
Ahora parece que con su secuela, sus responsables han intentando enmendar ese error garrafal, elaborando un film lleno de buenos sentimientos y amables moralejas, sin olvidarse, eso sí, de ofrecer un entretenimiento para el disfrute de los más peques de la casa. Y digo los más peques porque, a fin de cuentas, serán los que más disfruten de las “animaladas” de estos simpáticos –aunque no entrañables- personajes.
Tras acabar en una exótica isla de Madagascar, nuestros protagonistas se preparan para su viaje de vuelta a casa, Nueva York. Para ello utilizan un destartalado avión que supuestamente les llevará sin problemas a su lugar de destino. Desgraciadamente, el aparato tan sólo logra mantenerse en el aire por un breve espacio de tiempo, y pronto la tripulación debe realizar un aterrizaje de emergencia en las inmensas llanuras de África. Una vez allí, Alex, Marty, Melman Gloria, el rey Julien, Maurice y los pingüinos, tendrán un nuevo mundo ante sus ojos. Asombrados, descubrirán que no son los únicos de su especie, y también que África es, además de un hermoso lugar, su verdadero hogar.
Con un interesante prólogo, acompañado de la siempre poderosa partitura de Hans Zimmer, el inicio de esta secuela nos pone en situación con los acontecimientos transcurridos en su predecesora, sirviéndonos estos minutos de nexo para esta continuación. De nuevo tenemos a todos los personajes reunidos para alcanzar su meta: regresar al zoo. Pero tras el imprevisto aterrizaje en África, sus deseos darán un vuelco de 180 grados.
Si en la anterior película la jungla se convertía en una pesadilla para el grupo de animales protagonistas, aquí sucederá todo lo contrario. Las llanuras de África son el paraíso hecho realidad, con grandes extensiones de tierra para su disfrute y la compañía de sus semejantes. Claro que no todo serán alegrías, y cada personaje deberá aceptar su condición de no ser único, como sí ocurría en el zoo. Además, a alguno que otro, la reinserción en su hábitat natural le será algo más dificultosa de lo deseado (especialmente por estilo de vida que llevaba en la ciudad)
Durante el visionado de la película, y atendiendo especialmente al personaje principal, el león, nos damos cuenta que existen ciertos paralelismos –nada ocultos- con “El Rey León” de Disney, aunque aquí el enfoque es siempre desde un punto de vista mucho más cómico. El resto de subtramas se apoyan sobretodo en el, llamémosle, carisma de los personajes. De hecho, no deja de resultar curioso como personajes como el de Melman la jirafa o Marty la cebra, son más simpáticos y entretenidos que el propio león protagonista, cuyas payasadas difícilmente nos saquen alguna sonrisa (el recurso de los bailecitos ya no da para mucho).

Aquí no obstante, lo peor es el exceso de personajes, teniendo en cuenta que algunos de ellos parecen metidos con calzador en la historia, y cuya única razón de ser parece atender a razones de puro merchandising (línea de juguetes, tazas y peluches mucho más variada). Hay que sacarse algún as de la manga para que el rey Julien y Maurice tengan algún aporte a la trama. Y ya no hablemos de los monos o los pingüinos, que apenas pintan nada, siendo los segundos los que, pese a todo, tiene algunos de los mejores gags (al igual que en la primera entrega)
En general, la película se hace entretenida, tirando de gracietas facilonas y bonitos mensajes relacionados con el amor, la amistad o el valor. Hay momentos totalmente prescindibles de lo patéticos e insultantes que resultan (las palizas que propina la vieja humana, por ejemplo), pero estos no empañan demasiado el resultado final si lo que se busca es pasar unos escasos 90 minutos de simple divertimento.
Por tanto, “Madagascar 2” supera bastante a su predecesora, aunque resulta mucho más previsible que aquella. Lamentablemente, se queda muy lejos del nivel mostrado en la genial “Kung Fu Panda”, por lo que parece que salvo raras excepciones, Dreamworks sigue encaminada a contentar más a un público infantil que a “todos los públicos” en general.
Lo mejor: los pinguïnos
Lo peor: su acusado infantilismo; sus topicazos.
Valoración personal: Correcta