martes, mayo 12, 2009

“My Bloody Valentine 3-D”, lo que bien empieza… ¿bien acaba?


Parece que las carreras cinematográficas de los dos hermanos Winchester -Dean/Jason Eckles y Sam/Jared Padalecki- están siguiendo senderos similares. Mientras saborean el éxito televisivo con la estupenda y absolutamente recomendable “Supernatural”, entre temporada y temporada se dejan caer en alguna cinta de terror juvenil que eleve un poco más su caché (o lo hunda, según se mire). Para más inri, en sendos casos, se ha tratado de un remake de un slasher ochentero (aunque “Sam” le lleva un remake de ventaja a “Dean”, ya que en el 2005 participó en -la nada desdeñable- “La casa de cera”)

Así, a principios de año, nos llegaba el “nuevo” Viernes 13 con Padalecki a la cabeza, mientras que ahora es Eckles quien se pone delante de la cámara para My Bloody Valentine 3D, remake del film homónimo –pero sin el 3D- de 1981.

La ventaja con la que me enfrento a este enésimo remake, es que esta vez no he visto la cinta original, por lo que no puedo decir si esta versión actualizada es mejor o peor, o si tiene o carece de sus mismos defectos y virtudes. Tampoco conozco la historia e ignoro si hay cambios en ella, por lo que la previsibilidad se basa únicamente en el conocimiento de los cánones ya establecidos en el género slasher. Vamos, que un servidor sabe lo que va ocurrir simplemente porque ha visto decenas de películas iguales, y no porque ya conozca la trama de antemano (aunque aquí creo que las sinopsis de una y de otra tienen un punto de partida distinto, y por tanto, el móvil del asesino también cambia)

Lo que parecía un terrible accidente en una mina, resultó ser una masacre. El único superviviente de ella, el minero Harry Warden, resultó ser el asesino que acabó con la vida de sus compañeros. Cuando Warden despertó del coma profundo en el que le dejó la explosión en la mina (con la que pretendía oculta su crimen), regresó a ella y empezó a matar a todos los jóvenes que allí se encontraban celebrando el día de San Valentín. La llegada de la policía logró evitar más muertes y a Warden se le dio por muerto.

Ahora, 10 años más tarde, los supervivientes de aquél terrible día comprobarán con sus propios ojos que el minero asesino ha vuelto de su tumba y que no descansará hasta matarlos a todos. Pero… ¿es realmente Harry Warden el asesino? ¿Ha vuelto de la muerte en busca de venganza o jamás murió?, ¿Acaso es un imitador?


Dentro del cine de terror, el subgénero slasher es, tras el paso de los años, uno de los más desgastados. Pautas sencillas repetidas una y otra vez hasta la saciedad han dejado la originalidad y el factor sorpresa bajo mínimos, por lo que uno termina exigiéndole poco a este tipo de productos, siempre y cuando estos no aburran, las muertes tengan su atractivo, los protagonistas no sean demasiado paletos (los adolescentes con el cerebro en encefalograma plano y las hormonas disparadas ya cansan) y la trama tenga un mínimo de interés.

En base a esas mínimas exigencias, podríamos decir que este “My Bloody Valentine 3-D” cuenta con un par de puntos a su favor. Por un lado, están las muertes, salvajes y más o menos creativas; y por el otro, está el suspense, que se basa en averiguar quién es realmente el asesino (aunque esto luego se vuelve en su contra, y más adelante explicaré por qué)

Sobre lo primero, decir que nuestro “querido” psychokiller se las ingenia todas para matar a sus víctimas de una forma original usando sólo el pico (y en algún momento, hasta la pala)

Cráneos agujereados, desgarrones por aquí y por allá… pero sobre todo, mucha hemoglobina para estucar el escenario del crimen. Todo un artista del pico, sí señor. Es en estas escenas –entre otras- donde particularmente se ha empleado el uso del 3D, para así enfatizar los asesinatos y darle una mayor espectacularidad. Y es fácil distinguirlas aún sin verlas en una sala 3D.


Soy de los que opinan que el “invento” del 3D en algunas secuencias es una pijada del copón. Podrá tener su gracia, no lo niego, pero no es más que un efectismo más (y probablemente, del todo innecesario). Aunque no me opongo a ello siempre y cuando no se convierta en el único valor y reclamo de la película.

En cuanto al suspense, este podría recordar al de cintas tipo Scream, en el que tanto el espectador como los protagonistas intentan adivinar quién es el asesino enmascarado. Sospechas de uno, luego de otro… y así hasta que llega el final y descubres si tus deducciones eran acertadas o no. Ese es el sustento de la trama, y uno de sus puntos fuertes…. hasta que llega la absurda, tramposa e insultante resolución final.

Todo lo que estaba haciendo de My Bloody Valentine 3-D un slasher medianamente entretenido y eficaz en sus pretensiones (ya sabéis… mucha sangre, muchos cadáveres y algún que otros desnudo totalmente gratuito), se va al garete por uno de esos giros finales en los que te das cuenta que, minutos antes, el director ya te estaba tomando el pelo a base de bien (SPOILER-- la escena de la mina con Eckles encerrado es un engañabobos y no tiene justificación alguna; ni las alucinaciones de su personaje cuelan como excusa, por mucho que así lo pretendan – FIN SPOILER)

No me importa que despisten mi atención, que me hagan dudar o que incluso me embauquen, pero que eso último lo hagan sin trampas, sin tomarme el pelo. La última vez que esto se lo perdoné a alguien fue a Alexandre Aja y su “Alta tensión”, pero ya empieza a cansar que tomen al espectador por idiota, así que al Sr. Lussier no se lo perdono. Y para colmo y rayando lo absurdo SPOILER—el asesino sobrevive a una explosión de gas que ocurre a un palmo de su cara, para encima luego no mostrar más que unos arañazos y apenas quemaduras; dejando así la puerta abierta a una secuela… faltaría más –FIN SPOILER.

La unión de Patrick Lussier, director de la infame “Drácula 2000”, y Todd Farmer, guionista de “Jason X” (sin comentarios), no podía augurar nada bueno. Pero si obviamos ese final y alguna que otra incoherencia (SPOILER—esa oportuna aparición del viejo exsherrif, que no sabemos de dónde sale ni cómo sabe que el asesino está en la casa FIN SPOILER), podríamos darle un aprobado raspado, dado que a fin de cuentas, durante la mayor parte de su metraje, cumple como slasher. Tampoco se le podía pedir más y al menos no llega a extremos tan nefastos como con el remake de “Una noche para morir” (mala con avaricia) Pero entonces llega el desenlace y se descubre la estafa respecto al “misterioso” asesino.


Tampoco las interpretaciones son muy remarcables, incluso me duele admitirlo, pero Eckles es el peor de todos, estando Jaime King y Kerr Smith dentro de lo más aceptable (además de los veteranos)

Por tanto, salvando su a ratos asfixiante y malsana atmósfera, y sus gratificantes muertes (de lo mejorcito visto en un slasher reciente), My Bloody Valentine 3-D deviene en otro slasher del montón. Otro remake más a la pila de los “remakes de clásicos del terror de los 70-80” (y preparaos para cuando lleguen los de los 90).

Si perdonáis todo su tramo final (yo no puedo), su falta de credibilidad y previsibilidad, seguramente os entretenga lo suficiente como para no terminar maldiciendo los antepasados de sus responsables. De lo contrario, la sensación de timo y decepción planeará sobre vuestras cabezas.


Lo mejor: los asesinatos.


Lo peor: el tramposo final y otras incoherencias argumentales.



Valoración personal: Regular


P.D.: El Día de San Valentín, 14 de Febrero, es mi aniversario. Manda narices que escojan esta fecha para hacer películas de terror tan mediocres (no nos olvidemos de la nefasta “Un San Valentín de muerte”)

martes, mayo 05, 2009

"Star Trek", renovarse o morir


Quién me iba a decir a mí, años atrás, que me encontraría en una sala de cine –pase de prensa mediante- viendo una película de Star Trek. Y es que por mucho que adore la ciencia-ficción, la franquicia trekkie siempre se me ha resistido, tanto en su vertiente televisiva como cinematográfica. Pero después de llevar varios años condenada al ostracismo, siendo adorada casi exclusivamente por sus fans y teniendo un escaso éxito en taquilla, la saga resucita de sus cenizas tras una decena de películas, y lo hace de la mano de J.J. Abrams, creador de series tan populares como Alias o Perdidos (esta última, su mayor éxito en televisión).

