sábado, octubre 25, 2008

"Rescue Dawn", odisea en la jungla


La cinta que nos ocupa es otra de esas producciones que parece que jamás vayan a cruzar el charco. Una película que data del 2006 y que aún a día de hoy sigue siendo inédita en nuestro país. Parece que a Christian Bale le persiga una extraña maldición que de vez en cuando haga que sus trabajos sufran ciertos problemas de distribución. Recordemos que “Equilibrum “ jamás vió la luz en nuestras carteleras, cuando tenía todas las papeletas para hacer una buena taquilla, y que “3.10 To Yuma” se estrenó con un año de retraso respecto a EE.UU. Eso sin contar que “I'm Not There” se estrenó sin hacer mucho ruido y con una distribución bastante limitada.

Cierto es que Rescue Dawn no es una cinta que vaya a arrastrar en masa al público a una sala de cine, pero es uno de los trabajos más accesibles de su director, Werner Herzog.


La historia nos sitúa en plena Guerra de Vietnam. Durante una misión de bombardeo en la selva de Laos (cerca de Vietnam), el piloto estadounidense -de origen alemán- Dieter Dengler es derribado y hecho prisionero por la guerrilla de la zona. Después de sufrir continuas torturas, Dengler es enviado a un campamento junto a otros presos de guerra. Una vez allí, y conviviendo con sus nuevos compañeros en deprimentes condiciones, planeará un plan de fuga en busca de la ansiada libertad de todo preso. No obstante, fuera del campamento está la peor cárcel que jamás haya visto un hombre: la espesa e interminable selva de Laos, un lugar que puede convertirse en la tumba de todo aquél que ose adentrarse en ella.


Basándose en hechos reales, Herzog escribe y dirige este poderoso drama bélico -y a la vez, film de aventuras- que nos cuenta el durísimo cautiverio del piloto Dieter Dengler, que durante la Guerra de Vietnam logró sobrevivir al vietcong y a la infernal selva que lo separaban de su tierra. Una intensa historia de superación personal que el director alemán ya llevó a cabo, en 1997 y en forma de documental, bajo el título de “El pequeño Dieter necesita volar”, contando además, con la colaboración del propio Dengler.

Casi una década más tarde, esta historia nos llega en forma de película y con un excelente –como siempre- Christian Bale a la cabeza del reparto.

La secuencia que abre la película (el bombardeo visto desde el avión que lo realiza) ya nos ofrece una buena muestra de la capacidad del realizador a la hora en planificar sus planos, y la forma nada gratuita de realizarlos de una manera u otra.
La dirección de Herzog a es austera e impregna al film de un realismo estremecedor sobretodo en las escenas que se desarrollan en la jungla. Hay momentos duros que el director sabe manejar con cautela, sin hacer sangre de las tremendas condiciones que sufren nuestras protagonistas y evitando en todo momento abusar de la violencia como recurso para impactar al espectador. Más bien todo lo contrario, pues con la sobriedad de la puesta en escena (no sin olvidarme resaltar un excelente trabajo de fotografía), la casi ausencia de acción, los pocos diálogos y el uso minimalista de una bella banda sonora, Herzog tiene más que suficiente para mostrarnos las penurias de los presos, combinando sabiamente esos citados momentos duros con otros de necesitada emotividad (la amistad que va uniendo a los presos, por ejemplo, es una de sus bazas durante el tramo final)

El calvario que deben soportar nuestros protagonista no es tanto el centro de atención de la historia, sino el desarrollo del plan de fuga y cómo este puede unirlos o también separarlos (los hay a favor y también en contra del mismo). Por lo menos en lo que respecta al tiempo que pasan apresados por la guerrilla. Una vez fuera del campamento, todo es distinto, y ahí es donde prosigue esa complicada odisea hacia la libertad. La jungla se convierte en su principal enemigo; les rodea por todas partes, y sólo su perseverancia y valentía puede sacarlos de ese angustioso infierno.


Christian Bale vuelve a demostrarnos por qué es uno de los actores más solicitados de Hollywood, brindando al espectador una notable –y contenida- interpretación, entregándose por completo a su personaje como ya la hiciera con “El Maquinista” de Brad Anderson, aunque aquí no alcanza los extremos de delgadez vistos en aquél inquietante film.

En esta aventura le acompaña, entre otros, Steve Zahn, un actor que pese a estar anclado en el género de la comedia, nos entrega aquí una creíble interpretación. Probablemente, una de las más estimables de su carrera.


Desgraciadamente, no todos son halagos y hay que lamentar el sabor amargo que nos deja la guinda del pastel. Un desenlace “muy al estilo Hollywood” (con todo lo malo que eso conlleva) que si bien no desmerece el resultado final, si debemos decir que le hace un flaco favor al conjunto. Su única razón de ser es que respondiese a hechos reales acontecidos de tal forma.

“Rescue Dawn” es una película que te puede sonar a ya vista debido a su argumento, pero el estilo personal de Herzog le da un tratamiento distinto a este tipo de historias, por lo que considero un delito no haberla estrenado aún en nuestro país, más viendo lo bochornosa e insustancial que es a menudo nuestra cartelera.


Lo mejor: la sobria dirección; Christian Bale

Lo peor: un final demasiado “hoolywoodiense”


Valoración personal: Buena

domingo, octubre 19, 2008

"El reino prohibido", el arte del kung-fu


No todos pueden presumir de tener, en la misma película, a dos de los cracks de las artes marciales más populares, consagrados e internacionales del panorama cinematográfico actual.
Jackie Chan y Jet Li se han ganado su fama a base de patadas y puñetazos, en el mejor sentido de la palabra. Dos virtuosos de las artes marciales que tienen legiones de fans y que, por primera vez, participan juntos (pero no revueltos) en una misma película. Eso ya es un buen motivo para que esos fans se sientan atraídos por esta producción, si bien los propios actores ya han admitido textualmente que la cosa “no es para tanto”.

Tras el visionado de esta “The Forbidden Kingdom” a un servidor no le queda otra que darles la razón. El mayor atractivo de la misma reside básicamente en la presencia de estos dos actores, aunque ese cara a cara puede saber a poco para los que esperaban en encuentro mucho más impactante. Al fin y al cabo, sus personajes son secundarios, y el verdadero prota de la función es el joven y poco conocido Michael Angarano (¿a nadie más le ha parecido un clon de Shia Labeouf?)


Jason es un muchacho aficionado –pero no practicante- al Kung-Fu y a todas las películas made in Hong Kong. Un día, de visita a una pequeña casa de empeños del barrio chino, descubre un legendario báculo de un sabio guerrero chino conocido como el Rey Mono.
Tras una serie de acontecimientos, el báculo revela su poder y teletransporta a Jason cientos de años atrás, hasta la China medieval. Una vez allí, su misión consistirá en devolver el báculo a su verdadero dueño (el Rey Mono), y para hacerlo deberá enfrentarse a un malvado emperador y a su poderoso ejército. Pero Jason no estará sólo, y en esta increíble aventura le acompañarán tres curiosos personajes: un luchador borracho (Jackie Chan), un monje silencioso (Jet Li), y el Gorrion Dorado (Yifei Liu), una bella joven en busca de venganza.


La historia se inspira ligeramente en populares leyendas chinas como la del Rey Mono, pero adaptando el rol del personaje principal a nuestros tiempos y desarrollando el habitual concepto de viajes en el tiempo (al estilo de la tercera entrega de “Las Tortugas Ninja”) para hacerlo más atractivo para el público no asiático.

