domingo, noviembre 16, 2008

“Red”, cuando la ley no entiende de justicia


Red es una cinta independiente que se ha podido ver en varios festivales de cine, como por ejemplo el Festival de Cine de Sundance o más recientemente, el de Sitges.
Adaptando un best-seller de Jack Ketchum, un reputado escritor norteamericano, se nos cuenta la historia de un hombre en busca de justicia.


Avery Ludlow (Brian Cox) es un hombre apacible cuya única compañía es la de su fiel amigo Red, un perro que le regaló su esposa dos años antes de fallecer en circunstancias trágicas. Ambos son viejos, y sólo se tienen el uno al otro.

Un día Ludlow está pescando con Red a la orilla del río, cuando se les acercan unos jóvenes con no muy buenas intenciones. Tras una intrascendente charla, uno de los chicos empieza a intimidar a Ludlow, encañonando a su perro con un rifle y obligándole a darle todo el dinero que posea. Ludlow no ofrece resistencia y cumple con las exigencias de sus atracadores, pero al no disponer de mucho dinero, el joven , sin ningún tipo de miramiento, decide acabar con la vida de Red. Acto seguido, los tres muchachos se marchan riéndose, como si nada hubiera ocurrido, dejando a su víctima sumida en un profundo dolor.

Tras el incidente, Ludlow entierra a Red y posteriormente, empieza a investigar por el pueblo quienes eran aquellos muchachos que cometieron la terrible atrocidad de matar a su mejor amigo. Pronto dará con sus nombres y apellidos, tratando por todos los medios legales de que su acto no quede impune. Desgraciadamente para él, la ley contemplará esa crueldad como una falta leve penalizada nada más con una multa, por lo que Ludlow decidirá buscar otras soluciones a su causa.


Lejos de lo que uno podría pensar tras leer su sinopsis, “Red” no es una película de venganza al estilo “ojo por ojo, diente por diente”, sino más bien una película que habla sobre las injusticias que día a día se cometen y que no reciben castigo alguno. Habla también de la crueldad del ser humano, del poder de “don dinero” y de la entereza y tesón que puede llegar a tener un hombre cuando tan sólo busca que se haga justicia.

El atroz asesinato de Red es uno de los momentos más duros y tristes de la película, y a su vez, el desencadenante de una incontrolable espiral de violencia que tendrá su punto más álgido justo al final de la cinta.

La postura de Ludlow es la que cualquier otra persona tendría en sus mismas circunstancias, e incluso se podría decir que su forma de proceder es mucho más correcta y misericordiosa de lo que correspondería a un hombre al que acaban de arrebatarle un ser querido. Su tenacidad y convicción por llevar a juicio a los asesinos de Red no conoce límites, y cuando se da cuenta que la ley es un instrumento inútil para condenarles, buscará otras formas de conseguirlo.

De esta manera, nuestra protagonista tratará de condenar el brutal crimen a través de los medios de comunicación, ayudado por una joven y noble periodista, que no sólo busca una buena noticia sino también una buena causa. Pero cuando eso resulta ser también ineficaz, Ludlow decidirá tomar otras medidas.


La película se narra de forma pausada y con una inusitada austeridad que recuerda y mucho al peculiar estilo del mismísimo Clint Eastwood. Esta es sin duda una de las grandes bazas de la propuesta, dirigida ésta en un principio por Lucky McKee (May) pero siendo éste finalmente sustituido por el noruego Trygve Allister Diesen. Debido a este cambio en la silla de director, resulta difícil decidir quién debe llevarse los elogios por tan encomiable labor, aunque técnicamente la autoría del film se atribuye a ambos por igual.

La música ambiental es más bien minimalista, dejando que las imágenes hablen por sí solas sin necesidad de florituras. La trama en sí se apoya sobre todo en el buen hacer de un magnífico Brian Cox en el papel del viejo Ludlow, secundado a su vez por un correctísimo Tom Sizemore, que vuelva al cine con mayúsculas tras su paso por un buen número de subproductos varios. La labor de los actores más jóvenes es bastante aceptable, sin llegar a destacar demasiado pero cumpliendo con su cometido. Y por último, señalar también la presencia de un Robert Englund en un papel muy alejado de sus habituales roles terroríficos.

Todo ello conforma una película de sólido reparto y firme narración, que nos trae una historia que debería despertar conciencias, muchas adormecidas conciencias. Desgraciadamente, parece ser que por el momento “Red” no tiene fecha de estreno en nuestras carteleras, cosa que tampoco me extraña dada la poca repercusión que tienen este tipo de cintas de innegable carácter independiente.

Lo mejor: Brian Cox

Lo peor: quizás un final demasiado complaciente cara al espectador.


Valoración personal: Buena

domingo, noviembre 09, 2008

"Midnight Meat Train", el carnicero Jones


Basada en un relato corto del bizarro Clive Barker (Hellraiser) y perteneciente al libro “Books of Blood” (Libros de Sangre), ”Midnight Meat Train” parece tener un camino incierto hacia nuestras carteleras. Por el momento, su fecha de estreno ha sido cambiada en numerosas ocasiones y el rumor más factible de estos retrasos, es la desconfianza de los productores hacia los resultados finales del film.
En Estados Unidos llegó a estrenarse de forma muy limitada y sin apenas promoción, pues su productora, Lionsgate, no confiaba demasiado en recuperar el dinero invertido en publicidad y distribución. Y ciertamente, la recaudación fue bastante paupérrima.

Después de su visionado, no puedo evitar ponerme del lado de los productores, pues si bien se estrenan en cines cosas muchísimo peores que esta “Midnight Meat Train” (véase “Una noche para morir/Prom Night”, “Negra Navidad/Black Christmas” o la enésima secuela de Saw), no se puede negar que el mejor destino para esta producción es el videoclub.


León Kauffman (Bradley Cooper) es un fotógrafo deseoso que conseguir prestigio. Su gran oportunidad llega cuando la dueña de una exitosa galería (Brooke Shields) le encomienda un trabajo fotográfico sobre la parte más oscura del ser humano. La búsqueda de esas fotos llevan a Kauffman al tren subterráneo de la ciudad, un lugar en el que de noche suelen producirse misteriosas desapariciones.

En sus sesiones fotográficas, Kauffman termina fijándose en la extraña presencia de Mahogany, (Vinnie Jones) un tipo raro al que empieza a seguir y del que sospecha que podría ser el responsable de esas desapariciones aún sin resolver. Su obsesión por el misterioso Mohagany se vuelve cada vez más peligrosa y pronto su vida y la de su novia (Leslie Bibb) correrán un grave peligro.


La cinta que nos ocupa está dirigida por un Ryuhei Kitamura, director japonés que despierta tanta admiración como rechazo. Tiene sus particulares seguidores pero también sus detractores. En lo personal, esta es la primera cinta que veo de su filmografía, por lo que sería injusto juzgar su trayectoria en base a un único film. De todas formas, los trailers de algunas de sus películas destilan cierto tufillo a lo Power Ranger mezclado con efectos típicos de la saga “Matrix” (peleas cableadas, bullet-time…). Además dirigió una película de, ni más ni menos que, ¡Godzilla! (sí, de esas del tipo disfrazado con el traje de goma y las cutre-maquetas de cartón piedra), por lo que no puedo decir que me inspire mucha confianza (para muestra, he aquí un tráiler)

No obstante, diría que gran parte de su fama procede de la explícita violencia mostrada en sus trabajos, haciendo del gore su mejor arma de seducción. Y eso es algo que se puede comprobar perfectamente en esta adaptación, siendo las secuencias de los asesinatos perpetrados por Mahogany lo más rescatable de esta fallida producción.

