domingo, octubre 11, 2009

"Número 9" (2009) – Shane Acker

Crítica Número 9
Con “9”, probablemente estemos ante una de las propuestas de animación más imaginativas y sugerentes del año, además de una de las más esperadas. Aunque eso no implica que sea la película de animación del año (ese puesto, para mí, ya se lo tiene ganado “Up”)

Su estreno en EE.UU. se produjo el 9 de septiembre (9/9/2009), pero no será hasta el 1 de Enero de 2010, casi 5 meses después, cuando por fin llegue a nuestras salas. Uno de esos injustos retrasos que, por desgracia, cada vez nos sorprenden menos.

La historia de “9” se sitúa en un mundo post-apocalíptico en el que la humanidad ha sido borrada de la faz de la Tierra. En su lugar, parecen haber sobrevivido, entre las ruinas, unos pequeños muñecos de trapo provistos de alma, y que constantemente huyen de una máquina gigante que les persigue con el fin de arrebatarles la vida. Estos muñecos suelen esconderse como pueden del enemigo, pero la llegada de 9, otro superviviente de trapo, cambiará las cosas. La valentía del recién llegado inducirá al resto a superar sus propios miedos y a hacer frente a la máquina de una vez por todas. Juntos intentarán vencer al malvado ser que les atormenta y les quiere robar el alma. En su camino, además, descubrirán el origen de estas máquinas y también el de ellos mismos.


“9” es algo así como la versión extendida del cortometraje de mismo título que creó Shane Acker en 2005 (pinchad aquí, por si no lo habéis visto aún), y con el que fue nominado –aunque no vencedor- a los Oscars de aquél año en la categoría de Mejor Corto Animado (compitiendo con Pixar, quienes tampoco se llevaron la estatuilla). El trabajo de este animador dejó impresionado al mismísimo Tim Burton, y de ahí que éste sea uno de los productores de este largometraje (el otro es el inefable Timur Beckmambetov…)

Que el nombre de Burton figure en los carteles es un arma de doble filo. Por un lado, para el público de a pie es de sobras conocido, por lo que la película ya está medio vendida; pero por el otro, puede llegar a eclipsar la figura de su director y creador, como ya ocurriera con “Pesadilla antes de Navidad” (méritos compartidos entre Burton y Henry Selick) De hecho, con el primer tráiler, muchos ya certificaban la presencia del toque Burton en ella, cuando resulta que la idea y toda la inventiva conceptual y visual del film se debe exclusivamente a Acker. Así que habrá que esperar si con el tiempo, y con futuros proyectos, Acker consigue hacerse un nombre propio en la competitiva industria de la animación (talento no parece faltarle)

El mayor atractivo de “9” reside, obviamente, en su peculiar “puesta en escena”, por así decirlo, bastante alejada de las propuestas habituales; y en sus protagonistas, nada menos que un puñado de muñecos de trapo con alma. Las aventuras de estos personajes se desarrollan, además, en un escenario poco corriente en el género de animación para toda la familia (exceptuando a Wall-E, claro); un mundo post-apocalíptico sombrío y devastado por una guerra entre hombres y máquinas (¿alguien ha dicho Terminator?). A ese tono oscuro y semi-adulto se le añade luego toda una maquinaria/tecnología de carácter bastante retro o “stitchpunk”, como alguno ya la ha definido (da la impresión que ese futuro es más bien un pasado alternativo, a juzgar por algunos vehículos que se observan durante el metraje), por lo que la propuesta no podría ser más atrayente para el espectador habido de ideas nuevas que refresquen el panorama cinematográfico actual.

Así que en ese sentido, la película de Acker es una delicia, y ya sólo por su estética merece un visionado. Ahora bien, una vez inmersos en la historia, ésta ya no goza de la misma genialidad que su atractivo envoltorio.


La acción está por encima de casi todo lo demás, y en su espectacularidad reside gran parte del sustento de la trama, que todo hay que decirlo, es algo monótona. La verdad es que se echa en falta algo más de profundidad en unos personajes que son puro estereotipo (aunque se agradece que el muñeco de trapo más habilidoso sea hembra y no macho).

La acción está bien llevada, con un ritmo intenso y unas secuencias bien orquestadas, pero algo faltas de épica (algo más cercano a lo que es un videojuego, pero sin partícipes en él). En parte, eso es debido a que nuestra implicación con los personajes es algo vaga, de modo que los momentos más emotivos también se resienten un poco. Por ejemplo, la parte final concentra un importante carga dramática que, digamos, funciona gracias a la fuerza de sus imágenes y no tanto el cariño que uno le haya podido coger a los personajes. Por tanto, se apela poco a nuestra empatía, dejando que la creatividad visual sea la que nos deje prendados (algo que, de seguro, conseguirá en más de un espectador)

Ese tono adulto que se intuía en el tráiler no lo es tanto, si bien tampoco se puede decir que sea una cinta infantil, pues algunas imágenes podrían ser algo aterradoras para los críos (básicamente cuanto hacen acto de presencia las temibles y espeluznantes máquinas)

A mi juicio, las carencias que muestra la película son quizás herencia de un cortometraje que, para funcionar, no necesitaba tanto fundamento. Pero para extender 11 minutos a casi ochenta (muy poquitos, por cierto), hacen falta muchos más ingredientes. Acker lo sabe y aprovecha la extensión de metraje para situarnos en un contexto mejor definido, presentarnos a todos los personajes y desarrollar una explicación del por qué de su existencia. Todo lo que no necesita el corto, resulta imprescindible para el largometraje, quedando el concepto original como una idea aislada que funciona perfectamente en su campo de limitada duración. Aún así, a Acker -que ha contado con la ayuda de otros dos guionistas- le falta trabajar mucho más los personajes y las emociones que necesita transmitir la historia. No es que se quede en un producto superficial, ni mucho menos, pero es un claro ejemplo de que el continente es muchísimo mejor que el contenido, o digamos que está más conseguido. Sin embargo, y en última instancia, como producto de entretenimiento que es, funciona sin problemas.


Creo que una mención aparte es la que merece la banda sonora de Deborah Lurie, que me parece estupenda. Enérgica percusión acompañada de poderosos coros, y que a veces pasa a ser algo más sosegada, pero manteniendo siempre un tono muy característico. Por tanto, siento que contiene esa épica que tanto se echa de menos en algunas imágenes, pero que a la vez tan bien las acompaña. Se nota también un poco la mano de Danny Elfman, que ha participado en la composición de algunos temas. Así que si sois entusiastas de las bandas sonoras, ésta no debería faltar en vuestra colección.


En resumidas cuentas, “Número 9” entretiene pero no deja huella más allá de lo puramente estético. Muchos se quedarán prendados por esa creatividad visual de Acker (digna de elogio, por supuesto), mientras que otros, como un servidor, no podremos desprendernos de esa sensación a ligera decepción. El diseño de producción es fantástico, con un aura oscura más que acertada y con una acción trepidante y muy efectiva, pero la historia no es tan atrapante, ni tan original ni tan entrañable (aunque el canto a la vida y a la amistad que transmite siempre es bienvenido)


Lo mejor: el diseño de producción, la ambientación, etc.; la secuencia final.


Lo peor: lo simple y plano de la historia; un desarrollo más cercano al videojuego; la escasa implicación con los personajes


Valoración personal: Correcta

domingo, septiembre 27, 2009

"Los sustitutos" (2009) - Jonathan Mostow


El mundo del cómic se ha convertido en un gran filón que explotar en Hollywood. Además de las incesantes películas de superhéroes que se dan cita en nuestras carteleras año tras año (y las que están por llegar…), no son pocos los cómics y/o novelas gráficas de variada temática que terminan siendo adaptados a la gran pantalla. Y aunque no siempre los resultados sean satisfactorios, lo cierto es que debido a la imperante falta de ideas que existe hoy día en la industria cinematográfica (americana, concretamente), no es un mal recurso buscar ideas en otros formatos, además de los ya conocidos (novelas o videojuegos, por ejemplo)

La variedad de géneros es amplia, y eso implica que la procedencia de la historia sea lo de menos. Lo que importa es que el paso de la viñeta al fotograma no se resienta demasiado, y que una trama que funciona en papel, pueda funcionar también como película para el disfrute de los espectadores ajenos o no al formato original (que sea necesario conocer el cómic para entender o disfrutar de la adaptación, es un erróneo punto de partida)

Como fan incondicional de la ciencia-ficción y de Bruce Willis (actor infravalorado donde los haya), no podía dejar de ver “Surrogates”, una película basada en una miniserie de cinco cómics escrita y dibujada por Robert Venditti y Brett Weldele respectivamente. No obstante, el tráiler no me entusiasmó demasiado y el trío responsable de la adaptación, el director y los guionistas de la inefable “Terminator 3: La rebelión de las máquinas”, no me producía confianza alguna. Para colmo, el cúmulo de malas críticas que ha estado recibiendo tras su reciente estreno, terminaban de confirmar mis malos augurios.

