
Y es que después de haber desperdiciado casi tres horas de mi vida (y que jamás volveré a recuperar), la única venganza que me queda es despacharme a gusto con esta infumable porquería que nos quisieron endosar por película, cuando no es más que un compendio de escenas embutidas en forma de exteno y costoso trailer.
¿Porqué se me ocurriría a mí darle ahora una oportunidad, si no lo hice en su momento? Aixx... iluso de mí.
Como ya cito en el título del post, esto es un “corta y pega” sin sentido. Y es que aglutinar una saga literaria de 5 libros en una sola película es, directamente, un suicidio. Las tramas y subtramas que componen la “epopeya” del personaje principal -el Alatriste que da título al film- están metidas a la fuerza, intentando dar cabida a una multitud de personajes de los que al final poco sabemos y poco nos importan.
Las subtramas que se van colando a lo largo del film entorpecen el desarrollo del argumento principal (eso si es que alguien es capaz de encontrarlo entre tanta macedonia, o mejor dicho, potaje).
Los personajes vienen y van e incluso los que acompañan al protagonista, que no sabemos muy bien quienes son ni como se conocieron, están ahí cuando se supone que toca, y desparacen cuando intuimos que ya no es necesaria su presencia. Y es que de qué se conocen Alatriste y Quevedo? Pues ni idea, pero ahí están, compartiendo charlas y frases rimbombantes dignas de la mejor prosa castellana, pero aburridas y artificales para una película que se basa principalmente en diálagos carentes de interés. Quizás haya que leerse la obra escrita para entender algo de lo que ocurre en esta “película”, ¿pues cuales son las motivaciones de los personajes?, ¿por qué conspiran unos y se traicionan otros?
Y es que hay tantos porqués en la película, y tan aburrido es todo, que poco nos importa, más el saber cuantos minutos quedan para que termine semejante tortura.
Los años pasan y las escenas se suceden como si al montador de la película le hubieran dado un cofre con las susodichas y un orden con el que juntarlas. Escenas de 30 segundos (un hola y un adiós o tan sólo un primer plano de algo) que se intercalan con otras excesivamente largas (la de la obra de teatro, por ejemplo) y que pretenden explicarnos una historia a base de retales. Pedacitos de hechos históricos y ciertos acontecimientos que, se supone, deben guiarnos hacia un fín, pero que nunca sabemos cual es.
¿Hacia dónde se quiere llegar? ¿Porque sucede esto ahora y luego eso otro? Por qué es de día ahora, y en medio minuto ya es de noche y así repetidas veces en un tiempo récord? ¿Por qué ahora brilla el sol, ahora nieva y ahora vuelve a brillar el sol, si tan sólo han pasado 10 minutos de metraje? Parece que cada media hora que pasa nos hayan contado un libro entero zampándose más la mitad de las páginas.
No hubiese sido mejor hacer una trilogía? Sí, ya sé que no se estila mucho en nuestro país, pero desde luego habría sido mejor que esto. O mejor aún, una lujosa miniserie, que para eso si que hay mayor predisposición.
Pero no. Tenían que contarnos todas y cada una de las batallitas de golpe y porrón, saturando al espectador con demasiada información y que encima nunca queda demasiado clara. Incluso citan a pintores de la época cuando uno menos se lo espera, quizás pretendiendo darnos una innecesaria clase de historia.
Y es que se supone que “Alatriste” es una película de aventuras, y la verdad es que de eso poco hay. Las pocas batallas que se suceden están rodadas de forma torpe, sin garra, sin brio ni emoción. Yanez (el director) es incapaz de darle espectacularidad a dichas escenas.
Los duelos y peleas a espadas son repetitivos e insulsos. Un servidor ha visto coreografias de “Xena, la princesa guerrarera” muchos más atractivas y elaboradas que estas. Hasta la reciente (y funesta) “La última legión” gana por goleada en todos los sentidos a esta mediocre imitación de cine de aventuras.
En su favor tiene que no se note el cartón piedra de los decorados, lo cual ya sería el colmo. Claro que a falta de recursos, algunas veces se opta por poner una espesa neblina que envuelva al barco de turno, y así uno se ahorra filmar en exteriores (o llenar un estudio de agua, que para el caso, debe ser igual de molesto y costoso)
Pero no solo en las escenas de acción Yanes demuestra su torpeza y lo grande que le viene el proyecto. Además, la carencia de ritmo de la que hace gala la película, convierta su visionado en algo sumamente tedioso, por lo que si uno pretende contar una historia en dos horas y media, por lo menos que tenga la delicadeza de darle ritmillo al asunto, intercalando acción y escenas de diálogo con más gracia y sobretodo profundizando en los personajes, que con tantos minutos por delante, ya tiene delito no molestarse ni en hacer eso.
