sábado, agosto 30, 2008

"Hellboy II: el ejército dorado", sello de oro para cerrar el verano cinematográfico


Pese a que la mayoría de los títulos de su filmografía me parezcan simplemente correctos (eso incluye la sobrevalorada “El laberinto del Fauno”) y posea algún que otro bodrio -Mimic-, no puedo negar que Guillermo Del Toro es uno de los directores más interesantes y productivos de la última década. Tiene un sello personal muy particular que encandila a los fans del fantástico, y por lo general sus historias siempre tienen algún aliciente que las hace atractivas (tanto la idea base de los guiones como lo meramente visual)
Tras apuntarse a la moda de las adaptaciones de cómics con la secuela de la estupenda “Blade” (la que propició, en cierto modo, esta dichosa moda), Del Toro se atrevió, en el 2004, a trasladar al cine la obra más conocida del escritor y dibujante de cómics Mike Mignola: Hellboy. El resultado, pese a ser bastante decente y simpático, no consiguió arrasar en cines, aunque logró salvarse del fracaso gracias a que su presupuesto fuera también ajustado (60 millones de dólares)

Hoy, cuatro años más, nos trae la secuela de las aventuras de Rojo (Hellboy), uno de los héroes/antihéroes más sugerentes que han saltado de la viñeta al fotograma, gracias no sólo al buen hacer de Del Toro sino también al rebosante carisma de su actor principal, Ron Perlman.


Hace miles de años y tras unas encarnizadas batallas, se selló un pacto entre humanos y habitantes del mundo fantástico que condenó a los segundos a vivir a la sombra de los primeros. En la actualidad, el Príncipe Nuada (Luke Goss), hijo del rey del mundo fantástico, decide romper ese pacto con tal de liberar a su estirpe y terminar con el codicioso y destructivo reinado humano.
Para llevar a cabo su venganza, el Príncipe tiene la intención de despertar el viejo ejército del reino –el ejército dorado que da título al film- para así someter con facilidad a la raza humana. Por supuesto, el único que podrá detener su diabólico plan será Hellboy y sus amigos, el equipo perteneciente a la Agencia de Investigación y Defensa Paranormal.

La suerte está echada y sólo el que luche mejor vencerá.



Lo más sorprendente y abrumador de esta segunda entrega es, sin lugar a dudas, la plasmación de ese mundo fantástico y de sus seres. Un derroche de imaginación visual que empieza desde unos cuidadísimos títulos de crédito, sigue con una ambientación realmente conseguida y fascinante, y termina con un clímax final épico digno de ser envidiado por otras producciones de corte fantástico de mayores pretensiones.
En ese aspecto, el salto cualitativo entre ésta y su predecesora es cuantioso, y eso que a parte de su poderío imaginativo, la película tan sólo ha contado con 25 millones más de presupuesto respecto a su primera parte. Así que podemos decir que el director sabe administrar cada dólar y cada centavo para conseguir unos vistosos y efectivos efectos especiales, tanto los digitales como los artesanales, estos últimos tan preciados y entrañables para un servidor que me daba la sensación de estar asistiendo a una producción ochentera al estilo “Dentro del laberinto” o “La historia interminable”.

Sin embargo, y aquí viene la otra cara de la moneda, ese ambiente tan deudor de una obra de Tolkien (por citar un ejemplo conocido y porque de la mano de Del Toro nos llegará "El Hobbit") choca un poco con el “Hellboy” del 2004. Se percibe una cierta rotura en la unidad de la saga, no sólo ya por la introducción de ese preciosista y a ratos decadente mundo fantástico, sino también por la impresión –y esto es una apreciación muy personal- de haber cedido a los cánones habituales del blockbuster yanqui.
Por supuesto, esto no es algo molesto ni tampoco impide dejarse maravillar por el sentido del espectáculo propio de cualquier película comercial comiquera, pero la impronta de Del Toro trasciende más por lo visual que por la historia en sí misma. Asistimos a una montaña rusa que cada vez va a más, maravillando y entreteniendo a un ritmo a veces estupendo, pero con un guión que va bajando el nivel a cuentagotas y que se antoja demasiado predecible.

La evolución del algún personaje es notoria, incluso afecta sobremanera a la actuación de su actriz. Me refiero obviamente a Selma Blair y su Liz Sherman, aquí mucho más espabilada y participativa y con un trabajo de la actriz bastante más convincente (para mí Blair fue lo peor de la primera entrega, con diferencia)

Por el contrario, Rojo se ha infantilizado y autoparodiado un poquito, aunque nunca llega al ridículo gracias al propio Perlman (la escena del “Can't smile without you” es simpática, pero no negaremos que está un poco fuera de lugar).

La inclusión del personaje de Johaan Krauss es todo un acierto (no así el doblaje en España de Santiago Segura, que de nuevo tiene un cameo al principio del film) al aportar savia nueva al grupo de héroes tanto por sus características “físicas” y su estética steampunk como por su personalidad. Y el villano tiene un tratamiento muy adecuado, ya que pese a sus más que reprochables métodos e intenciones, su causa no deja de parecerme justa (la humanidad somos el cáncer de la Tierra, para qué negarlo)


El diseño del bestiario que se deja ver a lo largo del metraje es estupendo, desde las devoradoras hadas hasta el gigantesco monstruo-planta. El ejército dorado impresiona tanto por su acabado técnico como por el estudiado funcionamiento de cada una de sus partes; el trabajo de fotografía es impecable y la coreografía en las peleas es una de las más conseguidas que se ha visto últimamente en pantalla, destacando por encima de todas la pelea final entre Rojo y el Príncipe Nuada.

El guiño a “La novia de Frankenstein” ayuda a conocer mejor los intereses y referentes cinematográficos de Del Toro y también a pensar en esa futura pero incierta adaptación que el director mexicano pretende llevar a cabo de la obra de Mary Shelley. Por contra, algunas secuencias, como la del paseo por las instalaciones de la Agencia, que recuerda y mucho a “Men In Black”, le restan algo de originalidad a la propuesta.

Con sus más y sus menos, “Hellboy 2: The Golden Army” es un estimulante, divertido y sumamente disfrutable entretenimiento veraniego que de seguro gustará -en mayor o menor medida- a los fans de la primera entrega, y que bien merece desde ya, una continuación que cierre la trilogía. Aunque con la ocupada agenda de su director, mucho me temo que tardaremos otros cuatro años en ver una secuela.


Lo mejor: la ambientación; que aún podamos disfrutar de un buen maquillaje y animatronics junto al cada vez más imprescindible CGI.

Lo peor: un guión más flojo y predecible en favor del espectáculo.


Valoración personal: Buena

sábado, agosto 23, 2008

"Street Dance", guerra en la pista de baile


En el 2006 llegó a las pantallas “Step Up”, un musical juvenil con chicos y chicas pegando bailoteos que tuvo bastante tirón en EE.UU., aunque por nuestras tierras pasó sin hacer mucho ruido. Dos años más tarde se estrena su secuela y tanto la historia como los personajes son nuevos y nada tienen que ver con su predecesora, salvo por el cameo del principal protagonista de aquella, Channing Tatum, cuya presencia aquí es más bien testimonial.

