sábado, febrero 06, 2010

"La Carretera (The Road)" (2009) - John Hillcoat

Crítica La Carretera The Road
El favor del público y/o el de la crítica es esencial para que un escritor salga del anonimato y consiga cierto renombre en el mundillo de la literatura. Si luego recibe galardones que premien su trabajo o consigue que sus novelas se conviertan en best-sellers, entonces puede devenir en un blanco perfecto para que los estudios de Hollywood adapten sus novelas.

Cormac McCarthy es un aclamado escritor estadounidense cuya obra hace relativamente poco que ha dado el salto en el cine. Si exceptuamos un telefilm de finales de los 70, la primera adaptación para la gran pantalla fue “Todos los caballos bellos” (2000), dirigida por el actor y eventual director Billy Bob Thornton. El resultado no pudo ser peor: vilipendiada por la crítica y fracaso en taquilla.

Tuvieron que pasar siete años hasta que otro, o mejor dicho, otros intentaran de nuevo llevar al cine una novela de McCarthy. Estos fueron los hermanos Coen, que a diferencia de Thornton, obtuvieron unos resultados inmejorables con "No es país para viejos". Por un lado, un gran éxito de taquilla, recaudando seis veces más de lo que costó; y por el otro, obtuvo el beneplácito de la crítica, que ponía la cinta por las nubes con calificativos tales como “gran película” o “obra maestra”. Y por si eso fuera poco, se llevó 4 Oscars (merecidos o no, eso ya es otra cosa), entre los que destacaron Mejor película y Mejor director. Claro que entre público la opinión estaba divida a partes desiguales entre los que creían haber visto un peliculón y los que pensaban que era un tostón de cuidado.


La Carretera (The Road), basada en la novela homónima ganadora de un Premio Pulitzer, tiene todas las papeletas para producir las mismas sensaciones encontradas entre el público, si bien la crítica ya se ha deshecho en elogios, como era de esperar. Aunque no deja de ser extraño que no haya ni rastro de ella en los nominados a los Oscars 2010…


La película nos sumerge en un mundo post-apocalíptico en el que un padre (Viggo Mortensen) y su hijo (Kodi Smit-McPhee) tratarán de sobrevivir como puedan en una tierra hostil y devastada por un cataclismo. Juntos emprenderán un viaje hacia el sur, donde está la costa, en busca de un lugar seguro donde asentarse. En su camino se cruzarán con otros pocos supervivientes, algunos de los cuales pueden ser un grave obstáculo, ya que no son pocos los que, en vista de la escasez de alimentos, han decidido optar por el canibalismo para su supervivencia.


Esta sería una escueta sinopsis de la “La Carretera”, y eso es básicamente lo que podemos encontrar en ella, ni más ni menos. Obviamente, se trata de una atípica cinta post-apocalíptica en la que no hay forzudos héroes –o anithéroes- que luchen contra un montón de brutos armados hasta los dientes, ni tampoco escenas de acción cargadas de pirotecnia y adrenalina por un tubo. Esto es algo que ya sabrán de sobra aquellos que conozcan la novela, pero para los que no, era importante dejarlo bien claro, ya que el tráiler puede –y quiere- dar una idea equivocada del tipo de película que realmente es.


Tras un cataclismo del que apenas tenemos información (no sabemos por qué se originó, aunque podemos hacernos una idea…), el mundo y la civilización se han ido al garete. La tierra es un lugar estéril en el que ya no crece nada ni se pueden cultivar alimentos; animales de cualquier hábitat (tierra, mar o aire) parecen haberse extinguido, y de la raza humana apenas quedan unos pocos supervivientes. Estos últimos pobladores del planeta Tierra tan sólo pueden sobrevivir de dos formas: alimentándose de los escasos restos de comida que encuentren por el camino o bien alimentándose de otros supervivientes, es decir, comiendo carne humana. Cualquiera de las dos opciones no parece asegurar la continuidad de la especie.

Mortensen interpreta aquí a un hombre que, pese al desolador panorama, mantiene aún su cordura y sus ganas de vivir. Y lo hace en compañía de su hijo pequeño, a quién cuida y protege de todo peligro. También prepara al joven para el día en el que él ya no esté ahí o para acabar con su propia vida en caso de que caigan en manos de los caníbales.
En busca de un lugar mejor para vivir, se encaminan hacia el sur, pero la travesía hasta ahí no resulta nada fácil, y además de sortear a los temibles caníbales, deben hacer frente también a la desesperación y sobre todo al hambre.

“La Carrettera” es, a grandes rasgos, una película dura y descorazonadora. Pero además de eso, tiene algo que pocas tienen: personajes de verdad, creíbles y sobre todo, humanos, con sus virtudes y sus defectos.

En un mundo dejado de la mano de Dios, en donde impera la ley del más fuerte, un hombre honrado y un niño son presas fáciles. Y aunque continuamente el padre se esfuerza en hacerle ver a su hijo la diferencia entre los buenos (ellos) y los malos (los caníbales), realmente el instinto de supervivencia apenas deja lugar a distinciones. Nadie es bueno ni malo en el caos. Sobrevivir es lo único que importa, y hay que hacerlo a cualquier precio.

De ahí que, a veces, la inocencia del pequeño choque con la actitud fría y conservadora de su padre para con los extraños. A fin de cuentas, si el mundo no es un lugar amable… ¿por qué serlo ellos? No hay tiempo para ser un buen samaritano; sólo hay tiempo para preocuparse de uno mismo, y en este caso, además, con la responsabilidad de mantener a salvo a tu hijo.

En ese sentido, momentos como el del ladrón de la carreta o el del encuentro con el viejo solitario (interpretado por un casi irreconocible Robert Duvall), resultan ser de lo más desalentadores. Tramos duros, tristes y sin contemplaciones, pese a los resquicios de benevolencia que puedan existir en el segundo caso.

En cuestiones estrictamente cinematográficas, vale decir que se trata de una película de ritmo pausado, en la que apenas ocurren grandes cosas o situaciones realmente determinantes para el devenir de la trama (unas pocas, nada más). Como espectadores, nos limitamos a observar ese camino lleno de obstáculos, deseos y recuerdos que llevan a cabo padre e hijo.


Los encuentros con otros supervivientes son eventuales y duran muy pocos minutos, lo cual, quizás (según los gustos de cada uno), sea un punto en su contra. No porque los personajes principales no sean suficiente como para soportar todo el peso de la película, sino porque parece que le falte chicha para llenar esas casi dos horas de metraje. Y mientras que algunos momentos parecen alagarse en exceso, otros tantos se resuelven de forma algo precipitada. Entre unos y otros, se intercalan –necesarios - flashbacks mediante los cuales sabemos un poco más del personaje interpretado por Mortensen, quién, dicho sea de paso, realiza una estupenda interpretación que desgraciadamente no ha sido recompensada con, cuanto menos, una nominación al Oscar.

Otro punto en contra, y esto es muy subjetivo, es el hijo, por el que apenas sentí lástima o sufrimiento alguno. Todo lo contrario, pues me resultó de lo más molesto y cargante, sensación que derrumba por completo cualquier empatía que puede tener con su personaje. No sé si fue su a veces repelente –aunque comprensible- actitud o directamente el modo de interpretarlo del joven Kodi Smit-McPhee, pero la cuestión es que fue, en parte, decisivo para que la película de John Hillcoat (responsable del interesante y también atípico western “La Propuesta”) no cruzara la línea que separa el “me ha gustado” del “me ha encantado”.

Por otro lado, tengo la sensación de que esta historia se saborea mejor leyéndola que viéndola (procuraré hacerme con el libro cuanto antes). Aunque eso sí, la decadente y gris atmósfera retratada en la película no tiene desperdicio, méritos a parte de un excelente trabajo de fotografía por parte del español Javier Aguirresarobe.

En resumidas cuentas, si no os entusiasman demasiado las películas post-apocalípticas, está claro que “La Carretera” no será la propuesta que os haga cambiar de opinión. Y si el ritmo pausado os produce somnolencia, mejor manteneros alejados de ella. En caso contrario, podéis acercaros al cine y comprobar por vosotros mismos si la película de Hillcoat cumple o no vuestras expectativas (en mi caso, a medias). A los que hayan leído la novela, creo oportuno recomendársela sin reparos, aunque es muy probable que consideren mucho mejor la versión escrita (como suele ser habitual)



Lo mejor: Viggo Mortensen; la relación padre-hijo.


Lo peor: el hijo; lo realmente poco que sucede para las dos horas que dura.



