jueves, diciembre 24, 2009

Felices Fiestas a todos!!




Espero que paséis unas buenas fiestas en compañía de vuestros seres más queridos (y con la familia también, claro xD)

Y que no falte el buen cine en estos días, además del turrón y el alcohol (pero sin pasarse en lo segundo y lo tercero)


Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!


Saludos ;)

P.D.: La crítica de Avatar… en un día de estos… Seguro… Casi seguro… Espero!

sábado, diciembre 12, 2009

Trailer Cut - Volume 1

Trailer Cut - Volume 1
Probablemente algunos ya lo hayas visto en algún otro blog. Yo lo descubrí ayer y me pareció digno merecedor de un post, a modo de curiosidad.

Trailer Cut - Volume 1 es un tráiler que aglutina un buen puñado de escenas de muchísimas películas recientes (Terminator Salvation, 2012, Watchmen…) y otras aún por estrenar (Ninja Assassin, Sherlock Holmes…). El resultado es verdaderamente espectacular y explosivo, y es obra del usuario de Youtube vadoskincheg, que ha utilizado un total de 50 tráilers para confeccionar el suyo propio de tres minutos y medio.

No existe un hilo conductor entre escena y escena, es decir, que el autor no ha confeccionado el mismo con la intención de crear un fake tráiler de una película inexistente (sería imposible que existiera algo así con tanto mejunje de géneros), sino que ha utilizado todo tipo de secuencias para crear un tráiler impactante y épico, por sí solo.

El excelente resultado es obra de un buen montaje, acertando en la elección y distribución de las escenas, y acompañándolas con una música muy potente que le otorga precisamente ese citado tono épico. Las secuencias por sí solas (cargadas de efectos especiales, explosiones y demás) hacen el resto.

Esto demuestra, una vez más, que el montaje de los trailers es todo un arte. De hecho, hay tráiler mejores que las propias películas a las que pertenecen. El objetivo principal del mismo es atraer/seducir al público, y los estudios saben muy bien cómo jugar con ellos. Por eso, hoy día los hay de todo tipo, independientemente de la calidad de aquello que publicitan. Eso sí, los peores son aquellos que te acaban destripando toda la película, bien por lo largos que son, bien porque incluyen escenas claves o simplemente porque parecen un resumen de la misma.


En fin… os dejo con el tráiler en cuestión, del que quizás hecho de menos una última escena que cierre a lo grande esos tres minutos y pico de intensidad visual. Tratándose deun Volumen 1, estoy seguro que veremos más -y probablemente mejores- trabajos de que este usuario.




domingo, noviembre 29, 2009

Rediseñando "Avatar"

Fan Poster Avatar
Queda menos de un mes para que se estrene Avatar, una de las películas más esperadas del año, tanto por su revolucionaria técnica 3D como por suponer el regreso a la gran pantalla de James Cameron (Abyss, Terminator, Aliens, el regreso, Mentiras Arriesgadas) después de su última y oscarizada película, Titanic, hace ya más de dos lustros.

Del secretismo puro se ha pasado ahora a un bombardeo incesante de imágenes, trailers y clips que en mayor medida sirven para saciar las ansias de los más impacientes. Además de poner al corriente a los espectadores más ajenos a dicho acontecimiento (la gente de a pie no está tan informada como los que cada día estamos inmersos en la red)

En mi caso, y para evitar crearme más expectativas de la cuenta, me he limitado a ver tan sólo el teaser inicial y el primer tráiler (éste porque me lo pusieron previo a la proyección de 2012, que si no, también me lo hubiese saltado). Sabiendo que dirige Cameron, un director que jamás me ha decepcionado, tengo más que suficiente para decidir ir al cine a ver su último y ambicioso proyecto. En mayor o menor medida, se que ofrecerá un espectáculo de primer nivel (una mala película sería más bien imposible), y por ello quiero, como antaño, sorprenderme en la butaca de una sala de cine y no frente a la pantalla del ordenador. Quiero que la experiencia sea como antaño, cuando contábamos con una información mínima antes de un estreno. Cierto que hoy día esta tarea es algo difícil teniendo una herramienta tan potente como es Internet, pero con (mucha)fuerza de voluntad he evitado ver más de lo que necesito, y teniendo clara la sinopsis del film, me basto y me sobro.

Dicho esto, la intención del post no es otra que mostrar cierto descontento por los pósters oficiales de la película que están saltando a la red, y que sinceramente, no parecen estar a la altura de una producción de este calibre. Por ahora, los carteles aparecidos son las que figuran bajo estas líneas, y en mi opinión, podrían estar mucho más elaborados.


Los dos primeros tienen una composición bastante típica, usando la mitad del rostro de los actores. Pero además, en el segundo, Neytiri no ha salido muy favorecida, que digamos. El tercero muestra una mejoría, pero la inclusión de la cabeza de Sam Worthington (el prota principal) no podía ser más desacertada. No encaja bien con el resto de la composición, pareciendo más un pegote, junto a una Neytiri, esta vez sí, mucho más bonita y con una textura mucho más cercana a la ilustración. La verdad es que no les hubiera ido nada mal contratar los servicios de un maestro como Drew Struzan.

Ante semejantes sacrilegios gráficos, uno que tiene ciertos conocimientos de Photoshop, no ha podido resistir la tentación de rediseñar los pósters e intentar hacer algo más potable (lo que hace una aburrida y lluviosa tarde de domingo xD). Para ello, me he centrado básicamente en el tercer cartel, y con unos retoques aquí y allá, he realizado un par de pósters promocionales. En uno, he utilizado tan sólo el rostro al completo de Neytiri, mediante la simetría de una de sus lados y, obviamente, modificando un poco las pecas para que no pareciera un duplicado perfecto (las sombras… bueno, se han quedado tal cual por pereza). Y en el otro, usando el rostro del Worthington Na’vi del otro cartel, he partido de la misma técnica para tener a ambos protagonistas juntos.

Después de varios pasos más, que implicaban mucho retoque de fondo y de los rostros (además de otorgarle un tono azulado más vivo), he cambiado los textos para adaptarlos a un cartel para España. Encima del título, podemos encontrar el nombre del director, y encabezando el cartel, la frase promocional más idónea para traer al público de distinta índole: Del director de “Titanic” y “Terminator”, sus dos creaciones más conocidas.


No es que me hayan quedado unos carteles fabulosos, pero con el material del que disponía, tampoco podía hacer maravillas. No obstante, y no es por echarme flores (xD), creo que están algo mejor que los oficiales.


¿A vosotros qué os parecen? Me gustaría conocer vuestra opinión.


Saludos ;)

lunes, noviembre 09, 2009

"Bienvenidos a Zombieland" (2009) - Ruben Fleischer

Crítica Bienvenidos a Zombieland
Si se hiciera una encuesta sobre cual es o podría ser la mejor comedia zombie que se ha rodado nunca, seguramente “Shaun of The Dead” (me niego a citar su “traducción” española) estaría entre las más nombradas (junto a El Regreso de los Muertos Vivientes y Braindead). Y es que aunque en su momento no fuera un éxito taquillero arrollador (si bien sí cosechó muy buenas críticas y cubrió de sobras su presupuesto), su posterior redescubrimiento en DVD y en Internet provocó una avalancha de admiradores que, sin comerlo ni beberlo, la convirtieron en toda una pieza de culto dentro del subgénero zombie.

Gente como Stephen King, Guillermo del Toro, Quentin Tarantino o Sam Raimi no tenían sino halagos para ella, lo que otorgó un reconocimiento aún mayor a la cinta de Edgar Wright, quién unos años más tarde “repetiría” la fórmula parodiando/homenajeando el género policiaco y sus buddy movies con “Hot Fuzz” (para mí, un peldaño por encima de su propuesta zombie), de nuevo con la genial pareja cómica formada por Simon Pegg y Nick Frost .

Desde entonces, muchos han intentado seguir sus pasos, procurando salir indemnes de la difícil tarea de mezclar comedia y terror con zombies sin que la cosa chirriase demasiado. Ha habido de todo, desde engendros como “Zombie Strippers” hasta simpáticas gamberradas como “Plane Dead” o “Dead Snow”, pasando por la curiosa y original “Fido”. Sin embargo, ninguna ha llegado –en mi opinión- al nivel de divertimento ofrecido por Wright. Ninguna hasta ahora…


Zombieland, o Bienvenidos a Zombieland, tal como la conoceremos aquí en España, nos presenta un mundo plagado de zombis en el que un variopinto grupo de personajes tratará de sobrevivir al caos imperante. Ellos son Columbus (Jesse Eisenberg) un joven miedica a quien la situación le supera, de modo que para evitar ser comido por los muertos vivientes, establece un seguido de reglas inquebrantables con las que intentar mantenerse con vida el mayor tiempo posible. Luego está Tallahassse (Woody Harrelson) un vaquero caza zombies cuya mayor placer, además de matar no-muertos, es lograr comerse el último Twinkie en la tierra (que es un popular dulce americano; algo así como un sobao Martínez pero relleno de crema). A estos dos se unen Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin), dos hermanas que atraviesan el país en busca del último refugio libre de amenaza zombie.

