viernes, febrero 29, 2008

"Shattered", el pasajero puñetero

Butterfly on a Wheel o Shattered, como se la conoce en el mercado estadounidense, es una de esas películas que llegan con retraso -o no llegan nunca- a nuestro país (¿para cuando 3.10 To Yuma!?).
Data del 2006 y en ella interviene un atractivo reparto formado por Gerard Butler pre-Leónidas, la atractiva y eficiente Maria Bello y el galán crónico Pierce Brosnan.
Con semejante trío de actores y con la posibilidad de promocionarla como el nuevo trabajo del prota de “300” (aunque sea anterior a ésta), resulta extraño que tarde tanto en llegar a nuestras carteleras.
Su estreno está previsto para el mes de abril, aunque uno no se confía demasiado ya.
Puede que no sea una buena película (de hecho, no lo es), pero eso nunca ha sido un obstáculo para venderse al mercado extranjero, más viendo la cantidad de bazofia que se estrena a lo largo del año.

Casos como estos se suceden más de lo que uno se imagina. A parte del citado western que une a Bale y Crowe, (dos pesos pesado de la industria), tenemos también “Death sentence” con Kevin Bacon dirigido por el responsable de “Saw”, que se estrenó en Agosto del año pasado en EE.UU. y que aquí aún no ha llegado. Claro que quizás el ejemplo más emblemático sea “Equilibrium”, esa notable película de acción/ciencia-ficción (a día de hoy, reconvertida a película de culto) con Christian Bale a la cabeza y que nunca se ha estrenado por estos lares (y no lo hará jamás). Pero más sangrante resulta que si lo hiciera “Ultravioleta”, una aberración infumable cometida por el mismo director de aquella.

Estreno a parte, la verdad es que la cinta que nos ocupa es uno de esos thrillers del montón, destinados a ser consumidos con la misma rapidez con la que se olvidan y por supuesto, con ese giro final indispensable en todo thriller actual que se precie (por aquello de ser requeteguay y superingenioso) y dejar pasmado al espectador (o enojado, según se tercie)

La película empieza presentándonos al matrimonio formado por Neil (Gerard Butler) y Abby Warner (Maria Bello), una pareja felizmente casada, con una hija muy maja y muy rubia, y con una casa grande y acojedora. Vamos, lo que se dice una familia perfecta con unas vidas perfectas.

Sin embargo todo esto cambia cuando aparece en escena Tom Ryan (Pierce Brosnan), un sociópata que les soprende mientras viajan en coche y que asegura tener a la hija de ambos secuestrada, y que la matará si no siguen sus instrucciones al pie de la letra. A la pareja no le queda otra que acatar las órdenes del secuestrador si quieren mantener a la niña con vida.

A partir de este momento empieza el tour de force en el que el malo maloso pondrá a prueba a sus rehenes haciéndoselas pasar magras a lo largo de 24 horas.
Si aparentemente pueda parecer que Ryan busca dinero, a los pocos minutos de película nos damos cuenta que lo que le mueve son otros motivos bien distintos, los cuáles no conoceremos hasta el final de la película. De mientras, somos testigos de las pruebas/jugarretas a las que son sometidos los protagonistas, mediante las cuáles Ryan pretende desestabilizar al matrimonio, arruinarles económicamente y a ser posible, hundir sus vidas en la miseria con un poco de maliciosa psicología.


Quizás el guión sea un poco pecaminoso, pero el director (Mike Barker) tiene la suficente endereza como para llevar la historia con cierto suspense y sin aburrir al personal, lo cual ya es todo un logro. Obviamente, se apoya en su compentente trío protagonista, sin los cuáles sería un thriller más que pasaría desapercibido en las estanterías del videoclub. Además cuenta con algunos planos bastante conseguidos (como aquel en el que la pareja está buscando la habitación del hotel), lo que le da cierto estilo al film.

El giro final que ya he mancionado anteriormente se lo puede uno oler muchísimo antes de que se descubra. Sea por perspicacia o por haber visto decenas de thrillers similares, un servidor ya se lo veía a venir; y es que o era eso o bien el guión era muy forzado (que también podría haber sido)
La resolución recurre a los manidos flashbacks para explicar con detalles todo el tinglado al espectador y que así no se le escape nada. Como ya sabreis, a mi ese recurso me molesta un poco, pues no sé si lo que quieren es dejar bien atados los cabos o simplemente nos toman por tontos. En cualquier, el director tampoco se excede en ellos, así que no voy a ponerle demasiadas pegas.

El reparto cumple con su cometido y resulta esencial para seguir la película con interés. Lo malo es que el personaje de Butler es demasiado patético y eso provoca que más que sufrir por él, nos den ganas de darle una colleja para que espavile. Pierde el control de la situación enseguida y no hace nada por lo que merezca ser aplaudido. Como ya digo, Butler hace bien su trabajo en un papel poco agraciado.

Su esposa, encarnada por Maria Bello, es la que asume la responsabilidad de jugar como es debido el rol que le ha adjudicado el secuestrador. Cumple con sus exigencias por el bien de todos y mantiene la calma en los momentos más dificiles.
Bello, pese a su belleza y a su eficiencia en todo tipo de papeles, no logra despuntar en la meca de Hollywood y queda casi siempre relegada a papeles secundarios en películas de mayor enjundia que ésta.

Y por último tenemos a Pierce Brosnan, que poquito a poco intenta desquitarse del estigma que le supone haber interpretado a James Bond, lo que hace que pocos se lo crean haciendo otro tipo de papeles. Aunque de seguro echa de menos los cheques que recibía por ello.

