miércoles, julio 28, 2010

“El Equipo A” (2010) – Joe Carnahan

critica El Equipo A 2010 Joe Carnahan
El Equipo A” es, sin lugar a dudas, una de las series más emblemáticas de los 80. En aquellos tiempos, las series de acción eran las que llenaban la parrilla diaria y las que más triunfaban entre los más jóvenes. Somos toda una generación que recuerda con cariño muchos de los shows de la época. Puede que no hubiese grandes guiones, e incluso se podría decir que se pecaba a menudo de cierta ingenuidad, pero eran una sana y gratificante distracción con la que disfrutábamos de lo lindo. Hubo grandes personajes que han pasado a la historia de la ficción televisiva, y eso es gracias a que dentro de su formato ofrecían exactamente lo que se les pedía, ni más ni menos.

Series como “MacGyver”, “Magnum”, “El coche fantástico” (y sus variantes: “El halcón callejero” y “Airwolf”) o la misma “El Equipo A” eran series que destacaron sobre todo por sus carismáticos personajes e intérpretes y por sus livianas pero muy entretenidas tramas. Unos 45 o 60 minutos de diversión diaria que nos dejaron nombres, frases, vehículos y sintonías para el recuerdo.

Quizás por eso, cada vez que oímos hablar de una adaptación a la gran pantalla de alguna de aquellas míticas series nos echamos a temblar. Dados los precedentes (las buenas adaptaciones se pueden contar con los dedos de una mano), a menudo tememos que otro ejecutivo de Hollywood nos fastidie el bonito recuerdo que conservamos de ellas.

De una película de “El Equipo A” se llevaba hablando desde los 90, cuando ya la serie había finalizado (duró cinco temporadas, del 83 al 87). Stephen J. Cannell, productor de la misma, no cesó nunca en su empeño de llevarla a los cines, y el proyecto fue pasando de mano en mano, de guionista en guionista, descartándose una idea tras otra y con rumores y desmentidos constantes. En 2008 parecía que la cosa estaba a punto de cuajar, con John Singleton (Shaft. The Return, A todo gas 2) como director y la mirada puesta en algunos actores para interpretar los papeles principales (se pensó en Ice Cube para el papel de B.A. Barracus) Pero Singleton se bajó del carro y la adaptación volvió a pararse.

En 2009 el proyecto cogería un nuevo y definitivo impulso…


John "Hannibal" Smith (Liam Neeson), Templeton "Face" Peck (Bradley Cooper), Bosco B.A. Barracus (Quinton Jackson) y HM "Howling Mad" Murdock (Sharlto Copley) forman la mejor unidad de élite de combate del Ejército de los EE.UU.

Durante su estancia en Irak, se les encomienda una misión secreta que sólo ellos son capaces de hacer y sólo su General conoce. El resultado es todo éxito, pero a su regreso a la base la cosa se complica y se dan cuenta que han caído en una trampa. Los cuatro hombres son acusados de un crimen que no han cometido y se les condena a diez años de prisión. No tardarán en fugarse de su encarcelamiento para llevar a cabo su venganza y limpiar sus nombres.


Esta puesta al día de la mítica serie es un “orígenes” en toda regla. Básicamente lo que se ha hecho es construir una historia en base a la conocida frase que aparecía en la intro. De esto modo, nos cuentan qué sucedió para que esos cuatro hombres acabaran convirtiéndose en prófugos y soldados de fortuna.

Los primeros minutos nos presentan uno a uno a los cuatro protagonistas principales, que son los que luego formarán el Equipo A (la A es de Alpha, nombre con el que se conoce a su unidad), y nos explica de forma breve cómo llegaron a conocerse. A partir de ahí, damos un salto en el tiempo de 8 años, con el equipo de misión en Irak. Ahí es donde les tienden la trampa que les lleva a prisión, hecho que desencadenará el resto de acontecimientos (la posterior huida y la venganza que llevarán a cabo)

Obviamente, para actualizar la historia de la serie había que ubicarla en un contexto más reciente, por lo que la guerra de Vietnam pasa a ser la guerra de Irak. Se trata de un cambio tan inevitable como legítimo. A fin de cuentas, lo verdaderamente importante es el “qué”, el “cómo” y el “por qué”, y no tanto el “dónde” o el “cuándo”.


Cada miembro del Equipo tiene una función específica. Hannibal es el cerebro, el experto en planificar las ingeniosas misiones, por muy arriesgadas que éstas sean. "Faceman" o "Face", apodado así por su condición de guaperas y ligón (aunque aquí es conocido por Fénix), es el que se encarga de conseguir todo lo necesario para llevar a cabo la misión con éxito. M.A. Barracus (las siglas "M. A." corresponden a "Mala actitud”, sustituyendo así al original "B.A.", "Bad Attitude"), es el conductor y músculo del equipo (si hay que repartir hostias, es el primero que se apunta). Y finalmente está Murdock, un enfermo mental capaz de pilotar cualquier vehículo aéreo.

Juntos buscarán justicia y venganza.

El guión no es ninguna maravilla, pero quizás no sea tan malo como muchos críticos pregonan. Es sencillo, fluido, disparatado y con alguna que otra sorpresa y/o golpe de efecto de agradecer. Tampoco se toma demasiado en serio a sí mismo y bebe de la fuente original lo justo y necesario. Si acaso, lo que más chirría son los momentos en los que deciden ponerse un tanto serios, pero por lo demás, funciona sin demasiados quebraderos de cabeza.

De todas maneras, aquí el peso de la película lo llevan tanto los protagonistas principales como las secuencias de acción, por lo que la trama no es más que un ligero sustento en el cual apoyar toda esa pirotecnia y esos chistes malos de los que hacen gala.

