critica Río 2011 Carlos Saldanha
Blue Sky Studios es uno de los estudios que mejor ha sabido abrirse paso en el cada vez más competitivo campo de la animación por ordenador. Con Pixar y Disney (juntos o por separado) a la cabeza, y Dreamworks pisándole los talones como máximo rival, la animación digital ha abierto un nuevo filón al que poco a poco otros estudios han querido sumarse. Lo que antes, con la animación tradicional en 2D, estaba reservado a unos pocos (al menos en Hollywood), ahora parece haberse extendido de forma considerable, con lo que cada año tenemos más propuestas animadas en cartelera. Y eso supone, además de mayor competencia, también un beneficio para el espectador, que tiene más dónde escoger y/o más con lo que disfrutar.
Blue Sky -en colaboración con Twentieth Century Fox Animation- acertó de lleno debutando con el largometraje ‘Ice Age: la edad de hielo’, una simpática película que ha terminado convirtiéndose en una exitosa saga que ya va camino de ser una tetralogía (el estreno de la cuarta entrega se prevé para el año próximo). Pero entre secuela y secuela de los animales prehistóricos, también han tenido tiempo para crear mundos robóticos con ‘Robots’ y para adaptar el cuento infantil ‘Horton Hears a Who!’ (aka ‘Horton’ a secas) del escritor apodado Dr. Seuss. De hecho, y a excepción de ésta última, todas estas películas han estado dirigidas o co-dirigidas por su co-fundador, Carlos Saldanha, que de nuevo repite en solitario con ‘Río’.
La historia gira en torno a Blu, un guacamayo domesticado que jamás aprendió a volar y que disfruta de una cómoda -y casi humana- vida al lado de su propietaria y amiga, Linda, en la pequeña ciudad de Moose Lake (Minnesota).
Un buen día, reciben la inesperada visita de Tulio, un científico experto en aves que les comunica que Blu es la única esperanza para evitar que su especie se extinga. Tulio pide a Linda que viajen hasta Río de Janeiro para que el azulado pájaro ’se junte’ con Perla, la última hembra que queda de su especie. Pese a las reticencias iniciales, Linda y Blu deciden hacer el viaje.
Una vez en Brasil, sin embargo, Blu y Perla son secuestrados por un grupo de torpes contrabandistas de animales. Con un poco de ingenio, ambos logran escapar de sus secuestradores, pero su aventura por las calles de Río de Janeiro no ha hecho más que empezar…
Con esta colorida propuesta (porque si de algo puede presumir ‘Río’ es de una rica gama de colores) Saldanha parece haber querido rendir un pequeño homenaje a su ciudad natal, Río de Janeiro. Y es que prácticamente toda la historia transcurre en la capital, ejerciendo ésta casi como un personaje más de la trama. Son fácilmente reconocibles algunos de los lugares o monumentos más famosos de la ciudad (el Cristo Redentor, una de las siete maravillas del mundo) e incluso su tradicional y mundialmente famoso Carnaval, el cual llega a tener un destacado protagonismo en la película.
En Brasil empieza y acaba la historia de Blu, un guacamayo que, siendo un polluelo, es arrancado de su hogar y dejado, por accidente, en medio de un nevado pueblo de Minnesota. Allí lo encuentra Linda, una amable librera que lo adopta y lo cuida casi como a un hijo. Con los años, el vínculo de amistad entre Blu y Linda crece y se hace más y más fuerte, y con ello, también el acomodamiento del azulado pájaro a una vida hogareña, lejos de los peligros (y la libertad) de la salvaje selva brasileña.
Es por eso que su llegada a Río supone para Blu todo un acontecimiento. Y una vez que se ve en vuelto en la trama de los traficantes de animales, su estancia allí se convierte en una verdadera odisea emocional y física. Junto a los nuevos amigos que hará por el camino, Blu emprenderá una aventura en busca de sus raíces, del valor para aprender a volar y, por supuesto, del amor.
Y es que en este tipo de historias no faltan ni los amigos del prota (entre ellos siempre está el secundario gracioso), el amor por el que éste suspirará (aunque al principio no congenien en absoluto), y el malo maloso de turno y sus secuaces (que si pueden ser torpes y cazurros, mejor que mejor). En este caso, además, habría que añadir a una vil y resentida cacatúa australiana llamada Nigel, que ejerce de sicario del jefe de los contrabandistas y que supone la mayor amenaza de Blu y cía (amén de ser uno de los personajes más destacables de la cinta); o a los monos carteristas, que más que monos parecen gremlins.
