sábado, agosto 30, 2008

"Hellboy II: el ejército dorado", sello de oro para cerrar el verano cinematográfico


Pese a que la mayoría de los títulos de su filmografía me parezcan simplemente correctos (eso incluye la sobrevalorada “El laberinto del Fauno”) y posea algún que otro bodrio -Mimic-, no puedo negar que Guillermo Del Toro es uno de los directores más interesantes y productivos de la última década. Tiene un sello personal muy particular que encandila a los fans del fantástico, y por lo general sus historias siempre tienen algún aliciente que las hace atractivas (tanto la idea base de los guiones como lo meramente visual)
Tras apuntarse a la moda de las adaptaciones de cómics con la secuela de la estupenda “Blade” (la que propició, en cierto modo, esta dichosa moda), Del Toro se atrevió, en el 2004, a trasladar al cine la obra más conocida del escritor y dibujante de cómics Mike Mignola: Hellboy. El resultado, pese a ser bastante decente y simpático, no consiguió arrasar en cines, aunque logró salvarse del fracaso gracias a que su presupuesto fuera también ajustado (60 millones de dólares)

Hoy, cuatro años más, nos trae la secuela de las aventuras de Rojo (Hellboy), uno de los héroes/antihéroes más sugerentes que han saltado de la viñeta al fotograma, gracias no sólo al buen hacer de Del Toro sino también al rebosante carisma de su actor principal, Ron Perlman.


Hace miles de años y tras unas encarnizadas batallas, se selló un pacto entre humanos y habitantes del mundo fantástico que condenó a los segundos a vivir a la sombra de los primeros. En la actualidad, el Príncipe Nuada (Luke Goss), hijo del rey del mundo fantástico, decide romper ese pacto con tal de liberar a su estirpe y terminar con el codicioso y destructivo reinado humano.
Para llevar a cabo su venganza, el Príncipe tiene la intención de despertar el viejo ejército del reino –el ejército dorado que da título al film- para así someter con facilidad a la raza humana. Por supuesto, el único que podrá detener su diabólico plan será Hellboy y sus amigos, el equipo perteneciente a la Agencia de Investigación y Defensa Paranormal.

La suerte está echada y sólo el que luche mejor vencerá.



Lo más sorprendente y abrumador de esta segunda entrega es, sin lugar a dudas, la plasmación de ese mundo fantástico y de sus seres. Un derroche de imaginación visual que empieza desde unos cuidadísimos títulos de crédito, sigue con una ambientación realmente conseguida y fascinante, y termina con un clímax final épico digno de ser envidiado por otras producciones de corte fantástico de mayores pretensiones.
En ese aspecto, el salto cualitativo entre ésta y su predecesora es cuantioso, y eso que a parte de su poderío imaginativo, la película tan sólo ha contado con 25 millones más de presupuesto respecto a su primera parte. Así que podemos decir que el director sabe administrar cada dólar y cada centavo para conseguir unos vistosos y efectivos efectos especiales, tanto los digitales como los artesanales, estos últimos tan preciados y entrañables para un servidor que me daba la sensación de estar asistiendo a una producción ochentera al estilo “Dentro del laberinto” o “La historia interminable”.

Sin embargo, y aquí viene la otra cara de la moneda, ese ambiente tan deudor de una obra de Tolkien (por citar un ejemplo conocido y porque de la mano de Del Toro nos llegará "El Hobbit") choca un poco con el “Hellboy” del 2004. Se percibe una cierta rotura en la unidad de la saga, no sólo ya por la introducción de ese preciosista y a ratos decadente mundo fantástico, sino también por la impresión –y esto es una apreciación muy personal- de haber cedido a los cánones habituales del blockbuster yanqui.
Por supuesto, esto no es algo molesto ni tampoco impide dejarse maravillar por el sentido del espectáculo propio de cualquier película comercial comiquera, pero la impronta de Del Toro trasciende más por lo visual que por la historia en sí misma. Asistimos a una montaña rusa que cada vez va a más, maravillando y entreteniendo a un ritmo a veces estupendo, pero con un guión que va bajando el nivel a cuentagotas y que se antoja demasiado predecible.

La evolución del algún personaje es notoria, incluso afecta sobremanera a la actuación de su actriz. Me refiero obviamente a Selma Blair y su Liz Sherman, aquí mucho más espabilada y participativa y con un trabajo de la actriz bastante más convincente (para mí Blair fue lo peor de la primera entrega, con diferencia)

Por el contrario, Rojo se ha infantilizado y autoparodiado un poquito, aunque nunca llega al ridículo gracias al propio Perlman (la escena del “Can't smile without you” es simpática, pero no negaremos que está un poco fuera de lugar).