Valoración personal: Correcta

sábado, enero 23, 2010

"Up In the Air" (2009) – Jason Reitman

critica up int the air
Dicen que “de tal palo, tal astilla”, pero no siempre es cierto. O Al menos no con toda exactitud.

Jason Reitman es hijo de Ivan Reitman, director de cine que desde finales de los 70 hasta ahora se ha prodigado en el género de la comedia, dejándonos algunas películas bastante simpáticas y otras no tanto. Reitman padre alcanzaría la gloria en los 80, con las míticas y fantásticas dos entregas de “Cazafantasmas”, que fueron el mayor éxito de toda su carrera. Pero desde hace bastante tiempo, tras la estimable pero muy olvidada “Seis Días Siete Noches”, Reitman no levanta cabeza, por lo que no es de extrañar que finalmente haya aceptado dirigir la tardía –e innecesaria- tercera entrega de los Cazafantasmas, en un último intento de recuperar -si es que alguna vez lo tuvo- el prestigio perdido.

Reitman hijo empezó en el mundo del cine trabajando como actor secundario en algunas de las películas de su padre, hasta que después de graduarse en el Harvard-WestlakeScool, empezó a dirigir diversos cortos y anuncios publicitarios. Su debut en el largometraje llegó en el 2005 con la ácida “Gracias por fumar”, una recomendable comedia negra sobre el mundo de las tabacaleras, y que, entre otras cosas, sirvió para (re)descubrirnos a ese excelente -pero desaprovechado- actor que es Aaron Eckhart.

Luego llegaría la sobrevaloradísima “Juno”, película de guión un tanto artificioso que, inexplicablemente para mí, encandiló a crítica y público, convirtiéndose en el sleeper de aquél año 2007 y ganando el Oscar el Mejor Guión Original (estatuilla que yo hubiera otorgado a “Lars y una chica de verdad”, película, a mi gusto, de mayor calidad y honestidad)

Con estas dos primeras películas quedaba claro que, aún inscribiéndose en el género de la comedia, la carrera de Jason iba por derroteros bien distintos a los de su progenitor, dirigiendo películas alejadas de los tópicos más comerciales de Hollywood.

Up In The Air, su último trabajo como director y guionista (adaptando una novela de un tal Walter Kirn), sigue la misma línea de sus antecesoras, con una puesta en escena bastante sobria y un guión que se sustenta en base a unos personajes bien perfilados. Todo ello aderezado con una agradable música que le da ese toque indie que tanto cala en muchos de nosotros.

La historia se centra en Ryan Bingham (George Clooney) es un experto en reducciones empresariales (tanto de personal como de dinero) cuya vida de altos vuelos se ve amenazada con la llegada de Natalie Keener (Anna Kendrick) una experta en eficiencia que pretende modernizar tecnológicamente la empresa y acabar con el satisfactorio modo de vida de Ryan, lo que pondría en riesgo, además, su objetivo de alcanzar las 10 millones de millas de vuelo. Para demostrar la vigencia de su estilo de trabajo, Ryan deberá realizar sus últimos encargos en compañía de Natalie. Al tiempo que intenta convencer a la joven de la utilidad y dificultad de su tarea, Ryan conocerá a la que podría ser la mujer de su vida, Alex Goran (Vera Farmiga)

Llegan tiempos difíciles para Ryan. Enfrentarse a la perspectiva de ser destinado a un puesto fijo en la empresa, y sustituir su maleta y sus vuelos por una pantalla de ordenador; y a posiblemente sentar la cabeza con una mujer cuyo estilo de vida e intereses se asemejan a los suyos.


Up In The Air es una película de guión, de esas que funcionan gracias al encanto de su historia y al atractivo de sus personajes. Claro que todo puede venirse abajo si el director no sabe llevar a buen puerto la trama, no consigue crear interés por los personajes o abusa de la sensiblería barata. Por suerte, no es el caso de Jason, cuya experiencia previa demuestra que este tipo de historias agridulces son las que mejor se le dan.

El personaje de Clooney tiene su propia filosofía de la vida. Nada de ataduras, nada vínculos sentimentales con las personas que te rodean, ya sean vecinos, amigos o familiares. Una vida que le lleva de un sitio a otro, cogiendo aviones diariamente y en la que considera, los aeropuertos, como su verdadero hogar.

Ese mundo perfectamente calculado, libre de preocupaciones, de ataduras y de responsabilidades (más allá de las meramente laborales) puede derrumbarse en cuestión de días debido a la introducción de las nuevas tecnologías en su empresa. Su estilo de vida puede terminar si su jefe opta por computarizar la compañía. Eso condenaría a Ryan a una vida sedentaria, en la que no tendría más remedio que entablar relaciones sociales con sus compañeros de trabajos, vecinos y familiares, creando vínculos que hasta el momento no creía necesarios para ser feliz.

Por supuesto, serán otros acontecimientos, y no éste, los que hagan a Ryan replantearse su solitaria existencia. Por un lado, estará la boda de su hermana, a la que no tendrá más remedio que acudir, y en la que se dará cuenta que se siente como un extraño entre los suyos. Y por otro lado estará Alex, la mujer por la que se siente atraído y la que, inesperadamente, despertará en él sentimientos más profundos de los que creía poseer.

La película habla de la soledad, del compromiso, de la infidelidad, de la deshumanización e incluso de la actual crisis económica. Y lo hace con tono tragicómico, reflexionando entre gag y gag, pateando estereotipos sin remilgos pero dejando siempre una puerta abierta a la esperanza y al optimismo. Optimismo que elude, no obstante, OJO SPOILER--- el típico final feliz “made in Hollywood” (lo cual es de agradecer), -- FIN SPOILER justo en el momento en el que la trama empieza a discurrir por senderos hartamente conocidos.


Up In The Air es sutilmente mordaz y generosamente agridulce con su acertada mezcla de sonrisas y lágrimas. Agradable de principio a fin y emotiva por momentos, consigue elevarse por encima de la media actual, lo cual, inevitablemente, la conduce a ser sobrevalorada por la inmensa mayoría (a mi entender). Y es que si estuviéramos más acostumbrados al cine con un mínimo de calidad, valoraríamos más en su justa medida este tipo de películas.

Y es que no estamos ante una gran película, ni siquiera ante una pequeña gran película, pero sí es digna de ver y recomendar. Y tampoco Clooney realiza aquí la interpretación de su vida; simplemente lleva a cabo con mucho oficio un papel hecho a su medida (lo cual no le resta méritos, claro), y lo hace acompañado de un solvente reparto entre los que destaca la bella Vera Farmiga, una actriz que cada día me gusta más (en todos los sentidos)

Ahora bien, si se llevara, por ejemplo, el Oscar de este año a la mejor película, tampoco me importaría, ya que no veo a ninguna otra candidata que lo merezca más.



Lo mejor: los diversos temas que toca, especialmente el de la soledad (autoimpuesta)


Lo peor: que guste pero no cautive.


Valoración personal: Correcta

miércoles, enero 13, 2010

"Sherlock Holmes" (2009) – Guy Ritchie

critica Sherlock Holmes Guy Ritchie
Sherlock Holmes es uno de esos personajes literarios que apenas precisan de una extensa presentación. Su nombre, y la fama que le precede, hablan por sí solos, haya uno leído o no sus historias.

Creado hace ya más de un siglo por Sir Arthur Conan Doyle, el avispado detective a tomado cuerpo en el cine y la televisión en infinidad de ocasiones, con mayor o menor acierto dependiendo de la visión que cada uno de sus responsables ha querido mostrar al público. Por eso no es de extrañar que cada década, o mejor digamos, cada generación, haya tenido su propia versión de Holmes. Motivo éste por el que los más puristas (y un servidor podría considerarse como tal) no deberían escandalizarse ahora ante un Holmes mucho más físico del que estábamos acostumbrados a ver.