Atendiendo al hecho de que ahora están muy de moda en televisión los programas de bailes y que esto es una secuela de una película que probablemente hayan visto sólo cuatro gatos, las distribuidoras han decidido cambiarle el título y venderla como la película de bailes que –una parte de- los adolescentes españoles estaban esperando. El bautizo se ha producido con… ¡otro título en inglés! Así que de “Step Up 2, The Streets” pasamos a “Street Dance”, misma artimaña utilizada para “Shawn Of The Dead”, aquí “Zombies Party” (sin comentarios)


Nuestra protagonista es Andie (Brizna Evigan), una joven bailarina urbana cuya rebeldía no hace más que meterla en problemas. Cansada ya de tanta irresponsabilidad, su tutora legal, Sarah (amiga de su difunta madre), decide alejarla de las calles y, por ende, de sus amigos, enviándola a Texas con su tía. Para evitar tal reprimenda, Andie se apunta a la escuela de baile Maryland School of the Arts (MSA) para demostrarle a Sarah que puede hacer algo de provecho con su vida.

Una vez allí procura integrarse entre los demás estudiantes, pero su estilo de baile callejero no terminará de encajar con el recatadísimo y clasicista estilo del centro. Chase, uno de los mejores y más populares bailarines de la escuela, se interesa por Andie de un modo profesional y personal, y juntos deciden montar un grupo de bailarines para participar en “Las Calles”, un particular torneo en el que los bailarines de la calle demuestran al público las virguerías que son capaces de hacer en la pista de baile. Uno de los grupos rivales de Andie y sus nuevos compañeros serán, precisamente, sus antiguos amigos del barrio que, tras ingresar en la MSA, le dieron la espalda.


Steet Dance” es la típica película de bailes destinada a un público juvenil, repleta de estereotipos y clichés, y con sus chicos y chicas guapos y rebeldes y su música pegadiza. La trama es simple y está más sobada que el pomo de una puerta, por lo que en ese aspecto no hay mucho que resaltar. Así que si por algo destaca este film es principalmente por sus bailes, plagados de increíbles coreografías y movimientos imposibles. Eso es lo mejor que te puedes encontrar aquí y básicamente es lo que uno busca cuando asiste a su visionado. Por ese motivo no engaña a nadie y se asemeja a otros films de corte similar vistos ya en décadas anteriores como Fama, Flashdance, Dirty Dancing o Footloose.

Su superficialidad y sus abundantes topicazos se compensan de alguna manera con la espectacularidad de sus bailes y su cuidada puesta en escena, con unos actores/bailarines que dan lo mejor de sí cuando se trata de bailar y que hacen lo que pueden cuando se trata de actuar. Y no es que actúen mal, pero es que el guión es tan plano que poco pueden ofrecer. Eso sí, sus personajes resultan más o menos simpáticos y la relación amorosa entre la pareja protagonista es lo suficientemente soportable como para que entre baile y baile el espectador no se aburra.

Por lo demás, tenemos los típicos mensajes de superación personal, la rivalidad entre bandas y clases sociales (aquí los callejeros contra pijolandia) y el discursito moralista que en un momento dado su protagonista efectuará para emocionar al espectador (en este caso, es lo peor de la película). El chico se quedará con la chica, los buenos ganarán, los malos quedarán humillados y la película se olvidará al poco rato de salir de la sala.

Por lo tanto, “Street Dance” ni sorprende ni molesta. Se deja ver con facilidad gracias a sus sorprendentes bailoteos (una pasada, oye), pero si este tipo de películas te indigestan o simplemente te causan indiferencia, es probable que ésta no sea la excepción.


Lo mejor: los bailes y las diferentes coreografías, sin duda.

Lo peor: los abundantes tópicos.


Valoración personal:
Correcta

miércoles, agosto 13, 2008

"Mamma Mía", a bailar!


Siendo ‘Mamma Mía!’ uno de los musicales más exitosos de los escenarios de todo el mundo, no es de extrañar que en un momento u otro tuviera su pertinente adaptación al cine.
Representado en más de 170 ciudades a lo largo de 10 años, este musical inspirado en las canciones del grupo de pop ABBA, ha sido visto ya por más de 90 millones de personas y de seguro que aún le quedan muchos espectadores más a los que encadilar.

La adaptación cinematográfica de la obra pretende cosechar el mismo éxito, aunque conseguir atraer al público al cine con un musical no suele ser tarea fácil, ya que independientemente de su calidad, no es un género que arrastre a la gente en manada (quizás si hicieran uno con superhéroes o Harry Potter…, jeje).

La historia es la misma pero aprovechando las ventajas que este medio puede ofrecer. Una de ellas es básicamente la escenografía. Allí donde el escenario se quedaba pequeño y limitaba las secuencias musicales a pocos espacios, aquí se soluciona sacando el máximo partido a una espléndida isla paradisiaca con sus bellos paisajes y formidables vistas, además de varias localizaciones y estancias (casi todo se desarrolla en un hotel) que nutren la narración y por supuesto, la hacen más cinematográfica.

Sophie (Amanda Seyfried) está a punto de casarse, y para tal ocasión quiere contar con la presencia de su padre. Un padre que jamás supo de ella y del que Sophie desconoce por completo su identidad.

Por medio del diario de su madre (Meryl Streep), Sophie descubre a tres posibles candidatos que podrían ser su progenitor, pero a riesgo de tener que elegir al azar en base a unas pocas pistas, decide invitar a los tres hombres para que acudan a la boda y así averiguar en persona cuál de ellos puede ser el hombre que, una alocada noche de verano, dejó embarazada a su madre.

Los tres posibles candidatos, un hombre de negocios, un aventurero y un banquero, aceptan la invitación y se desplazan a la isla griega donde tendrá lugar la ceremonia, alojándose en secreto en el hotel propiedad de Donna, la madre de Sophie.

La llegada de los viejos amantes de Donna revolucionará tanto a la madre como a la hija, y la tarea de descubrir cuál es el padre de la novia será algo más complicado de lo que Sophie pensaba.

La premisa es sencilla y la trama se desarrolla sin demasiadas complicaciones para que todo fluya con facilidad al ritmo de la música. El enredo familiar es el hilo conductor de la historia y las canciones son parte de la narrativa mediante la cuál ésta se nos va relatando. Al ritmo del pop sueco de ABBA, los personajes nos confiesan sus sentimientos, y mientras canta y bailan, se desnudan antes nosotros -metafóricamene hablando- dejando al descubierto aquello que les aflige o les alegra.

Las canciones del grupo han sido introducidas de tal manera que las letras de las mismas encajen con la historia ideada para el musical (no estoy del todo seguro si algunas han sido variadas o ligeramente adaptadas).

Los números musicales se suceden uno tras a otro, con mayor o menor tiempo de ‘descanso’ entre uno u otro dependiendo del momento. En estos números no hay grandes alardes escénicos ni rebuscadas coreografías. Más bien todo se desarrolla con una calculada espontaneidad, haciendo de estos números algo fresco y dinámico, y transmitiendo en todo momento una sensación de -falsa- improvisación que le da un toque al conjunto mucho más natural y menos ampuloso que el de otros musicales.

Las canciones son sumamente pegadizas (aquí el mérito es de ABBA) y enseguida el ritmo traspasa la pantalla para atrapar alguna de tus extremidades (un pie, por ejemplo). Los temas más marchosos se van repartiendo, junto a las baladas, a lo largo de la película, aunque son los primeros los que más abundan. Gracias a ello, la película transmite una vitalidad y una energía extraordinarias.