Sin embargo, este fin de semana tocaba sesión de cine sí o sí, y a falta de mejores alternativas, la cinta del tito Willis ha sido quién se ha llevado mi dinerito.


Surrogates, traducida aquí como “Los Sustitutos”, versa sobre un futuro en donde los humanos viven aislados en sus casas interactuando con el mundo real a través de unos robots conocidos como “sustitutos/surrogates”. Estas máquinas les permiten una vida acomodada y segura, libre de daños, enfermedades, etc., y mediante las cuales pueden darse a conocer al mundo exterior con la apariencia que deseen (la mayoría de veces idealizada a través de bellos físicos)

Pero no todos están a favor de vivir de dicha forma, y por ello existen zonas en las que la gente sigue viviendo como antaño, rechazando vivir y sentir a través de frías máquinas, y luchando por conseguir erradicar los surrogates de la sociedad.

Cuando un par de sustitutos son “acribillados” en la calle, muriendo también sus controladores, se disparan todas las alarmas, más cuando uno de ellos era el hijo del creador de dichos robots. La investigación del caso corre a cargo de dos agentes del FBI, Tom Greer (Willis) y Peters (Radha Mitchell). Ambos tratarán de encontrar al culpable de dicho asesinato, y sobre todo, de encontrar el arma que es capaz de matar a la gente a través de su sustituto.

Desgraciadamente, el asunto se complica cuando el sustituto de Tom queda fuera de combate, viéndose el agente obligado a salir de casa y seguir las pistas como un humano cualquiera y con la vulnerabilidad que eso conlleva.


Debo decir que no he leído los cómics de Venditti y Weldele, con lo cual no puedo juzgar la fidelidad con la que se ha tratado esta adaptación. Pero eso no me impide afirmar que la idea argumental de la que parte la historia es muy buena, dentro del ámbito de la ci-fi, pero dando la sensación que no se han sabido explotar todas sus posibilidades, no al menos en su versión cinematográfica.

El tema de vivir a través de máquinas que interactúan por nosotros, y que a excepción de alimentarnos, dormir u otras necesidades fisiológicas, ejercen como nuestro propio yo en el mundo exterior en todo lo que supone nuestra vida diaria, es realmente muy interesante y no tan lejano a una realidad que hoy día vivimos. Programas como “Second life”, en la que el usuario hace vida (ficticia) a través de un avatar creado a su gusto para que le represente; o el propio internet en sí mismo, mediante el cual nos movemos bajo una identidad que puede corresponder o no con nuestra verdadera personalidad, son claros ejemplos de que cada vez más nos relacionamos a través de la tecnología.

La película, y por consiguiente, imagino que también la novela, es una especie de crítica a ese modo de vida pero llevado a un extremo; presentándonos un mundo en el que, como personas, no somos más que controladores de un “yo” artificial y adulterado con el que creemos vivir a salvo y felices (los índices de violencia se reducen, así como el crimen o las enfermedades venéreas)

El personaje de Willis es el prisma más o menos neutral a través del cual percibimos esa sociedad mecanizada. Y son sus ansias por volver a sentir por sí mismo y no a través de un robot, lo que nos hace dudar si esa evolución tecnológica nos lleva por un buen camino o no.

Ahora bien, centrándonos ya en términos estrictamente cinematográficos, cabe decir que la película, además de no aprovechar del todo las posibilidades que ofrece un planteamiento de estas características, tampoco funciona como producto de entretenimiento que es o pretende ser.

Para empezar, la trama policial es muy previsible, sabiendo en todo momento quién es el bueno y quién es el malo, por lo que el supuesto suspense que debería ofrecer dicha investigación se va al garete. Además, todo está resuelto de forma muy precipitada, y los pocos golpes de efectos (referentes al personaje de “El profeta” o los planes del “villano”), no terminan de satisfacer al espectador. Así pues, la parte de thriller queda algo desangelada respecto a una intriga que podía haber dado más de sí, colocando y uniendo mejor las diferentes partes del entramado.

Como vehículo de puro entretenimiento, es aún más decepcionante si cabe, puesto que las escenas de acción no sólo son escasas, algo que podría perdonarse si el resto tuviera algo más de chicha, , sino que además son realmente insulsas, y hasta en algunos casos, incluso cutres (esos super saltos que se pegan los sustitutos son algo cantosos para un blockbuster de este tipo)

Del buen hacer de Mostow en cuanto a planificación y rodaje de secuencias de acción se refiere, visto ya en anteriores films (lo poco rescatable de su secuela de Terminator son, precisamente, las secuencias más trepidantes) aquí no hay ni rastro. Lo poco que ofrece el director es poco vistoso y redundante.

Con semejante percal, el siempre eficiente Bruce Willis no puede hacer otra cosa que cumplir con la papeleta y hacernos más digerible este batiburrillo de películas de ci-fi ya vistas (Yo, Robot, Terminator y otras tantas pasadas por el túrmix). Y es que su personaje, al que se le intenta sin éxito dar cierta carga dramática, es lo único realmente rescatable de esta frustrada producción (la decisión que toma al final me recordó irremediablemente a la que toma Serpiente Plissken en los últimos minutos de “2013: Rescate en L.A.”)

Del resto del reparto poco hay que decir, salvo que el gran James Cromwell está bastante desaprovechado y que a Ving Rhames le ha tocado desempañar un rol un tanto ridículo. En cuanto a los otros personajes, estos podrían haber sido interpretados por cualquier otro grupo de actores y actrices, sin que el resultado se hubiera visto afectado en lo más mínimo.

“Los sustitutos” es otra de esas películas con un buen planteamiento altamente desaprovechado, cuyos resultados dejan bastante que desear en cualquiera de los géneros que pretende abarcar. Para los más transigentes, quizás pueda ser un pasable entretenimiento para una tarde aburrida, gracias sobre todo a la presencia de Willis, pero para los que veíamos aquí una de ci-fi con potencial para permanecer en el recuerdo, no podemos sino sentirnos algo engañados y decepcionados (del –inexistente- traje a lo James Bond que luce Willis en el cartel, mejor no comento nada)


Jonathan Mostow empezó con buen pie en el mundillo con apreciables cintas como “Breakdown” y “U-571”, pero se unión por segunda vez con este par de guionistas (perpetradores, además, de engendros como Catwoman), ha vuelto a jugar en su contra, y esta vez ni la acción salva su pobre dirección.



Lo mejor: la planteamiento inicial; Bruce Willis

Lo peor: todo lo demás.


Valoración personal: Regular

miércoles, septiembre 16, 2009

"Malditos Bastardos" (2009) – Quentin Tarantino


Mucho tiempo ha tardado desde que la idea rondaba por su cabeza, pero por fin Tarantino puede decir que ha cumplido uno de sus mayores deseos profesionales: rodar su ansiada “Inglourious Basterds”, proyecto postergado en varias ocasiones a favor de otras películas, y que éste ha ido confeccionando a lo largo de estos últimos años.

El camino hasta aquí no ha sido fácil. Además de llevarle mucho tiempo escribir el guión, el director ha tenido que hacer algunos recortes, en vista de las críticas vertidas en el Festival de Cine de Cannes, que le acusaban de tener mucho diálogo y poca acción. Irónicamente, Tarantino se ha caracterizado más por lo primero que por lo segundo, así que habría que ver cómo eran esos diálogos para que el resultado final gustara tan poco a algunos críticos. Y es que si eran tan insulsos e interminables como los de su fallida “Death Proof”, que sólo con hora y media de duración ya se hacía algo difícil de digerir, no imagino el suplicio que sería tener que soportar los más de 150 minutos que estaban sus “bastardos” en escena. Aunque supongo que para los más curiosos, habrá ediciones especiales, director’s cut y demás extras para DVD con los que poder hacer comparaciones y sacar sus propias conclusiones.

La historia nos sitúa en plena Segunda Guerra Mundial, en la Francia ocupada por los nazis. Allí conoceremos y nos centraremos en un par de personajes en concreto. Uno de ellos es el de Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent), una joven que presenció la ejecución de su familia a manos del coronel nazi Hans Landa (Christoph Waltz), y que ahora vive en París bajo una nueva identidad (la de dueña y directora de un cine). El otro personaje, y no menos importante, es el teniente Aldo Raine (Brad Pitt), conocido por sus enemigos como “Aldo El Apache”, y responsable, junto a su grupo de soldados judíos (conocidos todos como “Basterds”), de masacrar sin piedad al enemigo nazi.