Después de estrenarse como director con la tercera –y pese a sus carencias, entretenida- entrega de Misión: Imposible, y ser uno de los artífices de una de las campañas virales más sorprendentes de los últimos años para “Cloverfield” (aka Monstruoso….), película que produjo pero dirigió su amigo Matt Reeves, Abrams se ha puesto tras los mandos de una saga que, pese a sus altibajos, siempre ha tenido a un séquito de fans a su alrededor que la apoyaban con devoción. Por ello intuyo que esos fans recibieron la noticia con entusiasmo, si bien para el resto de mortales, su nuevo proyecto nos causaba algo de indiferencia.

Después de una larga espera, llegó un teaser tráiler que dejó boquiabiertos a propios y a extraños. El joven, actualizado y espectacular look que parecía lucir la nueva película no sólo hizo palpitar los corazones de los trekkies, sino que además captó la atención de aquel grupo de indiferentes -servidor incluido- que no tenían interés alguno por una enésima película de Star Trek. Por tanto, el mérito del Sr. Abrams es por partida doble: por un lado, ha conseguido reiniciar una franquicia que parecía destinada al olvido; y por el otro, la ha hecho atractiva y asequible a todo tipo de público, y no sólo al fan. Y por ese último motivo estoy yo aquí, para daros la humilde opinión de un espectador ajeno a la trekkiemanía.

La undécima entrega de la franquicia pretende ser el punto de partida desde el cual empezó todo. Tenemos ante nosotros a un joven James T. Kirk (Chris Pine), un chico cuya rebeldía le ocasiona más de un problema. Esa actitud de “estar de vuelta de todo” parece alejarle del prometedor futuro que le aguardaría si supiera aprovechar todo su potencial para fines más loables. Luego tenemos al inteligente Spock (Zachary Quinto), un tipo sereno y responsable que debe soportar el menosprecio de los de su propia raza por ser fruto de un Vulcano y una humana. Además, esa característica le hace susceptible a la inestabilidad emocional, siendo más impulsivo que el resto de los vulcanianos.

Estos dos jóvenes, aparentemente tan distintos entre sí, deberán hacer un frente común para detener al malvado Nero (Eric Bana), un Romulano que, movido por la sed de venganza, pretenderá exterminar no sólo a la tripulación del Enterprise sino a todos los planetas que conformen la Federación. Ahora el destino de la galaxia y de millones de personas están en sus manos. La nueva tripulación del Enterprise, liderada el Capitán Christopher Pike (Bruce Greenwood), está lista para emprender esta arriesgada misión.


En los últimos tiempos, la mejor manera de reiniciar una franquicia es tirando del formato precuela. Así se ha hecho con superhéroes, con icónicos psichokillers setenteros y ochenteros, y hasta con los jedis de Star Wars. Obviamente, los resultados no siempre son los esperados, pero sin duda es la mejor forma para atraer tanto al público nostálgico como a las nuevas generaciones.

Con Star Trek se ha optado por la misma fórmula, pero con ciertas variaciones/aportaciones que la alejan de ser una precuela al uso. Hay un elemento crucial, y que prefiero no relevar para mantener intacta la sorpresa, que la distancia de ser un “origins” típico y tópico.

Es cierto que tenemos delante a los jóvenes que se convertirán en la tripulación del Enterprise que todo fan conoce. Se nos cuenta quiénes son y cómo van a parar al equipo de reclutas que podrían formar dicha tripulación. Es una presentación de las relaciones iniciales que hay entre todos los personajes y el cómo llegan a los puestos que ocuparán en un futuro. Pero además de eso, se introducen nuevos elementos que le dan a la saga una nueva dimensión. Por ese motivo, lo que tenemos delante es, ante todo, una reinvención en toda regla que pondrá patas arriba la historia de Star Trek. Y ahí es donde los fans deberán ser más permisivos…

Creo que Abrams ha intentado ser respetuoso con el material con el que ha contado, pero eso no le ha privado de introducir cambios que darán otro rumbo a la franquicia. Esos cambios tiene una justificación lógica –que puede gustar o no- en ese spoiler que os quiero ahorrar. Una vez aceptadas las nuevas condiciones, no hay más que dejarse llevar por el vibrante espectáculo y disfrutar de espléndidas batalles estelares y del agradecido humor con el que el director ha impregnado esta trepidante aventura espacial.

La cinta empieza con buen pie. Los primeros minutos son una delicia tanto por su espectacularidad como por su carga dramática. El villano de la película es el primero en hacer acto de presencia, y a partir de ese punto, se desencadenará el resto de la trama. Una trama que siendo la mar de sencilla –que no simplona-, resulta realmente efectiva.

Que el joven Kirk llegue a ser capitán del Enterpise es todo un proceso que se irá viendo a lo largo de la película. El primer obstáculo será él mismo; deberá cambiar de actitud y demostrar a todos que bajo esa fanfarronería se esconde un líder nato. El segundo obstáculo será Spock, el “orejas puntiagudas” con el que Kirk tendrá más de un enfrentamiento; ambos deberán limar sus diferencias por el bien común. Y el tercer obstáculo, y el más difícil de superar, es Nero, un furioso y vengativo Romulano que no conoce el perdón ni la compasión; está claro que si no aplaca sus planes, se puede ir despidiendo no sólo de capitanear la Enterprise, sino de la vida y del mundo que lo ha visto nacer y crecer.


Esta Star Trek es una apasionante aventura espacial como hacía tiempo que no se veía en la gran pantalla. Abrams ha sabido combinar a la perfección las escenas de acción con las de transición. No hay lugar para el aburrimiento, eso os lo aseguro. Desde el momento en que los personajes ponen un pie en la Enterprise, la película coge un ritmo trepidante que ya no suelta hasta el final.

Los efectos especiales y la ambientación son impecables. El pulcro diseño de escenarios y caracterizaciones del bando de los buenos, contrasta de forma conveniente con la decadencia y ferocidad del bando enemigo. La sofisticada tecnología de la Enterprise debe hacer frente a una fuerza mayor y hasta ahora desconocida. Estos Romulanos cuentan con mejor armamento, y sólo la audacia de Kirk y compañía podrá detenerlos. Así es como se dan lugar tanto batalles nave contra nave como duros enfrentamientos cuerpo a cuerpo.

Como ya he comentado antes, el humor es otra de las claves fundamentales de esta nueva entrega. La socarronería de Kirk y sus debates verbales contra Spock son algunos de sus mayores alicientes, aunque el resto de personajes también tienen su momento estelar. Diálogos ingeniosos (los fallidos intentos de ligoteo de Kirk con Uhura, por ejemplo) y simpáticas escenas, algunos de ellas rozando la hilaridad (de nuevo Kirk y sus “manazas”, el entrañable personaje de Scotty interpretado por Simon Pegg, o los problemas con el inglés del “benjamín” de la nave) son insertados con acierto en el momento justo, provocando la inevitable sonrisa – o incluso carcajada-en el espectador.

La dirección de Abrams es intachable. En ningún momento le tiembla el pulso, y maneja la narración con ritmo y energía. No se anda por las ramas ni se pierde en innecesarias subtramas. Pone las piezas en disposición y centra toda su atención en sus principales protagonistas, es decir, en Kirk, Spock y Nero. Es posible que se eche de menos un poco más de presencia de algunos secundarios, o incluso del propio villano, que se luce menos de lo esperado, pero cada tripulante - Uhura, Bones, Sulu, Chekov o Scotty- tiene su pequeño momento de gloria. Y en ese sentido, el reparto cumple con creces su labor.


Chris Pine, un guaperas al que no teníamos muy visto que digamos, se desenvuelve estupendamente en el rol del osado y chulesco Kirk. Para contrarrestar tanta arrogancia y evitar que el personaje nos caiga mal, éste también cuenta con sus debilidades. SPOILERS -- No es invencible, y más de uno del propinará una buena paliza; además la chica a la que desea la dará calabazas y, por si eso fuera poco, un enorme bicharraco le perseguirá para llenarse el estómago. --FIN SPOILERS

Spock/ Zachary Quinto es sobrio cuando toca, y feroz cuando le tocan la fibra sensible que ha heredado de su parte genética humana. Ni que decir que el personaje le viene que ni pintado.

Eric Bana realiza un convincente trabajo como el villano de turno. La caracterización y la mala leche que gasta, le convierten en un temible adversario.

El resto del reparto, desde la bellísima Zoe Saldana hasta el divertido Simon Pegg, pasando por los siempre solventes Karl Urban y Bruce Greenwood, cumple de sobras con su cometido.

Sorprende la presencia de un viejo conocido, Ben Cross, y el breve papel de una casi irreconocible Wynona Ryder. Además, y para deleite de los más trekkies, aparece Leonard Nimoy en su eterno y legendario papel de Spock. Y su presencia tiene una notoria relevancia en la trama, por lo que no se queda en un mero cameo de esos de “visto y no visto”.