George Peppard, Dirk Benedict, Dwight Schultz y Mr. T son irremplazables. Es prácticamente imposible que una adaptación contemporánea pueda suplir, igualar y mucho menos superar lo que estos cuatro actores consiguieron a lo largo de casi cien episodios. De todas formas, el reparto es competente y todos los implicados hacen lo posible para honrar a los personajes originales.

De todos ellos, Liam Neeson es el mejor. El actor se mete en la piel de Hannibal sin problemas, llevando la voz cantante en el grupo, planificando los alocados planes (aunque no todos…), fumando sus habituales puros y soltando su ya mítica frase “Me encanta que los planes salgan bien”. Se echa de menos su afición a los disfraces (aquí solamente se “tiñe” el pelo; o lo que es lo mismo, aparecer tal cual es, sin caracterización), pero imagino que esa es una faceta que quizás prefirieron dejar para un posible secuela, ya que Hannibal utilizaba a menudo los disfraces para cerciorarse de que sus futuros clientes no fueran un trampa urdida por sus perseguidores.

Al guapito de Bradley Cooper el papel de Fénix le viene como anillo al dedo, y por tanto, se desenvuelve son soltura en el papel. Luce pectorales de vez en cuando, seduce a toda chica que se le pone por delante y consigue todo lo que se propone tanto para su propio beneficio como para el del grupo.

Quinton 'Rampage' Jackson y Sharlto Copley son los que lo tenían más difícil, ya que sus personajes son las más peculiares y también los más queridos.

El 90% de M.A. lo ponía Mr. T, y por eso cualquier sustituto tiene las de perder. Pese a ese obstáculo, Quinton se defiende bastante bien, más aún teniendo en cuenta su escasa trayectoria como actor. Se mantienen sus peleas con Murdock y su fobia a volar, dos cosas cuyo por qué quedará explicado en esta versión para la gran pantalla. Luce un look más moderno (mantener las cadenas hubiera quedado demasiado hortera) pero se mantiene el corte de pelo, una de sus señas de identidad que aquí también tendrá su explicación.

Y finalmente está Copley, que ofrece una actuación convincente aunque su Murdock no esté a la altura del original. Quizás le ha faltado una locura más agudizada, pero ahí entra en juego la labor de los guionistas y no tanto la del actor, que todo hay que decirlo, le pone empeño y consigue un Murdock aceptable. También he de admitir que éste era mi personaje favorito, y me cuesta ver a otro actor interpretarlo.

Esta Equipo A es un blockbuster de acción “de nueva generación”. Esto es, exageración por un tubo y pirotecnia a tutiplén. Es cierto que en la serie había fantasmadas, pero aquí están elevadas a la máxima potencia gracias sobre todo al ordenador, que hoy día permite hacer visualmente posible lo imposible (si bien aquí canta más de lo que debería)

El tono de la cinta es en todo momento exagerado y excesivo, y con algunas secuencias de acción demasiado pasadas de rosca (la del tanque empeora a medida que avanza, y acaba de la forma más inverosímil posible) Ahora bien, estamos ante un caso similar al de “Noche y día” de Cruise y Cameron. Si entras en el juego, puedes disfrutar del desfasado espectáculo. En caso contrario, es posible que te parezca una tomadura de pelo.

Se consiguen momentos divertidos gracias a la camadería de sus protagonistas y a lo descabellado de sus planes (la evasión del hospital psiquiátrico no tiene desperdicio), y el director rueda con eficacia y mucha espectacularidad todas las secuencias de acción, desde las más burras hasta las más comedidas (el robo en Irak y el secuestro del árabe son, para mí, las mejores; cañeras a la vez que creíbles)


Los villanos juegan bien su papel. El agente de la CIA Lynch (un correctito Patrick Wilson) es un claro guiño al Coronel Derrick Lynch, el militar que perseguía al Equipo A en la primera temporada de la serie. Sin embargo, aquí el verdadero papel de perseguidor lo desempeña una mujer, la Capitana Charisa Sosa, interpretada por Jessica Biel. La actriz no está para lucir palmito, ya que se pasa toda la película o bien en uniforme o bien en traje, pero tampoco para demostrar sus aptitudes interpretativas (que en mi opinión, es de las pocas jóvenes buenorras de Hollywood que sí las tiene), ya que son menos minutos de los deseados los que permanece en pantalla.

Ella es una pieza destacable en la trama, y el hecho de que sea mujer es para que, entre otras cosas, salten chispas entre ella y Fénix. La aportación de su personaje a la historia funciona, y se agradece la presencia de una fémina entre tanto macho (algo que nunca gustaría a Peppard)

Y Brian Bloom, que repite con Carnahan tras Ases Calientes, interpreta de forma convincente a Pike, el mayor incordio del Equipo A.

La mítica furgo GMC tiene su momento de gloria y poco más. Es una breve concesión que se le hace a los fans, ya que resulta un tanto anacrónico que con la sofisticada tecnología que manejan estos Rangers, se desplacen de un sitio a otro en una furgoneta de hace 30 años.

Los que salen mal parados son los cameos, no muy inspirados y metidos a la fuerza justo cuando menos lo esperas. Para eso, mejor que no hubieran aparecido.

El siempre competente Alan Silvestri (Depredador, Regreso al futuro) se encarga de la potente banda sonora (de carácter muy militar) y readapta para la ocasión la theme original de la serie, que se hace derogar mucho (no la escucharemos entera hasta el final)

Con todo, “El Equipo A” es un disparatado cóctel explosivo de acción y humor. Un espectáculo tan recargado y grandilocuente como entretenido, aunque le sobren algunos minutos. Cumple como entretenimiento palomitero y no deshonra la serie original, pero puede que no todos salgan igual de satisfechos (las expectativas y la nostalgia pueden influir sobremanera)

En cuanto a la taquilla, de momento ha salvado los platos por los pelos, por lo que la secuela no estaría asegurada. Una lástima, ya que sin ser un peliculón, te deja con ganas de ver de nuevo en acción a este habilidoso y alocado Equipo A, sobre todo después de ese desenlace que homenajea al opening ochentero.

