sábado, febrero 27, 2010

“Al límite (Edge of Darkness)” (2010) – Martin Campbell

critica Al límite (Edge of Darkness) 2010 Martin Campbell
Hacía muchos años que no veíamos a Mel Gibson en una película. Su última aparición data de 2003, con un pequeño papel en la simpática “El detective Cantante”. Desde entonces, ha preferido explotar su faceta como director en películas -no exentas de polémica- como “La Pasión de Cristo” o “Apocalypto”, ésta última una de las mejores películas de la pasada década, a gusto de un servidor.

Y aunque en la silla de director ha terminado consolidándose como un cineasta de gran talento, lo cierto es que ya se le echaba de menos delante de la cámara.

Para tal ocasión, Gibson no se ha complicado demasiado la vida y ha buscado un proyecto a su medida. Un thriller sobre un padre en busca de venganza por la muerte de su hija.

Edge of Darkness, que en un alarde originalidad se ha traducido aquí como “Al límite” (¿cuántas traducciones tendrán ya esas dos palabras en su título?), se centra en Thomas Craven (Mel Gibson), un veterano investigador del departamento de policía de Boston cuya hija de 24 años (Bojana Novakovic) ha sido asesinada ante sus propios ojos. Tras esta trágica pérdida, Craven decide implicarse en la investigación y descubrir a los asesinos de su hija. Pero pronto se dará cuenta que detrás de tan brutal homicidio se esconde algo muy grande.
Craven buscará destapar todo el tinglado en el que se vio involucrada su hija, y de paso saciar su sed de venganza.

La película que nos ocupa se basa en un miniserie británica de 1985 de mismo título dirigida por el propio Martin Campbell, y el guión lo escribe esta vez William Monahan, responsable de títulos como la oscarizada Infiltrados, Red de mentiras o El reino de los cielos.

Lo que en un principio puede parecer la típica historia de venganza, desemboca en el no menos típico thriller de conspiraciones gubernamentales y corrupción política.

Poco a poco, el personaje de Craven va descubriendo el lío en el que estaba metida su hija, y se da cuenta que tiene entre manos un asunto que va más allá de la simple venganza. Fuera de su jurisdicción, y empleando sus métodos poco ortodoxos, Craven va avanzando en la investigación y destapando a los involucrados en el meollo. No tardará mucho en darse cuenta que estará sólo ante el peligro, enfrentándose no sólo a un grupo de matones sino también al propio sistema.

Lo cierto es que teniendo semejante argumento entre manos, resulta altamente decepcionante que la intriga se desarrolle de forma tan arrítmica. Y es que si bien la película empieza con bastante buen pie -aunque incrustando unos flashbacks de la peor forma posible-, lo cierto es que a medida que va avanzando se va perdiendo el interés en la trama. Salvo algún par de detalles dignos de mención, y que desgraciadamente sólo responden a las escenas de acción, el resto resulta bastante anodino e incluso aburrido. La intriga se desarrolla con muy poco brío, y el personaje de Gibson deambula con cara de malas pulgas y resolviendo las adversidades a punta de pistola.


No hay garra ni emoción, y los momentos dramáticos son tan de manual (de nuevo esos flashbacks, a los que se les une una voz en off –la de la hija- la mar de ridícula) que no causan ningún tipo de empatía. Tan sólo el buen hacer de Gibson y el ambiguo personaje que interpreta un más que correcto Ray Winstone salvan la película de convertirse en una pérdida de tiempo.

Campbell y Monahan pierden el tiempo en un montón de diálogos pretendidamente elocuentes que lo único que hacen es entorpecer el ritmo de la película, alargar el avance de la investigación y adormecer a un humilde espectador. La parte dedicada al suspense resulta tan insatisfactoria, que lo único que me queda como espectador es intentar disfrutar de los pocos momentos en los que Gibson saca su mala leche y su pistola y dispara contra todo el que se le pone por delante. Ni siquiera Danny Huston tiene tiempo para componer un villano que dé la talla ante una conspiración tan insípida como la que aquí nos presentan.

Campbell, que ya ha demostrado su solvencia como artesano en Goldeneye y Casino Royale (las dos mejores resurrecciones del agente 007), o en el cine de aventuras con “La máscara del zorro” (olvidémonos de su espantosa secuela….), se muestra aquí incapaz de llevar a buen puerto una historia de intriga en la que los enemigos nunca llegan a resultar realmente amenazadores ni la conspiración demasiado intrigante.

Por tanto “Al límite (Edge of Darkness)” se queda en un thriller bastante flojito e irremediablemente olvidable. Una mezcla descompensada entre el cine de conspiraciones y el de justicieros, y que se salva muy por los pelos gracias al empaque de su actor protagonista y a un tramo final tan convencional y efectista como efectivo.



Lo mejor: volver a ver a Mel Gibson en pantalla grande, aunque ya no esté para ir soltando muchos mamporros ni para ir pegando tiros a diestro y siniestro.


Lo peor: que este regreso deje sabor agridulce.


Valoración personal: Regular

jueves, febrero 18, 2010

"Percy Jackson y el ladrón del rayo" (2010) – Chris Columbus

Percy Jackson y el ladrón del rayo critica 2010 Chris Columbus
Creo haber perdido la cuenta de la cantidad de novelas juveniles de corte fantástico que Hollywood ha adaptado con la intención de convertirlas en exitosas franquicias. Y aunque aún quedan unas cuantas por llegar, lo cierto es que todavía ninguna ha podido destronar a Harry Potter. El mago de las gafitas sigue siendo el rey de la taquilla en estos menesteres, y parece que nadie puede hacerle sombra.

“Eragon”, “Los seis signos de la luz”, “La brújula dorada”, “City Of Ember” o la más reciente “Corazón de tinta (Inkheart)” son algunas de las que apuntaban a franquicia y se quedaron a las puertas. Tan sólo “Las Crónicas de Narnia”, más cercano a ser el relevo de “El señor de los Anillos” que de “Harry Potter” (por temática, más que por otra cosa), es la única que pasó a tener secuela, y en camino está una tercera parte. Aunque eso sí, de no haber costado 225 millones de dólares (una barbaridad), la segunda entrega hubiese sido más rentable y la Walt Disney Pictures no se hubiera visto obligada a vender los derechos (los cuáles pasaron a manos de la 20th Century Fox)

De todas maneras, a Potter le quedan dos telediarios, como aquél que dice, y urge ya una saga que sustituya su vacío de aquí unos años, o al menos eso piensan los estudios.

Percy Jackson y el ladrón del rayo” es la apuesta de la Fox, y narra la historia de Percy Jackson (Logan Lerman), un chico aparentemente normal y corriente que descubre un día que es el hijo que el Dios Poseidón engendró con una mortal. Eso le convierte a él en un semidiós o héroe. Pero este descubrimiento no es fruto de la casualidad. Alguien ha robado el Rayo de Zeus, el arma más poderosa jamás creada, y todo apunta a que Percy es el ladrón. La cólera se desata en el Olimpo y una guerra está a punto de estallar. Por el bien del muchacho y del universo, sus protectores deciden revelarle sus verdaderos orígenes. Desgraciadamente, durante su huída en busca de refugio, su madre será secuestrada por el mismísimo Hades, Dios de los muertos, quién la usará como moneda de cambio para obligar al muchacho a devolver el rayo.

Percy niega en rotundo las acusaciones, y en vez de esconderse de sus perseguidores, decidirá ir hasta el Infierno para convencer a Hades de su inocencia. Pero llegar hasta el inframundo no es fácil, y Percy deberá superar una serie de obstáculos. En su peligrosa travesía, será ayudado por su mejor amigo Grover (Brandon T. Jackson) y Annabeth (Alexandra Daddario), hija de Atenea (diosa de la sabiduría y la estrategia), a quién conoce en un campamento especial para jóvenes héroes. Los tres recorrerán los Estados Unidos en busca de la puerta que les lleve hasta el inframundo, y en el camino deberán hacer frente a todo tipo de monstruos mitológicos.

La aventura de Percy acaba de empezar, y tan sólo tendrá 10 días para evitar la guerra y rescatar a su madre. Todo un reto para un adolescente que acaba de descubrir sus poderes ocultos.


“Percy Jackson & the Olympians: The Lightning Thief” adapta la primera de las cinco novelas que componen la saga literaria “Percy Jackson y los Dioses del Olimpo” escritas por el estadounidense Rick Riordan. Las originalidad de la obra, y por ende, de esta película, radica en el hecho de trasladar la mitología griega a nuestros días, si bien hay que advertir que los hechos relatados, al menos en esta primera película, no coinciden exactamente con la fuente original de la que, eso sí, toma prestadas muchas de sus ideas. Dicho esto, queda aclarado que no es una actualización de aquellos relatos mitológicos, sino que Riordan toma prestado a sus personajes (dioses, héroes, monstruos….) para componer sus propias historias.