Con cada reinterpretación del personaje, éste se ha ido alejando cada vez más de la fuente original, y de las adaptaciones propiamente dichas (ya con sus respectivas licencias), se ha pasado a películas en las que su nombre se ha prestado a tramas creadas especialmente para la ocasión. Así es como hemos tenido a Holmes como paciente -debido a su adicción a la cocaína- del mismísimo Sigmund Freud en “Elemental, doctor Freud”, o la desmitificación del brillante detective a través de “Sin pistas”, película británica en la que Watson era el perspicaz investigador y Holmes su patoso ayudante; incluso el gran Billy Wilder se atrevió a ironizar sobre sus infalibles cualidades detectivescas e incluso sobre su sexualidad en la, sin embargo, fallida “La vida privada de Sherlock Holmes” (no obstante, reivindicada hoy día por algunos fans del maestro) . Incluso tuvimos a la pareja Holmes y Watson en plena edad adolescente en esa joyita ochentera titulada “El secreto de la pirámide”, cuando jamás compartieron aula en la universidad (se conocieron mucho más tarde, como bien sabrá el buen lector)

Pero además, el cine y la televisión también se han encargado de dar una imagen un tanto equivoca de ambos personajes, pues incluso la característica vestimenta de Holmes es más producto de las ilustraciones que acompañaban sus relatos que de una descripción propia de Doyle; por no hablar de la recurrente frase “Elemental, querido Watson”, que ha sido explotada hasta la saciedad, y que de ser citada en los relatos (mi memoria no alcanza a recordarlo), sería de forma aleatoria y puede que sin esas palabras exactas (y sin llegar a considerarse nunca una frase habitual del personaje, claro)

Por tanto, que aquí tengamos a un Sherlock Holmes y un Dr. Watson dando –y recibiendo- mamporros a diestro y siniestro, tampoco debería sorprendernos demasiado, más si esto se basa una novela gráfica de un tal Lionel Wigram, quién simplemente se ha limitado a utilizar y reinventar los personajes de Doyle a su antojo.

La historia de este “nuevo” Sherlock Holmes (Robert Downy Jr.) sigue transcurriendo en el Londres de finales del s. XIX, y éste sigue viviendo en el 221B de Baker Street junto a su amigo el Dr. Watson (Jude Law), quién pronto abandonará la residencia debido a su compromiso con su actual pareja Mary (Kelly Reilly). Pero antes de que eso ocurra, ambos deberán, una vez más, prestar sus servicios a la policía para intentar resolver un misterioso caso que tiene desconcertado a todo el mundo.

Tras ser capturado por el mismo Holmes, el temible asesino Lord Blackwood (Mark Strong) es condenado a la horca, para luego, supuestamente, volver de entre los muertos y seguir cometiendo sus satánicas fechorías. Tan inexplicable resurrección trae de cabeza a la policía, y lo que es peor, causa un profundo temor entre la población. Por ello, el detective Holmes, con la inestimable ayuda de su fiel amigo y compañero el Dr. Watson, seguirá las pistas que dejan los asesinatos e intentará averiguar qué pérfido plan se esconde detrás de tanta muerte; y por supuesto, tratará de detener a Blackwood antes de que éste logre su propósito.

Entretanto, un antiguo amor de Holmes, Irene Adler (Rachel McAdams), aparecerá en escena bajo los servicios de un misterioso personaje, cuya identidad no nos será revelada hasta su debido momento.


Después del fiasco de “Barridos por la marea”, a Ritchie parecía costarle horrores levantar cabeza, y su regreso al género del thriller con “Revolver” (una aberración de proporciones mastodónticas que no recomendaría ni a mi peor enemigo), no dio el resultado esperado y tampoco auguraba un futuro mejor. Entonces llegó “Rockanrolla”, que aunque estaba muy lejos –para mí- de sus primeros trabajos y no tuvo mucha suerte en taquilla, por lo menos entretenía y dejaba claro que al director aún le quedaba algo que ofrecer a su público.

La oportunidad de volver por la puerta grande le ha llegado con esta reinvención de Sherlock Holmes, que en menos de un mes ya lleva recaudado el triple de su presupuesto, por lo que la secuela está más que asegurada (y más con un desenlace que da pie a ello). Aun sujeto a las condiciones del mainstream hollywoodiense, y adaptando una historia ajena, Ritchie consigue dejar, para goce de sus seguidores, su impronta personal a lo largo de toda la película pero sin perder de vista el amplio público al que va dirigido este producto de entretenimiento. Amoldado pues, a unas exigencias más comerciales, Ritchie no ha perdido sus señas de identidad, y lo que es mejor, éstas enriquecen enormemente el relato, haciéndolo muy apetitoso para al espectador ávido de buenas y espectaculares aventuras detectivescas.

Por supuesto, aquí tenemos a un Watson y a un Holmes más activos que nunca a nivel físico; corriendo arriba y abajo, salvándose por los pelos de explosiones y disparos, y peleando a puño limpio contra el enemigo. Y aunque ya conocíamos las habilidades en la lucha de Holmes, aquí esta faceta se explota al máximo no sólo en sus enfrentamientos con los malos de turno, sino también en combates clandestinos (algo que les reporta a ambos unos beneficios extra)

A parte, y eso es algo que personalmente me agrada bastante, las coreografías aprovechan todo objeto, punzante o no, que esté al alcance de los personajes, incluyendo el decorado mismo. De este modo, las peleas resultan más imaginativas.

Pero si algo me ha sorprendido muy gratamente, es comprobar cómo la película no abandona el misterio y el suspense propios de las novelas. Y es que aunque el tráiler apuntaba a algo más explosivo y efectista de lo deseado, lo cierto es que el equilibrio entre la pirotecnia y la mera trama detectivesca está muy bien solventado. De hecho, se obliga al espectador a estar atento a todos los detalles para no perder el hilo de la historia, y Holmes sigue recurriendo, sin falta, a sus deducciones para atrapar a los malhechores, utilizando los puños sólo cuando al situación lo requiere (o bien para entrar en acción o bien para defenderse de los secuaces de Lord Blackwood en el transcurso de la investigación)


Por tanto, tenemos un guión que se sustenta en grado sumo en la investigación que llevan a cabo Holmes y Watson, dándole la espectacularidad que requieren los nuevos tiempos, y presentando unos detectives que, sin abandonar algunas de sus clásicas características, se nos muestran mucho más socarrones y dicharacheros de lo habitual. La química entre ambos, a lo clásica buddy movie, es de lo mejor de la película, tratando con acierto una relación de amistad, lealtad y respeto mutuo que casa perfectamente con la idea que siempre nos presentó Doyle en sus novelas (novelas a las cuales hay alguna que otra referencia)

En una producción de este calibre, comentar la ambientación es puro trámite. Obviamente, ésta está lograda, con unos adecuados decorados que se fusionan a la perfección con los efectos digitales de rigor, los cuales nos permiten una visión más amplia de la ciudad. Además, las localizaciones son muy acertadas y eso nos hace disfrutar de algunas secuencias visualmente muy atractivas -la del puerto y la del puente, las mejores- en las que desarrollar algunos de los momentos culminantes de la historia.

En cuanto a las actuaciones, destacar por encima de todos a Downey Jr., presentando a un Sherlock Holmes desaliñado y socarrón, al que le gusta presumir de sus conocimientos en cuanto tiene la mínima oportunidad (la herencia de su Tony Stark adaptada al detective londinense). Y como ya he comentado antes, además de su cerebro, aquí utiliza sus puños, pero también sigue tocando el violín (aunque pesimamente, eso sí), fumando pipa, utilizando disfraces, fijándose en los detalles y sintiendo una profunda debilidad por Irene Adler, la única mujer que ha logrado engañarle. El tema de su adicción a la cocaína se toca de forma muy sutil (su aspecto se justifica más por la dejadez que por la citada adicción)

Jude Law rompe también con la imagen clásica que Watson ha lucido desde siempre en el cine. Aquí ni bajito ni regordete, y tan avispado y dispuesto a la acción como su compañero. El doctor sigue escribiendo sobre sus aventuras pero sin narrarlas en primera persona; y por supuesto, es leal a Holmes pase lo que pase.

Sobra decir que es más aconsejable disfrutar de sus actuaciones en versión original, ya que en el doblaje se perderá por completo su acento inglés (a Law le viene de fábrica, pero a Downey Jr. tampoco le cuesta imitarlo porque es un crack)


Mark Strong repite con Ritchie tras Rocknrolla, y de nuevo como villano de la función (con ciertas reminiscencias masónicas, por cierto), papel que ya ha desempeñado en varias ocasiones y que ya tiene dominado a la perfección. Lo malo es que eso termine por encasillarlo –si no lo ha hecho ya- como le ocurrió a Sean Bean.

Por su parte, Rachel McAdams ejerce de femme fatale; y aunque juega con Holmes como quiere, lo cierto es que no puede evitar sentirse atraída por él. Y es que sin un poco de romance -para nada empalagoso- en la trama, a la película le faltaría “algo”.

El resto cumple de sobras con su función, aunque hubiera agradecido una presencia mayor de Mary/Kelly Reilly, la prometida de Watson.