Vinnie Jones está imponente en la piel del bruto carnicero. Su sola presencia ya llena la pantalla, y solamente con su mirada ya se te hiela la sangre. Por eso y porque el resto de personajes resultan ser de lo más insulsos, la película se viene abajo cada vez que el personaje de Vinnie desaparece de la pantalla.


La narración es apresurada, incongruente y a ratos plomiza. El encuentro entre el protagonista y Mahogany, y su posterior obsesión con el mismo, se antojan un tanto forzados. Las acciones del fotógrafo no responden a ninguna lógica (y mucho menos las tomadas por su novia) y su investigación de los asesinatos tiene más de fisgonería barata que de seria investigación. Por ello, al director le cuesta horrores levantar el interés del espectador con el personaje principal, con sus obsesiones y mucho menos con su relación de pareja, que carece del más mínimo aliciente.

Es por ello que más allá de que las interpretaciones del reparto sean más bien discretas, el fallo reside en lo poco trabajado de los personajes y la poca o nula empatía que estos producen.

El modo de tratar la historia descoloca bastante, sobretodo en el momento en que nos damos cuenta que no estamos ante una cinta de psicho-killers al uso sino ante algo totalmente distinto. Desgraciadamente, en vez de usar eso como un punto a su favor, el guionista Jeff Buhler lo convierte en el gran fallo de la película, dejando varios cabos sueltos en la trama y un montón de preguntas que no tienen respuesta alguna. Y en el momento en que uno debe acudir a la fuente original, es decir, a la novela, para resolver todas esas dudas, es cuando realmente podemos hablar de una adaptación realmente fallida.

Pero no todo va a ser malo en “Midnight Meat Train”, y hay que resaltar la magnífica ambientación de los escenarios; en especial, un frío, siniestro y perturbador tren. Además de un buen trabajo de fotografía de Nobuhiko Morino, un habitual del director.

Sus altas dosis de violencia explícita y su gore también son de agradecer, y no resultan tan gratuitos como uno podría llegar a pensar, aunque puede que haya algún que otro momento pasado de rosca. Por otro lado, Ryuhei Kitamura demuestra poseer un llamativo dominio de la cámara, consiguiendo planos, ángulos y perspectivas tan atractivas como a la vez, resolutivas.


Estos puntos positivos, unidos a la ya mencionada imponente presencia de Vinnie Jones y sus violentos y sanguinarios asesinatos, son los que evitan que el visionado de esta película se convierta en una absoluta pérdida de tiempo. Pero más allá de eso, Midnight Meat Train no ofrece más que incógnitas, personajes anodinos y una trama desencantada.

Una oportunidad perdida para Kitamura de estrenarse con éxito en suelo americano, y una oportunidad perdida también para llevar a la gran pantalla una historia de Clive Baker. Aunque tratándose de un relato corto, quizás es que éste tampoco daba para una película de hora y media.


Lo mejor: Vinnie Jones y los asesinatos de su personaje.

Lo peor: que sin Vinnie Jones la trama y el interés decaigan por completo.


Valoración personal: Regular

domingo, noviembre 02, 2008

“Warlords”, un hermano que daña a otro hermano, debe morir.


Por lo general, es difícil que el cine asiático, sea cual sea su procedencia exacta (China, Japón…), llegue a nuestras carteleras. Tan sólo los directores más reputados y/o las producciones más publicitadas tienen el honor de encontrar ese hueco.

Warlords es una superproducción China - inédita en nuestro país- que ha cosechado numerosos premios en su tierra natal. Sin ir más lejos, consiguió un total de ocho galardones en la 27ª entrega de los Premios a la Cinematografía de Hong Kong, y entre ellos el de Mejor Película y Mejor Director para el hongkonés Peter Chan, cineasta de filmografía más bien romántica y que con esta cinta se adentraba en un género inexplorado para él.

Otro galardonado fue su principal protagonista, Jet Li, en la categoría de Mejor actor. Premio, en mi opinión, más que discutible.


La historia de Warlords tiene lugar en 1860, durante la Dinastía de Qing y en plena guerra civil.
El general General Ma Xinyi (Jet Li) es el único superviviente de su destacamiento, que ha sido masacrado sin piedad por el ejército enemigo. Dolido por la muerte de sus hombres, sus hermanos, y jurando venganza, Ma Xinyi se une a un ejército a de bandidos liderados por Cao Er-Hu (Andy Lau) y Zhang Wen-Xiang (Takeshi Kaneshiro) . Pronto, Xinyi entabla una fuerte amistad con ellos, y a raíz del hambre y la pobreza en la que malviven, les convence para que se unan al ejército imperial. Los tres hombres realizan un pacto de sangre que les une como hermanos, y junto a sus 800 hombres, librarán grandes batallas en nombre del Imperio.


En Hollywood no son los únicos que realizan remakes, y la cinta de Chan no deja de ser una especie de nueva versión de un film de culto hongkonés titulado “Ci Ma” de principios de los 70. Por supuesto, sus 27 millones de euros de presupuesto (calculad el equivalente en yuanes) le dan un acabado técnico mucho más vistoso, si bien hay que indicar que gran parte de ese dinero ha ido destinado más bien a sus estrellas protagonistas.

Warlords es una de tantas películas épicas que se realizan en oriente, aunque a diferencia de otras, goza no sólo de espectaculares batallas y elaboradas coreografías, sino también de un cuidadoso tratamiento de sus personajes, y de una atractiva y consistente historia. La fuerza de la trama radica sobretodo en mostrar con realismo la crueldad de la guerra y el sufrimiento de quienes en ella participan. No hay buenos ni malos. Tan sólo vencedores y vencidos, muerto y vivos. En estas circunstancias, a veces los hombres hacen lo que deben hacer y no lo que quieren hacer o lo que creen que es moralmente correcto. Y eso es lo que pretende mostrarnos su director a lo largo de estas dos intensas horas de metraje.
El pacto de hermanos entre los tres protagonistas se pondrá a prueba en más de una ocasión, demostrando que las convicciones de uno y otros son más poderosas que las ambiciones de aquellos a quienes sirven.


Codicia, venganza, honor, traición, odio y amor a tres bandas es lo que ofrece esta épica película, rodada con brío y espectacularidad, pero sin caer en la ampulosidad y superficialidad de otros autores asiáticos.

Chan emplea la cámara lenta para realzar las batallas, pero sabe hacer un buen uso de ella sin caer en la reiteración abusiva. Muestra con crudeza los enfrentamientos entre los combatientes, haciendo gala de un excelente dominio de la cámara y mostrando sin tapujos la extrema violencia de la guerra.

Esto no es un anuncio de perfumes de dos horas, como sí lo son las vacuas y presuntuosas películas de Zhang Yimou. Tampoco en las coreografías se usan cables para resultar más impactantes. Aquí el director opta para algo más sucio, grisáceo y, en definitiva, más real.


El reparto resulta, en su mayoría, convincente, destacando por encima de todos a Andy Lau (Infernal Affairs) en el papel del sufrido –y cornudo- Cao Er-Hu.
Jet Li realiza algo cercano a una interpretación, resultando su trabajo mucho más correcto de a lo que nos tiene acostumbrados (aunque tampoco es como para levantar aplausos, la verdad)

La bonita banda sonora complementa a la perfección lo que vemos en imágenes, dándole esa majestuosidad que todo film épico/bélico necesita.

