viernes, mayo 04, 2012

“American Pie: El reencuentro” (2012) - Jon Hurwitz & Hayden Schlossberg

 Crítica American Pie: El reencuentro 2012 Jon Hurwitz & Hayden Schlossberg
Nada más y nada menos que trece años son los que han pasado desde que se estrenara en cines “American Pie”, aquel filme que dirigió Paul Weitz (a posteriori, responsable de “Un niño grande” o “American Dreamz”) con 11 millones de dólares y un reparto repleto (casi) de caras desconocidas, y que amasó la extraordinaria cifra de 235 millones de dólares en todo el mundo. Un éxito considerable tratándose de una comedia juvenil, algo que no ocurría desde hacía eones. Digamos que “American Pie” fue para la comedia gamberra de adolescentes lo que “Scream” fue para el slasher, es decir, un revitalizador en toda la regla. No es que la cinta de Weitz reinventará el género, pero sí logró rescatarlo del pozo en el que se encontraba sumido, resucitando el espíritu de las old school tipo Porky’s (todo un “clásico” de referencia), y consiguiendo que toda una generación de adolescentes llenara las salas de carcajadas. Otro de sus logros fue popularizar el término “MILF” (aka “MQMF”), acrónimo de “Mother I'd Like to Fuck” (no creo que haga falta traducción) y que ha supuesto una gran contribución a la industria del porno (por decir algo).

Pero toda resurrección que se precie conlleva, a menudo, otros efectos: secuelas y copias/sucedáneos. De lo primero, American Pie tuvo hasta tres, llamémoslas, oficiales,  es decir, que se estrenaron en cines (al menos en España) y congregaron al reparto original o a la mayoría del mismo; luego se produjeron para el mercado doméstico otras cuatro secuelas en las que solamente se dignó a aparecer Eugene Levy (el padre de Jim/Jason Biggs). De lo segundo, hubo diversas intentonas, pero de todas ellas la que mejor recepción tuvo fue “Roap Trip”, dirigida Todd Phillips (de moda en la actualidad por “Resacón en las Vegas” y su continuación en Tailandia) y que aún sin llegar a los números del filme de Weitz, logró hacerse con una más que respetable taquilla (119 millones de dólares frente a los 16 que costó).

Ahora, y pese al desgaste sufrido tras tanta secuela, nos llega “American Reunion”, rebautizada aquí como “American Pie: El reencuentro”, última entrega que reúne de nuevo a todos sus protagonistas para, tal como sugiere el título, volver a juntarlos en un reencuentro muy especial.

Años después de aquél lejano verano de 1999, el grupo de amigos vuelve a reencontrase para una reunión de viejos alumnos. Jim (Jason Biggs) y Michelle (Alyson Hannigan) han formado una familia pero apenas encuentran tiempo para satisfacer sus necesidades de pareja; Kevin (Thomas Ian Nicholas) está muy enamorado de su mujer, pero aún conserva un recuerdo muy especial de Vicky (Tara Reid); Oz (Chris Klein) es una estrella de la televisión que mantiene una relación con una atractiva modelo, pero volver a ver a Heather (Mena Suvari) provoca que revivan en él viejos sentimientos; Finch (Eddie Kay Thomas) anda buscando aún el amor de su vida; y Stifler (Seann William Scott) sigue igual que siempre, pero trabaja para un tipo al que no soporta. Todos fueron amigos en el instituto, pero luego cada uno vivió su vida. Ahora han regresado a la ciudad como adultos, dispuestos a recordar y a inspirarse en los desaforados adolescentes que fueron antaño.

Está claro que para volver a lanzar otra entrega de la franquicia había que conseguir reunir, como mínimo, a aquellos cinco jóvenes actores que encarnaron al grupito de amiguetes formado Jim, Oz, Kevin, Finch y Stilfer. Y no creo que haya sido muy difícil convencerlos  a todos teniendo en cuenta que ninguno de ellos parece tener mejores ofertas sobre la mesa.  Y es que pese a la popularidad de aquella primera película, prácticamente ninguno ha logrado labrarse una carrera cinematográfica exitosa, aunque a algunos, desde luego, les ha ido mucho mejor que a otros. Quizás el más afortunado de todos sea Jason Biggs (Jim), que logró afincarse dentro del género de la comedia (casi siempre romántica) gracias a sus dotes para la misma, lo que además le permitió trabajar bajo las órdenes de gente como Kevin Smith o el mismísimo Woody Allen. Chris Klein, que debutó como el santurrón Paul Metzler en la estupenda “Election”, intentó seguir los pasos de su colega, pero sus limitaciones interpretativas fueron un lastre. Cambió de género y ahí cabo su tumba. Después del espantoso remake de “Rollerball” (indigna del gran John McTiernan) su carrera fue cuesta abajo, y ahora sobrevive a base de papeles secundarios.