Muy diferentes entre sí, pero unidos por una misma causa, la supervivencia, los cuatro se embarcarán en un peligroso viaje a través de un mundo infestado de zombies (Zombieland), algo que tiene por qué ser óbice para poder divertirse un rato.


Procedentes del mundo de la televisión, los guionistas Paul Wernick y Rhett Reese han elaborado una divertida comedia zombie con unos ingredientes muy básicos pero a la vez muy certeros. Dejando la silla de director a un debutante, Ruben Fleischer, quién demuestra un buen manejo de la cámara y un perfecto dominio del ritmo, sabiendo compensar los momentos más cómicos con la acción e incluso su poquito de drama, sin perder fuerza ni desorientar al espectador.

Ya desde los primeros minutos nos damos cuenta que asistimos a una película muy particular, diferente a otras de su condición y que aún siguiendo la estela de “Shaun of The Dead”, demuestra tener personalidad propia, lejos de querer imitar el humor tan inglés de aquella.

Sus aciertos son varios, y por ello conviene enumerarlos uno por uno.

Para empezar, la historia se relata a través de la experiencia de Columbus, con la consiguiente voz en off de acompañamiento, que en su discurso intenta ir más allá de lo que vemos/oímos y de lo que sienten los protagonistas, además de ponernos en situación y, mediante flashbacks, contarnos también un poco del pasado de los personajes. El acoplamiento es perfecto, de principio de fin, sacándole buen partido al recurso pero sin abusar de él.

Las agudas normas de supervivencia de Columbus es otro de los aciertos del guión. Con ellas empieza la película, y a medida que avanza la misma, se nos van recordando lo importantes que son éstas (cartelitos sobreimpresos y/o voz en off mediante), y lo difícil que puede llegar a ser cumplirlas según la situación que se presente.

Luego está la cámara lenta, cuyo uso es tan vistoso como tremendamente efectivo, demostrando ya desde los fantásticos créditos iniciales que es también un buen recurso siempre y cuando sepa emplearse en su justa medida, cosa que Fleischer sabe hacer.

Y por último, está el competente reparto.


Jesse Eisenberg representa sin problemas al típico pardillo antisocial que no se come una rosca, y cuya mayor oportunidad en la vida para pillar cacho se presenta en el peor panorama posible: el apocalipsis zombie. Eisenberg consigue no caer en la sosería de otros jóvenes actores en roles similares (esto lo digo por Michael Cera, al que personalmente no termino de verle la gracia)

Woody Harrelson se desenvuelve como pez en el agua en un personaje hecho a su medida. Tallahassse es un tipo duro debido a las circunstancias, pero a la vez es un guasón y un trozo de pan, y Harrelson lo clava a la perfección, sin resultar cargante ni demasiado histriónico. Debo admitir que es un actor que siempre me ha caído simpático, y que es más versátil de lo que aparenta, si bien entendería que a aquellos que no le soportan, el visionado de la película se les hiciese algo más indigesto. Es Harrelson en estado puro, para bien o para mal, según cada cual.

La jovencísima Abigail Breslin, que ya destacó hace unos años en Pequeña Miss Sunshine, es aquí el contrapunto perfecto para un tipo como Tallahassse. La pequeña es más lista y pícara de lo que se podría esperar para una niña de su edad, y Breslin demuestra mucha soltura en el papel, evitando convertirse en la típica niña repelente y odiosa de la película, como suele ocurrir en estos casos.

Y por su parte, Emma Stone es la chica guapa del grupo, pero para nada la joven damisela en apuros, ni mucho menos. De hecho, las dos hermanas se muestran mucho más astutas que sus compañeros de viaje masculinos, lo cual sirve para cargarse ciertos tópicos del género.

Todos ellos están al servicio de una especie de road-movie zombie que nos deja un claro mensaje sobre la confianza y el buen entendimiento, además de que nunca se debe perder la esperanza. Hay que afrontar las dificultades, saber salir al paso y aprender a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, aunque el mundo se convierta en un lugar donde el ser humano esté en peligro de extinción.

Por tanto, Bienvenidos a Zombieland termina siendo un ligera y muy amena comedia, en la que los personajes importan y los zombies pueden dar tanto miedo como en cualquier otra película del género (que no es que lo den, pero al menos no son cutres ni resultan patéticos, sino que se comportan como todo muerto viviente hambriento de carne humana)

Cuenta además con unos cuantos alicientes extras, como la inclusión de algún gag intermedio (el premio al mata-zombies de la semana); la impagable aparición (y desaparición) -otro que es amado y odiado- de Bill Murray haciendo de Bill Murray (nunca mejor dicho) y ese nostálgico homenaje a cierta película ochentera en concreto (no diré más para no chafar la sorpresa). Aunque en conjunto, diría que el homenaje lo es tanto a la película como al actor que la interpreta.


Lo mejor: las reglas de supervivencia; el momento remember.

Lo peor: Absolutamente nada.


Valoración personal: Buena

miércoles, octubre 21, 2009

"La huérfana" (2009) - Jaume Collet-Serra

Crítica La Huérfana
Que el llamémosle, subgénero de “niños diabólicos” (por no decir otra palabra), está más sobado que el pomo de una puerta, es algo que ya sabemos todos. Así que cuando uno aborda dicha temática, probablemente sólo tenga dos formas mediante las cuales intentar contentar al público: o bien aportando algo de originalidad a la trama, o bien tratando de usar con eficiencia los no pocos clichés que tiene a mano. Ninguna de las dos opciones te asegura el éxito, pero si hay algo de talento detrás (bien en el guión, bien en la dirección), puede que salga a un producto lo suficientemente decente como para dejar satisfecho al espectador medio (o a veces incluso, al más exigente)

Quién más quién menos tiene en mente películas de este tipo y para todos los gustos: “La semilla del diablo” (Rosemary's Baby) , “La profecía” (The Omen) “Los chicos del maíz”, “El Exorcista”, “El pueblo de los malditos” (Village of the Damned) o “Hellion, el ángel caído (Whisper)” entrarían en la categoría de niños diabólicos de origen sobrenatural, pero también las hay en que la maldad del susodicho/a es innata, como en el “El Otro”, “El buen hijo” o la más reciente “El hijo del mal (Joshua)”. Hasta un español, Narciso Ibáñez Serrador, allá por los setenta, se atrevió con su particular visión del tema en “¿Quién puede matar a un niño?”.

En los últimos tiempos parece que la moda ha vuelto. En el 2007 tuvimos las citadas Hellion y Joshua. La primera no he tenido el gusto de verla y la segunda no estaba mal como thriller psicológico (a destacar el papel de Rockwell), aunque no era muy remarcable. Este año la primera en estrenarse ha sido “Expediente 39” (tan entretenida como olvidable), que estuvo su tiempo durmiendo en un cajón y que ahora que se ha estrenado lo ha hecho estrellándose en taquilla (¿será por –la difícilmente soportable- Zellweger?); y el viernes pasado le tocó el turno a “La Huérfana”, que primero se ha paseado por el reciente Festival de Sitges cosechando muy buenas críticas y haciendo compañía a otra película de niños cabroncetes como es The Children (ésta no creo ni que llegue a estrenarse en nuestras carteleras, pero os la recomiendo encarecidamente)

Kate (Vera Farmiga) y John Coleman (Peter Sarsgaard) son una pareja con dos hijos decidida a adoptar a un tercero,tras perder, tiempo atrás, al bebé que estaban esperando. Así que llegado el día, se dirigen al orfanato local con la intención de hacer su elección. Una vez allí, se sienten cautivados por Esther (Isabelle Fuhrman), una niña de aspecto angelical, buenos modales e inusitada inteligencia dada su corta edad. Kate y John no se lo piensan dos veces y deciden adoptarla de inmediato. La llegada de la muchacha a la casa de los Coleman es recibida con cierto recelo por Daniel, el hijo mayor, pero con mucho entusiasmo por parte de Max, la pequeña de la casa.

Al principio todo parece marchar con normalidad, intentando todos adaptarse a la presencia de un nuevo miembro en la familia, pero pronto empezarán a suceder cosas extrañas que harán sospechar a Kate de que Esther no es un niña muy normal, que digamos.


Y parafraseando la famosa frase del programa de Ibáñez Serrador, “hasta aquí puedo contar”.

Leído esto, uno tiene claro que el argumento no es colmo de la originalidad. Pareja atormentada por un trágico suceso decide adoptar/tener un niño/a para solventar su crisis matrimonial/familiar. Como es habitual, el niño/a no será lo esperado, y se las harás pasar bien p**** a todos. Y si no fuera por lo bien que han hablado de ella, ni me hubiera molestado en verla. Pero la curiosidad llamó a mi puerta…


Jaume Collet-Serra, director catalán afincado en EE.UU., ha estado sobreviviendo en Hollywood con productos alimenticios como el remake de “La casa de cera” (más digerible de lo que yo esperaba) o la secuela de Goal (sólo apta para incondicionales de este deporte, o ni eso). Con “Orphan” llega, quizás, su producto más personal, un trabajo de dos años para intentar conseguir un nombre dentro de la competitiva industria yanqui. Y visto lo visto, parece tener ya un huequecito asegurado.