Cada uno por su cuenta, jugará un papel decisivo en la guerra contra el Führer. Shosanna planeará minuciosamente su venganza hacia el coronel Landa y sus compatriotas, mientras que Aldo Raine y sus sanguinarios bastardos, con la ayuda Bridget Von Hammersmark (Diane Kruger), una agente secreto alemana que trabaja para los aliados, intentarán llevar a cabo una arriesgada misión con la que acabar con los Altos Mandos del Tercer Reich. El destino de todos se decidirá en un cine de París…


“Malditos Bastardos” supone la primera incursión de Tarantino en el cine bélico, y como es habitual en él, sea el género que sea, lo hace a su manera (para bien o para mal)

Ante todo, avisar a los más despistados –aunque quizás no haga falta- que la historia que se nos relata aquí es totalmente ficticia. Puede que se tomen algunas referencias históricas reales, pero la trama, su desarrollo, y obviamente su final (sobre todo su final), es pura inventiva “made in Tarantino” para llevar el género bélico a su propio terreno sin olvidarse de las influencias que han ido caracterizando su cine (amado u odiado, pero de marcado sello personal). Por ello, la cinta es una mezcla entre el western de Leone (esos duelos verbales y esa deliciosa música de Morricone le “delatan”) y el bélico de la magnífica “Doce del patíbulo, a la que por supuesto, se rinde homenaje junto a “Aquel maldito tren blindado (Quel maledetto treno blindato), explotation bélica italiana de la que se toma prestado el título con el que se conoció en tierras americanas, Inglorious Basterds.


La película se divide en capítulos, lo que hace más fácil discernir entre las partes más y menos conseguidas de su obra. Y es que “Malditos Bastardos” no es una película brillante (no en mi opinión), pero contiene momentos que sí lo son. El capítulo que abre el film, sin ir más lejos, me parece soberbio y de lo mejorcito que ha rodado Tarantino en toda su carrera. La tensión se podría cortar con un cuchillo; el suspense rezuma en cada fotograma, consiguiendo que el espectador esté clavado en la butaca durante la extensa conversación que mantienen el coronel Hans Landa y un –acongojado- granjero francés.
Luego ya damos paso a la presentación de los Bastardos que, dicho de paso, no tienen ni el protagonismo ni el impacto que un servidor esperaba o deseaba. Es cierto que el grupito tiene potencial, pero creo que Tarantino no lo explota debidamente, o al menos no lo suficiente como para que su participación haga honor al título. Aldo Raine (Pitt) sería el que más destaca de todos, pero el resto, salvo unos pocos minutos de gloria, duran poco en escena o ven su participación menguada o, mejor dicho, eclipsada, por la potente labor de Christoph Waltz como el coronel Landa o la estupenda Mélanie Laurent como la sufrida Shossana. De hecho, la escena que ambos comparten en el café emerge también como una de las mejores de la cinta, junto a la de la taberna, en la que vemos por primera vez a Diane Kruger, quién demuestra también mayor solvencia que sus compañeros de reparto masculinos.

Quizás no sea adecuado decir que tenemos aquí al Tarantino menos Tarantino de todos, porque su firma es más que evidente, pero sí es cierto que hay muestras de una mayor madurez creativa (y de menor egolatría), sobre todo en lo que se refiere a diálogos y a planificación de escenas.


El director se ha ganado a muchos fans por sus largos y chisposos diálogos en varias de sus películas. Esos que se quedan grabados en la memoria pero que no suelen aportar mucho a la trama, o que a menudo, aparecen metidos con calzador por pura autocomplacencia del autor. Por suerte o por desgracia, según se mire, aquí los diálogos están en consonancia con la historia. Incluso las referencias cinéfilas, en este caso, centradas en el cine alemán, tienen su justificación dentro de la trama. Y es que parece que por fin Tarantino se deja de palabrería decorativa para ofrecernos diálogos con enjundia y determinantes no sólo para el desarrollo de las escenas sino vitales para comprender aún mejor la psique de sus personajes. Hasta su fetichismo por los pies femeninos aquí aparece sutilmente integrado en el argumento, dentro de una ingeniosa metáfora de cuento de hadas (cuando lo veáis, entenderéis a qué me refiero). Tarantino ya no se limita, como en Death Proof, a primeros planos de pies porque sí, ni a llenar las escenas con conversaciones banales que no van a ningún lado y que pueden hacerse altamente insoportables. Para mí, ese relleno es paja, pero puede que algunos de sus fans sí echen de menos esas peculiaridades.

Lo que no termina de controlar del todo es el ritmo narrativo, y aunque curiosamente en ningún momento llegué a aburrirme (aunque sí a impacientarme), no se puede obviar que algunas escenas se alargan innecesariamente, y eso es lo que termina abultando el metraje de forma excesiva. Además de que ciertas excentricidades del autor siguen patentes, y el hecho de no poder o no querer despegarse de ellas, hace que a mi juicio su trabajo no sea redondo del todo.

Por poner un ejemplo, hay explicaciones, como la de las cintas de nitrato, que es un añadido gratuito del director. Sobra porque ya queda entendido o intuido en los diálogos de los personajes, y por tanto, no necesita de ninguna aclaración extra. Pero a Tarantino le parece muy “cool” introducir esa nota instructiva.

Otro uso inadecuado, o en todo caso, prescindible, sería el de los flashbacks; y es que a veces es mejor dejar ciertas cosas a la imaginación del espectador y no darlas mascadas. En ese sentido, Tarantino introduce un sangriento flashback para explicarnos los antecedentes de uno de los “bastardos”. Y aunque sea divertido presenciarlo, no hubiese estado demás ahorrárselo para hacer más misterio al personaje, algo que sí consigue con Landa o con "Oso Judío", el bastardo encarnado por su amigo Eli Roth, a quién por cierto, es preferible verle delante de la cámara que detrás de ella.

Quizás parezca que crítico o me molestan precisamente algunas de las características que hacen a Tarantino un autor diferente a los demás, único e imitado. Puede que así sea. Admito que no es santo de mi devoción, pero tampoco soy uno de sus detractores, y hay cualidades que admiro en él y otras que directamente no soporto. Sospecho que, pese a resaltar ciertos defectos, he salido satisfecho de la proyección precisamente por encontrar un equilibrio entre sendas partes. Se sigue llevando por sus ganas de romper esquemas, por su gamberrismo, sus frikadas y sus excesos (elementos que gustan o no dependiendo de cómo y cuando los utilice), pero también, como ya he comentado antes, hay una madurez profesional que va más allá de contentarse a sí mismo y a sus fans más acérrimos (quienes, por otro lado, no tendrán problemas en hallar en este film otra de sus obras maestras)

La violencia, el tono irreverente y el humor (genial el momento “a la italiana”), siguen haciendo acto de presencia, y lo hacen de forma acertada. Pero como ya digo, de prescindir de ciertas excentricidades, el resultado hubiera sido mucho más compacto.


En cuanto al reparto, todos cumplen con su rol, pero es inevitable resaltar de nuevo al villano de la función, papel que le hubiera ido como anillo al dedo a Tim Roth, pero que Waltz hace suyo como el que más.

Pitt, por su parte, saca su vena más cómica y freak, y compone un Aldo Rayne simpático y campechano. Pero junto a Waltz, son a mi gusto las féminas las que se llevan la palma. Excelente Laurent y sorprendente Kruger.

El problema es que son tantos personajes y actores, que algunos saben a poco y otros directamente se quedan algo desaprovechados, como el alemán Christian Berkel (un tipo siempre competente) o incluso Mike Myers (aunque aquí lo agradezco, porque no es un cómico muy de mi gusto)

A destacar también a August Diehl (el “King Kong” de la taberna) y al catalán/alemán Daniel Brühl en uno de los papeles claves de la función. Martin Wuttke como Adolf Hitler está histriónico perdido, aunque imagino que es lo que se le pedía (yo me quedo con el soberbio Bruno Ganz de la imprescindible “El hundimiento”)

Por último, y lo que nunca falla en una película de Taratino, es la música. Si bien por problemas de agenda el gran Morricone no pudo componer el score de la película, el director no ha dudado ni un solo momento en rescatar varias de sus piezas musicales para componer la banda sonora, además de incluir un tema de otro de los grandes, Dimitri Tiomkin; el inolvidable “The Green Leaves of Summer” de El Álamo (uno de los clásicos de John Wayne) y que aquí acompaña los sencillos títulos de crédito. Lo que ya no me cuadra tanto es el tema de David Bowie, y es que por mucho que me guste el cantante y por muy Tarantino que seas, como que desentona un poco calzárselo a una película de la Segunda Guerra Mundial (lo dicho, las “excentricidades” del autor)

En definitiva, “Malditos Bastardos” es una notable cinta bélica que probablemente peque de excesivo metraje. Es la enésima gamberrada de este "enfant terrible" de Hollywood, pero esta vez mucho más intensa y calibradacon secuencias que son cine en estado puro. Así que de seguro gustará a sus fans.