Mención aparte merece la curiosa partitura que ofrece Hans Zimmer. Bastante irreconocible dentro de lo que es su estilo y sus habituales composiciones. Aquí Zimmer ha experimentado bastante con violines, banjos, acordeones y demás, y de un modo ciertamente cómico, como en el leitmotiv de la película. Es de agradecer que haya tratado de hacer algo diferente y original, y aunque no vaya a ser del gusto de todos (ha sido una apuesta arriesgada por su parte), lo cierto es que le da un toque especial que a mí, francamente, me ha dejado buen sabor de boca.


En definitiva, Sherlock Holmes es un divertido y bien engrasado entretenimiento. Poco más de dos horas en las que dejarse llevar por el espectáculo detectivesco y aventurero que nos presenta un Ritchie en plena forma. Y es que a diferencia de otros, aquí el director no confunde agilidad con precipitación, y sabe desarrollar la trama con buen ritmo y con las dosis suficientes de acción para contentar a los más palomiteros.

Si se aceptan los cambios, uno puede disfrutar sin problemas de este nuevo Sherlock Holmes. Por lo pronto, aquí uno que se apunta a la más que evidente secuela.



Lo mejor: Downey Jr. y Law como Holmes y Watson respectivamente; la intrigante trama.


Lo peor: que los cambios disgusten a los más puristas.


Valoración personal: Buena

sábado, enero 02, 2010

"Solomon Kane" (2009) - Michael J. Bassett

Crítica Solomon Kane
No es la primera vez ni será la última, que un personaje del talentoso escritor Robert E. Howard es llevado a la gran pantalla. Pero no todos los que han tomado cuerpo en el cine han corrido la misma suerte.

Conan, el cimmerio de la Era Hiboria, es, sin lugar a dudas, el personaje más famoso de Howard, y su primera incursión cinematográfica nos llegó de la mano de unos inspiradísimos John Millius y Oliver Stone, que pese a tomarse ciertas licencias respecto a la fuente original, lograron crear una gran película de espada y brujería que ha llegado a imitarse y plagiarse hasta la saciedad. A ésta la siguió la muy inferior “Conan el destructor”, dirigida por un Richard Fleischer ya en horas bajas, y que pese a ser entretenida (al menos para un servidor), se quedaba en un mero pasatiempo al que no exigirle demasiado.

Fleischer y Schwarzenegger repitieron en “El Guerrero Rojo”, adaptación centrada en la versión comiquera que Marvel realizó de Sonia la Roja, personaje femenino que Howard ubicó, en un único relato, en nuestro siglo XVI. A parte de la lamentable calidad de la cinta, tenemos a un Chuache en plan pesudo Conan, que por pérdida de derechos y aún ligado por contrato a una tercera película de aventuras, se vio obligado a aparecer en ella bajo el nombre de Kalidor.

Tras estas dos últimas y decepcionantes producciones, ningún otro personaje del escritor asomó el jeto hasta finales de los noventa, momento en que Kull de Atlantis, cronológicamente anterior a Conan, hizo acto de presencia con la casposa “Kull, el conquistador”, película para mayor gloria del Hércules de moda, Kevin Sorbo, y que ni por contar con un escaso presupuesto se le podría perdonar semejante sacrilegio. Un espanto con aire a telefilme que ni para matar el tiempo servía (esperemos que la nueva versión que prepara Hollywood mejore tan penoso precedente)

Y este breve repaso nos lleva a la actualidad, momento en que uno de sus personajes más desconocidos para el gran público, Solomon Kane, es llevado a la gran pantalla sin un gran estudio detrás ni tampoco un holgado presupuesto, pero sí con bastante oficio y respeto hacia el material original.

(Nota: El primer párrafo de esta sinopsis pertenece a los primeros minutos de la película, y podría ser considerado como un spoiler. Leedla bajo vuestra responsabilidad)

Nos encontramos en pleno siglo XVI. El Capitán Solomon Kane -una eficiente máquina de matar- y sus sanguinarios hombres se adentran salvajemente en un misterioso castillo del norte de África en busca de un increíble tesoro. Durante el asalto, y de forma inesperada, son atacados por las fuerzas demoníacas del lugar. Los hombres de Kane empiezan a caer como moscas, hasta que sólo queda él, enfrentándose cara a cara con un demonio llamado Guadaña, enviado por el mismísimo Diablo desde las profundidades del Infierno para reclamar el alma corrupta del cruel capitán. Pese a que Kane logra escapar por los pelos de una muerte terrible, las fuerzas del mal siguen al acecho, por lo que éste renuncia a la violencia y se retira a un convento para dedicarse por completo a una vida de paz y tranquilidad.

Desgraciadamente, nadie puede esconderse del Diablo ni huir de su propio destino, por lo que finalmente Kane deberá volver a las armas y combatir de nuevo a las fuerzas del mal, que bajo el liderazgo de un malvado brujo llamado Malachi, están asolando las tierras de Inglaterra con su ejército de diabólicos saqueadores humanos, guiados éstos por un aterrador jinete enmascarado.



Al igual que otros personajes de Howard, Kane adquirió mayor popularidad tras su paso a las viñetas de cómic, si bien nunca llegó a alcanzar el éxito y la relevancia que sí tuvo Conan. Sus relatos, publicados en revistas pulps de la época como Amazing Stories o Weird Tales, se reducen a un total de ocho, pero ninguno de ellos ha servido como base para crear la trama de su primera aparición en carne y hueso.

Michael J. Bassett, director que debutó con la estimable Deathwatch (cinta de terror sobrenatural enmarcada en unas trincheras durante la I Guerra Mundial) fue contratado inicialmente como guionista, hasta conseguir –tras una firme insistencia- hacerse cargo tanto de la escritura del guión como de la dirección. La idea de Bassett ha sido la de otorgar al personaje unos orígenes que literariamente no tenía.

En los primeros minutos de la cinta, lo que podríamos llamar el prólogo de la historia, se nos presenta a un Kane sin escrúpulos, cruel y ambicioso, cuyo único deseo son las riquezas y el exterminio del enemigo. Pero su encuentro con las fuerzas del mal le obliga posteriormente a llevar una vida muy distinta, alejada de las guerras y las grandes aventuras.

Un año recluido en un monasterio le ha ayudado a mantenerse en paz con el mundo y consigo mismo, pero el mal está presente en Inglaterra y él parece ser el único capaz de hacerle frente. Kane buscará la redención enfrentándose no sólo a las hordas infernales de Malachi y su enmascarada mano derecho, sino también a sí mismo y a su propio pasado. El cruel y sanguinario Capitán Solomón Kane deberá volver a la acción, pero esta vez por una causa justa y honesta.

Es en el propio Kane donde reside, pues, el mayor fuerte de esta producción. Bassett no se limita únicamente a presentarnos al personaje y luego meterlo en un compendio de escenas de acción para su lucimiento, sino que lo va desarrollando a medida que transcurre la trama. Los distintos acontecimientos conforman al solitario y sombrío justiciero que Howard nos dio a conocer en sus aventuras novelescas, y es el antihéroe sobre el cual se sustenta el peso de toda la película. Eso sí, cuando se dispone a machacar al enemigo, lo hace en todo su esplendor, con sus poses chulescas y sus escenas a cámara lenta, bien sea bajo la incesante lluvia invernal o entre las llamas del campo de batalla.


Son muchos los que, viendo los trailers, comentaban el parentesco de Kane con el Van Helsing de Stephen Sommers, sobre todo a raíz de su indumentaria. Nada más lejos uno de otro, pues al fin y al cabo, Sommers tan sólo” tomó prestadas” algunas características de Kane para conformar su esperpéntico y millonario blockbuster para toda la familia, mientras que Bassett ha querido hacer una película mucho más adulta, seria y oscura, sin escatimar en términos de violencia y cuyas únicas limitaciones han sido de carácter presupuestario.

La libertad de trabajar fuera del mainstraim Hollywodiense le ha permitido enfocar el proyecto de forma mucho más personal (es un fan declarado de Kane) y dirigirse directamente al verdadero amante de este tipo de películas; y, aún inventándose una historia inexistente en los relatos originales, conseguir respetar al personaje creado por Howard y no defraudar a los seguidores del mismo.

A ello ha contribuido también el hecho de prescindir de rutilantes estrellas de la industria y optar por actores menos conocidos para el público de a pie. Algo que, directa o indirectamente, ha servido para aprovechar al máximo el reducido presupuesto, consiguiendo una atractiva atmósfera y unos logrados efectos visuales.

