Quién se lo iba a decir al actor Tate Taylor que su segundo largometraje se posicionaría como el “sleeper” del año. “The Help”, traducida aquí como “Criadas y señoras”, se convirtió en el fenómeno de la temporada (se estrenó en Agosto) copando el nº1 de la taquilla estadounidense durante más de dos semanas. Al final de su exhibición en suelo americano, la película logró alcanzar los 165 millones de recaudación; todo un éxito si tenemos en cuenta que contó con un presupuesto de tan sólo 25 millones.
Si a esto añadimos que se trata de un drama -ambientado en los 60- que crítica el racismo y cuyo protagonismo recae básicamente en un (buen) grupo actrices, el logro por cosechar esa cifra suena aún mayor.
En estos casos, lo que ansiamos desde el otro lado del charco es comprobar por nosotros mismos si el éxito se corresponde o no con la calidad de la película, no vaya a ser que nos cuelen otro caso de desorbitada sobrevaloración –con Oscar incluido- como el de hace dos años con “The Blinde Side”.
La historia se ambienta en Jackson, Mississippi, durante la década de 1960, y se centra en la relación entre tres diferentes y extraordinarias mujeres que construyen una particular amistad en torno a un secreto proyecto literario que romperá las reglas de esa sociedad y pondrá en riesgo sus vidas.
Inspirada en la aclamada novela de Kathryn Stockett, la película nos narra la valiente hazaña de Eugenia “Skeeter” Phelan (Emma Stone), una joven sureña que tras graduarse en la universidad de Ole Miss regresa a su tierra natal decidida a convertirse en escritora, algo que logrará con la ayuda de un grupo de criadas negras.
Antes de cumplir su sueño, Skeeter precisa de un trabajo con el que hacer currículum, así que consigue un empleo como redactora de una columna con consejos de limpieza para el periódico local. Debido a su desconocimiento del tema, decide pedirle ayuda a Aibileen (Viola Davis), la criada de su mejor amiga. Las conversaciones entre Skeeter y Aibeleen siembran en la mente de la joven una portentosa aunque arriesgada idea: escribir un libro con los testimonios de las criadas de las grandes familias blancas de Jackson, procurando que su punto de vista y sus experiencias laborales y personales queden plasmadas en palabras para así concienciar a una sociedad cada día más racista.
Por supuesto, este libro debe llevarse a cabo con absoluto secretismo, pues de trascender su escritura, sus implicadas podrían tener serios problemas; Skeeter podría acabar entre rejas y las criadas sufrirían las represalias de la comunidad blanca más extremista (léase el Ku Klux Klan). Ese miedo es el que provoca la escasez de voluntarias que se presten a ser entrevistadas, por lo que en un principio Skeeter sólo cuenta con la colaboración de Aibeleen. Poco a poco, la valentía de una mujer hace que se sumen las demás, y pronto el libro irá tomando forma.
A lo largo de la cinta se nos va retratando la dura y castigadora discriminación racial que deben soportar las mujeres negras no sólo en sus trabajos sino también en su vida personal. Carentes de derechos y tratadas como esclavas y portadoras de enfermedades varias, las criadas encuentran en el libro de Skeeter una forma de liberarse de la opresión y el silencio al que están sometidas. Afrontan el riesgo que pueden correr sus vidas con tal de que, a posteriori, el beneficio sea mucho mayor para toda su comunidad.
Vemos como Skeeter, una rara avis dentro de su infame grupo de amigas (es tolerante, inteligente, buena persona y encima está soltera), empieza a conectar a un alto nivel emocional con las criadas, al mismo tiempo que cada vez se siente más avergonzada e indignada por la actitud de sus semejantes. Puede que Skeeter pierda viejas amistades con su futuro libro, pero gana de nuevas y mejores; y lo que es mejor, gana también en valores.
Y todo esto nos lo cuenta el director y guionista con un mucho acierto, consiguiendo que una duración que a primera vista podría resultar excesiva (algo más de dos horas), se nos haga de lo más amena. Quizás contribuya a ello la consabida pero bien equilibrada mezcla de drama y comedia de la que hace gala la cinta, con un tono ligero y divertido en muchas ocasiones, pero también emotivo y descorazonador en otras. En ambos tratamientos se consigue con facilidad la empatía del espectador, que no tarda en detestar a las “señoras” (un puñado de pijas retrógradas y superficiales) y de encariñarse con las “criadas” (sobre todo con Minny Jackson, la mejor amiga de Aibeleen y la mejor cocinera en todo Mississippi) y con el personaje de Skeeter, de admirable osadía y tenacidad.
