
Sin duda, el 2007 es el año de las secuelas (entre otros tantos remakes y adaptaciones varias). Si desde Hollywood nos machacan con segundas, terceras y cuartas partes (a cada cual peor), porque en el Reino Unido iban a ser menos?
Por ello, cinco años después de la inquitante y estupenda (a ratos) “28 días después” del sr. Boyle, nos llega su secuela de la mano de un director patrio, Juan Carlos Fresnadillo (de origen canario, para más señas)
Tras la buena impresión que le dejó a Boyle la ópera prima del sr. Fresnadillo (Intacto), éste último se postuló como el hombre indicado para llevar a cabo la película que nos ocupa, ya no solo dirigiendo todo el cotarro, sinó también colaborando concienzudamente en el guión.
Ya han pasado unos seis meses después de que el virus de la ira (como así se le conoce) arrasará las Islas Británicas convirtiendo, en cuestión de días, a todo ser humano en una especie de zombies extremadamente feroces y aco*onantemente rápidos (y es que si hay algo que dé más yuyu que un zombie típico y clásico, es un zombie velocista)
Parece que ya no queda rastro del virus y el ejército estadounidense tiene el país controlado para evitar cualquier posible renacer del virus. Han empezado las tareas de reconstrucción y ante la actual calma, se empiezan a repatriar a los refugiados, ofreciéndoles un nuevo alojo dentro de un perímetro de seguridad que no deben sobrepasar.
Obviamente, el virus volverá a hacer acto de presencia, sino no tendríamos película xD
El caos sembrará de nuevo la ciudad y las medidas de contención del virus serán tan inhumanas como inútiles.
Ante lo que se avecina, una reencontrada familia tendrá que hacer máximos esfuerzos para permanecer unida y salvaguardarse del constante peligro.
Y hasta aquí puedo leer, porque no quiero chafarle la película a nadie.
Lo siguiente va a ser un poco de análisis e impresiones personales tras su visionado.
De entrada, puedo decir que es, en muchos aspectos, superior a su antecesora. Y dentro de la enfermiza plaga de secuelitis que nos invade en estos últimos tiempos, eso es decir mucho.
“28 semanas después” es, a groso moso, una buena cinta de terror y una buena muestra de lo que puede dar de sí el subgénero de zombies. Subgénero que ha pasado de la más inofensiva y casi siempre divertida serie B, a ser un producto terrorífico de calidad.
Nada que ver con la nueva hornada de salvajadas que inundan hoy día nuestras carteleres, con guiones estúpidos, personajes ridículos y estereotipados y vendidas supuestamente como el nuevo terror-gore del siglo XXI.
La cinta de Fresnadillo se rie y, disculpádme la expresión, se mea en todas estas mamarrachadas pseudointeletualoides que en algunos casos vienen apadrinadas por directores de renombre que hace tiempo que no levantan cabeza (esto que acabo de decir puede que me cueste alguna crítica, pero sinceridad y honestidad ante todo con mis estimados lectores :D)
Dentro de ese marco, lo que un servidor exigía era que como mínimo esta secuela estuviera a la altura del anterior film de Boyle. Pero no ha sido así, pues Fresnadillo lo que ha hecho es superarla, aunque no por ello ha evitado cometer ciertos (y para mí molestos) errores que comentaré más adelante.
Pero primero, lo bueno:
La factura de la película es impecable, tanto el maquillaje como los efectos especiales. Así que ríete tú de Hollywood y sus aparatosos (y casi siempre desperdiciados) presupuestos.
No es que “28 semanas...” sea una baratija. Obviamente se ha invertido un buen pastón para lo que es el cine inglés, pero según propias palabras de su director, está muy lejos de los 150 millones que se gastan los americanos, por lo que estaríamos hablando de un presupuesto medio más que digno.
Pero aquí lo importante es que cada euro está bien invertido, o por lo menos eso parece.
El guión es simple pero efectivo. No le vamos a pedir más. Quizás peca un poco de lo que yo llamo
casualitis (exceso de casualidades de discutible coherencia argumental), pero a pesar de ello, la historia de atrapa desde los primeros 10 minutos y ya no te suelta hasta el final.
Aún teniendo más que sabido lo que puede ir ocurriendo a lo largo del film (es terror, originalidad en este campo, poca), Fresnadillo logra que como espectadores que somos, nos sorprendamos ante los acontecimientos que se van sucediendo. Y eso tiene mérito, porque el tema está más que manido.
Logra, además, crear una tensión palpable en todo momento. Intercala secuencias meramente dramáticas con secuencias de pura acción (bastante impactantes y bien realizadas). A éstas, se le unen los momentos de terror, realmente angustiosos y que se suceden en dosis justas a lo largo de película.
Del gore tampoco es que se abuse en exceso, bajo mi criterio. Lo hay, claro, sino no sería una película de zombies como Dios manda xD, pero es bastante soportable incluso para aquellos más reticentes a él. Vamos, que no se llega a extremos nauseabundos, salvo que yo haya alcanzado un alto nivel de tolerancia (cosa, por otra parte, bastante probable) :)
Otra cosa que me ha gustado, es la música que acompaña la película, desde los temas más épicos, por así decirlos (dándo un énfasis mayor a las secuencias) hasta los que se ciñen más a momentos más tensos (recordándome a las partituras del Maestro Carpenter)
Respecto a los actores, resaltar la siempre agradecida presencia de Robert Carlyle, un actor que no se prodiga tanto como quisiéramos, pero que cuando lo hace no deja dudas sobre su buen hacer.