Uno a uno, los temas del grupo sueco van desarrollando la trama y descubriéndonos a los personajes, siempre procurando divertirnos con el espectáculo y metiéndonos la marcha en el cuerpo. Se aprovecha en todo momento las situaciones cómicas propiciadas tanto por las coreografias como por, a veces, las extravagantes vestimentas, para sacarnos una cómplice sonrisa, y no hay duda que el reparto se lo ha pasado en grande haciendo la película, algo que se transmite perfectamente al espectador.

Realmente los actores/actrices cumplen bien con su trabajo, tanto en la interpretación como en el canto, siendo en lo segundo, unos mejores que otros, claro.

Meryl Streep ya no tiene que demostrarnos nada porque es por todos reconocido su talento y su versatilidad. Aquí, lejos de sus habituales papeles de mujer de armas tomar, tenemos a una Streep más afable y cariñosa.

Su hija en la ficción, Amanda Seyfried, es la que más sorprende a la hora de cantar, con una voz dulce que aguanta bien los tonos más agudos. Pero a nivel interpretativo, nos ofrece también una Sophie cándida y llena de buenos sentimientos.

Las que se llevan el premio gordo son las dicharacheras amigas de Donna/Streep, interpretadas por las actrices Julie Walters, la loba solitaria, como a sí misma se define su personaje; y Christine Baranski, la ricachona aficionada a los divorcios y a pasar por quirófano. Ambas están muy sueltas, consiguiendo que sus apariciones sean de las más divertidas de toda la película.

En cuanto al reparto masculino, poco se puede decir aparte de que todos cumplen correctamente con sus respectivos roles. En esta ocasión, las mujeres son las verdaderas protagonistas de la función (ya tocaba), y los hombres quedan relegados a un segundo plano. Si acaso, en lo que al canto se refiere, el que más chirría es Pierce Brosnan, que sin ser horrible del todo, queda muy por debajo del resto de sus compañeros/as.


Como musical que es, ‘Mamma Mía!’ está lleno de vida y fuerza. Te atrapa el primer instante y no aburre en ningún momento. La trama es simplona y los personajes no están 100% desarrollados, motivo por el cuál parte de la crítica se ha podido cebar con ella, pero eso es lo de menos porque no supone un impedimento para pasar un rato agradable.

Al fin y al cabo, lo que importa es que la historia interese y los personajes gusten para que luego los números musicales hagan el resto, y en mi opinión, lo han conseguido de sobra.

Una película de esas que te alegran el día. Recomendada especialmente a los amantes de los musicales. Y si os gusta ABBA, como a mí, ‘Mamma Mía!. La película’ os encantará.


Lo mejor: el contagioso entusiasmo que transmite; las actrices.

Lo peor: una trama muy simple al servicio de la música.


Valoración personal: Buena

jueves, julio 31, 2008

"WALL·E", aventura robótica

Si los genios de Pixar son los reyes indiscutibles de la animación 3D no es sólo por su calidad técnica sino también por la inimitable calidad de sus historias. Historias cuidadas hasta el mínimo detalle, elaboradas con buen gusto y sobretodo con cariño, siendo la recaudación en taquilla un elemento secundario -aunque importante, claro- en la concepción de las mismas.
En Pixar además, se procura llegar al alma del espectador sin necesidad de recurrir a fórmulas facilonas o recursos ya conocidos, y Wall-E es el perfecto ejemplo de ello.

Con su nueva trabajo, la productora ha conseguido superarse, creando una película que destila encanto e imaginación en cada uno de sus fotogramas y sin apenas usar diálogos. Esto último puede echar para atrás a muchos espectadores, pero debo advertir que sería un grave error perderse esta joyita por culpa de unos prejuicios tan absurdos.

No hay duda que es una apuesta arriesgada, pero eso no implica que se haga dificil de ver para el espectador común, sino todo lo contrario, pues resulta imposible imaginar que su ternura y su trasfondo crítico/reflexivo no encandilen hasta el más incrédulo.


Cerca del siglo XXII, la Tierra no es más que un vertedero inmenso en el que no hay apenas rastro de vida y sí toneladas y toneladas de basura.
WALL·E (Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) es un modelo de robot cuya misión no es otra que limpiar toda esa porquería para hacer de la Tierra un lugar, de nuevo, habitable. Tal es la cantidad de escombros que la tarea de los robots parece interminable, y conforme han ido pasando los años (cientos y cientos de años), tan sólo ha quedado un sólo robot en pie.
Este último ejemplar de la serie WALL·E ha terminado por desarrollar, con el paso del tiempo, características y sentimientos humanos tales como la curiosidad, el miedo, la ilusión o la añoranza. Aún así, WALL·E sigue realizando sus habituales tareas de limpieza, pero además recolecta y colecciona objetos, escucha música, vé películas y hasta ha hecho amistad con un pequeño insecto. Pese a eso, nota que le falta algo, y es que en la inmensidad del planeta, a nuestro simpático robotito le invade un inevitable sentimiento de soledad.

Todo cambia con el inesperado aterrizaje de una enorme nave de cuyo interior sale una robot sumamente avanzada, de nombre EVE (Extraterrestrial Vegetation Evaluator), que WALL·E nunca antes había visto. El temor pero también la curiosiad ante lo desconocido, hace que finalmente ambos robots acaben relacionándose entre sí, cimentando lo que parece el inicio de una bonita amistad. Aunque para WALL·E, más que amistad, lo suyo ha sido un flechazo a primera vista.

Sin embargo, una vez cumplida la misión de EVE (no desvelaré cuál), ésta es recogida de nuevo por la nave nodriza, por lo que nuestro metálico protagonista no dudará ni un momento en subirse a la nave para estar con su nueva amiga, embarcándose así en una pequeña odisea por el espacio exterior en busca del amor que siempre ha buscado y que parece que por fín ha encontrado (que bonito me ha quedado eso)


Podríamos decir que la película se divide en dos partes claramente diferenciadas. Por un lado, tenemos un primer tramo que funciona a modo de presentación de los protagonistas principales y en la que apenas hay diálogos. Este primera parte nos permite conocer las inquietudes del simpático WALL·E, un robot cuyo aspecto nos recuerda irremediablemente al Johnny 5 de “Cortocircuito”. Por si el afable aspecto no fuera sufciente, además éste se comporta de tal forma que es imposible no encariñarte de él. Sus gestos, su forma de interactuar con otros personajes, su estilo de vida y el como afronta ciertas situaciones hacen de WALL·E un personaje entrañable desde el minuto uno.

Estos primerizos minutos nos permiten observar también el desastroso aspecto que tiene la Tierra desde un visión distópica que cada vez se nos antoja más probable, sobretodo si tenemos en cuenta la degradación/destrucción continua a la que sometemos nuestro querido planeta.

Y para terminar con la presentación tenemos a EVE, cuya misión en la Tierra no ha hecho nada más que empezar. Todo se complicará más de lo debido y la ayuda de su nuevo amigo será indispensable para alcanzar el éxito, pese a ser ella un robot mucho más avanzado y mejor preparado para tales menesteres.


En lo que respecta al segundo tramo, este nos muestra a los últimos supervivientes de la raza humana viviendo en un lugar alternativo (e idílico) mientras esperan que la Tierra vuelva a estar limpia. No desvelaré cuál es ese lugar ni cómo es su nueva vida (es mejor descubrirlo cuando uno acuda a la sala de cine), pero sí hay que hacer incapié en la ácida crítica que Andrew Stanton (director y guionista) ha realizado sobre el consumismo de la sociedad y nuestra, cada vez mayor, dependencia de la tecnología. Dos aspectos que junto al evidente mensaje ecologista que transmite el film, conforman una historia constructiva y altamente reflexiva.