Un servidor, amante confeso del género y muy especialmente de aquel que se desarrolla en la II G.M., temía que de nuevo el ego y la pretenciosidad dieran al traste con una buena idea, pero por suerte no ha sido así. Eso no quita que me sobren algunas de sus manías. Pero claro, de no tenerlas, ya no sería Tarantino, y de directores “para todos los públicos” ya andamos más que sobrados.

P.D.: Cada uno es libre de ver las películas como le dé la real gana, pero considero que aquí, que se habla inglés, francés y alemán, y se chapurrea algo de italiano, sería todo un sacrilegio verla doblada. Ya no por la diversidad en sí sino por la relevancia que tienen los cambios de idioma dentro de la trama. Pero insisto, allá cada cual con sus preferencias.



Lo mejor: El capítulo que abre la película; Christopher Waltz y Mélanie Laurent.

Lo peor: algunas escenas alargadas sin necesidad y, por consiguiente, el excesivo metraje.


Valoración personal: Buena

martes, septiembre 08, 2009

"Distrito 9", xenofobia alienígena


Tras su frustrado intento de llevar a la gran pantalla una adaptación del famoso videojuego “Halo”, Neill Blomkamp se embarcó en la realización de “District 9”, una película de ci-fi basada en un cortometraje suyo titulado Alive in Joburg. Para llevarlo a cabo contó con la producción de Peter Jackson, el mismo que iba a producirle el citado proyecto, y que de tan impresionado que quedó al ver sus trabajos y cortos anteriores (por uno de ellos, referente a precisamente a Halo, fue premiado en el Cannes Lions de 2008), no dudó en apoyarle en su primera incursión en el mundo del cine.

Blomkamp, por tanto, no es un nombre muy conocido entre el público, pero ha trabajo como animador 3D para series como Stargate SG-1 o Smallville, además de dirigir anuncios publicitarios para marcas como Adidas o Citroën (suyo es el conocido spot del “Citroën C4 transformable”) Así que quizás “District 9”, una cinta mucho menos ambiciosa y costosa, sea la carta de presentación ideal para darse a conocer. Por otro lado, podría significar también un punto de inflexión para que en Hollywood le confíen proyectos de mayor calado (en sentido taquillero, entiéndase)

La historia que nos presenta en District 9 es la de una raza extraterrestre que permanece “refugiada” en Johannesbrugo, a las afueras de la ciudad, después de que veinte años atrás su nave espacial se quedara varada en nuestro planeta. Su llegada fue tan inesperada para los humanos como para los propios extraterrestres, que llegaron después de, al parecer, extraviarse en su camino. Ante la imposibilidad de devolverlos a su lugar de procedencia, las “gambas”, como así los llaman los residentes, fueron alojadas en un campamento, nombrado como Distrito 9, sufriendo el rechazo y desprecio de la población humana, y formando así su propio gueto marginal. Pero tras una longeva y no siempre apacible convivencia, las quejas de los vecinos han surtido efecto y los extraterrestres serán ahora trasladados a una zona más apartada. Es en este punto cuando surgirán problemas aún mayores, especialmente para Wikus Van De Merwe (Sharlto Copley), uno de los encargados de llevar a cabo dicho traslado.

La película empieza con una serie de entrevistas a modo de reportaje, algo que ya se dejó ver en algunos avances publicitarios, y que nos sumerge de un modo certero y muy realista en esta zona habitada por terrícolas y alienígenas. A través de una socióloga y demás testimonios, nos ponemos al día de quienes son los visitantes, cómo llegaron aquí o cómo se relacionan entre sí y con sus nuevos vecinos. Somos testigos también del recelo que provocó su llegada en los habitantes de la ciudad, y de la cada vez más insostenible situación que los tiene arrinconados en una especie de campo de concentración dejado de la mano de Dios.

Así que además de otorgarle un añadido realismo a la historia, Blomkamp utiliza esas entrevistas para poner en situación al espectador de una forma rápida y amena, además de presentarnos a Wikus Van De Merwe, un trabajador de una agencia especial dedicada a la atención de los extraterrestres, que será nuestra principal protagonista.


Este primer tramo es un pequeño preámbulo de lo que se nos mostrará luego, cámara en mano y manteniendo el tono documental, a través de Wikus, cuyas prioridades darán un trágico y rotundo vuelco tras un suceso inesperado que, por supuesto, no os voy a desvelar.

Precisamente, ésta es la parte más arriesgada e interesante de la película, huyendo lo máximo posible de los tópicos e incluso presentándonos a un personaje por el que no sentiremos otra cosa que antipatía. Todo ello formando un poderoso alegato contra el racismo, que queda patente en el deplorable estado en el que viven los extraterrestres y el trato abusivo y denigrante que reciben estos por parte de los humanos. De hecho, no es casualidad que la historia se desarrolle en Sudáfrica, que aparte de ser el país natal del director, fue también el paradigma de la discriminación y segregación racial y social que tuvo lugar durante el conocido apartheid. Los paralelismos no son mera coincidencia, y fue en Johannesburgo donde miles de negros fueron obligados a alojarse en áreas urbanas designadas por los blancos bajo sus propias leyes discriminatorias.

El tramo final es bien distinto. Aún intercalando de vez en cuando algunas entrevistas, la película abandona incluso el (inesperado) humor que se permitía al principio, para volverse mucho más pirotécnica a la vez que convencional. Explosiones y tiroteos a diestro y siniestro, a los que dan mucho juego las potentes armas alienígenas y algún que otro artefacto que parece sacado del manga/anime japonés (un mecha, para los entendidos). Eso sí, la acción está bien rodada y no marea demasiado pese al ya abusivo y reiterativo uso de la cámara al hombro al que muchos directores parecen prestarse últimamente. Se agradece además una calificación “R” que nos permite ver algún que otro desmembramiento y a mucho soldadito reventar en pedazos. Por tanto, ese segmento del film nos demuestra la capacidad de Blomkamp para poder ponerse al mando de cualquier blockbuster cañero que se presente en un futuro.

Pero no todo son virtudes, y aunque en los últimos minutos se intente dar un giro –demasiado forzado- a las acciones de Wickus, este sigue siendo un cretino y un personaje con el que el espectador no logra sentirse identificado. Y aunque quizás debiéramos buscar esa empatía en los extraterrestres (por aquello de ser los marginados), la aparición de estos es a veces demasiado trivial, y la “gamba” que acompaña a Wickus se queda en estatus de secundario poco favorecedor. A título personal, hubiera dado un mayor protagonismo a los alienígenas, o en todo caso, hacer que el personaje humano fuera un poco menos detestable, ya que convertirlo en el clásico antihéroe es algo que no termina de cuajar del todo (tampoco es que sea necesario un buen samaritano ni mucho menos el típico niño que entable amistad con el E.T. de turno)

Esto no afecta a mi opinión sobre Sharlto Copley, quien realiza una interpretación más que convincente, acompañado por unos alienígenas digitales -y demás efectos- bastante conseguidos pese a su reducido presupuesto (30 millones… increíble-ble)

Así pues, la denuncia implícita en la historia tanto de racismo y de demagogia como de mezquinos intereses político-militares (las pruebas con los aliens y sus armas son una evidencia clara del potencial armamentístico que puede suponer para los gobiernos o el mercado negro) está conseguida pero se queda muy en la superficie. El peso dramático es notable pero no excelente, y termina diluyéndose entre tanta acción encasquetada hacia el desenlace.

Por tanto, “District 9” es una curiosa y original propuesta de ciencia-ficción que recuerda un poco a “Alien Nación”, en términos de convivencia alienígena, y a “V, los visitantes”, por aquello de denunciar un hecho de nuestra historia reciente a través de una alegoría fantástica (la serie de los lagartos era una clara metáfora del fascismo alemán de la II G.M.), sazonado todo con una pizca de “Enemigo Mío” y “La Mosca”. Sin duda, para los amantes del género (servidor se incluye), es una cita ineludible a las salas de cine, ya que no todos los días tenemos ci-fi de este calibre (más inteligente que la media, vaya); acompañada, por otro lado, de una acertadísima campaña viral que poco a poco ha ido levantando el interés del respetado cinéfilo. Ahora bien, no es ninguna obra maestra ni tampoco lo pretende, y tanta crítica inflada no hace otra cosa que perjudicarla. A veces se machacan películas sin piedad ni necesidad, y otras veces se ensalzan de forma exagerada. En este caso, no merecería ni lo uno ni lo otro. Digna y recomendable, que ya es muchos en estos tiempos.


P.D.: Y ahora a esperar a que “Moon”, “Pandorum” y “Avatar” cumplan también su propósito y que las expectativas no nos jueguen una mala pasada.



Lo mejor: la idea base del argumento; el etoque documental y las entrevistas.

