viernes, abril 22, 2011

"Scream 4" (2011) - Wes Craven

critica Scream 4 2011 Wes Craven
Tras años y años contemplando la decadencia de los psychokillers más famosos del cine (Vorhees, Myers, Krueger, Leatherface…) por culpa de sus infaustas –e interminables- secuelas, y temiendo que el conjunto de subproductos que inundaban el mercado terminaran de hundir por completo el subgénero slasher, llegó por fin, a mediados de los 90, una película que revitalizaría el terror adolescente.

De la mano del –generosamente llamado- maestro del horror Wes Craven y del guionista Kevin Williamson (a posteriori, creador de la popular serie “Dawson's Creek”), nació Scream(aquí en España con la coletilla “Vigila quién llama”), una película que supuso un soplo de aire fresco gracias a su tono desenfadado y su perversa originalidad. Perversa porque el film de Craven supo aprovechar los clichés más trillados del género para burlarse de ellos, al mismo tiempo que los reutilizaba a su favor. Sin caer en la comedia absurda, logró un sofisticado equilibrio entre el más sentido homenaje y la más gamberra parodia, siendo consciente de lo que era en sí mismo y de a quién se dirigía, y buscando constantemente la complicidad del espectador a base de guiños y referencias cinéfilas.

Pero Scream tuvo otro poderoso aliado a su favor: jugó sabiamente con la identidad del asesino. La particularidad de este nuevo psichokiller, a quién pronto reconoceríamos bajo el nombre de Ghostface, residía en su misteriosa identidad, completamente ignorada no sólo por sus futuras víctimas sino también por el espectador, obligando a éste último a buscar sospechosos entre sus protagonistas, tratando de averiguar quién se escondía bajo esa fantasmagórica máscara. Así se generaron notables dosis de suspense que el buen aficionado supo agradecer (más cuando el desenlace lograba ser sorpresivo sin caer en la trampa barata o en giro rebuscado)

El éxito de la película fue rotundo, y las secuelas, así como sus imitadoras (Se lo que hicisteis el último verano –escrita por el propio Williamson-, Leyenda Urbana, etc.) no tardaron en llegar. Al año siguiente se estrenó Scream 2, que aún siendo inferior a su predecesora, conservaba muchas de sus virtudes y sorprendía con su marcado tono autoreferencial, algo que dos años más tarde seguiría explotándose en la –más bien mediocre- Scream 3 (porque no hay dos sin tres), la entrega que supuestamente cerraba la trilogía y ponía punto y final a los asesinatos de Ghostface en sus distintas encarnaciones.

Pero pese a jurar y perjurar que no habrían más secuelas, y que Neve Campbell no volvería jamás a encarnar a Sidney Prescott, aquí estamos de nuevo con una cuarta entrega que pretende ser el inicio de una nueva trilogía (ahí es nada)

Han pasado 10 años, y Sidney ha logrado superar los asesinatos del pasado convirtiéndose en una escritora de éxito. Ahora, con la presentación de su nuevo libro, Sidney regresa a Woodsboro, donde se reencuentra con sus viejos amigos: Dewey, que ahora ejerce de Sheriff, y Gale, que ha dejado su carrera periodística para centrase en ser una buen esposa.

Para desgracia de todos, y coincidiendo con el aniversario de los primeros asesinatos, parece que otro imitador ha decidido continuar con el legado de Ghostface.


Volver a ver una película de Scream no sería lo mismo sin Sidney Prescott y el resto de supervivientes de la saga, Dewey y Gale. Y aunque la primera siempre fue la más reticente a volver, era presumible que tarde o temprano todos firmarían para regresar a la gran pantalla con la saga que los hizo famosos, más cuando sus carreras en el cine han sido de lo más discretas (Cox tiene excusa porque se centró en televisión, pero los otros dos, aunque lo intentaron, no volvieron a saborear las mieles del éxito)

Y qué ofrece esta nueva Scream? Pues más de lo mismo, para qué engañarnos. Pero eso es precisamente lo uno anda buscando. La cuestión es si a estas alturas aún es capaz de sorprender y/o de seguir siendo disfrutable. Y debo decir que sí, y no.


El comienzo es simplemente genial. De hecho, es lo mejor de película. Y prefiero no decir más para no chafároslo. Pero una cosa es segura: Williamson no ha perdido la capacidad de sorprender. El problema es que esta le dure tan poco…

A los viejos conocidos se une un nuevo grupito de jóvenes rostros (ellas, todas muy guapas, y ellos… bueno, de todo un poco), y de ahí es de donde supuestamente va a salir nuestro o nuestros asesinos. Así que de nuevo, volveremos a desconfiar de uno u otro hasta que llegue el desenlace y nos aclare las sospechas.

En ese sentido, el factor “descubre al asesino” sigue funcionando, y pese a estar hablando ya de una cuarta entrega y conocer sobradamente los truquillos de Williamson para jugar al despiste con nosotros, lo cierto es que aún es bien capaz de sembrarnos la duda en más de ocasión. Lo que ya no es tan factible es el cada vez más rebuscado móvil del asesino de turno.