La inclusión del personaje de Johaan Krauss es todo un acierto (no así el doblaje en España de Santiago Segura, que de nuevo tiene un cameo al principio del film) al aportar savia nueva al grupo de héroes tanto por sus características “físicas” y su estética steampunk como por su personalidad. Y el villano tiene un tratamiento muy adecuado, ya que pese a sus más que reprochables métodos e intenciones, su causa no deja de parecerme justa (la humanidad somos el cáncer de la Tierra, para qué negarlo)


El diseño del bestiario que se deja ver a lo largo del metraje es estupendo, desde las devoradoras hadas hasta el gigantesco monstruo-planta. El ejército dorado impresiona tanto por su acabado técnico como por el estudiado funcionamiento de cada una de sus partes; el trabajo de fotografía es impecable y la coreografía en las peleas es una de las más conseguidas que se ha visto últimamente en pantalla, destacando por encima de todas la pelea final entre Rojo y el Príncipe Nuada.

El guiño a “La novia de Frankenstein” ayuda a conocer mejor los intereses y referentes cinematográficos de Del Toro y también a pensar en esa futura pero incierta adaptación que el director mexicano pretende llevar a cabo de la obra de Mary Shelley. Por contra, algunas secuencias, como la del paseo por las instalaciones de la Agencia, que recuerda y mucho a “Men In Black”, le restan algo de originalidad a la propuesta.

Con sus más y sus menos, “Hellboy 2: The Golden Army” es un estimulante, divertido y sumamente disfrutable entretenimiento veraniego que de seguro gustará -en mayor o menor medida- a los fans de la primera entrega, y que bien merece desde ya, una continuación que cierre la trilogía. Aunque con la ocupada agenda de su director, mucho me temo que tardaremos otros cuatro años en ver una secuela.


Lo mejor: la ambientación; que aún podamos disfrutar de un buen maquillaje y animatronics junto al cada vez más imprescindible CGI.

Lo peor: un guión más flojo y predecible en favor del espectáculo.


Valoración personal: Buena

sábado, agosto 23, 2008

"Street Dance", guerra en la pista de baile


En el 2006 llegó a las pantallas “Step Up”, un musical juvenil con chicos y chicas pegando bailoteos que tuvo bastante tirón en EE.UU., aunque por nuestras tierras pasó sin hacer mucho ruido. Dos años más tarde se estrena su secuela y tanto la historia como los personajes son nuevos y nada tienen que ver con su predecesora, salvo por el cameo del principal protagonista de aquella, Channing Tatum, cuya presencia aquí es más bien testimonial.

Atendiendo al hecho de que ahora están muy de moda en televisión los programas de bailes y que esto es una secuela de una película que probablemente hayan visto sólo cuatro gatos, las distribuidoras han decidido cambiarle el título y venderla como la película de bailes que –una parte de- los adolescentes españoles estaban esperando. El bautizo se ha producido con… ¡otro título en inglés! Así que de “Step Up 2, The Streets” pasamos a “Street Dance”, misma artimaña utilizada para “Shawn Of The Dead”, aquí “Zombies Party” (sin comentarios)


Nuestra protagonista es Andie (Brizna Evigan), una joven bailarina urbana cuya rebeldía no hace más que meterla en problemas. Cansada ya de tanta irresponsabilidad, su tutora legal, Sarah (amiga de su difunta madre), decide alejarla de las calles y, por ende, de sus amigos, enviándola a Texas con su tía. Para evitar tal reprimenda, Andie se apunta a la escuela de baile Maryland School of the Arts (MSA) para demostrarle a Sarah que puede hacer algo de provecho con su vida.

Una vez allí procura integrarse entre los demás estudiantes, pero su estilo de baile callejero no terminará de encajar con el recatadísimo y clasicista estilo del centro. Chase, uno de los mejores y más populares bailarines de la escuela, se interesa por Andie de un modo profesional y personal, y juntos deciden montar un grupo de bailarines para participar en “Las Calles”, un particular torneo en el que los bailarines de la calle demuestran al público las virguerías que son capaces de hacer en la pista de baile. Uno de los grupos rivales de Andie y sus nuevos compañeros serán, precisamente, sus antiguos amigos del barrio que, tras ingresar en la MSA, le dieron la espalda.