Aunque parezcan demasiados, todos estos personajes -más los que he preferido omitir- funcionan cada uno como parte de un todo, y si bien quizás no llegan a tener el carisma de, por ejemplo, los protagonistas de Ice Age, el espectador sí logra simpatizar con ellos (más con los animales que con los humanos, eso sí).
En algunos aspectos, la trama podría recordarnos a la -para mi, mediocre- saga Madagascar de Dreamworks, por aquello de tener por protagonista a un animal salvaje domesticado. Luego el resumen del paso de los años juntos de Linda y Blu a base de fotos se asemejaría al de ‘Up’ (sólo que sin el intenso puntito dramático que tan bien sabe encasquetarnos el estudio del flexo); y en cuanto al mensaje ecológico, digamos que Río quedaría más emparentada con la española ‘El lince perdido’. De todos modos, el film de Saldanha se siente diferente y es visualmente muy atractivo.Blue Sky Studios es uno de los estudios que mejor ha sabido abrirse paso en el cada vez más competitivo campo de la animación por ordenador. Con Pixar y Disney (juntos o por separado) a la cabeza, y Dreamworks pisándole los talones como máximo rival, la animación digital ha abierto un nuevo filón al que poco a poco otros estudios han querido sumarse. Lo que antes, con la animación tradicional en 2D, estaba reservado a unos pocos (al menos en Hollywood), ahora parece haberse extendido de forma considerable, con lo que cada año tenemos más propuestas animadas en cartelera. Y eso supone, además de mayor competencia, también un beneficio para el espectador, que tiene más dónde escoger y/o más con lo que disfrutar.
Blue Sky -en colaboración con Twentieth Century Fox Animation- acertó de lleno debutando con el largometraje ‘Ice Age: la edad de hielo’, una simpática película que ha terminado convirtiéndose en una exitosa saga que ya va camino de ser una tetralogía (el estreno de la cuarta entrega se prevé para el año próximo). Pero entre secuela y secuela de los animales prehistóricos, también han tenido tiempo para crear mundos robóticos con ‘Robots’ y para adaptar el cuento infantil ‘Horton Hears a Who!’ (aka ‘Horton’ a secas) del escritor apodado Dr. Seuss. De hecho, y a excepción de ésta última, todas estas películas han estado dirigidas o co-dirigidas por su co-fundador, Carlos Saldanha, que de nuevo repite en solitario con ‘Río’.
La historia gira en torno a Blu, un guacamayo domesticado que jamás aprendió a volar y que disfruta de una cómoda -y casi humana- vida al lado de su propietaria y amiga, Linda, en la pequeña ciudad de Moose Lake (Minnesota).
Un buen día, reciben la inesperada visita de Tulio, un científico experto en aves que les comunica que Blu es la única esperanza para evitar que su especie se extinga. Tulio pide a Linda que viajen hasta Río de Janeiro para que el azulado pájaro ’se junte’ con Perla, la última hembra que queda de su especie. Pese a las reticencias iniciales, Linda y Blu deciden hacer el viaje.
Una vez en Brasil, sin embargo, Blu y Perla son secuestrados por un grupo de torpes contrabandistas de animales. Con un poco de ingenio, ambos logran escapar de sus secuestradores, pero su aventura por las calles de Río de Janeiro no ha hecho más que empezar…
Con esta colorida propuesta (porque si de algo puede presumir ‘Río’ es de una rica gama de colores) Saldanha parece haber querido rendir un pequeño homenaje a su ciudad natal, Río de Janeiro. Y es que prácticamente toda la historia transcurre en la capital, ejerciendo ésta casi como un personaje más de la trama. Son fácilmente reconocibles algunos de los lugares o monumentos más famosos de la ciudad (el Cristo Redentor, una de las siete maravillas del mundo) e incluso su tradicional y mundialmente famoso Carnaval, el cual llega a tener un destacado protagonismo en la película.
En Brasil empieza y acaba la historia de Blu, un guacamayo que, siendo un polluelo, es arrancado de su hogar y dejado, por accidente, en medio de un nevado pueblo de Minnesota. Allí lo encuentra Linda, una amable librera que lo adopta y lo cuida casi como a un hijo. Con los años, el vínculo de amistad entre Blu y Linda crece y se hace más y más fuerte, y con ello, también el acomodamiento del azulado pájaro a una vida hogareña, lejos de los peligros (y la libertad) de la salvaje selva brasileña.
