sábado, mayo 14, 2011

“Sin identidad” (2011) – Jaume Collet-Serra

critica Sin identidad 2011 Jaume Collet-Serra
Que un director español lidere la taquilla norteamericana no es algo que se vea todos los días, y menos con una película que ha costado la nimia cantidad de 30 millones de dólares. De hecho, esta es la primera vez que ocurre, y ha sido el catalán -afincado y formado en EE.UU.- Jaume Collet-Serra quién lo ha conseguido con “Sin identidad”, su último trabajo tras la sorprendente y recomendable” “La Huérfana”.

Mientras se encuentra con su mujer (January Jones) de visita en Berlín, el Dr. Martin Harris (Liam Neeson) sufre un accidente que lo deja varios días en coma. Al despertar, descubre que otro hombre (Aidan Quinn) ha adquirido su identidad, y que incluso su propia esposa niega conocerle. Desconcertado y con lagunas en la memoria, Martin empieza a dudar de si realmente es o no quién dice ser. Pero las dudas terminan pronto cuando se da cuenta que alguien le persigue con la intención de liquidarlo.

En un país desconocido y sin nadie a quién acudir, Martin acabará pidiendo ayuda a una reticente desconocida (Diana Kruger), la última persona con la que mantuvo contacto antes del accidente. Juntos tratarán de resolver el misterio…

Basándose en la novela de Didier van Cauwelaert, la película nos plantea la angustiosa situación de un hombre que lucha para recuperar su vida.

El mundo del Dr. Martin Harris se desmorona cuando, tras sufrir un aparatoso accidente de tráfico, se da cuenta que su identidad ha sido usurpada por un impostor. Todos sus intentos por demostrar que él es el verdadero Martin Harris resultan inútiles, así que cada vez está más desesperado. ¿Quiénes andan detrás de todo este montaje? ¿Por qué lo han elegido a él?, ¿Está su mujer en el ajo o la están coaccionando?

Son muchas las preguntas que nuestro protagonista se hace, y las respuestas no parecen fáciles de encontrar. Sus recuerdos son confusos y los recursos con los que cuenta escasos.
A medida que vaya investigando, surgirán aún más dudas y preguntas, hasta que poco a poco todas las piezas empiecen a encajar…

“Sin identidad” es uno de esos thrillers que engancha desde el primer momento. En pocos minutos se nos plantea un misterio a resolver que nos deja tan desconcertados como el propio protagonista de esta historia.



Nosotros, como espectadores, observamos los dos frentes, es decir, seguimos a Harris mientras éste trata de averiguar que es lo que está ocurriendo, y observamos también a los conspiradores en su afán de llevar a cabo un plan que desconocemos prácticamente la mayor parte del tiempo. Y eso último es, precisamente, uno de los mayores aciertos del guionista: logra mantenerte intrigado de principio a fin.
Lo frecuente es que resolvamos el entuerto antes de tiempo, sobre todo si ya nos hemos empapado una considerable cantidad de thrillers hollywodienses. Aquí, sin embargo, debo admitir que no fui capaz de descifrar todas las claves (sí cuál era el plan, pero no lo otro…), y que no fue hasta el tramo final donde todo queda perfectamente aclarado.

El guión no es redondo, y si uno se le da muchas vueltas a según qué elementos, es posible que perciba algún agujero que otro, o que ciertas cosas resultan un tanto cogidas con pinzas. Sin embargo, no hay trampas ofensivas ni un afán por embaucar al espectador con giros absurdos ni triquiñuelas por el estilo, sino que sigue una estructura a la que se mantiene fiel en todo momento (creérsela más o menos ya dependerá de la indulgencia del espectador)

Director y guionista manejan muy bien el suspense y adornan la trama con algunas secuencias de acción ciertamente rutinarias aunque bien ejecutadas por parte de Collet-Serra, y que elevan la sensación de constante peligro que acecha al protagonista.


Contamos además con Liam Neeson, actor todoterreno al que últimamente se le ve muy a gusto en este tipo de papeles, y que logra transmitirnos convincentemente esa angustia e impotencia que siente su personaje. Hacia el final, Martin Harris se acerca más a lo que el actor hizo en “Taken/Venganza”, pero que nadie se lleve a engaños, que por muy armado que vaya en el póster, aquí la acción es secundaria (es más, juraría –si mi memoria no me falla- que no empuña un arma en toda la película)

El británico está muy bien acompañado por Diane Krueger y Bruno Ganz (el mejor Hitler de la historia del cine), que son quiénes le ayudarán a desenmascarar al impostor interpretado por Aidan Quinn.

