decepcionante.


Valoración personal: Buena

domingo, septiembre 09, 2007

“Wolf Creek”, viaje al infierno


Esta es una de esas películas de bajo presupuesto que, inexplicablemente, suelen tardar mucho en llegar a nuestras pantallas, y eso en el mejor de los casos. Lo más frecuente es que no lleguen o que acaben directamente en el videoclub.
Y digo esto porque “Wolf Creek”, de procedencia australiana, data del 2005, y ese mismo año se presentó en Sundance, el reputado festival de cine independiente. La película ha cosechado buenas críticas allí por donde se ha exhibido, aunque quizás algunas de ellas un tanto exageradas.


El debutante Greg McLean (curtido en spots publicitarios y cortometrajes) escribe, dirige y produce este cinta de terror en la que tres jóvenes excursionistas inician un, a priori, apacible viaje por el Parque Nacional de Wolf Creek (Australia). Todo parece ir bien hasta que su coche se avería en mitad de la lluvia, lo que les deja desamparados en medio de la nada. Llegada la noche, aparece un singular habitante de la zona que se ofrece a prestarles ayuda. Sin ninguna otra opción viable en sus manos, aceptan de buen grado la ayuda del desconocido, momento en el que su viaje dará un giro inesperado.
Supongo que os podeis ir imaginando el resto, pues lo contado hasta ahora es la propia sinopsis de la película, con lo que tampoco destripo nada fundamental.


Como ya he comentado antes, el argumento carece de originalidad alguna, recordándonos éste a otras tantas cintas del género como “La Matanza de Texas”, “Las colinas tienen ojos” o la más reciente, sin ser un remake, “Km. 666” (esta última, eso sí, bebe de las otras dos).
Su desarrollo tampoco es que sea muy novedoso, salvo por el hecho de estar filmada con cámara digital, lo que dota al conjunto de un logrado realismo. Por suerte, la credibilidad de lo que acontece no sólo se basa en el uso de la citada cámara digital, sino también en la crudeza de los hechos y en la humanidad de los personajes. Aquí no hay lugar para heroicidades: los jóvenes lo pasan muy mal e intentan sobrevivir como pueden.

El psicópata de turno, pasado un tiempo, no será un villano emblemáticio, pero tiene su gracia, llegando a ser la versión malvada y macabra de Cocodrilo Dundee. Hasta ahí, tampoco es que sea algo nuevo, pero pocas opciones más ofrece el género (monstruos, mutantes, lunáticos...todo muy trillado ya)


Quizás uno de los puntos a favor con los que cuenta la película es el incierto destino que aguarda a los protagonistas. Y es que en un principio, uno más o menos hace su quiniela sobre quién acabará vivo y quién muerto. Sin embargo, podemos agradecer que McLean consiga sorprendernos en ese tema, con lo que, aún siendo una película bastante predecible (como casi todas), por lo menos contamos con la incertidumbre de saber quién logrará salvar el pellejo y quién no.

Como punto en contra, se le puede achacar el largo tiempo que tarda en arrancar, pues no es hasta el minuto 50 cuando realmente la película empieza alcanzar los momentos de verdadera tensión. Por lo menos, aunque esa primera hora sea bastante intrascedente y tenga diálogos insustanciales, el clímax está igualmente conseguido, palpándose ya una cierta inquietud que desembocará en los horribles acontecimientos posteriores. También sirve para presentarnos y conocer al trío protagonista, que sin causarnos demasiada simpatía, por lo menos no son los anormales de la típica terror-teen americana de rápido consumo. Eso sí, beben, y se drogan como se supone que hacen todos los jóvenes (faltaría más...). Conste que todo está realizado con bastante naturalidad, algo que quizás se deba a la inexperiencia de los propios actores.


Si hay algo que diferencia notablemente “Wolf Creek” de otras películas, es su terror insinuado más que explícito, destacando tan sólo algunos momentos puntuales de gore, que son bastante digeribles.
Aquí el horror no es ni tan macabro ni tan vomitivo como las Hostel y Saw de turno. No se usan efectismos baratos como las típicas subidas de volumen y la sangre corre en su justa medida.


Ya para terminar, decir que el final (que por supuesto no voy a contar) es abrupto y rompe totalmente el clima de toda la película. Se hecha en falta un cierre más contundente y redondo. Imagino que el director habrá querido sacarle partido a lo de “basada en hechos reales” con un final menos tópico, pero por desgracia, más tosco e insatisfacotorio.


En definitiva, una película que no aporta nada nuevo al género salvo su cuidado realismo (gracias también a una adecuada fotografía) y una marcada y sugerente tensión que consigue engancharte a la película sin abusos de ningún tipo.

Si esperas litros de sangre, salvajadas, desnudos gratuitos y demás topicazos, probablemente te aburras, sobretodo la primera mitad de la película.
Si por el contrario, eres capaz de disfrutar con el terror sugerido y del clímax de una cinta de terror como las de antes, seguramente quedes satisfecho.

Habrá que seguirle la pista al tal McLean, pues con un proyecto mejor y con más recursos, puede ser otro de esos nombres a tener en cuenta dentro del cine de terror actual.



Lo mejor: que se tome la moelstia de desarrollar el carácter de los personajes; su realismo; el clímax de tensión de casi toda la cinta.