Gran parte del rodaje se ha filmado en exteriores. Se ha recurrido lo menos posible a los decorados, y escenarios reales de la República Checa y Praga han servido para ambientar muy adecuadamente el viaje de Kane por tierras inglesas, aprovechando los castillos medievales de de la zona para varias de las escenas clave del film (desde el monasterio hasta las cuevas de Puste Kostely, pasando por los antiguos bosques de Jevany)

Un eterno clima invernal, con su lluvias y copiosas nevadas, le dan ese toque lúgubre y melancólico que tan bien la sienta a la historia.

Las acertadas caracterizaciones, desde los ropajes hasta el aspecto de las distintas criaturas demoníacas que se dan cita, ambientan perfectamente a Kane en el siglo XVI. El director de fotografía y los artistas de fx hacen el resto.



La cinta no exhibe una espectacularidad apabullante, y tampoco hay mucho humor en ella. Por tanto, se prescinde bastante de los típicos chascarrillos y las frases lapidarias del héroe de turno. En ese sentido, es mucho más comedida (aunque alguna frasecita cae). Por otro lado, se centra mucho en el aspecto psicológico de su personaje principal, ayudándose reiteradamente de los flashbacks temporales en forma de sueños, y evitando añadir subtramas amorosas o amistosas que empañen en demasía el camino fijado desde un principio por el guionista.

Los enfrentamientos gozan de decentes coreografías, sin caer en la fantasmada más facilona y ostentosa a la que tanto se nos acostumbra últimamente. En parte, a los más exigentes podrían saberles a poco, pero a los que disfrutamos de la buena mesura, salimos satisfechos gracias, además, de unas dosis de violencia y gore poco vistos en el cine comercial de hoy día (salvo, claro, que estemos ante una película de terror al uso)

Los efectos especiales de carácter digital son los justos y necesarios. Nada que no hayamos visto antes ni demasiado espectaculares (salvo el duelo final), pero sumamente efectivos. Se agradece que ciertas criaturas de la noche sean figurantes bien maquillados y no monigotes digitales como los de Soy Leyenda, por poner un ejemplo cercano en el tiempo. Siempre he pensado lo que puedas hacer artesanalmente, hazlo; y para lo que no, entonces recurre al ordenador. Un abuso de CGI hace más espectacular una película, pero no mejor. Quizás por contar con menos dinero, Bassett ha podido centrarse más en otros aspectos de la película.

Ahora bien, eso también implica unas inevitables limitaciones que se hacen patentes en el tramo final de la película. La aparición de cierta criatura a la que Solomon debe hacer frente, se queda en casi nada, y se opta por una resolución algo apresurada y un tanto insatisfactoria para el espectador ávido de carnaza. El duelo final, pues, se queda un poco a las puertas de lo que debió haber sido. Y por otro lado, se desaprovecha bastante la figura del villano Malachi, encarnado por ese genial secundario que es Jason Flemyng (visto en El curioso caso de Benjamin Button, Stardust, La liga de los hombres extraordinarios, Snatch: Cerdos y diamantes o Deep Rising) Tanto misterio y tanta caracterización bizarra, para luego quedarse en pantalla menos tiempo del que requiere todo buen antagonista.

El resto del reparto cumple sobradamente con sus respectivos roles, empezando por un adecuado James Purefoy como el atormentado y también chulesco Solomon Kane. Aún acostumbrado a papeles secundarios (no tiene desperdicio en la serie Roma), Purefoy lleva con soltura el peso de la historia y la responsabilidad de dar vida al Kane que muchos teníamos en mente. Quizás físicamente imaginaba más a un tipo con las facciones de un Viggo Mortensen o un Daniel Day-Lewis, pero lo cierto es que Purefoy hace suyo a Kane, y me resultaría difícil ver una factible secuela sin él al frente.

Otros actores ingleses (la mayoría del reparto, al igual que el director, lo son) que se dan cita aquí son el genial Pete Postlethwaite, al que recordaremos siempre por En el nombre del padre (de visionado obligado), Mackenzie Crook, el pirata con ojo de cristal de la saga Piratas del Caribe, y el citado Jason Flemyng. Otro grande que da presencia a su personaje es Max von Sydow, al que quizás también echemos en falta más minutos en pantalla.

Y finalmente, la poco conocida Rachel Hurd-Wood, es Meredith, la joven damisela en apuros que Kane debe rescatar (un tópico, sí, y es que la historia, aunque atractiva, no está exenta de ellos)

“Solomon Kane” no es ninguna maravilla y de seguro tendrá sus muchos detractores, pero es una digna traslación del personaje de Howard a la gran pantalla, y un correctísimo entretenimiento para los amantes del cine de espada y brujería. Deberían tomar nota de ella los futuros responsables de las nuevas versiones de Conan, Kull y Red Sonja.

Buena factura y reparto eficiente para una modesta serie B que se deja ver con agrado.


P.D.: Para los interesados en Solomon Kane, la editorial Valdemar publicó en 2009 un recopilatorio de todos sus relatos (que incluye también el de Sonia la Roja) bajo el título de “Las extrañas aventuras de Solomon Kane”. Un servidor adquirió la edición de bolsillo a un precio asequible. Para más información, podéis visitar el artículo que Bob Rock le dedica en el blog del compi Joan Lafulla (pinchad aquí)


Lo mejor: mantiene la esencia del personaje bebiendo de la fuente original pero sin adaptarla; que lleve con honra su condición de serie B.

Lo peor: el precipitado duelo final; que muchos se la pierdan creyendo estar ante un Van Helsing 2 de bajo resupuesto.



Valoración personal: Correcta/Buena

jueves, diciembre 24, 2009

Felices Fiestas a todos!!




Espero que paséis unas buenas fiestas en compañía de vuestros seres más queridos (y con la familia también, claro xD)

Y que no falte el buen cine en estos días, además del turrón y el alcohol (pero sin pasarse en lo segundo y lo tercero)


Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!


Saludos ;)

P.D.: La crítica de Avatar… en un día de estos… Seguro… Casi seguro… Espero!

sábado, diciembre 12, 2009

Trailer Cut - Volume 1

Trailer Cut - Volume 1
Probablemente algunos ya lo hayas visto en algún otro blog. Yo lo descubrí ayer y me pareció digno merecedor de un post, a modo de curiosidad.

Trailer Cut - Volume 1 es un tráiler que aglutina un buen puñado de escenas de muchísimas películas recientes (Terminator Salvation, 2012, Watchmen…) y otras aún por estrenar (Ninja Assassin, Sherlock Holmes…). El resultado es verdaderamente espectacular y explosivo, y es obra del usuario de Youtube vadoskincheg, que ha utilizado un total de 50 tráilers para confeccionar el suyo propio de tres minutos y medio.

No existe un hilo conductor entre escena y escena, es decir, que el autor no ha confeccionado el mismo con la intención de crear un fake tráiler de una película inexistente (sería imposible que existiera algo así con tanto mejunje de géneros), sino que ha utilizado todo tipo de secuencias para crear un tráiler impactante y épico, por sí solo.

El excelente resultado es obra de un buen montaje, acertando en la elección y distribución de las escenas, y acompañándolas con una música muy potente que le otorga precisamente ese citado tono épico. Las secuencias por sí solas (cargadas de efectos especiales, explosiones y demás) hacen el resto.

Esto demuestra, una vez más, que el montaje de los trailers es todo un arte. De hecho, hay tráiler mejores que las propias películas a las que pertenecen. El objetivo principal del mismo es atraer/seducir al público, y los estudios saben muy bien cómo jugar con ellos. Por eso, hoy día los hay de todo tipo, independientemente de la calidad de aquello que publicitan. Eso sí, los peores son aquellos que te acaban destripando toda la película, bien por lo largos que son, bien porque incluyen escenas claves o simplemente porque parecen un resumen de la misma.


En fin… os dejo con el tráiler en cuestión, del que quizás hecho de menos una última escena que cierre a lo grande esos tres minutos y pico de intensidad visual. Tratándose deun Volumen 1, estoy seguro que veremos más -y probablemente mejores- trabajos de que este usuario.




domingo, noviembre 29, 2009

Rediseñando "Avatar"

Fan Poster Avatar
Queda menos de un mes para que se estrene Avatar, una de las películas más esperadas del año, tanto por su revolucionaria técnica 3D como por suponer el regreso a la gran pantalla de James Cameron (Abyss, Terminator, Aliens, el regreso, Mentiras Arriesgadas) después de su última y oscarizada película, Titanic, hace ya más de dos lustros.

