crítica El aprendiz de brujo 2010 Jon Turteltaub
El nombre de Jerry Bruckheimer va ligado irremediablemente a los blockbusters taquilleros. Bajo su tutela se han producido algunos de los entretenimientos más populares y rentables de los 80 y 90 (Top Gun, Superdetective en Hollywood, Dos policías rebeldes, La Roca, Con Air, Piratas del Caribe, etc.)
Sus producciones son casi siempre sinónimo de entretenimiento y dinero, pero parece que éste no está siendo su año. Sería muy precipitado decir que su reinado ha tocado fondo, más cuando se está gestando ya la cuarta entrega de Jack Sparrow y cía., una de sus sagas más productivas, pero lo cierto es que ni “Prince of Persia” ni ésta “El aprendiz de brujo” están cumpliendo las expectativas.
A la adaptación consolera de Mike Newell su abultado presupuesto de 200 millones de dólares le impide ser un éxito, habiendo recaudado la tampoco nada despreciable cifra de 329 millones en todo el mundo. Poquito a poco ha ido cubriendo costes y maquillando un poco su recaudación, pero sus pretensiones de franquicia relevo de los piratas caribeños parecen haberse esfumado.
A “El aprendiz de brujo” aún le quedan algunos países en los que estrenarse, pero su taquilla doméstica ha sido bastante floja, y nuevamente el mercado internacional es el que permite, como mínimo, cubrir esos 150 millones que ha costado realizarla.
Malos tiempos pues para Bruckheimer, aunque nada que no pueda resolverse en los años venideros.
Balthazar Blake (Nicolas Cage) es un gran hechicero que vive en el Manhattan de nuestros días. Su mayor enemigo es otro hechicero, Maxim Horvath (Alfed Molina), antiguo compañero y amigo de Blake hasta que se pasó al “lado oscuro”. Horvath quiere liberar a la pérfida Morgana de su cautiverio y traer consigo las fuerzas del mal a la tierra. Balthazar tratará de impedirlo, pero no podrá hacerlo solo, por lo que reclutará a un joven aprendiz, Dave Stutler (Jay Baruchel), un chico aparentemente normal pero que oculta un gran potencial en su interior.
Sin quererlo ni beberlo, Stutler se convertirá en su protegido, instruyéndose en el enigmático arte de la antigua magia. Sólo juntos podrán vencer a las fuerzas de la oscuridad.
La película se inspira muy libremente en el segmento de "The Sorcerer's Apprentice" del musical animado de Disney Fantasía, aquél en el que Mickey Mouse es un aprendiz de mago que pierde un poco el control de sus poderes. Esta misma historia tendría una nueva versión en Fantasía 2000, secuela del clásico de los años 40.
Añadir además que este segmento está a su vez basado en un poema sinfónico de Paul Dukas de 1890 y en una balada de 1797 de Johann Wolfgang von Goethe.
Pese a esto, debe quedar claro que esta cinta sólo se inspira en dicha historia, y que todo lo demás es pura invención de los guionistas, que en base a esa premisa han construido un blockbuster familiar cargado de hechizos y efectos especiales.
La historia empieza contándonos el pasado de Balthazar, Horvath y Veronica, tres discípulos de del poderoso Merlín. En pocos minutos, conocemos sus orígenes, a su archi-enemiga - la no menos poderosa Morgana le Fay (Alice Krige)- y lo que ocurre para que su lucha se extienda hasta nuestro días.
Este prólogo es atractivo e interesante para conocer bien la historia de Balthazar y cía, y nos ahorra tener que verlo en un posible flashback a lo largo del metraje (que no deja de ser otra opción narrativa), pero quizás el problema radique en que está explicado de forma un tanto apresurada, como si tuvieran prisa por pasar rápidamente a la actualidad.
El resto de la historia es bastante típica: chico empollón y poco social será el elegido para la luchar contra el mal. Entre tanto, intentará también conquistar a la chica de sus sueños.