Es por eso que su llegada a Río supone para Blu todo un acontecimiento. Y una vez que se ve en vuelto en la trama de los traficantes de animales, su estancia allí se convierte en una verdadera odisea emocional y física. Junto a los nuevos amigos que hará por el camino, Blu emprenderá una aventura en busca de sus raíces, del valor para aprender a volar y, por supuesto, del amor.
Y es que en este tipo de historias no faltan ni los amigos del prota (entre ellos siempre está el secundario gracioso), el amor por el que éste suspirará (aunque al principio no congenien en absoluto), y el malo maloso de turno y sus secuaces (que si pueden ser torpes y cazurros, mejor que mejor). En este caso, además, habría que añadir a una vil y resentida cacatúa australiana llamada Nigel, que ejerce de sicario del jefe de los contrabandistas y que supone la mayor amenaza de Blu y cía (amén de ser uno de los personajes más destacables de la cinta); o a los monos carteristas, que más que monos parecen gremlins.
Aunque parezcan demasiados, todos estos personajes -más los que he preferido omitir- funcionan cada uno como parte de un todo, y si bien quizás no llegan a tener el carisma de, por ejemplo, los protagonistas de Ice Age, el espectador sí logra simpatizar con ellos (más con los animales que con los humanos, eso sí).
Eso sí, hay que decir que el efecto estereoscópico es bastante intrascendente y, por tanto, no creo que en este caso en particular añada un plus a su visionado (no como en ‘Gru, mi villano favorito’, que al menos le sacaba algo de provecho a este ‘ingenioso -y poco novedoso- sacacuartos’). Así que verla en 2D es tan buena opción como en 3D, aunque también es cierto que son este tipo de películas, las animadas, las que permiten sacarle más y mejor partido a esta moda.
Efectismos a parte, la historia tiene un destacable componente musical que captura a la perfección la esencia y los ritmos de Brasil.
Los momentos musicales, con sus alegres canciones (aunque yo soy más de mambo que de samba, todo sea dicho) y sus bailes amenizan la trama sin resultar un estorbo ni hacerse pesados por alargarse en exceso, cosa que no ocurre. Y en un momento u otro, casi todos los personajes se contagian del compás brasileiro y demuestran su talento por el baile e incluso el canto. Claro que detrás de esos animales pixelados hay todo un elenco de estrellas musicales tales como will.i.am (de Black Eyed Peas), Jamie Foxx (que, para el que no lo sepa, también es cantante), Bebel Gilberto, Taio Cruz, Ester Dean, Siedah Garrett, Jemaine Clement y el más conocido para todos nosotros, Carlinhos Brown.
Así que con todo, y pese a sus más que evidentes clichés, ‘Río’ resulta ser una amena, vistosa y animada (valga la redundancia) propuesta de animación. Más entretenida que divertida, pero igualmente recomendada para toda la familia (especialmente para los más pequeños).
Lo mejor: su colorido aspecto visua ly su musicalidad.
Lo peor: algunos gags de carácter infantil.
Valoración personal: Correcta
Los momentos musicales, con sus alegres canciones (aunque yo soy más de mambo que de samba, todo sea dicho) y sus bailes amenizan la trama sin resultar un estorbo ni hacerse pesados por alargarse en exceso, cosa que no ocurre. Y en un momento u otro, casi todos los personajes se contagian del compás brasileiro y demuestran su talento por el baile e incluso el canto. Claro que detrás de esos animales pixelados hay todo un elenco de estrellas musicales tales como will.i.am (de Black Eyed Peas), Jamie Foxx (que, para el que no lo sepa, también es cantante), Bebel Gilberto, Taio Cruz, Ester Dean, Siedah Garrett, Jemaine Clement y el más conocido para todos nosotros, Carlinhos Brown.
Así que con todo, y pese a sus más que evidentes clichés, ‘Río’ resulta ser una amena, vistosa y animada (valga la redundancia) propuesta de animación. Más entretenida que divertida, pero igualmente recomendada para toda la familia (especialmente para los más pequeños).
Lo mejor: su colorido aspecto visua ly su musicalidad.
Lo peor: algunos gags de carácter infantil.
Valoración personal: Correcta
1 comentario:
Felicidades! excelente página, tus críticas son excelentes...
Solo un detalle, La capital de Brasil no es Rio de Janeiro, es Brazilia... (cometiste el mismo error que los protas de Aún sé lo que hicisteis el último verano)
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