Lo peor: el personaje de Wickus no convence como antihéroe; la falta de empatía.


Valoración personal: Correcta

domingo, agosto 30, 2009

Giorgio Moroder&Philip Oakey – “Together In Electric Dreams” (B.S.O. Sueños Eléctricos)


De verano en verano, y tiro porque me toca…
El último post que hice sobre “Canciones de cine” estuvo dedicado a “Calles de Fuego” y fue allá por Julio del año pasado. Por tanto, creo que ya tocaba sacarle el polvo a la sección y ofrecer a los lectores del blog (aprovechando el tercer aniversario del mismo), una nueva ración de música de cine. Y como no podía ser de otra manera, vuelvo al pasado y pongo la mira en la gloriosa década de los ochenta para traeros un temazo titulado “Together In Electric Dreams”, canción que formaba parte de la banda sonora de “Sueños Eléctricos” (Electric Dreams), una película no muy conocida para el público mayoritario y que jamás llegó a alcanzar el estatus de “clásico ochentero”, pero que de seguro ya es de culto para algunos informáticos que estén o pasen la treintena de edad (más o menos)



La Película

Nos situamos en las ochenta, concretamente en el 84. La tecnología, y por ende, lo ordenadores, no están tan asentados en nuestra vida diaria como lo están hoy día. Las computadoras y artilugios eléctricos empiezan a cobrar cierta fuerza y popularidad entre la sociedad, y el cine pretende ser un reflejo de ello. Así es como empiezan a aparecer películas como Tron (1982) o Juegos de Guerra (1983), que nos muestran el poder (en cierto modo, fantasioso) que pueden llegar a tener estos avanzados aparatos, maravillando así a un impresionable público poco conocedor de dicha materia.

Steve Barron, hasta entonces un ingenioso y prestigioso director de videoclips (suyos son, por ejemplo, el “Billie Jean” de Michael Jackson o el “Take On Me” de A-Ha, uno de los mejores videoclips de la historia, para el que esto escribe), quiso debutar en el mundillo del cine apuntándose a ésta moda tecnológica. Y así es como nació Electric Dreams, una película cuyo protagonista, el arquitecto Miles, adquiere un avanzado ordenador que tras un desafortunado incidente empezará a tomar conciencia de sí mismo, y lo que es peor, a enamorarse de la nueva vecina de éste, por la que el joven también está prendado.

El accidentado proceso por el cual el ordenador de Miles toma conciencia es un poco chorra, y la historia de amor entre el protagonista y su bella vecina, una jovencísima Virginia Madsen en su primer papel protagonista, pues es tanto pueril y quizás precipitada. De ahí que a falta de un mayor calado emocional (y quién sabe si por otros motivos), la película no tuviera demasiado éxito, además de que la mayor parte del metraje parecen clips musicales, tendencia de la que Barron no pudo o no quiso desquitarse hasta que llegó su segunda largometraje, Las tortugas ninja (1990) (a la que seguirían luego fallidas producciones como “Los Caraconos” o “Pinocho, la leyenda”, además de algunos telefilmes de carácter fantástico)

Pese a la ingenuidad de la historia y las tontorronas discusiones entre Miles y el ordenador, la película guarda momentos impagables, como la secuencia en que Madeleine (Madsen) toca una pieza musical con su violoncelo, y el ordenador -que se llama Edgar-, la acompaña imitando el sonido con dispositivos MIDI. Precisamente, es a partir de esta escena cuando Edgar empieza a “sentir” algo por la protagonista, decidiendo componer música para ella con sus sintetizadores. De esas composiciones surgen otras secuencias de la película acompañadas de buena música.

Así pues, no es que estemos ante un gran título de los ochenta ni mucho menos, pero tiene algo que la hace especial y simpática. Y probablemente eso sea, a parte de la dulce Madsen (que como el buen vino, mejora con los años), la música que acompaña sus imágenes y la mala leche que a veces se gasta Edgar (como un HAL 9000, pero menos cabrito)


La Música

La banda sonora de la película corrió en gran parte a cargo de Giorgio Moroder, quién durante ésta década aportó al cine la música (y singles de éxito en concreto) de películas como La Historia Interminable, Flashdance, Top Gun (fue la mitad responsable del "Take My Breath Away" de Berlín) o El Precio del Poder (Scarface). Su demostrada creatividad quedó una vez más plasmada en esta película, cuyo tema principal, el Together In Electric Dreams que nos ocupa, fue compuesto junto a Philip Oakey, líder y co-fundador del grupo synthpop The Human League (los del Don't You Want Me, cuyo videoclip dirigió precisamente Barron)

La canción tuvo un éxito tremendo, especialmente en el Reino Unido, y fue el único hit que alcanzaron juntos Oakey y Giorgio Moroder, que un año más tarde editaron un álbum conjunto. Incluso Oeakey, ya con su banda, los Human League, no llegó nunca a conseguir un éxito tan rotundo como éste. Si bien el tema en cuestión no fue editado en EE.UU. en formato single hasta 1988.

Su aparición en la película tiene lugar justo al final, ya que se supone que Edgar (recordemos, el ordenador) la compone especialmente para Madeleine y Miles.

Otras bandas y artistas que formaban parte de la B.S.O. fueron Jeff Lynne, con canciones como "Let It Run" o "Video! “, esta última editada para dar publicidad a la película, aunque no llegó a tener demasiada repercusión (o no tanta como el Electric Dreams); Helen Terry con su "Now You're Mine"; Heaven 17 y su no muy popular "Chase Runner"; o los Culture Club, estos ya más conocidos y que aportaron dos temas, “The Dream" y "Love Is Love”.


“Together In Electric Dreams” es un excelente tema pop de los ochenta que incluso llegó a eclipsar por completo a la propia película, que fue todo un fracaso. Precisamente, ese prolongado aspecto a videoclip que he comentado al principio, fue uno de los principales motivos de discrepancia entre los críticos; lo que para unos pocos era una virtud, para otros muchos suponía un gran lastre. Sea como fuere, la canción aún se sigue recordándose independientemente del film, el cual ha quedado relegado al olvido colectivo.

Por último, comentar que para el álbum homenaje a Human League, Reproductions: Songs of The Human League, varios artistas versionaron sus canciones, y este Together In Electric Dreams corrió a cargo de Lali Puna, que en mi opinión destroza el tema original de Oakey (aunque tampoco se parecen mucho, por lo que sería más lícito decir que directamente se lo inventa)


Os dejo con el videoclip de la canción, y de regalo, la secuencia en la que Edgar y Madeleine se comunican musicalmente (lo que suena, es de Moroder).





viernes, agosto 28, 2009

3r Aniversario!



Pues ya han pasado tres años desde que inauguré este blog con una primeriza -y muy principiante- entrada. Poco a poco, éste fue cogiendo forma y centrándose en uno de mis mayores pasiones, el cine.

En todo este tiempo he hablado de muchas películas, de ayer y de hoy. Más de 100 críticas, curiosidades y artículos especiales han ido nutriendo este espacio, además de la siempre agradecida y estimable presencia de mis lectores, que han enriquecido aún más este humilde blog.

Por mi parte, todo este tiempo he intentado ser regular y publicar, al menos, un post por semana. Últimamente, ese regularidad ha ido menguando un poco, pero si todo va bien, pasadas las vacaciones volveré al ritmo habitual. Admito además, haberme centrado mucho más en mi otro blog, Amazing Movies, que en éste xD

A todos los lectores os doy las gracias por seguir ahí, ya sea comentando con regularidad, eventualmente o solamente leyendo mis escritos.

Espero que a "Diario de una mente perturbada" le quedan aún muchos años más de vida.


Saludos :)

jueves, julio 30, 2009

"Resacón en Las Vegas", hay un tigre en lavabo


Cada año o casi, en EE.UU. triunfa de sopetón una película apenas publicitada y por la que, de antemano, nadie hubiese dado un duro. Son los llamados “sleepers”, películas de las que no se sabe nada hasta el día de su estreno y que, por un motivo u otro, terminan siendo un éxito de público (y a veces también de crítica)

No hay una fórmula exacta que permita a los estudios crear sleepers a propósito (ya les gustaría), pero sí se dan, a menudo, ciertas constantes que se repiten en unas y otras. Por lo general no suelen tener grandes estrellas entre su reparto, y aunque se dan casos en todo tipo de géneros, es en la comedia donde más frecuentemente se están sucediendo ahora estos inesperados hits. También suelen ser, a menudo, producciones independientes, que son las que menos invierten en publicidad y las más necesitadas de un buen boca a boca o de un festival de cine que les sirva de trampolín.

