domingo, agosto 28, 2011

¡5º Aniversario!



Otras veces he llegado tarde, pero esta vez se trataba de una cifra significativa, así que he procurado ser puntual. Tal 28 de agosto como hoy, de hace cinco años, un servidor se aventuraba torpemente, como todo novato en su primera vez, en esto de la blogosfera. En ese momento ni se me pasó por la cabeza que a esto de escribir en un blog le acabaría dedicando tanto tiempo, esfuerzo e ilusión.

Han pasado cinco años desde el primer post, y aquí sigo. Reconozco que desde hace más de un año, la mayoría de mis esfuerzos se han concentrado en Amazing Movies, y que a éste lo he dejado un poco abandonado. Esto se ha notado sobre todo a la hora de publicar contenidos y, por ende, en la drástica reducción de comentarios en las entradas (la mayoría pertenecientes a críticas compartidas con AM). Ciertamente, esto ha hecho que en alguna ocasión me planteara colgar el cartel de “cerrado” y limitar así mis tareas blogueras. Sin embargo, hay críticas de películas que no tienen cabida en mi otro blog, y por eso creo que debo conservar “Diario de una mente perturbada” para poder darles salida más allá de publicarse en TBDC – Tu Blog De Cine.

Además, voy a intentar darle algo más de vida publicando cosillas que crea puedan ser del interés de todos aquellos lectores que aún seguís pasándoos fielmente por este humilde blog.

Así que espero poder seguir cumpliendo años en vuestra compañía. Muchas gracias a todos por estar/seguir ahí.


Saludos ;)

sábado, agosto 06, 2011

“Capitán América” (2011) - Joe Johnston

critica Capitán América 2011 Joe Johnston
Desde que Marvel Comics empezó a llevar las riendas de sus propias adaptaciones superheroicas, las alegrías para la editorial comiquera se han ido sucediendo una tras otra. En 2008, Iron Man supuso el inicio de una nueva y mejor etapa cinematográfica para los superhéroes de la casa, ofreciendo un entretenimiento (de calidad) que marcaría las pautas a seguir en el resto de adaptaciones y supondría también la primera pieza del entramado universo marvelita que se ha ido engrasando para hacer posible la llegada en cines de “Los Vengadores”, esa (super)película que reunirá a todos los superhéroes (entre otros personajes) que se han ido presentando en solitario y conectando película tras película. Con mayor o menor acierto, hemos visto ya prácticamente a la totalidad del supergrupo, y ya sólo nos quedaba por ver al Capitán América.

1941. En plena Segunda Guerra Mundial, el valiente Steve Rogers (Chris Evans), un joven de apenas 45 kilos de peso, intenta reiteradamente ingresar en las filas del ejército estadounidense para luchar junto a los suyos en la guerra contra las Potencias del Eje. Aunque su frágil y enclenque complexión invita a que rechacen constantemente su solicitud, Steve no se rinde, y por fin su insistencia obtiene recompensa cuando le eligen para ser el primero en formar parte de un programa experimental que lo convertirá en un súper soldado.

Con una mejorada apariencia física y convertido en el Capitán América, Steve unirá fuerzas con su amigo Bucky Barnes (Sebastian Stan) y la agente Peggy Carter (Hayley Atwell), bajo las órdenes del Coronel Chester Phillips (Tommy Lee Jones), para luchar contra la malvada organización HYDRA, la división científica de Adolf Hitler encabezada por el infame Cráneo Rojo (Hugo Weaving).

Como ya he comentado al inicio de la crítica, Marvel ha ido conectando sus personajes para allanar el terreno a Los Vengadores. Primero empezó con unos meros guiños y referencias circunstanciales, para pronto pasar a aumentar la presencia de la división S.H.I.E.L.D. (División Nacional de Intervención, Seguridad y Logística) y cobrar ésta un mayor protagonismo en las tramas. Esto ocurría en Iron Man 2, en la reciente Thor y, por supuesto, también en Capitán América. Sin embargo, el hecho de que la acción transcurra durante la II Guerra Mundial obliga a establecer esos lazos de unión al margen de la trama principal. ¿Y de qué modo se consigue eso? Pues mediante un prólogo y un epilogo que se ubican en la actualidad (amén de algún que otro personaje como Howard Stark –padre de Tony Stark/Iron Man- o el poderoso objeto –un cubo cósmico- que codicia Cráneo Rojo)


Pero el hecho de unificar a todos los personajes en un mismo universo se puede convertir en un arma de doble filo. Y es que eso es bueno y malo según cómo se mire. Bueno porque hace posible la existencia de los Vengadores, una de las traslaciones a la gran pantalla más ansiadas por los fans de los superhéroes y una película que puede convertirse en un gran pelotazo taquillero si se hacen bien las cosas. Malo porque esa dependencia les hace perder, en cierto modo, su individualismo, su propia esencia, su razón de ser por sí solos. Dado que esa dependencia ha ido en aumento, en algunas casos como la secuela de Iron Man ha conseguido hundir la propia película, que con tanto personaje y subtrama de por medio parecía más una precuela de los Vengadores que una secuela del hombre de hierro. No obstante, hay decir que esto no le ocurre de forma tan grave al Capitán América, donde la mayor parte del tiempo asistimos al nacimiento del superhéroe en respuesta a las preguntas básicas habituales (cómo, cuando, dónde y por qué) y a su lucha contra un enemigo único y exclusivo de la trama que aquí nos presentan.