Del secretismo puro se ha pasado ahora a un bombardeo incesante de imágenes, trailers y clips que en mayor medida sirven para saciar las ansias de los más impacientes. Además de poner al corriente a los espectadores más ajenos a dicho acontecimiento (la gente de a pie no está tan informada como los que cada día estamos inmersos en la red)

En mi caso, y para evitar crearme más expectativas de la cuenta, me he limitado a ver tan sólo el teaser inicial y el primer tráiler (éste porque me lo pusieron previo a la proyección de 2012, que si no, también me lo hubiese saltado). Sabiendo que dirige Cameron, un director que jamás me ha decepcionado, tengo más que suficiente para decidir ir al cine a ver su último y ambicioso proyecto. En mayor o menor medida, se que ofrecerá un espectáculo de primer nivel (una mala película sería más bien imposible), y por ello quiero, como antaño, sorprenderme en la butaca de una sala de cine y no frente a la pantalla del ordenador. Quiero que la experiencia sea como antaño, cuando contábamos con una información mínima antes de un estreno. Cierto que hoy día esta tarea es algo difícil teniendo una herramienta tan potente como es Internet, pero con (mucha)fuerza de voluntad he evitado ver más de lo que necesito, y teniendo clara la sinopsis del film, me basto y me sobro.

Dicho esto, la intención del post no es otra que mostrar cierto descontento por los pósters oficiales de la película que están saltando a la red, y que sinceramente, no parecen estar a la altura de una producción de este calibre. Por ahora, los carteles aparecidos son las que figuran bajo estas líneas, y en mi opinión, podrían estar mucho más elaborados.


Los dos primeros tienen una composición bastante típica, usando la mitad del rostro de los actores. Pero además, en el segundo, Neytiri no ha salido muy favorecida, que digamos. El tercero muestra una mejoría, pero la inclusión de la cabeza de Sam Worthington (el prota principal) no podía ser más desacertada. No encaja bien con el resto de la composición, pareciendo más un pegote, junto a una Neytiri, esta vez sí, mucho más bonita y con una textura mucho más cercana a la ilustración. La verdad es que no les hubiera ido nada mal contratar los servicios de un maestro como Drew Struzan.

Ante semejantes sacrilegios gráficos, uno que tiene ciertos conocimientos de Photoshop, no ha podido resistir la tentación de rediseñar los pósters e intentar hacer algo más potable (lo que hace una aburrida y lluviosa tarde de domingo xD). Para ello, me he centrado básicamente en el tercer cartel, y con unos retoques aquí y allá, he realizado un par de pósters promocionales. En uno, he utilizado tan sólo el rostro al completo de Neytiri, mediante la simetría de una de sus lados y, obviamente, modificando un poco las pecas para que no pareciera un duplicado perfecto (las sombras… bueno, se han quedado tal cual por pereza). Y en el otro, usando el rostro del Worthington Na’vi del otro cartel, he partido de la misma técnica para tener a ambos protagonistas juntos.

Después de varios pasos más, que implicaban mucho retoque de fondo y de los rostros (además de otorgarle un tono azulado más vivo), he cambiado los textos para adaptarlos a un cartel para España. Encima del título, podemos encontrar el nombre del director, y encabezando el cartel, la frase promocional más idónea para traer al público de distinta índole: Del director de “Titanic” y “Terminator”, sus dos creaciones más conocidas.


No es que me hayan quedado unos carteles fabulosos, pero con el material del que disponía, tampoco podía hacer maravillas. No obstante, y no es por echarme flores (xD), creo que están algo mejor que los oficiales.


¿A vosotros qué os parecen? Me gustaría conocer vuestra opinión.


Saludos ;)

lunes, noviembre 09, 2009

"Bienvenidos a Zombieland" (2009) - Ruben Fleischer

Crítica Bienvenidos a Zombieland
Si se hiciera una encuesta sobre cual es o podría ser la mejor comedia zombie que se ha rodado nunca, seguramente “Shaun of The Dead” (me niego a citar su “traducción” española) estaría entre las más nombradas (junto a El Regreso de los Muertos Vivientes y Braindead). Y es que aunque en su momento no fuera un éxito taquillero arrollador (si bien sí cosechó muy buenas críticas y cubrió de sobras su presupuesto), su posterior redescubrimiento en DVD y en Internet provocó una avalancha de admiradores que, sin comerlo ni beberlo, la convirtieron en toda una pieza de culto dentro del subgénero zombie.

Gente como Stephen King, Guillermo del Toro, Quentin Tarantino o Sam Raimi no tenían sino halagos para ella, lo que otorgó un reconocimiento aún mayor a la cinta de Edgar Wright, quién unos años más tarde “repetiría” la fórmula parodiando/homenajeando el género policiaco y sus buddy movies con “Hot Fuzz” (para mí, un peldaño por encima de su propuesta zombie), de nuevo con la genial pareja cómica formada por Simon Pegg y Nick Frost .

Desde entonces, muchos han intentado seguir sus pasos, procurando salir indemnes de la difícil tarea de mezclar comedia y terror con zombies sin que la cosa chirriase demasiado. Ha habido de todo, desde engendros como “Zombie Strippers” hasta simpáticas gamberradas como “Plane Dead” o “Dead Snow”, pasando por la curiosa y original “Fido”. Sin embargo, ninguna ha llegado –en mi opinión- al nivel de divertimento ofrecido por Wright. Ninguna hasta ahora…


Zombieland, o Bienvenidos a Zombieland, tal como la conoceremos aquí en España, nos presenta un mundo plagado de zombis en el que un variopinto grupo de personajes tratará de sobrevivir al caos imperante. Ellos son Columbus (Jesse Eisenberg) un joven miedica a quien la situación le supera, de modo que para evitar ser comido por los muertos vivientes, establece un seguido de reglas inquebrantables con las que intentar mantenerse con vida el mayor tiempo posible. Luego está Tallahassse (Woody Harrelson) un vaquero caza zombies cuya mayor placer, además de matar no-muertos, es lograr comerse el último Twinkie en la tierra (que es un popular dulce americano; algo así como un sobao Martínez pero relleno de crema). A estos dos se unen Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin), dos hermanas que atraviesan el país en busca del último refugio libre de amenaza zombie.

Muy diferentes entre sí, pero unidos por una misma causa, la supervivencia, los cuatro se embarcarán en un peligroso viaje a través de un mundo infestado de zombies (Zombieland), algo que tiene por qué ser óbice para poder divertirse un rato.


Procedentes del mundo de la televisión, los guionistas Paul Wernick y Rhett Reese han elaborado una divertida comedia zombie con unos ingredientes muy básicos pero a la vez muy certeros. Dejando la silla de director a un debutante, Ruben Fleischer, quién demuestra un buen manejo de la cámara y un perfecto dominio del ritmo, sabiendo compensar los momentos más cómicos con la acción e incluso su poquito de drama, sin perder fuerza ni desorientar al espectador.

Ya desde los primeros minutos nos damos cuenta que asistimos a una película muy particular, diferente a otras de su condición y que aún siguiendo la estela de “Shaun of The Dead”, demuestra tener personalidad propia, lejos de querer imitar el humor tan inglés de aquella.

Sus aciertos son varios, y por ello conviene enumerarlos uno por uno.

Para empezar, la historia se relata a través de la experiencia de Columbus, con la consiguiente voz en off de acompañamiento, que en su discurso intenta ir más allá de lo que vemos/oímos y de lo que sienten los protagonistas, además de ponernos en situación y, mediante flashbacks, contarnos también un poco del pasado de los personajes. El acoplamiento es perfecto, de principio de fin, sacándole buen partido al recurso pero sin abusar de él.

Las agudas normas de supervivencia de Columbus es otro de los aciertos del guión. Con ellas empieza la película, y a medida que avanza la misma, se nos van recordando lo importantes que son éstas (cartelitos sobreimpresos y/o voz en off mediante), y lo difícil que puede llegar a ser cumplirlas según la situación que se presente.

Luego está la cámara lenta, cuyo uso es tan vistoso como tremendamente efectivo, demostrando ya desde los fantásticos créditos iniciales que es también un buen recurso siempre y cuando sepa emplearse en su justa medida, cosa que Fleischer sabe hacer.

Y por último, está el competente reparto.