La trama es sencilla y lineal, centrándose básicamente en el entrenamiento del prota para dominar el arte del kung-fu y posteriormente en seguir su viaje hasta el lugar de destino (con sus obstáculos pertinentes). Por ello podemos decir que la originalidad es más bien escasa y todo cuanto acontece resulta sumamente previsible.

En la cinta priman sobre todo las peleas cuerpo a cuerpo, y es ahí donde ésta saca mayor partido a sus dos estrellas, Chan y Li. Tener a los dos en movimiento, sea cara acara, luchando juntos o por separado, ya merece gran parte del visionado (aunque no de la entrada).
Las coreografías están conseguidas y más o menos los dos se lucen al mismo nivel. Nada más hay que lamentar el ya habitual -y a mi gusto, detestable- “wire-fu”, técnica que consiste en atar con cables a los luchadores para obtener peleas más espectaculares y emocionantes, ignorando por completo las leyes físicas naturales. Como ya digo, este recurso barato me parece muy molesto, ya que en la mayoría de ocasiones se me antoja ridículo y chapucero, y le quita todo el encanto –y el mérito- a las peleas (y por consiguiente, el trabajo de sus actores y/o especialistas). En el caso que nos ocupa, y tratándose de una cinta con componentes fantásticos, se puede llegar a tolerar, pero eso no quita que en ocasiones sea más un perjuicio que un beneficio.


En lo interpretativo, tanto Chan como Li siguen en su línea habitual. Uno (Chan) con su característico toque cómico y mostrando tantas muecas como le sea posible, y el otro (Li) con su habitual inexpresividad. Al segundo además lo tenemos por partida doble, interpretando –es un decir- a dos personajes distintos, a cada cual peor (el monje, hierático perdido, y el Rey Mono demasiado risible)

Por su parte, Michael Angarano cumple con el habitual rol de chico tímido (y un tanto friki) al que los matones del barrio tienen atemorizado. Con la ayuda de estos dos maestros aprenderá a defenderse y a afrontar cualquier situación por peligrosa y difícil que sea. Vamos, el típico papel de “pequeño saltamontes”.

Si acaso, el verdadero punto flaco, en lo que a reparto se refiere, lo tenemos en el villano, Collin Chou, que nunca llega a ser un malvado imponente, ya sea por lo poco acertado que está el actor o por su aspecto un tanto amanerado.


Por lo demás, la película logra su objetivo de entretener gracias a las citadas peleas y a unos efectos especiales competentes. Sus 70 millones de presupuesto lucen bastante bien en pantalla y van acompañados de una buena fotografía, bellos paisajes y una adecuada e inspirada banda sonora.
Su director, especializado en cine familiar (empezó en la Disney y ha realizado las dos entregas de Stuart Little para Warner Bros.), no consigue transmitir la épica suficiente para otorgarle intensidad a la película, pero pese a eso, el resultado es bastante simpático aunque de vez en cuando se pase de infantiloide.

Así pues, si sois fans de Jackie Chan y/o de Jet Li, seguramente paséis un buen rato con este ligero entretenimiento que, sin duda, es lo mejor que ha hecho Chan en años, algo fácil viendo lo mayormente mediocre que es su filmografía (las imposibles piruetas que se monta suelen ser el único motivo para ver semejantes esperpentos). Más o menos lo mismo se podría decir de Li, aunque éste de vez en cuando participa en productos más decentes y se deja ver en agraciadas superproducciones épicas.


Lo mejor: ver a Jackie Chan y Jet Li repartiendo estopa

Lo peor: el villano de turno; el horrible wire-fu


Valoración personal: Correcta

domingo, octubre 05, 2008

Death Race (La carrera de la muerte), objetivo: llegar vivo a la meta


"En el año 2000 atropellar conduciendo no es un crimen, es el deporte nacional"

Así rezaba el cartel de “Death Race 2000” (aka La carrera de la muerte del año 2000), una cinta delirante, a la par que aberrante, de mediados de los 70, producida por el incombustible Roger Corman, dirigida por Paul Bartel y protagonizada por David Carradine y por un jovencísimo Silvester Stallone en uno de sus primeros papeles como protagonista, aquí ejerciendo como antagonista.
La película era una de esas casposas y gamberras producciones tan típicas de Corman, sacando aquí partido de unas violentas carreras y añadiéndole un toque kitsch bastante hortera tanto para los coches como para las vestimentas de los pilotos.

El temible –aunque de vez en cuando correcto- Paul W.S. Anderson (Resident Evil, AlienvsPredator, Mortal Kombat) nos trae un remake que toma prestado el punto de partida de la cinta homónima de Bartel y algunos de sus personajes, pero dándole un nuevo enfoque y un completo -y agradecido- lavado de cara. Adiós a la estética feísta, a su bizarrismo pretendido y a la denuncia del sistema, pues Anderson ha realizado una actualización que pasa por ofrecer una estética mucho más decadente y sucia, con unos automóviles más recargados y amenazadores, y unos pilotos más rudos y sin ningún tipo de escrúpulo. Al frente de todo esto, Jason Statham, el más productivo, resolutivo y cotizado actor de la última hornada de action-men.


En el año 2012, la economía de Estados Unidos ha caído en picado y el paro ha aumentado considerablemente. El único modo de entretener a la amargada y furiosa plebe es ofreciéndoles violentos y sangrientos espectáculos, como si de la Antigua Roma y sus coliseos se tratara.

Isla Terminal, una de las peores cárceles que existen, retransmite a través de Internet lo que han denominado como Death Race (La carrera de la muerte), una competición automovilística donde los presos compiten por su supervivencia y en donde la recompensa es, tras cinco carreras ganadas, la libertad. Hay un circuito pero no hay normas. Los coches van equipados con potente armamento y sólo los mejores pilotos cruzan la meta con vida. A esta cárcel llega Jensen Ames, un tricampeón de velocidad al que han acusado falsamente de un asesinato. La fría y cruel directora de Isla Terminal le coacciona para que participe en la citada “carrera de la muerte”, convirtiéndose ésta en el único billete de salida de su injusto encarcelamiento. Ames acepta a regañadientes sustituyendo al enmascarado “Frankenstein”, el piloto más popular del show.


El punto de partida del film de Anderson se asemeja al de “Perseguido/The Running Man” o “Rollerball”, otras cintas futuristas en el que un juego sanguinario sirve de entretenimiento para el público. Aquí, no obstante, el trasfondo crítico hacia el sistema y hacia una sociedad deshumanizada y reprimida, queda enterrado a favor del puro espectáculo.

Con un presupuesto reducido, aunque superior al de la cinta original, Anderson ofrece espectaculares secuencias de acción, rodadas con nervio y sin apenas utilizar efectos digitales, lo que le otorga un mayor -y necesario- realismo. Los coches se abollan, explotan y dan vueltas de campana, de verdad. Los especialistas se ganan el sueldo y el espectador goza de encarnizadas y adrenalíticas carreras donde los casquillos y la metralla cubren el asfalto.