Steet Dance” es la típica película de bailes destinada a un público juvenil, repleta de estereotipos y clichés, y con sus chicos y chicas guapos y rebeldes y su música pegadiza. La trama es simple y está más sobada que el pomo de una puerta, por lo que en ese aspecto no hay mucho que resaltar. Así que si por algo destaca este film es principalmente por sus bailes, plagados de increíbles coreografías y movimientos imposibles. Eso es lo mejor que te puedes encontrar aquí y básicamente es lo que uno busca cuando asiste a su visionado. Por ese motivo no engaña a nadie y se asemeja a otros films de corte similar vistos ya en décadas anteriores como Fama, Flashdance, Dirty Dancing o Footloose.

Su superficialidad y sus abundantes topicazos se compensan de alguna manera con la espectacularidad de sus bailes y su cuidada puesta en escena, con unos actores/bailarines que dan lo mejor de sí cuando se trata de bailar y que hacen lo que pueden cuando se trata de actuar. Y no es que actúen mal, pero es que el guión es tan plano que poco pueden ofrecer. Eso sí, sus personajes resultan más o menos simpáticos y la relación amorosa entre la pareja protagonista es lo suficientemente soportable como para que entre baile y baile el espectador no se aburra.

Por lo demás, tenemos los típicos mensajes de superación personal, la rivalidad entre bandas y clases sociales (aquí los callejeros contra pijolandia) y el discursito moralista que en un momento dado su protagonista efectuará para emocionar al espectador (en este caso, es lo peor de la película). El chico se quedará con la chica, los buenos ganarán, los malos quedarán humillados y la película se olvidará al poco rato de salir de la sala.

Por lo tanto, “Street Dance” ni sorprende ni molesta. Se deja ver con facilidad gracias a sus sorprendentes bailoteos (una pasada, oye), pero si este tipo de películas te indigestan o simplemente te causan indiferencia, es probable que ésta no sea la excepción.


Lo mejor: los bailes y las diferentes coreografías, sin duda.

Lo peor: los abundantes tópicos.


Valoración personal:
Correcta

miércoles, agosto 13, 2008

"Mamma Mía", a bailar!


Siendo ‘Mamma Mía!’ uno de los musicales más exitosos de los escenarios de todo el mundo, no es de extrañar que en un momento u otro tuviera su pertinente adaptación al cine.
Representado en más de 170 ciudades a lo largo de 10 años, este musical inspirado en las canciones del grupo de pop ABBA, ha sido visto ya por más de 90 millones de personas y de seguro que aún le quedan muchos espectadores más a los que encadilar.

La adaptación cinematográfica de la obra pretende cosechar el mismo éxito, aunque conseguir atraer al público al cine con un musical no suele ser tarea fácil, ya que independientemente de su calidad, no es un género que arrastre a la gente en manada (quizás si hicieran uno con superhéroes o Harry Potter…, jeje).

La historia es la misma pero aprovechando las ventajas que este medio puede ofrecer. Una de ellas es básicamente la escenografía. Allí donde el escenario se quedaba pequeño y limitaba las secuencias musicales a pocos espacios, aquí se soluciona sacando el máximo partido a una espléndida isla paradisiaca con sus bellos paisajes y formidables vistas, además de varias localizaciones y estancias (casi todo se desarrolla en un hotel) que nutren la narración y por supuesto, la hacen más cinematográfica.

Sophie (Amanda Seyfried) está a punto de casarse, y para tal ocasión quiere contar con la presencia de su padre. Un padre que jamás supo de ella y del que Sophie desconoce por completo su identidad.

Por medio del diario de su madre (Meryl Streep), Sophie descubre a tres posibles candidatos que podrían ser su progenitor, pero a riesgo de tener que elegir al azar en base a unas pocas pistas, decide invitar a los tres hombres para que acudan a la boda y así averiguar en persona cuál de ellos puede ser el hombre que, una alocada noche de verano, dejó embarazada a su madre.

Los tres posibles candidatos, un hombre de negocios, un aventurero y un banquero, aceptan la invitación y se desplazan a la isla griega donde tendrá lugar la ceremonia, alojándose en secreto en el hotel propiedad de Donna, la madre de Sophie.

La llegada de los viejos amantes de Donna revolucionará tanto a la madre como a la hija, y la tarea de descubrir cuál es el padre de la novia será algo más complicado de lo que Sophie pensaba.