“Warlords” no tiene nada que envidiar a las superproducciones yanquis, más bien diría que todo lo contrario. Por tanto, es una buena opción para todos aquellos amantes del cine épico en general, y asiático, en particular. Sus dos horas quizás sean un poco excesivas, pero el ritmo nunca llega a decaer.


Lo mejor: su historia y sus personajes; las espectaculares y sangrientas batallas.

Lo peor: la subtrama amorosa no está completamente desarrollada.


Valoración personal: Buena

viernes, octubre 31, 2008

Películas imprescindibles para Halloween


Hoy es 31 de Octubre, víspera de El Día de Todos Los Santos, celebración cristiana que se lleva a cabo de distintas formas -e incluso en distintos días- según el lugar en el que nos encontremos. En Estados Unidos, por ejemplo, se celebra Halloween, fiesta que cada vez se ha extendido más y más por occidente hasta el punto que en España se mantienen ciertas tradiciones de dicho festejo, como por ejemplo los disfraces de carácter terrorífico.

La también conocida como Noche de brujas, sirve de excusa para que los más jóvenes se disfracen y hagan aquello del “truco o trato”, aunque aquí esta práctica no es usual y todo se queda reducido al mero disfraz (y los mayores, a ir de copas, por supuesto)
También es un buen momento para pegarse una sesión de cine nocturna con una buena ración de títulos del género de terror. Y este es el motivo que le sirve a un servidor para realizar este pequeño post (ilustrado convenientemente por la voluptuosa Elvira xD) y cuya intención no es otra que ofreceros un breve listado personal sobre aquellos títulos que considero ideales para pasar una noche como esta.

Por supuesto, esta lista es meramente subjetiva y en ella no figuran todas los películas de terror que me gustan, pero sí aquellas que me parecen imprescindibles para echarse una buena sesión cinéfila para la noche que nos ocupa.

Primero empecemos por los clásicos de antaño. Dos títulos con dos de los monstruos cinematográficos (y literarios) por excelencia como son Drácula y Frankenstein:

El Doctor Frankenstein (Frankenstein) de la Universal Pictures.

Drácula, de la Hammer.

Dso obras cumbres del género de imprescindible visionado.


Sigamos con algunas de las cintas más espeluznantes del terror moderno:

La Semilla del Diablo (Rosemary's Baby)

El Exorcista (The Exorcist)

La Noche de Halloween (Halloween)

El Resplandor (The Shining)

Al Final de la Escalera (The Changeling)

La Cosa (The Thing)

Posesión Infernal (Evil Dead)

Drácula, de Bram Stoker (Bram Stoker's Dracula)

En la Boca del Miedo (In the Mouth of Madness)

Abierto Hasta el Amanecer (From Dusk Till Dawn)


Y ya para terminar, finalizamos el listado con algunas de las producciones más impactantes de los últimos años.

Amanecer de los Muertos (Dawn of the Dead)

The Descent

Las Colinas Tienen Ojos (The Hills Have Eyes)

La Niebla de Stephen King (The Mist)

À l'intérieur


Y una vez terminada mi selección, os toca a vosotros, mis fieles lectores, citar aquellos títulos que para vosotros son imprescindibles para pasar una noche de Halloween de lo más terrorífica.

sábado, octubre 25, 2008

"Rescue Dawn", odisea en la jungla


La cinta que nos ocupa es otra de esas producciones que parece que jamás vayan a cruzar el charco. Una película que data del 2006 y que aún a día de hoy sigue siendo inédita en nuestro país. Parece que a Christian Bale le persiga una extraña maldición que de vez en cuando haga que sus trabajos sufran ciertos problemas de distribución. Recordemos que “Equilibrum “ jamás vió la luz en nuestras carteleras, cuando tenía todas las papeletas para hacer una buena taquilla, y que “3.10 To Yuma” se estrenó con un año de retraso respecto a EE.UU. Eso sin contar que “I'm Not There” se estrenó sin hacer mucho ruido y con una distribución bastante limitada.

Cierto es que Rescue Dawn no es una cinta que vaya a arrastrar en masa al público a una sala de cine, pero es uno de los trabajos más accesibles de su director, Werner Herzog.


La historia nos sitúa en plena Guerra de Vietnam. Durante una misión de bombardeo en la selva de Laos (cerca de Vietnam), el piloto estadounidense -de origen alemán- Dieter Dengler es derribado y hecho prisionero por la guerrilla de la zona. Después de sufrir continuas torturas, Dengler es enviado a un campamento junto a otros presos de guerra. Una vez allí, y conviviendo con sus nuevos compañeros en deprimentes condiciones, planeará un plan de fuga en busca de la ansiada libertad de todo preso. No obstante, fuera del campamento está la peor cárcel que jamás haya visto un hombre: la espesa e interminable selva de Laos, un lugar que puede convertirse en la tumba de todo aquél que ose adentrarse en ella.


Basándose en hechos reales, Herzog escribe y dirige este poderoso drama bélico -y a la vez, film de aventuras- que nos cuenta el durísimo cautiverio del piloto Dieter Dengler, que durante la Guerra de Vietnam logró sobrevivir al vietcong y a la infernal selva que lo separaban de su tierra. Una intensa historia de superación personal que el director alemán ya llevó a cabo, en 1997 y en forma de documental, bajo el título de “El pequeño Dieter necesita volar”, contando además, con la colaboración del propio Dengler.

Casi una década más tarde, esta historia nos llega en forma de película y con un excelente –como siempre- Christian Bale a la cabeza del reparto.

La secuencia que abre la película (el bombardeo visto desde el avión que lo realiza) ya nos ofrece una buena muestra de la capacidad del realizador a la hora en planificar sus planos, y la forma nada gratuita de realizarlos de una manera u otra.
La dirección de Herzog a es austera e impregna al film de un realismo estremecedor sobretodo en las escenas que se desarrollan en la jungla. Hay momentos duros que el director sabe manejar con cautela, sin hacer sangre de las tremendas condiciones que sufren nuestras protagonistas y evitando en todo momento abusar de la violencia como recurso para impactar al espectador. Más bien todo lo contrario, pues con la sobriedad de la puesta en escena (no sin olvidarme resaltar un excelente trabajo de fotografía), la casi ausencia de acción, los pocos diálogos y el uso minimalista de una bella banda sonora, Herzog tiene más que suficiente para mostrarnos las penurias de los presos, combinando sabiamente esos citados momentos duros con otros de necesitada emotividad (la amistad que va uniendo a los presos, por ejemplo, es una de sus bazas durante el tramo final)

El calvario que deben soportar nuestros protagonista no es tanto el centro de atención de la historia, sino el desarrollo del plan de fuga y cómo este puede unirlos o también separarlos (los hay a favor y también en contra del mismo). Por lo menos en lo que respecta al tiempo que pasan apresados por la guerrilla. Una vez fuera del campamento, todo es distinto, y ahí es donde prosigue esa complicada odisea hacia la libertad. La jungla se convierte en su principal enemigo; les rodea por todas partes, y sólo su perseverancia y valentía puede sacarlos de ese angustioso infierno.


Christian Bale vuelve a demostrarnos por qué es uno de los actores más solicitados de Hollywood, brindando al espectador una notable –y contenida- interpretación, entregándose por completo a su personaje como ya la hiciera con “El Maquinista” de Brad Anderson, aunque aquí no alcanza los extremos de delgadez vistos en aquél inquietante film.