Mención especial merece la portentosa banda sonora de Michael Giacchino, habitual colaborador de Abrams y que ya nos dejó esa magnífica –y única- pieza musical que sonaba durante los créditos finales de Cloverfield. Giacchino compone aquí una partitura plagada de rotunda y enérgica percusión, amenizada con sonidos más suaves y sosegados. Un acompañamiento ideal para gozar en un mayor grado de la acción y de los momentos más trágicos.

“Star Trek” de J.J. Abrams es un film disfrutable de principio a fin. Ignoro cómo se tomarán las novedades los más puristas, pero bajo mi punto de vista, se ha conseguido un entretenimiento de primera línea (y que ya quisieran las anteriores entregas). Si la saga sigue por esta nueva y fresca senda, que cuenten conmigo.

Una película totalmente recomendable tanto para los trekkies como para los que no lo son.


Lo mejor: el lavado de cara en general; el ritmo trepidante; las acertadas dosis de humor

Lo peor: el desconocimiento, el rechazo o incluso los prejuicios hacia Star Trek, puede hacer que muchos se pierdan uno de los blockbusters más recomendables del año.



Valoración personal: Buena

domingo, mayo 03, 2009

"X-Men Orígenes: Lobezno" ni tan buena ni tan mala


Tras filtrarse en la red un workprint de la película (una copia de trabajo sin pulir), los directivos de la Fox se pusieron las manos a la cabeza temiendo por el efecto negativo que eso podría ocasionar en la futurible taquilla de uno de sus blockbusters más esperados. La verdad es que pasados unos pocos días de su estreno, no se puede decir que dicha copia haya mermado en exceso la recaudación esperada, si bien tampoco estamos hablando del éxito rotundo que la Fox preveía. ¿Pero tiene el workprint toda la culpa, o se trata más bien de la desconfianza que ya de por sí provoca el estudio? Y es que en los últimos tiempos, la Fox se ha caracterizado más bien por llevar a la gran pantalla verdaderos despropósitos y, obviamente, a estrellarse con ellos en la taquilla.

Reconozco que nunca las he tenido todas con esta película, y por mucha espectacularidad que ofreciera el tráiler, había algo que me olía mal (llámalo intuición, llámalo sexto sentido o simplemente experiencia). Hasta ahora, la disparidad de opiniones acerca de su calidad no ha hecho más que confirmar mis dudas. Mientras unos la tachan de bodrio absoluto, otros lo hacen de peliculón; aunque luego hay unos terceros que se decantan por el término medio, dejándola como una película entretenida pero que podía haber sido mucho mejor. Para disipar dudas y saber a qué grupo pertenecía un servidor, no me ha quedado otra que comprobarlo por mí mismo y juzgar (es lo mejor que uno puede hacer cuando no se fía ni de los entusiastas ni de los catastrofistas)

X-Men Orígenes: Lobezno es un spin-off –de los varios previstos- de la saga cinematográfica X-Men, iniciada allá por el 2000 por Bryan Singer y finalizada, con una tercera entrega tan amada como odiada, por Brett Ratner en el 2006. Teniendo en cuenta que ya en estas tres cintas, el personaje de Lobezno (Hugh Jackman) contaba con gran parte del protagonismo, no era de extrañar que éste fuera explotado en una continuación para su exclusivo lucimiento y, ya de paso, para contarnos sus orígenes, como bien nos indica el título del film que nos ocupa.


Como precuela que es, ésta nos situa 17 años antes de los hechos acontecidos en sus predecesoras, narrándonos los inicios del proyecto Arma X y la forma en la que Lobezno convirtió sus huesudas garras en poderosas armas de matar recubiertas de adamantium (un material indestructible).
Engañado y traicionado, Logan (Jackman) se convierte en el conejito de indias del Coronel Stryker (Danny Huston) en sus experimentos con los mutantes. Jurando hacerle pagar sus fechorías y vengar la muerte de su novia en manos de Victor Creed (Liev Schreiber), Logan se “transforma” en Lobezno, un hombre lleno de rabia y dolor, reconvertido en un animal y movido únicamente por la sed de venganza. Ahora Stryker sufrirá la ira del monstruo que él mismo ha creado y Creed deberá asumir las consecuencias de su traición.


La Fox ha intentado por todos los medios amortiguar el efecto del workprint, y por ello se han esforzado en remarcar que la versión definitiva y la copia de trabajo ofrecen muchas diferencias. La verdad es que cualquiera lo diría, no ya porque muchos afirmen que son la misma película con algunos minutos y escenas de diferencia, sino porque sus efectos especiales, en algunas ocasiones, resultan tan bochornosos que parece que sigamos asistiendo a la copia inacabada y no a la definitiva. Un blockbuster de elevado presupuesto no debería presentar efectos especiales de saldo, ya que si hay un mínimo que se les pide a este tipo de productos, es que el dinero invertido sirva, por lo menos, para mostrar fx de calidad, algo que aquí ocurre de forma salteada. Y es que escenas perfectamente pulidas hacen compañía a otras que causan vergüenza ajena, algo bastante incomprensible para el estudio que produjo la trilogía original. O bien el presupuesto se les quedó corto o bien las prisas les hicieron hacer una chapuza (la escena de Lobezno frente al espejo es inadmisible en una producción millonaria de estas características)

Si gran parte del sustento de las películas de superhéroes son sus efectos especiales, está claro que la Fox ha cometido un error garrafal al exhibir un producto bastante desigual en ese aspecto. Sin embargo, eso motivo quizás sea insuficiente para despotricar de X-Men Orígenes: Lobezno. Miremos pues, más allá de sus efectos…

Hay un aparente esfuerzo por darle a la cinta no sólo espectacularidad, que la tiene pese a esos eventuales defectos especiales, sino también cierto empaque en el guión. La historia es atractiva de por sí, especialmente para los fans de la patrulla X y del personaje en cuestión. Vaya por delante que un servidor nunca ha leído los cómics en los que supuestamente se basa o inspiran dichos orígenes, así que no puedo juzgar la fidelidad con la que los guionistas han tratado la historia de Lobezno. Pero sí puedo juzgar lo que tengo ante mis ojos, y en ese sentido, me da la sensación que las lagunas argumentales son varias. No tengo claro si la idea era contar esos orígenes de forma apresurada o es que en la sala de montaje han hecho un verdadero estropicio a base de recortes y más recortes.


Para empezar, el reclutamiento de Logan y Victor Creed se me antoja excesivamente apresurado, así como su incorporación al resto del equipo que conforma Stryker. De golpe y porrazo, aparecen todos los personajes en pantalla, para durar apenas unos minutos (dedicados a la exhibición de sus superpoderes). Si bien lo más sangrante es que, bien avanzado el metraje, observamos que Logan tiene cierta amistad con alguno del grupo, como con John Wright, mientras que con otros, La Mole y el Agente Zero, no parece haber tan buen rollito. Pues en el caso de La Mole y de Wright, esas relaciones no quedan bien expuestas al inicio del film (lo contrario a Zero, que se nota que se caen mal nada más conocerse), y por ello desconciertan y parecen metidas con calzador, como si algo se nos escapara o no nos lo hubieran contado.

Pero lo peor es el uso irregular que se les da a todos esos personajes, algo que ya ocurría en sus predecesoras (especialmente en la tercera entrega). La presencia de algunos queda reducida casi a la nada, y se desaprovecha tanto al personaje como al actor que lo interpreta. En el caso de Gambito, aún podemos dar gracias que no queda relegado a un simple cameo y que su participación en la trama tenga relevancia para el devenir de la misma. Pero a Wade Wilson –entre otros- se le echan en falta más minutos, no ya porque su verborrea pueda dar más juego a la película, sino porque la idea de la Fox era hacer de este film una presentación trampolín para su propio spin-off, y el resultado deja mucho que desear (de pasarse los orígenes de Deadlpool/Masacre por el forro para convertirlo en un supermutante indestructible, prefiero no comentar nada, ya que tampoco soy un erudito en el tema)

También parece apresurado todo el proceso en el que las garras de hueso de lobezno pasan a ser de adamantium, además de infringir la coherencia que les une a la primera película de Singer sobre los X-Men (incluso en los breves flashbacks de aquella, había más carga dramática ¡y sangre! que en la que aquí se nos muestra). Por tanto, la unidad entre las distintas películas que conforman la trilogía queda algo descolgada, y eso debió tenerse en cuenta y corregirse nada más concebir el proyecto.