En la mayor parte de metraje de su última película, casi todo suena a ya visto. Desde la adopción hasta los primeros síntomas de “algo raro pasa con esta niña”, resulta ser de lo más tópico y predecible, así que en eso sentido no hay mucho que destacar, salvo el oficio tras la cámara de Collet-Serra, que sabe imprimir un buen suspense (aunque no puede evitar abusar demasiado de los estruendosos golpes de sonido), y la labor del reparto, que resulta creíble en todo momento.

Quizás uno de sus puntos fuertes radique en el tiempo que se toman director y guionistas para desarrollar la relación de pareja entre Kate y John, que está algo más trabajada de lo normal, lo que ayuda a simpatizar con ellos de inmediato; especialmente con Kate, que será la que más sufra la crueldad de la recién adoptada. Esther y el resto de churumbeles cumplen un rol más esquemático pero acorde con los acontecimientos. Ahora bien, el papel de la suegra es, directamente, de lo más prescindible de la historia, por lo poco que pinta en ella (no molesta, pero tampoco aporta nada)

Otro punto a favor es la mala uva de Esther y lo bien interpretada que está por la jovencita Isabelle Fuhrman. Puede que a estas alturas su maldad no nos sorprenda demasiado, pero la ferocidad que se gasta con algunos personajes no es poca, y gracias a esa R que la película lleva con orgullo, tampoco se escatima en sangre (sin exagerar, pero la hay, que es lo que importa). Aunque encuentro mucho más interesantes -y disfrutables- los momentos en que el mal rollo es más bien psicológico (la tensión de algunos momentos a solas, las miradas furtivas, la desconfianza permanente…)


Para compensar su escasa originalidad, los guionistas guardan un as en la manga. Obviamente, no voy desvelar cuál es, pero se trata ya del habitual giro final sorpresa que, por lo menos esta vez, no parece metido con calzador (y lo que es mejor, sorprende de veras, pues es algo difícil imaginárselo de antemano). Está bien hilvanado dentro de la trama, sin necesidad de trampas ni engaños, y le da un toque distintivo al producto. Quizás luego el desenlace va un poco por la vía fácil, pero era casi inevitable que así fuese.

Por tanto, La huérfana es una buena propuesta dentro de las propias limitaciones del subgénero. Quizás dos horas son demasiado para una historia así, pero no pesan en ningún momento. Hay un buen clímax y unas buenas interpretaciones al servicio de una historia que es tan predecible -salvo el golpe de efecto final- como entretenida.

Un tenso thriller “de terror” tan convencional como satisfactorio.


P.D.: Parece que a Vera Farmiga le gusta pasarlo mal con los peques. Primero fue Joshua y ahora Esther. Pocas ganas le deben quedar de ser madre xD



Lo mejor: el reparto, en conjunto.

Lo peor: que cada escena, cada secuencia y cada acción-reacción sean tan previsibles.


Valoración personal: Buena

domingo, octubre 11, 2009

"Número 9" (2009) – Shane Acker

Crítica Número 9
Con “9”, probablemente estemos ante una de las propuestas de animación más imaginativas y sugerentes del año, además de una de las más esperadas. Aunque eso no implica que sea la película de animación del año (ese puesto, para mí, ya se lo tiene ganado “Up”)

Su estreno en EE.UU. se produjo el 9 de septiembre (9/9/2009), pero no será hasta el 1 de Enero de 2010, casi 5 meses después, cuando por fin llegue a nuestras salas. Uno de esos injustos retrasos que, por desgracia, cada vez nos sorprenden menos.

La historia de “9” se sitúa en un mundo post-apocalíptico en el que la humanidad ha sido borrada de la faz de la Tierra. En su lugar, parecen haber sobrevivido, entre las ruinas, unos pequeños muñecos de trapo provistos de alma, y que constantemente huyen de una máquina gigante que les persigue con el fin de arrebatarles la vida. Estos muñecos suelen esconderse como pueden del enemigo, pero la llegada de 9, otro superviviente de trapo, cambiará las cosas. La valentía del recién llegado inducirá al resto a superar sus propios miedos y a hacer frente a la máquina de una vez por todas. Juntos intentarán vencer al malvado ser que les atormenta y les quiere robar el alma. En su camino, además, descubrirán el origen de estas máquinas y también el de ellos mismos.


“9” es algo así como la versión extendida del cortometraje de mismo título que creó Shane Acker en 2005 (pinchad aquí, por si no lo habéis visto aún), y con el que fue nominado –aunque no vencedor- a los Oscars de aquél año en la categoría de Mejor Corto Animado (compitiendo con Pixar, quienes tampoco se llevaron la estatuilla). El trabajo de este animador dejó impresionado al mismísimo Tim Burton, y de ahí que éste sea uno de los productores de este largometraje (el otro es el inefable Timur Beckmambetov…)

Que el nombre de Burton figure en los carteles es un arma de doble filo. Por un lado, para el público de a pie es de sobras conocido, por lo que la película ya está medio vendida; pero por el otro, puede llegar a eclipsar la figura de su director y creador, como ya ocurriera con “Pesadilla antes de Navidad” (méritos compartidos entre Burton y Henry Selick) De hecho, con el primer tráiler, muchos ya certificaban la presencia del toque Burton en ella, cuando resulta que la idea y toda la inventiva conceptual y visual del film se debe exclusivamente a Acker. Así que habrá que esperar si con el tiempo, y con futuros proyectos, Acker consigue hacerse un nombre propio en la competitiva industria de la animación (talento no parece faltarle)

El mayor atractivo de “9” reside, obviamente, en su peculiar “puesta en escena”, por así decirlo, bastante alejada de las propuestas habituales; y en sus protagonistas, nada menos que un puñado de muñecos de trapo con alma. Las aventuras de estos personajes se desarrollan, además, en un escenario poco corriente en el género de animación para toda la familia (exceptuando a Wall-E, claro); un mundo post-apocalíptico sombrío y devastado por una guerra entre hombres y máquinas (¿alguien ha dicho Terminator?). A ese tono oscuro y semi-adulto se le añade luego toda una maquinaria/tecnología de carácter bastante retro o “stitchpunk”, como alguno ya la ha definido (da la impresión que ese futuro es más bien un pasado alternativo, a juzgar por algunos vehículos que se observan durante el metraje), por lo que la propuesta no podría ser más atrayente para el espectador habido de ideas nuevas que refresquen el panorama cinematográfico actual.

Así que en ese sentido, la película de Acker es una delicia, y ya sólo por su estética merece un visionado. Ahora bien, una vez inmersos en la historia, ésta ya no goza de la misma genialidad que su atractivo envoltorio.


La acción está por encima de casi todo lo demás, y en su espectacularidad reside gran parte del sustento de la trama, que todo hay que decirlo, es algo monótona. La verdad es que se echa en falta algo más de profundidad en unos personajes que son puro estereotipo (aunque se agradece que el muñeco de trapo más habilidoso sea hembra y no macho).

La acción está bien llevada, con un ritmo intenso y unas secuencias bien orquestadas, pero algo faltas de épica (algo más cercano a lo que es un videojuego, pero sin partícipes en él). En parte, eso es debido a que nuestra implicación con los personajes es algo vaga, de modo que los momentos más emotivos también se resienten un poco. Por ejemplo, la parte final concentra un importante carga dramática que, digamos, funciona gracias a la fuerza de sus imágenes y no tanto el cariño que uno le haya podido coger a los personajes. Por tanto, se apela poco a nuestra empatía, dejando que la creatividad visual sea la que nos deje prendados (algo que, de seguro, conseguirá en más de un espectador)

Ese tono adulto que se intuía en el tráiler no lo es tanto, si bien tampoco se puede decir que sea una cinta infantil, pues algunas imágenes podrían ser algo aterradoras para los críos (básicamente cuanto hacen acto de presencia las temibles y espeluznantes máquinas)

A mi juicio, las carencias que muestra la película son quizás herencia de un cortometraje que, para funcionar, no necesitaba tanto fundamento. Pero para extender 11 minutos a casi ochenta (muy poquitos, por cierto), hacen falta muchos más ingredientes. Acker lo sabe y aprovecha la extensión de metraje para situarnos en un contexto mejor definido, presentarnos a todos los personajes y desarrollar una explicación del por qué de su existencia. Todo lo que no necesita el corto, resulta imprescindible para el largometraje, quedando el concepto original como una idea aislada que funciona perfectamente en su campo de limitada duración. Aún así, a Acker -que ha contado con la ayuda de otros dos guionistas- le falta trabajar mucho más los personajes y las emociones que necesita transmitir la historia. No es que se quede en un producto superficial, ni mucho menos, pero es un claro ejemplo de que el continente es muchísimo mejor que el contenido, o digamos que está más conseguido. Sin embargo, y en última instancia, como producto de entretenimiento que es, funciona sin problemas.