En esta aventura le acompaña, entre otros, Steve Zahn, un actor que pese a estar anclado en el género de la comedia, nos entrega aquí una creíble interpretación. Probablemente, una de las más estimables de su carrera.


Desgraciadamente, no todos son halagos y hay que lamentar el sabor amargo que nos deja la guinda del pastel. Un desenlace “muy al estilo Hollywood” (con todo lo malo que eso conlleva) que si bien no desmerece el resultado final, si debemos decir que le hace un flaco favor al conjunto. Su única razón de ser es que respondiese a hechos reales acontecidos de tal forma.

“Rescue Dawn” es una película que te puede sonar a ya vista debido a su argumento, pero el estilo personal de Herzog le da un tratamiento distinto a este tipo de historias, por lo que considero un delito no haberla estrenado aún en nuestro país, más viendo lo bochornosa e insustancial que es a menudo nuestra cartelera.


Lo mejor: la sobria dirección; Christian Bale

Lo peor: un final demasiado “hoolywoodiense”


Valoración personal: Buena

domingo, octubre 19, 2008

"El reino prohibido", el arte del kung-fu


No todos pueden presumir de tener, en la misma película, a dos de los cracks de las artes marciales más populares, consagrados e internacionales del panorama cinematográfico actual.
Jackie Chan y Jet Li se han ganado su fama a base de patadas y puñetazos, en el mejor sentido de la palabra. Dos virtuosos de las artes marciales que tienen legiones de fans y que, por primera vez, participan juntos (pero no revueltos) en una misma película. Eso ya es un buen motivo para que esos fans se sientan atraídos por esta producción, si bien los propios actores ya han admitido textualmente que la cosa “no es para tanto”.

Tras el visionado de esta “The Forbidden Kingdom” a un servidor no le queda otra que darles la razón. El mayor atractivo de la misma reside básicamente en la presencia de estos dos actores, aunque ese cara a cara puede saber a poco para los que esperaban en encuentro mucho más impactante. Al fin y al cabo, sus personajes son secundarios, y el verdadero prota de la función es el joven y poco conocido Michael Angarano (¿a nadie más le ha parecido un clon de Shia Labeouf?)


Jason es un muchacho aficionado –pero no practicante- al Kung-Fu y a todas las películas made in Hong Kong. Un día, de visita a una pequeña casa de empeños del barrio chino, descubre un legendario báculo de un sabio guerrero chino conocido como el Rey Mono.
Tras una serie de acontecimientos, el báculo revela su poder y teletransporta a Jason cientos de años atrás, hasta la China medieval. Una vez allí, su misión consistirá en devolver el báculo a su verdadero dueño (el Rey Mono), y para hacerlo deberá enfrentarse a un malvado emperador y a su poderoso ejército. Pero Jason no estará sólo, y en esta increíble aventura le acompañarán tres curiosos personajes: un luchador borracho (Jackie Chan), un monje silencioso (Jet Li), y el Gorrion Dorado (Yifei Liu), una bella joven en busca de venganza.


La historia se inspira ligeramente en populares leyendas chinas como la del Rey Mono, pero adaptando el rol del personaje principal a nuestros tiempos y desarrollando el habitual concepto de viajes en el tiempo (al estilo de la tercera entrega de “Las Tortugas Ninja”) para hacerlo más atractivo para el público no asiático.

La trama es sencilla y lineal, centrándose básicamente en el entrenamiento del prota para dominar el arte del kung-fu y posteriormente en seguir su viaje hasta el lugar de destino (con sus obstáculos pertinentes). Por ello podemos decir que la originalidad es más bien escasa y todo cuanto acontece resulta sumamente previsible.

En la cinta priman sobre todo las peleas cuerpo a cuerpo, y es ahí donde ésta saca mayor partido a sus dos estrellas, Chan y Li. Tener a los dos en movimiento, sea cara acara, luchando juntos o por separado, ya merece gran parte del visionado (aunque no de la entrada).
Las coreografías están conseguidas y más o menos los dos se lucen al mismo nivel. Nada más hay que lamentar el ya habitual -y a mi gusto, detestable- “wire-fu”, técnica que consiste en atar con cables a los luchadores para obtener peleas más espectaculares y emocionantes, ignorando por completo las leyes físicas naturales. Como ya digo, este recurso barato me parece muy molesto, ya que en la mayoría de ocasiones se me antoja ridículo y chapucero, y le quita todo el encanto –y el mérito- a las peleas (y por consiguiente, el trabajo de sus actores y/o especialistas). En el caso que nos ocupa, y tratándose de una cinta con componentes fantásticos, se puede llegar a tolerar, pero eso no quita que en ocasiones sea más un perjuicio que un beneficio.


En lo interpretativo, tanto Chan como Li siguen en su línea habitual. Uno (Chan) con su característico toque cómico y mostrando tantas muecas como le sea posible, y el otro (Li) con su habitual inexpresividad. Al segundo además lo tenemos por partida doble, interpretando –es un decir- a dos personajes distintos, a cada cual peor (el monje, hierático perdido, y el Rey Mono demasiado risible)

Por su parte, Michael Angarano cumple con el habitual rol de chico tímido (y un tanto friki) al que los matones del barrio tienen atemorizado. Con la ayuda de estos dos maestros aprenderá a defenderse y a afrontar cualquier situación por peligrosa y difícil que sea. Vamos, el típico papel de “pequeño saltamontes”.

Si acaso, el verdadero punto flaco, en lo que a reparto se refiere, lo tenemos en el villano, Collin Chou, que nunca llega a ser un malvado imponente, ya sea por lo poco acertado que está el actor o por su aspecto un tanto amanerado.


Por lo demás, la película logra su objetivo de entretener gracias a las citadas peleas y a unos efectos especiales competentes. Sus 70 millones de presupuesto lucen bastante bien en pantalla y van acompañados de una buena fotografía, bellos paisajes y una adecuada e inspirada banda sonora.
Su director, especializado en cine familiar (empezó en la Disney y ha realizado las dos entregas de Stuart Little para Warner Bros.), no consigue transmitir la épica suficiente para otorgarle intensidad a la película, pero pese a eso, el resultado es bastante simpático aunque de vez en cuando se pase de infantiloide.

Así pues, si sois fans de Jackie Chan y/o de Jet Li, seguramente paséis un buen rato con este ligero entretenimiento que, sin duda, es lo mejor que ha hecho Chan en años, algo fácil viendo lo mayormente mediocre que es su filmografía (las imposibles piruetas que se monta suelen ser el único motivo para ver semejantes esperpentos). Más o menos lo mismo se podría decir de Li, aunque éste de vez en cuando participa en productos más decentes y se deja ver en agraciadas superproducciones épicas.


Lo mejor: ver a Jackie Chan y Jet Li repartiendo estopa

Lo peor: el villano de turno; el horrible wire-fu


Valoración personal: Correcta

domingo, octubre 05, 2008

Death Race (La carrera de la muerte), objetivo: llegar vivo a la meta


"En el año 2000 atropellar conduciendo no es un crimen, es el deporte nacional"

Así rezaba el cartel de “Death Race 2000” (aka La carrera de la muerte del año 2000), una cinta delirante, a la par que aberrante, de mediados de los 70, producida por el incombustible Roger Corman, dirigida por Paul Bartel y protagonizada por David Carradine y por un jovencísimo Silvester Stallone en uno de sus primeros papeles como protagonista, aquí ejerciendo como antagonista.
La película era una de esas casposas y gamberras producciones tan típicas de Corman, sacando aquí partido de unas violentas carreras y añadiéndole un toque kitsch bastante hortera tanto para los coches como para las vestimentas de los pilotos.