Aunque aquí habría que hacer un breve inciso para destacar el personaje de Celia Foote (Jessica Chastain), quién sufre discriminación no por su raza sino por su condición social. Celia es una joven bienintencionada pero muy ingenua que no encaja dentro de la selecta comunidad femenina de Jackson. Ella es de familia humilde, y su matrimonio con un rico y apuesto ciudadano es recibido con rechazo por las mujeres de la ciudad. Por suerte, encontrará en su criada un gran apoyo moral, además de culinario.
Quizás el mayor defecto que se le pueda achacar a la propuesta de Taylor es la estereotipada y categórica representación de los personajes, dejando a Skeeter como una santa y a sus amigas como demonios surgidos del mismísimo averno. Quizás le hubiera convenido no situarse en unos extremos tan radicales. Pero gracias a su tono cómico esa plasmación de conceptos algo exagerada no chirría demasiado.
Llegados a este punto, del reparto no se pueden decir más que buenas palabras. Todas y cada una de ellas están estupendas en su papel. Desde una “afeada” para la ocasión Emma Stone hasta una odiosa y repulsiva Bryce Dallas Howard, pasando por ese portento de actriz que es Viola Davis (que ya participó en otro recomendable drama racial, “Lejos del cielo”), una entrañable Octavia Spencer (en quién recae gran parte del peso humorístico de la película), una oxigenada y sexy Jessica Chastain (mejor de pelirroja, todo sea dicho) o la veterana Sissy Spacek (en un papel bastante simpático). Competente también el elenco de secundarias (Allison Janney, Mary Steenburgen, Ahna O'Reilly…) que destacan por encima de un escaso y poco participativo reparto masculino en el que quizás cabria citar al joven Mike Vogel.
“Criadas y señoras” es una conmovedora y esperanzadora comedia dramática que merece el éxito que ha cosechado y que, de algún modo, hace justicia con esas pequeñas películas de estimable calibre cinematográfico que suelen pasar tan y tan desapercibidas por las salas de cine de medio mundo. Divierte y emociona a partes iguales.
Si a esto añadimos que se trata de un drama -ambientado en los 60- que crítica el racismo y cuyo protagonismo recae básicamente en un (buen) grupo actrices, el logro por cosechar esa cifra suena aún mayor.
En estos casos, lo que ansiamos desde el otro lado del charco es comprobar por nosotros mismos si el éxito se corresponde o no con la calidad de la película, no vaya a ser que nos cuelen otro caso de desorbitada sobrevaloración –con Oscar incluido- como el de hace dos años con “The Blinde Side”.
La historia se ambienta en Jackson, Mississippi, durante la década de 1960, y se centra en la relación entre tres diferentes y extraordinarias mujeres que construyen una particular amistad en torno a un secreto proyecto literario que romperá las reglas de esa sociedad y pondrá en riesgo sus vidas.
Inspirada en la aclamada novela de Kathryn Stockett, la película nos narra la valiente hazaña de Eugenia “Skeeter” Phelan (Emma Stone), una joven sureña que tras graduarse en la universidad de Ole Miss regresa a su tierra natal decidida a convertirse en escritora, algo que logrará con la ayuda de un grupo de criadas negras.
Antes de cumplir su sueño, Skeeter precisa de un trabajo con el que hacer currículum, así que consigue un empleo como redactora de una columna con consejos de limpieza para el periódico local. Debido a su desconocimiento del tema, decide pedirle ayuda a Aibileen (Viola Davis), la criada de su mejor amiga. Las conversaciones entre Skeeter y Aibeleen siembran en la mente de la joven una portentosa aunque arriesgada idea: escribir un libro con los testimonios de las criadas de las grandes familias blancas de Jackson, procurando que su punto de vista y sus experiencias laborales y personales queden plasmadas en palabras para así concienciar a una sociedad cada día más racista.