P.D.: Quedaos hasta el final de los créditos u os perderéis lo que muchos estabais deseando ver.


Lo mejor: el reparto.

Lo peor: las fantasmadas digitales.



Valoración personal: Correcta

sábado, julio 24, 2010

"Pesadilla en Elm Street: El origen" (2010) - Samuel Bayer

critica Pesadilla en Elm Street El origen 2010 Samuel Bayer
Desde mediados de los setenta y a lo largo de los 80 (y parte de los 90), el subgénero slasher triunfaba en las carteleras. Las películas de terror en las que un psicópata asesino mataba -normalmente con arma blanca- a un puñado de adolescentes, resultaron ser un gran reclamo sobre todo para el público más joven, lo que convirtió a algunas de ellas en éxitos de taquilla.
Los estudios encontraron un nuevo filón y lo explotaron todo lo que pudieron, y más.

Bob Clark con su Black Christmas (1974) y Tobe Hooper con La matanza de Texas (1974) fueron los pioneros y sentaron las bases de una fórmula que aún hoy día sigue dando sus frutos. Luego llegarían La noche de Halloween (1978) y Viernes 13 (1980), que terminaron convirtiéndose en longevas franquicias, pese a que la calidad de las películas fuera menguando con cada secuela (lo mismo que le ocurriría a “cara de cuero”, aunque contase con menos continuaciones en su haber). Otros títulos a tener en cuenta fueron Prom Night (1980), El tren del terror (Terror Train, 1980), Siete mujeres atrapadas (The House on Sorority Row, 1983) o San Valentín sangriento (My Bloody Valentine, 1981)

Todas, sin excepción, han tenido su respectivo remake a lo largo de la pasada década y principios de ésta, quedando demostrada la alarmante falta de ideas que Hollywood lleva padeciendo desde hace ya demasiado tiempo. En un intento de reactivar sus sagas, los psicokillers más icónicos de la historia -Michael Myers, Jason Vorhees y Leatherface- volvieron de nuevo a la gran pantalla, pero en el mejor de los casos para los productores, la cosa acabó en dos películas (remake y secuela o precuela) Pero aún faltaba uno por resucitar: Freddy Krueger.

Con Pesadilla en Elm Street, un inspirado Wes Craven aportó su granito de arena a los slashers (y lo volvería hacer, vuelta de tuerca mediante, en los 90 con Scream, década de resurrección del subgénero con títulos como Sé lo que hicisteis el último verano o Leyenda urbana), creando el que probablemente sea el psicokiller más original de todos; un asesino capaz de matar a sus víctimas a través de sus sueños, o mejor dicho, sus pesadillas. Tal característica ofrecía muchas posibilidades, especialmente en lo que a la forma de matar se refiere, ya que en su mundo, el amigo Freddy podía hacer lo inimaginable para torturar y asesinar a los adolescentes de turno.

Al igual que sus coetáneos, y después de seis pobres secuelas (aunque podríamos salvar la tercera) y un crossover (la nefasta Freddy vs Jason), a Krueger le ha tocado pasar por “cirugía” para actualizarse a los nuevos tiempos, aunque la mayoría de veces eso sólo signifique una mejor puesta en escena.

La historia es la misma que en la original. Un grupo de jóvenes sueña con un individuo con el rostro quemado y cuchillas en los dedos que intenta asesinarles. Lo que en un principio parecen meras pesadillas, se vuelve algo real cuando uno de ellos muere después de haber sido asesinado en su sueño. Poco a poco, cada uno de ellos es acechado por el misterioso asesino. No tardarán en descubrir que algo en su pasado les une a él. Así que mientras intentan mantenerse despiertos para evitar ser víctimas de sus cuchillas, indagarán sobre ello para descubrir su verdadera identidad y saber cómo hacerle frente.

Pese a la coletilla “origins” que se ha sacado de la manga la distribuidora en España, esta “nueva” Pesadilla en Elm Street lo único que tiene de precuela es un pequeño segmento en el que nos descubren cómo acabó Freddy Krueger con el rostro quemado. Si la memoria no me falla (que bien podría ser…), es algo que en la ochentera no se vio, aunque probablemente sí en alguna de las secuelas.

Por lo demás, la historia es casi un calco del film de Craven, cambiando algunos nombres y personajes y alguna que otra muerte, pero repitiendo básicamente el mismo esquema.


Los guionistas no pierden el tiempo y desde el primer minuto empieza la sangre a ser la protagonista. De hecho, uno de los mayores problemas de esta nueva versión es que en apenas tres cuartos de horas se cepillan a la mayor parte de las víctimas adolescentes. No se paran a desarrollar ni la trama (eso lo dejan para luego) ni los personajes (eso ya ni se molestan en hacerlo).


Durante estos minutos, todo son sustitos mil veces vistos que ya no asustan a nadie, y asesinatos a cuál más resultón. Y aunque todo suene a apresurado y a déjà vu, hay que decir que es la parte más entretenida de la película, así que imaginaos el resto…

Tal como he comentado en párrafos anteriores, la forma de matar de Freddy da mucho juego, con lo cual, cada vez que sus víctimas sueñan, se despliega todo el potencial visual que sus responsables son capaces de ofrecernos. Así pues, tenemos escenarios de lo más tétricos, llamativas escenas oníricas, planos bastante sugerentes (algunos copiados de la Craven, por supuesto), efectismos visualmente atractivos y efectos especiales competentes, además de a Freddy Krueger, el alma de la función.