Aunque aquí ya no se trate de atropellar a los transeúntes como en la cinta de Bartel (de ahí salió la inspiración para el videojuego “Carmageddon”), y el circuito quede anclado en un reducido aunque acondicionado espacio, la violencia sigue estando a la orden del día. Probablemente sea tratada de forma un poco más políticamente correcta, pero no por ella es menos satisfactoria. Además tenemos algunas secuencias donde la sangre es la protagonista, que aunque sean pocas y puntuales, son de agradecer en un género que cada vez se está volviendo más light.
Teniendo en cuenta que son las carreras el principal reclamo de la cinta y las que ocupan la mayor parte del metraje, es necesario que éstas sean atractivas y estén bien rodadas, algo que el director cumple sobradamente (videocliperas, sí, pero menos mareantes que las de un Peter Berg o un Michael Bay)


La trama está al servicio de la acción. Simple, sin complicaciones y sin profundizar en los personajes, pero lo suficientemente bien “engrasada” para resultar interesante y efectiva como complemento a las competiciones.

En general, el reparto está bastante correcto. Statham, con la misma cara de palo de siempre (ni de lejos es el nuevo Bruce Willis), cumple sin más. Se ha especializado en el cine de acción y este tipo de personajes le vienen como anillo al dedo. Hay menos patadas/puñetazos de lo habitual, pero su presencia impone igual.
Joan Allen resuelve con sobriedad el típico papel de despiadado/a alcaide/sa; Ian McShane como mecánico y jefe de equipo, es el idóneo para un personaje de esos que suelen ejercer los veteranos de turno como Robert Duvall (véase Días de trueno o 60 segundos); Tyrese Gibson, un poco más macarra de lo habitual, está en su línea; y la desconocida Natalie Martinez no es más que la maciza de turno, que como tal, exhibe sus gracias para deleite del sector masculino, mayormente. El resto son los tipos malos que ponen cara de malo, y con eso nos basta.

Esta nueva “Death Race” no es un remake al uso. Anderson reescribe enteramente la historia, le da un tono más serio y mesurado, se adapta a los cánones del cine de acción moderno y mejora una película ya de por sí muy mejorable, tomando como referente más cercano la sucia estética de películas tipo “Mad Max” (con el monstruoso camión de Warlords of the 21st Century/Battlestruck incluido). Su gran baza pues, ha sido renovar el concepto de la carrera de la muerte para hacerlo más apetecible al espectador actual. Copiar o intentar imitar a su homónima hubiera sido un craso error.

Vista con moderadas expectativas (ese ha sido mi caso), “Death Race” resulta ser un sencillo pero eficaz entretenimiento de escasas pretensiones y mucha testosterona. Poco de ciencia ficción -el contexto histórico no difiere mucho de la actual crisis económica ni de los abundantes reality-shows basura- y mucho de acción.
Ambiente carcelario, carreras suicidas, violencia gratuita y tías buenas. Un cóctel que bien combinado, deja buen sabor de boca. Exigirle más sería contraproducente.


Lo mejor: las carreras; el cuerpazo de Natalie Martinez (xD)

Lo peor: una trama muy previsible


Valoración personal: Correcta

sábado, octubre 04, 2008

2º Anversario (con retraso)


Como reza el dicho ”Más vale tarde que nunca” . Y aquí está un servidor que, con tantas cosas que tiene en la cabeza en los últimos meses, se olvidó de una fecha tan destacada como la del 28 del pasado Agosto, día en el que este humilde blog cumplió dos años de vida. Dos años desde que empecé a divagar en la blogosfera, convirtiéndome en uno más de entre los muchos que dejaban sus opiniones en el mundo virtual.

Creé mi blog sin tener muy claro que iba a escribir en él, hasta terminar siendo un blog dedicado a una de mis grandes pasiones, el cine. Por él han pasado varios lectores. Algunos de forma fugaz, otros de forma permanente. Los que hay que vinieron para ser parte de un momento, de una época, y los hay que vinieron para quedarse (hasta que terminen por aburrirme o yo eche el cierre)
A todos ellos les agradezco enormemente su paso por estos lares y las opiniones vertidas en él; e incluso a aquellos que leen mis escritos pero no dejan constancia de ello, gracias. Tengo claro que sin vosotros, mis lectores (habituales o esporádicos), mi voluntad para seguir adelante con el blog hubiera menguado enormemente. Pero ya han pasado dos años y me siento satisfecho, no ya sólo por lo mucho que disfruto escribiendo sino por las personas a las que he conocido.

Espero y deseo que “Diario de una mente perturbada” siga activo durante mucho tiempo más. Un servidor hará todo lo posible para que así sea.


Una vez más, reitero mi gratitud hacia vosotros, mis fieles e indispensables lectores.


Saludos ;)

viernes, septiembre 26, 2008

MEME: ¿Cuales son las 20 actrices más sexys de cine y televisión?

Llevaba mucho tiempo sin recibir una MEME, fuese del tipo que fuese. La última trataba de un listado de películas de lo más variopinto en el que debía señalar las que había visto (por mi cuenta, incorporé una valoración general a las susodichas)

Ahora es el compi cinéfilo Chacal, desde su blog “El Blog de Chacal”, que me manda una MEME muy sugerente y a la que no me importa dedicarle unos minutos.

El tema consiste en elaborar una lista de las 20 actrices que a un servidor le resultan más sexys, diferenciando entre actrices de cine (10) y de series de tv (las 10 restantes)

Será difícil elegir sólo 10 de cada, pero intentaré ser lo más selectivo posible. Algunos nombres se quedarán en el tintero, pero intentaré reflejar mis preferencias básicas con este escueto listado.

Ahí van mis favoritas!


Mis actrices más sexys del cine


Mis actrices más sexys de la televisión


La MEME debo pasarla únicamente a tres blogueros más, así que le dejo esa responsabilidad a Jorge, de Cine Novedades, a Sam Loomis de Totally Unrated y a Alejandro the Wyvern de Soy la puerta. Seguro que me lo agradecerán xD

sábado, septiembre 20, 2008

“Los Extraños”, terror en estado puro


Con un notable éxito al otro lado del charco, nos llega una de esas cintas de terror que presumen de estar basadas en hechos reales. Como suele ser habitual, y en este caso aún más, se trata más bien de un “inspirado en hechos reales” que no de un “basado en…”. Dejando aparte su veracidad, la cinta que nos ocupa ha cuadruplicado su escaso presupuesto (9 millones de dólares) en taquilla, siendo uno de los éxitos inesperados del año, lo que ha hecho que su debutante director, Bryan Bertino, haya firmado un contrato con la productora Rogue para dos películas más (de terror, por supuesto) Ahora bien, la pobre competencia en estrenos también parece haber obrado a su favor, todo sea dicho.


La historia nos presenta a Kristen y James, una joven pareja que se encuentra pasando la noche en una casa bastante alejada de la civilización (¡como no!). De madrugada, un grupo de extraños empiezan a aporrear puertas y ventanas. A medida que pasan los minutos, el asedio cada vez se hace más violento y perturbador, por lo que a la pareja no le queda otra que armarse con lo que tengan a mano y defenderse como puedan de los atacantes.


Esta escueta sinopsis es suficiente para darnos cuenta de la poca o nula originalidad de la propuesta. Cintas de este tipo las hemos visto en otras ocasiones, siendo la francesa “Ils” o la americana “Habitación sin salida” dos ejemplos recientes de parejas acechadas en casas o moteles. De hecho, “The Strangers” casi podría considerarse un remake yanqui de la primera, puesto que tanto la forma de rodar de Bertino como el tipo de asaltadores que este incluye en su film son sumamente parecidos a los de los franceses David Moreau y Xavier Palud. No obstante, tanto las interpretaciones como el ritmo de la misma están mucho más conseguidos en la cinta de Bertino, antojándoseme “Ils” un poco insípida (por no decir aburrida) dentro de su género.