Con la primera secuela (Scream 2), el tema de la venganza brindaba una excelente oportunidad/excusa para traer de vuelta a Ghostface. En la tercera entrega, en cambio, ya tuvieron que sacarse de la manga a un pariente para poder continuar con la saga. Ahora, el quién y el por qué están aún más cogidos con pinzas, como era de esperar, así que no queda otra que aceptarlo a regañadientes. En cierto modo, lo que antes suponía una virtud frente a otros slashers, cuyo asesino era siempre el mismo (y que “resucitaba” una y otra vez), ahora es casi un lastre. Y digo casi porque intentar averiguar la identidad del nuevo Ghostface es prácticamente el único motivo para seguir viendo esta cuarta parte hasta el final…

Scream 4 promete, sobre todo gracias a un inicio rompedor (y guasón), y a una primera hora (o tres cuartos) con gancho. A uno incluso se le pasa por la cabeza pensar que probablemente estemos ante la segunda mejor secuela de la franquicia. Sin embargo, llega un punto (a mitad de película, más o menos) en que todo esto se va al garete.

Todas las entregas han tenido siempre un tono cómico muy característico, como ya comentaba al inicio de la crítica. Un humor que procuraba no caer en la parodia absurda (pese a lo exagerado que pudiese resultar en ocasiones, especialmente en la tercera entrega), y que conseguía sacarnos una complaciente sonrisa. Aquí, sin embargo, Williamson cruza y sobrepasa la fina línea que separa lo divertido de lo simplemente ridículo. Hay escenas/secuencias que son de juzgado de guardia. Algunos de los asesinatos resultan tan sumamente patéticos y bochornosos, que más que una secuela deScream, parece que estemos asistiendo a una de Scary Movie (SPOILER--- el asesinato del orondo madero y el del friki borracho, o las hilarantes autolesiones de la fría asesina, son la prueba palpable del patetismo en el que termina cayendo la película --- FIN SPOILER)

A esto hay que añadir que la tensión brilla por su ausencia y que se desaprovechan escenarios que podrían haber dado mucho juego (la fiesta en el granero o el parking, por ejemplo)


Los nuevos personajes no ayudan tampoco a ofrecer algo de interés a la trama, amén de que su reparto, y salvo excepciones, deja bastante que desear.

Dejando de lado que el nuevo séquito de adolescentes parezcan mucho más críos de lo que lo eran en su momento los protagonistas de sus predecesoras (SPOILER POR SI ACASO--- y que en estatura, ninguno resulte verosímil como un hipotético Ghosface --- FIN SPOILER POR SI ACASO), ni ellos ni sus personajes terminan de cuajar del todo.

Marley Shelton como la ayudante del sheriff, Shenae Grimes como la agente de Sidney o Hayden Panettiere como una de las amigas de su prima, son las pocas incorporaciones que se salvan. Emma Roberts como la susodicha –y sosa- prima, su insulso exnoviete o el par de cinéfilos interpretados por Erik Knudsen y Rory Culkin (de la estirpe de los Culkin, pero sin las aptitudes de sus otros hermanos), que ni siendo dos le hacen sombra Randy/Jamie Kennedy, junto al resto de secundarios, rivalizan con Scream 3 a ser los peores de la tetralogía.

Los veteranos, por suerte, no fallan, y todos regresan a sus personajes con el mismo ímpetu de siempre, aunque es de lamentar que Courtney Cox se haya dejado parte de su expresividad en la última visita que le hizo a su cirujano plástico; por lo demás, ni el matrimonio ni la edad han apaciguado a la fiera reportera que lleva dentro.

Los guiños cinéfilos y la autoreferencia siguen siendo lo mejor, y se aprovecha esta cuarta entrega para mofarse un poco de la enfermiza plaga de remakes y reboots que pueblan un Hollywood cada vez más escaso de ideas (incluyéndose –consciente o inconscientemente- Scream 4 en el saco) Un sano y divertido ejercicio de metacine que ha funcionado a lo largo de todas las entregas, y que aquí sólo se ve estropeado cuando Craven y Williamson sucumben patéticamente en su propia autoparodia.

Ahora bien, los aficionados a la hemoglobina están de enhorabuena, porque si de algo puede presumir Scream 4, es de ser la más sangrienta de las cuatro películas. Aunque donde las otras se quedaban cortas, quizás ésta se pase un poco.

Con todo, es muy probable (por no decir casi seguro) que los fans muy fans vean con buenos ojos este regreso y queden satisfechos con lo que Craven y Williamson han parido. Servidor, sin embargo, piensa que la segunda mitad de la película es tan lamentable (desenlace incluido), que estropea la apreciable primera parte, lo que en conjunto la situaría, a juicio personal, como la peor de la franquicia. Reírse con Scream está bien, troncharse no lo está tanto, y sentir vergüenza ajena es un grave error.

Nueva década. Nuevas Reglas. Peores resultados.

P.D.1: Parece que Dewey se ha curado milagrosamente de su parálisis y cojera. Hubiera estado bien que nos dijeran cómo.

P.D.2: Aunque también vuelve Marco Beltrami para la banda sonora, he echado de menos escuchar el “Red Righ Hand” de Nick Cave, tema icónico de la saga.


Lo mejor: el comienzo; los guiños y referencias cinéfilas.

Lo peor: el humor absurdo y ridículo.


Valoración personal: Regular


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