El temible –aunque de vez en cuando correcto- Paul W.S. Anderson (Resident Evil, AlienvsPredator, Mortal Kombat) nos trae un remake que toma prestado el punto de partida de la cinta homónima de Bartel y algunos de sus personajes, pero dándole un nuevo enfoque y un completo -y agradecido- lavado de cara. Adiós a la estética feísta, a su bizarrismo pretendido y a la denuncia del sistema, pues Anderson ha realizado una actualización que pasa por ofrecer una estética mucho más decadente y sucia, con unos automóviles más recargados y amenazadores, y unos pilotos más rudos y sin ningún tipo de escrúpulo. Al frente de todo esto, Jason Statham, el más productivo, resolutivo y cotizado actor de la última hornada de action-men.


En el año 2012, la economía de Estados Unidos ha caído en picado y el paro ha aumentado considerablemente. El único modo de entretener a la amargada y furiosa plebe es ofreciéndoles violentos y sangrientos espectáculos, como si de la Antigua Roma y sus coliseos se tratara.

Isla Terminal, una de las peores cárceles que existen, retransmite a través de Internet lo que han denominado como Death Race (La carrera de la muerte), una competición automovilística donde los presos compiten por su supervivencia y en donde la recompensa es, tras cinco carreras ganadas, la libertad. Hay un circuito pero no hay normas. Los coches van equipados con potente armamento y sólo los mejores pilotos cruzan la meta con vida. A esta cárcel llega Jensen Ames, un tricampeón de velocidad al que han acusado falsamente de un asesinato. La fría y cruel directora de Isla Terminal le coacciona para que participe en la citada “carrera de la muerte”, convirtiéndose ésta en el único billete de salida de su injusto encarcelamiento. Ames acepta a regañadientes sustituyendo al enmascarado “Frankenstein”, el piloto más popular del show.


El punto de partida del film de Anderson se asemeja al de “Perseguido/The Running Man” o “Rollerball”, otras cintas futuristas en el que un juego sanguinario sirve de entretenimiento para el público. Aquí, no obstante, el trasfondo crítico hacia el sistema y hacia una sociedad deshumanizada y reprimida, queda enterrado a favor del puro espectáculo.

Con un presupuesto reducido, aunque superior al de la cinta original, Anderson ofrece espectaculares secuencias de acción, rodadas con nervio y sin apenas utilizar efectos digitales, lo que le otorga un mayor -y necesario- realismo. Los coches se abollan, explotan y dan vueltas de campana, de verdad. Los especialistas se ganan el sueldo y el espectador goza de encarnizadas y adrenalíticas carreras donde los casquillos y la metralla cubren el asfalto.

Aunque aquí ya no se trate de atropellar a los transeúntes como en la cinta de Bartel (de ahí salió la inspiración para el videojuego “Carmageddon”), y el circuito quede anclado en un reducido aunque acondicionado espacio, la violencia sigue estando a la orden del día. Probablemente sea tratada de forma un poco más políticamente correcta, pero no por ella es menos satisfactoria. Además tenemos algunas secuencias donde la sangre es la protagonista, que aunque sean pocas y puntuales, son de agradecer en un género que cada vez se está volviendo más light.
Teniendo en cuenta que son las carreras el principal reclamo de la cinta y las que ocupan la mayor parte del metraje, es necesario que éstas sean atractivas y estén bien rodadas, algo que el director cumple sobradamente (videocliperas, sí, pero menos mareantes que las de un Peter Berg o un Michael Bay)


La trama está al servicio de la acción. Simple, sin complicaciones y sin profundizar en los personajes, pero lo suficientemente bien “engrasada” para resultar interesante y efectiva como complemento a las competiciones.

En general, el reparto está bastante correcto. Statham, con la misma cara de palo de siempre (ni de lejos es el nuevo Bruce Willis), cumple sin más. Se ha especializado en el cine de acción y este tipo de personajes le vienen como anillo al dedo. Hay menos patadas/puñetazos de lo habitual, pero su presencia impone igual.
Joan Allen resuelve con sobriedad el típico papel de despiadado/a alcaide/sa; Ian McShane como mecánico y jefe de equipo, es el idóneo para un personaje de esos que suelen ejercer los veteranos de turno como Robert Duvall (véase Días de trueno o 60 segundos); Tyrese Gibson, un poco más macarra de lo habitual, está en su línea; y la desconocida Natalie Martinez no es más que la maciza de turno, que como tal, exhibe sus gracias para deleite del sector masculino, mayormente. El resto son los tipos malos que ponen cara de malo, y con eso nos basta.

Esta nueva “Death Race” no es un remake al uso. Anderson reescribe enteramente la historia, le da un tono más serio y mesurado, se adapta a los cánones del cine de acción moderno y mejora una película ya de por sí muy mejorable, tomando como referente más cercano la sucia estética de películas tipo “Mad Max” (con el monstruoso camión de Warlords of the 21st Century/Battlestruck incluido). Su gran baza pues, ha sido renovar el concepto de la carrera de la muerte para hacerlo más apetecible al espectador actual. Copiar o intentar imitar a su homónima hubiera sido un craso error.

Vista con moderadas expectativas (ese ha sido mi caso), “Death Race” resulta ser un sencillo pero eficaz entretenimiento de escasas pretensiones y mucha testosterona. Poco de ciencia ficción -el contexto histórico no difiere mucho de la actual crisis económica ni de los abundantes reality-shows basura- y mucho de acción.
Ambiente carcelario, carreras suicidas, violencia gratuita y tías buenas. Un cóctel que bien combinado, deja buen sabor de boca. Exigirle más sería contraproducente.


Lo mejor: las carreras; el cuerpazo de Natalie Martinez (xD)

Lo peor: una trama muy previsible


Valoración personal: Correcta

sábado, octubre 04, 2008

2º Anversario (con retraso)


Como reza el dicho ”Más vale tarde que nunca” . Y aquí está un servidor que, con tantas cosas que tiene en la cabeza en los últimos meses, se olvidó de una fecha tan destacada como la del 28 del pasado Agosto, día en el que este humilde blog cumplió dos años de vida. Dos años desde que empecé a divagar en la blogosfera, convirtiéndome en uno más de entre los muchos que dejaban sus opiniones en el mundo virtual.

Creé mi blog sin tener muy claro que iba a escribir en él, hasta terminar siendo un blog dedicado a una de mis grandes pasiones, el cine. Por él han pasado varios lectores. Algunos de forma fugaz, otros de forma permanente. Los que hay que vinieron para ser parte de un momento, de una época, y los hay que vinieron para quedarse (hasta que terminen por aburrirme o yo eche el cierre)
A todos ellos les agradezco enormemente su paso por estos lares y las opiniones vertidas en él; e incluso a aquellos que leen mis escritos pero no dejan constancia de ello, gracias. Tengo claro que sin vosotros, mis lectores (habituales o esporádicos), mi voluntad para seguir adelante con el blog hubiera menguado enormemente. Pero ya han pasado dos años y me siento satisfecho, no ya sólo por lo mucho que disfruto escribiendo sino por las personas a las que he conocido.

Espero y deseo que “Diario de una mente perturbada” siga activo durante mucho tiempo más. Un servidor hará todo lo posible para que así sea.


Una vez más, reitero mi gratitud hacia vosotros, mis fieles e indispensables lectores.


Saludos ;)

viernes, septiembre 26, 2008

MEME: ¿Cuales son las 20 actrices más sexys de cine y televisión?