Lo peor: que tarde tanto en arrancar; un final ciertamente descuidado; los incesantes lloriqueos de una de las protagonistas.

Valoración personal: Correcta

martes, septiembre 04, 2007

Los Mejores Remakes de la Historia, Parte 2

He aquí una segunda tanda de remakes, esta vez de corte histórico y que seguramente muchos de vosotros, en algún momento u otro, habeis visto. Tres grandes clásicos de la historia del cine, algunos de ellos habituales en emisiones televisivas de Semana Santa xD
Puede que algunos de ellos no supierais que eran remakes, pues la original pertenece al cine mudo y pocos (incluyéndome a mí) la habrán visto.


Cleopatra 1963 - Joseph L. Mankiewicz

Grandiosa y magnífica película del maestro Mankiewicz, que ya tenía experiencia en el tema con su adaptación de “Julio César” de Shakespeare (a parte de una excelente filmogafía a sus espaldas).
Una de las películas más ilustres, sino la que más, del llamado “cine espectacular” de la época, o lo que hoy en día entendemos por grandes superproducciones.

Su rodaje no estuvo exento de problemas, siendo además Mankiewicz el encargado de llevar las riendas del proyecto tras el abandono (o despido) de Rouben Mamoulian.
Un gran trabajo detrás y delante de la cámara (bellísima Elisabeth Taylor como la susodicha Clepoatra), escenas espectaculares y un gran trabajo de vestuario (que le valió el Oscar de ese año) hacen de “Cleopatra” una de las películas más emblemáticas del género (y de la historia del cine en general)

A parte de algunas versiones mudas, la historia de la reina de Egipto fue llevada antes a la gran pantalla por otro especialista, Cecil B. DeMille. Dicha cinta, también era una superproducción y también obtuvo un gran éxito.


¿Sabías que...se pensó en estrenar la película en dos partes independientes de tres horas de duración cada una y que tras desechar la idea, la obra original tuvo varios recortes en el metraje?
El proyecto acabó en un principio en 243 minutos aprox., pero ese número se iría reduciendo en sucesivos estrenos, llegando a los 220 para la versión que vimos en España y los 190 en pases para televisión.



Ben-Hur 1959 – William Wyler

Otra majestuosa obra cinematográfica, una de las mejores película de todos los tiempos, protagonizada por el polifacético Charlton Heston en uno de los papeles más importantes y reconocidos de su carrera (se llevó el Oscar al Mejor Actor). Hablando de carrera...La carrera de cuadrigas es ya una de las secuencias míticas de la historia del cine.

Un servidor considera esta versión moderna como un remake, aunque bien podriamos considerarla también como otra adaptación (con mayores recursos técnicos) de la novela de Lewis Wallace.
La anterior adaptación data del 1926 (aunque también existe una versión de 1907) y fue drigida por Fred Niblo. Es considerada la película muda más espectacular jamás rodada y muchos expertos apuntan a que no tiene nada que envidiarle a la versión sonora de Wyler. Es más, en la versión de 1959 se eliminan algunos personajes de la novela.


¿Sabías que...Rock Hudson (uno de mis actores predilectos) fue propuesto para el papel de Ben-Hur?
Hay en la película ciertas reminiscencias sobre la relación homosexual que mantenían Ben-Hur y Mesala, aunque Charlton Heston intentó frenarlas. Hubiera sido, cuanto menos curioso, que Hudson hubiera hecho dicho papel, a tenor de su homosexualidad (que siempre procuró mantener oculta, dicho sea de paso)



Los Diez Mandamientos – 1956 – Cecil B. De Mille

De Mille nos relataba la epopeya biblíca de Moisés como un gran entretenimiento, haciendo de la historia y la religión, puro espectáculo. Unión perfecta entre melodrama y tremendos efectos especiales, que a día de hoy siguen maravillándonos a muchos cinéfilos empedernidos (y remarco lo de cinéfilo, porque no soy para nada religioso). De hecho, el único Oscar que se llevó la película fue en materia de efectos especiales. Pero ahí está el cara a cara entre Charlton Heston y Yul Brenner (los dos musculados y atractivos, eso sí) para demostrar que la cinta era mucho más que unos vistosos efectos visuales.

Lo curioso en este caso, es que De Mille fue el encargado de llevar a cabo este remake, siendo también el autor de la cinta original de 1923. Así pues, el talento de este director quedaba demostrado tanto en la versión muda como en la versión sonora.


¿Sabías que...los decorados se construyeron en Egipto?
Con un presupuesto de uno de 13 millones (hoy en día, una nimiedad), se construyeron impresionantes decorados de cartón-piedra para ambientar la película con el máximo realismo posible.



Y hasta aquí esta pequeña revisión de clásicos remakes.
De las tres cintas, puedo decir que la que más veces he visto es, sin duda, Ben-Hur. Y a pesar del extenso metraje de todas ellas, para mí ninguna se hace aburrida. Obviamente, algunas ahora ya no me seducen tanto, como es el caso de “Los diez mandamientos”, pero “Ben-Hur”, junto a “Espartaco”, son mis dos peplums preferidos.

Espero que os haya gustado esta tanda. Y disculpad mi efusividad, pero en materia de clásicos no puedo contenerme :)


La próxima revisión de remakes, será sobre películas de acción.



Saludos