Más allá de eso, de lo que sí puede presumir la película es de tener a Hugh Jackman, que por sí solo llena la pantalla. El actor ha hecho suyo al personaje; se nota que se siente cómodo con él (me río yo de los puristas que lo tachaban de ser demasiado alto –argumento pueril donde los haya- para ser un buen Lobezno) y que se ha entregado a fondo para interpretarlo con dignidad. También Liev Schreiber como Victor Credd y Danny Huston como Stryker realizan un trabajo más que correcto, siendo estos los que más minutos comparten en pantalla con Jackman. Del resto no se puede decir nada malo, ya que son un visto y no visto, aunque me quedo con la simpática pareja de abueletes que ayudan a Logan en un momento de la película (y por supuesto, con la dulce belleza de Lynn Collins/Silverfox)

En cuanto a la dirección, Gavin Hood se ha prestado a lo que el guión le ofrece. Buenas secuencias de acción con otras excesivamente inverosímiles incluso para unos mutantes (la del helicóptero, por ejemplo). Una carga dramática ligera pero bien llevada, dados los antecedentes del director (ésta es su primera cinta de acción), unas dosis de humor bien administradas, buenas tomas aéreas… pero la narrativa es deficiente, dado el apresurado transcurrir de los acontecimientos. Eso y unas peleas en las que se nota demasiado el uso de los cables, le quita toda emoción al espectáculo.

Con sus más y sus menos, X-Men Orígenes: Lobezno consigue entretener al espectador. Pero se trata de un entretenimiento agridulce. Por una parte, podemos dar gracias a que no estamos ante un calamitoso despropósito, teniendo en cuenta que está producida por el estudio responsable de las recientes de Dragonball Evolution o Street Fighter. Pero la otra cara de la moneda es esa sensación de que un gran personaje como Lobezno, merecía una gran película, o por lo menos, a la altura de las de Singer (que tampoco es que me parezcan la hostia en vinagre, dicho sea de paso)

Unos efectos más pulidos, menos aglutinamiento de personajes y un poco más de metraje para desarrollar en condiciones tanto la historia como las características de cada personaje, hubieran dado como resultado una película mucho más disfrutable.

La película de Gavin Hood probablemente divierta a los devoradores de palomitas, ya que al fin y al cabo esa es su misión, pero no estaba de más pedirle un poco de consistencia al asunto. Para mí no es más que un liviano entretenimiento.


Lo mejor: Hugh Jackman.

Lo peor: algunos FX; la apresurada narración y los vacío argumentales; la sensación que de podía haber sido mucho mejor.


Valoración personal: Correcta

miércoles, abril 29, 2009

¡Pliskeen chatea con Alex Proyas!


Tal como reza el título, un servidor tuvo la gran oportunidad, junto a otros afortunados, de realizar un breve chat con el director Alex Proyas, responsable de esas dos joyitas del género fantástico que son “El Cuervo” y “Dark City”, o más recientemente, la entretenida –aunque irregular- “Señales del futuro/Knowing”.

El evento fue organizado por DeAPlaneta, y a través de varias webs colaboradoras, entre ellas Scifiworld, se realizó un concurso que consistía en enviar cuatro preguntas -o cinco, dependiendo de la web- que a los posibles participantes les gustaría hacer al director.

Envié mis cuatro preguntas y días más tarde me llamaron para informarme de que había sido uno de los seleccionados para participar en el susodicho chat. Me dieron instrucciones, fecha y hora, y allí estuve como un clavo, preparado –no sin nervios- para la ocasión.

Debido al ajustado tiempo (una hora de duración) y a la cantidad de participantes (un total de 10), mis cuatro preguntas fueron reducidas a tres, si bien una vez iniciado el chat y debido a dificultades técnicas, sólo dos de ellas llegaron a formularse y a ser contestadas por el sr. Proyas. Aún así, fue una grata experiencia que nunca olvidaré, y que me gustaría compartir con todos vosotros, mis fieles lectores.

Las preguntas que pude realizar fueron:

¿Teme usted terminar sometido a los designios de los productores, ante la dificultad de llevar a cabo proyectos personales en una industria cada vez más preocupada por hacer negocio?

¿Dracula: Year Zero es más un sueño lejano o una realidad próxima?


Y estas son las preguntas que se quedaron en el tintero:

¿Qué opina de Matrix, película que, en mi opinión y en la de muchos otros, plagió descaradamente no pocas cosas de su magnífica Dark City?

¿Tras los incesantes remakes, secuelas e innumerables adaptaciones de cómics, cree que aún quedan en Hollywood suficientes personas capaces de ofrecer historias novedosas al público?


Para conocer las respuestas a esas cuestiones y a otras tantas que se le hicieron al director, tan sólo tenéis que acceder a la transcripción en español que os dejo en el siguiente enlace:

http://www.scifiworld.es/articulos.php?id_articulo=656

Hubiera deseado publicar la transcripción directamente en mi blog, si bien he preferido ser cauto y evitar así infringir algún tipo de copyright; por ello enlazo directamente a la web colaboradora. No obstante, los comentarios que queráis hacer, podéis dejarlos aquí. También me gustaría conocer vuestra opinión sobre el director y/o qué preguntas le hubierais hecho vosotros.


Saludos ;)

domingo, abril 12, 2009

“Espías en la sombra”, armas de mujer


Dentro del género bélico, la II Guerra Mundial es uno de los temas más recurrentes y, por qué no decirlo, más atrayentes que se suelen trasladar a la gran –y pequeña- pantalla. Se han realizado, con el paso de los años, multitud de películas que han retratado diversos capítulos de dicha guerra, tanto des de la perspectiva de un bando (Aliados) como des de la del otro (Potencias del Eje). Aún así, año tras año descubrimos nuevas propuestas que o bien tratan de ofrecer un nuevo enfoque a ya conocidas hazañas de la época, o bien nos relatan un acontecimiento mucho menos conocido o “gastado” en su versión cinematográfica.

Si a principios de año, desde tierras estadounidenses y con un reparto de aúpa, nos llegaba la correcta –pero no brillante- “Valkiria”, que nos relataba el complot del 20 de julio de 1944 con el que se pretendía asesinar al dictador Adolf Hitler, ahora son nuestros vecinos los franceses quienes nos traen “Les Femmes de l'Ombre”, otro film basado en hecho reales que cuenta con valerosas mujeres del bando aliado como principales protagonistas.


Nos encontramos en Mayo de 1944. Un comando de cinco mujeres es reclutado para llevar a cabo una peligrosa misión que tiene como objetivo proteger el secreto de los desembarcos del Día D en Normandía y, además, eliminar al Coronel Heindrich (Moritz Bleibtreu), el jefe del contraespionaje alemán.

El comando lo forman Louise (Sophie Marceau), una experta francotiradora viuda de un líder de la Resistencia; Jeanne (Julie Depardieu), una dura prostituta que acepta la misión para evitar la horca; Gaëlle (Déborah François) una joven experta en explosivos ansiosa por entrar en acción; Suzy (Marie Gillain) una atractiva ex corista cuya antigua relación amorosa con Heindrich será clave para el éxito de la misión; y Maria (Maya Sansa), una agente secreta de la Resistencia Francesa, infiltrada en el bando enemigo y que servirá de enlace al resto del grupo. La misión es comandada por Pierre Desfontaines (Julien Boisselier), hermano de Louise, y juntos deberán rescatar a un infiltrado aliado en manos de la SS para evitar que los nazis descubran el plan de los desembarcos. Obviamente, la misión resultará mucho más complicada de lo planeado.


Son más bien pocas las películas centradas en la contribución, de muy diversa índole, de las mujeres durante la II GM, y por ello con esta cinta sus responsables han intentado rendir homenaje a algunas de esas mujeres que no dudaron en poner su vida en peligro luchando por su país. En este caso, tenemos ante nosotros un comando femenino formado por varias de esas luchadoras, algunas llevando a cabo la misión por convicción, otras por obligación y otras con resignación. Pero por el motivo que sea, todas ponen en riesgo sus vidas por la causa, y esa no es otra que luchar contra el Imperio Alemán.


Durante los primeros minutos de película, asistimos al reclutamiento de los miembros que formarán el comando, conociendo así a cada una de ellas y los motivos que les llevarán a aceptar la arriesgada misión. Y aunque la implicación final con los personajes es algo más endeble de lo deseado, no podemos negar que por lo menos éstos nos resultan convincentes. Su actitud y sus acciones responden en todo momento a sus distintas personalidades y también a las situaciones a las que se ven sometidas. Además, ni guionista y ni director pretenden retratarlas como heroínas de exaltado patriotismo, sino como mujeres de gran valor y tenacidad que afrontaron los momentos más decisivos de sus vidas.