El director apuesta por la sobriedad y el ritmo pausado. El tramo inicial se nos presenta con muchos silencios y poco diálogo, que en este caso y dada la situación que atraviesan los personajes, supone un tratamiento acertado. Estos primerizos minutos nos permiten conocer un poco a los personajes y comprender en que punto están de su relación, algo necesario para poder sentir cierto apego por ellos, ya que de no ser así el asedio tendría mucho menos emoción.

El ritmo se va acelerando paulatinamente, sobretodo con la llegada de los asaltantes. En este punto, la película se convierte en el típico juego del gato y el ratón, en el que los atacantes empiezan a incordiar psicológicamente a la pareja y ésta busca desesperadamente una salida. A cada minuto que pasa, Kristen y James permanecen más atemorizados. Tanto el espectador como los protagonistas desconocen los motivos de los agresores, pero lo que está claro es que no han venido con buenas intenciones y que escapar de ellos no será nada fácil.
De la violencia psicológica se pasa a la violencia física, momento en el que la vida de Kristen y James correrá un grave peligro. No hay nadie en kilómetros a la redonda y los asaltantes parecen tener todas las salidas cubiertas, por lo que la presión no puede ser mayor.


En lo bueno, debemos resaltar el tono austero que Bertino le imprime al film. Lejos de utilizar los típicos efectos de sonido ensordecedores o los sustos fáciles, el director apuesta por un sosegado suspense que convierte a “Los Extraños” en uno de las películas de terror más intensas de los últimos tiempos. La tensión se palpa en cada fotograma gracias a la forma con la que presenta a los malos de la función y en cómo ejecutan el asalto. Los persecuciones no son frenéticas sino todo lo contrario, por lo que no nos queda otro que contener el aliento de vez en cuando; y la sangre aparece en cuentagotas, siendo utilizada cuando realmente es necesario y en ningún momento de forma efectista como parece ser hoy en día la tónica habitual del género.

La interpretación de sus protagonistas es más o menos convincente.
El “más” se lo lleva Liv Tyler, que transmite con credibilidad el miedo y la inseguridad de su personaje, aunque quizás el director abuse demasiado del llanto o los gritos para enfatizar esas emociones. El “menos” corresponde a Scott Speedman, un actor bastante sosete al que el primer tramo de la cinta le viene bastante bien a su inexpresividad, pero que una vez llegan los asaltantes, su interpretación parece no dar más de sí.


En lo malo, debemos lamentar los abundantes clichés que concentra la película. Desde móviles sin batería (cuando no, es la cobertura), tropiezos que tuercen tobillos, perseguidores que desaparecen de un sitio y aparecen en otro a la velocidad de luz, y demás topicazos que ya ni sorprenden ni convencen. Eso, unido a la ya citada escasa originalidad de la historia, le resta muchos puntos a la ópera prima de Bertino. Por no hablar de escenas que parecen sacadas de otras películas (SPOILER— el destino que le espera al amigo de James recuerda sobremanera al cómo termina la madre de la protagonista de “A L’Interieur”; y la escena del armario con Liv Tyler recuerda al “Halloween” de John Carpenter” – FIN SPOILER)


A su favor, no obstante, está el tener a unos atacantes desprovistos de motivos, que hacen lo que hacen por simple placer. No hay motivos personales, raciales o sociales por los que cometan tal ataque. Es el mal por el mal.
Para algunos, esto podrá ser un fallo garrafal, pero para un servidor supone un acierto que convierte a estos asaltantes en algo más inquietante y desconcertante (y resulta algo más cercano a la realidad de lo que podríamos inaginarnos)
Las máscaras que usan éstos también tienen su punto macabro, y desde luego dan más mal rollo que, por ejemplo, la que usaban en “Scream”.


Por tanto, “Los extraños” es una intensa y perturbadora cinta de terror que queda, en cierto modo, lastrada por sus abundantes clichés, su escasa originalidad y -algo que aún no había comentado- un absurdo e desmerecedor desenlace. Una película mejor dirigida que escrita, y que por consiguiente, termina siendo un entretenimiento meramente correcto.

Apuntaremos eso sí, el nombre de Bryan Bertino para comprobar si en futuros proyectos y con un guión más original y elaborado, es capaz de inquietarnos nuevamente pero con mejores resultado finales.


Lo mejor: la apuesta por el suspense y no por el susto fácil; su sobriedad.

Lo peor: la escasa originalidad de la propuesta y los típicos clichés del género.


Valoración personal: Correcta

martes, septiembre 16, 2008

"Wanted (Se busca)", la decadencia del género


Me encanta el cine de acción. Eso es algo que ya sabreis después de leer la primera parte de mi especial "Cine de Acción, Lo mejor de los 90". Y siempre he defendido a estrellas como Swarzenegger o Stallone por ser buenos haciendo su trabajo, y he aplaudido los ingeniosos guiones de Shane Black aunque ninguno jamás se llevase un Oscar. Y es que Oscars no es precisamente lo que uno busca en este género. Uno busca un buen entretenimiento con el que devorar el cubo de palomitas sin comerse demasiado el coco. Que la historia, aunque no sea alabada por la crítica, enganche y te mantenga interesado en lo que estás viendo. Que los personajes, aunque no tengan una gran profundidad, sean los suficientemente atractivos como para sentir empatía por ellos. Y que las escenas de acción, aunque a veces sean imposibles, resulten espectaculares y coherentes con la trama.


Desgraciadamente, el género ha evolucionado, o mejor dicho, ha degenerado a unos mínimos insuficientes para que el espectador –exigente- disfrute. Ahora, con un buen festín de CGI y pirotecnia, se resuelve la papeleta, obviando así todo lo demás. Eso que hizo grandes a las cintas anteriormente citadas ha dejado de existir, dejando paso a la máxima de “cuanto más fantasioso e imposible, mejor”, peleándose así los productores y directores por ver quién la “monta más gorda”.

Wanted es el claro ejemplo de producto artificial e insustancial que, pese a no aburirr -eso ya sería el colmo- deja una sensación de vacío absoluto tras su visionado. La particular orgía visual del director ruso Timur Bekmambetov pretende ocultar los muchos errores de coherencia, verosimilitud (no ya sólo en la acción sino en la trama) y narración que arrastra su película.


Wesley Gibson (James McAvoy) es un joven abatido por la rutina diaria y por una vida insatisfactoria. Se siente desgraciado por un trabajo que detesta, una jefa que lo humilla y una novia que lo ignora y que encima se acuesta con su mejor amigo (compañero de trabajo, para más inri). Pero todo eso cambia el día que descubre que su padre, que lo abandonó siendo pequeño, pertenecía a una organización secreta de asesinos, y que ahora un traidor ha acabado con él. La organización, conocida como la Fraternidad pretende reclutar a Wesley entre sus filas, y aunque él en un principio se niegue, pronto cambiará de opinión para darle un vuelco de 180 grados a su insulsa vida.

Wesley seguirá, a partir de ahora, un duro entrenamiento para convertirse en un perfecto asesino, siguiendo así los pasos de su padre. Y una vez logre ser el mejor, se enfrentará al citado traidor para vengar la muerte de su progenitor.