En lo que llevamos de década, se han ido sucediendo varios de estos sleepers, como “Mi gran boda griega” en el 2001 o “Pequeña Miss Sunshine” hace unos pocos años. Éstas, sin ir más lejos, cumplirían las constantes que he citado anteriormente, aunque como ya insinúo, hay de todo y para todos los gustos (The Blair Witch Project, Full Monty…)

The Hangover es, sin lugar a dudas, el sleeper de este 2009. Su enorme éxito ha sorprendido a propios y a extraños, consiguiendo, de rebote, ser la comedia con clasificación ‘R’ más taquillera de la historia en el mercado doméstico estadounidense. Aquí la conoceremos con el título de “Resacón en Las Vegas”, bastante explícito dada la premisa argumental y no muy alejado de la traducción literal del original (La Resaca). Aunque como ya se sabe, aquí hay que darle un título más guasón para atraer al populacho (y sí es a adolescentes fiesteros y potencialmente borrachos, con más razón aún)

La historia no es que sea el colmo de la originalidad. Phil (Bradley Cooper) y Stu (Ed Helms) deciden celebrar la despedida de soltero de su amigo Doug (Justin Bartha) en Las Vegas, y a estos se les unirá su cuñado Alan (Zach Galifianakis). Conduciendo el lujoso Mercedes-Benz descapotable del 69 de su suegro (¿adivináis como acabará el coche?), Doug se dirige junto a sus colegas hacia el citado lugar de destino, donde esperan montar una buena juerga durante las últimas horas de soltería que le quedan.

Al día siguiente, a juzgar por el dolor de cabeza y el desastroso estado de la habitación del hotel, poca duda cabe de que la juerga fue histórica. Desgraciadamente, ninguno recuerda nada lo sucedido y para colmo de males, Doug ha desaparecido y no tienen ni la más remota idea de dónde puede estar. Haciendo acopio de memoria y volviendo a algunos de los sitios en los que pasaron la noche, Phil, Stu y Alan tratarán de recordar su ruta juerguista con tal de encontrar a su amigo y regresar a casa para poder celebrar la boda. Pero la búsqueda no les resultará nada fácil, y pronto se darán cuenta de los líos en los que se metieron la noche anterior y las consecuencias que éstos empezarán a tener.


Antecedentes cinematográficos de despedidas de soltero que se desmadran tenemos un buen par de ejemplos. La ochentera “Despedida de soltero” (Bachelor Party), con un Tom Hanks en sus primeros años dentro del mundillo y en su primeriza etapa cómica (que nos dejó unas cuantas buenas películas), y “Very Bad Things”, comedia negrísima con la que debutaba el por aquél entonces desconocido Peter Berg.

Resacón en Las Vegas” es mucho más gamberra, atrevida y desenfada que la de Hanks, pero mucho menos cruda que la de Berg. Su punto de partida es la despedida de soltero, pero el foco de atención de la trama es todo lo que acontece el día después de ésta.

La juerga que se pegan los protagonistas es tan monumental, que al día siguiente les tocará sufrir las consecuencias. La desaparición del novio será la primera de ellas, y a partir de ahí éstos irán descubriendo todas las locuras y salvajadas que hicieron la noche anterior. Vamos, que los muy sinvergüenzas “la liaron parda” y ahora encontrar a Doug se convertirá en una tarea dura, agotadora y dolorosa -físicamente, sobre todo- que tendrán que afrontar juntos y a ser posible, bien avenidos.

El director Todd Phillips tiene cierta experiencia en comedias mayormente gamberras, aunque la verdad es que ninguna de las que ha filmado permanece mucho tiempo en el recuerdo (te pueden caer en mayor o menor gracia, según el día en el que te pillen, pero suelen rayar la mediocridad). El currículum de los guionistas, Jon Lucas y Scott Moore, no es que sea mucho mejor, más bien todo lo contrario. Sin embargo, parece que esta vez unos y otros han estado bastante acertados en sus intenciones, construyendo una comedia alocada y divertida que aprovecha los recursos y topicazos de las cintas de este tipo (vomiteras, bodas imprevistas, peleas contra matones…) para resultar finalmente más efectiva y menos chabacana de lo que uno podría esperar.

La historia sigue un poco la estela de “Colega, ¿Dónde está mi coche?” Como en aquella (pero menos absurda y surrealista), los protagonistas, amnésicos perdidos, van encontrándose con las personas con las que compartieron la juerga y volviendo a esos lugares donde se desató el desmadre. El espectador es testigo de los bizarros acontecimientos al mismo tiempo que los protagonistas son conscientes de ellos, lo que ayuda a mantener la expectación en cada una de las situaciones que se van sucediendo. Hay momentos buenos que te sacan una sonrisa o incluso una carcajada (si eres de risa fácil), y los hay que no lo son tanto. Aún así, hay un cierto equilibrio durante la poco más de hora y media que dura la película (quizás demasiado para el producto que es), y por suerte en ningún momento pega el bajón, de modo que el entretenimiento es constante.


El reparto al completo cumple perfectamente con su cometido. Que uno u otro te resulte más o menos gracioso dependerá del personaje en cuestión y los gustos de cada uno, pero todos están convincentes en sus respectivos papeles. Ahora bien, el que se lleva la palma es Zach Galifianakis, que interpreta al chalado de Alan (el cuñado del novio), y que de seguro dará que hablar en un futuro (tiempo al tiempo…)

El hecho de que el reparto esté compuesto, precisamente, por actores no muy conocidos para el público de a pie, ayuda a que el protagonismo esté equilibrado entre los tres actores (que no cuatro, porque Justin Bartha es el desaparecido y se le ve lo justo en pantalla). De tener alguna estrella mediática o popular entre sus filas, posiblemente el resto hubieran quedado en un segundo plano, cosa que aquí no ocurre por este mismo motivo: la ausencia de una estrella cómica que eclipse a los demás.

A destacar el cameo de Mike Tyson; la breve aparición de Heather Graham, a la que últimamente le habíamos perdido la pista; y la prometida de Doug, la actriz Sasha Barrese, que físicamente bien podría pasar por la hermana gemela de Megan Fox (salvando las distancias, claro)


“Resacón en Las Vegas” es una simpática y eficiente comedia gamberra con la que echarse unas risas a costa de unos personajes que las pasan canutas en todo tipo de situaciones, a cada cual más disparatada. No es ninguna maravilla (los sleepers tienden a estar altamente sobrevalorados y se les da mucha coba cuando por fin llegan a España) pero deja buen sabor de boca, lo cual ya es mucho decir. Y es que en un género que parece estar sentenciado por la vulgaridad y zafiedad del séquito Apatow y sus imitadores, o por la enésima chorrada sin gracia de tipos como Rob Schneider, Will Ferrell o Adam Sandler, pues se agradece y mucho una comedia de estas características. Los habrá que se lo pasen bomba con los que he nombrado en este último párrafo (para gustos, colores), pero dentro de la comercialidad a la cual se presta, “Resacón en Las Vegas” es una mejor y más recomendable alternativa.

P.D.: No os perdáis los créditos finales, no tienen desperdicio.


Lo mejor: que sea menos vulgar y chabacana de lo que esperaba; Zach Galifianakis.

Lo peor: que su condición de sleeper pueda hacer que te la esperes mucho más divertida de lo que es.


Valoración personal: Correcta

viernes, julio 10, 2009

Japander, estrellas al mejor postor



Seguramente algunos ya sabréis que las estrellas de Hollywood, o estrellas occidentales en general, suelen prestarse a rodar anuncios televisivos para vender productos japoneses que probablemente ni conozcan ni lleguen a consumir jamás. Algo así como lo que se mostró en la película Lost In Translation, con el personaje de Bill Murray anunciando una marca de whisky.

No es que sea una práctica exclusiva de Japón, ya que el uso de famosos para rodar spots es una práctica habitual en publicidad, pero la particularidad de estos es que, a menudo, la estrella “invitada” hace el mayor de los ridículos, dado que el anuncio suele ser un tanto esperpéntico, por así decirlo (y quiero creer que adrede)

Hacer el ridículo no es algo que importe demasiado a estos famosos, pues es bien sabido que los japoneses sueltan un buen fajo de billetes por estas participaciones. Teniendo en cuenta que don dinero todo lo puede, algunas de estas estrellas no dudan en repetir las veces que haga falta.
Es probable que hayáis visto alguno de estos anuncios, pero por si os apetece descubrir muchos más (y echaros unas risas a su costa), os recomiendo www.japander.com, página web en inglés que descubrí el otro día y que recopila muchos de estos spots.

Los videos se encuentran clasificados por orden alfabético respecto al nombre de sus protagonistas (se dividen en 6 bloques; por ejemplo, encontrareis a Stallone en el bloque Q-T). Además de reconocidas estrellas de Hollywood, entre actores y directores, encontrareis también a cantantes, deportistas e incluso ¡a las marionetas de los Thunderbirds!