Por lo demás, el resto de la cinta resulta ser una ingeniosa e imaginativa aventura robótica entre WALL·E, EVE y el resto de personajes que van apareciendo en escena.
El elemento que desencadena la trama es casi un macguffin ideado para que nuestros protagonistas se vean enfrascados en una carrera llena de obstáculos en la que, por supuesto, se irán estrechando sus lazos. De su llegada o no a la meta final dependerá el futuro de toda la humanidad.

Además del citado parentesco entre WALL·E y Johnny 5, el film de Pixar no duda en incluir otras referencias cinéfilas que el espectador seguramente reconocerá con facilidad. Entre ellas, un homenaje casi continuo -a lo largo del tramo final- a “2001: una odisea en el espacio” de Kubrick, incluyendo incluso la archiconocida canción “Also sprach Zarathustra” de Richard Strauss; o el parentesco de una escena con el “Titanic” de James Cameron o, si me apurais, con “La aventura del Poseidón”.

A todo esto hay que añadirle un imaginativo diseño de personajes y de ambientes, y una increible capacidad para contarnos tanto con tan poco, siendo lo meramente visual/gestual el motor de la historia. Por no hablar de unas deliciosas canciones (La Vie en Rose de Louis Armstrong, por ejemplo) que a ratos nos acompañan en esta agradable aventura robótica.

Con “WALL·E”, el espectador asiste, ante todo, a una bonita y tierna historia de amor entre dos robots humanizados. Una historia que divierte en unos momentos y emociona en otros, desprendiendo siempre un sabor a clásico atemporal. Una verdadera delicatessen apta para todos los paladares.


Lo mejor:
WALL·E

Lo peor: que el público le pueda dar la espalda por sus escasos diálogos.


Valoración personal:
Muy buena

miércoles, julio 23, 2008

"El Caballero Oscuro", vigilante nocturno


La primera vez que ví “Batman Begins” debo reconocer que no me gustó nada. La resurrección del personaje en manos de Christopher Nolan no era la que yo esperaba.
Con la llegada, tres años más tarde, de ésta su secuela, no me quedaba otra que darle una nueva oportunidad para poder afrontar el visionado de “The Dark Knight” lo menos condicionado posible. Tras un segundo visionado y pese a no disgustarme, sigo considerando Batman Begins una película altamente sobrevalorada, ya que para mí no deja de ser un film bastante correcto. Claro que viendo como hundió Joel Schumacher al personaje, no es de extrañar que una película como aquella fuera tan bien recibida por los fans.

Dicho esto, mi predisposición con esta nueva entrega del murciélago justiciero era bastante neutral. Ni esperándola con los dientes largos ni afilando los cuchillos para machacarla. Pasara lo que pasara, poco me importaba ir a contracorriente, aunque tantos halagos desde el otro lado del charco no hacían sino picarme aún más la curiosidad y, en cierto modo, empezar a temer por mi pellejo en caso de tener que hacerle una crítica negativa.

Por suerte, puedo decir que mi pellejo ya no corre ningún peligro porque The Dark Knight es una secuela superior a su predecesora en todos los aspectos, con lo cual resulta dificil buscarle los “peros”.


En la ciudad de Gotham un nuevo y temible delincuente trae de cabeza a la policía. Su nombre es Joker (Heath Ledger), y está dispuesto a sembrar el caos con sus actos delictivos y a sumir Gotham en las tinieblas. Solamente existe un rival que pueda plantarle cara a este lunático de aspecto tétrico, y ese es Batman, el nuevo guardián que vela por la seguridad de los ciudadanos.
Con la ayuda del íntegro teniente Jim Gordon (Gary Oldman) y del emergente Fiscal del Distrito Harvey Dent (Aaron Eckhart), Batman decidirá capturar al Joker y terminar de una vez por todas con el crimen organizado de la ciudad.
Pero nuestro héroe no contaba con la gran astucia de su nuevo enemigo y pronto se verá envuelto en una encrucijada de la sólo podrá salir tomando una serie de difíciles decisiones.


Si en “Batman Begins” Bruce Wayne debía afrontar sus miedos y proyectarlos hacia la figura justiciera de su Batman, en “The Dark Knight” éste deberá replantearse su condición de (super)héroe y hacer frente a las consecuencias que provoca su, no siempre agradecida, presencia en Gotham.
Esta es una cuestión habitual en las películas de superhéroes, dado que el peso de llevar una doble vida es muy grande y casi siempre las relaciones sociales y personales de sus alter egos suelen verse profundamente afectadas, o mejor dicho, sacrificadas.

Batman está haciendo limpieza en Gotham pero las cosas se lo complican con la llegada del Joker, un tipo que a diferencia de nuestro héroe, carece de principios.
La eterna batalla del bien y del mal se ve representada en estos dos personajes, siendo uno la antítesis del otro. Y por supuesto, la ciudad es demasiado pequeña para dar cabida a los dos.
El duelo traerá importantes consecuencias tanto para nuestro protagonista como para todos los que le rodean.


Los hermanos Nolan y David S. Goyer han ido un paso más allá de lo que podemos entender como película de superhéroes. De hecho, le han dado una nueva dimensión, algo que ya se apreciaba en la primera parte de este “borrón y cuenta nueva” de la franquicia.
Los tres han creado un guión sólido, inteligente y maduro. Tres calificativos que juntos dificilmente pudieramos adjudicárselos a una película de superhéroes sin originar la disparidad de opiniones entre el público y la crítica. En cambio, este es un caso de -por el momento- unanimidad, ya que es dificil no deshacerse en halagos ante una propuesta tan seria, adulta y profunda, y la vez tan tremendamente eficaz en su vertiente más comercial.

“The Dark Knight” se puede clasificar más adecuadamente como un thriller policiaco cargado de connotaciones morales, y es que si no fuera por las apariciones de un Wayne embutido en su traje de murciélago, no tendriamos la sensación de estar presenciando la adaptación de un personaje de cómic. Y probablemente ahí radique la grandeza de esta película, ya que pocas veces se ha tratado a un superhéroe de la forma en la que lo ha hecho Nolan.

La trama se desarrolla sin prisas pero sin pausas y haciendo funcionar el cerebro del espectador a cada paso que héroes y villanos dan. No hay momentos de bajón ni situaciones de relleno, ya que todo está calculado al milímetro para llevar a cabo una historia bastante compleja y densa que además viene cargadita de sorpresas (cuando crees saber lo que va a ocurrir, resulta que luego sucede algo que realmente no te esperabas)

El guión profundiza mayormente en los personajes interpretados por Bale (Wayne), Ledger (Joker) y Echkart (Dent), quedando el resto (Maggie Gyllenhaal/Rachel Dawes/ y Gary Oldman/Gordon) en un segundo plano, aunque sin restarles importancia en la trama.
Y sobre las actuaciones de los mismos, hay que destacar primeramente la extraordinaria interpretación del malogrado Heath Ledger, que logra lo que pocos pueden: hacer que olvidemos al actor y veamos al personaje. El Joker de Ledger es pura maldad. Produce temor y perturba los sentidos. Es el caos en una ciudad que le brinda la oportunidad de desatar su crueldad, su demencia y su inmoralidad. El antagonista perfecto para rivalizar con nuestro superhéroe.

Bale cumple de nuevo con su papel, algo que todos ya dabamos por sentado. Y junto a él, repite muy correctamente y más contenido de lo habitual, Gary Oldman, que aquí consigue un mayor protagonismo respecto a la primera entrega.