Adaptando -más o menos...- el cómic original de Mark Millar y J.G. Jones, Bekmambetov tiene la posibilidad de desplegar todo ese poderío visual que ya se apreciaba en sus primeros films. En su estreno en suelo estadounidense, el ruso no ha dudado en volver a hacer uso de ese particular estilo videoclipero que le sirve para dar una gran espectacularidad las secuencias de acción que la cinta posee. Desgraciadamente, descuida todo lo demás, estando el resultado más cercano a un videojuego de plataformas que a una película. Y es que aquí la historia y los personajes son lo de menos; lo único que importa es pasar de una escena de acción/pantalla a otra, viendo caer como moscas a los malos y terminando con vida la partida.


Lo que es el guión, al que tampoco se le exige demasiado dadas las circunstancias, hace aguas a la mínima que se le pide un poco de credibilidad al asunto o cuando uno empieza a hacerse ciertas preguntas que parecen no tener respuesta (¿Qué son esos poderes que posee dormidos el protagonista? ¿Qué demonios es ese telar que teje el destino/encargos de los asesinos? ¿Por qué hay tantas muertes gratuitas?). Los personajes no transmiten absolutamente nada al espectador, de manera que la empatía con ellos es nula, por lo que a lo largo del metraje nos importa bien poco si sobreviven o si mueren. De hecho, el giro argumental hacia el tramo final de la película más que sorpresa causa una absoluta indeferencia, como el resto de la historia.

Lo único rescatable de este intento de película son sus secuencias de acción, que pese a su espectacularidad, no emocionan lo más mínimo, salvo que el espectador se haya entregado por completo a la absurdez y vacuidad de la propuesta. Por tanto, verlas todas seguidas usando el botón de rebobinar proporcionaría el mismo sentimiento de insatisfacción que produce ver la película entera.


El director
, además, usa y abusa del bullet time y la cámara lenta constantemente. Y es que no hay escena en que los protagonistas cojan un arma sin que se usen estas dos técnicas. Recursos que pueden resultar interesantes usados con cierta moderación, pero que saturan si se utilizan cada cinco minutos (y no siempre con justificación)


Se agradece eso sí, que el producto no se tome en serio a sí mismo (faltaría más) y que la hemoglobina abunde a lo largo del metraje, pues en estos tiempos tan políticamente correctos y censurados que corren, la calificación PG13 está matando a éste y a otros géneros. Pero como ya digo, el resto es demasiado anodino como para resultar interesante, de modo que la acción se torna hasta intrascendental y poco jugosa, por muy bien realizada que esté.


Tampoco el reparto, a excepción del protagonista, ayuda demasiado a hacer más agradable la experiencia.

La cada vez más esquelética Angelina Jolie firma la que probablemente sea la peor interpretación de toda su carrera. Un par de frías sonrisas, fruncimiento de ceño (como si le picara la nariz) cada vez que coge un arma y un desnudo gratuito, es lo poco que ofrece la mujer de Brad Pitt en ésta película. Habla poco y cuando lo hace, se pega un monólogo pretendidamente profundo que no hace más que evidenciar las escasas aptitudes interpretativas de la actriz. Lástima, porque este tipo de papeles se le suelen dar bien (por no decir que son los únicos que resuelve decentemente)

Morgan Freeman, el eterno secundario de lujo que igual te sirve para un roto que para un descosido, cumple simplemente con los trámites. Se deja ver un ratito para luego cobrar su pertinente cheque, y a otra cosa mariposa.

Por tanto, James McAvoy parece ser el único de los protagonistas principales que le pone empeño al asunto. Y aunque su personaje nunca termine de cautivar al espectador, por lo menos el actor lo hace creíble y hasta simpático (aprende Maguire)



Así pues, pese a que pensaba que las fantasmadas elevadas al cubo que muestra Bekmambetov iban a ser lo peor de la cinta (al menos a mi gusto personal), finalmente son lo único soportable –aunque no deleitable- de una película más bien mediocre que no te involucra en la historia, que no te emociona y lo que es peor, que no te llena ni tan siquiera el ansia palomitera.

“Wanted” es como un árbol de navidad recargado de elementos decorativos; para algunos será de lo más bonito, pero para otros es realmente espantoso. Desde luego, si esta es la evolución del cine de acción, que no cuenten conmigo.

Para gustos, colores, y aunque mi criterio es tan discutible como el de cualquier otro (o más), os recomiendo que si quereis ir al cine a ver una buen película de acción, quizás aún esteis a tiempo a de ver “Venganza” con Liam Nesson; pero si lo que quereis es ver lo poco que le queda de trasero a la Jolie, entonces id a ver “Wanted”, sobretodo si os gustaron películas como “Transporter 2”, “Crank”, “Shoot’em Up” o “Sr.&Sra. Smith”.


Lo mejor: James McAvoy; que no se tome en serio a sí misma.

Lo peor: la indiferencia e insatisfacción que te queda tras su visionado.


Valoración personal: Regular

lunes, septiembre 08, 2008

Cine de Acción - Lo Mejor de los 90, Parte I



Tachado de superficial, mayormente mediocre e incluso tonto, el género de acción ha sido siempre de los más menospreciados, considerándose muchas veces a sus estrellas protagonistas como meras masas de músculo sin un ápice de talento interpretativo. Obviamente, habrá casos en los que esto pueda suceder, pero no hay ninguna duda de que muchas otras veces es más una cuestión de prejuicios que de juicio justo.

Las cintas de acción o “de tiros y explosiones” nos han ofrecido algunos de los momentos más espectaculares, adrenalíticos y emocionantes del cine de entretenimiento. Un tipo de películas hechas sin mayor afán que el de entretenernos durante un par de horas -o menos- frente a la pantalla, disfrutando de sus tramas sencillas pero adictivas, de sus secuencias trepidantes y a veces imposibles, de sus héroes incasables y casi indestructibles, y de sus malos muy malos.
Por supuesto, no todas estas cintas de evasión nos dejan la misma huella. Algunas se ven tan fácilmente como se olvidan y otras no dejan de ser productos vacíos sin ningún tipo de chispa. Son pocas esas veces en que se convierten en estandartes del género debido a sus innegables virtudes. Esas veces en que sus protagonistas congenian maravillosamente con el espectador y devienen al positivo estatus de “action-man”. Y digo positivo porque si en esa categoría cumplen sobradamente con su función, no dejan de ser buenos actores; pues cada uno es bueno con el género o géneros que le ha tocado y/o querido trabajar.

Durante la década de los 80 y sobretodo 90, actores como Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone o Bruce Willis, entre otros, se convirtieron en grandes estrellas del cine de acción. Vilipendiados siempre por la crítica especializada, se ganaron el aprecio del público, que acudía en masa al cine a ver sus películas. No siempre eran buenas, pero la expectación por ellas nunca menguaba.

En este primer post especial de “Cine de Acción - Lo mejor de los 90”, se hará un breve repaso a algunas de las cintas de acción yanquis más destacadas de los 90, independientemente de su éxito y siempre partiendo de los gustos personales de un servidor. En la elección se ha partido del género en estado puro, excluyendo así aquellas cintas que se mezclan con otros géneros como pudiera ser la ciencia-ficción. Quedan fuera pues geniales películas como Desafío Total, Demolition Man o El quinto elemento, por ejemplo.