La trama, previsible al 100%, se apoya básicamente en la pareja “maestro y pupilo” que forman Balthazar y Dave. El mago instruirá al joven aprendiz en el arte de la magia para poder vencer juntos a Horvath, que tampoco perderá el tiempo en su intento de liberar a Morgana. La magia tiene su parte de ciencia, por lo que Dave, que es estudiante de física, no tiene muchos problemas para comprender su funcionamiento. Aunque practicarla, ya es otra cosa…
Los entrenamientos propician momentos simpáticos, con Balthazar guiando a su aprendiz con mano dura y éste sudando la gota gorda para poder dominar unos poderes que ni siquiera sabía que tenía. Además, su torpeza inicial da pie precisamente al momento en el que la cinta hace honor a su nombre y recrea el segmento de Fantasía.
Entre lección y lección, Dave va estrechando lazos con Becky (Teresa Palmer), esa amiga de la infancia por la que siempre estuvo coladito (el detalle de la notita tiene su gracia, tanto al inicio como al final)
A lo largo del metraje se van sucediendo también los enfrentamientos entre los magos, procurando así que el camino hasta el climax final sea lo suficientemente entretenido como para el espectador no se aburra. En ese sentido, las secuencias más cañeras están bien rodadas y con unos efectos especiales competentes, aunque tampoco nada que no hayamos visto antes. De todas maneras, no olvidemos que estamos ante un film familiar, con lo que la épica y la acción son bastante contenidas, más teniendo en cuenta que se maneja una historia muy localizada.
Algunos de los trucos u hechizos que utilizan los magos son llamativos, aunque básicamente sus duelos se basan en la telequinesis y en lanzarse “Kame Hames” (de hecho, la batalla final entre Dave y Morgana es puro Dragonball) En ese aspecto, quizás es demasiado reiterativa y se le habría podido sacar más jugo.
Del reparto apenas hay quejas, ya que tampoco hay mucho que exigirles.
Nicolas Cage, que luce una estrafalaria indumentaria a medio camino entre un brujo y un vagabundo, hace un trabajo aceptable. Su Balthazar es bastante campechano, y el actor parece encontrarse a gusto en el papel. Quizás sea difícil recuperar al Cage de los 90, pero al menos esta vez, como en Kick-Ass, le echa un poco de ganas (sin caras de acelga ni molestos histrionismos)
A Jay Baruchel el papel de chico del montón y sin demasiada suerte con las chicas le viene que ni pintado. Con su físico y su soltura en estos papeles, hace de Dave un simpático empollón.
Al igual que en “She's Out of My League” (típica y tópica comedia romántica juvenil que, inesperadamente, se deja ver con agrado), lo vuelven a emparejar con otra rubia pibón. En este caso, con la guapísima Teresa Palmer, con la que congenia bastante bien en pantalla. La chica, además, cumple con su rol.
El genial Alfred Molina es el villano de la función, pero tampoco es demasiado cruel dadas las características del film y el público al que va dirigido. Su Horvath y el Balthazar de Cage están a la par en poderes, así que el que más le teme es Dave. Un malo maloso un tanto infantil, pero con su toque cínico.
Toby Kebbell es Drake Stone, el estrafalario –y ridículo- ayudante de Horvath. Su personaje podía haber dado algo más de sí, pero tampoco está mal.
Alice Krige apenas tiene minutos en pantalla, por lo que poco importa quién interpretase a Morgana. De hecho, su duelo final con Dave es un tanto breve y no alcanza las cotas de espectacularidad que quizás requería la película.
Más de lo mismo para una casi anecdótica aparición de Monica Bellucci, que luce sus exuberantes 45 primaveras y poco más.
“El aprendiz de brujo” es una tontorrona pero entretenida película de aventuras para toda la familia. No molesta pero tampoco entusiasma. Quizás con el 3D de turno hubiera rascado algo más de taquilla (cosas peores se han estrenado y han arrasado con el añadido estereoscópico)
P.D.: Atención al guiño a Toy Story y a la escena tras los créditos, la cual no dice nada que no imagináramos ya en el desenlace.
