El mayor hito en la carrera de John Madden, cineasta británico curtido en televisión, se produjo allá por el 1998, año en que su película “Shakespeare in Love (Shakespeare enamorado)” se alzó en la Ceremonia de los Oscar con un total de siete estatuillas doradas de entre las 13 categorías a las que estuvo nominada. La mayoría de esos galardones correspondían a las categorías más importantes, pero de todos ellos, el que supo a gloria fue el de Mejor Película, habida cuenta de que sus rivales eran “Salvar al soldado Ryan”, “La delgada línea roja”, “La vida es bella” y “Elizabeth”.
Dejando de lado lo discutible (y discutido) que fuese dicho galardón, lo cierto es que desde entonces Madden ha tenido sus altibajos. En 2001 intentó repetir la fórmula de su anterior éxito con “La mandolina del Capitán Corelli”, y el resultado fue un fiasco en todos los sentidos. Unos años más tarde dirigió de nuevo a Gwyneth Paltrow en el drama “Proof (La verdad oculta)”, y con ella recuperó parte del buen pulso de antaño. La cinta, sin embargo, pasó más bien desapercibida en taquilla, aunque la actriz recibió una nominación a los Globos de oro y el director la suya en el Festival de Venecia. Ya en 2008, Madden apostó por llevar al cine una novela de Elmore Leonard (escritor adaptado en películas como Un romance muy peligro, Cómo conquistar Hollywood o El tren de las 3.10), y la película resultante, “Killshot”, estuvo cogiendo polvo en un cajón durante dos años hasta que finalmente vio la luz directamente en Dvd.
Ahora parece que el director vuelve con fuerza con “La deuda”, remake de la película israelí “Ha-hov”, y un thriller de espías que ya está cosechando buenas opiniones entre la crítica especializada.
Año 1997. Rachel (Helen Mirren/Jessica Chastain), Stephan (Tom Wilkinso/Marton Csokas) y David (Ciarán Hinds/Sam Worthington) son tres agentes del Mossad ya retirados que se convirtieron en figuras muy respetadas en Israel después de llevar a cabo una importante misión entre 1965 y 1966. Destinados en Berlín Este, su objetivo por aquel entonces consistió en localizar y capturar al criminal de guerra nazi Dieter Vogel (Jesper Christensen), el temible “Cirujano de Birkenau”. Si bien el plan no salió como tenían previsto, de un modo u otro Vogel acabó pagando por sus crímenes.
El equipo formado por los tres agentes arriesgó mucho y pagó un alto precio para cumplir aquella misión, pero ¿de verdad la cumplieron? Ahora que la presentación de un libro conmemora su proeza, el pasado regresará a sus vidas para saldar una deuda pendiente…
A caballo entre el drama y el thriller, Madden nos trae una historia de espías que va un poco más allá de la intríngulis que nos plantea la sinopsis, es decir, más allá del interés por descubrir qué es exactamente lo que ocurrió en aquella misión que implicó a los tres agentes protagonistas. De hecho, podríamos decir que la cinta explora más bien las repercusiones que aquella misión tuvo y tendrá treinta años después de su desenlace.
Para ello, el director va dando saltos en el tiempo, de los 90 a los 60, para contarnos los acontecimientos que tienen lugar en el presente, con una Rachel y unos Stephan y David ya retirados; y los que transcurrieron en el pasado, mostrándonos el proceso de gestación y de ejecución de la misión.
Treinta y un años atrás, Rachel no tenía más que 25 años, y aunque era una agente muy bien entrenada, la captura de Dieter Vogel suponía su primera misión de campo. Para alcanzar su objetivo, debía formar equipo con dos agentes más, David y Stephan, quienes ya habían trabajado juntos en anteriores ocasiones. Dentro del plan elaborado, a ella le tocaba jugar un papel decisivo, a la vez que espinoso.
Rachel va recordando paso a paso aquellos lejanos días y así el espectador es testigo directo de los hechos que tuvieron lugar en el Berlín de mediados de los sesenta.