Aaron Eckart otorga firmeza y carácter a Harvey Dent. Y a diferencia de los demás, debe transmitir al espectador dos visiones muy distintas de un mismo personaje: el que quiere vencer al mal y que el acaba sometido a él. Ni que decir que en ambos casos cumple de sobras.

Y otra nueva incorporación es Maggie Gyllenhall sustituyendo a la insulsa Katie Holmes en el papel de Rachel Dawes. Esta vez su personaje tiene más que decir gracias a que detrás de él hay una mejor actriz, si bien la dificultad que conlleva éste no es equiparable al de sus compañeros de reparto.

Morgan Freeman y Michael Caine como Lucius Fox y Alfred, respectivamente, son los que más peso pierden en la historia, aunque no por ello dejan de ser necesarios (y estar bien interpretados)

También aparece un villano ya conocido, aunque su presencia es más bien anecdótica y responde más a motivos explicativos (en relación a Batman Begins) que a argumentales (poco o nada tiene que ver con esta nueva historia)
La película ofrece, además de una intriga policial perfectamente desarrollada y adictiva, unas escenas de acción cuidadas y algunos -aunque pocos- momentos cómicos, propiciados mayormente por los ingeniosos diálogos entre Bruce Wayne y su mayordomo Alfred.

Quizás se le pueda pedir más espectacularidad e incluso mucha más acción -aunque hay la suficiente-, pero la trama en sí engancha tanto que ya poco nos importa la cantidad de ostias que reparta Batman o cuál será el nuevo gadget que utilizará para salvar la situación.
Ahora lo que importa es el fondo y no el revestimiento; los psicología de los personajes y no su caracterización; la resolución de los hechos y no la espectacularidad con la que se resuelven. Y lo que hayais visto en los trailers no es ni la mitad de lo que las dos horas y media de metraje os va a ofrecer.


Probablemente estemos ante la mejor película de superhéroes que se haya hecho hasta el momento, ya que ha sido capaz de conjugar el espectáculo de una película de género con la solidez de un guión complejo e inteligente.
El cierre de la misma propicia perfectamente una tercera entrega, aunque es lo suficientemente concluyente como para no tener la sensación de habernos dejado a medias.
Superar el listón va a ser muy pero que muy dificil, pero si ya lo han hecho una vez, no debemos poner en duda que puedan volver a hacerlo.

The Dark Knight es lo que a una película de Batman deberiamos exigirle... y más.


Lo mejor:
Heath Ledger y Aaron Eckart; la trama a modo de thriller policial

Lo peor: un villano (El Espantapájaros) un poco fuera de lugar.


Valoración personal: Muy Buena

martes, julio 22, 2008

"Superagente 86", menos risas, mismo entretenimiento


Si las películas basadas en videojuegos suelen ser mayormente desastrosas, las que adaptan seriales de antaño desde luego no son mucho mejores.
Series de tv como “Los Vengadores”, “Los Ángeles de Charlie”, "Starsky y Hutch” o “Los hombres de Harrelson” han sido objeto de abominables adaptaciones que harían que los creadores de las susodichas se dieran de golpes contra la pared (y también sus espectadores/fans)

Superagente 86”, que es tal como se conoció en nuestro país “Get Smart”, fue una serie estadounidense de mediados de los 60 que parodiaba la figura del espía secreto- y concretamente, al famoso James Bond- con un humor cazurro e inocente. Mel Brooks, experto en parodias como “El jovencito Frankenstein” o “La loca historia de las galaxias”, creó esta exitosa serie junto a Beck Henry, y juntos hicieron reir a carcajadas a millones de espectadores durante los cinco años que duró su emisión en pantalla -sin contar las continuas reposiciones nacionales e internacionales-, contando con un estimable reparto encabezado por el inolvidable Don Adams como el despistado Superagente 86, Barbara Feldon como su eficaz compañera la Agente 99 y Edward Platt como “el Jefe” de la agencia C.O.N.T.R.O.L.

En su momento la serie ya tuvo sus pertinentes largometrajes, pero no nos extraña que dada la imperante escasez de ideas actual, Hollywood haya abierto de nuevo el baúl de los recuerdos para sacarle jugo a un producto que ahora regresa a la gran pantalla adaptándose convenientemente a los nuevos tiempos.

La agencia gubernamental “C.O.N.T.R.O.L.” ya no es tal como la conocíamos. Los tiempos han cambiado y la tecnología ha evolucionado. El zapatófono es un intrumento obsoleto si tenemos en cuenta que ahora nos comunicamos con diminutos -comparados con aquel zapatazo- teléfonos móbiles que incluso pueden usar auriculares para nuestra mayor comodidad.

Pero hay cosas que nunca cambian y la secreta agencia americana (una evidente parodia de la CIA) sigue encargándose de salvaguardar la seguridad de todo un país, intentando evitar o corregir cualquier amenaza venga ésta de dónde venga. Y por supuesto, entre sus prioridades está controlar los movimientos de la agencia enemiga K.A.O.S., que al igual que ésta, sigue activa y haciendo de las suyas.

Las dos agencias volverán a enfrentarse de nuevo cuando el despiadado Siegfried (Terence Stamp) deje fuera de juego a C.O.N.T.R.O.L., infiltrándose en su base de datos y dejando al descubierto las identidades de todos sus agentes secretos para poder así llevar a cabo una pequeña exhibición de la capacidad de destrucción que tienen sus misiles; misiles que han sido vendidos a grupos terroristas y que se activarán si el gobierno estadounidense no cumplen con sus exigencias (económicas, por supuesto)

La solución para detener los planes de Siegfried pasa por infiltrar a un nuevo agente, Max Smart alias Superagente 86 (Steve Carell), un analista de la agencia deseoso de dejar los despachos y pasar a la acción de campo. Pero Smart no estará sólo, ya que para esta arriesgada misión contará con la ayuda de la experta Agente 99 (Anne Hathaway). Juntos deberán detener a Siegfried para que no lleve a cabo su maquievélico y ambicioso proyecto.


Si pienso en la serie original y en su protagonista, no se me ocurre nadie mejor para encarnar a este nuevo Superagente 86 que el cómico Steve Carell. Su competencia está comprobada y físicamente encaja a la perfección.
Carell realiza una interpretación muy correcta del agente Maxwell Smart, mostrándose patoso y atolondrado pero siempre procurando caer simpático al espectador. El actor evita muecas innecesarias, de modo que su personaje resulta gracioso por su aparente serenidad y su innata torpeza, y no por llegar a extremos histriónicos como hacen otros cómicos.

Como la Agente 99 tenemos a Anne Hathaway, actriz a la que nunca he prestado demasiada atención hasta hoy. No sólo se desenvuelva con soltura en su papel sino que también desprende sensualidad por cada poro de su piel.
Aquí el personaje dista un poco de la ingenuidad con la que se trataba en la serie original. Ahora tenemos a una Agente 99 mucho más dominante y de armas tomar. Y si en los 60 ésta era bastante recatadita, aquí no se corta ni un pelo en aprovechar sus encantos de mujer para seducir o dejar K.O. a sus rivales (y de paso, subirle la testosterona a un servidor)

Sobre los secundarios nada que objetar, ya que todos cumplen con su rol. Desde los veteranos Alan Arkin y Terence Stamp como “El Jefe” y Seigfred”, respectivamente, hasta Dwayne Johnson (ya sin el postizo The Rock) como el Agente 23, que por mucha condición de action-man que tenga, hay que decir que el tío se defiende bastante bien delante de las cámaras (no se puede decir lo mismo de otros de su misma condición)


En general, el humor de la cinta es bastante simplón y en algunos momentos casi de parvulario (sólo faltaba una piel de plátano que propiciara el típico y desafortunado resbalón). Tira de chistes fáciles que a veces resultan efectivos y otras demasiado insulsos. Quizás por ello han decido también postar por unas buenas dosis de acción, como si de un film del propio James Bond se tratara, aunque sin su misma espectacularidad, claro. En ese aspecto, no hay nada en ella que no hayamos visto antes, pero la secuencia final está bastante conseguida, siendo realmente trepidante sin que la parte cómica se resienta.