En el transcurso de la misión, tendremos acción e intriga a partes iguales. El comando deberá seguir las instrucciones pase lo que pase, y como ya sucede en estos casos, habrá bajas inevitables, torturas a los capturados, traiciones… De todo un poco para amenizar este sugerente thriller histórico, cuya ágil narración y gracias a sus pocas distracciones (va directa al meollo de la cuestión, sin perderse en subtramas innecesarias) nos hace pasar un rato de simple -que no simplón- y eficaz entretenimiento.
Su mayor pecado es esa falta de vigor y contundencia en la dirección, propia de un director en cuyo currículum figuran cintas tan prescindibles como la infecta “La máscara del faraón” o la desaprovechada “Arsène Lupin”. Pero que nadie se asuste tras nombrar estos títulos, pues aquí las carencias de Jean-Paul Salomé se ven solventadas por un sólido guión – que, para nuestra sorpresa, él mismo co-escribe- con el que el 80% del trabajo ya está hecho ( muy mal hay que hacerlo para estropear la película)


“Espías en la sombra” es un thriller de espías muy bien ambientado y correctamente interpretado, al que le hubiera ido bien una dirección más enérgica. Logra entretener sin problemas, pero carece de la emoción necesaria para permanecer en el recuerdo. En ese sentido, es mucho más recomendable “El libro negro (Zwartboek)” de Paul Verhoeven.



Lo mejor: la ambientación; el sólido guión.

Lo peor: falta de emoción y de verdadera tensión


Valoración personal: Correcta

domingo, abril 05, 2009

"Eden Lake", psicópatas en potencia


Hoy en día es prácticamente imposible encontrar historias originales dentro del cine de terror (y de otros tantos géneros). Además de infinitas secuelas e innecesarios y agotadores remakes, el género de horror se ha estancado en cuatro fórmulas contadas que se van repitiendo una y otra vez hasta la saciedad. Es por ello que en la mayoría de casos, encontrar un producto decente depende sobre todo de la pericia del director y/o el guionista a la hora de desarrollar la historia aún cayendo en los clichés de siempre.

En los últimos tiempos, el mejor ejemplo de cine de terror proviene de Europa, destacando principalmente a los franceses como el mejor exponente actual dentro del género gracias a cintas como Alta Tensión (pese a su lamentable final) o la brutal À l'intérieur. Aunque hay que decir que como en todas partes, hay de todo, y no sólo encontramos buenas cintas, sino también productos mediocres como Frontière(s), Maléfique (no hay por dónde cogerla) o la ínsipida “Ils”.
De Noruega nos llegó, en el 2006, la entretenida Cold Prey (Fritt vilt), de la que ya tenemos secuela. Y la película de la que hoy toca hablar es de la inglesa Eden Lake, todo un buen ejemplo de cómo manejar con eficiencia una historia mil veces vista.


Jenny (Kelly Reilly) y Steve (Michael Fassbender) son una pareja que decide pasar un fin de semana romántico cerca de un lago remoto en medio de un bosque aparentemente tranquilo. Desgraciadamente, cuando llegan ahí su maravilloso plan se ve chafado por la molesta presencia de una banda de jóvenes descerebrados que no respetan nada ni a nadie. Tras un breve choque verbal entre Steve y los chavales, estos se empeñarán en hacer que su estancia junto al lago sea lo más desagradable posible.

Lo que empieza como la típica gamberrada de adolescente, acabará llegando a extremos impensables. La violencia en grado máximo hará acto de presencia, y el ojo por ojo se llevará a cabo sin miramientos. El fin de semana romántico de Jenny y Steve se convertirá pues, en una intensa lucha por la supervivencia.


Obviamente, no estamos ante un planteamiento muy original, pero la ópera prima de James Watkins tiene su punto fuerte en la forma de desarrollar la historia. Ante todo, tanto la pareja de enamorados como el grupo de jóvenes, se nos antojan cercanos y reales. Los chavales son los habituales niñatos que van de hombrecitos por la vida, vacilando al respetado y haciendo lo que les da la gana cuando les da la gana. Las causas de este molesto comportamiento pueden ser varias, aunque aquí el autor ha preferido buscar los motivos en la mala educación de los padres, haciendo verídico el dicho de “de tal palo tal astilla”. De todas formas, hay que reconocer que la culpa suele ser, en general, compartida, tanto por los padres como por el entorno social, las malas compañías o incluso el tan socorrido argumento de los genes. Aquí es un poco de varios elementos, pues el desencadenante de toda la trifulca es prácticamente uno de los jóvenes, al que lo demás seguirán bien sea por convicción, por amistad o por miedo al rechazo.


En cuanto a la pareja formada por Jenny y Steve, su reacción ante la desesperante situación es la misma que cualquiera de nosotros podríamos llegar a tener, y por muy violento que se vuelva todo, es difícil que en la vida real uno acabe convirtiéndose en una especie de Rambo vengativo, algo que ocurre en otras películas pero no aquí (véase la infumable Perseguida (While She Was Out), uno de los últimos y penosos trabajos directo a videoclub de Kim Basinger).

En todo momento, tanto Jenny como Steve intentan sobrevivir al acecho de los chavales, pero nunca exagerando las situaciones. Watkins busca, dentro de lo cabe, el máximo realismo posible, por lo que evita caer en las típicas y poco creíbles heroicidades que muchas veces nos quieren plantar en el género.

Jenny termina por sostener gran parte del peso de la película, y en su sufrimiento y desesperación está el mayor aliciente de “Eden Lake”. El juego del gato y el ratón va degenerando y volviéndose más sádico a cada minuto que pasa. La angustia de la pareja traspasa la pantalla, y los momentos más feroces y crudos están muy bien manejados por el director (SPOILER --véase el momento en que Jenny necesita librarse de la astilla que se ha clavado en el pie mientras corría frenéticamente por el bosque --FIN SPOILER)



Watkins maneja con muy buen pulso toda la historia, desde la presentación de los personajes, que dura lo justo -ni un minuto más ni un minuto menos- hasta la exasperante situación de “caza” que se desarrolla después. Las reacciones de los personajes resultan creíbles, acordes con las acciones que se van sucediendo, y la labor del reparto es más convincente de lo que uno podría llegar a pensar para un producto de estas características, destacando por encima de todos una estupenda Kelly Reilly que nada tiene que envidiar a la Cecile De France de “Alta tensión”.

Destacar también que la mayor parte de la acción acontece a plena luz del día, lo cual es, a mi gusto, todo un punto a su favor.

Quizás su mayor punto flaco sea el giro final, ya que depende de la benevolencia del espectador a la hora de aceptar que la última parte de se desarrolle en un lugar y con unos personajes que le vienen muy bien al autor para dejar vía libre a su crítica hacia la importancia de que los padres sepan educar a sus hijos. Para ser más concretos SPOILER ---es mucha, muchísima casualidad, que en su huída, Jenny termine en la casa del padre de uno de sus perseguidores, y que éste esté celebrando una fiesta con los padres del resto de jóvenes ---FIN SPOILER. Ahí Watkins pierde credibilidad para darle al desenlace un tono más efectista de lo que uno podría prever. Sin embargo, no es lo suficientemente molesto como para empañar el buen sabor de boca que logra dejar la película.

Es una lástima que las contadas buenas películas de terror que se hacen en estos tiempos, casi nunca vean la luz en nuestras carteleras. Eden Lake bien merece ser disfrutada en una gran pantalla de cine, aunque parece difícil luchar contra la poderosa industria yanqui y su engañoso marketing (nos venden pescado podrido con un bonito envoltorio, y el público, a menudo, pica en el anzuelo)


Lo mejor: Kelly Reilly; el realismo y la crudeza con el que se trata la hsitoria; que pese a los estereotipos, los personajes nos resulten cercanos.

Lo peor: el giro final


Valoración personal: Buena

sábado, marzo 21, 2009

Cine de Acción, Lo Mejor de los 90, Parte II



Ha tardado un poco en llegar, pero aquí os traigo la segunda entrega de este repaso especial al mejor de cine de acción de los 90, a gusto de un servidor. Como siempre, estaré encantado de conocer vuestras opiniones acerca de las susodichas, tanto si coincidimos como si discrepamos en algún/os título/s.

Si en la primera entrega empezamos desde inicios de los 90 hasta mediados, en este segundo listado los títulos datarán de mediados de la década hasta finales. Y si en aquella, las estrellas que copaban las carteleras eran Schwarzenegger, Stallone o Willis, ésta bien podría denominarse “La era Cage”, puesto que varios de los títulos que aquí figuran están protagonizados por Nicolas Cage, actor hoy en día muy odiado por el colectivo cinéfilo (tanto bodrio y peluquín le han pasado factura), pero que hace unos años su presencia era casi sinónimo de buen entretenimiento.