La verdad es que el hombre se esfuerza y varía con frecuencia sus personajes para evitar encasillarse de nuevo. Por ello hemos podido verlo como un asesino a sueldo en plena crisis existencial en “The Matador” y en un futuro próximo acompañará a Meryl Streep en la adaptación del musical “Mamma Mía”.
Aquí tiene la oportunidad de lucirse como un frío y canalla manipulador, y holga decir que no lo hace mal. Claro que los que sigan viendo en él al agente británico más famoso del cine, pues lo que digo les va a sonar a chiste. Ya puestos, mejor recordarlo como Remington Steele, porque sus películas como Bond tampoco es que me parezcan gran cosa (Muere otro día es un pestiño de cuidado)

En definitiva, un thriller medianamente entretenido aunque algo descafeinado. No voy a recomendar que invirtais vuestro dinero en una entrada de cine para verla, más con lo caro que está hoy en día, pero para una lluviosa tarde de domingo en casa tampoco es que moleste. Eso sí, su visionado os lo puede estropear el giro final, que a muchos les parece un poco inverosímil y/o retorcido.


Lo mejor: el trío protagonista.

Lo peor: un giro final que se ve a leguas.


Valoración personal:
Correcta

lunes, febrero 25, 2008

Gala de los Oscars 2008 – Los Coen triunfan

Los hermanos Coen fueron los grandes triunfadores de la 80 Gala de los Oscars con su “No es país para viejos”, que consiguió llevarse las estatuillas de dos de las categorias principales. Un total de cuatro Oscars (mejor película, mejor director, mejor guión adaptado, mejor actor de reparto) de ocho de las nominaciones a las que optaban.


Su gran rival, “Pozos de ambición” de Paul Thomas Anderson tuvo que conformarse con tan sólo dos premios de los también ocho a los que optaba. Entre ellos el más cantado de todos, el de mejor actor, para Daniel Day-Lewis. Merecidísimo -pese a que algunos lo tilden de sobreactuado- para el papelón que este hombre se pega en la un tanto soporífera (y pretenciosa) película de Anderson.

Cantados también estaban los Oscars a la mejor película de animación, que recayó en los genios de Pixar por su “Ratatouille”, y el de mejor guión original para Diablo Cody por la exitosa “Juno” (y que ésta recogió llevando un vestido un tanto estrafalario...rollo cavernícola xD)


Las sorpresas llegaron en las categorias de mejor actriz principal y de reparto.

En la primera, el Oscar acabó en manos de una emocionada Marion Cotillard que no esperaba para nada salir victoriosa teniendo a Julie Christie como principal favorita, además de la joven Ellen Page por la citada “Juno” también por medio. Su recepción del galardón fue probablemente la más emotiva de la noche. Ni que decir que se lo merece tras encarnar de forma impecable a Edith Piaff en “La vida en rosa”. Añadir además la humildad (además de belleza) que destila esta muchacha, algo que nunca está de más en este tipo de acontecimientos.

En la segunda categoria y para sorpresa de todos y de la propia actriz, la premiada fue Tilda Swinton por “Michael Clayton”. Al no haber visto la película, no puedo juzgar si se lo merecía más o menos que el resto de candidatas.



También sorprendieron los tres Oscars para “El ultimátum de Bourne” y el de mejores efectos especiales para “La Brújula Dorada”, siendo “Transformers” de Michael Bay la favorita para muchos -entre los que me incluyo- para dicha categoria.


A lo largo de la insípida y un tanto pesada Gala (que un servidor disfrutó de principio a fin a través de internet y participando en el estupendo chat de Tu Blog de Cine) sonaron algunas de las canciones nominadas a Mejor Canción Original, y tras apreciar lo horripilantes, cursis e irritantes que eran (a gusto de quien esto escribe) los temas pertenecientes a “Encantada”, doy por justo vencedor a Glen Hansard y Marketa Irglova con su "Falling Slowly" de la película “Once”.

Una bonita canción que os dejo al final del post para vuestro deleite.


Dos notables películas como “Expiación” y “Swenney Todd” tuvieron que conformarse con un único Oscar por mejor B.S.O. y mejor dirección artística respectivamente.


Poco más que destacar de una Gala que empezó con un buen arranque y que se fue desinflando poco a poco. La huelga de guionistas repercutió de forma acentuada en el guión de la misma, con un Jon Stweart resolutivo pero poco inspirado. El año anterior Ellen DeGeneres supo darle mayor simpatía al asunto dejándonos algunas buenas anécdotas para el recuerdo.


Sin extenderme más, os dejo a continuación con el listado completo de ganadores de la Gala de los Oscars 2008.


Mejor película: No es país para viejos (No Country for Old Men)

Mejor director: Ethan Coen, Joel Coen (No es país para viejos)

Mejor actor principal: Daniel Day-Lewis (Pozos de ambición)

Mejor actriz principal: Marion Cotillard (La vida en rosa)

Mejor actor de reparto: Javier Bardem (No es país para viejos)

Mejor actriz de reparto: Tilda Swinton (Michael Clayton)

Mejor película de habla no inglesa: Los falsificadores

Mejor guión original: Diablo Cody (Juno)

Mejor guión adaptado: Ethan Coen, Joel Coen (No es país para viejos)

Mejor fotografía: Roberts Elswit (Pozos de ambición)

Mejor banda sonora: Dario Marianelli (Expiación)

Mejor canción: Glen Hansard y Marketa Irglova por "Falling Slowly" (Once)

Mejor montaje: Christopher Rouse (El ultimátum de Bourne)

Mejor dirección artística: Dante Ferretti, Francesca Lo Schiavo (Sweeney Todd)

Mejor vestuario: Alexandra Byrne (Elizabeth: La edad de oro)

Mejor maquillaje: Didier Lavergne, Jan Archibald (La vida en rosa)

Mejor sonido: Scott Millan, David Parker, Kirk Francis (El ultimátum de Bourne)

Mejores efectos sonoros: Karen Baker Landers, Per Hallberg (El ultimátum de Bourne)

Mejores efectos visuales: Michael Fink, Bill Westenhofer, Ben Morris, Trevor Wood (La brújula dorada)

Mejor largometraje animación: Ratatouille

Mejor largometraje documental: Taxi to the Dark Side


Antes de despedirme, os dejo con los títulos de las que son, para mí, las grandes olvidades y despreciadas de la noche: Promesas del Este (merecía nominación a mejor película y director), Zodiac (tres cuartos de lo mismo), American Gangster (director y actor por lo menos) y 300 (en efectos especiales)


Ahora ya sí, os dejo con “Falling Slowly”.


jueves, febrero 14, 2008

The Temptations - "My Girl" (B.S.O. Mi Chica)

Aprovechando el día que es -San Valentín, Día de los Enamorados- retomo la sección de “Canciones de Cine” para traeros un tema más romanticón que de costumbre.