Los guionistas se han centrado muy especialmente en la psique de los personajes, explorando sobretodo las tensiones (de todo tipo) que se producen entre los agentes y la presión a la que éstos están sometidos cuando tienen en su poder a un maniatado Dieter Vogel, quién no duda en introducirse en la conciencia de sus captores y jugar con sus pensamientos y sentimientos para tratar de encontrar una salida a su encierro.
La historia fluye con solidez gracias tanto al buen hacer de Madden tras la cámara, prescindiendo de efectismos e intercalando con habilidad los continuos flashbacks (destreza en el montaje que ya pudimos apreciar en la antes mencionada “Proof”), y gracias también al trabajo de sus guionistas (entre ellos, el amigo Mathew Vaughn), que construyen un thriller amparado en la psicología (miedos, remordimientos, deseos…) de sus personajes y en las dudas sobre la ética y la moral que plantean sus actos.
Si el nombre que más suena en esta crítica es el de Rachel, es porque la trama gira sobre todo a su alrededor. Y es de agradecer, pues, que todo ese peso recaiga en una excelente intérprete como es Helen Mirren (aunque la Rachel madura aparezca menos en pantalla que su versión joven), y en una más que prometedora actriz en alza, Jessica Chastain. Sus interpretaciones hacen que la parte femenina del reparto sea la más destacable y elogiable, sin por ello menospreciar el trabajo de actores como Jesper Christensen (estupendo en la piel del frío y calculador Cirujano de Birkenau), Marton Csokas o ese gran secundario que es Tom Wilkinson.
Probablemente, los mejores momentos de la película estén protagonizados por Chastain, Christensen y Mirren, con lo cual, habría que destacar las angustiosas horas que transcurren en el piso franco y el tenso tramo final. Y que nadie se deje llevar por la imagen del cartel, porque aquí tiroteos, los justos y necesarios.
El titulo que ostenta (esta vez, bien traducido para su exhibición en España) retrata a la perfección lo que liga a los agentes con lo acontecido en Berlín. Una deuda no sólo personal sino también política que pesa sobre ellos y que se hace más palpable cuando se esclarece el misterio que el argumento nos plantea desde el inicio.
“La deuda” es un thriller reflexivo muy bien construido, de esos que al terminar la proyección te dejan con buen sabor de boca. Merece la pena.
Lo mejor: el guión; Chastian y Mirren.
Lo peor: que Madden haya tardaod tanto en ofrecenros algo de este calibre.
Valoración personal: Buena
Dejando de lado lo discutible (y discutido) que fuese dicho galardón, lo cierto es que desde entonces Madden ha tenido sus altibajos. En 2001 intentó repetir la fórmula de su anterior éxito con “La mandolina del Capitán Corelli”, y el resultado fue un fiasco en todos los sentidos. Unos años más tarde dirigió de nuevo a Gwyneth Paltrow en el drama “Proof (La verdad oculta)”, y con ella recuperó parte del buen pulso de antaño. La cinta, sin embargo, pasó más bien desapercibida en taquilla, aunque la actriz recibió una nominación a los Globos de oro y el director la suya en el Festival de Venecia. Ya en 2008, Madden apostó por llevar al cine una novela de Elmore Leonard (escritor adaptado en películas como Un romance muy peligro, Cómo conquistar Hollywood o El tren de las 3.10), y la película resultante, “Killshot”, estuvo cogiendo polvo en un cajón durante dos años hasta que finalmente vio la luz directamente en Dvd.
Ahora parece que el director vuelve con fuerza con “La deuda”, remake de la película israelí “Ha-hov”, y un thriller de espías que ya está cosechando buenas opiniones entre la crítica especializada.
Año 1997. Rachel (Helen Mirren/Jessica Chastain), Stephan (Tom Wilkinso/Marton Csokas) y David (Ciarán Hinds/Sam Worthington) son tres agentes del Mossad ya retirados que se convirtieron en figuras muy respetadas en Israel después de llevar a cabo una importante misión entre 1965 y 1966. Destinados en Berlín Este, su objetivo por aquel entonces consistió en localizar y capturar al criminal de guerra nazi Dieter Vogel (Jesper Christensen), el temible “Cirujano de Birkenau”. Si bien el plan no salió como tenían previsto, de un modo u otro Vogel acabó pagando por sus crímenes.