Creo que una mención aparte es la que merece la banda sonora de Deborah Lurie, que me parece estupenda. Enérgica percusión acompañada de poderosos coros, y que a veces pasa a ser algo más sosegada, pero manteniendo siempre un tono muy característico. Por tanto, siento que contiene esa épica que tanto se echa de menos en algunas imágenes, pero que a la vez tan bien las acompaña. Se nota también un poco la mano de Danny Elfman, que ha participado en la composición de algunos temas. Así que si sois entusiastas de las bandas sonoras, ésta no debería faltar en vuestra colección.


En resumidas cuentas, “Número 9” entretiene pero no deja huella más allá de lo puramente estético. Muchos se quedarán prendados por esa creatividad visual de Acker (digna de elogio, por supuesto), mientras que otros, como un servidor, no podremos desprendernos de esa sensación a ligera decepción. El diseño de producción es fantástico, con un aura oscura más que acertada y con una acción trepidante y muy efectiva, pero la historia no es tan atrapante, ni tan original ni tan entrañable (aunque el canto a la vida y a la amistad que transmite siempre es bienvenido)


Lo mejor: el diseño de producción, la ambientación, etc.; la secuencia final.


Lo peor: lo simple y plano de la historia; un desarrollo más cercano al videojuego; la escasa implicación con los personajes


Valoración personal: Correcta

domingo, septiembre 27, 2009

"Los sustitutos" (2009) - Jonathan Mostow


El mundo del cómic se ha convertido en un gran filón que explotar en Hollywood. Además de las incesantes películas de superhéroes que se dan cita en nuestras carteleras año tras año (y las que están por llegar…), no son pocos los cómics y/o novelas gráficas de variada temática que terminan siendo adaptados a la gran pantalla. Y aunque no siempre los resultados sean satisfactorios, lo cierto es que debido a la imperante falta de ideas que existe hoy día en la industria cinematográfica (americana, concretamente), no es un mal recurso buscar ideas en otros formatos, además de los ya conocidos (novelas o videojuegos, por ejemplo)

La variedad de géneros es amplia, y eso implica que la procedencia de la historia sea lo de menos. Lo que importa es que el paso de la viñeta al fotograma no se resienta demasiado, y que una trama que funciona en papel, pueda funcionar también como película para el disfrute de los espectadores ajenos o no al formato original (que sea necesario conocer el cómic para entender o disfrutar de la adaptación, es un erróneo punto de partida)

Como fan incondicional de la ciencia-ficción y de Bruce Willis (actor infravalorado donde los haya), no podía dejar de ver “Surrogates”, una película basada en una miniserie de cinco cómics escrita y dibujada por Robert Venditti y Brett Weldele respectivamente. No obstante, el tráiler no me entusiasmó demasiado y el trío responsable de la adaptación, el director y los guionistas de la inefable “Terminator 3: La rebelión de las máquinas”, no me producía confianza alguna. Para colmo, el cúmulo de malas críticas que ha estado recibiendo tras su reciente estreno, terminaban de confirmar mis malos augurios.

Sin embargo, este fin de semana tocaba sesión de cine sí o sí, y a falta de mejores alternativas, la cinta del tito Willis ha sido quién se ha llevado mi dinerito.


Surrogates, traducida aquí como “Los Sustitutos”, versa sobre un futuro en donde los humanos viven aislados en sus casas interactuando con el mundo real a través de unos robots conocidos como “sustitutos/surrogates”. Estas máquinas les permiten una vida acomodada y segura, libre de daños, enfermedades, etc., y mediante las cuales pueden darse a conocer al mundo exterior con la apariencia que deseen (la mayoría de veces idealizada a través de bellos físicos)

Pero no todos están a favor de vivir de dicha forma, y por ello existen zonas en las que la gente sigue viviendo como antaño, rechazando vivir y sentir a través de frías máquinas, y luchando por conseguir erradicar los surrogates de la sociedad.

Cuando un par de sustitutos son “acribillados” en la calle, muriendo también sus controladores, se disparan todas las alarmas, más cuando uno de ellos era el hijo del creador de dichos robots. La investigación del caso corre a cargo de dos agentes del FBI, Tom Greer (Willis) y Peters (Radha Mitchell). Ambos tratarán de encontrar al culpable de dicho asesinato, y sobre todo, de encontrar el arma que es capaz de matar a la gente a través de su sustituto.

Desgraciadamente, el asunto se complica cuando el sustituto de Tom queda fuera de combate, viéndose el agente obligado a salir de casa y seguir las pistas como un humano cualquiera y con la vulnerabilidad que eso conlleva.


Debo decir que no he leído los cómics de Venditti y Weldele, con lo cual no puedo juzgar la fidelidad con la que se ha tratado esta adaptación. Pero eso no me impide afirmar que la idea argumental de la que parte la historia es muy buena, dentro del ámbito de la ci-fi, pero dando la sensación que no se han sabido explotar todas sus posibilidades, no al menos en su versión cinematográfica.

El tema de vivir a través de máquinas que interactúan por nosotros, y que a excepción de alimentarnos, dormir u otras necesidades fisiológicas, ejercen como nuestro propio yo en el mundo exterior en todo lo que supone nuestra vida diaria, es realmente muy interesante y no tan lejano a una realidad que hoy día vivimos. Programas como “Second life”, en la que el usuario hace vida (ficticia) a través de un avatar creado a su gusto para que le represente; o el propio internet en sí mismo, mediante el cual nos movemos bajo una identidad que puede corresponder o no con nuestra verdadera personalidad, son claros ejemplos de que cada vez más nos relacionamos a través de la tecnología.

La película, y por consiguiente, imagino que también la novela, es una especie de crítica a ese modo de vida pero llevado a un extremo; presentándonos un mundo en el que, como personas, no somos más que controladores de un “yo” artificial y adulterado con el que creemos vivir a salvo y felices (los índices de violencia se reducen, así como el crimen o las enfermedades venéreas)

El personaje de Willis es el prisma más o menos neutral a través del cual percibimos esa sociedad mecanizada. Y son sus ansias por volver a sentir por sí mismo y no a través de un robot, lo que nos hace dudar si esa evolución tecnológica nos lleva por un buen camino o no.

Ahora bien, centrándonos ya en términos estrictamente cinematográficos, cabe decir que la película, además de no aprovechar del todo las posibilidades que ofrece un planteamiento de estas características, tampoco funciona como producto de entretenimiento que es o pretende ser.

Para empezar, la trama policial es muy previsible, sabiendo en todo momento quién es el bueno y quién es el malo, por lo que el supuesto suspense que debería ofrecer dicha investigación se va al garete. Además, todo está resuelto de forma muy precipitada, y los pocos golpes de efectos (referentes al personaje de “El profeta” o los planes del “villano”), no terminan de satisfacer al espectador. Así pues, la parte de thriller queda algo desangelada respecto a una intriga que podía haber dado más de sí, colocando y uniendo mejor las diferentes partes del entramado.

Como vehículo de puro entretenimiento, es aún más decepcionante si cabe, puesto que las escenas de acción no sólo son escasas, algo que podría perdonarse si el resto tuviera algo más de chicha, , sino que además son realmente insulsas, y hasta en algunos casos, incluso cutres (esos super saltos que se pegan los sustitutos son algo cantosos para un blockbuster de este tipo)

Del buen hacer de Mostow en cuanto a planificación y rodaje de secuencias de acción se refiere, visto ya en anteriores films (lo poco rescatable de su secuela de Terminator son, precisamente, las secuencias más trepidantes) aquí no hay ni rastro. Lo poco que ofrece el director es poco vistoso y redundante.

Con semejante percal, el siempre eficiente Bruce Willis no puede hacer otra cosa que cumplir con la papeleta y hacernos más digerible este batiburrillo de películas de ci-fi ya vistas (Yo, Robot, Terminator y otras tantas pasadas por el túrmix). Y es que su personaje, al que se le intenta sin éxito dar cierta carga dramática, es lo único realmente rescatable de esta frustrada producción (la decisión que toma al final me recordó irremediablemente a la que toma Serpiente Plissken en los últimos minutos de “2013: Rescate en L.A.”)

Del resto del reparto poco hay que decir, salvo que el gran James Cromwell está bastante desaprovechado y que a Ving Rhames le ha tocado desempañar un rol un tanto ridículo. En cuanto a los otros personajes, estos podrían haber sido interpretados por cualquier otro grupo de actores y actrices, sin que el resultado se hubiera visto afectado en lo más mínimo.

“Los sustitutos” es otra de esas películas con un buen planteamiento altamente desaprovechado, cuyos resultados dejan bastante que desear en cualquiera de los géneros que pretende abarcar. Para los más transigentes, quizás pueda ser un pasable entretenimiento para una tarde aburrida, gracias sobre todo a la presencia de Willis, pero para los que veíamos aquí una de ci-fi con potencial para permanecer en el recuerdo, no podemos sino sentirnos algo engañados y decepcionados (del –inexistente- traje a lo James Bond que luce Willis en el cartel, mejor no comento nada)


Jonathan Mostow empezó con buen pie en el mundillo con apreciables cintas como “Breakdown” y “U-571”, pero se unión por segunda vez con este par de guionistas (perpetradores, además, de engendros como Catwoman), ha vuelto a jugar en su contra, y esta vez ni la acción salva su pobre dirección.