“My Girl” de los Temptations (excelente grupo) fue incluída en la banda sonora de la película “Mi Chica” de Howard Zieff (creo que en latinoamerica fue conocida con el título de “Mi primer beso”)

La canción es una de las más -por no decir la que más- emblemáticas de la banda de Detroit y hoy día también una de las más recordadas. Con ella obtuvieron su primer número uno en las listas de éxitos de los EE.UU., y en el 2004 la revista Rolling Stone la incluyó en la lista de las 500 canciones más grandes de todos los tiempos otorgándole el puesto 88, que no está nada mal.


En la letra de la canción, escrita en primera persona, el autor habla de su amada, con la que se siente enormemente feliz. No necesita ni dinero ni fama ni fortuna, pues tiene todas las riquezas que puede necesitar (I don't need no money, fortune, or fame / I've got all the riches baby one man can claim / I guess you'd say What can make me feel this way? / My girl ). Ella es la miel que las abejas envidian, ella es la luz del sol en un día nublado (Ohhh que bonito...)
Vamos, que ella lo es todo para él.

Artistas de la talla de Ottis Redding, Stevie Wonder, Marvin Gaye o los Mama's and The Papa's realizaron versiones de este magnífico tema.

La canción venía ni que pintada para la película de Zieff, a la que tituló de la misma forma, “My Girl”.
Ésta nos contaba la historia de la joven Vada (Anna Chlumsky), una joven rebelde de 11 años cuyo padre (Dan Aykroyd) dirige una funeraria. Su mejor amigo es Thomas (Macauly Culkin), el típico niño pardillo de buen corazón y mil y una alergias (su trágico final en la cinta me dejó huella)
Harry (el padre de Vada) contrata a Shelly (Jamie Lee Curtis), una nueva maquilladora para la funeraria y de la cual se queda prendado al instante. Después de la muerte de su esposa, es la primera mujer por la que Harry siente algo especial. Por ello, su hija hará todo lo posible para que acaben juntos. Por su parte, ésta está enamorada de su profesor de inglés, uno de esos amores platónicos -e imposibles- que se dan a tempranas edades.


La mezcla de comedia y drama caló en el público y la película fue una de las más taquilleras de aquel lejano 1991. La crítica también la valoró positivamente, consiguiendo Zieff el mayor éxito de una carrera dedicada básicamente a la comedia más bobalicona. Véanse sino “La recluta Benjamin”, un vehículo de lucimiento para Goldie Hawn o “Infielmente tuya” con Dudley Moore, un fallido intento de repetir el éxito de otras cintas del actor como “10, la mujer perfecta” o “Arthur, el soltero de oro”.


Como toda película de éxito en Hollywood, tuvo su secuela tres años más tarde en la que repetió el reparto principal y Zieff en la dirección. Pese a seguir con el drama sensiblero y la comedia, el resultado fue bastante flojo. No en vano, fue la última película del director.
Recuerdo que aquí la pareja de Vada era Austin O'Brien, joven actor que un año antes había aparecido junto a Arnold Schwarzenegger (aka Chuache) en la infravalorada “El último gran héroe”.

Mi chica” supuso el debut de Anna Chlumsky en el papel de Vada. La muchacha sorprendió por su frescura ante las cámaras, pero desgracidamente no tuvo mucha suerte en la industria y después de la citada secuela le siguieron olvidables películas como “El secreto de la montaña” junto a Christina Ricci.
Permaneció vinculada al mundo del cine pero ya no tuvo otro papel protagonista de igual calado. Recientemente ha participado en una comedia de terror llamada “Blood Car” (?¿?)

Macaulay Culkin ya tenía unas cuantas películas a sus espaldas como niño prodigio, como por ejemplo las comedias familiares “Solo en casa” o “Sólos con nuestro tío”. Despúes del éxito de “Mi chica” siguió con la secuela de la película de Chris Columbus y algunas cintas de mismo estilo (a excepción de “El buen hijo”, donde interpretaba a un perverso niño)
El resto de su historia ya os la conocereis de sobras.

Dan Aykroyd ya era un cómico de renombre gracias a las películas de John Landis (la gran “The Blues Brothers”, por ejemplo) y muy especialmente por “Cazafantasmas”. En la década de los noventa, exceptuando la película que nos ocupa, su carrera sufrió un notable bajón. Siguió trabajando sobretodo como secundario y de vez en cuando le llovía algún papel protagonista.

Jamie Lee Curtis tenía un currículum centrado en películas de terror, thrillers y algunas comedias como la genial “Un pez llamado Wanda”. Después del éxito de “Mi Chica” repitió con una comedia romantico-sensiblera titulada “Eternamente Joven” (¿a nadie más le gusta?) con Mel Gibson de partenaire y en la que aparecía también un jovencísimo Elijah Wood.
Dos años más tarde nos dejaría K.O. con ese pedazo de striptease que se marcaba en “Mentiras Arriesgadas”.


Añado que de los Temptations existe una película biográfica titulada “The Temptations” (cómo no) que data del 98 y en el que se cuenta la vida profesional y personal de este estupendo grupo de soul y rhytym&blues (uno de los mayores emblemas de Motown Records)

Además del “My Girl”, os recomendaría otros de sus temas como “Ain't To Proud To Beg”, “Just My Imagination”, “I Ain't Got Nothin'” o “Paradise”.

Y hasta aquí este nostálgico repaso. Espero que disfruteis de la canción (tengais pareja o no)



miércoles, febrero 13, 2008

"Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet" empanadas sabor venganza

Adaptando el popular musical de Broadway “Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street “, -que a su vez se basa en varios cuentos y leyendas del siglo XIX-, Burton recupera de nuevo toda la magia y habilidad visual y narrativa que ha caracterizado gran parte de su filmografía.