El equipo formado por los tres agentes arriesgó mucho y pagó un alto precio para cumplir aquella misión, pero ¿de verdad la cumplieron? Ahora que la presentación de un libro conmemora su proeza, el pasado regresará a sus vidas para saldar una deuda pendiente…
A caballo entre el drama y el thriller, Madden nos trae una historia de espías que va un poco más allá de la intríngulis que nos plantea la sinopsis, es decir, más allá del interés por descubrir qué es exactamente lo que ocurrió en aquella misión que implicó a los tres agentes protagonistas. De hecho, podríamos decir que la cinta explora más bien las repercusiones que aquella misión tuvo y tendrá treinta años después de su desenlace.
Para ello, el director va dando saltos en el tiempo, de los 90 a los 60, para contarnos los acontecimientos que tienen lugar en el presente, con una Rachel y unos Stephan y David ya retirados; y los que transcurrieron en el pasado, mostrándonos el proceso de gestación y de ejecución de la misión.
Treinta y un años atrás, Rachel no tenía más que 25 años, y aunque era una agente muy bien entrenada, la captura de Dieter Vogel suponía su primera misión de campo. Para alcanzar su objetivo, debía formar equipo con dos agentes más, David y Stephan, quienes ya habían trabajado juntos en anteriores ocasiones. Dentro del plan elaborado, a ella le tocaba jugar un papel decisivo, a la vez que espinoso.
Rachel va recordando paso a paso aquellos lejanos días y así el espectador es testigo directo de los hechos que tuvieron lugar en el Berlín de mediados de los sesenta.
Los guionistas se han centrado muy especialmente en la psique de los personajes, explorando sobretodo las tensiones (de todo tipo) que se producen entre los agentes y la presión a la que éstos están sometidos cuando tienen en su poder a un maniatado Dieter Vogel, quién no duda en introducirse en la conciencia de sus captores y jugar con sus pensamientos y sentimientos para tratar de encontrar una salida a su encierro.
La historia fluye con solidez gracias tanto al buen hacer de Madden tras la cámara, prescindiendo de efectismos e intercalando con habilidad los continuos flashbacks (destreza en el montaje que ya pudimos apreciar en la antes mencionada “Proof”), y gracias también al trabajo de sus guionistas (entre ellos, el amigo Mathew Vaughn), que construyen un thriller amparado en la psicología (miedos, remordimientos, deseos…) de sus personajes y en las dudas sobre la ética y la moral que plantean sus actos.
Si el nombre que más suena en esta crítica es el de Rachel, es porque la trama gira sobre todo a su alrededor. Y es de agradecer, pues, que todo ese peso recaiga en una excelente intérprete como es Helen Mirren (aunque la Rachel madura aparezca menos en pantalla que su versión joven), y en una más que prometedora actriz en alza, Jessica Chastain. Sus interpretaciones hacen que la parte femenina del reparto sea la más destacable y elogiable, sin por ello menospreciar el trabajo de actores como Jesper Christensen (estupendo en la piel del frío y calculador Cirujano de Birkenau), Marton Csokas o ese gran secundario que es Tom Wilkinson.
Probablemente, los mejores momentos de la película estén protagonizados por Chastain, Christensen y Mirren, con lo cual, habría que destacar las angustiosas horas que transcurren en el piso franco y el tenso tramo final. Y que nadie se deje llevar por la imagen del cartel, porque aquí tiroteos, los justos y necesarios.
El titulo que ostenta (esta vez, bien traducido para su exhibición en España) retrata a la perfección lo que liga a los agentes con lo acontecido en Berlín. Una deuda no sólo personal sino también política que pesa sobre ellos y que se hace más palpable cuando se esclarece el misterio que el argumento nos plantea desde el inicio.
“La deuda” es un thriller reflexivo muy bien construido, de esos que al terminar la proyección te dejan con buen sabor de boca. Merece la pena.
Lo mejor: el guión; Chastian y Mirren.
Lo peor: que Madden haya tardaod tanto en ofrecenros algo de este calibre.
Valoración personal: Buena
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