Lo mejor: la planteamiento inicial; Bruce Willis

Lo peor: todo lo demás.


Valoración personal: Regular

miércoles, septiembre 16, 2009

"Malditos Bastardos" (2009) – Quentin Tarantino


Mucho tiempo ha tardado desde que la idea rondaba por su cabeza, pero por fin Tarantino puede decir que ha cumplido uno de sus mayores deseos profesionales: rodar su ansiada “Inglourious Basterds”, proyecto postergado en varias ocasiones a favor de otras películas, y que éste ha ido confeccionando a lo largo de estos últimos años.

El camino hasta aquí no ha sido fácil. Además de llevarle mucho tiempo escribir el guión, el director ha tenido que hacer algunos recortes, en vista de las críticas vertidas en el Festival de Cine de Cannes, que le acusaban de tener mucho diálogo y poca acción. Irónicamente, Tarantino se ha caracterizado más por lo primero que por lo segundo, así que habría que ver cómo eran esos diálogos para que el resultado final gustara tan poco a algunos críticos. Y es que si eran tan insulsos e interminables como los de su fallida “Death Proof”, que sólo con hora y media de duración ya se hacía algo difícil de digerir, no imagino el suplicio que sería tener que soportar los más de 150 minutos que estaban sus “bastardos” en escena. Aunque supongo que para los más curiosos, habrá ediciones especiales, director’s cut y demás extras para DVD con los que poder hacer comparaciones y sacar sus propias conclusiones.

La historia nos sitúa en plena Segunda Guerra Mundial, en la Francia ocupada por los nazis. Allí conoceremos y nos centraremos en un par de personajes en concreto. Uno de ellos es el de Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent), una joven que presenció la ejecución de su familia a manos del coronel nazi Hans Landa (Christoph Waltz), y que ahora vive en París bajo una nueva identidad (la de dueña y directora de un cine). El otro personaje, y no menos importante, es el teniente Aldo Raine (Brad Pitt), conocido por sus enemigos como “Aldo El Apache”, y responsable, junto a su grupo de soldados judíos (conocidos todos como “Basterds”), de masacrar sin piedad al enemigo nazi.

Cada uno por su cuenta, jugará un papel decisivo en la guerra contra el Führer. Shosanna planeará minuciosamente su venganza hacia el coronel Landa y sus compatriotas, mientras que Aldo Raine y sus sanguinarios bastardos, con la ayuda Bridget Von Hammersmark (Diane Kruger), una agente secreto alemana que trabaja para los aliados, intentarán llevar a cabo una arriesgada misión con la que acabar con los Altos Mandos del Tercer Reich. El destino de todos se decidirá en un cine de París…


“Malditos Bastardos” supone la primera incursión de Tarantino en el cine bélico, y como es habitual en él, sea el género que sea, lo hace a su manera (para bien o para mal)

Ante todo, avisar a los más despistados –aunque quizás no haga falta- que la historia que se nos relata aquí es totalmente ficticia. Puede que se tomen algunas referencias históricas reales, pero la trama, su desarrollo, y obviamente su final (sobre todo su final), es pura inventiva “made in Tarantino” para llevar el género bélico a su propio terreno sin olvidarse de las influencias que han ido caracterizando su cine (amado u odiado, pero de marcado sello personal). Por ello, la cinta es una mezcla entre el western de Leone (esos duelos verbales y esa deliciosa música de Morricone le “delatan”) y el bélico de la magnífica “Doce del patíbulo, a la que por supuesto, se rinde homenaje junto a “Aquel maldito tren blindado (Quel maledetto treno blindato), explotation bélica italiana de la que se toma prestado el título con el que se conoció en tierras americanas, Inglorious Basterds.


La película se divide en capítulos, lo que hace más fácil discernir entre las partes más y menos conseguidas de su obra. Y es que “Malditos Bastardos” no es una película brillante (no en mi opinión), pero contiene momentos que sí lo son. El capítulo que abre el film, sin ir más lejos, me parece soberbio y de lo mejorcito que ha rodado Tarantino en toda su carrera. La tensión se podría cortar con un cuchillo; el suspense rezuma en cada fotograma, consiguiendo que el espectador esté clavado en la butaca durante la extensa conversación que mantienen el coronel Hans Landa y un –acongojado- granjero francés.
Luego ya damos paso a la presentación de los Bastardos que, dicho de paso, no tienen ni el protagonismo ni el impacto que un servidor esperaba o deseaba. Es cierto que el grupito tiene potencial, pero creo que Tarantino no lo explota debidamente, o al menos no lo suficiente como para que su participación haga honor al título. Aldo Raine (Pitt) sería el que más destaca de todos, pero el resto, salvo unos pocos minutos de gloria, duran poco en escena o ven su participación menguada o, mejor dicho, eclipsada, por la potente labor de Christoph Waltz como el coronel Landa o la estupenda Mélanie Laurent como la sufrida Shossana. De hecho, la escena que ambos comparten en el café emerge también como una de las mejores de la cinta, junto a la de la taberna, en la que vemos por primera vez a Diane Kruger, quién demuestra también mayor solvencia que sus compañeros de reparto masculinos.

Quizás no sea adecuado decir que tenemos aquí al Tarantino menos Tarantino de todos, porque su firma es más que evidente, pero sí es cierto que hay muestras de una mayor madurez creativa (y de menor egolatría), sobre todo en lo que se refiere a diálogos y a planificación de escenas.


El director se ha ganado a muchos fans por sus largos y chisposos diálogos en varias de sus películas. Esos que se quedan grabados en la memoria pero que no suelen aportar mucho a la trama, o que a menudo, aparecen metidos con calzador por pura autocomplacencia del autor. Por suerte o por desgracia, según se mire, aquí los diálogos están en consonancia con la historia. Incluso las referencias cinéfilas, en este caso, centradas en el cine alemán, tienen su justificación dentro de la trama. Y es que parece que por fin Tarantino se deja de palabrería decorativa para ofrecernos diálogos con enjundia y determinantes no sólo para el desarrollo de las escenas sino vitales para comprender aún mejor la psique de sus personajes. Hasta su fetichismo por los pies femeninos aquí aparece sutilmente integrado en el argumento, dentro de una ingeniosa metáfora de cuento de hadas (cuando lo veáis, entenderéis a qué me refiero). Tarantino ya no se limita, como en Death Proof, a primeros planos de pies porque sí, ni a llenar las escenas con conversaciones banales que no van a ningún lado y que pueden hacerse altamente insoportables. Para mí, ese relleno es paja, pero puede que algunos de sus fans sí echen de menos esas peculiaridades.

Lo que no termina de controlar del todo es el ritmo narrativo, y aunque curiosamente en ningún momento llegué a aburrirme (aunque sí a impacientarme), no se puede obviar que algunas escenas se alargan innecesariamente, y eso es lo que termina abultando el metraje de forma excesiva. Además de que ciertas excentricidades del autor siguen patentes, y el hecho de no poder o no querer despegarse de ellas, hace que a mi juicio su trabajo no sea redondo del todo.

Por poner un ejemplo, hay explicaciones, como la de las cintas de nitrato, que es un añadido gratuito del director. Sobra porque ya queda entendido o intuido en los diálogos de los personajes, y por tanto, no necesita de ninguna aclaración extra. Pero a Tarantino le parece muy “cool” introducir esa nota instructiva.

Otro uso inadecuado, o en todo caso, prescindible, sería el de los flashbacks; y es que a veces es mejor dejar ciertas cosas a la imaginación del espectador y no darlas mascadas. En ese sentido, Tarantino introduce un sangriento flashback para explicarnos los antecedentes de uno de los “bastardos”. Y aunque sea divertido presenciarlo, no hubiese estado demás ahorrárselo para hacer más misterio al personaje, algo que sí consigue con Landa o con "Oso Judío", el bastardo encarnado por su amigo Eli Roth, a quién por cierto, es preferible verle delante de la cámara que detrás de ella.

Quizás parezca que crítico o me molestan precisamente algunas de las características que hacen a Tarantino un autor diferente a los demás, único e imitado. Puede que así sea. Admito que no es santo de mi devoción, pero tampoco soy uno de sus detractores, y hay cualidades que admiro en él y otras que directamente no soporto. Sospecho que, pese a resaltar ciertos defectos, he salido satisfecho de la proyección precisamente por encontrar un equilibrio entre sendas partes. Se sigue llevando por sus ganas de romper esquemas, por su gamberrismo, sus frikadas y sus excesos (elementos que gustan o no dependiendo de cómo y cuando los utilice), pero también, como ya he comentado antes, hay una madurez profesional que va más allá de contentarse a sí mismo y a sus fans más acérrimos (quienes, por otro lado, no tendrán problemas en hallar en este film otra de sus obras maestras)

La violencia, el tono irreverente y el humor (genial el momento “a la italiana”), siguen haciendo acto de presencia, y lo hacen de forma acertada. Pero como ya digo, de prescindir de ciertas excentricidades, el resultado hubiera sido mucho más compacto.