Admite el propio director que nos es muy dado a los musicales, pero que este tenía algo especial que le fascinaba. No en vano, se trata de algo muy diferente a lo que a uno le viene en mente cuando piensa en este particular género. Es una mezcla de romanticismo y tenebrosidad, con piezas musicales portentosas y ácidas, con un ritmo endiablado y carente de recargadas coreografías. Para que os hagais una idea, tenemos delante algo más similar a “El fantasma de la Opera” que no a “Cantando bajo la lluvia”, a parte de asemejarse a la obra de Andrew Lloyd Webber por su temática trágica y su toque oscuro (aunque eso sí, menos ampuloso y sofisticado)


La historia, en la línea de la más tradicional tragedia griega o shakesperiana, se centra en el personaje de Benjamin Barker (Johnny Depp) y en su personal y macabra venganza contra el indeseable juez Turpin (Alan Rickman).

Tras 15 años alejado de su tierra y su familia y encarcelado por un crimen que no cometió, Barker regresa a su Londres natal para acabar con la vida del hombre que le condenó y le arrebató a su esposa e hija (usease, Turpin).
Oculto tras una nueva identidad, la de Sweeney Todd, Barker vuelve a su antiguo oficio de barbero para llevar a cabo su plan. Para ello contará además con la ayuda de la devota Sra. Nellie Lovett (Helena Bonham Carter), la mujer que tiene un local de empanadas justo debajo de su barberia y que se convertirá en su fiel cómplice.


Desde los cuidados y sangrientos títulos de crédito hasta el dramático plano final, la película destila talento y creatividad por los cuatro costados. La puesta en escena es portentosa, con un trabajo de fotografía lugúbre muy adecuado y unas interpretaciones de altura.

Aquellos que no gusteis de los musicales absteneros de ver esta película, pues el 85% de la misma es precisamente eso, música. No obstante, aquí las canciones no sirven de mero espectáculo visual, sinó que son el hilo conductor de la trama, el pilar en el cual se sustenta toda la historia.
Todo se desarrolla a ritmo de canciones melódicas cargadas, algunas de ellas, de un ingenioso humor negro. A veces estos temas son más románticones y otras más siniestros, pero siempre de una exquísita sonoridad.

Además de hacer que la historia avance, las canciones sirven también para ahorrarse una gran cantidad de diálogos explicativos referentes, por ejemplo, al pasado de Todd como Benjamin Barker y su relación con su familia (hasta que Turpin interfiere en ella) o el cómo Turpin esclaviza a la hija de Barker. Todo ello apoyado además con unos agradecidos flashbacks que se intercalan dentro de las propias secuencias.

La ambientación, como ya es habitual en los films del director, es de primer nivel, desde los decorados hasta el vestuario, que enmarcan a la perfección toda la historia y que nos recuerdan un poco al aspecto tétrico e inquietante de las películas de terror de antaño (las de blanco y negro, concretamente) y cierta evocación al siniestro Londres de Jack El Destripador (¿¿para cuando una adaptación de este clásico personaje de la mano de Tim Burton??)


Como ya he insinuado al inicio de la crítica, los diálogos hablados ocupan una mínima parte del metraje, pero ayudan a espaciar los temas musicales (que tampoco son demasiado extensos) para que el espectador no se vea abrumado por ellos. Además y pese a sus poco más de dos horas de duración, la película se resuelve de forma ágil, de manera que no se nos hace pesada ni larga en ningún momento (insisto, siempre y cuando uno guste del género musical)


En cuanto a interpretaciones se refiere, no tengo más que halagos para todo el reparto. Empezando por Johnny Depp, que demuestra una vez más que es un excelente actor, camaleónico como ningún otro y capaz de adecuarse a los personajes y ahorrarse histrionismos cuando tiene tras la cámara a alguien que sabe dirigirlo como Dios manda (aprende Verbinski).
Depp encarna con garra y solidez al atormentado Sweeney Todd, personaje que le viene como anillo al dedo.
Todd es consumido poco a poco por su sed de venganza hasta alcanzar un grado de locura y perversidad alarmantes. Nada le importará más que matar al hombre que destruyó su vida, y si por el camino tiene que cepillarse a unos cuantos más, pues así lo hará. Entre sus manos y con su navaja, no habrá cuello que se le resista.
En el plano musical, decir que Depp también cumple y su voz y forma de cantar no desentonan para nada.

Siguiendo con el elenco tenemos a Helena Bonham Carter, que complementa a la perfección a Depp. Admito que nunca me ha gustado demasiado esta actriz, pero esta vez no me queda otra que reconocer su frescura ante la cámara y sobretodo su inusitada solvencia a la hora de cantar, teniendo en cuenta la dificultad que eso conlleva (más con tanto tono agudo por medio)
Su personaje mantiene una relación con Todd basada en el amor platónico. Mientras ella sueña en casarse y vivir felizmente a su lado, él dedica todos sus esfuerzos en materializar su venganza.
Claro que tampoco le viene mal ser su cómplice, pues de tanto cadáver que deja Todd, ella aprovecha y hace unas deliciosas empanadas de carne (humana) que le permiten remontar el negocio.

Hablando de cadáveres....Menudo festín de cuerpos desmembrados y litros de sangre nos regala Burton. Me llena de satisfacción poder disfrutar de una sangrienta película como ésta sin la ya desvergonzada censura, que lo adapta todo al “para todos los públicos” tan sólo para embolsarse más dinero y sin importarles mutilar la esencia de las historias que se nos cuentan.

La sangre es una elemento importante y el director se jacta de mostrárnosla en todo su macabro esplendor. Jamás hubiera pensado que pudiera chorrear tanto un cuello sesgado (obviamente, todo de forma exagerada y sumamente explícita)


El eficiente dúo Depp-Carter viene respaldado además por un buen par de secundarios como son Alan Rickman, de nuevo metido en la piel de un villano; y su infame secuaz Beadle Bamford, al que da vida Timothy Spall.