Así es como aquí, Percy o Perseo, es hijo de Poseidón y no de Zeus, y lo poco que le emparenta con las hazañas de dicho héroe es el hecho de tener que enfrentarse a Medusa, la Gorgona con serpientes en la cabeza que todos ya conocemos. Aquí, además, cuenta con la ayuda no de la propia Atenea sino de su hija, y tampoco de Hermes, aunque su hijo es quién le proporciona una par de objetos que le ayudarán en su empresa: las sandalias -aquí zapatillas- aladas y un escudo.



Desde siempre me han interesado los mitos y las leyendas, y la mitología greco-romana ha sido siempre una de mis pasiones. Es ese motivo, y no otro, el que me incitó a echarle un vistazo a esta película, ya que nunca había oído hablar de las novelas de Riordan.

En parte, se agradece que el autor no se limité a trasladar las historias originales a la actualidad, sino que se inspire en ellas para crear una serie de aventuras juveniles. De no ser así, sus méritos como escritor serían escasos. Por eso resulta muy curioso, al menos para los que sabemos un poco del tema, cómo algunas de esas historias son adaptadas al mundo contemporáneo para hacer las aventuras de Percy mucho más atractivas.

Aquí la misión es llegar al inframundo, y Percy y sus amigos deben buscar ciertos objetos que les servirán para llegar hasta allí. La recuperación de cada objeto implica superar una prueba o enemigo en concreto, como si de un videojuego se trata. Y una vez superados los retos, el grupo de jóvenes tiene vía libre para llegar hasta Hades y calmar los ánimos en el Olimpo.

Esto implica que a lo largo de la película, y como ya se mostraba en el trailer, los protagonistas deban a hacer frente a un minotauro, a la mismísima Medusa (acertada localización en la que se encuentra su guarida) o a la Hidra, un monstruo policéfalo que escupe fuego por una de sus cinco cabezas (en la fuente original se trata de un monstruo acuático y venenoso; aquí se conserva tan sólo el detalle de cómo se reproducen sus cabezas si éstas se cortan)

También se entremezclan algunos segmentos de La Odisea de Homero, como la llegada de Odiseo a la isla de los Comedores de Loto, y que aquí se desarrolla en un escenario muy apropiado.

Chris Columbus es todo un experto en lo que a cine infantil/juvenil se refiere. Sin ir más lejos, fue el director de las dos primeras entregas de Harry Potter, por lo que no es de extrañar que la Fox buscara un valor más o menos seguro para hacerse cargo de iniciar esta presumible saga cinematográfica. Además, en sus créditos como guionista figuran películas como “Los Goonies”, “El Secreto de la Pirámide” y las dos entregas de “Gremlins”, por lo que un tipo de su experiencia parecía el tipo ideal para llevar el proyecto a buen puerto.

Aquí no hay mucho tiempo para profundizar en los personajes ni para plantearse dilemas morales. Aquí se va a lo que se va, es decir, a ofrecer al público una montaña rusa de emociones. Mucha fantasía en forma de dioses, monstruos y un grupete de jovenzuelos especiales con una misión de vital importancia. Realmente no hay más, ni tampoco parece hacer falta.

Columbus construye un vehículo para lucimiento de sus tres jóvenes protagonistas y de los efectos especiales, que dicho sea de paso, no son gran cosa (tampoco es que sean un espanto, pero sí son bastante mejorables)


La trama se beneficia del ritmo trepidante que imprime el director, empleando el tiempo justo para cada prueba y cada villano, sin quedarse demasiado corto en minutos ni tampoco alargando demasiado las secuencias de acción, cosa que de ocurrir, podría llegar a saturar al espectador. Y es que cuando el guión se basa básicamente en la superación de distintas pruebas, lo suyo es que haya el tiempo justo para que simpatices con los personajes, para que éstos se relacionen y para que una prueba lleve a la otra sin la sensación de que estamos presenciando un videojuego en el que no nos dejan participar.

Los personajes, por otro lado, son los típicos de estas historias. El héroe protagonista, un chaval que se verá inmerso en una aventura de grandes magnitudes. El mejor amigo del héroe, cuya ayuda es inestimable; también suele ser el graciosete del grupo, sobre todo si es negro, como bien mandan los cánones hollywoodienses. Y finalmente está la chica por la que el héroe suspira; y como los tiempos cambian, ésta ya no es la típica damisela en apuros sino que es una chica de armas tomar. Si en este caso es la hija de Atenea, con más razón aún.

Así que en lo que a personajes se refiere (villano incluido), la originalidad es cero. De todas formas, son constantes que se repiten en este género y suelen ser las que los jóvenes esperan encontrar, por lo que tampoco hay demasiado lugar a la innovación (ésta se busca en la propia historia)

En ese sentido, el reparto cumple con su función, ya que tampoco se les exige demasiado. Logan Lerman no lo hace mal, aunque está claro que aún le faltan tablas como actor. De todas formas, podría no ser una mala elección para el anunciado reboot de Spiderman si lo que buscan es un pipiolo en plena edad del pavo (eso sí, unas horas en el gimnasio no le irían nada mal). Con Alexandra Daddario, que interpreta a Annabeth, ocurre tres cuartos de lo mismo. Así que el que mejor se defiende es Brandon T. Jackson, que consigue caer en gracia sin resultar cargante, ya que su rol de “amigo negro gracioso” es, como ya he comentado antes, puro estereotipo. Jackson es quién afronta con soltura los momentos más cómicos del film. Quizás algunos lo recordéis por interpretar a Alpa Chino en “Trophic Thunder”.

El resto, actores y actrices adultos, quedan en un segundo plano -bastante desaprovechado-, así que asumen sus papeles de la forma más correcta posible (mención especial a Rosario Dawson como Persephone, que está para mojar pan)

Por lo demás, “Percy Jackson y el ladrón del rayo” es un producto juvenil que funciona, sobre todo si lo comparamos con algunas de las películas que he citado al comienzo de esta crítica. Le hubiera venido de perlas tener unos efectos especiales más espectaculares, pero hay que conformarse con lo que hay y agradecer que sus dos horitas se pasen volando (y probablemente se olviden igual de rápido)

Su mayor hándicap cara a la taquilla es que sus novelas no sean mundialmente conocidas como lo son las del mago, ni sean tampoco un arrollador éxito de ventas. Por tanto, dudo que estemos ante el verdadero sucesor de Potter, pero al menos lo intenta con cierto oficio.


Lo mejor: entretiene y sus dos horas se pasan rápido.

Lo peor: no va más allá del simple entretenimiento.


Valoración personal: Correcta



jueves, febrero 11, 2010

"El Hombre Lobo (The Wolfman)" (2010) - Joe Johnston

El Hombre Lobo The Wolfman 2009 Joe Johnston
A diferencia de otras criaturas de la noche como los vampiros, cuya presencia es cada día más habitual en películas o series de televisión, la figura del hombre no ha gozado de mucha popularidad/repercusión desde hace bastante tiempo (productos de videoclub aparte). Y ya no hablemos de encontrar películas que le hagan justicia, pues eso resulta mucho más difícil todavía. De hecho, hay que remontarse hasta los ochenta para encontrar algunas que dejen en buen lugar al mito licántropo. “Un hombre lobo americano en Londres”, “Aullidos” o “En compañía de lobos”, entre otras, se han convertido en clásicos de culto casi por unanimidad, mientras que en años posteriores los intentos de recuperar al monstruo han sido frustrados. Alguna que otra saga, como Ginger Snaps, se ha ganado el favor de algunos aficionados (entre los que NO me incluyo); otras como Underworld provocan disparidad de opiniones (más en contra que a favor). Así que puestos a destacar algún título reciente, me quedaría con Dog Soldiers (simpática serie B con la que debutó Neil Marshall)

Contar con un gran reparto no asegura nada, como bien quedó demostrado en la fallida “Lobo”. Así que dado el escaso interés por parte del público y de las majors, el mercado ha terminado llenándose de subproductos como “La marca del lobo”, “La maldición (Cursed)” o “Skinwalkers”, que han deteriorado en demasía la imagen del hombre lobo.