Mentiras arriesgadas (1994)

Antes de la aclamada –y ñoña- “Titanic”, James Cameron llevó a cabo este delirante y sumamente divertido/entretenido vehículo de acción para el forzudo austríaco. Schwarzenegger realiza uno de sus mejores trabajos como héroe de acción, en esta especie de parodia de los films de James Bond (que fue un remake de la francesa “Dos espías en mi cama”) Le acompañaron en esta aventura una muy sexy Jamie Lee Curtis (¡cómo olvidar ese striptease!) y un simpático Tom Arnold. Destacar también al siempre genial Bill Paxton en un pequeño papel y a una jovencísima Eliza Dushku que ya apuntaba buen físico.

*Esta es del 94, pero la incluyo aquí al no haberlo hecho en el anterior listado.


Muerte súbita (1995)

Si en “Alerta Máxima” era Seagal quién emulaba al John McClane/Bruce Willis de “Jungla de Cirstal”, aquí es Jean-Claude Van Damme quién hará frente a un grupo de terroristas en un estadio de hockey infestado de bombas. Similar esquema que las anteriormente mencionadas para, digamos, la última cinta de acción decente del belga. Después de ésta, su carrera fue cayendo en picado, acumulando títulos reguleros (Al límite del riesgo, En el ojo del huracán) con verdaderos despropósitos (Soldado universal: El retorno, Sin Control)




Dos Policías Rebeldes (1995)

Simpática y entretenida buddy movie que supuso la carta de presentación del amado/odiado Michael Bay en el cine de entretenimiento. Martin Lawrence y Will Smith forman una muy bien compenetrada pareja de policías, explotando su viz cómica con divertidos diálogos, al tiempo que pegan tiros a diestro y siniestro. Casi diez años más tarde llegaría su excesiva -por duración y artificios- secuela.






La Jungla de cristal III: la venganza (1995)

Tercera y cojonuda entrega de la saga protagonizada por el genial detective John McClane. John McTiernan volvió a la silla de director para entregarnos una cinta de acción de primer nivel, igual o incluso superior al film original. Impagable la pareja formada por Bruce Willis y Samuel L. Jackson haciendo frente a un villano de excepción, un astuto Jeremy Irons (“Simon dice…” xD)






La Roca (1996)

La buena racha de Nicolas Cage dentro del cine de entretenimiento empezó con, a mi gusto, la mejor película de Mchael Bay. Soberbio espectáculo para una de las cintas más trepidantes de los 90 (y de la historia), con un Cage acompañado del siempre eficiente Sean Connery, con dos villanos -no tan villanos- de aúpa, Ed Harris y David Morse, y con un escenario inmejorable, la vieja prisión de Alcatraz (de la que una vez consiguió fugarse Clint Eastwood xD)





Eraser (1996)

Repudiada incluso por algunos fans de Schwarzenegger, para mí es su última cinta de acción digna de mención. Demasiado pasada de rosca en alguna secuencia (la del paracaídas, por ejemplo), pero aún así sumamente entretenida y con buenos momentos de humor propiciados por el personaje de Robert Pastorelli. Supuso el fin de “La era Chuache”, ya que después de ésta no consiguió atraer al público en mansa de la misma forma que lo hizo antaño. A destacar la presencia de James Caan como el malo de turno y a la atractiva Vanessa L. Williams como la testigo a proteger.




Cara a Cara (1997)

Un descabellado argumento dio pie al mejor título de John Woo en suelo americano. Unos geniales John Travolta y Nicolas Cage intercambiando varias veces sus roles, en una producción típica de Woo, con sus espectaculares tiroteos, su cámara lenta y sus imprescindibles palomas blancas. A destacar la escena final en la iglesia, claro autohomenaje a su excelente film hongkonés “The Killer”.






Con Air (1997)

Otra inverosímil pero altamente trepidante cinta de acción para lucimiento de un melenudo Cage, al que se sumó un reparto repleto de grandes villanos como John Malkovich (Cyrus el Virus), Ving Rhames (Perro Diamante), Danny Trejo (Johnny 23) o Steve Buscemi (Garland Greene, el mutilador de Ohio). Con ella debutó Simon West, muy al estilo videoclipero de Bay. Sim embargo, después de ésta y la notable “La hija del general”, su carrera se fue al garete tras el pestiño de Lara Croft: Tomb Raider y el horroroso remake de Cuando llama un extraño.




Tras este ligero repaso, queda claro que ya no se hacen cintas de acción como las de antes. Mucho efecto digital y mucha cámara espasmódica es lo que hoy predomina, y aunque de vez en cuando alguna película destaque por una inusitada eficiencia, son más bien pocas las ocasiones en las que podemos disfrutar de este malogrado y siempre infravalorado género cinematográfico.
Action-men de la talla de Arnold Schwarzenegger (el mejor de todos, sin duda alguna), Sylvester Stallone, Bruce Willis, Mel Gibson, Kurt Russell o Jean- Claude Van Damme (además de los esporádicos tipo Keanu Reeves o Patrick Swayze, por ejemplo), son los que nos han dado grandes momentos frente a la gran pantalla. Altas dosis de entretenimiento de la mano de especialistas en el género como John McTiernan o Richard Donner, entre otros tantos artesanos.

Ni los 90, que hemos ido repasando con estos artículos, ni los 80 (que ya les tocará su momento en el blog) volverán a repetirse. Los sustitutos de este tipo de producciones son, actualmente, los superhéroes, que sin importar demasiado quién se ponga delante de la cámara, son los que arrasan en taquilla y ofrecen al público las dosis necesarias de espectáculo para pasar un buen rato frente a la gran pantalla.

Tampoco las supuestas nuevas estrellas del cine de acción parecen estar a la altura de las circunstancias, o por lo menos, sus películas no lo demuestran. Quizás el mejor parado sea Jason Statham, que encadena una tras otra con el beneplácito del público, mientras que Vin Diesel no da pie con bola y Dwayne “The Rock” Johnson (el que tiene mejores aptitudes y carisma) tantea demasiados géneros –y en ninguno desentona- como para poder ponerle la etiqueta definitiva de “action-man”.


Dicho esto, aquí os dejo otro breve listado extra (un bonus) de otras cintas de acción “a secas” (sin ci-fi ni otros géneros de por medio) con las que, a un nivel inferior a las ya citadas, también he pasado gratos momentos. Por supuesto, no nos movemos de los 90, por lo que muy probablemente sigáis echando de menos algunos títulos que ya comentaremos en futuros repasos. Cualquier otra aportación por vuestra parte, será bienvenida (y discutida, xD)

- El Principiante (1990) - Colegas a la Fuerza (1991)- Pasajero 57 (1992) - Persecución Mortal (1993) - Volar por los Aires (1994) - Caza Legal (1995) - Hora Punta (1998) - El Profesional (León) (1994) – Desperado (1995) – Dos pájaros a tiro (1990) – Fugitivos encadenados (1996) – Blanco Humano (1993) - Broken Arrow (1996) - Velocidad Terminal (1994) - El gran halcón (1991)

viernes, marzo 13, 2009

"A ciegas (Blindness)", ciegos de moral


Tras la magnífica “Ciudad de Dios”, basada en una novela de Paulo Lins, y “El jardinero fiel”, basada en otra de John Le Carré, queda demostrado que el punto fuerte de Fernando Meirelles son las adaptaciones novelísticas. Después de estos dos notables trabajos, ahora le ha tocado el turno a "Ensayo sobre la ceguera", una novela del escritor portugués José Saramago. Y como no podía ser de otra forma, la película nos llega a nosotros con unos “pocos” meses de retraso (unos seis, aprox.) gracias a nuestros “amigos” de las distribuidoras.

La historia de A ciegas (Blindness) nos habla de una misteriosa epidemia que está dejando ciegos a los habitantes de un país (no se dice cuál, porque visto lo visto, podría ser cualquiera). Se desconocen las causas de tan extraño fenómeno, pero está claro que se propaga con rapidez, causando la ceguera en cuestión de horas. A tal efecto, el gobierno decide proclamar un estado de cuarentena, recluyendo a los afectados en un hospital y dejándolos casi a su suerte, sin atención médica y con cada vez más reducidas raciones de comida.

Entre los afectados se encuentra una mujer que conserva su vista en secreto para poder cuidar de su marido ciego. Ella será la verdadera testigo ocular del caos y el terror que acontece dentro del recinto cuando un grupo decide, por la fuerza, tomar el control del lugar.


La última película de Meirelles parece tener dividida a la crítica -entre excelente y fallida, sin término medio-, si bien el público, en general, ha salido satisfecho pese a las siempre inevitables comparaciones con el material original.