Llevaba mucho tiempo sin recibir una MEME, fuese del tipo que fuese. La última trataba de un listado de películas de lo más variopinto en el que debía señalar las que había visto (por mi cuenta, incorporé una valoración general a las susodichas)

Ahora es el compi cinéfilo Chacal, desde su blog “El Blog de Chacal”, que me manda una MEME muy sugerente y a la que no me importa dedicarle unos minutos.

El tema consiste en elaborar una lista de las 20 actrices que a un servidor le resultan más sexys, diferenciando entre actrices de cine (10) y de series de tv (las 10 restantes)

Será difícil elegir sólo 10 de cada, pero intentaré ser lo más selectivo posible. Algunos nombres se quedarán en el tintero, pero intentaré reflejar mis preferencias básicas con este escueto listado.

Ahí van mis favoritas!


Mis actrices más sexys del cine


Mis actrices más sexys de la televisión


La MEME debo pasarla únicamente a tres blogueros más, así que le dejo esa responsabilidad a Jorge, de Cine Novedades, a Sam Loomis de Totally Unrated y a Alejandro the Wyvern de Soy la puerta. Seguro que me lo agradecerán xD

sábado, septiembre 20, 2008

“Los Extraños”, terror en estado puro


Con un notable éxito al otro lado del charco, nos llega una de esas cintas de terror que presumen de estar basadas en hechos reales. Como suele ser habitual, y en este caso aún más, se trata más bien de un “inspirado en hechos reales” que no de un “basado en…”. Dejando aparte su veracidad, la cinta que nos ocupa ha cuadruplicado su escaso presupuesto (9 millones de dólares) en taquilla, siendo uno de los éxitos inesperados del año, lo que ha hecho que su debutante director, Bryan Bertino, haya firmado un contrato con la productora Rogue para dos películas más (de terror, por supuesto) Ahora bien, la pobre competencia en estrenos también parece haber obrado a su favor, todo sea dicho.


La historia nos presenta a Kristen y James, una joven pareja que se encuentra pasando la noche en una casa bastante alejada de la civilización (¡como no!). De madrugada, un grupo de extraños empiezan a aporrear puertas y ventanas. A medida que pasan los minutos, el asedio cada vez se hace más violento y perturbador, por lo que a la pareja no le queda otra que armarse con lo que tengan a mano y defenderse como puedan de los atacantes.


Esta escueta sinopsis es suficiente para darnos cuenta de la poca o nula originalidad de la propuesta. Cintas de este tipo las hemos visto en otras ocasiones, siendo la francesa “Ils” o la americana “Habitación sin salida” dos ejemplos recientes de parejas acechadas en casas o moteles. De hecho, “The Strangers” casi podría considerarse un remake yanqui de la primera, puesto que tanto la forma de rodar de Bertino como el tipo de asaltadores que este incluye en su film son sumamente parecidos a los de los franceses David Moreau y Xavier Palud. No obstante, tanto las interpretaciones como el ritmo de la misma están mucho más conseguidos en la cinta de Bertino, antojándoseme “Ils” un poco insípida (por no decir aburrida) dentro de su género.

El director apuesta por la sobriedad y el ritmo pausado. El tramo inicial se nos presenta con muchos silencios y poco diálogo, que en este caso y dada la situación que atraviesan los personajes, supone un tratamiento acertado. Estos primerizos minutos nos permiten conocer un poco a los personajes y comprender en que punto están de su relación, algo necesario para poder sentir cierto apego por ellos, ya que de no ser así el asedio tendría mucho menos emoción.

El ritmo se va acelerando paulatinamente, sobretodo con la llegada de los asaltantes. En este punto, la película se convierte en el típico juego del gato y el ratón, en el que los atacantes empiezan a incordiar psicológicamente a la pareja y ésta busca desesperadamente una salida. A cada minuto que pasa, Kristen y James permanecen más atemorizados. Tanto el espectador como los protagonistas desconocen los motivos de los agresores, pero lo que está claro es que no han venido con buenas intenciones y que escapar de ellos no será nada fácil.
De la violencia psicológica se pasa a la violencia física, momento en el que la vida de Kristen y James correrá un grave peligro. No hay nadie en kilómetros a la redonda y los asaltantes parecen tener todas las salidas cubiertas, por lo que la presión no puede ser mayor.


En lo bueno, debemos resaltar el tono austero que Bertino le imprime al film. Lejos de utilizar los típicos efectos de sonido ensordecedores o los sustos fáciles, el director apuesta por un sosegado suspense que convierte a “Los Extraños” en uno de las películas de terror más intensas de los últimos tiempos. La tensión se palpa en cada fotograma gracias a la forma con la que presenta a los malos de la función y en cómo ejecutan el asalto. Los persecuciones no son frenéticas sino todo lo contrario, por lo que no nos queda otro que contener el aliento de vez en cuando; y la sangre aparece en cuentagotas, siendo utilizada cuando realmente es necesario y en ningún momento de forma efectista como parece ser hoy en día la tónica habitual del género.

La interpretación de sus protagonistas es más o menos convincente.
El “más” se lo lleva Liv Tyler, que transmite con credibilidad el miedo y la inseguridad de su personaje, aunque quizás el director abuse demasiado del llanto o los gritos para enfatizar esas emociones. El “menos” corresponde a Scott Speedman, un actor bastante sosete al que el primer tramo de la cinta le viene bastante bien a su inexpresividad, pero que una vez llegan los asaltantes, su interpretación parece no dar más de sí.


En lo malo, debemos lamentar los abundantes clichés que concentra la película. Desde móviles sin batería (cuando no, es la cobertura), tropiezos que tuercen tobillos, perseguidores que desaparecen de un sitio y aparecen en otro a la velocidad de luz, y demás topicazos que ya ni sorprenden ni convencen. Eso, unido a la ya citada escasa originalidad de la historia, le resta muchos puntos a la ópera prima de Bertino. Por no hablar de escenas que parecen sacadas de otras películas (SPOILER— el destino que le espera al amigo de James recuerda sobremanera al cómo termina la madre de la protagonista de “A L’Interieur”; y la escena del armario con Liv Tyler recuerda al “Halloween” de John Carpenter” – FIN SPOILER)


A su favor, no obstante, está el tener a unos atacantes desprovistos de motivos, que hacen lo que hacen por simple placer. No hay motivos personales, raciales o sociales por los que cometan tal ataque. Es el mal por el mal.
Para algunos, esto podrá ser un fallo garrafal, pero para un servidor supone un acierto que convierte a estos asaltantes en algo más inquietante y desconcertante (y resulta algo más cercano a la realidad de lo que podríamos inaginarnos)
Las máscaras que usan éstos también tienen su punto macabro, y desde luego dan más mal rollo que, por ejemplo, la que usaban en “Scream”.


Por tanto, “Los extraños” es una intensa y perturbadora cinta de terror que queda, en cierto modo, lastrada por sus abundantes clichés, su escasa originalidad y -algo que aún no había comentado- un absurdo e desmerecedor desenlace. Una película mejor dirigida que escrita, y que por consiguiente, termina siendo un entretenimiento meramente correcto.

Apuntaremos eso sí, el nombre de Bryan Bertino para comprobar si en futuros proyectos y con un guión más original y elaborado, es capaz de inquietarnos nuevamente pero con mejores resultado finales.


Lo mejor: la apuesta por el suspense y no por el susto fácil; su sobriedad.

Lo peor: la escasa originalidad de la propuesta y los típicos clichés del género.