Es por eso que el remake de un clásico de la universal, “El hombre lobo” de George Waggner, parecía una buena oportunidad para revitalizar la leyenda de este fantástica criatura. A fin de cuentas, el film original era bastante flojito (ni punto de comparación con las dos de Frankenstein, por ejemplo) y tampoco ha soportado muy bien el paso del tiempo (entrañable, si se mira con ojos nostálgicos). Por tanto y pese lo cansino que resulte ver tanto remake en las carteleras, lo cierto es que esta vez estaba bastante justificado.

Desgraciadamente, desde que empezó la producción los problemas fueron continuos. Primero fue la espantada de Mark Romanek, director inicialmente previsto para encargarse del rodaje; luego vinieron los cambios en los andares del monstruo, la reedición de escenas y finalmente la destitución de Danny Elfman como compositor. Tanto cambio no ha hecho otra cosa que provocar la desconfianza. Desconfianza que, para qué negarlo, se han encargado de apaciguar unos trailers bastante alentadores. Aunque ya se sabe que hoy día éstos tampoco son mucho de fiar.


La historia empieza con Lawrence Talbot, quién tras años de ausencia, regresa a su tierra natal por petición personal de Gwen Conliffe, la prometida de su misteriosamente desaparecido hermano. A su llegada, Lawrence es informado que éste ha sido brutalmente asesinado, por lo que decide ir a la caza del culpable. A juzgar por el desagradable aspecto del cadáver y de los rumores que apuntan a que una bestia sobrenatural está matando a muchos campesinos, Lawrence empieza a buscar información entre la población gitana, bastante creyentes en estos temas. Durante su investigación, el poblado es atacado por la supuesta bestia, que no es otra cosa que un hombre lobo. Lawrence se enfrenta a él pero termina con un enorme mordisco en el cuello que casi acaba con su vida. Por suerte, pronto se recupera de sus heridas, aunque no tardará en descubrir que el mordisco le cambiará para siempre…Y es que parece existir una antigua maldición que convierte a las víctimas en hombres lobo las noches de luna llena.

Lawrence pasará de cazador a presa en muy poco tiempo, y mientras huye de sus perseguidores e intenta proteger a la mujer de la que se ha enamorado, deberá rendir cuentas con la criatura que mató a su hermano y que le ha condenado de por vida.


Aunque ya se había anunciado que esta nueva versión vendría clasificada con una “R” por su extrema violencia, lo cierto es que no he podido evitar sorprenderme ante el festín gore que nos ofrece este “nuevo” hombre lobo. Teniendo en cuenta lo restrictivos que son en algunos países con las calificaciones (especialmente en EE.UU.), y la cada vez más molesta obsesión de los estudios por autocensurarse y conseguir películas PG13 que permitan acumular más dinero en taquilla, resulta extraño e incluso arriesgado que una producción de este calibre (supuestamente habrá costado 85 millones de dólares, tirando a lo bajo) opte por ser tan explícita. Personalmente lo agradezco, ya que una película de hombres lobo sin un poquito de sangre es como una de McClane sin tiros ni explosiones (o sin walkie talkie xD)

Obviamente, si la violencia no está justificada, de nada nos sirve. Pero creo que en este caso es muy bienvenida, aunque hay que admitir que en algunos momentos se desfasa un poco y puede llega a ser muy bruta. Y es que este hombre lobo no se anda con tonterías y despedaza todo cuanto se le pone por delante. Podemos decir que es el licántropo más bestia y sanguinario que se ha visto en pantalla en muchos años. Así que esperemos que alguien en Hollywood tome note y nos muestra también así a los vampiros, que algunos ya empezamos a hartarnos de tanto vampiro cursi.

Gore aparte, lo cierto es que la película tiene sabor a clásico, pero a clásico un tanto descafeinado. Pero vayamos por partes…

Como ya pudimos observar en los trailers, la ambientación es impecable; de ciertas reminiscencias góticas, deudoras tanto de los clásicos de la Universal como de la Hammer. Cuenta además con un muy buen trabajo de fotografía de Shelly Johnson, que ya había colaborado con el director en la tercera entrega de Jurassic Park o más recientemente en –la infravalorada- “Océanos de fuego”. Las localizaciones son exquisitas (el caserón de los Talbot, sin ir más lejos), tanto si hablamos de entornos naturales, decorados (la tienda de Gwen) o incluso de las secuencias recreadas por ordenador (la del puente de Londres)

Y aunque ya sabíamos de antemano que el aspecto del hombre lobo iba a conservar el look clásico de los años 40, viendo la película nos cercioramos del magnífico trabajo –no podía ser de otra forma- del maestro Rick Baker para darle ese aspecto feroz pero a la vez humano, acercándose más al hombre-lobo que se supone que es, que al lobo bípedo y gigantón que nos han mostrado otras tantas películas.


Como ya sabréis, se reeditaron algunas escenas para mostrarnos a la criatura desplazarse a cuatro patas. Considero que es un acierto, ya que se usa básicamente para las secuencias en las que ésta necesita correr a gran velocidad, bien sea para huir o para perseguir a sus presas. También opta por éste desplazamiento cuando se lanza al ataque, tal como se nos muestra en el duelo final entre los dos hombres-lobo de la película (esto no es un spoiler, aunque por supuesto no desvelaré la identidad de uno de ellos; si bien tampoco es muy difícil imaginarse quién puede ser)

El proceso de transformación de Lawrence en hombre-lobo está bastante logrado, y recuerda en cierto modo al de la ya citada película de John Landis. Tanto en ese aspecto como en otros detalles que han requerido el uso del ordenador, considero que el resultado es muy competente. Quizás la huida de Lawrence por los tejados de Londres cante un poco más, pero en general los efectos especiales son convincentes y no se abusa de ellos en exceso.

En cuanto a la banda sonora de Danny Elfman, comentar que en algunos tramos recuerda un poco –e intencionadamente, lo más seguro- a la que Wojciech Kilar compuso para “Drácula de Bram Stoker” de Francis Ford Coppola. Lo cierto es que he podido escuchar uno de los temas que realizó Paul Haslinger, el compositor sustituto, y doy gracias a que el estudio rectificara a tiempo. El trabajo de Elfman es de corte muy clásico y sinfónico, y casa a la perfección con el tipo de película que tenemos delante, mientras que el de Hasling sonaba demasiado moderno y guitarrero (no en vano, es el responsable del score de Underworld) Ahora bien, han sido otros compositores quiénes se han encargado de terminar de ajustar la banda sonora, ya que Elfman estaba ocupado con "Alicia en el País de las Maravillas" de Burton, y quizás por eso se intuya cierta monotonía en el resultado final.

En temas de dirección, la labor de Joe Johnston es bastante resolutiva, aunque quizás le cueste un poquito arrancar. Como buen artesano que es (aunque no siempre cuente con un buen guión para poder demostrarlo), Johnston domina con destreza las escenas de acción y sabe mostrar al monstruo en su justa medida. Y es que aunque ya conozcamos de sobra su aspecto, es de agradecer que el director mantenga el misterio hasta bien entrada la trama. Los ataques iniciales muestran la brutalidad del ser pero no desvelan su aspecto; poco a poco, entre niebla y sombras, se nos va mostrando el rostro de la fiera y su corpulento físico, además de sus imprescindibles y mortíferas garras. Ahí es donde cabe destacar uno logrados planos por parte de Johnston, tanto en los ataques como en las distintas persecuciones/huídas.

Ahora bien, ¿es esto suficiente para dotar al film de la grandeza que requiere dicho personaje? Pues no, no es suficiente, y hace falta también un buen desarrollo de personajes, algo de lo que peca bastante este guión. Por otro lado, la trama es muy esquemática: de A a B, y de B a C, con muy pocas sorpresas por medio (y las que hay son del todo previsibles, o al menos a mi me lo parecieron)


Lo más interesante es cómo se trata la maldición de Lawrence desde un punto de vista científico, como una enfermedad psicológica que los loqueros intentan sanar con métodos más propios de la tortura que de la medicina (y no andan muy desencaminados con las verdaderas prácticas de los manicomios de antaño).

Esta parte está conseguida, pero las relaciones entre los personajes son un tanto superficiales. El flechazo a primera vista entre Lawrence y Gwen se podría haber desarrollado un poco más, así como la relación padre e hijo entre los Talbot. Un mayor protagonismo del personaje interpretado por Hugo Weaving tampoco hubiera estado de más; o por lo menos, que su presencia hubiese sido más significativa.