Speed (1994)

Una de las cintas de acción más exitosas de los 90. Debut de Jan De Bont tras la cámara después de ejercer de director de fotografía en títulos como “La Caza del Octubre Rojo” o “La Jungla de Cristal” . Una trepidante película que convirtió un autobús en un arma mortal y que subió el caché de su actor protagonista, Keanu Reeves. Tras ésta y la catastrofista “Twister”, De Bont decayó con mediocres producciones entre las que se incluye una decepcionante segunda entrega de su primer gran éxito.



La Jungla 2: Alerta Roja (1990)

Inferior aunque igualmente entretenida secuela del film de John McTiernan “La Jungla de Cristal”, esta vez a cargo de un Renny Harlin que se limitó simplemente a copiar los parámetros de su predecesora. Buenas escenas acción y un Bruce Willis en su salsa para una segunda parte que gustó más que decepcionó.





Máximo Riesgo (1993)

Vehículo para puro lucimiento de Stallone y que el actor supo aprovechar para recuperar el estatus que casi pierde tras su paso por un par de comedias de escaso interés para el público. Renny Harlin dirigió probablemente la que es su mejor película y también su último éxito en taquilla (y también el de Sly). Trepidante y violenta; de lo mejorcito de uno de nuestros action-men más queridos.




El Último Gran Héroe (1993)

Injustamente infravalorada, supone uno de los trabajos más divertidos y entretenidos de McTiernan y Schwarzenneger. El público no supo entender su humor basado en la autoparodia del género, y la cinta se estrelló en taquilla (con la crueldad habitual de la crítica, de propina). Una trama ingeniosa, cameos a tutiplén e impactantes escenas de acción para un film a reivindicar.




Le Llaman Bodhi (1991)

Atractivo reparto masculino para una cinta de robos que tuvo éxito a un lado y al otro del charco. Kathryn Bigelow (la versión femenina de McTiernan) dirige uno de sus mejores trabajos con estupendas escenas de acción y de surf, unos ladrones de bancos imitados hasta la saciedad y un Gary Busey esta vez en el bando de los buenos, por increíble que parezca.





Arma Letal 3 (1992)

No hay dos sin tres, y a principios de los 90 la pareja formada por Mel Gibson y Danny Glover volvió a la carga con otra entrega de la franquicia que más fama (y riqueza) les dió. A mi juicio, tiene el mejor inicio de las tres (¿cable rojo o cable azul? xD) y el personaje de René Russo aportó algo de frescura a una historia que volvió a triunfar gracias a la innegable química entre sus actores protagonistas.




El último Boy Scout (1991)

Willis en su ideal papel de poli acabado y deslenguado, acompañado por un correcto Damon Wayans en una película llena de geniales golpes de humor y acción por un tubo. Diálogos que se han quedado grabados en la memoria de un servidor gracias al guionista Shane Black, cuyo guión se pagó a muy buen precio. La película afincó a Willis dentro del cine acción, aunque por aquel entonces ya era toda una estrella del género.




Alerta Máxima (1992)

La mejor película del pétreo Steven Seagal, por no decir la única buena cinta de acción de toda su deprimente filmografía. Un inspirado Andrew Davis (pocas veces ocurre) llevó a cabo este gratificante entretenimiento que, sin duda alguna, pretendía aprovechar el tirón de “La jungla de cristal” trasladando todo el follón a un barco y a haciendo de Seagal el justiciero solitario. Lo mejor: un Tommy Lee Jones desatado como simpático villano y Erika Eleniak saliendo de la tarta de cumpleaños.



Las Aventuras de Ford Farlaine (1990)

Pocas veces un doblaje español -un descacharrante Pablo Carbonell- había hecho tanto por una película. Una desvergonzada comedia de acción protagonizada por el detective rockanrolero más misógino, cachondo y chuleta de Los Ángeles.
Una película cargada de humor con frases ya míticas (“Tanto gilipollas y tan pocas balas”), un detective guasón y un Robert Englund cambiando su jersey de rayas por cuero negro. Poco más de hora y media de descarada diversión. La mejor etapa del director Renny Harlin, aunque desgraciadamente fue la única interpretación destacada del actor Andrew Dice Clay.

48 Horas Más (1990)

Secuela de la exitosa “Límite: 48 horas” del siempre reivindicable Walter Hill. Repitió fórmula y aunque resultó ser muy inferior a su predecesora, siguió siendo una disfrutable buddy movie con un simpático Eddie Murphy y un rudo Nick Nolte como sinpar pareja protagonista.






En el próximo post seguirá el repaso dedicado al cine de acción, desde mediados de los 90 hasta los últimos años de la década. De nuevo se destacarán las principales cintas que pulularon por nuestras carteleras, y además habrá un pequeño extra: un breve listado de otros títulos a tener en cuenta aparecidos durante esos diez años, aunque no sean los más recordados/famosos.
Por tanto, si en esta entrega habéis echado en falta alguna película, de seguro que la tendréis en la siguiente.

sábado, agosto 30, 2008

"Hellboy II: el ejército dorado", sello de oro para cerrar el verano cinematográfico


Pese a que la mayoría de los títulos de su filmografía me parezcan simplemente correctos (eso incluye la sobrevalorada “El laberinto del Fauno”) y posea algún que otro bodrio -Mimic-, no puedo negar que Guillermo Del Toro es uno de los directores más interesantes y productivos de la última década. Tiene un sello personal muy particular que encandila a los fans del fantástico, y por lo general sus historias siempre tienen algún aliciente que las hace atractivas (tanto la idea base de los guiones como lo meramente visual)
Tras apuntarse a la moda de las adaptaciones de cómics con la secuela de la estupenda “Blade” (la que propició, en cierto modo, esta dichosa moda), Del Toro se atrevió, en el 2004, a trasladar al cine la obra más conocida del escritor y dibujante de cómics Mike Mignola: Hellboy. El resultado, pese a ser bastante decente y simpático, no consiguió arrasar en cines, aunque logró salvarse del fracaso gracias a que su presupuesto fuera también ajustado (60 millones de dólares)

Hoy, cuatro años más, nos trae la secuela de las aventuras de Rojo (Hellboy), uno de los héroes/antihéroes más sugerentes que han saltado de la viñeta al fotograma, gracias no sólo al buen hacer de Del Toro sino también al rebosante carisma de su actor principal, Ron Perlman.


Hace miles de años y tras unas encarnizadas batallas, se selló un pacto entre humanos y habitantes del mundo fantástico que condenó a los segundos a vivir a la sombra de los primeros. En la actualidad, el Príncipe Nuada (Luke Goss), hijo del rey del mundo fantástico, decide romper ese pacto con tal de liberar a su estirpe y terminar con el codicioso y destructivo reinado humano.
Para llevar a cabo su venganza, el Príncipe tiene la intención de despertar el viejo ejército del reino –el ejército dorado que da título al film- para así someter con facilidad a la raza humana. Por supuesto, el único que podrá detener su diabólico plan será Hellboy y sus amigos, el equipo perteneciente a la Agencia de Investigación y Defensa Paranormal.

La suerte está echada y sólo el que luche mejor vencerá.