Jesse Eisenberg representa sin problemas al típico pardillo antisocial que no se come una rosca, y cuya mayor oportunidad en la vida para pillar cacho se presenta en el peor panorama posible: el apocalipsis zombie. Eisenberg consigue no caer en la sosería de otros jóvenes actores en roles similares (esto lo digo por Michael Cera, al que personalmente no termino de verle la gracia)

Woody Harrelson se desenvuelve como pez en el agua en un personaje hecho a su medida. Tallahassse es un tipo duro debido a las circunstancias, pero a la vez es un guasón y un trozo de pan, y Harrelson lo clava a la perfección, sin resultar cargante ni demasiado histriónico. Debo admitir que es un actor que siempre me ha caído simpático, y que es más versátil de lo que aparenta, si bien entendería que a aquellos que no le soportan, el visionado de la película se les hiciese algo más indigesto. Es Harrelson en estado puro, para bien o para mal, según cada cual.

La jovencísima Abigail Breslin, que ya destacó hace unos años en Pequeña Miss Sunshine, es aquí el contrapunto perfecto para un tipo como Tallahassse. La pequeña es más lista y pícara de lo que se podría esperar para una niña de su edad, y Breslin demuestra mucha soltura en el papel, evitando convertirse en la típica niña repelente y odiosa de la película, como suele ocurrir en estos casos.

Y por su parte, Emma Stone es la chica guapa del grupo, pero para nada la joven damisela en apuros, ni mucho menos. De hecho, las dos hermanas se muestran mucho más astutas que sus compañeros de viaje masculinos, lo cual sirve para cargarse ciertos tópicos del género.

Todos ellos están al servicio de una especie de road-movie zombie que nos deja un claro mensaje sobre la confianza y el buen entendimiento, además de que nunca se debe perder la esperanza. Hay que afrontar las dificultades, saber salir al paso y aprender a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, aunque el mundo se convierta en un lugar donde el ser humano esté en peligro de extinción.

Por tanto, Bienvenidos a Zombieland termina siendo un ligera y muy amena comedia, en la que los personajes importan y los zombies pueden dar tanto miedo como en cualquier otra película del género (que no es que lo den, pero al menos no son cutres ni resultan patéticos, sino que se comportan como todo muerto viviente hambriento de carne humana)

Cuenta además con unos cuantos alicientes extras, como la inclusión de algún gag intermedio (el premio al mata-zombies de la semana); la impagable aparición (y desaparición) -otro que es amado y odiado- de Bill Murray haciendo de Bill Murray (nunca mejor dicho) y ese nostálgico homenaje a cierta película ochentera en concreto (no diré más para no chafar la sorpresa). Aunque en conjunto, diría que el homenaje lo es tanto a la película como al actor que la interpreta.


Lo mejor: las reglas de supervivencia; el momento remember.

Lo peor: Absolutamente nada.


Valoración personal: Buena

miércoles, octubre 21, 2009

"La huérfana" (2009) - Jaume Collet-Serra

Crítica La Huérfana
Que el llamémosle, subgénero de “niños diabólicos” (por no decir otra palabra), está más sobado que el pomo de una puerta, es algo que ya sabemos todos. Así que cuando uno aborda dicha temática, probablemente sólo tenga dos formas mediante las cuales intentar contentar al público: o bien aportando algo de originalidad a la trama, o bien tratando de usar con eficiencia los no pocos clichés que tiene a mano. Ninguna de las dos opciones te asegura el éxito, pero si hay algo de talento detrás (bien en el guión, bien en la dirección), puede que salga a un producto lo suficientemente decente como para dejar satisfecho al espectador medio (o a veces incluso, al más exigente)

Quién más quién menos tiene en mente películas de este tipo y para todos los gustos: “La semilla del diablo” (Rosemary's Baby) , “La profecía” (The Omen) “Los chicos del maíz”, “El Exorcista”, “El pueblo de los malditos” (Village of the Damned) o “Hellion, el ángel caído (Whisper)” entrarían en la categoría de niños diabólicos de origen sobrenatural, pero también las hay en que la maldad del susodicho/a es innata, como en el “El Otro”, “El buen hijo” o la más reciente “El hijo del mal (Joshua)”. Hasta un español, Narciso Ibáñez Serrador, allá por los setenta, se atrevió con su particular visión del tema en “¿Quién puede matar a un niño?”.

En los últimos tiempos parece que la moda ha vuelto. En el 2007 tuvimos las citadas Hellion y Joshua. La primera no he tenido el gusto de verla y la segunda no estaba mal como thriller psicológico (a destacar el papel de Rockwell), aunque no era muy remarcable. Este año la primera en estrenarse ha sido “Expediente 39” (tan entretenida como olvidable), que estuvo su tiempo durmiendo en un cajón y que ahora que se ha estrenado lo ha hecho estrellándose en taquilla (¿será por –la difícilmente soportable- Zellweger?); y el viernes pasado le tocó el turno a “La Huérfana”, que primero se ha paseado por el reciente Festival de Sitges cosechando muy buenas críticas y haciendo compañía a otra película de niños cabroncetes como es The Children (ésta no creo ni que llegue a estrenarse en nuestras carteleras, pero os la recomiendo encarecidamente)

Kate (Vera Farmiga) y John Coleman (Peter Sarsgaard) son una pareja con dos hijos decidida a adoptar a un tercero,tras perder, tiempo atrás, al bebé que estaban esperando. Así que llegado el día, se dirigen al orfanato local con la intención de hacer su elección. Una vez allí, se sienten cautivados por Esther (Isabelle Fuhrman), una niña de aspecto angelical, buenos modales e inusitada inteligencia dada su corta edad. Kate y John no se lo piensan dos veces y deciden adoptarla de inmediato. La llegada de la muchacha a la casa de los Coleman es recibida con cierto recelo por Daniel, el hijo mayor, pero con mucho entusiasmo por parte de Max, la pequeña de la casa.

Al principio todo parece marchar con normalidad, intentando todos adaptarse a la presencia de un nuevo miembro en la familia, pero pronto empezarán a suceder cosas extrañas que harán sospechar a Kate de que Esther no es un niña muy normal, que digamos.


Y parafraseando la famosa frase del programa de Ibáñez Serrador, “hasta aquí puedo contar”.

Leído esto, uno tiene claro que el argumento no es colmo de la originalidad. Pareja atormentada por un trágico suceso decide adoptar/tener un niño/a para solventar su crisis matrimonial/familiar. Como es habitual, el niño/a no será lo esperado, y se las harás pasar bien p**** a todos. Y si no fuera por lo bien que han hablado de ella, ni me hubiera molestado en verla. Pero la curiosidad llamó a mi puerta…


Jaume Collet-Serra, director catalán afincado en EE.UU., ha estado sobreviviendo en Hollywood con productos alimenticios como el remake de “La casa de cera” (más digerible de lo que yo esperaba) o la secuela de Goal (sólo apta para incondicionales de este deporte, o ni eso). Con “Orphan” llega, quizás, su producto más personal, un trabajo de dos años para intentar conseguir un nombre dentro de la competitiva industria yanqui. Y visto lo visto, parece tener ya un huequecito asegurado.

En la mayor parte de metraje de su última película, casi todo suena a ya visto. Desde la adopción hasta los primeros síntomas de “algo raro pasa con esta niña”, resulta ser de lo más tópico y predecible, así que en eso sentido no hay mucho que destacar, salvo el oficio tras la cámara de Collet-Serra, que sabe imprimir un buen suspense (aunque no puede evitar abusar demasiado de los estruendosos golpes de sonido), y la labor del reparto, que resulta creíble en todo momento.

Quizás uno de sus puntos fuertes radique en el tiempo que se toman director y guionistas para desarrollar la relación de pareja entre Kate y John, que está algo más trabajada de lo normal, lo que ayuda a simpatizar con ellos de inmediato; especialmente con Kate, que será la que más sufra la crueldad de la recién adoptada. Esther y el resto de churumbeles cumplen un rol más esquemático pero acorde con los acontecimientos. Ahora bien, el papel de la suegra es, directamente, de lo más prescindible de la historia, por lo poco que pinta en ella (no molesta, pero tampoco aporta nada)

Otro punto a favor es la mala uva de Esther y lo bien interpretada que está por la jovencita Isabelle Fuhrman. Puede que a estas alturas su maldad no nos sorprenda demasiado, pero la ferocidad que se gasta con algunos personajes no es poca, y gracias a esa R que la película lleva con orgullo, tampoco se escatima en sangre (sin exagerar, pero la hay, que es lo que importa). Aunque encuentro mucho más interesantes -y disfrutables- los momentos en que el mal rollo es más bien psicológico (la tensión de algunos momentos a solas, las miradas furtivas, la desconfianza permanente…)


Para compensar su escasa originalidad, los guionistas guardan un as en la manga. Obviamente, no voy desvelar cuál es, pero se trata ya del habitual giro final sorpresa que, por lo menos esta vez, no parece metido con calzador (y lo que es mejor, sorprende de veras, pues es algo difícil imaginárselo de antemano). Está bien hilvanado dentro de la trama, sin necesidad de trampas ni engaños, y le da un toque distintivo al producto. Quizás luego el desenlace va un poco por la vía fácil, pero era casi inevitable que así fuese.