Luego está Rose Byrne, a quien se pudo ver brevemente en Troya, y que aquí hace un papel convincente de una mujer valiente y luchadora. Jeremy Ronner, visto antes en la horripilante “S.W.A.T.” y que aquí hace un papel más humano de lo que cabe esperar en un militar yanqui. Catherine MacCormack, como nunca antes la habíamos visto, aparece BREVE SPOILER!!! como pieza clave de toda la historia FIN SPOILER!!
Y como colofón final y para sorpresa de un servidor, una hermosa jovencita llamada Imogen Poots, que interpreta a la hija de Carlyle y que para mí sorpresa, expresa de forma conviencente emociones tales que miedo, pánico, tristeza o nostalgia, sin que resulte sobreactuada como harían muchas otras muchachas de su edad en productos de tal índole.
Siendo una cinta de terror, no es que los personajes estén muy muy desarrollados, pero están lo suficientemente explicados como para saber de que pie cojea cada uno.
Y ahora lo malo:
Siguiendo con el reparto, cabe destacar la molesta presencia de un niño incapaz de mostrar algún atisbo de humanidad. Apenas se inmuta ante nada. La misma cara seria durante toda la película. Que a mí me parece muy bien y hasta creíble que un niño pequeño afronte con valentía una situación con la que muchos mancharían su ropa interior, pero de ahí a deshumanizarlo como si de un robot se tratara, resulta inadecuado.
Yo supongo que todo viene dado por la absoluta incompetencia del niño actor en cuestión. Quizás soy muy exigente y es muy probable que ni siquiera sea un profesional como para exhigirle mucho, pero sí unos mínimos, que tampoco dudo en que a las pruebas de castings se presenten numerosos candidatos, como para que luego se escoja al peor o a veces al “hijo de tal” (método popularmente conocido como enchufe)
Una vez sopesado este inconveniente que tratamos de pasar alto, llega otro tema que a mí personalmente me enoja bastante, y es el uso de la Steady-Cam (llevar la cámara sujeta al operario en cuestión para evitar engorrosos travellings) o lo que yo llamo la Parkinson-Cam.
Esta técnica tiene muchas variantes y es obvio que resulta muy beneficiosa si se sabe utilizar. Ahora se ha puesto muy de moda para dar un mayor realismo a las secuencias (acercándose al documental), aunque el invento nace allá por la década de los 70.
La cuestión es que bien empleada, puedo conseguir un realismo impactante y eficaz. Pero si la usas como si el cámara se encontrare en medio de un ataque epíleptico, pues acabas cansando al espectador, que contempla la pantalla sin saber que carajo está sucediendo. Una tortura para nuestras retinas, vamos.
A mí, en esta película en cuestión, me ha molestado bastante, sobretodo cuando ese tiempo se alarga hasta 3 o 4 minutos, que pueden parecer poco, pero resultan un agobio cuando la cámara no para moverse. Hay otras formas de crear secuencias impactantes. Si lo que quería era angustiarnos (que puede ser), lo ha conseguido, pero de la peor de las maneras y con un efectismo bastante tosco.
Conste que la steady-cam no siempre se rige por el movimiento. Hay mecanismos para que quede más rígida, que el movimiento del cámara no se note tanto y permita rodar, como ya digo, una buena secuencia sin usar el travelling.
No es el caso, obviamente.
Y ya con esto, sólo me queda nombrar el último y molesto error. Lo consideraré un spoiler. Así que: SPOILER!
Terminar la película con final inconcluso.
Empieza a cansar que la industria de cine esté empeñada en secuelas sacacuartos. Probablemente Fresnadillo, que según él ha dirigido el film con bastante libertad, se haya visto obligado ha elaborar un producto con final abierto, dejando paso a una posible tercera parte (y cuarta, y quinta y todas las que sean “necesarias”...)
Parece que acudimos al cine a ver trozos de película. Ya no vemos nada con principio y final (dentro del cine comercial). Y si lo hay, de seguro que con alguna absurda excusa, nos sacarán otra innecesaria secuela.
No sé a vosotros, pero a mí me empieza a cansar.
Dicho esto, estamos ante una secuela recomendable para los amantes del género de terror en general, y de los zombies, en particular. Así que si sois de esos, ya estais tardando en verla ;)
Yo por mi parte, seguiré los pasos del Sr. Fresnadillo, cuyo debut en tierras extranjeras ha supuesto una grata sorpresa. Desde aquí, le deseo suerte en sus futuros proyectos y si para regalarnos buen cine del género que sea, debe alejarse de su patria, que así sea, no vaya a ser que se eche a perder.
Y es que aquí, entre dar cobijo a los de siempre y apostar por el cine más casposo y repetitivo, se cometen faltas tan graves como ignorar a un aparentemente talentoso director como él.
“Intacto” queda pues, para un futuro visionado :)
Lo mejor: el ritmo endiablado; la angustia que se respira en cada fotograma.
Lo peor: el niño de las narices; la temblorosa cámara en algunas secuencias; un final abierto tan típico como molesto.
Valoración personal: 7,3 sobre 10