January Jones, muy de moda últimamente por su trabajo en la serie “Mad Men” y por su inclusión en la inminente “X-Men: Primera generación”, no pasa de ser un maniquí en movimiento.

“Sin identidad” es un solvente y entretenido thriller de intriga que logra mantener la incertidumbre hasta el final.


Lo mejor:
que te mantiene intrigado hasta el final.

Lo peor: ciertos elementos del guión algo forzados.


Valoración personal: Correcta

domingo, mayo 08, 2011

“Agua para elefantes” (2011) - Francis Lawrence

critica Agua para elefantes 2011 Francis Lawrence
Señoras y señores, damas y caballeros ¡Bienvenidos al circo!

Sí amigos, el circo ha vuelto a la ciudad. Así lo atestiguan películas como “El circo de los extraños”, “El imaginario del Doctor Parnassus” o la más reciente “Balada triste de trompeta”. Claro que antes que éstos, otros ya nos mostraron cómo es el mundo circense por dentro, como Cecil B. DeMille en “El mayor espectáculo del mundo” (mi favorita), Henry Hathaway en “El fabuloso mundo del circo” o Charles Chaplin en “El Circo”, por citar sólo algunos de los films más conocidos de entre los muchos (La parada de los monstruos, El callejón de las almas perdidas, Trapecio, Bronco Billy, Dumbo…) que hay.

Ahora es Francis Lawrence el último que su sube al trapecio con “Agua para elefantes”, película basada en la aclamada (best-seller, faltaría más) novela homónina de Sara Gruen. Para su primera inmersión en el género melodramático (recordemos que es el director de los blockbusters Constantine y Soy leyenda), Lawrence se ha rodeado de un reparto compuesto por el roba corazones Robert Pattinson, el recientemente redescubierto Christoph Waltz (gracias, Tarantino) y la siempre risueña Reese Witherspoon (una rubia muy legal, o eso dicen)

Y la historia es la siguiente: Un estudiante de veterinaria sin recursos económicos, Jacob (Pattinson), se aventura en un circo ambulante para trabajar cuidando de sus animales. Son tiempos difíciles, de mucha penuria, y Jacob lo ha perdido todo en esta vida menos la esperanza de seguir adelante. En el mundo del espectáculo circense de los hermanos Benzini el joven hará nuevos amigos y conocerá al amor de su vida, Marlena (Whiterspoon), la estrella del circo y esposa August (Waltz), el carismático pero peligroso dueño del mismo.

Habida cuenta de esta sinopsis, es más que evidente que lo que tenemos entre manos es un triángulo amoroso con todas las de la ley. Y ese es, precisamente, el tema central de la película.

El circo no es más que el entorno de la historia, aunque ésta, obviamente, se beneficia enormemente de todos esos elementos circenses que enriquecen la trama amorosa y que le otorgan un toque especial y distintivo a la película. Hay que olvidarse, eso sí, de “la magia del circo” que hemos visto en otras películas, pues aquí no se trata de ofrecer un gran espectáculo lleno de acrobacias, trucos de magia y payasadas, sino de mostrar la crudeza de unos años difíciles, los de la Gran Depresión. Y el circo de los hermanos Benzini es uno de tantos circos en vías de extinción y necesitado urgentemente de algún gran show que logre atraer al público en masa y lo rescate de una más que presumible quiebra.

A este circo llega por casualidad nuestro protagonista, Jacob Jankowski, quien, tras una tragedia personal, vaga sin rumbo hasta que, de forma impulsiva, se sube como polizón al tren que alberga al Benzini Bros. Circus. Abatido emocional y económicamente, Jacob busca aquí una nueva oportunidad para encauzar su vida.

Tras la aprobación de August, el férreo jefe de pista y propietario del circo, el joven se unirá a la troupe haciéndose cargo primero de las tareas más desagradables, para luego pasar a encargarse del cuidado de los animales.

Esta tarea le brinda la posibilidad de estar más cerca de Marlena, la estrella del espectáculo, y de la que se siente atraído inmediatamente



Pese a la cautela de Marlena, ésta no tarda en darse cuenta que ambos comparten un fuerte vínculo con los animales, y eso es lo que terminará acercándolos, pese a la insalvable barrera que supone su matrimonio con August.