Por tanto, “Superagente 86” no es ni más ni menos que un producto de fácil digestión con el que pasar un rato entretenido sin más, aunque quizás con hora y media hubiera bastado. Probablemente no os riais a carcajadas (me reí el triple con el panda de Dreamworks) pero quizás sí que os saque alguna risa y bastantes sonrisas, sobretodo gracias a sus guiños, que son bastantes. Considero que su humor no está a la altura de la serie original (o eso dicen mis recuerdos) pero sí se trata de una adaptación bastante decente y honrosa, que ya es decir mucho.

A los que espereis un simple entretenimiento, os parecerá una película correcta; a los que espereis que esté al nivel de la serie, quizás se os antoje un tanto floja (algunos de los mejores gags estaban en el trailer).


Lo mejor: sus protagonistas; que sea respetuosa con la serie original

Lo peor: un humor bastante tópico e infantiloide, la mayoría de veces


Valoración personal: Correcta

domingo, julio 20, 2008

"Hancock", un superhéroe diferente


Alcohólico depresivo, maleducado, engreído, desaliñado y fastidioso. Así es John Hancock, un hombre cuyos superpoderes se han convertido en un gran incordio para los habitantes de Los Ángeles. Y es que cada vez que Hancock interviene para resolver algún asunto y así dar buen uso a sus increíbles facultades, éste no hace otra cosa que empeorar la situación, provocando así la ira de los ciudanos.

En su última y desastrosa intervención, nuestro peculiar superhéroe salva la vida de Ray Embrey (Jason Bateman), un asesor de imagen que, agradecido por evitar su muerte, decide ayudarle a cambiar la imagen negativa que la gente tiene de él. En un primer momento Hancock rechazará el ofrecimiento, pero pronto se dará cuenta de que esa es la única manera que tiene para mejorar como persona y para conseguir que la gente lo acepte como el héroe que realmente debería ser.
Dicho y hecho, Embrey y Hancock se ponen manos a la obra en este lavado de cara, aunque no será tan fácil como ambos esperaban, y menos teniendo a la mujer del primero (Charlize Theron ) en contra de Hancock.


Nadie pone en duda que actualmente Will Smith es uno de los mejores y más versátiles actores de Hollwyood. Y no sólo eso sino que es el úncio que arrastra en masa al público, haga la película haga, sea del género que sea. Ahí esta sino “En busca de la felicidad” para demostrar que no sólo arrasa en taquilla con sus films más comerciales sino también con todo lo que lleve su nombre impreso en un cartel de cine.

Con la incipiente e imparable moda de trasladar todos los superhéroes habidos y por haber del mundo del cómic a la gran pantalla, Smith no podía dejar pasar la oportunidad de subirse al carro con un buen blockbuster. Pero eso sí, la forma de hacerlo ha sido mediante un personaje creado exclusivamente para la película, sin referente comiquero y con un tratamiento más cómico y paródico de lo habitual.

Los guionistas Vince Gilligan y Vincent Ngo crean a Hancock, un superhéroe con problemas con alcohol, amargado por su condición de héroe pero incapaz de cumpirla como es debido. Sólo un asesor de imagen podrá cambiar la impresión que tiene el público de él y así poder reconciliarse con todos aquellos a los que directa o indirectamente ha perjudicado.

La película del actor y director Peter Berg empieza de forma trepidante, con una persecución autmovílistica que ni Michael Bay hubiera firmado de forma tan incomprensiblemente mareante (qué manía la de hoy día de rodar las escenas de acción sin que el espectador se entere de lo que está ocurriendo). En ella no sólo hay tiroteos y explosiones sino también unas buenas dosis de humor, humor que se extiende a lo largo de los primeros 45 min. del film y que casi desaparece por completo en los minutos restantes.
Y es que ahí radica uno de los grandes problemas de la película de Berg. Vender un producto que promete acción y humor a raudales para convertirlo luego en un drama superheroíco que resulta chocante e incongruente con el resto. Y salvo contadas veces, incluso ese humor no llega a ser nunca tan gamberro y desvergonzado como el trailer nos hizo creer.


Podemos decir que la primera mitad es bastante prometedora, con gags cómicos continuos y unas cuantas escenas de acción bien rodadas y realizadas con unos efectos especiales competentes, aunque 150 millones de presupuesto se nos antojen excesivos para lo que vemos (la mitad se habrá ido en el sueldo de sus estrellas principales) Sin embargo, todo cambia en la segunda mitad del metraje, donde el humor disminuye y se torna más light que en su inicio.
Un giro inesperado en la trama que, reconozcámoslo, ayuda a mantener el interés en una historia que parecía que no daba más de así y que iba a venirse a bajo en cualquier momento, convierte los siguientes 45 min. en algo mucho dramático, que no por ser más profundo molesta, sino por parecer metido con calzador en una película cuyo tono no parecía que fuese a ir por ese camino.

Da la sensación que como espectadores, asistimos a dos películas totalmente diferentes metidas en una sola. Y no es que una parte sea mejor o peor que la otra, sino que simplemente nos desorientan, ya que pasamos de las risas a las lágrimas -es un decir- en un santiamen.

Pese a eso, la película se aguanta porque va introduciendo un poco de chica en la trama y porque tiene el carisma de un actor como Smith, que hace el resto. Y es que estamos ante uno de esos casos en los que la estrella de la función salva la película de ser una gran decepción.

Y el resto del reparto está bastante correcto, aunque a Charlize Theron se la ha desaprovechado bastante, tanto como actriz como por su personaje, que podría haber dado mucho más juego. Jason Bateman está en su línea, aunque llega un momento en que su presencia queda ensombrecida por Smith y Theron.

Otra cosa que hubiera necesitado Hancock, aunque por ello se hubiera caído en el tópico, es un villano de peso, no ya con sus mismos poderes, pero si con algo más de interés que tres presos palurdos a los que Hancock atiza sin demasiadas complicaciones.


Así que en definitiva y a pesar de los pesares, Hancock es un a película que cumple -no sin cierta irregularidad- con su función de blockbuster.
Escenas donde el CGI es el rey, divertidas secuencias cómicas y un Will Smith en su salsa, hacen de la película un entretenimiento tan fácil de digerir como de olvidar.

Lástima que no fuera todo lo que los trailers prometían, ya que de ser así estariamos hablando de una película que nada tendría que envidiar a las recientes adaptaciones de la factoría Marvel. Lamentablemente, la idea ha quedado un tanto desaprovechada por querer darle más dramatismo a una historia que simplemente no lo necesitaba.


Lo mejor:
Will Smith y los primeros 45 min.