Así pues, tenemos a un joven que de la noche a la mañana, y gracias a un suero especial y al bombardeo de unos “vita-rayos”, pasa a convertirse en un supersoldado dispuesto a luchar por su patria, aunque antes de empezar a partir cráneos nazis tenga que pasar por la humillación de convertirse en un reclamo publicitario (además de un símbolo patriotero) para recaudar fondos para los aliados. Sin embargo, una vez demostrada su valía en el campo de batalla (misión de rescate mediante), veremos al Capitán América en plena acción, con su traje de colores y su indestructible escudo haciendo frente a los esbirros del megalómano Johann Schmidt/Cráneo Rojo.

Los guionistas han sabido moverse dentro de los entandares de Marvel para crear una aventura con sabor a pulp que sabe combinar sabiamente las escenas de transición con las de acción. Además, conectamos inmediatamente con el personaje de Steve Rogers no porque sintamos lástima por él sino por las agallas de las que hace gala pese a su debilucho físico, por su buen corazón y sobre todo por esa estimable integridad y honestidad que le hacen digno de convertirse en el elegido para ser el Capitán América. La presentación del personaje desde que aparece por primera vez en pantalla hasta que se convierte en un soldado hipermusculado está narrada de forma muy amena, sabiendo introducir correctamente al resto de personajes (y son unos cuantos) que conforman la trama, y dándole a cada uno los minutos pertinentes para desarrollar una historia que, aún en su sencillez, se muestra de lo más sólida.



Pese a su irregularidad como cineasta y a la poca confianza que inspiraba en muchos tras el batacazo de “El hombre lobo”, Johnston ha sabido manejar con acierto el encargo que se le ha encomendado, trasladando al personaje de la viñeta a la pantalla sin caer en lo ridículo o en lo ostentoso (patriotismo, el justo y necesario). La película goza de cierto regustillo a aventura añeja gracias no sólo a la época en la que se desarrolla sino también al tradicional y muy comiquero tratamiento de los personajes, a la ejecución clásica y medida de Johnston en las escenas de acción (se nota que es un director de la vieja escuela que no ha sucumbido a las moderneces de hoy día) y al fantástico apartado artístico (caracterizaciones, diseños retro, etc.). Lo dicho, un pulp en toda regla, y con mucha honra.

Las escenas de acción son atractivas y, lo que es mejor, comprensibles para el ojo humano. Además, toda esa pirotecnia está bien distribuida a lo largo del metraje y consta de unos efectos especiales más que convincentes. Quizás en alguna ocasión chirríen un poco (algún que otro croma, por ejemplo, o cuando los soldados de HYDRA salen volando por los aires), pero en otras la calidad es prácticamente impecable (el Steve Rogers enclenque, sin ir más lejos)

Las notas de humor no caen en lo chorra o bobalicón como ocurría en el Thor de Kenneth Brangh (director, irónicamente, de mayor prestigio que el aquí presente) sino que son simpáticas e incluso divertidas (a destacar las frases que suelta el -serio pero bonachón-Coronel) y las secuencias más épicas logran ser emocionantes, ayudadas en parte por la adecuada -si bien funcional- partitura de Alan Silvestri, donde destaca un logrado leit-motiv fácilmente reconocible y tarareable que ya identifica al Capitán (vale que Silvestri no es Williams, pero hace bien su trabajo)

Chris Evans cumple sobradamente como héroe (tanto en lo físico como en lo interpretativo), y está muy bien acompañado por un muy correcto elenco de secundarios donde destacan Tommy Lee Jones y Stanley Tucci en el bando de los buenos, y Hugo Weaving (un crack haciendo de villano) en el de los malos.

Así que con “Capitán América” la diversión está garantizada. Un agradable y satisfactorio entretenimiento pulp y la segunda mejor película de superhéroes del año (ya sabéis cuál es la primera)

P.D.: Tras los créditos os espera el avance de “Los Vengadores”. Y sigo creyendo que esa es la manera idónea -utilizando las escenas post-créditos- de conectar todos los personajes para poder disfrutar de forma individual de sus películas. El desenlace de este “Capitán América” es demasiado dependiente de la película que veremos el año que viene. Y eso, desde la perspectiva del no fan o del espectador que va a ver simplemente una película más de aventuras, es un error.


Lo mejor: su espíritu pulp

Lo peor: su vinculación con Los Vengadores.


Valoración personal: Buena