Unos pocos videos provienen de Youtube, pero la inmensa mayoría vienen en formato QuickTime, así que para verlos necesitareis tener instalado dicho programa. No es que estén en muy buena calidad, pero se pueden ver (unos mejor que otros)

Si creías que lo más vergonzoso y humillante que ha rodado Schwarzenegger fue aquél cameo en la última y abominable versión de “La vuelta al mundo en 80 días”, entonces que no habéis visto el spot que os dejo bajo estas líneas. Nuestro querido action-man promociona aquí una bebida energética llamada Alimavin V.




Chuache hizo varios anuncios durante de los 90, y no cabe duda alguna de que los peores y más surrealistas son los que rodó para esta marca. En el siguiente enlace os dejo otro spot que no aparece en Japander, y que también es de una bebida, pero esta vez es café (enlatado, para más inri)

Una de las adquisiciones más recientes de la web son los spots que ha rodado Kiefer Sutherland para Calorie Mate, una especie de barritas energéticas que ahora también se encuentra en su formato líquido. Sutherland vende sendas versiones del producto bajo su ya mítico –e invencible, indestructible, inquebrantable, etc.- personaje de Jack Bauer, de la serie 24 (una de mis series preferidas y de las más adictivas). Imagino que en este caso, además de al actor, habrán tenido que soltar prenda también a la 20th Century Fox por los derechos de imagen del personaje.



La guapa Charlize Theron también ha hechos los suyos. En los más recientes, la actriz nos vende un gel de baño llamado Lux, así que ya os podéis imaginar como aparece en el anuncio… ¡Exacto! Luciendo palmito. Pero los “mejores” son los que hizo para Honda, acompañada de un teleñeco de color naranja.

No os perdáis tampoco los que protagoniza Bruce Willis para las estaciones de servicios Eneos. Delirantes!




Y muchos más que hay. Nombres tan conocidos como Harrison Ford, Sean Coonery, George Lucas, Quentin Tarantino, Quincy Jones o una joven Jennifer Connelly en plenos 80. Incluso nuestros españoles más internacionales como Antonio Banderas o la sobrevalorada de Penélope Cruz, se han prestado a ello.


Así que ya sabéis, si tenéis algunas horas muertas con las que no sabéis qué hacer, podéis pasar el rato viendo los anuncios que hay en esta web. Algunos no tienen desperdicio, aunque no todos causan vergüenza ajena. Hay de todo un poco y para todos los gustos.


Saludos ;)

lunes, julio 06, 2009

“La última casa a la izquierda”, la casa equivocada, la venganza merecida


Para bien o para mal, Wes Craven se ha convertido, con el paso del tiempo, en un director de renombre dentro del género de terror. Probablemente ese estatus se deba más a su amplia dedicación a este tipo de cine que a la calidad de sus películas; y es que repasando su trayectoria desde principios de los setenta hasta ahora, un servidor tan sólo podría salvar –bajo su criterio personal, claro- unos pocos títulos dentro de una filmografía plagada de films mediocres o directamente infumables. Considero que tiene buenas ideas, (Freddy Krueger es un gran pscyho-killer) pero casi nunca sabe plasmarlas en pantalla.

Con casi una veintena de títulos de terror a sus espaldas y teniendo en cuenta la enfermiza sucesión de remakes que perpetra Hollywood día sí y día también, no es de extrañar que poco a poco vayan haciéndose actualizaciones de algunos de sus films más emblemáticos (y con su beneplácito, por supuesto). Sin ir más lejos, Alexandre Aja nos trajo en el 2006 una nueva versión de “Las colinas tienen ojos”, segunda película de Craven y que el francés convirtió en uno de los mejores títulos de terror de esta última década, superando con creces el film original (esto último, no muy difícil de conseguir). Actualmente se está preparando una nueva versión de “Pesadilla en Elm Street”, la película que mayor fama ha dado a Craven, y no hace mucho se anunció la posibilidad de hacer lo mismo con “Shocker: 100.000 voltios de terror” y “El sótano del miedo”.

Mientras esperamos a que lleguen estas revisiones, de momento tenemos en nuestras carteleras a “La última casa a la izquierda”, remake de su opera prima de 1972 a cargo de Dennis Iliadis, director griego que debutó tras la cámara con un drama criminal titulado “Hardcore”.

Salvo algunos detalles, la historia viene a ser la misma que en la cinta de Craven.

El matrimonio Collingwood (Tony Goldwyn y Monica Potter) y su hija adolescente Mari (Sara Paxton) deciden pasar unas tranquilas vacaciones en su casa del lago. A su llegada, la joven muchacha pide prestado el coche de sus padres para ir al pueblo a ver a su amiga Paige.

Pasando juntas la tarde, las dos chicas conocen a Justin, un joven que está de paso en el pueblo y que les invita a ir a su motel. Todo parece ir la mar de bien hasta que llega el resto de su pandilla, formada por Krug (Garret Dillahunt), padre del muchacho y psicópata buscado por la policía, su perturbada novia Sadie (Riki Lindhome) y su sádico hermano Francis (Aaron Paul). La presencia de Mari y Paige no es muy bien recibida por Krug, quién decide deshacerse de ellas para evitar que les delaten.

Después de abandonar los cuerpos moribundos de las chicas, el grupo de secuestradores decide, ante la inminente tormenta, buscar refugio en la casa más cercana. Para su desgracia, la amable pareja que les dará alojo son John y Emma, los padres de Mari, así que cuando éstos descubran que sus invitados son los responsables de tan brutal crimen, no dudarán en tomarse la justicia por su mano.


Probablemente la primera película de Wes Craven como director tendría un notable impacto en la sociedad de los 70, bien por la siempre polémica justificación de la venganza, bien por su alto contenido violento y sádico. Sin embargo, hoy día no deja de parecerme una película deficiente en todos los aspectos y muy especialmente en las labores de dirección y de interpretación. De ahí que en este caso, la idea del remake no me produjera demasiado rechazo. Al fin y al cabo, la posibilidad de mejorarla era mucho más factible que en otros casos, aunque eso no siempre asegura una mejor película.

Por lo pronto, la premisa argumental es bastante prometedora, aunque ya se sabe que este tipo de películas suelen tildarlas de fascistas o de hacer apología de la venganza y la violencia, como ya ocurre con los justicieros al margen de la ley tipo Harry Callahan o Paul Kersey (las de Charles Bronson), además de las recientes “Sentencia de muerte” –adaptación moderna de la de Bronson, precisamente- o “La extraña que hay en ti”. Son películas en las que se trata de justificar los actos de aquellos que buscan venganza a toda costa. Pero el conocido ojo por ojo nunca está exento de polémica y el debate moral siempre está presente.

La intención aquí no es abrir dicho debate (allá cada uno con su postura al respecto), aunque si me encontrará en la misma situación que los Collingwood, ignoro lo que sería capaz de hacer.

El odio y la impotencia se apoderan de nuestra pareja protagonista, que apenas duda luego en tomarse la justicia por su cuenta y darle su merecido al grupo de delincuentes y psicópatas que han maltratado y abusado de su hija. Una reacción nada disparatada si tenemos en cuenta los hechos. De todas formas, la entereza, ferocidad y maña con la que actúan los padres de Mari resulta a veces poco creíble, resultando éstos mejores asesinos que los verdaderos criminales.
Podríamos decir que la película se divide en dos actos. El primero atañe al secuestro de las dos chicas y a los abusos que sufren durante el mismo. Una vez se da por terminado el crimen y los secuestradores se refugian en la casa de los padres de su víctima, empieza el segundo acto, donde la violencia alcanza un mayor grado.

En líneas generales, la dirección de Iliadis es bastante correcta. No muy resultona, pero si resolutiva. La filmación de las escenas más violentas y depravadas no alcanza la cota de sadismo y repugnancia del film original, ya que aquí todo queda algo más suavizado y menos explícito. Pero aún así, el tramo final es bastante agresivo, actuando los verdugos de forma implacable y dejando regueros de sangre por todas partes. Así que de gore no falta, aunque sea poquito y ligero (dicho esto sin acritud alguna)

Las interpretaciones quizás sean el punto álgido de este remake, sobretodo en lo que respecta a los vengativos padres de Mari, interpretados por Tony Goldwyn, al que siempre recordaremos por su papel en Ghost, y Monica Potter, a la que descubrí en Con Air y que se ha dejado ver en películas tan dispares como Patch Adams, La hora de la araña o Saw. Ambos resultan creíbles en sus respectivos papeles, algo crucial para que el espectador sienta empatía y se ponga de su parte. Quizás el problema es que el guión no perfila demasiado bien los personajes ni profundiza en las relaciones familiares ni de unos ni de otros, quedándose todos en meros estereotipos (madre sobreprotectora, padre indulgente, criminales sádicos y salidos, etc.)