En lo queda de metraje, es cuando los pocos supervivientes que quedan empiezan a indagar sobre su pasado y el de su verdugo. Esta es la parte más pesada, y en la que un servidor no paraba de mirar el reloj (mala señal…). Los errores cometidos al inicio tienen aquí sus consecuencias.

Los supervivientes que quedan son, precisamente, los peores intérpretes del reparto (SPOILER--- ella, insulsa e incapaz de transmitir sus emociones; y él, con cara de alelado la mayor parte del tiempo; nada que ver una breve pero muy convincente Katie Cassidy, que debió ser la protagonista… otro error garrafal --FIN SPOILER) y encima lo que les pase a sus personajes nos importa un bledo. No conectamos con ellos porque no han sabido presentárnoslos debidamente ni desarrollarlos convenientemente, por lo que el único interés reside en ver de qué manera se los querrá cargar Freddy.


Para los que hemos visto la original, el misterio es nulo, así que quizás las nuevas generaciones sí le presten algo más de atención a la escasa trama, además de a los asesinatos. Pero la sensación de que la cinta va cuesta abajo creo que será más o menos igual para todos. Empieza con demasiadas prisas, sin centrarse en nada más que en los crímenes de Freddy y luciendo una notable puesta en escena, eso sí (ahí nada que reprochar) Luego el interés decae y Freddy no puede hacer mucho para levantarlo, aunque sus apariciones sigan siendo lo mejor.

Jackie Earle Haley tampoco puede hacernos olvidar al gran Robert Englund. Eso es algo prácticamente imposible. No obstante, y a su manera, es un buen Freddy.

Apenas queda nada del humor negro característico del personaje, pero eso es algo que se vio más en las secuelas que en la original, por lo que tampoco hay muchos motivos para quejarse. Su caracterización está conseguida y es en gran parte fiel al Krueger de toda la vida, aunque un servidor sigue prefiriendo el rostro de siempre (cuestión de gustos, supongo), ya que éste, aun siendo quizás algo más realista, le resta también bastante expresividad al actor. De hecho, Earle resulta mucho más inquietante, siniestro y amenazador sin maquillaje, es decir, antes de calzarse las famosas cuchillas.

Puede que hoy día la película de Craven no sea ninguna maravilla, e incluso algunas escenas den más risa que miedo, pero era original y resultona, y aún hoy día resulta bastante efectiva. Y de lo único que puede presumir este remake es de un notable diseño de producción y un actor (Earle) entregado a la causa. Por lo demás, es insulso y del todo innecesario.

Samuel Bayer, reputado director de videoclips (fue el que rodó el "Smells Like Teen Spirit" de Nirvana) debuta demostrando buena técnica, pero el desaborido guión le impide ofrecer algo más que un slasher del montón. Para aquellos que topen por primera vez con Freddy Krueger, puede no ser una mala opción para pasar el rato, pero los fans de la original harían bien en ahorrársela.

Krueger es un gran personaje y merecía algo mejor que este anodino remake; el peor, sin duda, de los tres que llevamos vistos de la filmografía de Craven (“Las colinas tienen ojos” fue brutal y superior a la original –cosa fácil, dicho sea de paso-, y “La última casa a la izquierda” fue bastante decente)



Lo mejor: el notable diseño de producción; Jackie Earle Haley como Freddy.

Lo peor: mal contada y con malos personajes; que la segunda mitad aburra.


Valoración personal: Regular

viernes, julio 23, 2010

“Toy Story 3” (2010) - Lee Unkrich

critica Toy Story 3 2010 Lee Unkrich
Parece mentira que ya hayan pasado 15 años desde que se estrenó Toy Story, la primera película de animación digital de la historia del cine y con la que la inmensa mayoría de nosotros descubrimos a los genios -no hay otra palabra para describirlos- de Pixar.

Desde entonces, muchos otros estudios se han sumado a la animación CGI, pero de momento ninguno ha alcanzado el grado de calidad -en cuanto a historia y personajes se refiere- que Pixar ofrece en cada uno de sus trabajos. Ellos fueron los pioneros y ellos han sido siempre los mejores.
Al enorme éxito de crítica y público de su primer largometraje, le siguieron otras tantas películas que han hecho las delicias de millones de espectadores de todas las edades. Incluso se atrevieron, años más tarde de su debut, a realizar una secuela de aquella cinta protagonizada por juguetes, y el resultado fue tan bueno o incluso mejor que con su predecesora. Y lo han vuelto a hacer con esta tercera. Pixar se ha vuelto a superar, pese a lo alto que estaba el listón.

La historia de esta ¿última? entrega arranca con un Andy de 17 años preparándose para ir a la universidad, hecho que provoca una enorme incertidumbre entre Woody y el resto de sus amigos acerca de su futuro. Y es que cuando un niño se hace mayor, deja de jugar con sus juguetes, y éstos sólo pueden acabar en dos sitios: en el trastero o en la basura. Ante los temores que acechan al grupo, aparece un rayo de esperanza, un destino que podría ser el ideal: la guardería, lugar en el que otros niños podrían seguir disfrutando con/de ellos.

Una vez consiguen llegar allí, los juguetes reciben una calurosa bienvenida por parte de los miembros más veteranos, liderados éstos por un oso de peluche llamado Lotso. Los recién llegados se sienten rápidamente a gusto con su nuevo hogar y entusiasmados por la posibilidad de jugar eternamente con generaciones y generaciones de niños, sin el temor de ser reemplazados o tirados a la basura. Woody, sin embargo, añora a Andy y decidirá regresar a su lado.