En cuanto al reparto, todos cumplen con su rol, pero es inevitable resaltar de nuevo al villano de la función, papel que le hubiera ido como anillo al dedo a Tim Roth, pero que Waltz hace suyo como el que más.

Pitt, por su parte, saca su vena más cómica y freak, y compone un Aldo Rayne simpático y campechano. Pero junto a Waltz, son a mi gusto las féminas las que se llevan la palma. Excelente Laurent y sorprendente Kruger.

El problema es que son tantos personajes y actores, que algunos saben a poco y otros directamente se quedan algo desaprovechados, como el alemán Christian Berkel (un tipo siempre competente) o incluso Mike Myers (aunque aquí lo agradezco, porque no es un cómico muy de mi gusto)

A destacar también a August Diehl (el “King Kong” de la taberna) y al catalán/alemán Daniel Brühl en uno de los papeles claves de la función. Martin Wuttke como Adolf Hitler está histriónico perdido, aunque imagino que es lo que se le pedía (yo me quedo con el soberbio Bruno Ganz de la imprescindible “El hundimiento”)

Por último, y lo que nunca falla en una película de Taratino, es la música. Si bien por problemas de agenda el gran Morricone no pudo componer el score de la película, el director no ha dudado ni un solo momento en rescatar varias de sus piezas musicales para componer la banda sonora, además de incluir un tema de otro de los grandes, Dimitri Tiomkin; el inolvidable “The Green Leaves of Summer” de El Álamo (uno de los clásicos de John Wayne) y que aquí acompaña los sencillos títulos de crédito. Lo que ya no me cuadra tanto es el tema de David Bowie, y es que por mucho que me guste el cantante y por muy Tarantino que seas, como que desentona un poco calzárselo a una película de la Segunda Guerra Mundial (lo dicho, las “excentricidades” del autor)

En definitiva, “Malditos Bastardos” es una notable cinta bélica que probablemente peque de excesivo metraje. Es la enésima gamberrada de este "enfant terrible" de Hollywood, pero esta vez mucho más intensa y calibradacon secuencias que son cine en estado puro. Así que de seguro gustará a sus fans.

Un servidor, amante confeso del género y muy especialmente de aquel que se desarrolla en la II G.M., temía que de nuevo el ego y la pretenciosidad dieran al traste con una buena idea, pero por suerte no ha sido así. Eso no quita que me sobren algunas de sus manías. Pero claro, de no tenerlas, ya no sería Tarantino, y de directores “para todos los públicos” ya andamos más que sobrados.

P.D.: Cada uno es libre de ver las películas como le dé la real gana, pero considero que aquí, que se habla inglés, francés y alemán, y se chapurrea algo de italiano, sería todo un sacrilegio verla doblada. Ya no por la diversidad en sí sino por la relevancia que tienen los cambios de idioma dentro de la trama. Pero insisto, allá cada cual con sus preferencias.



Lo mejor: El capítulo que abre la película; Christopher Waltz y Mélanie Laurent.

Lo peor: algunas escenas alargadas sin necesidad y, por consiguiente, el excesivo metraje.


Valoración personal: Buena

martes, septiembre 08, 2009

"Distrito 9", xenofobia alienígena


Tras su frustrado intento de llevar a la gran pantalla una adaptación del famoso videojuego “Halo”, Neill Blomkamp se embarcó en la realización de “District 9”, una película de ci-fi basada en un cortometraje suyo titulado Alive in Joburg. Para llevarlo a cabo contó con la producción de Peter Jackson, el mismo que iba a producirle el citado proyecto, y que de tan impresionado que quedó al ver sus trabajos y cortos anteriores (por uno de ellos, referente a precisamente a Halo, fue premiado en el Cannes Lions de 2008), no dudó en apoyarle en su primera incursión en el mundo del cine.

Blomkamp, por tanto, no es un nombre muy conocido entre el público, pero ha trabajo como animador 3D para series como Stargate SG-1 o Smallville, además de dirigir anuncios publicitarios para marcas como Adidas o Citroën (suyo es el conocido spot del “Citroën C4 transformable”) Así que quizás “District 9”, una cinta mucho menos ambiciosa y costosa, sea la carta de presentación ideal para darse a conocer. Por otro lado, podría significar también un punto de inflexión para que en Hollywood le confíen proyectos de mayor calado (en sentido taquillero, entiéndase)

La historia que nos presenta en District 9 es la de una raza extraterrestre que permanece “refugiada” en Johannesbrugo, a las afueras de la ciudad, después de que veinte años atrás su nave espacial se quedara varada en nuestro planeta. Su llegada fue tan inesperada para los humanos como para los propios extraterrestres, que llegaron después de, al parecer, extraviarse en su camino. Ante la imposibilidad de devolverlos a su lugar de procedencia, las “gambas”, como así los llaman los residentes, fueron alojadas en un campamento, nombrado como Distrito 9, sufriendo el rechazo y desprecio de la población humana, y formando así su propio gueto marginal. Pero tras una longeva y no siempre apacible convivencia, las quejas de los vecinos han surtido efecto y los extraterrestres serán ahora trasladados a una zona más apartada. Es en este punto cuando surgirán problemas aún mayores, especialmente para Wikus Van De Merwe (Sharlto Copley), uno de los encargados de llevar a cabo dicho traslado.

La película empieza con una serie de entrevistas a modo de reportaje, algo que ya se dejó ver en algunos avances publicitarios, y que nos sumerge de un modo certero y muy realista en esta zona habitada por terrícolas y alienígenas. A través de una socióloga y demás testimonios, nos ponemos al día de quienes son los visitantes, cómo llegaron aquí o cómo se relacionan entre sí y con sus nuevos vecinos. Somos testigos también del recelo que provocó su llegada en los habitantes de la ciudad, y de la cada vez más insostenible situación que los tiene arrinconados en una especie de campo de concentración dejado de la mano de Dios.

Así que además de otorgarle un añadido realismo a la historia, Blomkamp utiliza esas entrevistas para poner en situación al espectador de una forma rápida y amena, además de presentarnos a Wikus Van De Merwe, un trabajador de una agencia especial dedicada a la atención de los extraterrestres, que será nuestra principal protagonista.


Este primer tramo es un pequeño preámbulo de lo que se nos mostrará luego, cámara en mano y manteniendo el tono documental, a través de Wikus, cuyas prioridades darán un trágico y rotundo vuelco tras un suceso inesperado que, por supuesto, no os voy a desvelar.

Precisamente, ésta es la parte más arriesgada e interesante de la película, huyendo lo máximo posible de los tópicos e incluso presentándonos a un personaje por el que no sentiremos otra cosa que antipatía. Todo ello formando un poderoso alegato contra el racismo, que queda patente en el deplorable estado en el que viven los extraterrestres y el trato abusivo y denigrante que reciben estos por parte de los humanos. De hecho, no es casualidad que la historia se desarrolle en Sudáfrica, que aparte de ser el país natal del director, fue también el paradigma de la discriminación y segregación racial y social que tuvo lugar durante el conocido apartheid. Los paralelismos no son mera coincidencia, y fue en Johannesburgo donde miles de negros fueron obligados a alojarse en áreas urbanas designadas por los blancos bajo sus propias leyes discriminatorias.

El tramo final es bien distinto. Aún intercalando de vez en cuando algunas entrevistas, la película abandona incluso el (inesperado) humor que se permitía al principio, para volverse mucho más pirotécnica a la vez que convencional. Explosiones y tiroteos a diestro y siniestro, a los que dan mucho juego las potentes armas alienígenas y algún que otro artefacto que parece sacado del manga/anime japonés (un mecha, para los entendidos). Eso sí, la acción está bien rodada y no marea demasiado pese al ya abusivo y reiterativo uso de la cámara al hombro al que muchos directores parecen prestarse últimamente. Se agradece además una calificación “R” que nos permite ver algún que otro desmembramiento y a mucho soldadito reventar en pedazos. Por tanto, ese segmento del film nos demuestra la capacidad de Blomkamp para poder ponerse al mando de cualquier blockbuster cañero que se presente en un futuro.