El nombre de Jerry Bruckheimer va ligado irremediablemente a los blockbusters taquilleros. Bajo su tutela se han producido algunos de los entretenimientos más populares y rentables de los 80 y 90 (Top Gun, Superdetective en Hollywood, Dos policías rebeldes, La Roca, Con Air, Piratas del Caribe, etc.)
Sus producciones son casi siempre sinónimo de entretenimiento y dinero, pero parece que éste no está siendo su año. Sería muy precipitado decir que su reinado ha tocado fondo, más cuando se está gestando ya la cuarta entrega de Jack Sparrow y cía., una de sus sagas más productivas, pero lo cierto es que ni “Prince of Persia” ni ésta “El aprendiz de brujo” están cumpliendo las expectativas.
A la adaptación consolera de Mike Newell su abultado presupuesto de 200 millones de dólares le impide ser un éxito, habiendo recaudado la tampoco nada despreciable cifra de 329 millones en todo el mundo. Poquito a poco ha ido cubriendo costes y maquillando un poco su recaudación, pero sus pretensiones de franquicia relevo de los piratas caribeños parecen haberse esfumado.
A “El aprendiz de brujo” aún le quedan algunos países en los que estrenarse, pero su taquilla doméstica ha sido bastante floja, y nuevamente el mercado internacional es el que permite, como mínimo, cubrir esos 150 millones que ha costado realizarla.
Malos tiempos pues para Bruckheimer, aunque nada que no pueda resolverse en los años venideros.
Balthazar Blake (Nicolas Cage) es un gran hechicero que vive en el Manhattan de nuestros días. Su mayor enemigo es otro hechicero, Maxim Horvath (Alfed Molina), antiguo compañero y amigo de Blake hasta que se pasó al “lado oscuro”. Horvath quiere liberar a la pérfida Morgana de su cautiverio y traer consigo las fuerzas del mal a la tierra. Balthazar tratará de impedirlo, pero no podrá hacerlo solo, por lo que reclutará a un joven aprendiz, Dave Stutler (Jay Baruchel), un chico aparentemente normal pero que oculta un gran potencial en su interior.
Sin quererlo ni beberlo, Stutler se convertirá en su protegido, instruyéndose en el enigmático arte de la antigua magia. Sólo juntos podrán vencer a las fuerzas de la oscuridad.
La película se inspira muy libremente en el segmento de "The Sorcerer's Apprentice" del musical animado de Disney Fantasía, aquél en el que Mickey Mouse es un aprendiz de mago que pierde un poco el control de sus poderes. Esta misma historia tendría una nueva versión en Fantasía 2000, secuela del clásico de los años 40.
Añadir además que este segmento está a su vez basado en un poema sinfónico de Paul Dukas de 1890 y en una balada de 1797 de Johann Wolfgang von Goethe.
Pese a esto, debe quedar claro que esta cinta sólo se inspira en dicha historia, y que todo lo demás es pura invención de los guionistas, que en base a esa premisa han construido un blockbuster familiar cargado de hechizos y efectos especiales.
La historia empieza contándonos el pasado de Balthazar, Horvath y Veronica, tres discípulos de del poderoso Merlín. En pocos minutos, conocemos sus orígenes, a su archi-enemiga - la no menos poderosa Morgana le Fay (Alice Krige)- y lo que ocurre para que su lucha se extienda hasta nuestro días.
Este prólogo es atractivo e interesante para conocer bien la historia de Balthazar y cía, y nos ahorra tener que verlo en un posible flashback a lo largo del metraje (que no deja de ser otra opción narrativa), pero quizás el problema radique en que está explicado de forma un tanto apresurada, como si tuvieran prisa por pasar rápidamente a la actualidad.
El resto de la historia es bastante típica: chico empollón y poco social será el elegido para la luchar contra el mal. Entre tanto, intentará también conquistar a la chica de sus sueños.