Quién iba a imaginar que pasados diez años desde Toy Story 2 tendríamos ante nosotros una tercera parte. Lo cierto es que Disney, poseedora de los derechos de explotación de los personajes, a punto estuvo de llevar a cabo Toy Story 3 bajo la producción de un nuevo estudio, Circle 7 Animation, prescindiendo así de los servicios de Pixar. Pero cuando la compañía del ratón compró a la del flexo, un nuevo acuerdo puso a Edwin Catmull y John Lasseter a cargo de todas las animaciones de Disney, por lo que Woody y cía. volvían a manos de sus creadores. Lasseter, Andrew Stanton, Pete Docter y Lee Unkrich empezaron la lluvia de ideas, y en un fin de semana ya tenían la historia de la nueva película.

De la escritura definitiva del guión se encargó luego Michael Arndt, guionista de “Pequeña Miss Sunshine”, y la dirección de la cinta pasó a manos de Lee Unkrich, que anteriormente había ejercido de co-director en Monstruos, S.A. y Buscando a Nemo, y que sustituía así a Lasseter, responsable de las anteriores entregas.

Como ya se apuntaba en la primera secuela, el argumento de ésta gira en torno al futuro de los juguetes de Andy después de que éste se haya hecho demasiado mayor para jugar con ellos. Su marcha a la universidad deja a Woody y a sus amigos sin dueño y sin hogar, por lo que no les queda otra que resignarse y aceptar su nuevo destino.


Tras una serie de altercados y confusiones, Woody y cía. acaban en la guardería Sunnyside, lugar en el que harán nuevos amigos pero también nuevos enemigos. Y es que no todo será tan bonito e idílico como al principio parecía.

De nuevo, nos reencontramos con los personajes principales de la saga, es decir, con Woody y Buzz Lightyear. En este tiempo transcurrido ha habido bajas, pero aún están con nosotros aquellos que han tenido una mayor relevancia en películas anteriores. Así pues, tenemos de vuelta a la vaquera Jessie; a Perdigón, el fiel caballo de Woody; a Rex, el dinosaurio; al perro Slinky; a Ham, el cerdito hucha; y al gruñon Mr. Potato y el resto de su familia, la Sra. Potato y sus hijos adoptivos, los tres extraterrestres del Pizza Planet.

Todos ellos se verán envueltos en la más peligrosa aventura de sus vidas.

El inicio de Toy Story 3 es el más espectacular de la saga. Si en la segunda parte el comienzo era parte de un videojuego de Buzz Lightyear al que jugaba Rex, aquí todo es fruto de la imaginación de Andy cuando juega con sus juguetes.

Luego de este trepidante arranque llegan unos breves y entrañables minutos en los que recordamos al pequeño Andy y contemplamos el paso del tiempo para él y sus juguetes.

Pero no será hasta la llegada a la guardería cuando se desencadene toda la acción que sustenta la trama de esta nueva entrega.


La mayor parte de la cinta es algo así como un homenaje al cine de evasiones, ya sean bélicas o carcelarias. Por motivos que no voy a revelar, los juguetes deberán escapar de la guardería, y eso será todo un reto que pondrá de nuevo a prueba la valentía y la unión de nuestros protagonistas (similar a los films previos, pero a mayor escala)

Con todo ello, vuelven los momentos divertidos, que nos sacan más de una sonrisa o incluso una cómplice carcajada gracias al humor elegante e inteligente del han hecho siempre gala. No tiene desperdicio el momento en el que Buzz acaba funcionando en su “modo español”. Por supuesto, se recurren a los típicos tópicos de nuestro país (o la idea que se ha exportado del mismo al extranjero) para distinguir el cambio, además del idioma. Y es que sin esos tópicos, seríamos todos iguales (por lo menos nos dejan como unos seductores)

También vuelven a reivindicarse y enaltecerse valores como la amistad y el compañerismo, que han estado muy presentes a lo largo de la saga y que aquí vuelven a ser el pilar fundamental de la historia.

Se les saca mucho partido tanto a los personajes de siempre como a los nuevos. Es más, Barbie, que no apareció hasta la segunda entrega (en la primera Mattel no permitió la presencia de la famosa muñeca), juega aquí un papel mayor, y sus encuentros con Ken propician algunos de los momentos más hilarantes de la película.


Regresan también los guiños cinéfilos y las autoreferencias. Tenemos a Woody emulando al Tom Cruise/Ethan Hunt en una de las más emblemáticas secuencias de la primera Misión Imposible. Hace acto de presencia el mismísimo Totoro de “Mi vecino Totoro” de Hayao Miyazaki (Lasseter y el artista japonés son amigos desde hace más de 20 años); y aparecen en la guardería, en forma de muñecos, algunos de los personajes de Buscando a Nemo y diversas alusiones a Cars. Y no nos olvidemos tampoco de Sid, el terrible vecino de Andy de la primera parte (el destroza muñecos que casi acaba con Buzz), y para el que también han pasado los años, aunque sigue llevando la misma camiseta negra con una calavera blanca estampada (la mejor forma de hacernos reconocible al personaje)

Pero además, con el paso de los años, Pixar ha ido adquiriendo una mayor madurez como creadores y contadores de historias, y esto se nota en esta tercera entrega, ya que tiene un componente emotivo superior al que tenían sus predecesoras.

Estos señores saben cómo tocarnos la fibra, y aquí reinciden, pero lo hacen con mucha soltura y sin abandonar el tono cómico y aventurero que caracteriza Toy Story.

Los últimos 15-20 minutos son apoteósicos, tanto por la tensión y la vibrante acción que se desencadena en el transcurso/desenlace de la huida de Sunnyside, como por ese inevitable nudo en la garganta (y ojos cristalinos, si se me permite la confesión) que se produce ante el cúmulo de emociones cargadas de melancolía y nostalgia que atesoran esos minutos finales.