También el tramo final es el más previsible, pero eso ya resulta inevitable en la inmensa mayoría de películas, sean de terror o no.

El punto más negativo, en mi opinión, responde a lo gratuito de la última de las ejecuciones SPOILER -- Más que nada en la forma de cometer el asesinato, ya que el guionista deja al padre de Mari al mismo nivel de crueldad de sus víctimas. Acabar con Krug de esa forma tan original queda muy burro… fuera de lugar. Hubiese sido mejor dar por muerto al criminal cuando éste forcejea con sus atacantes -- FIN SPOILER

“La última casa a la izquierda” resulta ser un thriller de terror moderadamente violento y con un, en ocasiones, logrado suspense. Entretiene y es fácilmente digerible, aunque quizás los fans de la cinta original echen de menos el ambiente malsano y perturbador que imprimió Craven allá por el 72. Aquí todo es algo más convencional y, por qué no decirlo, más comercial.

Teniendo en cuenta el bajo nivel de muchos de los remakes de terror que están inundando nuestras carteleras, éste no está del todo mal siempre y cuando la original no te parezca gran cosa. Hay oficio delante y detrás de la cámara, pero el guión rinde menos de lo que la historia en sí podría ofrecer. No en vano, el comportamiento humano y sus límites/reacciones ante una situación extrema siempre pueden dar mucho más de sí. Véase sino Perros de Paja de Peckinpah o Defensa de Boorman. Claro que desde la óptica del horror y no del drama, poco más se puede ofrecer al espectador.


Lo mejor: las interpretaciones de los Collingwood al completo.


Lo peor: la gratuita ejecución de uno de los villanos.


Valoració personal: Correcta

miércoles, julio 01, 2009

"Ice Age 3: El origen de los dinosaurios" la saga sigue en forma


En el 2002, Blue Sky Studios entró con fuerza en el mercado de la animación CGI gracias a “Ice Age”, una divertida y agradable historia protagonizada por un grupo de animales prehistóricos, en plena edad de hielo, como su título bien indicaba. La cinta hizo una buena taquilla, entrando directamente a competir con las compañías que hasta el momento se repartían el pastel, es decir, Pixar y Dreamworks.

Con el éxito llegó la inevitable secuela, que costó un poco más pero que recaudó el doble que su antecesora. Así que con tan buenos números, sería de extrañar que la saga no continuase. Por este motivo, tres años después de Ice Age 2: El deshielo (para mí, algo inferior a la primera) nos llega una nueva entrega de las aventuras de Manny y compañía. Esta vez, el variopinto grupo tendrá que hacer frente ni más ni menos que a los dinosaurios.

El éxito de la franquicia es indiscutible, aunque no guste a todos por igual. Ahora bien, la inmensa mayoría, tanto aduladores como detractores, coincide en que la ardilla Scrat es lo mejor. Muchos ya piden un spin-off del animalito para su lucimiento en solitario, pero no sé yo si sus quebraderos de cabeza con las bellotas darían para una película (sería cuestión de probarlo)

Confieso tener cierta debilidad por estas películas. Lejos quedan de las maravillas que nos ofrece año tras año Pixar, pero las prefiero a muchas de Dreamworks. Por ello tenía interés en comprobar si esta secuela mantendría el nivel o, si por el contrario y como suele suceder en las terceras entregas (salvo raras excepciones), se empezaría a notar el desgaste de la saga. Pues bien, la respuesta no se ha hecho esperar.


En esta nueva aventura, Sid, Manny, Ellie, Diego y el resto de la dispar “familia” descubrirán un fascinante mundo bajo sus pies. Bajo capas y capas de hielo, se esconde una tierra dominada por dinosaurios, unas gigantes criaturas que se consideraban ya extinguidas. Como viene siendo habitual, la inconsciencia de Sid pondrá a nuestros amigos en serios apuros. Éstos deberán sortear todo tipo de obstáculos para tratar de rescatar a su amigo de las garras de una furiosa T-Rex. Por suerte, esta vez contarán con la ayuda de un nuevo y astuto aliado que los guiará por ese subterráneo lugar lleno de peligros desconocidos.


Bajo mi punto de vista, Ice Age 3: El origen de los dinosaurios no sólo mantiene el nivel de sus predecesoras, sino que lo supera moderadamente. Y eso es de elogiar teniendo en cuenta que estamos hablando de una tercera entrega.

No es que se hayan reinventado, pero sí han sabido sacar buen provecho del nuevo escenario y de las nuevas incorporaciones. Y es que los dinosaurios dan mucho juego en esta película, y Buck, la comadreja tuerta, es un personaje con cierto carisma.


Nuestros protagonistas son los de siempre. Sid sigue siendo un metepatas, Manny es tan sensato y calzonazos como la primera vez que conoció a la picarona Ellie, Crash y Eddie están como un cencerro y no hay remedio, y Diego no resiste a hacerse el tipo duro aunque todos sepan lo bonachón que es. Y por supuesto, Scrat sigue persiguiendo con locura desmedida a sus adoradas bellotas, a la vez que estrecha lazos de amor y odio con una hermosa y cruel hembra de su especie (Scrattie)

De nuevo, la unidad de esta extraña familia se pone a prueba. Nuevos conflictos, responsabilidades y ambiciones ponen en jaque al grupo. Por si esto no fuera suficiente, la aparición de un gigante dinosaurio y el posterior secuestro de Sid, provoca que Manny y el resto de animales se embarquen en otra emocionante aventura.

Como ya insinúo en anteriores párrafos, uno de los mayores alicientes de esta entrega son los dinosaurios y el mundo subterráneo en el que viven. Cambiar el escenario le sienta bastante bien a la saga, ya que le permite mostrar otra fauna y otra flora, además de poder introducir un nuevo personaje sin que la importancia del resto se resienta en demasía.

El peligro al que se enfrentan aumenta proporcionalmente al tamaño de sus rivales, y por ello la acción alcanza una magnitud mayor.

Pero por muchas novedades que se aporten, la película debe hacerse valer también por su historia y sus personajes. Eso lo han tenido muy en cuenta sus creadores y por eso han seguido cuidando el guión.

Como en las anteriores películas, el sentimiento de amistad incondicional sigue presente en la historia, y vuelve a ser el motor que la hace avanzar.

Los momentos más divertidos los vuelve a protagonizar Scrat. Sus secuencias, aunque ya nos resulten más previsibles, siguen siendo geniales, y Scrattie aporta su seductor y traicionero granito de arena. La ardilla, no obstante, no es la única que puede lucirse, y si bien los gags se reparten de forma un tanto desigual entre los personajes (demasiados para equilibrar la balanza), Sid vuelve a protagonizar secuencias bastante simpáticas (SPOILER -- la persecución colina abajo de los huevos; cuando cabrea al bisonte o cuando debe alimentar a las crías de dinosaurio FIN SPOILER)


Quizás el ritmo se resienta un poco al inicio, pero una vez entran en el mundo subterráneo, la aventura llena la pantalla y el film se hace realmente entretenido.

“Ice Age 3” llega, además, con la posibilidad de ser disfrutada en 3D, técnica visual muy de moda en los últimos años. Para mí, no deja de ser una pijada, sin más. Con esta película he podido comprobar su aportación al cine, y aunque tiene su gracia y puede hacer el visionado más atractivo, no deja de ser un ornamento estético que en ningún momento condiciona o influye en la calidad de la película. Si ésta es mala, el 3D no la hará mejor; a lo sumo, algo más digerible.

Para nuestra fortuna, aquí el 3D no es ni el fundamento ni el reclamo principal del producto (como sí ocurre en otras propuestas tipo “Viaje al centro de la Tierra”), y por tanto, la cinta funcionaría de igual forma con o sin él. Así que quién quiera pagar algo más por verla con las gafas de turno, es libre de hacerlo. Tampoco es que tenga unas secuencias suficientemente espectaculares como para que dicha técnica sea convenientemente provechosa.

Por lo demás, “Ice Age 3: El origen de los dinosaurios” es una divertida y muy entretenida cinta de animación para toda la familia, al igual que sus predecesoras. Cargada de buenos sentimientos (el valor de la amistad, el amor, la solidaridad, la paternidad/maternidad…) y un humor apto para todos los públicos (algunas bromas, como la del bisonte o la de los gases tóxicos, quizás sólo las entenderán los mayores). La historia es tan simple como efectiva, y los personajes siguen siendo entrañables, así que si eres fan de las dos anteriores, ésta debería gustarte.


P.D.: Esta vez, el pase de prensa fue en versión doblada al español. En ese sentido, puedo asegurar que no hay que lamentar la intromisión de ningún “famosete destroza películas”. El doblaje recae en profesionales del medio.



Lo mejor: los momentos de Scrat y Sid.

Lo peor: algún que otro chiste escatológico.


Valoración personal: Buena