La trama, previsible al 100%, se apoya básicamente en la pareja “maestro y pupilo” que forman Balthazar y Dave. El mago instruirá al joven aprendiz en el arte de la magia para poder vencer juntos a Horvath, que tampoco perderá el tiempo en su intento de liberar a Morgana. La magia tiene su parte de ciencia, por lo que Dave, que es estudiante de física, no tiene muchos problemas para comprender su funcionamiento. Aunque practicarla, ya es otra cosa…
Los entrenamientos propician momentos simpáticos, con Balthazar guiando a su aprendiz con mano dura y éste sudando la gota gorda para poder dominar unos poderes que ni siquiera sabía que tenía. Además, su torpeza inicial da pie precisamente al momento en el que la cinta hace honor a su nombre y recrea el segmento de Fantasía.
Entre lección y lección, Dave va estrechando lazos con Becky (Teresa Palmer), esa amiga de la infancia por la que siempre estuvo coladito (el detalle de la notita tiene su gracia, tanto al inicio como al final)
A lo largo del metraje se van sucediendo también los enfrentamientos entre los magos, procurando así que el camino hasta el climax final sea lo suficientemente entretenido como para el espectador no se aburra. En ese sentido, las secuencias más cañeras están bien rodadas y con unos efectos especiales competentes, aunque tampoco nada que no hayamos visto antes. De todas maneras, no olvidemos que estamos ante un film familiar, con lo que la épica y la acción son bastante contenidas, más teniendo en cuenta que se maneja una historia muy localizada.
Algunos de los trucos u hechizos que utilizan los magos son llamativos, aunque básicamente sus duelos se basan en la telequinesis y en lanzarse “Kame Hames” (de hecho, la batalla final entre Dave y Morgana es puro Dragonball) En ese aspecto, quizás es demasiado reiterativa y se le habría podido sacar más jugo.
Del reparto apenas hay quejas, ya que tampoco hay mucho que exigirles.
Nicolas Cage, que luce una estrafalaria indumentaria a medio camino entre un brujo y un vagabundo, hace un trabajo aceptable. Su Balthazar es bastante campechano, y el actor parece encontrarse a gusto en el papel. Quizás sea difícil recuperar al Cage de los 90, pero al menos esta vez, como en Kick-Ass, le echa un poco de ganas (sin caras de acelga ni molestos histrionismos)
A Jay Baruchel el papel de chico del montón y sin demasiada suerte con las chicas le viene que ni pintado. Con su físico y su soltura en estos papeles, hace de Dave un simpático empollón.
Al igual que en “She's Out of My League” (típica y tópica comedia romántica juvenil que, inesperadamente, se deja ver con agrado), lo vuelven a emparejar con otra rubia pibón. En este caso, con la guapísima Teresa Palmer, con la que congenia bastante bien en pantalla. La chica, además, cumple con su rol.
El genial Alfred Molina es el villano de la función, pero tampoco es demasiado cruel dadas las características del film y el público al que va dirigido. Su Horvath y el Balthazar de Cage están a la par en poderes, así que el que más le teme es Dave. Un malo maloso un tanto infantil, pero con su toque cínico.
Toby Kebbell es Drake Stone, el estrafalario –y ridículo- ayudante de Horvath. Su personaje podía haber dado algo más de sí, pero tampoco está mal.
Alice Krige apenas tiene minutos en pantalla, por lo que poco importa quién interpretase a Morgana. De hecho, su duelo final con Dave es un tanto breve y no alcanza las cotas de espectacularidad que quizás requería la película.
Más de lo mismo para una casi anecdótica aparición de Monica Bellucci, que luce sus exuberantes 45 primaveras y poco más.
“El aprendiz de brujo” es una tontorrona pero entretenida película de aventuras para toda la familia. No molesta pero tampoco entusiasma. Quizás con el 3D de turno hubiera rascado algo más de taquilla (cosas peores se han estrenado y han arrasado con el añadido estereoscópico)
P.D.: Atención al guiño a Toy Story y a la escena tras los créditos, la cual no dice nada que no imagináramos ya en el desenlace.
Lo mejor: entretiene y los efectos especiales, su mayor baza, son convincentes.
Lo peor: no se aprovechan todas las posibilidades que ofrece esta "versión" del clásico de Disney.
Valoración personal: Correcta
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