Pero no todo son virtudes, y aunque en los últimos minutos se intente dar un giro –demasiado forzado- a las acciones de Wickus, este sigue siendo un cretino y un personaje con el que el espectador no logra sentirse identificado. Y aunque quizás debiéramos buscar esa empatía en los extraterrestres (por aquello de ser los marginados), la aparición de estos es a veces demasiado trivial, y la “gamba” que acompaña a Wickus se queda en estatus de secundario poco favorecedor. A título personal, hubiera dado un mayor protagonismo a los alienígenas, o en todo caso, hacer que el personaje humano fuera un poco menos detestable, ya que convertirlo en el clásico antihéroe es algo que no termina de cuajar del todo (tampoco es que sea necesario un buen samaritano ni mucho menos el típico niño que entable amistad con el E.T. de turno)

Esto no afecta a mi opinión sobre Sharlto Copley, quien realiza una interpretación más que convincente, acompañado por unos alienígenas digitales -y demás efectos- bastante conseguidos pese a su reducido presupuesto (30 millones… increíble-ble)

Así pues, la denuncia implícita en la historia tanto de racismo y de demagogia como de mezquinos intereses político-militares (las pruebas con los aliens y sus armas son una evidencia clara del potencial armamentístico que puede suponer para los gobiernos o el mercado negro) está conseguida pero se queda muy en la superficie. El peso dramático es notable pero no excelente, y termina diluyéndose entre tanta acción encasquetada hacia el desenlace.

Por tanto, “District 9” es una curiosa y original propuesta de ciencia-ficción que recuerda un poco a “Alien Nación”, en términos de convivencia alienígena, y a “V, los visitantes”, por aquello de denunciar un hecho de nuestra historia reciente a través de una alegoría fantástica (la serie de los lagartos era una clara metáfora del fascismo alemán de la II G.M.), sazonado todo con una pizca de “Enemigo Mío” y “La Mosca”. Sin duda, para los amantes del género (servidor se incluye), es una cita ineludible a las salas de cine, ya que no todos los días tenemos ci-fi de este calibre (más inteligente que la media, vaya); acompañada, por otro lado, de una acertadísima campaña viral que poco a poco ha ido levantando el interés del respetado cinéfilo. Ahora bien, no es ninguna obra maestra ni tampoco lo pretende, y tanta crítica inflada no hace otra cosa que perjudicarla. A veces se machacan películas sin piedad ni necesidad, y otras veces se ensalzan de forma exagerada. En este caso, no merecería ni lo uno ni lo otro. Digna y recomendable, que ya es muchos en estos tiempos.


P.D.: Y ahora a esperar a que “Moon”, “Pandorum” y “Avatar” cumplan también su propósito y que las expectativas no nos jueguen una mala pasada.



Lo mejor: la idea base del argumento; el etoque documental y las entrevistas.

Lo peor: el personaje de Wickus no convence como antihéroe; la falta de empatía.


Valoración personal: Correcta

domingo, agosto 30, 2009

Giorgio Moroder&Philip Oakey – “Together In Electric Dreams” (B.S.O. Sueños Eléctricos)


De verano en verano, y tiro porque me toca…
El último post que hice sobre “Canciones de cine” estuvo dedicado a “Calles de Fuego” y fue allá por Julio del año pasado. Por tanto, creo que ya tocaba sacarle el polvo a la sección y ofrecer a los lectores del blog (aprovechando el tercer aniversario del mismo), una nueva ración de música de cine. Y como no podía ser de otra manera, vuelvo al pasado y pongo la mira en la gloriosa década de los ochenta para traeros un temazo titulado “Together In Electric Dreams”, canción que formaba parte de la banda sonora de “Sueños Eléctricos” (Electric Dreams), una película no muy conocida para el público mayoritario y que jamás llegó a alcanzar el estatus de “clásico ochentero”, pero que de seguro ya es de culto para algunos informáticos que estén o pasen la treintena de edad (más o menos)



La Película

Nos situamos en las ochenta, concretamente en el 84. La tecnología, y por ende, lo ordenadores, no están tan asentados en nuestra vida diaria como lo están hoy día. Las computadoras y artilugios eléctricos empiezan a cobrar cierta fuerza y popularidad entre la sociedad, y el cine pretende ser un reflejo de ello. Así es como empiezan a aparecer películas como Tron (1982) o Juegos de Guerra (1983), que nos muestran el poder (en cierto modo, fantasioso) que pueden llegar a tener estos avanzados aparatos, maravillando así a un impresionable público poco conocedor de dicha materia.

Steve Barron, hasta entonces un ingenioso y prestigioso director de videoclips (suyos son, por ejemplo, el “Billie Jean” de Michael Jackson o el “Take On Me” de A-Ha, uno de los mejores videoclips de la historia, para el que esto escribe), quiso debutar en el mundillo del cine apuntándose a ésta moda tecnológica. Y así es como nació Electric Dreams, una película cuyo protagonista, el arquitecto Miles, adquiere un avanzado ordenador que tras un desafortunado incidente empezará a tomar conciencia de sí mismo, y lo que es peor, a enamorarse de la nueva vecina de éste, por la que el joven también está prendado.

El accidentado proceso por el cual el ordenador de Miles toma conciencia es un poco chorra, y la historia de amor entre el protagonista y su bella vecina, una jovencísima Virginia Madsen en su primer papel protagonista, pues es tanto pueril y quizás precipitada. De ahí que a falta de un mayor calado emocional (y quién sabe si por otros motivos), la película no tuviera demasiado éxito, además de que la mayor parte del metraje parecen clips musicales, tendencia de la que Barron no pudo o no quiso desquitarse hasta que llegó su segunda largometraje, Las tortugas ninja (1990) (a la que seguirían luego fallidas producciones como “Los Caraconos” o “Pinocho, la leyenda”, además de algunos telefilmes de carácter fantástico)

Pese a la ingenuidad de la historia y las tontorronas discusiones entre Miles y el ordenador, la película guarda momentos impagables, como la secuencia en que Madeleine (Madsen) toca una pieza musical con su violoncelo, y el ordenador -que se llama Edgar-, la acompaña imitando el sonido con dispositivos MIDI. Precisamente, es a partir de esta escena cuando Edgar empieza a “sentir” algo por la protagonista, decidiendo componer música para ella con sus sintetizadores. De esas composiciones surgen otras secuencias de la película acompañadas de buena música.

Así pues, no es que estemos ante un gran título de los ochenta ni mucho menos, pero tiene algo que la hace especial y simpática. Y probablemente eso sea, a parte de la dulce Madsen (que como el buen vino, mejora con los años), la música que acompaña sus imágenes y la mala leche que a veces se gasta Edgar (como un HAL 9000, pero menos cabrito)


La Música

La banda sonora de la película corrió en gran parte a cargo de Giorgio Moroder, quién durante ésta década aportó al cine la música (y singles de éxito en concreto) de películas como La Historia Interminable, Flashdance, Top Gun (fue la mitad responsable del "Take My Breath Away" de Berlín) o El Precio del Poder (Scarface). Su demostrada creatividad quedó una vez más plasmada en esta película, cuyo tema principal, el Together In Electric Dreams que nos ocupa, fue compuesto junto a Philip Oakey, líder y co-fundador del grupo synthpop The Human League (los del Don't You Want Me, cuyo videoclip dirigió precisamente Barron)

La canción tuvo un éxito tremendo, especialmente en el Reino Unido, y fue el único hit que alcanzaron juntos Oakey y Giorgio Moroder, que un año más tarde editaron un álbum conjunto. Incluso Oeakey, ya con su banda, los Human League, no llegó nunca a conseguir un éxito tan rotundo como éste. Si bien el tema en cuestión no fue editado en EE.UU. en formato single hasta 1988.

Su aparición en la película tiene lugar justo al final, ya que se supone que Edgar (recordemos, el ordenador) la compone especialmente para Madeleine y Miles.

Otras bandas y artistas que formaban parte de la B.S.O. fueron Jeff Lynne, con canciones como "Let It Run" o "Video! “, esta última editada para dar publicidad a la película, aunque no llegó a tener demasiada repercusión (o no tanta como el Electric Dreams); Helen Terry con su "Now You're Mine"; Heaven 17 y su no muy popular "Chase Runner"; o los Culture Club, estos ya más conocidos y que aportaron dos temas, “The Dream" y "Love Is Love”.


“Together In Electric Dreams” es un excelente tema pop de los ochenta que incluso llegó a eclipsar por completo a la propia película, que fue todo un fracaso. Precisamente, ese prolongado aspecto a videoclip que he comentado al principio, fue uno de los principales motivos de discrepancia entre los críticos; lo que para unos pocos era una virtud, para otros muchos suponía un gran lastre. Sea como fuere, la canción aún se sigue recordándose independientemente del film, el cual ha quedado relegado al olvido colectivo.

Por último, comentar que para el álbum homenaje a Human League, Reproductions: Songs of The Human League, varios artistas versionaron sus canciones, y este Together In Electric Dreams corrió a cargo de Lali Puna, que en mi opinión destroza el tema original de Oakey (aunque tampoco se parecen mucho, por lo que sería más lícito decir que directamente se lo inventa)


Os dejo con el videoclip de la canción, y de regalo, la secuencia en la que Edgar y Madeleine se comunican musicalmente (lo que suena, es de Moroder).





viernes, agosto 28, 2009

3r Aniversario!



Pues ya han pasado tres años desde que inauguré este blog con una primeriza -y muy principiante- entrada. Poco a poco, éste fue cogiendo forma y centrándose en uno de mis mayores pasiones, el cine.