Quizás sea por eso que la labor del reparto queda un tanto deslucida. Todos están muy correctos en sus respectivos roles, pero los personajes podrían haber estado algo más trabajados (la justificación de ciertas acciones pende de un hilo)

En conclusión, “El hombre lobo” no es un peliculón pero tampoco un bodrio. Tantos problemas como ha tenido podían haberle pasado peor factura, pero se deja ver con agrado, sobre todo si, como a mí, te gustan este tipo de películas. Ahora bien, da la sensación que con semejante reparto y diseño de producción se podía haber hecho algo más grande y no tan simple. No sé si a la altura del magistral film de Coppola (Drácula es mucho Drácula), pero sí mejor. Puede que en parte, esa fuera la intención de sus responsables: realizar un mero entretenimiento.


Lo mejor: la ambientación y el maquillaje de Rick Baker.

Lo peor: el poco desarrollo de los personajes; lo esquemático de la trama


Valoración personal: Correcta

sábado, febrero 06, 2010

"La Carretera (The Road)" (2009) - John Hillcoat

Crítica La Carretera The Road
El favor del público y/o el de la crítica es esencial para que un escritor salga del anonimato y consiga cierto renombre en el mundillo de la literatura. Si luego recibe galardones que premien su trabajo o consigue que sus novelas se conviertan en best-sellers, entonces puede devenir en un blanco perfecto para que los estudios de Hollywood adapten sus novelas.

Cormac McCarthy es un aclamado escritor estadounidense cuya obra hace relativamente poco que ha dado el salto en el cine. Si exceptuamos un telefilm de finales de los 70, la primera adaptación para la gran pantalla fue “Todos los caballos bellos” (2000), dirigida por el actor y eventual director Billy Bob Thornton. El resultado no pudo ser peor: vilipendiada por la crítica y fracaso en taquilla.

Tuvieron que pasar siete años hasta que otro, o mejor dicho, otros intentaran de nuevo llevar al cine una novela de McCarthy. Estos fueron los hermanos Coen, que a diferencia de Thornton, obtuvieron unos resultados inmejorables con "No es país para viejos". Por un lado, un gran éxito de taquilla, recaudando seis veces más de lo que costó; y por el otro, obtuvo el beneplácito de la crítica, que ponía la cinta por las nubes con calificativos tales como “gran película” o “obra maestra”. Y por si eso fuera poco, se llevó 4 Oscars (merecidos o no, eso ya es otra cosa), entre los que destacaron Mejor película y Mejor director. Claro que entre público la opinión estaba divida a partes desiguales entre los que creían haber visto un peliculón y los que pensaban que era un tostón de cuidado.


La Carretera (The Road), basada en la novela homónima ganadora de un Premio Pulitzer, tiene todas las papeletas para producir las mismas sensaciones encontradas entre el público, si bien la crítica ya se ha deshecho en elogios, como era de esperar. Aunque no deja de ser extraño que no haya ni rastro de ella en los nominados a los Oscars 2010…


La película nos sumerge en un mundo post-apocalíptico en el que un padre (Viggo Mortensen) y su hijo (Kodi Smit-McPhee) tratarán de sobrevivir como puedan en una tierra hostil y devastada por un cataclismo. Juntos emprenderán un viaje hacia el sur, donde está la costa, en busca de un lugar seguro donde asentarse. En su camino se cruzarán con otros pocos supervivientes, algunos de los cuales pueden ser un grave obstáculo, ya que no son pocos los que, en vista de la escasez de alimentos, han decidido optar por el canibalismo para su supervivencia.


Esta sería una escueta sinopsis de la “La Carretera”, y eso es básicamente lo que podemos encontrar en ella, ni más ni menos. Obviamente, se trata de una atípica cinta post-apocalíptica en la que no hay forzudos héroes –o anithéroes- que luchen contra un montón de brutos armados hasta los dientes, ni tampoco escenas de acción cargadas de pirotecnia y adrenalina por un tubo. Esto es algo que ya sabrán de sobra aquellos que conozcan la novela, pero para los que no, era importante dejarlo bien claro, ya que el tráiler puede –y quiere- dar una idea equivocada del tipo de película que realmente es.


Tras un cataclismo del que apenas tenemos información (no sabemos por qué se originó, aunque podemos hacernos una idea…), el mundo y la civilización se han ido al garete. La tierra es un lugar estéril en el que ya no crece nada ni se pueden cultivar alimentos; animales de cualquier hábitat (tierra, mar o aire) parecen haberse extinguido, y de la raza humana apenas quedan unos pocos supervivientes. Estos últimos pobladores del planeta Tierra tan sólo pueden sobrevivir de dos formas: alimentándose de los escasos restos de comida que encuentren por el camino o bien alimentándose de otros supervivientes, es decir, comiendo carne humana. Cualquiera de las dos opciones no parece asegurar la continuidad de la especie.

Mortensen interpreta aquí a un hombre que, pese al desolador panorama, mantiene aún su cordura y sus ganas de vivir. Y lo hace en compañía de su hijo pequeño, a quién cuida y protege de todo peligro. También prepara al joven para el día en el que él ya no esté ahí o para acabar con su propia vida en caso de que caigan en manos de los caníbales.
En busca de un lugar mejor para vivir, se encaminan hacia el sur, pero la travesía hasta ahí no resulta nada fácil, y además de sortear a los temibles caníbales, deben hacer frente también a la desesperación y sobre todo al hambre.

“La Carrettera” es, a grandes rasgos, una película dura y descorazonadora. Pero además de eso, tiene algo que pocas tienen: personajes de verdad, creíbles y sobre todo, humanos, con sus virtudes y sus defectos.

En un mundo dejado de la mano de Dios, en donde impera la ley del más fuerte, un hombre honrado y un niño son presas fáciles. Y aunque continuamente el padre se esfuerza en hacerle ver a su hijo la diferencia entre los buenos (ellos) y los malos (los caníbales), realmente el instinto de supervivencia apenas deja lugar a distinciones. Nadie es bueno ni malo en el caos. Sobrevivir es lo único que importa, y hay que hacerlo a cualquier precio.

De ahí que, a veces, la inocencia del pequeño choque con la actitud fría y conservadora de su padre para con los extraños. A fin de cuentas, si el mundo no es un lugar amable… ¿por qué serlo ellos? No hay tiempo para ser un buen samaritano; sólo hay tiempo para preocuparse de uno mismo, y en este caso, además, con la responsabilidad de mantener a salvo a tu hijo.

En ese sentido, momentos como el del ladrón de la carreta o el del encuentro con el viejo solitario (interpretado por un casi irreconocible Robert Duvall), resultan ser de lo más desalentadores. Tramos duros, tristes y sin contemplaciones, pese a los resquicios de benevolencia que puedan existir en el segundo caso.

En cuestiones estrictamente cinematográficas, vale decir que se trata de una película de ritmo pausado, en la que apenas ocurren grandes cosas o situaciones realmente determinantes para el devenir de la trama (unas pocas, nada más). Como espectadores, nos limitamos a observar ese camino lleno de obstáculos, deseos y recuerdos que llevan a cabo padre e hijo.


Los encuentros con otros supervivientes son eventuales y duran muy pocos minutos, lo cual, quizás (según los gustos de cada uno), sea un punto en su contra. No porque los personajes principales no sean suficiente como para soportar todo el peso de la película, sino porque parece que le falte chicha para llenar esas casi dos horas de metraje. Y mientras que algunos momentos parecen alagarse en exceso, otros tantos se resuelven de forma algo precipitada. Entre unos y otros, se intercalan –necesarios - flashbacks mediante los cuales sabemos un poco más del personaje interpretado por Mortensen, quién, dicho sea de paso, realiza una estupenda interpretación que desgraciadamente no ha sido recompensada con, cuanto menos, una nominación al Oscar.

Otro punto en contra, y esto es muy subjetivo, es el hijo, por el que apenas sentí lástima o sufrimiento alguno. Todo lo contrario, pues me resultó de lo más molesto y cargante, sensación que derrumba por completo cualquier empatía que puede tener con su personaje. No sé si fue su a veces repelente –aunque comprensible- actitud o directamente el modo de interpretarlo del joven Kodi Smit-McPhee, pero la cuestión es que fue, en parte, decisivo para que la película de John Hillcoat (responsable del interesante y también atípico western “La Propuesta”) no cruzara la línea que separa el “me ha gustado” del “me ha encantado”.

Por otro lado, tengo la sensación de que esta historia se saborea mejor leyéndola que viéndola (procuraré hacerme con el libro cuanto antes). Aunque eso sí, la decadente y gris atmósfera retratada en la película no tiene desperdicio, méritos a parte de un excelente trabajo de fotografía por parte del español Javier Aguirresarobe.