Mención especial a Sacha Baron Cohen, que tiene el personaje más estrambótico y divertido de la película -el barbero italino Pirelli-y que mantiene un gracioso duelo de navajas con nuestro protagonista. Su innegable viz cómica se aleja de lo chabacano de sus últimos trabajos para ser aquí mucho más sutil.


Sweeny Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet” supone una cita imprescindible para los amantes del musical. Un espectáculo vibrante y apasionado que nos cuenta una desgarradora y trágica historia de amor y venganza, de desconsuelo y locura. Una película tan sangrienta como melancólica. Si no os gusta el estilo único e inimitable de Burton, ni os acerqueis a verla. Si por el contrario os encadila, creo que quedarais satisfechos con su primer musical en carne y hueso.

A un servidor se le ponen los dientes largos sólo de pensar lo que puede hacer Burton con el cuento de Lewis Carroll “Alicia en el País de las Maravillas”. No nos llegará hasta el 2010, así que habrá que ser pacientes.

De momento, a disfrutar del barbero más sanguinario del Londres victoriano.


Lo mejor: Johnny Depp y Helena Bonham Carter; el humor negro; que no haya censura.

Lo peor: que sea un musical la hace menos apta para el gran público.


Valoración personal: Buena

martes, febrero 12, 2008

"Pozos de ambición" el oro negro (no) lo es todo

Con esta pomposa “traducción” de “There Wil Be Blood” -más apropiada para una telenovela de sobremesa que no otra cosa-, nos llega la última película de Paul Thomas Anderson, un director adorado por la crítica y que entre el público goza de admiración y rechazo a partes iguales.

Además de la película que me ocupa, mi único contacto con la filmografía de Anderson ha sido “Punk-Drunk Love”, un extraño (u original, según se mire) drama romántico con toques de comedia que a un servidor le pareció incoherente (por no decir absurda), aburrida y sumamente pretenciosa. Y son los dos últimos adjetivos los que precisamente considero que arrastra su nuevo film.

Anderson nos zambulle en el ambicioso y corrosivo mundo del petróleo, un negocio donde no hay sitio para la amistad ni la familia, y en donde lo único que importa es amasar fortuna al precio que sea.
En este contexto nos encontramos con Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis), un hombre que pasa de ser un simple minero a ser un gran magnate del petróleo en la america del siglo XIX. Con su particular visión dentro del negocio y sus más que discutibles métodos, conseguirá abrirse paso entre sus competidores comprando terrenos a base de embaucadores discursos.

A su llegada a Little Boston, un pueblucho de mala muerte del oeste, Plainview comienza a adueñarse de todo cuanto le rodea y sus pozos poco a poco empiezan a dar sus frutos. No importa que alguien tenga que morir ni importa a quien haya que amenazar o engañar. Él esta dispuesto a enriquecerse con el oro negro y procurará que nada se interponga en su camino, ni siquiera su propio hijo o un predicador cuenta-cuentos llamado Eli Sunday (Paul Dano).

A medida que sus bolsillos se llenan, su alma se va oscureciendo hasta alcanzar el mismo color negro del petróleo que él y sus hombres extraen del subsuelo. Su codicia y su riqueza augmentan, como augmenta su despotismo.


Pozos de ambición” nos relata la evolución del personaje de Plainview y también nos muestra un modo de vivir en una época donde el petróleo está en pleno apogeo. Podemos ver lo miserable que puede llegar a ser el ser humano cuando el dinero está por medio o lo repulsiva que puede ser una persona que come el coco a sus semejantes con discursos y deleznables shows religiosos.

Religión, corrupción y ambición confluyen dentro de una historia realmente cruda y por momentos, enérgica.
De todas formas, a un servidor no le ha parecido la obra maestra que se nos ha ido vendiendo. Claro que eso es una apreciación muy personal. Tan personal como puede ser considerarla que sí lo es.


El principal problemas es
, como ya suele ser habitual en muchísimos (demasiados) directores, es el excesivo metraje. Hay tramos de la cinta que rozan casi la excelencia y que poseen un brío y solemnidad increibles, ayudados sobretodo por el inconmesurable Daniel Day- Lewis. Pero hay otros momentos que son condenadamente plomizos e intrascendentes.

La ambientación nos traslada perfectamente a esa época, con unos áridos y polvorientos paisajes estupendamente fotografiados. Pero la música compuesta por Jonny Greenwood, componente de los “Radiohead”, a veces se me antoja inadecuada y estridente.
Los temas más clásicos de su partitura discurren bien con las imágenes, aunque en determinados momentos se agradece más el silencio que no una musiquilla de fondo. Pero luego están otros temas machacones que a mi personalmente no me cuadran para nada con lo que se está viendo y menos con el tipo de película que es (por mucho que sus sonidos quieran emular la maquinaria usada en la perforación de los pozos). No es que esto sea un gran problema y seguramente dependerá del gusto de cada uno, pero no está de más comentarlo.


Lo mejor, sin duda alguna, es la presencia de Daniel Day-Lewis, que está inmenso en su papel, como ya era de esperar en él. Es un actor que no se prodiga mucho, pero que cuando lo hace es para dejarnos clavados en la butaca. Consigue, como pocos, hacernos ver al personaje y no al actor que interpreta al personaje.

Mención especial también a un sorprendente Paul Dano (visto en Pequeña Miss Sunshine), que interpreta al detestable predicador del pueblo. A medida que vas descubriendo sus intenciones, vas viendo que entre él y Plainview no existen tantas diferencias como parecía haber (aunque sus motivaciones sean distintas)


Por lo demás, estamos ante una de esas películas que dificilmente encuentren término medio entre los gustos del público. A algunos les parecerá una maravilla del séptimo arte mientras que para otros será un tostón de cuidado (como “El Nuevo Mundo” de Terence Malick, por ejemplo). Vosotros direis a que bando perteneceis.

A mi sinceramente me ha dejado bastante frío, más después de tanto halago recibido. De vez en cuando desviaba mi atención para consultar la hora que marcaba mi reloj, y eso no es buena señal.