Por tanto, La huérfana es una buena propuesta dentro de las propias limitaciones del subgénero. Quizás dos horas son demasiado para una historia así, pero no pesan en ningún momento. Hay un buen clímax y unas buenas interpretaciones al servicio de una historia que es tan predecible -salvo el golpe de efecto final- como entretenida.

Un tenso thriller “de terror” tan convencional como satisfactorio.


P.D.: Parece que a Vera Farmiga le gusta pasarlo mal con los peques. Primero fue Joshua y ahora Esther. Pocas ganas le deben quedar de ser madre xD



Lo mejor: el reparto, en conjunto.

Lo peor: que cada escena, cada secuencia y cada acción-reacción sean tan previsibles.


Valoración personal: Buena

domingo, octubre 11, 2009

"Número 9" (2009) – Shane Acker

Crítica Número 9
Con “9”, probablemente estemos ante una de las propuestas de animación más imaginativas y sugerentes del año, además de una de las más esperadas. Aunque eso no implica que sea la película de animación del año (ese puesto, para mí, ya se lo tiene ganado “Up”)

Su estreno en EE.UU. se produjo el 9 de septiembre (9/9/2009), pero no será hasta el 1 de Enero de 2010, casi 5 meses después, cuando por fin llegue a nuestras salas. Uno de esos injustos retrasos que, por desgracia, cada vez nos sorprenden menos.

La historia de “9” se sitúa en un mundo post-apocalíptico en el que la humanidad ha sido borrada de la faz de la Tierra. En su lugar, parecen haber sobrevivido, entre las ruinas, unos pequeños muñecos de trapo provistos de alma, y que constantemente huyen de una máquina gigante que les persigue con el fin de arrebatarles la vida. Estos muñecos suelen esconderse como pueden del enemigo, pero la llegada de 9, otro superviviente de trapo, cambiará las cosas. La valentía del recién llegado inducirá al resto a superar sus propios miedos y a hacer frente a la máquina de una vez por todas. Juntos intentarán vencer al malvado ser que les atormenta y les quiere robar el alma. En su camino, además, descubrirán el origen de estas máquinas y también el de ellos mismos.


“9” es algo así como la versión extendida del cortometraje de mismo título que creó Shane Acker en 2005 (pinchad aquí, por si no lo habéis visto aún), y con el que fue nominado –aunque no vencedor- a los Oscars de aquél año en la categoría de Mejor Corto Animado (compitiendo con Pixar, quienes tampoco se llevaron la estatuilla). El trabajo de este animador dejó impresionado al mismísimo Tim Burton, y de ahí que éste sea uno de los productores de este largometraje (el otro es el inefable Timur Beckmambetov…)

Que el nombre de Burton figure en los carteles es un arma de doble filo. Por un lado, para el público de a pie es de sobras conocido, por lo que la película ya está medio vendida; pero por el otro, puede llegar a eclipsar la figura de su director y creador, como ya ocurriera con “Pesadilla antes de Navidad” (méritos compartidos entre Burton y Henry Selick) De hecho, con el primer tráiler, muchos ya certificaban la presencia del toque Burton en ella, cuando resulta que la idea y toda la inventiva conceptual y visual del film se debe exclusivamente a Acker. Así que habrá que esperar si con el tiempo, y con futuros proyectos, Acker consigue hacerse un nombre propio en la competitiva industria de la animación (talento no parece faltarle)

El mayor atractivo de “9” reside, obviamente, en su peculiar “puesta en escena”, por así decirlo, bastante alejada de las propuestas habituales; y en sus protagonistas, nada menos que un puñado de muñecos de trapo con alma. Las aventuras de estos personajes se desarrollan, además, en un escenario poco corriente en el género de animación para toda la familia (exceptuando a Wall-E, claro); un mundo post-apocalíptico sombrío y devastado por una guerra entre hombres y máquinas (¿alguien ha dicho Terminator?). A ese tono oscuro y semi-adulto se le añade luego toda una maquinaria/tecnología de carácter bastante retro o “stitchpunk”, como alguno ya la ha definido (da la impresión que ese futuro es más bien un pasado alternativo, a juzgar por algunos vehículos que se observan durante el metraje), por lo que la propuesta no podría ser más atrayente para el espectador habido de ideas nuevas que refresquen el panorama cinematográfico actual.

Así que en ese sentido, la película de Acker es una delicia, y ya sólo por su estética merece un visionado. Ahora bien, una vez inmersos en la historia, ésta ya no goza de la misma genialidad que su atractivo envoltorio.


La acción está por encima de casi todo lo demás, y en su espectacularidad reside gran parte del sustento de la trama, que todo hay que decirlo, es algo monótona. La verdad es que se echa en falta algo más de profundidad en unos personajes que son puro estereotipo (aunque se agradece que el muñeco de trapo más habilidoso sea hembra y no macho).

La acción está bien llevada, con un ritmo intenso y unas secuencias bien orquestadas, pero algo faltas de épica (algo más cercano a lo que es un videojuego, pero sin partícipes en él). En parte, eso es debido a que nuestra implicación con los personajes es algo vaga, de modo que los momentos más emotivos también se resienten un poco. Por ejemplo, la parte final concentra un importante carga dramática que, digamos, funciona gracias a la fuerza de sus imágenes y no tanto el cariño que uno le haya podido coger a los personajes. Por tanto, se apela poco a nuestra empatía, dejando que la creatividad visual sea la que nos deje prendados (algo que, de seguro, conseguirá en más de un espectador)

Ese tono adulto que se intuía en el tráiler no lo es tanto, si bien tampoco se puede decir que sea una cinta infantil, pues algunas imágenes podrían ser algo aterradoras para los críos (básicamente cuanto hacen acto de presencia las temibles y espeluznantes máquinas)

A mi juicio, las carencias que muestra la película son quizás herencia de un cortometraje que, para funcionar, no necesitaba tanto fundamento. Pero para extender 11 minutos a casi ochenta (muy poquitos, por cierto), hacen falta muchos más ingredientes. Acker lo sabe y aprovecha la extensión de metraje para situarnos en un contexto mejor definido, presentarnos a todos los personajes y desarrollar una explicación del por qué de su existencia. Todo lo que no necesita el corto, resulta imprescindible para el largometraje, quedando el concepto original como una idea aislada que funciona perfectamente en su campo de limitada duración. Aún así, a Acker -que ha contado con la ayuda de otros dos guionistas- le falta trabajar mucho más los personajes y las emociones que necesita transmitir la historia. No es que se quede en un producto superficial, ni mucho menos, pero es un claro ejemplo de que el continente es muchísimo mejor que el contenido, o digamos que está más conseguido. Sin embargo, y en última instancia, como producto de entretenimiento que es, funciona sin problemas.


Creo que una mención aparte es la que merece la banda sonora de Deborah Lurie, que me parece estupenda. Enérgica percusión acompañada de poderosos coros, y que a veces pasa a ser algo más sosegada, pero manteniendo siempre un tono muy característico. Por tanto, siento que contiene esa épica que tanto se echa de menos en algunas imágenes, pero que a la vez tan bien las acompaña. Se nota también un poco la mano de Danny Elfman, que ha participado en la composición de algunos temas. Así que si sois entusiastas de las bandas sonoras, ésta no debería faltar en vuestra colección.


En resumidas cuentas, “Número 9” entretiene pero no deja huella más allá de lo puramente estético. Muchos se quedarán prendados por esa creatividad visual de Acker (digna de elogio, por supuesto), mientras que otros, como un servidor, no podremos desprendernos de esa sensación a ligera decepción. El diseño de producción es fantástico, con un aura oscura más que acertada y con una acción trepidante y muy efectiva, pero la historia no es tan atrapante, ni tan original ni tan entrañable (aunque el canto a la vida y a la amistad que transmite siempre es bienvenido)


Lo mejor: el diseño de producción, la ambientación, etc.; la secuencia final.


Lo peor: lo simple y plano de la historia; un desarrollo más cercano al videojuego; la escasa implicación con los personajes


Valoración personal: Correcta