El único personaje que está algo más definido es Alatriste, y no porque sepamos mucho de su vida, sinó porque es el que aparece más en la película. Aprovechando que una estrella de fuera ha tenido la decencia de prestarse a tal disparate, el director no duda en sacarle cuantos más planos mejor, y a poder ser, con alguna pose molona y una mirada penetrante que dejen al espectador con ganas de que llegue el Carnaval para poder emular al héroe, ataviados con el pertinente disfraz.
Claro que peor son las supuestas relaciones amorosas que viven los personajes, y digo supuestas porque la emotividad y la química entre los actores brilla por su ausencia. Pero intentado forzar eso, Yanes se jacta metiendo más escenas que pretendan explicar y desarrollar dichas relaciones, pero que a uno se le antonjan metidas con calzador.
El personaje de Iñigo (Unax Ugalde) se encuentra un par de veces con Angélica de Alquézar (Elena Anaya), cuando ambos son unos jovenzuelos. Años más tarde se reencuentran y se aman como si esto fuera “Love Story”. Y uno se pregunta ¿cuando surge todo ese amor?
El amor de Alatriste y su amada lo damos por sabido, ya que se supone que se conocían con anterioridad, por lo que ahí Yanes ya puede pasar olímpicamente de contarnos nada, pues con un par de escenas de cama, la infidelidad de turno y la inevitable reconciliación le bastan para contarnos una historia de amor por la que no sentimos ningún tipo de empatía.
Tan dificil era hacer que algo en esta película consiguiera emocionarnos? Pues parece que sí.
En el plano actoral, debo hacer incapié en la lamentable dicción en el habla de Viggo Mortensen, lo cual dificulta y mucho el creerse al personaje. Su interpretación es forzada y solo se aguanta por su presencia física, que como es habitual llena la pantalla. Una verdadera lástima pagar a un excelente actor extranjero para hacerse pasar por español de pura cepa. No cuela ni de coña, por mucho que el amigo Mortensen se esfuerce (y no dudo que se ha esforzado)
Reprimendas también para el siempre desechable Eduardo Noriega, que ni con mostacho postizo consigue disimular su inexpresividad y falta de entonación en las frases. De cerca le sigue Unax Ugalde, cuyo rostro no cambia en toda la película, pase lo que pase.
Elena Anaya no resulta creíble en su papel, siendo incapaz de dotar al personaje de ese halo misterioso y a la vez seductor que bien se merecía. Eso sí, nos regala un desnudo gratuito que un servidor siempre sabe agradecer.
Tampoco Ariadna Gil da la profundidad que merece la amada de Alatriste.
Y lo que debería ser un imponente y cruel Inquisidor, queda convertido en una blanda y ridícula Blanca Portillo travestida que se hecha cuatro frases y poco más. Portillo es una buena actriz y debieran haberle dado otro personaje y no ese, pues yo sigo viendo a una mujer haciendo de hombre, por mal que le pese a ella.
Pero no todo es malo, pues ahí está Juan Echanove componiendo un estimable Quevedo, demostrando una vez más su veteranía y sus buenas aptitudes. También Eduard Fernandez resulta convincente, pues no se me courre mejor y fiel compañero de aventuras para el valiente Alatriste. Hasta un histriónico y un tanto exagerado Javier Cámara, logra captar la esencia de su personaje.
Por cierto, ¿qué pintaba ahí Pilar López de Ayala? ¿Otorgar notoriedad al ilustre reparto? Porque para lo que sale, bien podrían haber escogido a una actriz desconocida.
Por suerte, siempre nos quedará su Juana La loca para recordarla como se merece.
Y ya para terminar, descatar la buena labor de fotografía y vestuario, y la adecuada banda sonora del siempre eficiente Roque Baños, que si bien se le puede tachar de ser muy poco innovador, por lo menos es de los que mejor cumple con su trabajo, algo que no se puede decir del director, que para más inri, también firma el guión (suponiendo que lo hubiese)
En definitiva, una insensatez. Una película que ni es de aventuras ni es nada. Ni emociona ni entretiene, porque aburre soberamente, conviertiendo así 140 minutos en una tortura de la que solo agradezco no haber pagado ni un solo euro.
Mala hasta decir basta.
Si para innovar en nuestro cine debemos tragarnos semejante estiercol, casi prefiero que se sigan haciendo las películas de siempre (denuncia social, guerra y postguerra, comedias casposas...), que por lo menos saldrán más baratas y no lamentaremos que parte de nuestros impuestos se desperdicien en este tipo de pretenciosas burradas (24 millones!!!Agrrh!!)
Gracias a Dios que ví “El Orfanato” y el buen sabor de boca aún me dura, sino hubiera demandado a Agustín Diaz Yanes por daños y perjuicios xD
Lo mejor: el vestuario, la fotografía y en conjunto, la conseguida atmósfera.
Lo peor: Todo lo demás.
Valoración personal: Mala