La premisa es sencilla y la trama se desarrolla sin demasiadas complicaciones para que todo fluya con facilidad al ritmo de la música. El enredo familiar es el hilo conductor de la historia y las canciones son parte de la narrativa mediante la cuál ésta se nos va relatando. Al ritmo del pop sueco de ABBA, los personajes nos confiesan sus sentimientos, y mientras canta y bailan, se desnudan antes nosotros -metafóricamene hablando- dejando al descubierto aquello que les aflige o les alegra.

Las canciones del grupo han sido introducidas de tal manera que las letras de las mismas encajen con la historia ideada para el musical (no estoy del todo seguro si algunas han sido variadas o ligeramente adaptadas).

Los números musicales se suceden uno tras a otro, con mayor o menor tiempo de ‘descanso’ entre uno u otro dependiendo del momento. En estos números no hay grandes alardes escénicos ni rebuscadas coreografías. Más bien todo se desarrolla con una calculada espontaneidad, haciendo de estos números algo fresco y dinámico, y transmitiendo en todo momento una sensación de -falsa- improvisación que le da un toque al conjunto mucho más natural y menos ampuloso que el de otros musicales.

Las canciones son sumamente pegadizas (aquí el mérito es de ABBA) y enseguida el ritmo traspasa la pantalla para atrapar alguna de tus extremidades (un pie, por ejemplo). Los temas más marchosos se van repartiendo, junto a las baladas, a lo largo de la película, aunque son los primeros los que más abundan. Gracias a ello, la película transmite una vitalidad y una energía extraordinarias.

Uno a uno, los temas del grupo sueco van desarrollando la trama y descubriéndonos a los personajes, siempre procurando divertirnos con el espectáculo y metiéndonos la marcha en el cuerpo. Se aprovecha en todo momento las situaciones cómicas propiciadas tanto por las coreografias como por, a veces, las extravagantes vestimentas, para sacarnos una cómplice sonrisa, y no hay duda que el reparto se lo ha pasado en grande haciendo la película, algo que se transmite perfectamente al espectador.

Realmente los actores/actrices cumplen bien con su trabajo, tanto en la interpretación como en el canto, siendo en lo segundo, unos mejores que otros, claro.

Meryl Streep ya no tiene que demostrarnos nada porque es por todos reconocido su talento y su versatilidad. Aquí, lejos de sus habituales papeles de mujer de armas tomar, tenemos a una Streep más afable y cariñosa.

Su hija en la ficción, Amanda Seyfried, es la que más sorprende a la hora de cantar, con una voz dulce que aguanta bien los tonos más agudos. Pero a nivel interpretativo, nos ofrece también una Sophie cándida y llena de buenos sentimientos.

Las que se llevan el premio gordo son las dicharacheras amigas de Donna/Streep, interpretadas por las actrices Julie Walters, la loba solitaria, como a sí misma se define su personaje; y Christine Baranski, la ricachona aficionada a los divorcios y a pasar por quirófano. Ambas están muy sueltas, consiguiendo que sus apariciones sean de las más divertidas de toda la película.

En cuanto al reparto masculino, poco se puede decir aparte de que todos cumplen correctamente con sus respectivos roles. En esta ocasión, las mujeres son las verdaderas protagonistas de la función (ya tocaba), y los hombres quedan relegados a un segundo plano. Si acaso, en lo que al canto se refiere, el que más chirría es Pierce Brosnan, que sin ser horrible del todo, queda muy por debajo del resto de sus compañeros/as.


Como musical que es, ‘Mamma Mía!’ está lleno de vida y fuerza. Te atrapa el primer instante y no aburre en ningún momento. La trama es simplona y los personajes no están 100% desarrollados, motivo por el cuál parte de la crítica se ha podido cebar con ella, pero eso es lo de menos porque no supone un impedimento para pasar un rato agradable.

Al fin y al cabo, lo que importa es que la historia interese y los personajes gusten para que luego los números musicales hagan el resto, y en mi opinión, lo han conseguido de sobra.

Una película de esas que te alegran el día. Recomendada especialmente a los amantes de los musicales. Y si os gusta ABBA, como a mí, ‘Mamma Mía!. La película’ os encantará.


Lo mejor: el contagioso entusiasmo que transmite; las actrices.

Lo peor: una trama muy simple al servicio de la música.


Valoración personal: Buena