Lo peor:
un dramatismo metido con calzador


Valoración personal: Correcta

sábado, julio 19, 2008

Fire Inc. - "Nowhere Fast" (B.S.O. Calles de Fuego)

Hacía ya un tiempecito que un servidor no le dedicaba unas horitas a esta nostálgica sección. Así que qué mejor manera de volver a ella que trayendo uno de esos clásicos ochenteros que tanto me/nos gusta rememorar.
La elegida para la ocasión es “Nowhere Fast” de Fire Inc., un pegadizo tema de la estupenda banda sonora de aquella pequeña joyita que nos regaló, en 1984, el olvidado -y siempre revindicable- Walter Hill, titulada Street Of Fire (aka Calles de fuego, ¡perfectamente traducida!) y protagonizada por un supuesto actor prometedor, Michael Paré, y por una jovencísima y bellísima -como siempre- Diane Lane.


La canción


Fire Inc. fue una formación musical creada exclusivamente para la película de Hill, bajo la batuta del prolífico productor y compositor Jim Steinman. Él mismo escribió y produjo los dos temas que Fire Inc. interpreta: “Nowhere Fast”, el tema que nos ocupa, y “Tonight Is What It Means To Be Young”, la canción con la que concluye la película. En la misma, la actriz Diane Lane simula ser la cantante de estas canciones, pero realmente las portentosas voces que escuchamos pertenecen a Rory Dodd, Holly Sherwood y Laurie Sargent, habituales colaboradoras de Steinman.

El grupo jamás tuvo éxito más allá de estos dos temas dado que se creó solamente para aquella ocasión. Fue algo así como un falso grupo para poder firmar los temas de la banda sonora. De todas formas, Steinman creó, cinco años más tarde, una formación llamada Pandora's Box, que incluía a ocho miembros de Fire Inc.

Seguro que a algunos, estas canciones os recuerdan al particular estilo de Bonnie Tyler, y no es para menos teniendo en cuenta que Steinman fue el productor de muchos de los discos de ésta. De hecho, ese mismo año (1984), escribió y produjo el "Holding Out For a Hero” que popularizó la voz rota de Tyler y que se incluyó en la banda sonora de la mítica “Footloose”.
Por extraño que parezca, este mismo tema se incluyó también en la B.S.O. de Streets Of Fire pero firmada por Fire Inc. (pese a que ni aparecía en la película). Es más, las propias Dood y Sherwood ya habían colaborado en los coros de otros temas de Bonnie Tyler, como por ejemplo el “Turn Around”.
Por separado, Rory Dodd realizó la voz de fondo de varias canciones de Meat Loaf mientras que Holly Sherwood grabó coros para otros conocidos artistas como Billy Joel, Barbara Streisand o Kenny Loggins (sí!, el del Footloose)

El resto del álbum estaba compuesto por canciones tan ochenteras como el “I Can Dream About You” de Dan Hartman o la menos conocida “Sorcerer” de Marilyn Martin. Junto a estos, otros temas con un aire más cercano al rock'n roll de los 50-60, como son los dos temas de The Blasters, el “Blue Shadows” y el “One Bad Stud”.
La curiosa mezcla de estilos responde al estilo retrofuturista que se palpa en la película. Eso es, estética de los años cincuenta -con sus típicos Diners y su banda de moteros- fusionada con elementos más modernos.


La película

“Calles de fuego” fue el sexto largometraje de Walter Hill después de ganarse el favor de la crítica con magníficos títulos como “The Warriors” (genial homenaje a las tribus urbanas), “Forajidos de leyenda” (emulando al mejor Peckinpah) o “La presa” (la “Deliverance” de los ochenta).

Con un guión escrito conjuntamente por Larry Gross y el propio Hill, el director llevó a cabo esta, en su momento, vanguardista producción, mezclando distintos géneros (acción, western, musical) con absoluta destreza. Ese toque retrofuturista evocando a los mejores años 50, fusionado con el musical videoclipero tan característico de los 80 (recordemos, fueron los comienzos de la MTV), le daba un aspecto único al film. Incluso se podría decir que su ambientación desprendía un cierto aire a cómic (póster incluido)

Calles de Fuego es una fábula del rock'n roll, un film de héroes y villanos, de damiselas en apuros y de amores perdidos. Retrata a unos personajes tan estereotipados como cautivadores.
Es un film de acción con entidad propia que, aunque peque de tener una historia muy simplona, llega al espectador gracias al encanto de sus personajes y a sus fabulosos números musicales, algo inaudito en un film de acción. Una acción, eso sí, muy comedida (nada que ver con sus anteriores trabajos)

Si acaso, su gran fallo fue tener al soseras de Michael Paré como protagonista, ya que dicho actor carecía del carisma que el personaje de Tom Cody necesitaba (qué bien hubiera quedado ahí Kurt Russell!). Pero éste estaba tan bien dibujado que ni la insípida actuación de Paré podía echarlo por tierra.
Para el actor fue su oportunidad de saltar al estrellato cinematográfico después de participar en varias series de tv. Luego llegó “El Experimento Filadelfia” (otra buena película) y después de esta muchos papeles de secundario y muchos subproductos de acción. Y es que por mucho que se empeñasen, Paré era tan mediocre que ni con su agraciado físico pudieron convertirlo en el nuevo chico de moda de Hollywood. Otros ocuparon su lugar y él acabó desterrado a producciones de segunda y tercera división.

Otra joven promesa (y esta sí cumplió) era Diane Lane, actriz que debutó en Un pequeño romance junto a sir Laurence Olivier, quién dijo de ella que era la “nueva Grace Kelly”. Con semejante calificativo, estaba claro que Lane era un diamante en bruto aún por pulir.
Francis Ford Coppola
se fijó en ella y la contrató para tres de sus películas: “La Ley de la calle”, “Rebeldes” y “Cotton Club”. Con su experiencia en este último musical, Lane se anunciaba como la candidata ideal para interpretar a Ellen Aim en la nueva cinta de Walter Hill.

Y para el villano de la función nadie mejor que uno de los actores con más cara de malo que ha dado Hollywood: Willem Dafoe. El estadounidense volvió a subirse a una moto después de protagonizar “The Loveless”, film debut de la directora Kathryn Bigelow -aún no era esposa de James Cameron-, para dar vida a Raven Shaddock -hasta los nombres molaban-, la antítesis de nuestro héroe.

Y por allí también estaban el actor cómico Rick Moranis haciendo de pardillo tras su paso por “Cazafantasmas”, y la actriz Amy Madigan en plan marimacho antes de convertirse en la comprensiva esposa de Kevin Costner en la curiosa y ñoña “Campo de sueños”.

“Calles de fuego” se ha convertido por méritos propios en un film de culto -y de los buenos- gracias sobretodo a su banda sonora y la particular visión de su director. Vista hoy día sigue conservando el mismo encanto del primer día, aunque se nos antoje un film menor del director. Así que aquí os dejo el extracto de la película dónde aparece el “Nohwere Run” de Fire Inc., el tema que he rescatado para la sección “Canciones de cine”.

Disfrutádlo.

jueves, julio 10, 2008

Pliskeen en Scifiworld


Mi pasión cinéfila sigue creciendo y con ella mi afán por escribir sobre este maravillo -séptimo- arte. Es por ello que en estos últimos días he entrado a formar parte de Scifiworld, un site dedicado sobretodo al cine fantástico, de ciencia-ficción y terror (algo así como este blog), cargado de noticias, reportajes y demás información que seguro serán de vuestro interés.