Ante todo, es importante, cara al espectador, advertir sobre el tipo de película que tenemos delante. No se trata de una cinta que apueste por una visión global de la epidemia, sino todo lo contrario. Se centra exclusivamente en el grupo de recluidos en el hospital, y a través de ellos, realiza un duro y perturbador análisis sobre la conducta humana en situaciones de alto riesgo. Aquí el terror no es tanto la epidemia en sí sino la reacción de aquellos que la padecen.
Por tanto, estamos ante un thriller que se decanta especialmente por su vertiente dramática y crítica, aparcando un poco el suspense y el elemento más fantástico de la trama, como es la propia ceguera en sí misma, que aparece SPOILER--- y desaparece ---FIN SPOILER de repente y sin explicación científica alguna. Y ojo a esto último, pues esa falta de explicaciones lógicas es lo que puede molestar a aquellos espectadores ansiosos de encontrar aquí una respuesta coherente a tan extraño argumento.


Si lo enfocamos desde otro punto de vista, la explicación del fenómeno no es tan necesaria como pueda parecer, pues no es más que una mera excusa (el macguffin de turno) para desarrollar ese citado estudio de la conducta humana. Dicho de otra manera, poco importa el por qué, sino el qué. Qué más da qué causa la ceguera, si lo que realmente pretende mostrarnos Saramago -y Meirelles con su adaptación- es el comportamiento de las personas ante una situación que les sobrepasa.

Así es como el espectador es testigo, al igual que el personaje de Julianne Moore, de la despreocupación y/o inutilidad de los políticos ante tal suceso , que se limitan a dictar el estado de emergencia y a perder el tiempo debatiendo sobre cómo afrontar la situación –siempre desde el interés político y económico-, en vez de afrontarla y punto.
También observamos como en un mundo de ciegos, el tuerto es el rey, aunque en este caso, el poder recae en un hombre armado que somete al resto a su conveniencia (el abuso de poder en estado puro) Y como al final unos pocos, los cuerdos, tienen que hacer frente a aquellos que se pasan la moral por el forro, no sin antes ellos haber pasado por el aro y haber sufrir las consecuencias de una injusta opresión. Y es que no todos los afectados están dispuestos a racionar la comida, a ayudar al prójimo o simplemente a comportarse como los seres civilizados que debieran ser (aquí se hace patente la certeza de aquella frase que dice “cuánto más conozco a las personas, más quiero a mi perro”)

La dirección de Meirelles es sobria y sólida de principio a fin, con un ritmo pausado pero firme en todo momento, sin altibajos de ningún tipo. El brasileño afronta las situaciones más duras y extremas con mucha profesionalidad. En dónde otros hubieran optado por lo explícito y el morbo, Meirelles apuesta por una sutileza aún más efectiva si cabe, dejando entrever que lo que no se ve es más poderoso que lo que sí se ve (el poder de la sugestión, señores). La violencia se trata de forma contundente pero también contenida, recayendo muchas veces en los gestos y expresiones de sus protagonistas, y muy en especial, en la angustiosa mirada de una Julianne Moore en uno de sus mejores trabajos de su carrera (aún cuando la inacción de su personaje te saca de quicio). Aunque tampoco es de desmerecer la labor de sus compañeros de reparto, como Mark Ruffalo, Danny Glover, o un desalmado Gael García Bernal, protagonista a su vez de uno de los mejores momentos de humor negro de la película (pista: Steve Wonder)


El uso de la banda sonora es casi minimalista, siendo el mayor apoyo con el que cuenta Meirelles, el trabajo de fotografía César Charlone, que evoca muchas veces a la propia ceguera de los personajes en un juego de fundidos blancos y negros muy adecuado.

La crítica hacia el sistema político es menor, en comparación, con la crítica hacia la naturaleza humana. Una crítica que tampoco es demasiado extremista, ya que en todo momento hay una puerta abierta a la esperanza, al amor, al compañerismo, a la humanidad… Una historia que invita a reflexionar y que pone los pelos de punta sólo de pensar que algún día pudiese ocurrir de verdad. Una película que pone de manifiesto como todo lo que, como sociedad, hemos construido, se puede ir al garete por un mal que nos afecte a todos por igual, un mal que no entienda de raza, sexo, edad o jerarquía social. Un mal que saque lo peor y lo mejor que llevamos dentro.


Así que ya sea por las neutras expectativas que acudí a su visionado o por el desconcierto de no saber con qué me iba encontrar tras semejante sinopsis (me sonaba mucho a “El día de los trífidos”), la verdad es que “A ciegas (Blindness)” me ha supuesto una gran y grata sorpresa. Desde la espléndida “El experimento”, que una película no me causaba tal impresión.

No por ello está exenta de ciertos errores. Por ejemplo, hay secuencias que se antojan demasiado cómicas sin pretenderlo, el grado de implicación con los personajes es menor del esperado y el final no da tregua al espectador, o gusta o no gusta. En lo personal SPOILER ---los happy end me convencen más bien poco, y menos en este caso, en el que no existe explicación alguna que lo justifique FIN SPOILER

De todas formas, recomiendo su visionado tanto si se ha leído la novela como si no, aunque no estoy seguro de que pueda gustar a todo el mundo (tómese esto como advertencia para los indecisos). Lo es que esperen algo más fantástico, se pueden llevar un chasco, porque tiende más al razonamiento filosófico que a otra cosa. Y es bien sabido que el ritmo pausado no es apto para todos los paladares.


Lo mejor: Julianne Moore.

Lo peor: el final.


Valoración personal: Buena

jueves, marzo 12, 2009

"Underworld: La rebelión de los licántropos", vampiros Vs. licántropos


Allá por el 2003, llegó a nuestras pantallas “Underworld”, una película dirigida e ideada por el debutante Len Wiseman. Al frente de la cinta teníamos a todo un bellezón, Kate Beckinsale, compartiendo pantalla, entre otros, con su pareja de aquél momento, Michael Sheen (dato amarillista: más tarde rompieron y la actriz se casó con el propio Wiseman)
La película narraba la eterna lucha entre dos monstruosas razas, los vampiros y los licántropos. Con una estética deudora de Matrix y Blade, e influenciada –según tengo entendido- por un popular juego de rol, la película de Wiseman pegó fuerte en las carteleras, ganando tanto admiradores como detractores.

Su éxito propició la realización de una secuela titulada “Underworld: Evolution”, con mismos protagonistas y mismo director, aunque esta vez los resultados en cuanto a calidad se refiere, fueron tremendamente inferiores.

Desde un buen principio, Wiseman planteó Underworld como una trilogía, y teniendo en cuenta su aceptación entre un sector del público, no es de extrañar que su propósito se haya visto cumplido. Así es como ahora, seis años más tarde, y de la mano del encargado de los fx de las dos anteriores, Patrick Tatopoulos, nos llega la tercera entrega. Y lo hace a modo de precuela, para relatarnos los hechos que transcurren antes de sus predecesoras, y así contarnos de forma extensa el por qué de esa rivalidad entre las dos razas.

Underworld: Rise of the Lycans
se sitúa varios siglos atrás en el tiempo, en una época en la que los aristocráticos vampiros tienen a los hombres lobo esclavizados a su antojo. Para los primeros, los licántropos no son más que animales, una raza inferior que no merece tener derechos, y que debe obedecer los designios de una raza más inteligente y poderosa, la suya.

Viktor (Bill Nighy), mandamás del clan vampírico, tiene bajo su protección a Lucian (Michael Sheen), el primero de una raza de licántropos que pueden vivir como humanos y transformarse en bestia cuando lo deseen. Lucian siempre ha seguido las órdenes de Viktor sin poner objeciones, pero a esa vida de resignada esclavitud le quedan pocos días. Su amor por Sonja (Rhona Mitra) la hija de Viktor, será el desencadenante de una guerra entre ambas razas que se extenderá a lo largo de los siglos, y que aún a día de hoy perdura.

Como no podía ser de otra forma, en esta tercera entrega repiten varios de los protagonistas de las otras dos películas, si bien es inevitable que otros, por el tipo de historia que se relata, no tengan cabida en ella. Entre los que sí están, destacaríamos básicamente a Bill Nighy, interpretando de nuevo a Viktor, a Steven Mackintosh como Tannis, su mano derecha; y a Michael Sheen como Lucian, el rebelde licántropo. Beckinsale no repite su papel de Selene, puesto que su personaje aún no existe en esta historia, así que el papel femenino esta vez recae en Rhona Mitra, que interpreta Sonja , hija de Viktor y amante de Lucian.


Lo que se nos relata en esta precuela es el inicio de la rivalidad entre las dos razas, algo que ya pudimos ver y conocer, a modo de flashbacks, en la primera Underworld. Por tanto, esto no es más que una versión extendida de aquello, haciendo hincapié en la imposible relación amorosa entre un licántropo, Lucian, y una vampiresa, Sonja, muy al estilo del Romeo y Julieta de Shakespeare.