Los sentimientos del uno hacia al otro irán en aumento, y cuanto mayor sea esa atracción, mayor será también el peligro a ser descubiertos.

“Agua para elefantes” es un drama romántico al más puro estilo clásico, y del que cabría destacar su cuidada ambientación (fiel retrato de la década de los 30) y su delicada y harmoniosa banda sonora a cargo James Newton Howard (mención especial a los temas más jazzísticos). En cuanto a la historia, puede que se sienta un tanto encorsetada y, en cierto modo, prefabricada. Se echa de menos algo más de garra y valentía en una trama que parece seguir el “manual del buen drama romántico”, empezando por un prólogo (típico a más no poder; y me consta que también está en la novela) narrado en la actualidad por un Jacob ya mayor y que nos introduce en la historia rememorando sus años mozos. Curiosamente, son estas escenas, que abren y cierran la película y que corren a cargo del veterano Hal Holbrook, las que resultan ser las más emotivas y entrañables de toda la cinta. No es que el resto carezca de sentimientos o ternura (las escenas con Rosie son de lo mejorcito), pero las sensaciones que transmite sí son mucho menos intensas.

De todos modos, estamos ante un drama bien llevado y que no aburre en ningún momento. Su historia, por conocida y previsible que resulte, no deja de ser menos interesante, y además nos permite disfrutar nuevamente de un magnífico Christoph Waltz. El austríaco nos muestra a la perfección a las dos caras de August, el amo y señor del circo, respetado y temido a la vez por sus empleados. Waltz transmite simpatía cuando éste muestra su cara más amable, pero acongoja cuando saca a relucir su lado más oscuro.


Ligada a él en matrimonio está Marlena, una mujer que le debe todo lo que es y lo que tiene a su marido. Whiterpoon logra transmitir el encanto y candidez de Marlena sin convertirla en un personaje vulnerable, pero sí mostrando que está atrapada en una relación en la que el amor ha sido sustituido por la gratitud y la dependencia (más que por el miedo)

Pattinson resulta convincente a ratos. En ocasiones, está más que correcto; mientras que en otras tantas le falta algo más de expresividad y capacidad para sugerir. Al joven actor aún le faltan tablas para desenvolverse con soltura en personajes de mayor enjundia, especialmente en un Jacob que debe transmitir más con la mirada o un gesto que mediante palabras.

“Agua para elefantes” tiene todos los ingredientes para ser un drama memorable, pero no lo es. Aún así, no se siente tan pretencioso como otros (ejem, Australia) y seguramente convencerá a los amantes de este tipo de historias.


Lo mejor: la ambientación

Lo peor: todo se siente demasiado artificial y típico.


Valoración personal: Correcta

martes, mayo 03, 2011

"Thor" (2011) - Kenneth Branagh

critica Thor 2011 Kenneth Branagh
Thor, creado por Jack Kirby y Stan Lee, es uno de los personajes más populares de Marvel, y uno de los pocos –de entre los más conocidos- que faltaba por llevar a la gran pantalla.

Su adaptación cinematográfica no ha sido una elección hecha al azar o considerando su popularidad, sino que forma parte del plan orquestado por Marvel para llevar a cabo su ambicioso proyecto de Los Vengadores (The Avengers), el cual supone la reunión de algunos de sus superhéroes más icónicos. Thor es, por tanto, una pieza más del rompecabezas que forman Iron Man, Hulk y el inminente Capitán América. Claro que, por separado, cada superhéroe puede tener también su correspondiente saga si la primera entrega funciona como es debido, cosa que ha ocurrido con el hombre de hierro, pero no con el gigante verde.

Thor, príncipe y heredero al trono de Asgard, desata con la osadía e imprudencia de sus actos una antigua guerra contra los Gigantes de Hielo. En consecuencia, es castigado por el Rey Odín, su padre, a ser enviado a la Tierra, donde se ve obligado a vivir entre humanos. Mientras Thor permanece desterrado, el más peligroso de sus enemigos tratará de conquistar su querido reino aprovechando la ayuda de un traidor de palacio.