Aquí teneis una opinión a contracorriente de la del resto.
Ahora os toca juzgar a vosotros.


Lo mejor: Danie Day-Lewis y Paul Dano

Lo peor: resulta aburrida y pretenciosa


Valoración personal: Regular

domingo, febrero 10, 2008

“30 días de oscuridad”, la noche más larga

Tras sorprendernos a muchos con “Hard Candy”, su notable debut en la dirección, David Slade ha regresado a nuestras pantallas adaptando la novela gráfica “30 días de noche”.

Del terror psicológico de su ópera prima el director pasa al terror más visceral, con una historia de vampiros sedientos de sangre que atacan a los habitantes de Barrow, un pequeño pueblo de Alaska que a lo largo de 30 días permanece en la más absoluta oscuridad. Precisamente por esa condición de permanente nocturnidad se dan las condiciones idóneas para que los temibles vampiros asolen el pueblo en un periquete.

A esta dificil situación harán frente el poco más de un centenar de habitantes que quedan en el pueblo -el resto lo ha abandonado mientras duran esos 30 días-, que se encontrarán casi indefensos debido a la brutalidad y rapidez de los asaltantes.


Para empezar, debemos destacar que el tipo de vampiros que nos encontramos aquí difiere notablemente del vampiro clásico, aquél de elegante presencia y gustos refinados. Tampoco es el vampiro techno-maquinero con gafitas de sol y cazadora de cuero que tanto se ha prodigado en estos últimos años.

El vampiro de “30 días de noche” es un ser más primitivo, un salvaje y astuto depredador.
Tiene rasgos característicos del mito vampírico, como su tez pálida y su debilidad ante la luz, pero en vez de un buen par de afilados colmillos, éste posee toda una afilada dentadura -que recuerda a la del jinete sin cabeza de Sleepy Hollow- perfecta para despedazar a sus víctimas.


La primera parte del film supone el asedio al pueblo. Se nos muestra poco a poco el plan trazado para incomunicar a los habitantes y como éstos se inquietan cada vez más .
Se nos presenta a los personajes principales, entre los que destacan el sheriff Eben (Josh Hartnett) y su esposa Stella (Melissa George), que están a punto de finiquitar su matrimonio por temas personales. Y si hay algo que ya nos olemos a leguas antes que suceda es que ante una situación tan extrema como la que les ocupa, estos dos aparcarán sus diferencias y harán las paces como toda buena pareja en momentos difíciles.

Tras este preámbulo, lo que viene luego es la esperada masacre perpetrada por los vampiros, en la que la sangre corre a borbotones estucando el blanco manto de nieve que cubre el pueblo. Cuerpos atravesando ventanas, pueblerinos agotando la munición de sus rifles y vampiros despedazando cuellos es lo que el espectador puede contemplar y disfrutar durante estos sangrientos minutos.

A partir de ahí el resto de la película correspondrá a mostrarnos la cruda situación que padecen los pocos supervivientes que quedan después del ataque. Estos se esconderán de los atacantes e intentarán mantenerse con vida soportando las bajas temperaturas a las que están sometidos y abasteciéndose con las pocas provisiones que les quedan. Su misión: aguantar hasta que pasen los 30 días de noche sin que les descubran los hambrientos cazadores.


Francamente, la idea argumental es buena pero los resultados no son del todo satisfactorios. Se le podría haber sacado mucho jugo, pero un guión y un montaje un tanto torpes lo imposiblita.

Por un lado tenemos unas excesivas dos horas de película que se antojan largas y pesadas para el tipo de género que es y para lo simplona que resulta la trama. A la mitad hay un bajón considerable del que sólo se recupera llegados los minutos finales.

El transcurso de los días ocurre muy de sopetón. Del día uno se pasa al 7, de éste al ¿27?, todo con demasiada rapidez. Eso hace que la tensión de estos momentos se diluya. No existe sensación de agobio y claustrofobia, algo básico cuando tenemos a un grupo de personas asediadas en un espacio limitado (véase Abierto hasta el amanecer o La Cosa de John Carpenter)
A nivel espacial, desconocemos bastante la localización de los lugares y de los propios protagonistas. Aparecen en un sitio y luego en otro muy a trompicones, como si hubieran recortado metraje en postproducción.

Otro punto en contra es que el peso de la película recaiga casi exclusivamente en Josh Hartnnett. El actor se desenvuelve bastante bien en films de terror (y en la estupenda “El Caso Slevin”), pero su falta de carisma ( y a veces de expresividad) suponen un pequeño lastre difícil de superar. Tampoco ayuda que el resto del reparto tenga más bien poca relevancia, exceptuando a Melissa George, muy correcta en su papel, y a Mark Boone Junior, al que se le podría haber dado más cancha, pues es de los pocos supervivientes que resulta interesante (el resto poco nos importa si la diñan o no)


Opino también que a la masacre inicial se podría haber sacado mayor partido, sobretodo dándole más minutos y más primeros planos (aunque los planos generales y uno cenital estan muy bien rodados, que conste) teniendo en cuenta que en el pueblo hay 152 personas, que no son pocas, y los asaltantes tan sólo una minoria.

Luego el final me parece un tanto absurdo. La decisión que toma el protagonista no está del todo justificada, pudiendo hacer lo mismo que hace --SPOILER sin convertirse en uno de ellos. Claro que entonces el enfrentamiento final con el malo maloso no sería tan intenso (más bien hubiera sido una paliza del malo al bueno) FIN SPOILER--
Por no hablar de la escenita final frente a la puesta de sol, totalmente prescindible (salga o no en la novela)


En el lado positivo tenemos una ambientación muy lograda, jugando con el contraste de blancos, negros y el rojo de la sangre. El pueblo es un personaje más de la historia y las condiciones climatológicas intensifican la sensación de amenaza que atañe a los protagonistas.

Los vampiros son verdaderos monstruos que no tienen piedad alguna. Matan y despedazan a sus víctimas sin contemplaciones. Son una especie (con lengua propia y todo) que lleva siglos subsistiendo a escondidas del ser humano. Arrasan pueblos sin dejar pistas de su presencia para así permanecer ocultos y seguir siendo considerados meros personajes de mitos y leyendas.