La compañía no sólo ha mejorado la calidad visual de su animación (a diferencia de sus inicios, los personajes humanos y caninos gozan ya de un acabado excelente), sino que también lo ha hecho en cuanto a la creación de personajes e historias, sin perder la frescura y sorprendiendo una y otra vez con cada nuevo trabajo. Incluso el cortometraje previo al film es una pequeña muestra de la genialidad de estos artistas.

"Toy Story 3" es el broche de oro a una brillante saga que ha ido un paso más allá con cada secuela. Para muchos, y me incluyo, sería la mejor de las tres, y la que, en mi opinión, cerraría a la perfección la franquicia. No habría ninguna necesidad de ofrecer más continuaciones, pero viendo cómo han sabido superarse con cada entrega, ¿quién podría resistirse a otra gran aventura protagonizada por estos entrañables y queridos juguetes? Un servidor, desde luego, no podría, por ideal y redonda que sea esta conclusión.

P.D.: El 3D bien, gracias. No mata, pero que cada uno compre la entrada que guste.


Lo mejor: Todo.

Lo peor: Nada


Valoración personal: Excelente

miércoles, julio 14, 2010

“Noche y día” (2010) – James Mangold

crítica Noche y día 2010 James Mangold
Al finales del mes pasado se hablaba de la incierta continuidad de Tom Cruise al frente de la saga Misión Imposible debido, precisamente, al batacazo taquillero de la presente película, “Noche y día”, una comedia de acción con resultona pareja protagonista e importante campaña publicitaria que ha costado la nada despreciable cifra de 117 millones de dólares (demasiado para lo que es…), y que en casi tres semanas en cartelera aún no ha logrado cubrir su presupuesto.

La rentabilidad de Cruise se ponía en duda debido a que desde el 2006 ninguna de sus películas sobrepasaba de los 100 millones de recaudación. Y la última fue, precisamente, “Misión Imposible 3”

Sin embargo, hablar de la rentabilidad del actor en base a sus últimos trabajos probablemente no sea muy justo. “Leones por corderos” era un drama político y “Valkiria” un thriller de la II G.M., por lo que ninguna tenía visos de ser un taquillazo. Desde M.I.:3, “Knight & Day” (juego de palabras que en el título español se ha perdido por completo) es la única película comercial en su carrera que podía hacer un buen dinero y no lo ha hecho, pero quizás sea demasiado pronto para jubilar al Ethan Hunt de Cruise, y más viendo cómo aquí demuestra que aún puede desenvolverse sin problemas en papeles de acción. Puede que no tenga el tirón de antes, pero toda la saga de Misión Imposible ha cundido en taquilla, y no creo que a una cuarta parte le fuese mal. Ahora bien, está claro que en Hollywood tú última película tiene mucho peso cara a tus futuros proyectos, y si ésta no cumple las expectativas, seguramente eso te pase factura (ya se habla de Hunt/Cruise entrenando a jóvenes agentes como relevo generacional…)

Quizás el estudio debiera preguntarse si realmente “Noche y día” era un producto destinado a arrastrar en masa al público a las salas y si realmente era necesario gastarse más de 100 millones para conseguirlo.

La historia del film se centra en los personajes de June Havens y Roy Miller. Ella es una guapa solterona que va camino de vuelta a casa para asistir a la boda de su hermana. Él un apuesto desconocido con el que ella tropieza un par de veces en el aeropuerto.

Parece que la atracción es mutua, pero su encuentro no ha sido casual.


Roy es un astuto espía que utiliza a June para llevar a cabo una misión. Su papel debía ser fugaz, pero la cosa se complica y ahora ella debe permanecer a su lado si quiere seguir con vida.
A partir de este momento, Roy y June son perseguidos por tipos armados cuyo único fin es hacerse con una nueva tecnología de energía que él posee.

Sin quererlo ni beberlo, June se verá en vuelta en la aventura de su vida, una alocada persecución por todo el mundo al lado de un hombre del que no sabe nada ni del que sabe si puede confiar. A fin de cuentas, ¿Quién es realmente Roy?, ¿Quiénes y por qué le persiguen? Y lo más importante: ¿Él es de los buenos o de los malos?

Poco a poco, todas esas dudas se irán resolviendo. Pero entre tanto, la intriga y la acción están servidas.


2010 ha sido el año de las comedias de acción protagonizadas por parejitas (chico-chica), la mayoría explotando más la vertiente cómica que la pirotécnica. De entre todas ellas, y pese a que aún falte por estrenarse en nuestro país “Killers”, probablemente la película de Cruise y Cameron sea la mejor, lo cual quizás tampoco sea decir mucho.

En este caso, prima sobre todo la acción, que es continua y apenas deja respiro al espectador. Con un ritmo trepidante que, por fortuna, nunca decae, nuestra pareja protagonista va de un lugar a otro del mundo siendo perseguidos tanto por agentes del gobierno como por traficantes. Hay mucho tiroteo y mucha escenita para lucimiento de Cruise (varias acrobacias corren de su cuenta, amén de usar los habituales especialistas), pero todo amenizado con unas dosis de romanticismo nada empalagoso y un humor bastante complaciente. En ese sentido, se puede decir que la mezcla entre acción, comedia y romance es bastante equilibrada.


En parte, la película toma como referente el cine de espías de los 60, cogiendo un poco de la franquicia Bond en lo que a viajes por el mundo se refiere, y llevando sus características más básicas a un terreno mucho más ligero y desenfadado. De hecho, ese tono socarrón y exagerado es el que ayuda a sobrellevar una acción desmedida y a ratos surrealista, en la que se demuestra que sus responsables no se toman demasiado en serio ni la trama (la “pila”, un mero macguffin) ni los acontecimientos que se suceden, por lo que el espectador debe responder de la misma forma si quiere ser cómplice de esta alocada montaña rusa de chistes y balas.

Cruise y Cameron, que coinciden por segunda vez después de trabajar juntos hace ya 9 años en Vanilla Sky (el remake de la española “Abre los ojos”), demuestran tener muy buena química.