Para todos aquellos ajenos a las viñetas originales, los guionistas se han encargado de ponernos en situación y explicarnos un poco de qué va esto de tener a un Dios nórdico en modo superhéroe para que luego no nos resulte demasiado chocante todo lo que veremos a continuación. Así pues, al inicio ya se nos explica quienes son todos estos dioses de brillantes y coloridas armaduras, cuál es su función en el universo, dónde se encuentra su reino, y porque unos grandullones con muy malas pulgas llamados los Gigantes de Hielo son sus enemigos (y también los nuestros)

Hechas las presentaciones, pasamos ya a la trama en sí y se nos muestra el reino de Asgard en la actualidad.

Lo que aún no la hayan visto se estarán preguntando sí la acción se desarrolla básicamente en la Tierra (conocida como Midgard para estos dioses) o vemos a Asgard en más de una ocasión. Y la respuesta es que los acontecimientos transcurren tanto en un mundo como en el otro (aunque del palacio de Odín apenas salimos)

Principalmente, seguimos a nuestro protagonista, así que contemplamos el destierro de Thor en la Tierra y cómo éste intenta adaptarse a un lugar y a unas costumbres que le son extrañas. Nadie aquí sabe de la existencia de otros mundos, y mucho menos que él es el príncipe de uno de ellos. Además, ha sido despojado de todas las cualidades y pertenencias que le hacen ser quien es, así que ya nada le diferencia del resto de los humanos.

Thor debe soportar la carga de haberse convertido en un paria, en un príncipe desterrado de su hogar justo cuando éste más le necesita.

Su suerte mejora cuando conoce a Jane Foster, una investigadora que está efectuando un trabajo de campo sobre unos inexplicables fenómenos en el cielo nocturno, y con la que el dios tropieza por accidente (y nunca mejor dicho) a su llegada a la Tierra. Ella y su equipo intentarán echarle una mano, sobre todo cuando una misteriosa agencia conocida como Shield se empiece a interesar por el recién llegado.

Mientras esto sucede en la Tierra, en Asgard existe la amenaza de la guerra contra los Gigantes de Hielo. Por otro lado, empiezan a desencadenarse ciertos conflictos en la familia real que ponen en peligro el trono, más ahora que su legítimo sucesor está ausente, y que su codicioso hermano ansía arrebatarle el puesto.


A grandes rasgos, la historia de la película recuerda un poco a la de las grandes tragedias griegas. Quizás por ello la elección de Kenneth Branagh como director, con su larga y fructífera trayectoría adaptando a Shakespeare, resultara más que adecuada. De todas formas, hay que decir que muy poco de aquél Branagh se intuye aquí.

“Thor” sigue a pies juntillas los patrones marcados por sus predecesores y, por tanto, no va más allá de ofrecer un lujoso y digitalizado espectáculo palomitero con el que satisfacer a todos los públicos y especialmente al fandom. Branagh ejerce su labor como si de cualquier otro “mercenario” contratado para tales menesteres se tratara, si bien su experiencia y valía como cineasta quizás haya evitado que la historia sucumba a un abuso de pirotecnia, como ha ocurrido muchas otras veces. De ahí que en ese sentido podamos decir que existe un buen equilibrio en trama y acción, entre diálogos y efectos.

Precisamente en términos de acción quizás observemos menos pericia –o más inexperiencia- por parte del británico, ya que las escenas de acción, aunque vistosas (CGI mediante), no son especialmente llamativas o lo espectaculares que uno desearía. No más de lo habitual, que digamos, o al menos no lo suficiente como para que las acojamos con ferviente entusiasmo y a la salida del cine nuestro cerebro las haya retenido en su memoria. Hay que indicar también que estos momentos alcanzan su cénit al principio y al final de la película, mientras que en el transcurso de la misma hay un cierto relax destinado sobre todo a desarrollar los conflictos -personales y familiares- de sus protagonistas (un punto a su favor, dicho sea de paso, aunque la evolución de Thor resulte, cuanto menos, forzada) y también en centrarse en los superficiales y poco convincentes escarceos amorosos de Thor y Jane (un punto en contra)

El relato se vuelve más contundente y, en cierto modo, épico, cuando más y mejor se desarrolla la historia entre Thor, su hermano Loki y su padre. En cambio, se resiente cuando se centra en la vida de Thor en la Tierra. Y esto ocurre debido en parte a la presencia de la corporación SHIELD, la cual se siente más útil como antesala a lo que veremos en Los Vengadores que como elemento fundamental de la historia que se maneja en la película.