En resumidas cuentas, si no os entusiasman demasiado las películas post-apocalípticas, está claro que “La Carretera” no será la propuesta que os haga cambiar de opinión. Y si el ritmo pausado os produce somnolencia, mejor manteneros alejados de ella. En caso contrario, podéis acercaros al cine y comprobar por vosotros mismos si la película de Hillcoat cumple o no vuestras expectativas (en mi caso, a medias). A los que hayan leído la novela, creo oportuno recomendársela sin reparos, aunque es muy probable que consideren mucho mejor la versión escrita (como suele ser habitual)



Lo mejor: Viggo Mortensen; la relación padre-hijo.


Lo peor: el hijo; lo realmente poco que sucede para las dos horas que dura.



Valoración personal: Correcta

sábado, enero 23, 2010

"Up In the Air" (2009) – Jason Reitman

critica up int the air
Dicen que “de tal palo, tal astilla”, pero no siempre es cierto. O Al menos no con toda exactitud.

Jason Reitman es hijo de Ivan Reitman, director de cine que desde finales de los 70 hasta ahora se ha prodigado en el género de la comedia, dejándonos algunas películas bastante simpáticas y otras no tanto. Reitman padre alcanzaría la gloria en los 80, con las míticas y fantásticas dos entregas de “Cazafantasmas”, que fueron el mayor éxito de toda su carrera. Pero desde hace bastante tiempo, tras la estimable pero muy olvidada “Seis Días Siete Noches”, Reitman no levanta cabeza, por lo que no es de extrañar que finalmente haya aceptado dirigir la tardía –e innecesaria- tercera entrega de los Cazafantasmas, en un último intento de recuperar -si es que alguna vez lo tuvo- el prestigio perdido.

Reitman hijo empezó en el mundo del cine trabajando como actor secundario en algunas de las películas de su padre, hasta que después de graduarse en el Harvard-WestlakeScool, empezó a dirigir diversos cortos y anuncios publicitarios. Su debut en el largometraje llegó en el 2005 con la ácida “Gracias por fumar”, una recomendable comedia negra sobre el mundo de las tabacaleras, y que, entre otras cosas, sirvió para (re)descubrirnos a ese excelente -pero desaprovechado- actor que es Aaron Eckhart.

Luego llegaría la sobrevaloradísima “Juno”, película de guión un tanto artificioso que, inexplicablemente para mí, encandiló a crítica y público, convirtiéndose en el sleeper de aquél año 2007 y ganando el Oscar el Mejor Guión Original (estatuilla que yo hubiera otorgado a “Lars y una chica de verdad”, película, a mi gusto, de mayor calidad y honestidad)

Con estas dos primeras películas quedaba claro que, aún inscribiéndose en el género de la comedia, la carrera de Jason iba por derroteros bien distintos a los de su progenitor, dirigiendo películas alejadas de los tópicos más comerciales de Hollywood.

Up In The Air, su último trabajo como director y guionista (adaptando una novela de un tal Walter Kirn), sigue la misma línea de sus antecesoras, con una puesta en escena bastante sobria y un guión que se sustenta en base a unos personajes bien perfilados. Todo ello aderezado con una agradable música que le da ese toque indie que tanto cala en muchos de nosotros.

La historia se centra en Ryan Bingham (George Clooney) es un experto en reducciones empresariales (tanto de personal como de dinero) cuya vida de altos vuelos se ve amenazada con la llegada de Natalie Keener (Anna Kendrick) una experta en eficiencia que pretende modernizar tecnológicamente la empresa y acabar con el satisfactorio modo de vida de Ryan, lo que pondría en riesgo, además, su objetivo de alcanzar las 10 millones de millas de vuelo. Para demostrar la vigencia de su estilo de trabajo, Ryan deberá realizar sus últimos encargos en compañía de Natalie. Al tiempo que intenta convencer a la joven de la utilidad y dificultad de su tarea, Ryan conocerá a la que podría ser la mujer de su vida, Alex Goran (Vera Farmiga)

Llegan tiempos difíciles para Ryan. Enfrentarse a la perspectiva de ser destinado a un puesto fijo en la empresa, y sustituir su maleta y sus vuelos por una pantalla de ordenador; y a posiblemente sentar la cabeza con una mujer cuyo estilo de vida e intereses se asemejan a los suyos.


Up In The Air es una película de guión, de esas que funcionan gracias al encanto de su historia y al atractivo de sus personajes. Claro que todo puede venirse abajo si el director no sabe llevar a buen puerto la trama, no consigue crear interés por los personajes o abusa de la sensiblería barata. Por suerte, no es el caso de Jason, cuya experiencia previa demuestra que este tipo de historias agridulces son las que mejor se le dan.

El personaje de Clooney tiene su propia filosofía de la vida. Nada de ataduras, nada vínculos sentimentales con las personas que te rodean, ya sean vecinos, amigos o familiares. Una vida que le lleva de un sitio a otro, cogiendo aviones diariamente y en la que considera, los aeropuertos, como su verdadero hogar.

Ese mundo perfectamente calculado, libre de preocupaciones, de ataduras y de responsabilidades (más allá de las meramente laborales) puede derrumbarse en cuestión de días debido a la introducción de las nuevas tecnologías en su empresa. Su estilo de vida puede terminar si su jefe opta por computarizar la compañía. Eso condenaría a Ryan a una vida sedentaria, en la que no tendría más remedio que entablar relaciones sociales con sus compañeros de trabajos, vecinos y familiares, creando vínculos que hasta el momento no creía necesarios para ser feliz.

Por supuesto, serán otros acontecimientos, y no éste, los que hagan a Ryan replantearse su solitaria existencia. Por un lado, estará la boda de su hermana, a la que no tendrá más remedio que acudir, y en la que se dará cuenta que se siente como un extraño entre los suyos. Y por otro lado estará Alex, la mujer por la que se siente atraído y la que, inesperadamente, despertará en él sentimientos más profundos de los que creía poseer.

La película habla de la soledad, del compromiso, de la infidelidad, de la deshumanización e incluso de la actual crisis económica. Y lo hace con tono tragicómico, reflexionando entre gag y gag, pateando estereotipos sin remilgos pero dejando siempre una puerta abierta a la esperanza y al optimismo. Optimismo que elude, no obstante, OJO SPOILER--- el típico final feliz “made in Hollywood” (lo cual es de agradecer), -- FIN SPOILER justo en el momento en el que la trama empieza a discurrir por senderos hartamente conocidos.


Up In The Air es sutilmente mordaz y generosamente agridulce con su acertada mezcla de sonrisas y lágrimas. Agradable de principio a fin y emotiva por momentos, consigue elevarse por encima de la media actual, lo cual, inevitablemente, la conduce a ser sobrevalorada por la inmensa mayoría (a mi entender). Y es que si estuviéramos más acostumbrados al cine con un mínimo de calidad, valoraríamos más en su justa medida este tipo de películas.

Y es que no estamos ante una gran película, ni siquiera ante una pequeña gran película, pero sí es digna de ver y recomendar. Y tampoco Clooney realiza aquí la interpretación de su vida; simplemente lleva a cabo con mucho oficio un papel hecho a su medida (lo cual no le resta méritos, claro), y lo hace acompañado de un solvente reparto entre los que destaca la bella Vera Farmiga, una actriz que cada día me gusta más (en todos los sentidos)

Ahora bien, si se llevara, por ejemplo, el Oscar de este año a la mejor película, tampoco me importaría, ya que no veo a ninguna otra candidata que lo merezca más.



Lo mejor: los diversos temas que toca, especialmente el de la soledad (autoimpuesta)


Lo peor: que guste pero no cautive.


Valoración personal: Correcta

miércoles, enero 13, 2010

"Sherlock Holmes" (2009) – Guy Ritchie

critica Sherlock Holmes Guy Ritchie
Sherlock Holmes es uno de esos personajes literarios que apenas precisan de una extensa presentación. Su nombre, y la fama que le precede, hablan por sí solos, haya uno leído o no sus historias.

Creado hace ya más de un siglo por Sir Arthur Conan Doyle, el avispado detective a tomado cuerpo en el cine y la televisión en infinidad de ocasiones, con mayor o menor acierto dependiendo de la visión que cada uno de sus responsables ha querido mostrar al público. Por eso no es de extrañar que cada década, o mejor digamos, cada generación, haya tenido su propia versión de Holmes. Motivo éste por el que los más puristas (y un servidor podría considerarse como tal) no deberían escandalizarse ahora ante un Holmes mucho más físico del que estábamos acostumbrados a ver.