Lo más sorprendente y abrumador de esta segunda entrega es, sin lugar a dudas, la plasmación de ese mundo fantástico y de sus seres. Un derroche de imaginación visual que empieza desde unos cuidadísimos títulos de crédito, sigue con una ambientación realmente conseguida y fascinante, y termina con un clímax final épico digno de ser envidiado por otras producciones de corte fantástico de mayores pretensiones.
En ese aspecto, el salto cualitativo entre ésta y su predecesora es cuantioso, y eso que a parte de su poderío imaginativo, la película tan sólo ha contado con 25 millones más de presupuesto respecto a su primera parte. Así que podemos decir que el director sabe administrar cada dólar y cada centavo para conseguir unos vistosos y efectivos efectos especiales, tanto los digitales como los artesanales, estos últimos tan preciados y entrañables para un servidor que me daba la sensación de estar asistiendo a una producción ochentera al estilo “Dentro del laberinto” o “La historia interminable”.

Sin embargo, y aquí viene la otra cara de la moneda, ese ambiente tan deudor de una obra de Tolkien (por citar un ejemplo conocido y porque de la mano de Del Toro nos llegará "El Hobbit") choca un poco con el “Hellboy” del 2004. Se percibe una cierta rotura en la unidad de la saga, no sólo ya por la introducción de ese preciosista y a ratos decadente mundo fantástico, sino también por la impresión –y esto es una apreciación muy personal- de haber cedido a los cánones habituales del blockbuster yanqui.
Por supuesto, esto no es algo molesto ni tampoco impide dejarse maravillar por el sentido del espectáculo propio de cualquier película comercial comiquera, pero la impronta de Del Toro trasciende más por lo visual que por la historia en sí misma. Asistimos a una montaña rusa que cada vez va a más, maravillando y entreteniendo a un ritmo a veces estupendo, pero con un guión que va bajando el nivel a cuentagotas y que se antoja demasiado predecible.

La evolución del algún personaje es notoria, incluso afecta sobremanera a la actuación de su actriz. Me refiero obviamente a Selma Blair y su Liz Sherman, aquí mucho más espabilada y participativa y con un trabajo de la actriz bastante más convincente (para mí Blair fue lo peor de la primera entrega, con diferencia)

Por el contrario, Rojo se ha infantilizado y autoparodiado un poquito, aunque nunca llega al ridículo gracias al propio Perlman (la escena del “Can't smile without you” es simpática, pero no negaremos que está un poco fuera de lugar).

La inclusión del personaje de Johaan Krauss es todo un acierto (no así el doblaje en España de Santiago Segura, que de nuevo tiene un cameo al principio del film) al aportar savia nueva al grupo de héroes tanto por sus características “físicas” y su estética steampunk como por su personalidad. Y el villano tiene un tratamiento muy adecuado, ya que pese a sus más que reprochables métodos e intenciones, su causa no deja de parecerme justa (la humanidad somos el cáncer de la Tierra, para qué negarlo)


El diseño del bestiario que se deja ver a lo largo del metraje es estupendo, desde las devoradoras hadas hasta el gigantesco monstruo-planta. El ejército dorado impresiona tanto por su acabado técnico como por el estudiado funcionamiento de cada una de sus partes; el trabajo de fotografía es impecable y la coreografía en las peleas es una de las más conseguidas que se ha visto últimamente en pantalla, destacando por encima de todas la pelea final entre Rojo y el Príncipe Nuada.

El guiño a “La novia de Frankenstein” ayuda a conocer mejor los intereses y referentes cinematográficos de Del Toro y también a pensar en esa futura pero incierta adaptación que el director mexicano pretende llevar a cabo de la obra de Mary Shelley. Por contra, algunas secuencias, como la del paseo por las instalaciones de la Agencia, que recuerda y mucho a “Men In Black”, le restan algo de originalidad a la propuesta.

Con sus más y sus menos, “Hellboy 2: The Golden Army” es un estimulante, divertido y sumamente disfrutable entretenimiento veraniego que de seguro gustará -en mayor o menor medida- a los fans de la primera entrega, y que bien merece desde ya, una continuación que cierre la trilogía. Aunque con la ocupada agenda de su director, mucho me temo que tardaremos otros cuatro años en ver una secuela.


Lo mejor: la ambientación; que aún podamos disfrutar de un buen maquillaje y animatronics junto al cada vez más imprescindible CGI.

Lo peor: un guión más flojo y predecible en favor del espectáculo.


Valoración personal: Buena

sábado, agosto 23, 2008

"Street Dance", guerra en la pista de baile


En el 2006 llegó a las pantallas “Step Up”, un musical juvenil con chicos y chicas pegando bailoteos que tuvo bastante tirón en EE.UU., aunque por nuestras tierras pasó sin hacer mucho ruido. Dos años más tarde se estrena su secuela y tanto la historia como los personajes son nuevos y nada tienen que ver con su predecesora, salvo por el cameo del principal protagonista de aquella, Channing Tatum, cuya presencia aquí es más bien testimonial.

Atendiendo al hecho de que ahora están muy de moda en televisión los programas de bailes y que esto es una secuela de una película que probablemente hayan visto sólo cuatro gatos, las distribuidoras han decidido cambiarle el título y venderla como la película de bailes que –una parte de- los adolescentes españoles estaban esperando. El bautizo se ha producido con… ¡otro título en inglés! Así que de “Step Up 2, The Streets” pasamos a “Street Dance”, misma artimaña utilizada para “Shawn Of The Dead”, aquí “Zombies Party” (sin comentarios)


Nuestra protagonista es Andie (Brizna Evigan), una joven bailarina urbana cuya rebeldía no hace más que meterla en problemas. Cansada ya de tanta irresponsabilidad, su tutora legal, Sarah (amiga de su difunta madre), decide alejarla de las calles y, por ende, de sus amigos, enviándola a Texas con su tía. Para evitar tal reprimenda, Andie se apunta a la escuela de baile Maryland School of the Arts (MSA) para demostrarle a Sarah que puede hacer algo de provecho con su vida.

Una vez allí procura integrarse entre los demás estudiantes, pero su estilo de baile callejero no terminará de encajar con el recatadísimo y clasicista estilo del centro. Chase, uno de los mejores y más populares bailarines de la escuela, se interesa por Andie de un modo profesional y personal, y juntos deciden montar un grupo de bailarines para participar en “Las Calles”, un particular torneo en el que los bailarines de la calle demuestran al público las virguerías que son capaces de hacer en la pista de baile. Uno de los grupos rivales de Andie y sus nuevos compañeros serán, precisamente, sus antiguos amigos del barrio que, tras ingresar en la MSA, le dieron la espalda.


Steet Dance” es la típica película de bailes destinada a un público juvenil, repleta de estereotipos y clichés, y con sus chicos y chicas guapos y rebeldes y su música pegadiza. La trama es simple y está más sobada que el pomo de una puerta, por lo que en ese aspecto no hay mucho que resaltar. Así que si por algo destaca este film es principalmente por sus bailes, plagados de increíbles coreografías y movimientos imposibles. Eso es lo mejor que te puedes encontrar aquí y básicamente es lo que uno busca cuando asiste a su visionado. Por ese motivo no engaña a nadie y se asemeja a otros films de corte similar vistos ya en décadas anteriores como Fama, Flashdance, Dirty Dancing o Footloose.

Su superficialidad y sus abundantes topicazos se compensan de alguna manera con la espectacularidad de sus bailes y su cuidada puesta en escena, con unos actores/bailarines que dan lo mejor de sí cuando se trata de bailar y que hacen lo que pueden cuando se trata de actuar. Y no es que actúen mal, pero es que el guión es tan plano que poco pueden ofrecer. Eso sí, sus personajes resultan más o menos simpáticos y la relación amorosa entre la pareja protagonista es lo suficientemente soportable como para que entre baile y baile el espectador no se aburra.