Si bien la primera intención de Lucian es huir de sus captores, la muerte de su amada en manos de su propio padre, será lo que le obligue a liderar a su raza en una lucha contra los vampiros, buscando así la venganza y la libertad que le corresponde.

Uno de los mayores alicientes de esta nueva entrega es su enclave geográfico y la época en la que se desarrolla la historia. Fortalezas medievales y densos y oscuros bosques son los testigos de la primera batalla entre vampiros y hombres-lobo. Atrás quedaron las pistolitas y el cuero negro; ahora lo que se lleva son brillantes armaduras y afiladas espadas. Esto permite ofrecer unas peleas cuerpo a cuerpo mucho más violentas y sangrientas, si bien tampoco es que el director se luzca demasiado en ese campo. Los enfrentamientos son correctitos pero no muy destacables, con su poco de cámara lenta, sus saltos kilométricos y sus efectos especiales de bajo presupuesto, disimulados muy acertadamente por una oscuridad permanente a lo largo de casi toda la película. Difícilmente termines el visionado y alguna secuencia de acción de las aquí vistas se te quede marcada en la retina.

El diseño de las citadas armaduras, de las salas de la fortaleza o de objetos varios como espadas y demás, está muy conseguido, y en general otorgan a la película un aire tenebroso y místico realmente efectivo. Por tanto, en cuanto a ambientación se refiere, nada que objetar. Eso sí, el aspecto y caracterización de los hombres-lobo sigue sin convencerme desde la primera entrega.

Tatopoulos y su equipo han procurado darle al film un toque romántico/dramático que pueda acompañar a la acción sin que ésta se eche en falta. Lamentablemente y pese a la encomiable labor de Sheen, que resuelve con oficio su papel, la historia entre Lucian y Sonja no entusiasma ni emociona demasiado, quizás porque observamos esa relación cuando ya está en las últimas, restando así cualquier tipo implicación por parte del espectador (además de mostrar más sexo que amor)
De todas formas, no es una carencia que moleste demasiado para los que sólo busquen pasar el rato, ya que no deja de ser el macguffin que desencadena el tan deseado combate entre las dos mortíferas razas. Pero es evidente que esa falta de emoción es la que deja al film en un entretenimiento liviano y poco más.

Por tanto, Underworld: La rebelión de los licántropos gustará seguramente a los fans acérrimos de la saga, pues sigue teniendo los mismos alicientes que sus predecesoras: vampiros enfrentándose a feroces hombres-lobo, mucha acción y mucho miembro cercenado. A los que no les gustó ninguna de las anteriores, esta tercera mejor que se la ahorren. A título personal, considero que es mucho mejor que la roñosa segunda parte, aunque no está a la altura de la primera. Una cinta entretenida que incluso se hace corta, pero a la que la falta garra para ser lo épica que debió haber sido.


Lo mejor: la ambientación; Michael Sheen.

Lo peor: no tiene garra ni emoción.


Valoración personal: Correcta

viernes, marzo 06, 2009

"Gran Torino", Gran Eastwood


Aunque parecía que después de la excepcional “Million Dollar Baby” no volveríamos a ver al gran Clint Eastwood delante de la cámara, ahora nos llega -no sin retraso- su última y esperada película, en la cual el actor/director se pone a ambos lados de la cámara para contarnos una sencilla y modesta historia que, de seguro, cautivará a los fans del autor (servidor incluido)

Esta es una de esas cintas del maestro cuyo destino no es otro que ser considerada una “obra menor” dentro de su filmografía. Puede que así sea, si la comparamos con sus grandes obras maestras, pero tildarla con tal calificativo no debería, bajo ningún concepto, usarse como algo peyorativo, y es que cualquier “obra menor” de este buen señor se come con patatas a cualquier otra que le acompañe en cartelera (en calidad, no en taquilla, claro). Aunque en mi modesta opinión, de “menor “no tiene nada.

Gran Torino se centra en Walt Kowalski (Clint Eastwood), un veterano de la guerra de Corea y trabajador jubilado del sector del automóvil, cuya máxima pasión, tras la muerte de su querida esposa, es cuidar de su otro preciado tesoro: un coche Gran Torino de 1972 que él mismo ayudó a sacar de la cadena de montaje.

Walt vive solitario -a excepción de su perrita Daisy- en un barrio atestado de vecinos inmigrantes a los que ni conoce ni quiere conocer. Inmigrantes hmong (del sudeste asiático), latinos y afroamericanos pueblan las calles de un lugar que el viejo americano ya no reconoce, con pandilleros que se creen los amos del barrio y vecinos de extrañas costumbres a los que desprecia sólo por su procedencia.

Una noche, su joven vecino Thao, sometido a una prueba de su primo pandillero, intenta robarle el Gran Torino, pero éste se lo impide aún sin reconocer quién le está intentando robar. Unos días más tarde, el propio Thao es acosado de nuevo por su primo y el resto de sus amigos, hasta que aparece Walt a apaciguar la trifulca con su cara de mala leche y su impecable rifle M-1. A partir de este suceso, entre Walt y Thao (y también su familia) se crea un vínculo especial. El viejo veterano tratará de hacer del muchacho un hombre hecho y derecho, a la vez que va conociendo poco a poco a sus vecinos inmigrantes, dejando de lado sus prejuicios y abriendo su mente y su corazón a un grupo de personas que le muestran más aprecio y gratitud de la que su propia familia es capaz.


Después de la aclamada “El intercambio”, Eastwood rebaja sus ambiciones y aborda una película mucho más discreta, cuya fuerza reside en su portentosa interpretación, sus buenas intenciones y su permanente discurso antirracista.

Pese a la tópica historia del mentor y el aprendiz y a algunos elementos trillados en toda película que trata el tema del racismo, Eastwood consigue elaborar una historia potente y profunda que queda grabada a fuego en nuestra memoria cinéfila. Y es que muchas veces, la sencillez es la mayor virtud de un film.

La relación cuasi fraternal que se establece entre Walt y Thao es el motor que mueve Gran Torino, y mediante la cual el director desarrolla su crítico discurso de un modo mesurado pero igualmente certero. También es de agradecer que en ningún momento pretenda ofrecernos uno de esos dramones de cuidado que quieren concienciarnos de base de incesantes lagrimones. Todo lo contrario, pues Eastwood nos ofrece una simpática y a ratos tierna historia de un hombre triste y solitario que encuentra en sus, hasta el momentos, desconocidos vecinos un modo para resarcirse de sus pecados y un motivo para abandonar su soledad y vivir los días que le quedan con una sonrisa en la boca.


De ser un viejo gruñón, Walt pasa a convertirse en el inesperado héroe del barrio, haciendo frente a todo pandillero que se cruce en su camino o que moleste a sus nuevos amigos. Este veterano de la guerra de Corea no teme a nadie ni a nada, ni tan siquiera a la propia muerte.

Eastwood, algo cascadillo pero sin perder ni un ápice de fuerza en su penetrante mirada, vuelve a la interpretación con un papel hecho a su medida. Y es que ha sido como reencontrarse con un viejo conocido, el sargento Tom Highway (El sargento de hierro), en pleno retiro. Con muchas menos palabras y muchos menos tacos, y pese al desprecio que gasta para con sus vecinos, Walt Kowalski se gana nuestra simpatía desde un principio. Su mala leche nos pone los machos por corbata pero sus toques de humor (y aquí hay unos cuantos) nos sacan una irreprimible sonrisa.

El actor transmite con su mirada más que 10 hojas de guión llenas de diálogos. Y si esta es –esperemos que no- su despedida del mundo de la interpretación, desde luego no ha escogido mejor papel para hacerlo.

El resto del reparto cumple con su cometido, si bien cabría destacar a Ahney Her, quién interpreta a la hermana de Thao (un no tan convincente Bee Vang), y que se desenvuelve con mucha soltura ante la cámara, siendo la única capaz de darle la contra a la perfección al personaje de Walt.

Por lo demás, “Gran Torino” es una pequeña gran obra de uno de los mejores directores de nuestros tiempos. Una historia sencilla y emotiva que mata los prejuicios no a balazos, como en las guerras, sino a base entendimiento y benevolencia. Una historia divertida casi en todo momento, y emotiva sobre todo en su tramo final, SPOILER -- que tiene uno de los desenlaces más intensos y tristes de toda su filmografía.-- FIN SPOILER

Recomendada a los fans de Eastwood, a los amantes del buen cine (que vendría a ser lo mismo) y muy especialmente a aquellos que, como un servidor, consideren la infravalorada “Un mundo perfecto”, uno de sus mejores trabajos.


Lo mejor: Clint Eastwood y Ahney Her; su sencillez y sus toques humor.

Lo peor: que hayan tardado tanto en estrenarla.


Valoración personal: Buena