Con cada reinterpretación del personaje, éste se ha ido alejando cada vez más de la fuente original, y de las adaptaciones propiamente dichas (ya con sus respectivas licencias), se ha pasado a películas en las que su nombre se ha prestado a tramas creadas especialmente para la ocasión. Así es como hemos tenido a Holmes como paciente -debido a su adicción a la cocaína- del mismísimo Sigmund Freud en “Elemental, doctor Freud”, o la desmitificación del brillante detective a través de “Sin pistas”, película británica en la que Watson era el perspicaz investigador y Holmes su patoso ayudante; incluso el gran Billy Wilder se atrevió a ironizar sobre sus infalibles cualidades detectivescas e incluso sobre su sexualidad en la, sin embargo, fallida “La vida privada de Sherlock Holmes” (no obstante, reivindicada hoy día por algunos fans del maestro) . Incluso tuvimos a la pareja Holmes y Watson en plena edad adolescente en esa joyita ochentera titulada “El secreto de la pirámide”, cuando jamás compartieron aula en la universidad (se conocieron mucho más tarde, como bien sabrá el buen lector)

Pero además, el cine y la televisión también se han encargado de dar una imagen un tanto equivoca de ambos personajes, pues incluso la característica vestimenta de Holmes es más producto de las ilustraciones que acompañaban sus relatos que de una descripción propia de Doyle; por no hablar de la recurrente frase “Elemental, querido Watson”, que ha sido explotada hasta la saciedad, y que de ser citada en los relatos (mi memoria no alcanza a recordarlo), sería de forma aleatoria y puede que sin esas palabras exactas (y sin llegar a considerarse nunca una frase habitual del personaje, claro)

Por tanto, que aquí tengamos a un Sherlock Holmes y un Dr. Watson dando –y recibiendo- mamporros a diestro y siniestro, tampoco debería sorprendernos demasiado, más si esto se basa una novela gráfica de un tal Lionel Wigram, quién simplemente se ha limitado a utilizar y reinventar los personajes de Doyle a su antojo.

La historia de este “nuevo” Sherlock Holmes (Robert Downy Jr.) sigue transcurriendo en el Londres de finales del s. XIX, y éste sigue viviendo en el 221B de Baker Street junto a su amigo el Dr. Watson (Jude Law), quién pronto abandonará la residencia debido a su compromiso con su actual pareja Mary (Kelly Reilly). Pero antes de que eso ocurra, ambos deberán, una vez más, prestar sus servicios a la policía para intentar resolver un misterioso caso que tiene desconcertado a todo el mundo.

Tras ser capturado por el mismo Holmes, el temible asesino Lord Blackwood (Mark Strong) es condenado a la horca, para luego, supuestamente, volver de entre los muertos y seguir cometiendo sus satánicas fechorías. Tan inexplicable resurrección trae de cabeza a la policía, y lo que es peor, causa un profundo temor entre la población. Por ello, el detective Holmes, con la inestimable ayuda de su fiel amigo y compañero el Dr. Watson, seguirá las pistas que dejan los asesinatos e intentará averiguar qué pérfido plan se esconde detrás de tanta muerte; y por supuesto, tratará de detener a Blackwood antes de que éste logre su propósito.

Entretanto, un antiguo amor de Holmes, Irene Adler (Rachel McAdams), aparecerá en escena bajo los servicios de un misterioso personaje, cuya identidad no nos será revelada hasta su debido momento.


Después del fiasco de “Barridos por la marea”, a Ritchie parecía costarle horrores levantar cabeza, y su regreso al género del thriller con “Revolver” (una aberración de proporciones mastodónticas que no recomendaría ni a mi peor enemigo), no dio el resultado esperado y tampoco auguraba un futuro mejor. Entonces llegó “Rockanrolla”, que aunque estaba muy lejos –para mí- de sus primeros trabajos y no tuvo mucha suerte en taquilla, por lo menos entretenía y dejaba claro que al director aún le quedaba algo que ofrecer a su público.

La oportunidad de volver por la puerta grande le ha llegado con esta reinvención de Sherlock Holmes, que en menos de un mes ya lleva recaudado el triple de su presupuesto, por lo que la secuela está más que asegurada (y más con un desenlace que da pie a ello). Aun sujeto a las condiciones del mainstream hollywoodiense, y adaptando una historia ajena, Ritchie consigue dejar, para goce de sus seguidores, su impronta personal a lo largo de toda la película pero sin perder de vista el amplio público al que va dirigido este producto de entretenimiento. Amoldado pues, a unas exigencias más comerciales, Ritchie no ha perdido sus señas de identidad, y lo que es mejor, éstas enriquecen enormemente el relato, haciéndolo muy apetitoso para al espectador ávido de buenas y espectaculares aventuras detectivescas.

Por supuesto, aquí tenemos a un Watson y a un Holmes más activos que nunca a nivel físico; corriendo arriba y abajo, salvándose por los pelos de explosiones y disparos, y peleando a puño limpio contra el enemigo. Y aunque ya conocíamos las habilidades en la lucha de Holmes, aquí esta faceta se explota al máximo no sólo en sus enfrentamientos con los malos de turno, sino también en combates clandestinos (algo que les reporta a ambos unos beneficios extra)

A parte, y eso es algo que personalmente me agrada bastante, las coreografías aprovechan todo objeto, punzante o no, que esté al alcance de los personajes, incluyendo el decorado mismo. De este modo, las peleas resultan más imaginativas.

Pero si algo me ha sorprendido muy gratamente, es comprobar cómo la película no abandona el misterio y el suspense propios de las novelas. Y es que aunque el tráiler apuntaba a algo más explosivo y efectista de lo deseado, lo cierto es que el equilibrio entre la pirotecnia y la mera trama detectivesca está muy bien solventado. De hecho, se obliga al espectador a estar atento a todos los detalles para no perder el hilo de la historia, y Holmes sigue recurriendo, sin falta, a sus deducciones para atrapar a los malhechores, utilizando los puños sólo cuando al situación lo requiere (o bien para entrar en acción o bien para defenderse de los secuaces de Lord Blackwood en el transcurso de la investigación)


Por tanto, tenemos un guión que se sustenta en grado sumo en la investigación que llevan a cabo Holmes y Watson, dándole la espectacularidad que requieren los nuevos tiempos, y presentando unos detectives que, sin abandonar algunas de sus clásicas características, se nos muestran mucho más socarrones y dicharacheros de lo habitual. La química entre ambos, a lo clásica buddy movie, es de lo mejor de la película, tratando con acierto una relación de amistad, lealtad y respeto mutuo que casa perfectamente con la idea que siempre nos presentó Doyle en sus novelas (novelas a las cuales hay alguna que otra referencia)

En una producción de este calibre, comentar la ambientación es puro trámite. Obviamente, ésta está lograda, con unos adecuados decorados que se fusionan a la perfección con los efectos digitales de rigor, los cuales nos permiten una visión más amplia de la ciudad. Además, las localizaciones son muy acertadas y eso nos hace disfrutar de algunas secuencias visualmente muy atractivas -la del puerto y la del puente, las mejores- en las que desarrollar algunos de los momentos culminantes de la historia.

En cuanto a las actuaciones, destacar por encima de todos a Downey Jr., presentando a un Sherlock Holmes desaliñado y socarrón, al que le gusta presumir de sus conocimientos en cuanto tiene la mínima oportunidad (la herencia de su Tony Stark adaptada al detective londinense). Y como ya he comentado antes, además de su cerebro, aquí utiliza sus puños, pero también sigue tocando el violín (aunque pesimamente, eso sí), fumando pipa, utilizando disfraces, fijándose en los detalles y sintiendo una profunda debilidad por Irene Adler, la única mujer que ha logrado engañarle. El tema de su adicción a la cocaína se toca de forma muy sutil (su aspecto se justifica más por la dejadez que por la citada adicción)

Jude Law rompe también con la imagen clásica que Watson ha lucido desde siempre en el cine. Aquí ni bajito ni regordete, y tan avispado y dispuesto a la acción como su compañero. El doctor sigue escribiendo sobre sus aventuras pero sin narrarlas en primera persona; y por supuesto, es leal a Holmes pase lo que pase.

Sobra decir que es más aconsejable disfrutar de sus actuaciones en versión original, ya que en el doblaje se perderá por completo su acento inglés (a Law le viene de fábrica, pero a Downey Jr. tampoco le cuesta imitarlo porque es un crack)


Mark Strong repite con Ritchie tras Rocknrolla, y de nuevo como villano de la función (con ciertas reminiscencias masónicas, por cierto), papel que ya ha desempeñado en varias ocasiones y que ya tiene dominado a la perfección. Lo malo es que eso termine por encasillarlo –si no lo ha hecho ya- como le ocurrió a Sean Bean.