Por lo demás, tenemos los típicos mensajes de superación personal, la rivalidad entre bandas y clases sociales (aquí los callejeros contra pijolandia) y el discursito moralista que en un momento dado su protagonista efectuará para emocionar al espectador (en este caso, es lo peor de la película). El chico se quedará con la chica, los buenos ganarán, los malos quedarán humillados y la película se olvidará al poco rato de salir de la sala.

Por lo tanto, “Street Dance” ni sorprende ni molesta. Se deja ver con facilidad gracias a sus sorprendentes bailoteos (una pasada, oye), pero si este tipo de películas te indigestan o simplemente te causan indiferencia, es probable que ésta no sea la excepción.


Lo mejor: los bailes y las diferentes coreografías, sin duda.

Lo peor: los abundantes tópicos.


Valoración personal:
Correcta

miércoles, agosto 13, 2008

"Mamma Mía", a bailar!


Siendo ‘Mamma Mía!’ uno de los musicales más exitosos de los escenarios de todo el mundo, no es de extrañar que en un momento u otro tuviera su pertinente adaptación al cine.
Representado en más de 170 ciudades a lo largo de 10 años, este musical inspirado en las canciones del grupo de pop ABBA, ha sido visto ya por más de 90 millones de personas y de seguro que aún le quedan muchos espectadores más a los que encadilar.

La adaptación cinematográfica de la obra pretende cosechar el mismo éxito, aunque conseguir atraer al público al cine con un musical no suele ser tarea fácil, ya que independientemente de su calidad, no es un género que arrastre a la gente en manada (quizás si hicieran uno con superhéroes o Harry Potter…, jeje).

La historia es la misma pero aprovechando las ventajas que este medio puede ofrecer. Una de ellas es básicamente la escenografía. Allí donde el escenario se quedaba pequeño y limitaba las secuencias musicales a pocos espacios, aquí se soluciona sacando el máximo partido a una espléndida isla paradisiaca con sus bellos paisajes y formidables vistas, además de varias localizaciones y estancias (casi todo se desarrolla en un hotel) que nutren la narración y por supuesto, la hacen más cinematográfica.

Sophie (Amanda Seyfried) está a punto de casarse, y para tal ocasión quiere contar con la presencia de su padre. Un padre que jamás supo de ella y del que Sophie desconoce por completo su identidad.

Por medio del diario de su madre (Meryl Streep), Sophie descubre a tres posibles candidatos que podrían ser su progenitor, pero a riesgo de tener que elegir al azar en base a unas pocas pistas, decide invitar a los tres hombres para que acudan a la boda y así averiguar en persona cuál de ellos puede ser el hombre que, una alocada noche de verano, dejó embarazada a su madre.

Los tres posibles candidatos, un hombre de negocios, un aventurero y un banquero, aceptan la invitación y se desplazan a la isla griega donde tendrá lugar la ceremonia, alojándose en secreto en el hotel propiedad de Donna, la madre de Sophie.

La llegada de los viejos amantes de Donna revolucionará tanto a la madre como a la hija, y la tarea de descubrir cuál es el padre de la novia será algo más complicado de lo que Sophie pensaba.

La premisa es sencilla y la trama se desarrolla sin demasiadas complicaciones para que todo fluya con facilidad al ritmo de la música. El enredo familiar es el hilo conductor de la historia y las canciones son parte de la narrativa mediante la cuál ésta se nos va relatando. Al ritmo del pop sueco de ABBA, los personajes nos confiesan sus sentimientos, y mientras canta y bailan, se desnudan antes nosotros -metafóricamene hablando- dejando al descubierto aquello que les aflige o les alegra.

Las canciones del grupo han sido introducidas de tal manera que las letras de las mismas encajen con la historia ideada para el musical (no estoy del todo seguro si algunas han sido variadas o ligeramente adaptadas).

Los números musicales se suceden uno tras a otro, con mayor o menor tiempo de ‘descanso’ entre uno u otro dependiendo del momento. En estos números no hay grandes alardes escénicos ni rebuscadas coreografías. Más bien todo se desarrolla con una calculada espontaneidad, haciendo de estos números algo fresco y dinámico, y transmitiendo en todo momento una sensación de -falsa- improvisación que le da un toque al conjunto mucho más natural y menos ampuloso que el de otros musicales.

Las canciones son sumamente pegadizas (aquí el mérito es de ABBA) y enseguida el ritmo traspasa la pantalla para atrapar alguna de tus extremidades (un pie, por ejemplo). Los temas más marchosos se van repartiendo, junto a las baladas, a lo largo de la película, aunque son los primeros los que más abundan. Gracias a ello, la película transmite una vitalidad y una energía extraordinarias.

Uno a uno, los temas del grupo sueco van desarrollando la trama y descubriéndonos a los personajes, siempre procurando divertirnos con el espectáculo y metiéndonos la marcha en el cuerpo. Se aprovecha en todo momento las situaciones cómicas propiciadas tanto por las coreografias como por, a veces, las extravagantes vestimentas, para sacarnos una cómplice sonrisa, y no hay duda que el reparto se lo ha pasado en grande haciendo la película, algo que se transmite perfectamente al espectador.

Realmente los actores/actrices cumplen bien con su trabajo, tanto en la interpretación como en el canto, siendo en lo segundo, unos mejores que otros, claro.

Meryl Streep ya no tiene que demostrarnos nada porque es por todos reconocido su talento y su versatilidad. Aquí, lejos de sus habituales papeles de mujer de armas tomar, tenemos a una Streep más afable y cariñosa.

Su hija en la ficción, Amanda Seyfried, es la que más sorprende a la hora de cantar, con una voz dulce que aguanta bien los tonos más agudos. Pero a nivel interpretativo, nos ofrece también una Sophie cándida y llena de buenos sentimientos.

Las que se llevan el premio gordo son las dicharacheras amigas de Donna/Streep, interpretadas por las actrices Julie Walters, la loba solitaria, como a sí misma se define su personaje; y Christine Baranski, la ricachona aficionada a los divorcios y a pasar por quirófano. Ambas están muy sueltas, consiguiendo que sus apariciones sean de las más divertidas de toda la película.

En cuanto al reparto masculino, poco se puede decir aparte de que todos cumplen correctamente con sus respectivos roles. En esta ocasión, las mujeres son las verdaderas protagonistas de la función (ya tocaba), y los hombres quedan relegados a un segundo plano. Si acaso, en lo que al canto se refiere, el que más chirría es Pierce Brosnan, que sin ser horrible del todo, queda muy por debajo del resto de sus compañeros/as.


Como musical que es, ‘Mamma Mía!’ está lleno de vida y fuerza. Te atrapa el primer instante y no aburre en ningún momento. La trama es simplona y los personajes no están 100% desarrollados, motivo por el cuál parte de la crítica se ha podido cebar con ella, pero eso es lo de menos porque no supone un impedimento para pasar un rato agradable.

Al fin y al cabo, lo que importa es que la historia interese y los personajes gusten para que luego los números musicales hagan el resto, y en mi opinión, lo han conseguido de sobra.

Una película de esas que te alegran el día. Recomendada especialmente a los amantes de los musicales. Y si os gusta ABBA, como a mí, ‘Mamma Mía!. La película’ os encantará.


Lo mejor: el contagioso entusiasmo que transmite; las actrices.

Lo peor: una trama muy simple al servicio de la música.


Valoración personal: Buena