Ella, acostumbrada a los papeles de rubia ingenua (a veces directamente “rubia tonta”), se desenvuelve sin problemas en el papel de June Havens, una inocente solterona que deberá hacer frente a situaciones en las que jamás hubiese imaginado encontrarse (usar una ametralladora, defenderse de un asesino a sueldo, etc.) Pero June, que tiene una profesión más bien varonil y un carácter bastante impulsivo, aprenderá de la experiencia gracias a las lecciones del misterioso Roy.

Salvando algunos momentos un tanto estridentes, la presencia de Cameron es bastante más soportable de lo que apuntaba el tráiler. Funciona perfectamente como compañera buenorra y gritona, pero sin que a uno lo saque de sus casillas. Ella es el 50% de la película, y su compañero el otro 50, por lo que aquí, nada de chica florero.

Cruise, por su parte, despliega toda su vis cómica al tiempo que demuestra su buena forma física para las escenas de acción. El actor hace de Roy un personaje tan temible como divertido. Un superespía capaz de todo (y cuando digo todo, es TODO), e incluso de enamorarse. Algo así como un Ethan Hunt pasado de rosca, invencible y con mucha cara dura.


La pareja es el pilar de la cinta, por lo que aquellos a quienes se les atragante uno u otro (o ambos), mejor que se meta en otro a sala. De hecho, su protagonismo es tal, que el resto quedan en un muy segundo plano, incluyendo ahí a los propios villanos. Peter Sarsgaard cumple porque no puede hacer más, y Jordi Mollá (haciendo de traficante español, por supuesto) se deja ver unos pocos minutos; los suficientes como para dejar su sello personal pero sin tiempo para sus habituales histrionismos (repetir el papel de Bad Boys 2 hubiese altamente indigesto)

Por lo demás, acción bien rodada aunque nada del otro mundo y un tanto fantasmona (con su poquito de efectos digitales), momentos simpáticos por aquí y por allá y un reparto en su salsa. Y nuevamente, los americanos demostrando su buen conocimiento de la cultura española y sus tradiciones (véase “Missión Imposible 2”, también con Cruise), y plantándonos los San Fermines en Sevilla. Claro que sí.

Por lo menos la lamentable escenita del torero que se veía en el tráiler no está en el montaje final, así que cada cuál que se lo tome como quiera. Eso sí, los toros muy bravos y destrozándolo todo a su paso, ya sea una valla de madera o un deportivo (¿eran toros o triceratops?)

“Noche y día” es una comedia de acción de rápido consumo y fácil digestión. Se beneficia enormemente de su pareja protagonista, de su tono autoparódico y de James Mangold, su director, que hace todo lo posible para que una trama llena de persecuciones y tensión sexual no descarrile. Sería preferible, no obstante, que sus siguientes trabajos fueran menos alimenticios y siguieran la línea marcada por sus anterior films (El tren de las 3:10 o En la cuerda floja, por ejemplo)

Estreno: 16 de Julio.

Lo mejor: los toques de humor y Cruise.

Lo peor: la poca presencia de los villanos.


Valoración personal: Correcta

jueves, julio 08, 2010

"Under the Mountain" (2009) - Jonathan King

critica Under the Mountain 2009 Jonathan King
La moda de adaptar novelas juveniles de corte fantástico parece no tener fin, pese a que la mayoría de las películas que se estrenan acaban en decepción (taquillera, sobre todo). Son pocas las que se salvan de la quema, al menos en el sentido económico, pero no por ello los estudios dejan de intentarlo.

Pero la película de la que hoy os vengo hablar no proviene precisamente de Hollywood sino de Nueva Zelanda.

El neozelandés Jonathan King, director y guionista que debutó en su país natal con “Ovejas Asesinas”, una gore y gamberra serie B -bastante mala, dicho sea de paso- que aquí Manga Films estrenó en una doble sesión especial junto a la inglesa –y más decente- “Desmembrados (Severance)“ (maniobra comercial surgida a raíz del estreno del Grindhouse de Tarantino y Rodríguez y que, curiosamente, nosotros terminamos viendo por separado en España)

Al año siguiente, King co-escribió el guión de otro film de terror, “El tatuador (The Tattooist)”, junto a Matthew Grainger, guionista con el que se juntó en el 2009 para co-escribir –y luego, en solitario, dirigir y producir- esta “Under the Mountain”, adaptación de la novela homónima de Maurice Gee, uno de los novelistas más distinguidos de Nueva Zelanda.


La historia se centra en los gemelos Rachel y Theo Matheson, que tras la repentina muerte de su madre, viajan a Auckland (Nueva Zelanda) a vivir temporalmente con sus tíos y su primo Ricky.

El fuerte vínculo psíquico que siempre ha unido a los hermanos se quiebra debido a la trágica pérdida, y por más que Rachel intenta acercarse a su hermano, éste la rechaza.

Mientras se acomodan en casa de sus tíos, situada en el Lago Pupuke, los gemelos se sienten fascinados por el lago de origen volcánico y por el extraño olor que parece venir del mismo y de una vieja y escalofriante casa, propiedad de los Wilberforce, que hay en la otra orilla.

Sintiéndose observado por sus extraños vecinos, Theo decide salir una noche a investigar en el interior de la casa, seguido bien de cerca y sin saberlo, por su hermana Rachel. Una vez dentro, descubren que los Wilberforce son unos seres bastante extraños cuyo hogar es de lo más tétrico y repulsivo. Pero lo peor de todo es que éstos pueden olerlos, y que su intención no es otra que matarlos antes que los jóvenes encuentren a Mr. Jones (Sam Neill), el único capaz de revelarles la identidad de estos monstruos y de ayudarlos a hacerles frente.