A Seann William Scott tampoco le ha ido mal. No ha parado de trabajar, ya sea como actor protagonista o secundario en películas de distinta índole que se han proyectado en cines, y además a puesto voz a cintas de animación como la saga Ice Age. De todos modos, para la mayoría seguirá siendo Stifler y es difícil que se quite el sanbenito de encima, más teniendo en cuenta que casi siempre interpreta roles de gañán.
Thomas Ian Nicholas y Eddie Kaye Thomas tampoco es que se hayan quedado de brazos cruzados, pero es difícil recordar alguna intervención suya sin recurrir a Imdb, lo cual dice mucho de cómo les han ido las cosas.

Todos ellos le deben mucho a American Pie, y probablemente sea ésta la cinta más memorable (o la más recordada) que hayan rodado en toda su carrera.

Ahora Jim y cía están de vuelta con trece años más sobre sus espaldas pero demostrando que pese al paso del tiempo siguen siendo las mismas personas que antaño hicieron tan buenas migas. Obviamente, los conflictos que les depara la vida de adulto son bien distintos de cuando cursaban en el instituto, aunque no por ello dejarán de meterse en líos dignos de un púber.

Es evidente que la gran baza de esta entrega es el factor nostálgico, y de ahí que sus responsables jueguen esa carta a base de referencias y guiños constantes a la primera película, y a base de recuperar no sólo a sus protagonistas sino también a sus personajes secundarios más icónicos como, por ejemplo, la madre de Stifler o el padre de Jim (Levy), que siguen logrando sus pequeños momentos de gloria. Hay apariciones estelares que, por supuesto, no voy a desvelar para no chafar la sorpresa, e incluso los directores, responsables de “Dos colgaos muy fumaos: Fuga de Guantánamo”, se permiten el lujo de incrustar un bienvenido cameo de Neil Patrick Harris, aunque su aparición es muy breve y no comparte plano ni con John Cho (protagonista de la citada película) ni con Alyson Hannigan, su compañera de reparto en la (magnífica) “Cómo conocí a vuestra madre”, serie en la que la actriz está viviendo una segunda edad de oro tras encarnar durante siete años a Willow en “Buffy Cazavampiros”.

Aunque los cinco amigos son la clave, es Jim quién sigue llevando la voz cantante, por lo que sus desventuras (los continuos intentos por conciliarse sexualmente con Michelle, el embrollo en el que se mete para evitar el acoso de una joven y atractiva adolescente con las hormonas disparadas o sus charlas con su padre) son las que propician los mejores momentos de la película, mientras que las subtramas que atañen al resto de sus colegas carecen de chispa. Y claro, sin Stifler, el alma de la fiesta (o al menos el que se encarga de que todo se desfase), seguramente la película perdería muchos puntos, así que es bueno que siga ahí haciendo lo que mejor se le da: el capullo (hablando en plata). Y es que la cinta intenta mantener el tono gamberro característico de la saga, pero no todos los gags funcionan a ese fin. La temática sexual sigue siendo el centro de muchas de las bromas, como no podía ser de otra forma, y cuando no es el sexo, es alguna situación escatológica la que busca arrancarnos una carcajada. Tiene sus momentos álgidos, sus salidas ingeniosas (el “rock clásico”…) y sus puntazos (cuando “Sherminator” entra en escena o todo lo relacionado con la “venganza de Stifler”), mientras que otros son muy flojeras. Pero si bien se echan en falta más carcajadas, en general las dos horas (demasiados minutos para una comedia, todo sea dicho) se ven con una sonrisa en la boca.

 Ahora bien, no hay duda de que la nostalgia juega mucho a su favor, y quiénes pillamos la primera “American Pie” en plena edad del pavo seremos, con toda seguridad, los que más disfrutemos de la película (siempre que guardemos un buen recuerdo de aquella, claro está). En parte, por volver a ver a esa entrañable pandilla metida en apuros, y en parte porque se crea un vínculo especial de empatía con ellos. Del mismo modo que trece años atrás nos identificamos con sus gamberradas y su apetito sexual, ahora conectamos de un modo cercano por su forma de ver y afrontar la vida adulta. ¿Quién no ha tenido un jefe que le ha tratado –y explotado- como si fuera un Don Nadie?; ¿quién no se ha parado a pensar alguna vez en que no está viviendo la vida a la que aspiraba de crío o que no está cumpliendo con esos sueños que ocupan esas largas miradas perdidas al horizonte?; ¿quién no se ha reencontrado con el primer amor de instituto y ha vuelto a sentir un feeling especial?... 

Es muy probable que esas sensaciones marquen una diferencia importante a la hora de disfrutar más o menos de la película, independientemente de que se haya visto o no la cinta original. 

De todos modos, como comedia gamberra que es, cuenta con lo necesario para pasar un rato entretenido echando unas risas con los colegas. Como retorno de la franquicia deja buen sabor de boca aunque quizás tampoco cumpla con las expectativas de todos sus seguidores. En cualquier caso, el resultado es simpático, ameno y en consonancia con las tres anteriores entregas (las otras, como si no existieran). 

P.D.: Rebecca De Mornay es una milf como la copa de un pino. Punto y pelota.


Lo mejor: que hayan vuelto todos para la ocasión; las referencias a la priemra entrega; algunos gags puntuales.

Lo peor: los gags escatológicos; que uno se haya hecho mayor para reírse con según qué cosas. 


Valoración personal: Correcta