Que Marvel esté unificando todos sus personajes es un acierto que puede también convertirse en un lastre, como bien ocurrió con Iron Man 2", donde el exceso de personajes y subtramas provocaba, entre otras cosas, que la película pareciera más una precuela de la futura Los Vengadores que una verdadera continuación de su predecesora. Thor consigue no sucumbir ante ello, pero esas ligaduras le pasan cierta factura.

De lo que podemos estar satisfechos es del reparto, ya que Chris Hemsworth se erige como una más que satisfactorio dios del trueno. El actor se sometió a un duro entrenamiento para dar físicamente la talla, pero además cumple también con lo que se le pide al héroe de toda aventura, y es que tenga el suficiente carisma como para que se gane nuestra simpatía incluso cuando se nos presenta como un arrogante principito. Hemsworth no es sólo una cara bonita, y eso se agradece.

Su némesis, Loki, es un villano del que se intuye un enorme potencial, pero que aquí no se ha podido explotar debidamente.


Todo lo que a Tom Hiddleston le falta de presencia (no es un actor que, en apariencia, intimide demasiado o se sienta verdaderamente peligroso o amenazador en la piel de Loki), lo compensa con sus dotes interpretativas, conformando un personaje ambiguo que en manos de otro bien pudiera haber caído en el histrionismo (a los convincentes momentos dramáticos me remito)

Portman tan competente y maja como siempre para un papel un tanto anodino y carente de interés.

En cuanto al resto de secundarios, la mayoría quedan en un segundo plano. Y eso incluye al propio Odín (un Anthony Hopkins poco aprovechado) como a los compañeros de batalla de Thor (una especie de risueños mosqueteros), que podrían haber dado más de sí y se quedan en nada. Rene Russo como Frigga, la esposa de Odín, o Kat Dennings como la amiga friki de Jane/Portman, están ahí más que nada para hacer bulto. Idris Elba mola como Heimdall, pero tampoco hace gran cosa más que sujetar una gran espada. Y el bueno de Stellan Skarsgard parece que ganará protagonismo en un futuro.

La acertada banda sonora de Patrick Doyle va acorde con la temática (el leitmotiv es bastante bueno) y los efectos especiales están conseguidos la mayor parte del tiempo (los Gigantes de Hielo cantan demasiado, pero la oscuridad imperante en sus secuencias ya se encarga de disimularlo) La estética kitsch y colorista de los dioses de Asgard -con sus armaduras de PVC- gustará más a unos que a otros. En mi opinión, es un tanto hortera, pero uno termina acostumbrándose, y en lo que a escenarios se refiere, gana enteros gracias a su majestuosidad.

Branagh consigue, con este trabajo de encargo, rodar con solvencia una película que no se desvía de los parámetros establecidos en este tipo de producciones. De hecho, personalizarla o llevarla demasiado a su terreno (como hizo Ang Lee con Hulk) podría haber roto esa homogeneidad que Marvel tan laboriosamente está tejiendo. Pero también se percibe muy poco riesgo; una clara tendencia a ofrecer un producto de fácil y rápida digestión.

Así pues, funciona como mero entretenimiento aunque no levante pasiones, y también como carta de presentación de Thor y su universo para la futura Los Vengadores. No hay nada realmente malo o negativo en ella, pero tampoco nada remarcable. Posee ese -quizás excesivo- humor tontorrón deudor de "Iron Man", pero no es mejor que aquella (sí que su secuela). Es más, puestos a comparar, se ve superada con creces tanto por el film de Favreau como por el de Leterrier (a gusto de un servidor, claro)

En temas de fidelidad ya no puedo opinar, pues jamás he tenido el gusto de leer un cómic del personaje, pero me consta (por opiniones ajenas) que este tema ha sido bien llevado y que los fans disfrutarán de los diversos guiños (y cameos) referentes al mundillo marvelita.

P.D.: Fans del 3D, no malgastéis vuestro dinero. El efecto estereoscópico es prácticamente imperceptible.

P.D.2: Si tenéis opción, elegid la V.O.S. El doblaje de Thor, Sif y Hogun es denunciable. Y no tiene perdón que en un pase de prensa nos la “metieran doblada”.


Lo mejor: lo que acontece en Asgard.

Lo peor: lo que acontece en la Tierra.


Valoración personal: Correcta