Las secuencias de acción están bien realizadas y el gratificante gore se encuentra en la medida justa y bien dosificado a lo largo de la película.


Haciendo balance de lo bueno y lo malo, podemos concluir en que la película de Slade es un eficiente entretenimiento a ratos. Como película de vampiros es lo más digno que un servidor ha visto en años, pero podria haber dado mucho más de sí. Se queda en un quiero y no puedo.

De todas formas y pese a ser inferior a su primera película, David Slade me sigue pareciendo un nombre a tener en cuenta dentro del género. Esperemos que su próximo proyecto sea redondo.


Lo mejor: los vampiros; los primeros 40 minutos.

Lo peor: el bajón hacia la mitat; un protagonista sin carisma.


Valoración personal: Correcta

miércoles, febrero 06, 2008

“No es país para viejos” dinero y sangre

Hay decisiones que conllevan terribles consecuencias, y de eso va a empezar a saber mucho nuestro protagonista Llewelyn Moss (Josh Brolin), que tras agenciarse una gran cantidad de dinero que no le pertenece, será perseguido por un siniestro y letal asesino que no parará hasta dar con él y recuperar lo que es suyo.

Estando de caza, Moss topa con una finalizada reyerta entre narcos cuyo resultado ha sido un montón de cadáveres esparcidos por el desierto y un cargamento de droga y dinero -dos millones de dólares- sin dueño alguno...o eso cree él.

Moss coje el dinero y lo esconde en su casa. A partir de ahí dará comienzo la personal cacería de Anton Chigurh (Javier Bardem), un tipo misterioso que tiene el blanco fijado en Moss y en todo aquel que se cruce en su camino.

Por otro lado, el sheriff Bell (Tommy Lee Jones), a sabiendas de que un asesino busca a nuestro protagonista, tratará de dar con él antes de que sea demasiado tarde y antes de que el depósito de cadáveres no dé a basto con las víctimas del misterioso perseguidor/ejecutor.


Bajo el abrasador sol de Texas, las vidas de estos tres hombres se entrelazarán, pero no todos llegarán hasta el final. ¿Quién cruzará la meta en este arduo y polvoriento camino encharcado de sangre y lágrimas?, ¿Quién alcanzará su propósito y quién perecerá en el intento?


La mejor manera de conocer la respuesta a estas cuestiones es plantándose en una sala de cine a partir del 8 de Febrero, fecha en la que lo último de los Coen llegará a nuestras tierras. Y es que después de sus prescindibles anteriores trabajos, sus seguidores (entre los que me incluyo) están que se mueren para incarle el diente a una película que supone un regreso a los orígenes, a su particular y demoledor estilo de hacer cine (que ya se echaba en falta, leñe).

Los hermanitos han creado aquí una mezcla de thriller y western moderno con toques a lo Peckinpah (véase en particular Quiero la cabeza de Alfredo García). Una película con menos diálogo de lo habitual, aunque igualmente cargados del humor corrosivo que les caracteriza y buena parte del cuál proviene de los frases del viejo sheriff de la ciudad, un hombre que ha visto como cambian los tiempos, como la violencia es el pan de cada día en un mundo que se viene abajo por momentos y donde sólo sobreviven los más fuertes y mejor armados. Un sheriff cansado por el peso de los años y que poco tiene que hacer frente a la movida que se le echa encima.

Pero el que lo tiene más crudo es nuestro amigo Moss, un tipo que creía que el dinero era una bendición caída del cielo. Nada más lejos de la realidad...Cogerlo desencadenará una espiral de violencia a su alrededor y deberá esconderse, mirando a sus espaldas sin cesar y con un dedo siempre cercano al gatillo de su escopeta.

La muerte le acecha y le espera en cada esquina. La muerte tiene un nombre, Anton Chigurh. Aunque tampoco será el único que lo querrá ver pudriéndose en un ataud...


Con buen pulso narrativo y mostrando con vigor y realismo las escenas más duras (a veces de forma explícita y otras de modo más sutil), los Coen consiguen contarnos una historia cruda y desgarradora que te atrapa al instante, aunque muy a mí pesar, flojea a la hora de sellar el entramado. El tramo final queda, por un lado, apresurado al rematar parte de la historia; y por el otro, innecesariamente alargado en sus últimos minutos, por lo que no supone el broche de oro que cabría esperar (por mucho monólogo intimista y filosófico que nos quieran endosar)

La historia en sí resulta típica, pero con su estrambótico villano y esos diálogos marca de la casa la cosa se traduce en un film crepuscular que cautiva, pese a no dejar huella. Y es que por mucho que se diga, “No es país para viejos” no es una obra maestra (demasiado sobado hoy en día ese calificativo como para significar algo), pero es desde ya uno de los mejores títulos en la filmografía de los hermanos de Minnesotta.


En cuanto al reparto, debo decir que Javier Bardem, pese a no ser santo de mi devoción, lo clava. Uno no sabe que da más mal karma, si su hierático rostro cuando te clava su vacía mirada o cuando éste esboza una maquiavélica sonrisa. Eso, unido a una caracterización de lo más estrafalaria (y acertada), hace que tengamos a un villano de los que quedan para el recuerdo.

Ahora bien, bajo mi criterio tampoco es como para darle un Oscar, la verdad. Claro que no seré yo quien se moleste si finalmente se lo acaban dando a él.

Josh Brolin mantiene el buen nivel que nos ha ido mostrando en sus más recientes apariciones, como en por ejemplo “American Gangster” o la gamberra “Planet Terror”.

Tommy Lee Jones tiene el papel de sheriff texano dominado, pues ya lo ha interpretado en otras ocasiones. Holga decir que esta vez le da un matiz diferente, quizás una profundidad que no le han otorgado otros papeles de similar índole.

Woody Harreslon se deja ver muy brevemente, pero cumple. Sé que muchos le tienen una tírria considerable a este actor, pero admito que a mí me cae simpático. Lástima que aquí no se le de más cancha.