Valoración personal: Correcta

martes, septiembre 16, 2008

"Wanted (Se busca)", la decadencia del género


Me encanta el cine de acción. Eso es algo que ya sabreis después de leer la primera parte de mi especial "Cine de Acción, Lo mejor de los 90". Y siempre he defendido a estrellas como Swarzenegger o Stallone por ser buenos haciendo su trabajo, y he aplaudido los ingeniosos guiones de Shane Black aunque ninguno jamás se llevase un Oscar. Y es que Oscars no es precisamente lo que uno busca en este género. Uno busca un buen entretenimiento con el que devorar el cubo de palomitas sin comerse demasiado el coco. Que la historia, aunque no sea alabada por la crítica, enganche y te mantenga interesado en lo que estás viendo. Que los personajes, aunque no tengan una gran profundidad, sean los suficientemente atractivos como para sentir empatía por ellos. Y que las escenas de acción, aunque a veces sean imposibles, resulten espectaculares y coherentes con la trama.


Desgraciadamente, el género ha evolucionado, o mejor dicho, ha degenerado a unos mínimos insuficientes para que el espectador –exigente- disfrute. Ahora, con un buen festín de CGI y pirotecnia, se resuelve la papeleta, obviando así todo lo demás. Eso que hizo grandes a las cintas anteriormente citadas ha dejado de existir, dejando paso a la máxima de “cuanto más fantasioso e imposible, mejor”, peleándose así los productores y directores por ver quién la “monta más gorda”.

Wanted es el claro ejemplo de producto artificial e insustancial que, pese a no aburirr -eso ya sería el colmo- deja una sensación de vacío absoluto tras su visionado. La particular orgía visual del director ruso Timur Bekmambetov pretende ocultar los muchos errores de coherencia, verosimilitud (no ya sólo en la acción sino en la trama) y narración que arrastra su película.


Wesley Gibson (James McAvoy) es un joven abatido por la rutina diaria y por una vida insatisfactoria. Se siente desgraciado por un trabajo que detesta, una jefa que lo humilla y una novia que lo ignora y que encima se acuesta con su mejor amigo (compañero de trabajo, para más inri). Pero todo eso cambia el día que descubre que su padre, que lo abandonó siendo pequeño, pertenecía a una organización secreta de asesinos, y que ahora un traidor ha acabado con él. La organización, conocida como la Fraternidad pretende reclutar a Wesley entre sus filas, y aunque él en un principio se niegue, pronto cambiará de opinión para darle un vuelco de 180 grados a su insulsa vida.

Wesley seguirá, a partir de ahora, un duro entrenamiento para convertirse en un perfecto asesino, siguiendo así los pasos de su padre. Y una vez logre ser el mejor, se enfrentará al citado traidor para vengar la muerte de su progenitor.


Adaptando -más o menos...- el cómic original de Mark Millar y J.G. Jones, Bekmambetov tiene la posibilidad de desplegar todo ese poderío visual que ya se apreciaba en sus primeros films. En su estreno en suelo estadounidense, el ruso no ha dudado en volver a hacer uso de ese particular estilo videoclipero que le sirve para dar una gran espectacularidad las secuencias de acción que la cinta posee. Desgraciadamente, descuida todo lo demás, estando el resultado más cercano a un videojuego de plataformas que a una película. Y es que aquí la historia y los personajes son lo de menos; lo único que importa es pasar de una escena de acción/pantalla a otra, viendo caer como moscas a los malos y terminando con vida la partida.


Lo que es el guión, al que tampoco se le exige demasiado dadas las circunstancias, hace aguas a la mínima que se le pide un poco de credibilidad al asunto o cuando uno empieza a hacerse ciertas preguntas que parecen no tener respuesta (¿Qué son esos poderes que posee dormidos el protagonista? ¿Qué demonios es ese telar que teje el destino/encargos de los asesinos? ¿Por qué hay tantas muertes gratuitas?). Los personajes no transmiten absolutamente nada al espectador, de manera que la empatía con ellos es nula, por lo que a lo largo del metraje nos importa bien poco si sobreviven o si mueren. De hecho, el giro argumental hacia el tramo final de la película más que sorpresa causa una absoluta indeferencia, como el resto de la historia.

Lo único rescatable de este intento de película son sus secuencias de acción, que pese a su espectacularidad, no emocionan lo más mínimo, salvo que el espectador se haya entregado por completo a la absurdez y vacuidad de la propuesta. Por tanto, verlas todas seguidas usando el botón de rebobinar proporcionaría el mismo sentimiento de insatisfacción que produce ver la película entera.


El director
, además, usa y abusa del bullet time y la cámara lenta constantemente. Y es que no hay escena en que los protagonistas cojan un arma sin que se usen estas dos técnicas. Recursos que pueden resultar interesantes usados con cierta moderación, pero que saturan si se utilizan cada cinco minutos (y no siempre con justificación)


Se agradece eso sí, que el producto no se tome en serio a sí mismo (faltaría más) y que la hemoglobina abunde a lo largo del metraje, pues en estos tiempos tan políticamente correctos y censurados que corren, la calificación PG13 está matando a éste y a otros géneros. Pero como ya digo, el resto es demasiado anodino como para resultar interesante, de modo que la acción se torna hasta intrascendental y poco jugosa, por muy bien realizada que esté.


Tampoco el reparto, a excepción del protagonista, ayuda demasiado a hacer más agradable la experiencia.

La cada vez más esquelética Angelina Jolie firma la que probablemente sea la peor interpretación de toda su carrera. Un par de frías sonrisas, fruncimiento de ceño (como si le picara la nariz) cada vez que coge un arma y un desnudo gratuito, es lo poco que ofrece la mujer de Brad Pitt en ésta película. Habla poco y cuando lo hace, se pega un monólogo pretendidamente profundo que no hace más que evidenciar las escasas aptitudes interpretativas de la actriz. Lástima, porque este tipo de papeles se le suelen dar bien (por no decir que son los únicos que resuelve decentemente)

Morgan Freeman, el eterno secundario de lujo que igual te sirve para un roto que para un descosido, cumple simplemente con los trámites. Se deja ver un ratito para luego cobrar su pertinente cheque, y a otra cosa mariposa.

Por tanto, James McAvoy parece ser el único de los protagonistas principales que le pone empeño al asunto. Y aunque su personaje nunca termine de cautivar al espectador, por lo menos el actor lo hace creíble y hasta simpático (aprende Maguire)



Así pues, pese a que pensaba que las fantasmadas elevadas al cubo que muestra Bekmambetov iban a ser lo peor de la cinta (al menos a mi gusto personal), finalmente son lo único soportable –aunque no deleitable- de una película más bien mediocre que no te involucra en la historia, que no te emociona y lo que es peor, que no te llena ni tan siquiera el ansia palomitera.

“Wanted” es como un árbol de navidad recargado de elementos decorativos; para algunos será de lo más bonito, pero para otros es realmente espantoso. Desde luego, si esta es la evolución del cine de acción, que no cuenten conmigo.

Para gustos, colores, y aunque mi criterio es tan discutible como el de cualquier otro (o más), os recomiendo que si quereis ir al cine a ver una buen película de acción, quizás aún esteis a tiempo a de ver “Venganza” con Liam Nesson; pero si lo que quereis es ver lo poco que le queda de trasero a la Jolie, entonces id a ver “Wanted”, sobretodo si os gustaron películas como “Transporter 2”, “Crank”, “Shoot’em Up” o “Sr.&Sra. Smith”.