Theo y Rachel deberán estar más unidos que nunca si quieren afrontar con éxito el destino que les aguarda.


La novela de Maurice Gee tuvo una primera adaptación en los 80 en forma de mini serie producida por la TVNZ (la Televisión de Nueva Zelanda) Contó con 8 episodios, y me consta que fue emitida en España, aunque un servidor no la recuerde en absoluto.

La historia en sí es muy autóctona, ya que transcurre en Aukland, siendo sus famosos volcanes -la ciudad está construida entre y sobre un total de 48, todos extinguidos aunque el campo en el que están situados solamente está dormido, según la Wikipedia- una parte muy importante de la trama.

Los principales protagonistas son los gemelos Matheson, cuyo destino es el de acabar con los Wilberforce, que no son otra cosa que unos extraterrestres a los que les gusta ir destruyendo mundos. Uno de esos mundos fue el de Mr. Jones, quién los siguió hasta la Tierra con la intención de derrotarles de una vez por todas. Pero para conseguirlo, ahora que los Wilberforce han despertado de su letargo, necesitará la ayuda de Theo y Rachel, ya que en su vínculo psíquico reside la clave para vencerlos.


Resulta evidente que Under the Mountian es una cinta muy modesta, y a veces tanto su reducido presupuesto como sus pocas pretensiones le pasan factura.

Para empezar, la trama es bastante simplona, desarrollándose en muy pocos escenarios, lo cual no tendría por qué ser malo si al menos se les sacara más provecho. En ese sentido, se puede decir que apenas hay momentos verdaderamente emocionantes.

La primera media hora se ve beneficiada por lo poco que sabemos del argumento y de sus personajes, pero una vez tenemos todos los cabos bien atados, poca queda para sorprender al espectador, salvo que se utilicen todo esos elementos para dar ofrecer un buen entretenimiento.

Desgraciadamente, y pese a contar con algún que otro aliciente bastante atractivo (los propios Wilberforce), la historia se desarrolla de forma un tanto insulsa, bien porque la novela no da para más o bien porque no han podido o no han sabido plasmar ésta con un mayor sentido del espectáculo.

No es que uno pida un gran despliegue de medios, grandes efectos especiales o mucha acción, pero sí un poco más de aquello que llamamos “aventura fantástica”, y que aquí se ve reducida al mínimo exponente.

Los Wilderforce son unos seres bastante repugnantes que gozan de un par de características a la que se le saca bastante partido. Una de ellas es la de adoptar cualquier forma humana, lo que les permite apoderarse de la identidad de otras personas para engañar a sus víctimas (algo al estilo T-1000). La otra es que son unos monstruos formados a base de tentáculos, con los cuales no sólo cambian su aspecto físico sino que también pueden matar y destrozar cosas.

Eso les convierte en un enemigo bastante letal, pero la parsimonia con la que actúan nos dice lo contrario. Lo cierto es que con un poco más de atino, podrían capturar y matar a los hermanos en un abrir y cerrar de ojos. Claro que entonces no habría película.


Pero el problema es que parece que no hay mucho que contar (el film entero podría resumirse en pocos párrafos), y de ahí que todo se sienta tan apresurado, abarcando una escasa hora y media de metraje en la que ocurren muy poquitas cosas, limitándonos a ver como los gemelos huyen de sus perseguidores sin apenas momentos de gran tensión y/o acción. Todo resulta demasiado insípido, y cuando llega la hora de hacer alarde de los efectos especiales, el escaso presupuesto juega en su contra. Tanto por el hecho de que no se pueden recrear escenas más cañeras como por lo precarias que resultan algunas de las pocas peleas que se producen entre buenos y malos.

Aún estando Weta Workshop detrás del apartado visual, con poco dinero no se pueden hacer milagros. El maquillaje es notable y algunos escenarios, como la casa de los Wilberforce o su coche fúnebre, están muy bien conseguidos, pero los efectos digitales dan una de cal y otra arena. Sin embargo, creo que en ese aspecto se puede ser bastante permisivo, y considerar que para el tipo de película que tenemos delante, cumplen más o menos su cometido.

Lo que ocurre es muchos de los enfrentamientos se reducen a tener a los Wilberforce aproximándose lentamente a los gemelos de forma amenazante, y en ocasiones, ver como éstos, para defenderse, les lanzan llamaradas con unas piedras mágicas que Mr. Jones les da al inicio de la cinta. Realmente no hay mucho más. Un par de carrerillas por aquí y por allá, un efímero viaje por las entrañas de la ciudad y algún que otro Wilberforce luciendo tentáculos para matar a su víctima (ah sí… y también un primo que sólo piensa en fornicar con la novia). De ahí que como película de aventuras resulte muy poco gratificante.

El reparto también es muy justito, destacando básicamente a Sam Neill, que haga lo que haga, siempre cumple, aunque sea para un producto tan alimenticio como este.

Los gemelos están interpretados por los debutantes Tom Cameron y Sophie McBride, y ni que decir que ella realiza una actuación bastante más convincente que la de su soso hermano cinematográfico (cuyo personaje, para más inri, se me antoja del todo antipático)

Pendiente aún de distribución, “Under The Mountain” es otra floja y más bien olvidable película de aventuras juvenil muy del montón. No supone una pérdida de tiempo pero tampoco aporta nada. Ni molesta ni entusiasma.

King pasa del terror y el gore a la fantasía (¿siguiendo los pasos de Peter Jackson?) con mejores resultados que en sus anteriores trabajos, pero aún le falta demostrar que es otro cineasta neozelandés al que seguirle la pista. Esperemos que como director, a la tercera vaya la vencida.



Lo mejor: los Wilberforce; no aburre.

Lo peor: apenas tiene trama; pocos momentos emocionantes.


Valoración personal: Regular