En todo este tiempo he hablado de muchas películas, de ayer y de hoy. Más de 100 críticas, curiosidades y artículos especiales han ido nutriendo este espacio, además de la siempre agradecida y estimable presencia de mis lectores, que han enriquecido aún más este humilde blog.

Por mi parte, todo este tiempo he intentado ser regular y publicar, al menos, un post por semana. Últimamente, ese regularidad ha ido menguando un poco, pero si todo va bien, pasadas las vacaciones volveré al ritmo habitual. Admito además, haberme centrado mucho más en mi otro blog, Amazing Movies, que en éste xD

A todos los lectores os doy las gracias por seguir ahí, ya sea comentando con regularidad, eventualmente o solamente leyendo mis escritos.

Espero que a "Diario de una mente perturbada" le quedan aún muchos años más de vida.


Saludos :)

jueves, julio 30, 2009

"Resacón en Las Vegas", hay un tigre en lavabo


Cada año o casi, en EE.UU. triunfa de sopetón una película apenas publicitada y por la que, de antemano, nadie hubiese dado un duro. Son los llamados “sleepers”, películas de las que no se sabe nada hasta el día de su estreno y que, por un motivo u otro, terminan siendo un éxito de público (y a veces también de crítica)

No hay una fórmula exacta que permita a los estudios crear sleepers a propósito (ya les gustaría), pero sí se dan, a menudo, ciertas constantes que se repiten en unas y otras. Por lo general no suelen tener grandes estrellas entre su reparto, y aunque se dan casos en todo tipo de géneros, es en la comedia donde más frecuentemente se están sucediendo ahora estos inesperados hits. También suelen ser, a menudo, producciones independientes, que son las que menos invierten en publicidad y las más necesitadas de un buen boca a boca o de un festival de cine que les sirva de trampolín.

En lo que llevamos de década, se han ido sucediendo varios de estos sleepers, como “Mi gran boda griega” en el 2001 o “Pequeña Miss Sunshine” hace unos pocos años. Éstas, sin ir más lejos, cumplirían las constantes que he citado anteriormente, aunque como ya insinúo, hay de todo y para todos los gustos (The Blair Witch Project, Full Monty…)

The Hangover es, sin lugar a dudas, el sleeper de este 2009. Su enorme éxito ha sorprendido a propios y a extraños, consiguiendo, de rebote, ser la comedia con clasificación ‘R’ más taquillera de la historia en el mercado doméstico estadounidense. Aquí la conoceremos con el título de “Resacón en Las Vegas”, bastante explícito dada la premisa argumental y no muy alejado de la traducción literal del original (La Resaca). Aunque como ya se sabe, aquí hay que darle un título más guasón para atraer al populacho (y sí es a adolescentes fiesteros y potencialmente borrachos, con más razón aún)

La historia no es que sea el colmo de la originalidad. Phil (Bradley Cooper) y Stu (Ed Helms) deciden celebrar la despedida de soltero de su amigo Doug (Justin Bartha) en Las Vegas, y a estos se les unirá su cuñado Alan (Zach Galifianakis). Conduciendo el lujoso Mercedes-Benz descapotable del 69 de su suegro (¿adivináis como acabará el coche?), Doug se dirige junto a sus colegas hacia el citado lugar de destino, donde esperan montar una buena juerga durante las últimas horas de soltería que le quedan.

Al día siguiente, a juzgar por el dolor de cabeza y el desastroso estado de la habitación del hotel, poca duda cabe de que la juerga fue histórica. Desgraciadamente, ninguno recuerda nada lo sucedido y para colmo de males, Doug ha desaparecido y no tienen ni la más remota idea de dónde puede estar. Haciendo acopio de memoria y volviendo a algunos de los sitios en los que pasaron la noche, Phil, Stu y Alan tratarán de recordar su ruta juerguista con tal de encontrar a su amigo y regresar a casa para poder celebrar la boda. Pero la búsqueda no les resultará nada fácil, y pronto se darán cuenta de los líos en los que se metieron la noche anterior y las consecuencias que éstos empezarán a tener.


Antecedentes cinematográficos de despedidas de soltero que se desmadran tenemos un buen par de ejemplos. La ochentera “Despedida de soltero” (Bachelor Party), con un Tom Hanks en sus primeros años dentro del mundillo y en su primeriza etapa cómica (que nos dejó unas cuantas buenas películas), y “Very Bad Things”, comedia negrísima con la que debutaba el por aquél entonces desconocido Peter Berg.

Resacón en Las Vegas” es mucho más gamberra, atrevida y desenfada que la de Hanks, pero mucho menos cruda que la de Berg. Su punto de partida es la despedida de soltero, pero el foco de atención de la trama es todo lo que acontece el día después de ésta.

La juerga que se pegan los protagonistas es tan monumental, que al día siguiente les tocará sufrir las consecuencias. La desaparición del novio será la primera de ellas, y a partir de ahí éstos irán descubriendo todas las locuras y salvajadas que hicieron la noche anterior. Vamos, que los muy sinvergüenzas “la liaron parda” y ahora encontrar a Doug se convertirá en una tarea dura, agotadora y dolorosa -físicamente, sobre todo- que tendrán que afrontar juntos y a ser posible, bien avenidos.

El director Todd Phillips tiene cierta experiencia en comedias mayormente gamberras, aunque la verdad es que ninguna de las que ha filmado permanece mucho tiempo en el recuerdo (te pueden caer en mayor o menor gracia, según el día en el que te pillen, pero suelen rayar la mediocridad). El currículum de los guionistas, Jon Lucas y Scott Moore, no es que sea mucho mejor, más bien todo lo contrario. Sin embargo, parece que esta vez unos y otros han estado bastante acertados en sus intenciones, construyendo una comedia alocada y divertida que aprovecha los recursos y topicazos de las cintas de este tipo (vomiteras, bodas imprevistas, peleas contra matones…) para resultar finalmente más efectiva y menos chabacana de lo que uno podría esperar.

La historia sigue un poco la estela de “Colega, ¿Dónde está mi coche?” Como en aquella (pero menos absurda y surrealista), los protagonistas, amnésicos perdidos, van encontrándose con las personas con las que compartieron la juerga y volviendo a esos lugares donde se desató el desmadre. El espectador es testigo de los bizarros acontecimientos al mismo tiempo que los protagonistas son conscientes de ellos, lo que ayuda a mantener la expectación en cada una de las situaciones que se van sucediendo. Hay momentos buenos que te sacan una sonrisa o incluso una carcajada (si eres de risa fácil), y los hay que no lo son tanto. Aún así, hay un cierto equilibrio durante la poco más de hora y media que dura la película (quizás demasiado para el producto que es), y por suerte en ningún momento pega el bajón, de modo que el entretenimiento es constante.


El reparto al completo cumple perfectamente con su cometido. Que uno u otro te resulte más o menos gracioso dependerá del personaje en cuestión y los gustos de cada uno, pero todos están convincentes en sus respectivos papeles. Ahora bien, el que se lleva la palma es Zach Galifianakis, que interpreta al chalado de Alan (el cuñado del novio), y que de seguro dará que hablar en un futuro (tiempo al tiempo…)

El hecho de que el reparto esté compuesto, precisamente, por actores no muy conocidos para el público de a pie, ayuda a que el protagonismo esté equilibrado entre los tres actores (que no cuatro, porque Justin Bartha es el desaparecido y se le ve lo justo en pantalla). De tener alguna estrella mediática o popular entre sus filas, posiblemente el resto hubieran quedado en un segundo plano, cosa que aquí no ocurre por este mismo motivo: la ausencia de una estrella cómica que eclipse a los demás.

A destacar el cameo de Mike Tyson; la breve aparición de Heather Graham, a la que últimamente le habíamos perdido la pista; y la prometida de Doug, la actriz Sasha Barrese, que físicamente bien podría pasar por la hermana gemela de Megan Fox (salvando las distancias, claro)


“Resacón en Las Vegas” es una simpática y eficiente comedia gamberra con la que echarse unas risas a costa de unos personajes que las pasan canutas en todo tipo de situaciones, a cada cual más disparatada. No es ninguna maravilla (los sleepers tienden a estar altamente sobrevalorados y se les da mucha coba cuando por fin llegan a España) pero deja buen sabor de boca, lo cual ya es mucho decir. Y es que en un género que parece estar sentenciado por la vulgaridad y zafiedad del séquito Apatow y sus imitadores, o por la enésima chorrada sin gracia de tipos como Rob Schneider, Will Ferrell o Adam Sandler, pues se agradece y mucho una comedia de estas características. Los habrá que se lo pasen bomba con los que he nombrado en este último párrafo (para gustos, colores), pero dentro de la comercialidad a la cual se presta, “Resacón en Las Vegas” es una mejor y más recomendable alternativa.

P.D.: No os perdáis los créditos finales, no tienen desperdicio.


Lo mejor: que sea menos vulgar y chabacana de lo que esperaba; Zach Galifianakis.

Lo peor: que su condición de sleeper pueda hacer que te la esperes mucho más divertida de lo que es.


Valoración personal: Correcta