Por supuesto, este libro debe llevarse a cabo con absoluto secretismo, pues de trascender su escritura, sus implicadas podrían tener serios problemas; Skeeter podría acabar entre rejas y las criadas sufrirían las represalias de la comunidad blanca más extremista (léase el Ku Klux Klan). Ese miedo es el que provoca la escasez de voluntarias que se presten a ser entrevistadas, por lo que en un principio Skeeter sólo cuenta con la colaboración de Aibeleen. Poco a poco, la valentía de una mujer hace que se sumen las demás, y pronto el libro irá tomando forma.
A lo largo de la cinta se nos va retratando la dura y castigadora discriminación racial que deben soportar las mujeres negras no sólo en sus trabajos sino también en su vida personal. Carentes de derechos y tratadas como esclavas y portadoras de enfermedades varias, las criadas encuentran en el libro de Skeeter una forma de liberarse de la opresión y el silencio al que están sometidas. Afrontan el riesgo que pueden correr sus vidas con tal de que, a posteriori, el beneficio sea mucho mayor para toda su comunidad.
Vemos como Skeeter, una rara avis dentro de su infame grupo de amigas (es tolerante, inteligente, buena persona y encima está soltera), empieza a conectar a un alto nivel emocional con las criadas, al mismo tiempo que cada vez se siente más avergonzada e indignada por la actitud de sus semejantes. Puede que Skeeter pierda viejas amistades con su futuro libro, pero gana de nuevas y mejores; y lo que es mejor, gana también en valores.
Y todo esto nos lo cuenta el director y guionista con un mucho acierto, consiguiendo que una duración que a primera vista podría resultar excesiva (algo más de dos horas), se nos haga de lo más amena. Quizás contribuya a ello la consabida pero bien equilibrada mezcla de drama y comedia de la que hace gala la cinta, con un tono ligero y divertido en muchas ocasiones, pero también emotivo y descorazonador en otras. En ambos tratamientos se consigue con facilidad la empatía del espectador, que no tarda en detestar a las “señoras” (un puñado de pijas retrógradas y superficiales) y de encariñarse con las “criadas” (sobre todo con Minny Jackson, la mejor amiga de Aibeleen y la mejor cocinera en todo Mississippi) y con el personaje de Skeeter, de admirable osadía y tenacidad.
Aunque aquí habría que hacer un breve inciso para destacar el personaje de Celia Foote (Jessica Chastain), quién sufre discriminación no por su raza sino por su condición social. Celia es una joven bienintencionada pero muy ingenua que no encaja dentro de la selecta comunidad femenina de Jackson. Ella es de familia humilde, y su matrimonio con un rico y apuesto ciudadano es recibido con rechazo por las mujeres de la ciudad. Por suerte, encontrará en su criada un gran apoyo moral, además de culinario.
Quizás el mayor defecto que se le pueda achacar a la propuesta de Taylor es la estereotipada y categórica representación de los personajes, dejando a Skeeter como una santa y a sus amigas como demonios surgidos del mismísimo averno. Quizás le hubiera convenido no situarse en unos extremos tan radicales. Pero gracias a su tono cómico esa plasmación de conceptos algo exagerada no chirría demasiado.
Llegados a este punto, del reparto no se pueden decir más que buenas palabras. Todas y cada una de ellas están estupendas en su papel. Desde una “afeada” para la ocasión Emma Stone hasta una odiosa y repulsiva Bryce Dallas Howard, pasando por ese portento de actriz que es Viola Davis (que ya participó en otro recomendable drama racial, “Lejos del cielo”), una entrañable Octavia Spencer (en quién recae gran parte del peso humorístico de la película), una oxigenada y sexy Jessica Chastain (mejor de pelirroja, todo sea dicho) o la veterana Sissy Spacek (en un papel bastante simpático). Competente también el elenco de secundarias (Allison Janney, Mary Steenburgen, Ahna O'Reilly…) que destacan por encima de un escaso y poco participativo reparto masculino en el que quizás cabria citar al joven Mike Vogel.
“Criadas y señoras” es una conmovedora y esperanzadora comedia dramática que merece el éxito que ha cosechado y que, de algún modo, hace justicia con esas pequeñas películas de estimable calibre cinematográfico que suelen pasar tan y tan desapercibidas por las salas de cine de medio mundo. Divierte y emociona a partes iguales.
Lo mejor: la agradable mezcla de comedia y drama.
Lo peor: los estreotipos llevados al extremo.
Valoración personal: Buena
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