Por su parte, Rachel McAdams ejerce de femme fatale; y aunque juega con Holmes como quiere, lo cierto es que no puede evitar sentirse atraída por él. Y es que sin un poco de romance -para nada empalagoso- en la trama, a la película le faltaría “algo”.

El resto cumple de sobras con su función, aunque hubiera agradecido una presencia mayor de Mary/Kelly Reilly, la prometida de Watson.

Mención aparte merece la curiosa partitura que ofrece Hans Zimmer. Bastante irreconocible dentro de lo que es su estilo y sus habituales composiciones. Aquí Zimmer ha experimentado bastante con violines, banjos, acordeones y demás, y de un modo ciertamente cómico, como en el leitmotiv de la película. Es de agradecer que haya tratado de hacer algo diferente y original, y aunque no vaya a ser del gusto de todos (ha sido una apuesta arriesgada por su parte), lo cierto es que le da un toque especial que a mí, francamente, me ha dejado buen sabor de boca.


En definitiva, Sherlock Holmes es un divertido y bien engrasado entretenimiento. Poco más de dos horas en las que dejarse llevar por el espectáculo detectivesco y aventurero que nos presenta un Ritchie en plena forma. Y es que a diferencia de otros, aquí el director no confunde agilidad con precipitación, y sabe desarrollar la trama con buen ritmo y con las dosis suficientes de acción para contentar a los más palomiteros.

Si se aceptan los cambios, uno puede disfrutar sin problemas de este nuevo Sherlock Holmes. Por lo pronto, aquí uno que se apunta a la más que evidente secuela.



Lo mejor: Downey Jr. y Law como Holmes y Watson respectivamente; la intrigante trama.


Lo peor: que los cambios disgusten a los más puristas.


Valoración personal: Buena

sábado, enero 02, 2010

"Solomon Kane" (2009) - Michael J. Bassett

Crítica Solomon Kane
No es la primera vez ni será la última, que un personaje del talentoso escritor Robert E. Howard es llevado a la gran pantalla. Pero no todos los que han tomado cuerpo en el cine han corrido la misma suerte.

Conan, el cimmerio de la Era Hiboria, es, sin lugar a dudas, el personaje más famoso de Howard, y su primera incursión cinematográfica nos llegó de la mano de unos inspiradísimos John Millius y Oliver Stone, que pese a tomarse ciertas licencias respecto a la fuente original, lograron crear una gran película de espada y brujería que ha llegado a imitarse y plagiarse hasta la saciedad. A ésta la siguió la muy inferior “Conan el destructor”, dirigida por un Richard Fleischer ya en horas bajas, y que pese a ser entretenida (al menos para un servidor), se quedaba en un mero pasatiempo al que no exigirle demasiado.

Fleischer y Schwarzenegger repitieron en “El Guerrero Rojo”, adaptación centrada en la versión comiquera que Marvel realizó de Sonia la Roja, personaje femenino que Howard ubicó, en un único relato, en nuestro siglo XVI. A parte de la lamentable calidad de la cinta, tenemos a un Chuache en plan pesudo Conan, que por pérdida de derechos y aún ligado por contrato a una tercera película de aventuras, se vio obligado a aparecer en ella bajo el nombre de Kalidor.

Tras estas dos últimas y decepcionantes producciones, ningún otro personaje del escritor asomó el jeto hasta finales de los noventa, momento en que Kull de Atlantis, cronológicamente anterior a Conan, hizo acto de presencia con la casposa “Kull, el conquistador”, película para mayor gloria del Hércules de moda, Kevin Sorbo, y que ni por contar con un escaso presupuesto se le podría perdonar semejante sacrilegio. Un espanto con aire a telefilme que ni para matar el tiempo servía (esperemos que la nueva versión que prepara Hollywood mejore tan penoso precedente)

Y este breve repaso nos lleva a la actualidad, momento en que uno de sus personajes más desconocidos para el gran público, Solomon Kane, es llevado a la gran pantalla sin un gran estudio detrás ni tampoco un holgado presupuesto, pero sí con bastante oficio y respeto hacia el material original.

(Nota: El primer párrafo de esta sinopsis pertenece a los primeros minutos de la película, y podría ser considerado como un spoiler. Leedla bajo vuestra responsabilidad)

Nos encontramos en pleno siglo XVI. El Capitán Solomon Kane -una eficiente máquina de matar- y sus sanguinarios hombres se adentran salvajemente en un misterioso castillo del norte de África en busca de un increíble tesoro. Durante el asalto, y de forma inesperada, son atacados por las fuerzas demoníacas del lugar. Los hombres de Kane empiezan a caer como moscas, hasta que sólo queda él, enfrentándose cara a cara con un demonio llamado Guadaña, enviado por el mismísimo Diablo desde las profundidades del Infierno para reclamar el alma corrupta del cruel capitán. Pese a que Kane logra escapar por los pelos de una muerte terrible, las fuerzas del mal siguen al acecho, por lo que éste renuncia a la violencia y se retira a un convento para dedicarse por completo a una vida de paz y tranquilidad.

Desgraciadamente, nadie puede esconderse del Diablo ni huir de su propio destino, por lo que finalmente Kane deberá volver a las armas y combatir de nuevo a las fuerzas del mal, que bajo el liderazgo de un malvado brujo llamado Malachi, están asolando las tierras de Inglaterra con su ejército de diabólicos saqueadores humanos, guiados éstos por un aterrador jinete enmascarado.



Al igual que otros personajes de Howard, Kane adquirió mayor popularidad tras su paso a las viñetas de cómic, si bien nunca llegó a alcanzar el éxito y la relevancia que sí tuvo Conan. Sus relatos, publicados en revistas pulps de la época como Amazing Stories o Weird Tales, se reducen a un total de ocho, pero ninguno de ellos ha servido como base para crear la trama de su primera aparición en carne y hueso.

Michael J. Bassett, director que debutó con la estimable Deathwatch (cinta de terror sobrenatural enmarcada en unas trincheras durante la I Guerra Mundial) fue contratado inicialmente como guionista, hasta conseguir –tras una firme insistencia- hacerse cargo tanto de la escritura del guión como de la dirección. La idea de Bassett ha sido la de otorgar al personaje unos orígenes que literariamente no tenía.

En los primeros minutos de la cinta, lo que podríamos llamar el prólogo de la historia, se nos presenta a un Kane sin escrúpulos, cruel y ambicioso, cuyo único deseo son las riquezas y el exterminio del enemigo. Pero su encuentro con las fuerzas del mal le obliga posteriormente a llevar una vida muy distinta, alejada de las guerras y las grandes aventuras.

Un año recluido en un monasterio le ha ayudado a mantenerse en paz con el mundo y consigo mismo, pero el mal está presente en Inglaterra y él parece ser el único capaz de hacerle frente. Kane buscará la redención enfrentándose no sólo a las hordas infernales de Malachi y su enmascarada mano derecho, sino también a sí mismo y a su propio pasado. El cruel y sanguinario Capitán Solomón Kane deberá volver a la acción, pero esta vez por una causa justa y honesta.

Es en el propio Kane donde reside, pues, el mayor fuerte de esta producción. Bassett no se limita únicamente a presentarnos al personaje y luego meterlo en un compendio de escenas de acción para su lucimiento, sino que lo va desarrollando a medida que transcurre la trama. Los distintos acontecimientos conforman al solitario y sombrío justiciero que Howard nos dio a conocer en sus aventuras novelescas, y es el antihéroe sobre el cual se sustenta el peso de toda la película. Eso sí, cuando se dispone a machacar al enemigo, lo hace en todo su esplendor, con sus poses chulescas y sus escenas a cámara lenta, bien sea bajo la incesante lluvia invernal o entre las llamas del campo de batalla.


Son muchos los que, viendo los trailers, comentaban el parentesco de Kane con el Van Helsing de Stephen Sommers, sobre todo a raíz de su indumentaria. Nada más lejos uno de otro, pues al fin y al cabo, Sommers tan sólo” tomó prestadas” algunas características de Kane para conformar su esperpéntico y millonario blockbuster para toda la familia, mientras que Bassett ha querido hacer una película mucho más adulta, seria y oscura, sin escatimar en términos de violencia y cuyas únicas limitaciones han sido de carácter presupuestario.

La libertad de trabajar fuera del mainstraim Hollywodiense le ha permitido enfocar el proyecto de forma mucho más personal (es un fan declarado de Kane) y dirigirse directamente al verdadero amante de este tipo de películas; y, aún inventándose una historia inexistente en los relatos originales, conseguir respetar al personaje creado por Howard y no defraudar a los seguidores del mismo.

