Crítica La Carretera The Road
El favor del público y/o el de la crítica es esencial para que un escritor salga del anonimato y consiga cierto renombre en el mundillo de la literatura. Si luego recibe galardones que premien su trabajo o consigue que sus novelas se conviertan en best-sellers, entonces puede devenir en un blanco perfecto para que los estudios de Hollywood adapten sus novelas.
Cormac McCarthy es un aclamado escritor estadounidense cuya obra hace relativamente poco que ha dado el salto en el cine. Si exceptuamos un telefilm de finales de los 70, la primera adaptación para la gran pantalla fue “Todos los caballos bellos” (2000), dirigida por el actor y eventual director Billy Bob Thornton. El resultado no pudo ser peor: vilipendiada por la crítica y fracaso en taquilla.
Tuvieron que pasar siete años hasta que otro, o mejor dicho, otros intentaran de nuevo llevar al cine una novela de McCarthy. Estos fueron los hermanos Coen, que a diferencia de Thornton, obtuvieron unos resultados inmejorables con "No es país para viejos". Por un lado, un gran éxito de taquilla, recaudando seis veces más de lo que costó; y por el otro, obtuvo el beneplácito de la crítica, que ponía la cinta por las nubes con calificativos tales como “gran película” o “obra maestra”. Y por si eso fuera poco, se llevó 4 Oscars (merecidos o no, eso ya es otra cosa), entre los que destacaron Mejor película y Mejor director. Claro que entre público la opinión estaba divida a partes desiguales entre los que creían haber visto un peliculón y los que pensaban que era un tostón de cuidado.
La Carretera (The Road), basada en la novela homónima ganadora de un Premio Pulitzer, tiene todas las papeletas para producir las mismas sensaciones encontradas entre el público, si bien la crítica ya se ha deshecho en elogios, como era de esperar. Aunque no deja de ser extraño que no haya ni rastro de ella en los nominados a los Oscars 2010…
La película nos sumerge en un mundo post-apocalíptico en el que un padre (Viggo Mortensen) y su hijo (Kodi Smit-McPhee) tratarán de sobrevivir como puedan en una tierra hostil y devastada por un cataclismo. Juntos emprenderán un viaje hacia el sur, donde está la costa, en busca de un lugar seguro donde asentarse. En su camino se cruzarán con otros pocos supervivientes, algunos de los cuales pueden ser un grave obstáculo, ya que no son pocos los que, en vista de la escasez de alimentos, han decidido optar por el canibalismo para su supervivencia.
Esta sería una escueta sinopsis de la “La Carretera”, y eso es básicamente lo que podemos encontrar en ella, ni más ni menos. Obviamente, se trata de una atípica cinta post-apocalíptica en la que no hay forzudos héroes –o anithéroes- que luchen contra un montón de brutos armados hasta los dientes, ni tampoco escenas de acción cargadas de pirotecnia y adrenalina por un tubo. Esto es algo que ya sabrán de sobra aquellos que conozcan la novela, pero para los que no, era importante dejarlo bien claro, ya que el tráiler puede –y quiere- dar una idea equivocada del tipo de película que realmente es.
Tras un cataclismo del que apenas tenemos información (no sabemos por qué se originó, aunque podemos hacernos una idea…), el mundo y la civilización se han ido al garete. La tierra es un lugar estéril en el que ya no crece nada ni se pueden cultivar alimentos; animales de cualquier hábitat (tierra, mar o aire) parecen haberse extinguido, y de la raza humana apenas quedan unos pocos supervivientes. Estos últimos pobladores del planeta Tierra tan sólo pueden sobrevivir de dos formas: alimentándose de los escasos restos de comida que encuentren por el camino o bien alimentándose de otros supervivientes, es decir, comiendo carne humana. Cualquiera de las dos opciones no parece asegurar la continuidad de la especie.
Mortensen interpreta aquí a un hombre que, pese al desolador panorama, mantiene aún su cordura y sus ganas de vivir. Y lo hace en compañía de su hijo pequeño, a quién cuida y protege de todo peligro. También prepara al joven para el día en el que él ya no esté ahí o para acabar con su propia vida en caso de que caigan en manos de los caníbales.
En busca de un lugar mejor para vivir, se encaminan hacia el sur, pero la travesía hasta ahí no resulta nada fácil, y además de sortear a los temibles caníbales, deben hacer frente también a la desesperación y sobre todo al hambre.
“La Carrettera” es, a grandes rasgos, una película dura y descorazonadora. Pero además de eso, tiene algo que pocas tienen: personajes de verdad, creíbles y sobre todo, humanos, con sus virtudes y sus defectos.
En un mundo dejado de la mano de Dios, en donde impera la ley del más fuerte, un hombre honrado y un niño son presas fáciles. Y aunque continuamente el padre se esfuerza en hacerle ver a su hijo la diferencia entre los buenos (ellos) y los malos (los caníbales), realmente el instinto de supervivencia apenas deja lugar a distinciones. Nadie es bueno ni malo en el caos. Sobrevivir es lo único que importa, y hay que hacerlo a cualquier precio.