Lo mejor: James McAvoy; que no se tome en serio a sí misma.

Lo peor: la indiferencia e insatisfacción que te queda tras su visionado.


Valoración personal: Regular

lunes, septiembre 08, 2008

Cine de Acción - Lo Mejor de los 90, Parte I



Tachado de superficial, mayormente mediocre e incluso tonto, el género de acción ha sido siempre de los más menospreciados, considerándose muchas veces a sus estrellas protagonistas como meras masas de músculo sin un ápice de talento interpretativo. Obviamente, habrá casos en los que esto pueda suceder, pero no hay ninguna duda de que muchas otras veces es más una cuestión de prejuicios que de juicio justo.

Las cintas de acción o “de tiros y explosiones” nos han ofrecido algunos de los momentos más espectaculares, adrenalíticos y emocionantes del cine de entretenimiento. Un tipo de películas hechas sin mayor afán que el de entretenernos durante un par de horas -o menos- frente a la pantalla, disfrutando de sus tramas sencillas pero adictivas, de sus secuencias trepidantes y a veces imposibles, de sus héroes incasables y casi indestructibles, y de sus malos muy malos.
Por supuesto, no todas estas cintas de evasión nos dejan la misma huella. Algunas se ven tan fácilmente como se olvidan y otras no dejan de ser productos vacíos sin ningún tipo de chispa. Son pocas esas veces en que se convierten en estandartes del género debido a sus innegables virtudes. Esas veces en que sus protagonistas congenian maravillosamente con el espectador y devienen al positivo estatus de “action-man”. Y digo positivo porque si en esa categoría cumplen sobradamente con su función, no dejan de ser buenos actores; pues cada uno es bueno con el género o géneros que le ha tocado y/o querido trabajar.

Durante la década de los 80 y sobretodo 90, actores como Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone o Bruce Willis, entre otros, se convirtieron en grandes estrellas del cine de acción. Vilipendiados siempre por la crítica especializada, se ganaron el aprecio del público, que acudía en masa al cine a ver sus películas. No siempre eran buenas, pero la expectación por ellas nunca menguaba.

En este primer post especial de “Cine de Acción - Lo mejor de los 90”, se hará un breve repaso a algunas de las cintas de acción yanquis más destacadas de los 90, independientemente de su éxito y siempre partiendo de los gustos personales de un servidor. En la elección se ha partido del género en estado puro, excluyendo así aquellas cintas que se mezclan con otros géneros como pudiera ser la ciencia-ficción. Quedan fuera pues geniales películas como Desafío Total, Demolition Man o El quinto elemento, por ejemplo.


Speed (1994)

Una de las cintas de acción más exitosas de los 90. Debut de Jan De Bont tras la cámara después de ejercer de director de fotografía en títulos como “La Caza del Octubre Rojo” o “La Jungla de Cristal” . Una trepidante película que convirtió un autobús en un arma mortal y que subió el caché de su actor protagonista, Keanu Reeves. Tras ésta y la catastrofista “Twister”, De Bont decayó con mediocres producciones entre las que se incluye una decepcionante segunda entrega de su primer gran éxito.



La Jungla 2: Alerta Roja (1990)

Inferior aunque igualmente entretenida secuela del film de John McTiernan “La Jungla de Cristal”, esta vez a cargo de un Renny Harlin que se limitó simplemente a copiar los parámetros de su predecesora. Buenas escenas acción y un Bruce Willis en su salsa para una segunda parte que gustó más que decepcionó.





Máximo Riesgo (1993)

Vehículo para puro lucimiento de Stallone y que el actor supo aprovechar para recuperar el estatus que casi pierde tras su paso por un par de comedias de escaso interés para el público. Renny Harlin dirigió probablemente la que es su mejor película y también su último éxito en taquilla (y también el de Sly). Trepidante y violenta; de lo mejorcito de uno de nuestros action-men más queridos.




El Último Gran Héroe (1993)

Injustamente infravalorada, supone uno de los trabajos más divertidos y entretenidos de McTiernan y Schwarzenneger. El público no supo entender su humor basado en la autoparodia del género, y la cinta se estrelló en taquilla (con la crueldad habitual de la crítica, de propina). Una trama ingeniosa, cameos a tutiplén e impactantes escenas de acción para un film a reivindicar.




Le Llaman Bodhi (1991)

Atractivo reparto masculino para una cinta de robos que tuvo éxito a un lado y al otro del charco. Kathryn Bigelow (la versión femenina de McTiernan) dirige uno de sus mejores trabajos con estupendas escenas de acción y de surf, unos ladrones de bancos imitados hasta la saciedad y un Gary Busey esta vez en el bando de los buenos, por increíble que parezca.





Arma Letal 3 (1992)

No hay dos sin tres, y a principios de los 90 la pareja formada por Mel Gibson y Danny Glover volvió a la carga con otra entrega de la franquicia que más fama (y riqueza) les dió. A mi juicio, tiene el mejor inicio de las tres (¿cable rojo o cable azul? xD) y el personaje de René Russo aportó algo de frescura a una historia que volvió a triunfar gracias a la innegable química entre sus actores protagonistas.




El último Boy Scout (1991)

Willis en su ideal papel de poli acabado y deslenguado, acompañado por un correcto Damon Wayans en una película llena de geniales golpes de humor y acción por un tubo. Diálogos que se han quedado grabados en la memoria de un servidor gracias al guionista Shane Black, cuyo guión se pagó a muy buen precio. La película afincó a Willis dentro del cine acción, aunque por aquel entonces ya era toda una estrella del género.




Alerta Máxima (1992)

La mejor película del pétreo Steven Seagal, por no decir la única buena cinta de acción de toda su deprimente filmografía. Un inspirado Andrew Davis (pocas veces ocurre) llevó a cabo este gratificante entretenimiento que, sin duda alguna, pretendía aprovechar el tirón de “La jungla de cristal” trasladando todo el follón a un barco y a haciendo de Seagal el justiciero solitario. Lo mejor: un Tommy Lee Jones desatado como simpático villano y Erika Eleniak saliendo de la tarta de cumpleaños.



Las Aventuras de Ford Farlaine (1990)

Pocas veces un doblaje español -un descacharrante Pablo Carbonell- había hecho tanto por una película. Una desvergonzada comedia de acción protagonizada por el detective rockanrolero más misógino, cachondo y chuleta de Los Ángeles.
Una película cargada de humor con frases ya míticas (“Tanto gilipollas y tan pocas balas”), un detective guasón y un Robert Englund cambiando su jersey de rayas por cuero negro. Poco más de hora y media de descarada diversión. La mejor etapa del director Renny Harlin, aunque desgraciadamente fue la única interpretación destacada del actor Andrew Dice Clay.

48 Horas Más (1990)

Secuela de la exitosa “Límite: 48 horas” del siempre reivindicable Walter Hill. Repitió fórmula y aunque resultó ser muy inferior a su predecesora, siguió siendo una disfrutable buddy movie con un simpático Eddie Murphy y un rudo Nick Nolte como sinpar pareja protagonista.






En el próximo post seguirá el repaso dedicado al cine de acción, desde mediados de los 90 hasta los últimos años de la década. De nuevo se destacarán las principales cintas que pulularon por nuestras carteleras, y además habrá un pequeño extra: un breve listado de otros títulos a tener en cuenta aparecidos durante esos diez años, aunque no sean los más recordados/famosos.
Por tanto, si en esta entrega habéis echado en falta alguna película, de seguro que la tendréis en la siguiente.