También Kelly Macdonald como esposa de Moss deja entrever que en pocos minutos esta actriz lo puede darlo todo. Es al final donde le conceden sus minutos de gloria.


Por lo demás, una buena película que de seguro gustará a los incondicionales de los Coen. Un humilde servidor opina que es su mejor trabajo desde la cautivadora “El hombre que nunca estuvo allí”.


Lo mejor: el realismo y la crudeza de las imágenes.

Lo peor: el tramo final


Valoración personal: Buena

lunes, febrero 04, 2008

“John Rambo” operación nostalgia

Son veinticinco años los que separan esta última entrega de la infravalorada primera parte -Acorralado- y casi veinte de la tercera de las aventuras del ex-boina verde John Rambo.

En el 2006 el tito Sly resurgió de las cenizas con uno de sus personajes más emblemáticos, Rocky, con la sexta y última entrega del pugil. “Rocky Balboa” cerraba de forma digna una saga que fue degenerando en sus secuelas.
Este año Stallone ha resucitado a otro mito ochentero en esta tardía cuarta parte. Si bien “John Rambo” no es tan necesaria como sí lo fue la sexta de Rocky, un servidor puede decir con satisfacción que ha disfrutado como un enano en el cine como no lo hacía en mucho tiempo. Y es que el cine de acción ya no es lo que era y tan sólo viejas glorias del pasado como John Mclane o John Rambo son capaces de encumbrar el género a los altos niveles que nos tenía acostumbrados allá por los 80 y también 90.


Un trailer brutal, cargado de violencia y sangre, y unos pósters promocionales realmente cuidados, hacían presagiar que Rambo regresaba a nuestras pantallas más cabreado y demoledor que nunca. Y así ha sido.
Stallone no se ha andado por las ramas y dejando de lado el tono político (y un tanto fascista) de su saga, ha seguido la línea de las secuelas, es decir, acción por la acción, guión cero y Rambo 100%.

Un grupo de misioneros secuestrados por el ejército Birmano en plena conflicto civil le sirven a Sly como excusa para desencadenar toda la acción.
Ahora John Rambo vive retirado en Tailandia, cazando serpientes y viajando con su lancha por el Río Salween. Es un hombre marcado por la guerra que deberá volver a hacer lo que mejor se le da, es decir, matar.
Por un lado se siente responsable de lo sucedido, pues es él quién que ha llevado a esos misioneros río arriba (aún insistiéndoles inutilmente del peligro), y ahora, tras ser capturados estos por los Birmanos, será él quien los traiga de vuelta.

Esta vez nuestro protagonista no está sólo, ya que en un principio es tan sólo el barquero que conduce a un grupo de mercenarios a llevar a cabo la misión de rescate. No obstante, él sabe que son demasiados enemigos para tan pocos aliados y que, como ya admite en la película, lleva la guerra en la sangre. Pobre del que se tropiece con él, porque esta vez no tendrá compasión alguna.


El guión de esta película cabría en una servilleta de papel, y es que Stallone no se ha preocupado demasiado en sutilezas y trasfondos socio-políticos. Lo único que tenía en mente era desarrollar una nueva historia en la que su personaje y por consiguiente, él mismo, pudiera lucirse en pantalla.

Si “Rambo: Acorralado III” tiene el honor de ser una de las películas más violentas de la historia, desde luego “John Rambo” tampoco se queda corta. Aquí el número de amputaciones y pedazos de carne que vuelan por los aires hace que uno pierda la cuenta de muertos por minuto que Rambo se cepilla. No se ha escatimado en balas y la violencia se muestra de forma explícita y sin concesiones.

Un tranquilo preámblo inicial nos conduce luego hacia la acción más salvaje y desenfrenada que hará las delicias de aquél espectador ávido de acción sin censura. Y es que tanta película “para todos los públicos” está matando al género y, sabiéndose eso, Stallone ha querido darnos caña con todo un icono de nuestra infancia (la mía, por lo menos)

En “John Rambo” no hay mucho donde analizar, más allá de tener a un Stallone en su salsa, aunque más callado de lo normal, y a un grupo de mercenarios que pululan por la película sin dejar demasiada huella (no hay que ensombrecer al prota). La chica aporta un poco de sentimiento entre tanta testosterona, aunque no deja de ser algo puramente anecdótico.

Por tanto, Stallone nos ha dado justamente lo que le pedíamos: un entretenimiento puro y duro con el que no comerse demasiado la cabeza. Realizada a la antigua usanza y con unos flashbacks por medio (en los que aparece el final eliminado de “Acorralado” en donde Rambo muere) para reiterar aún más el sentimiento nostálgico a un servidor le invade con suma alegría.

Si hay que achacarle algo, a parte de descuidar bastante el guión, es su corta duración. Apenas hora y veinte minutos que sabe a poco después de tanto tiempo esperando este regreso. Uno sale del cine sabiendo que ha invertido bien el dinero, pero se hubiera agradecido media hora más de diversión. Y es que con tanto tostón de dos o tres horas que uno a veces se traga, ésta acaba pecando de breve.
Tampoco hubiera estado mal un villano destacado para el film, con algún posterior cara a cara digno de ser recordado.
De todas formas, Sly lo compensa con un buen surtido de frases lapidarias marca de la casa que ya quedan para siempre archivadas en la memoria de un servidor.

“John Rambo” es, en definitiva, una película de acción para los fans de Rambo en particular, y para los de Sylvester Stallone en general (me incluyo en ambos). Apta para todos aquellos sin prejuicios y con ganas de pasar un buen rato. Y destinada, como siempre, a ser vapuleada sin compasión por la crítica especializada. Si no os importa lo que digan estos y quereis ver buen cine de acción, esta es vuestra película.


Y mi pregunta ahora es: ¿volverá también Marion Cobretti? :)


Lo mejor: Stallone/Rambo; la acción sin censura.

Lo peor: el guión (que tampoco lo necesita); que te deje con ganas de más.


Valoración personal: Buena