De ahí que, a veces, la inocencia del pequeño choque con la actitud fría y conservadora de su padre para con los extraños. A fin de cuentas, si el mundo no es un lugar amable… ¿por qué serlo ellos? No hay tiempo para ser un buen samaritano; sólo hay tiempo para preocuparse de uno mismo, y en este caso, además, con la responsabilidad de mantener a salvo a tu hijo.
En ese sentido, momentos como el del ladrón de la carreta o el del encuentro con el viejo solitario (interpretado por un casi irreconocible Robert Duvall), resultan ser de lo más desalentadores. Tramos duros, tristes y sin contemplaciones, pese a los resquicios de benevolencia que puedan existir en el segundo caso.
En cuestiones estrictamente cinematográficas, vale decir que se trata de una película de ritmo pausado, en la que apenas ocurren grandes cosas o situaciones realmente determinantes para el devenir de la trama (unas pocas, nada más). Como espectadores, nos limitamos a observar ese camino lleno de obstáculos, deseos y recuerdos que llevan a cabo padre e hijo.
Los encuentros con otros supervivientes son eventuales y duran muy pocos minutos, lo cual, quizás (según los gustos de cada uno), sea un punto en su contra. No porque los personajes principales no sean suficiente como para soportar todo el peso de la película, sino porque parece que le falte chicha para llenar esas casi dos horas de metraje. Y mientras que algunos momentos parecen alagarse en exceso, otros tantos se resuelven de forma algo precipitada. Entre unos y otros, se intercalan –necesarios - flashbacks mediante los cuales sabemos un poco más del personaje interpretado por Mortensen, quién, dicho sea de paso, realiza una estupenda interpretación que desgraciadamente no ha sido recompensada con, cuanto menos, una nominación al Oscar.
Otro punto en contra, y esto es muy subjetivo, es el hijo, por el que apenas sentí lástima o sufrimiento alguno. Todo lo contrario, pues me resultó de lo más molesto y cargante, sensación que derrumba por completo cualquier empatía que puede tener con su personaje. No sé si fue su a veces repelente –aunque comprensible- actitud o directamente el modo de interpretarlo del joven Kodi Smit-McPhee, pero la cuestión es que fue, en parte, decisivo para que la película de John Hillcoat (responsable del interesante y también atípico western “La Propuesta”) no cruzara la línea que separa el “me ha gustado” del “me ha encantado”.
Por otro lado, tengo la sensación de que esta historia se saborea mejor leyéndola que viéndola (procuraré hacerme con el libro cuanto antes). Aunque eso sí, la decadente y gris atmósfera retratada en la película no tiene desperdicio, méritos a parte de un excelente trabajo de fotografía por parte del español Javier Aguirresarobe.
En resumidas cuentas, si no os entusiasman demasiado las películas post-apocalípticas, está claro que “La Carretera” no será la propuesta que os haga cambiar de opinión. Y si el ritmo pausado os produce somnolencia, mejor manteneros alejados de ella. En caso contrario, podéis acercaros al cine y comprobar por vosotros mismos si la película de Hillcoat cumple o no vuestras expectativas (en mi caso, a medias). A los que hayan leído la novela, creo oportuno recomendársela sin reparos, aunque es muy probable que consideren mucho mejor la versión escrita (como suele ser habitual)
Lo mejor: Viggo Mortensen; la relación padre-hijo.
Lo peor: el hijo; lo realmente poco que sucede para las dos horas que dura.
Valoración personal: Correcta
5 comentarios:
La película suena bastante interesante. La historia de Cormac McCarthy me llama mucho la atención, y en lo personal yo disfruto mucho las películas post-apocalípticas y e ésta se ve como una entrada que vale la pena. Y cuando la llamas "dura y descorazonadora" me eleva la curiosidad. Ya la veré.
¡Saludos!
El cine post-apocalítpico ya es todo un subgénero. A mi también me gusta, aunque como ya advierto en la crítica, se trata de una cinta bastante atípica.
Espero que te guste. Ya me contarás ;)
Saludos :)
Todavía no la he visto, pero personalmente el cine post-apocalíptico me interesa bastante. Lo único que me tira para atrás es el hecho de que sea una cinta lenta, aunque en los últimos tiempos las vengo soportando un tanto mejor. Igualmente estando Viggo Mortensen en pantalla, hay que verla si o si.
Saludos!
Mortensen es lo mejor de la cinta, eso por descontado.
En cuanto a las películas lentas, pues todo depende de cómo sea la película y el interés que ésta consiga suscitarte. Las hay que terminan siendo un plomazo, y las hay que no. Ésta es de las que a mí me ha gustado.
Saludos ;)
¿Correcta? ¿Lo poco que sucede en las dos horas que dura?
¿Habremos visto la misma película?
Tremenda, intensa, dos horas de tensión y buen cine, cine con mayúsculas. Suceden muchas cosas, no hay tregua, emocionalmente trepidante.
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