A ello ha contribuido también el hecho de prescindir de rutilantes estrellas de la industria y optar por actores menos conocidos para el público de a pie. Algo que, directa o indirectamente, ha servido para aprovechar al máximo el reducido presupuesto, consiguiendo una atractiva atmósfera y unos logrados efectos visuales.

Gran parte del rodaje se ha filmado en exteriores. Se ha recurrido lo menos posible a los decorados, y escenarios reales de la República Checa y Praga han servido para ambientar muy adecuadamente el viaje de Kane por tierras inglesas, aprovechando los castillos medievales de de la zona para varias de las escenas clave del film (desde el monasterio hasta las cuevas de Puste Kostely, pasando por los antiguos bosques de Jevany)

Un eterno clima invernal, con su lluvias y copiosas nevadas, le dan ese toque lúgubre y melancólico que tan bien la sienta a la historia.

Las acertadas caracterizaciones, desde los ropajes hasta el aspecto de las distintas criaturas demoníacas que se dan cita, ambientan perfectamente a Kane en el siglo XVI. El director de fotografía y los artistas de fx hacen el resto.



La cinta no exhibe una espectacularidad apabullante, y tampoco hay mucho humor en ella. Por tanto, se prescinde bastante de los típicos chascarrillos y las frases lapidarias del héroe de turno. En ese sentido, es mucho más comedida (aunque alguna frasecita cae). Por otro lado, se centra mucho en el aspecto psicológico de su personaje principal, ayudándose reiteradamente de los flashbacks temporales en forma de sueños, y evitando añadir subtramas amorosas o amistosas que empañen en demasía el camino fijado desde un principio por el guionista.

Los enfrentamientos gozan de decentes coreografías, sin caer en la fantasmada más facilona y ostentosa a la que tanto se nos acostumbra últimamente. En parte, a los más exigentes podrían saberles a poco, pero a los que disfrutamos de la buena mesura, salimos satisfechos gracias, además, de unas dosis de violencia y gore poco vistos en el cine comercial de hoy día (salvo, claro, que estemos ante una película de terror al uso)

Los efectos especiales de carácter digital son los justos y necesarios. Nada que no hayamos visto antes ni demasiado espectaculares (salvo el duelo final), pero sumamente efectivos. Se agradece que ciertas criaturas de la noche sean figurantes bien maquillados y no monigotes digitales como los de Soy Leyenda, por poner un ejemplo cercano en el tiempo. Siempre he pensado lo que puedas hacer artesanalmente, hazlo; y para lo que no, entonces recurre al ordenador. Un abuso de CGI hace más espectacular una película, pero no mejor. Quizás por contar con menos dinero, Bassett ha podido centrarse más en otros aspectos de la película.

Ahora bien, eso también implica unas inevitables limitaciones que se hacen patentes en el tramo final de la película. La aparición de cierta criatura a la que Solomon debe hacer frente, se queda en casi nada, y se opta por una resolución algo apresurada y un tanto insatisfactoria para el espectador ávido de carnaza. El duelo final, pues, se queda un poco a las puertas de lo que debió haber sido. Y por otro lado, se desaprovecha bastante la figura del villano Malachi, encarnado por ese genial secundario que es Jason Flemyng (visto en El curioso caso de Benjamin Button, Stardust, La liga de los hombres extraordinarios, Snatch: Cerdos y diamantes o Deep Rising) Tanto misterio y tanta caracterización bizarra, para luego quedarse en pantalla menos tiempo del que requiere todo buen antagonista.

El resto del reparto cumple sobradamente con sus respectivos roles, empezando por un adecuado James Purefoy como el atormentado y también chulesco Solomon Kane. Aún acostumbrado a papeles secundarios (no tiene desperdicio en la serie Roma), Purefoy lleva con soltura el peso de la historia y la responsabilidad de dar vida al Kane que muchos teníamos en mente. Quizás físicamente imaginaba más a un tipo con las facciones de un Viggo Mortensen o un Daniel Day-Lewis, pero lo cierto es que Purefoy hace suyo a Kane, y me resultaría difícil ver una factible secuela sin él al frente.

Otros actores ingleses (la mayoría del reparto, al igual que el director, lo son) que se dan cita aquí son el genial Pete Postlethwaite, al que recordaremos siempre por En el nombre del padre (de visionado obligado), Mackenzie Crook, el pirata con ojo de cristal de la saga Piratas del Caribe, y el citado Jason Flemyng. Otro grande que da presencia a su personaje es Max von Sydow, al que quizás también echemos en falta más minutos en pantalla.

Y finalmente, la poco conocida Rachel Hurd-Wood, es Meredith, la joven damisela en apuros que Kane debe rescatar (un tópico, sí, y es que la historia, aunque atractiva, no está exenta de ellos)

“Solomon Kane” no es ninguna maravilla y de seguro tendrá sus muchos detractores, pero es una digna traslación del personaje de Howard a la gran pantalla, y un correctísimo entretenimiento para los amantes del cine de espada y brujería. Deberían tomar nota de ella los futuros responsables de las nuevas versiones de Conan, Kull y Red Sonja.

Buena factura y reparto eficiente para una modesta serie B que se deja ver con agrado.


P.D.: Para los interesados en Solomon Kane, la editorial Valdemar publicó en 2009 un recopilatorio de todos sus relatos (que incluye también el de Sonia la Roja) bajo el título de “Las extrañas aventuras de Solomon Kane”. Un servidor adquirió la edición de bolsillo a un precio asequible. Para más información, podéis visitar el artículo que Bob Rock le dedica en el blog del compi Joan Lafulla (pinchad aquí)


Lo mejor: mantiene la esencia del personaje bebiendo de la fuente original pero sin adaptarla; que lleve con honra su condición de serie B.

Lo peor: el precipitado duelo final; que muchos se la pierdan creyendo estar ante un Van Helsing 2 de bajo resupuesto.



Valoración personal: Correcta/Buena

jueves, diciembre 24, 2009

Felices Fiestas a todos!!




Espero que paséis unas buenas fiestas en compañía de vuestros seres más queridos (y con la familia también, claro xD)

Y que no falte el buen cine en estos días, además del turrón y el alcohol (pero sin pasarse en lo segundo y lo tercero)


Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!


Saludos ;)

P.D.: La crítica de Avatar… en un día de estos… Seguro… Casi seguro… Espero!

sábado, diciembre 12, 2009

Trailer Cut - Volume 1

Trailer Cut - Volume 1
Probablemente algunos ya lo hayas visto en algún otro blog. Yo lo descubrí ayer y me pareció digno merecedor de un post, a modo de curiosidad.

Trailer Cut - Volume 1 es un tráiler que aglutina un buen puñado de escenas de muchísimas películas recientes (Terminator Salvation, 2012, Watchmen…) y otras aún por estrenar (Ninja Assassin, Sherlock Holmes…). El resultado es verdaderamente espectacular y explosivo, y es obra del usuario de Youtube vadoskincheg, que ha utilizado un total de 50 tráilers para confeccionar el suyo propio de tres minutos y medio.

No existe un hilo conductor entre escena y escena, es decir, que el autor no ha confeccionado el mismo con la intención de crear un fake tráiler de una película inexistente (sería imposible que existiera algo así con tanto mejunje de géneros), sino que ha utilizado todo tipo de secuencias para crear un tráiler impactante y épico, por sí solo.

El excelente resultado es obra de un buen montaje, acertando en la elección y distribución de las escenas, y acompañándolas con una música muy potente que le otorga precisamente ese citado tono épico. Las secuencias por sí solas (cargadas de efectos especiales, explosiones y demás) hacen el resto.

Esto demuestra, una vez más, que el montaje de los trailers es todo un arte. De hecho, hay tráiler mejores que las propias películas a las que pertenecen. El objetivo principal del mismo es atraer/seducir al público, y los estudios saben muy bien cómo jugar con ellos. Por eso, hoy día los hay de todo tipo, independientemente de la calidad de aquello que publicitan. Eso sí, los peores son aquellos que te acaban destripando toda la película, bien por lo largos que son, bien porque incluyen escenas claves o simplemente porque parecen un resumen de la misma.


En fin… os dejo con el tráiler en cuestión, del que quizás hecho de menos una última escena que cierre a lo grande esos tres minutos y pico de intensidad visual. Tratándose deun Volumen 1, estoy seguro que veremos más -y probablemente mejores- trabajos de que este usuario.