Mis funciones como colaborador son la publicación de noticias y de artículos especiales. Lo segundo (los artículos) se harán en la medida de lo posible, dependiendo siempre del tiempo que un servidor disponga para realizarlos. Cuando éstos se publiquen, os lo notificaré a través de Amazing Movies con un post que incluya un enlace directo para que podais acceder al mismo.
Las noticias se quedarán exclusivamente en Scifiworld, ya que de momento no tengo pensado que formen parte de la rutina de este blog.

Scifiworld no solamente tiene presencia en la web sino que también se publica, mensualmente, un magazine (de tirada nacional - España) que podeis encontrar en cualquier quiosko. De momento mi presencia se limita a la versión on-line, aunque nunca se sabe... quizás en un futuro acabeis leyendo mis artículos publicados en la versión impresa (por soñar que no quede xD)

De momento, ya he publicado mi primera noticia (por algo se empieza), relacionada con el trailer de “Hell Ride”, una producción con sabor a serie B setentera que produce el señor Quentin Tarantino. El artículo viene firmado con mi nombre real, David Ribet, pero podeis seguir llamándome Pliskeen (o Serpiente xD). Es más, casi lo prefiero así.

Así que ya sabeis. Ahora me tendreis también en Scifiworld, por si mi presencia en Tu Blog de Cine no fuera suficiente xD. Eso sin contar “Diario de una mente perturbada”.

Espero que el dicho de “quién mucha abarca, poco aprieta” no me ocurra a mí, ya que siempre procuro poner todo mi empeño en cada cosa que hago, y esta nueva colaboración no podía ser menos.

Y dicho esto me despido hasta la próxima reseña.


Saludos

martes, julio 08, 2008

"Kung Fu Panda", Dreamworks golpea con fuerza

Dreamworks es ahora mismo la principal competidora de la magistral Pixar, algo que se refleja no sólo en la calidad de su animación -que no guiones- sino también en su poder de convocación en taquilla. Pese a que el resultado final de algunas de sus producciones deje un poco que desear, por lo general suelen tener buena acogida entre el público y, por consiguiente, logran una copiosa recaudación.

Año tras año, ambas compañías compiten para convertir sus films en los más exitosos de la temporada. Este año y aunque Wall-E tenga todas las papeletas de ser la gran triunfadora, podemos decir que “Kung Fu Panda” no se queda tan atrás como ha sucedido en otros años. Esta vez Dreamworks ha conseguido un film redondo para toda la familia y, probablemente y en opinión de un servidor, su mejor película de animación desde que se pasaron al 3D.


La película nos situa en la antigua China, concretamente, en el Valle de la Paz. Nuestro protagonista es Po, un orondo panda holgazán y patoso, pero de buen corazón (faltaría más!)
Po trabaja en el restaurante familiar como cocinero/camarero, pero su gran pasión -oculta siempre a los ojos de su exigente padre- es el kung fu. Obviamente, su deseo es dejar ese farragoso trabajo y convertirse en un gran maestro de ese arte marcial. Sin embargo, su nula formación, su torpeza y su gran tamaño, unidos al hecho de verse casi obligado a seguir la tradición familiar de encargarse del restaurante, hacen que ese sueño jamás se realice.

Un buen día surge la oportunidad que Po llevaba tiempo esperando. Un mal, encarnado en el temible leopardo Tai Lung, amenaza con romper la paz y la armonía del valle, y para hacerle frente, los maestros del kung fu deberán encontrar, según cuenta la profecía, al elegido que se convierta en el gran Guerrero del Dragón, el único capaz de hacer frente a cualquier enemigo.

Los maestros Oogway y Shifu, junto a sus discípulos, los llamados Cinco Furiosos -Tigresa, Grulla, Mantis, Víbora y Mono- organizan un evento para decidir qué luchador se convertirá en el legendario guerrero. Por supuesto, nuestro orondo panda no querrá perdérselo y acudirá a ver dicho acontecimiento, aunque por ello deba desatender sus tareas.

Una vez allí y debido a una serie de infortunios provocados por su propia torpeza, Oogway terminará eligiéndolo a él como el Guerrero del Dragón que andaban buscando. Tal nombramiento desagradará tanto al maestro Shifu como a sus cinco discípulos.

A partir de este momento, Po deberá demostrar que es algo más que un panda gordinflón, intentando ganarse la confianza de Shifu, el respeto de sus nuevos compañeros y haciendo honor a su condición de Guerrero del Dragón. Por supuesto, la cosa no será tan fácil como él imaginaba...


No hay duda que lo que da juego en esta película son las continuas meteduras de pata de Po y su ineptitud para aprender kung fu. La mayor parte del film somos testigos del aprendizaje del panda para convertirse en el legendario Guerrero del Dragón y lo mucho que eso le costará. Además, en un primer momento tendrá en su contra no ya su físico sino también a su propio entrenador, el maestro Shifu. Y tampoco es que a los Cinco Furiosos les haga mucha gracia que un novato venga a quitarles el honor de defender el valle, y menos después de estar años y años entrenándose a las órdenes de su maestro.

Ver a Po pegando saltitos y dándose de ostias es parte de su entrenamiento y motivo de las risas del espectador. Y es que si algo no falta en esta película, son las contagiosas risas.
Un humor simpático -sin caer en la zafiedad- nos hace reír a carcajadas, no ya por lo que hace Po sino también por lo que dice. Diálogos cuidados y en todo momento políticamente correctos nos sacan una sonrisa y hace que nos divirtamos junto al panda.

Además de eso tenemos también acción, más disfrutable de lo que uno podría pensar tratándose de un film de corte familiar. Con ello no quiero decir que ésta sea violenta sino que hay enfrentamientos y duelos gratificantes gracias a sus elaboradas coreografias. No olvidemos que esto es un film dónde el kunf fu es clave en la historia, y en ese aspecto es de agradecer que hayan sido respetuosos con el género, puesto que fácilmente podrían haber recurrido a la parodia. No es el caso.

Si hay que buscarle algo negativo al film sería que su historia nos suene a ya vista, y es que lo del pardillo que madura al lado de un maestro de artes marciales la hemos visto ya unas cuantas veces. Eso no quita que la película funcione a la perfección, sobretodo por su sencillez, que hace que la trama se desarrolle con facilidad y agrado. El ritmo no decae en ningún momento y la ahora y media se pasa en un santiamén.

El film acumula demasiados personajes como para poder desarrollarlos todos con esmero. A fin de cuentas, Po es el personaje principal y la piedra angular de la historia, por lo que los demás están ahí como complemento para enriquecer la trama y hacerla avanzar en algunos tramos. Con lo cuál tampoco es que sea un defecto que desmejore el resultado final.

Lo que aporta un plus a la historia son los valores positivos o moralejas que ésta infunda de manera sútil. Sin ser empalagosa, vaya.
Por un lado, está ese sentimiento de autosuperación que hace que Po se esmere con ganas y con constancia para conseguir convertise en el deseado guerrero; por el otro, tenemos el de la capacidad de decidir nuestro propio destino, la elección de ser quiénes realmente queremos ser y no quienes quieren que seamos los demás. Y por último, destacar también el rechazo a los prejuicios, y es que quién iba a decir que el patoso de Po iba ser el gran guerrero que andaban buscando... Nunca hay que fiarse de las apariencias ni juzgar a alguien por una primera impresión.

Todas estas virtudes, además de una banda sonora a cargo de Hans Zimmer muy acorde con la temática tratada, hacen de “Kung Fu Panda” un film de animación fresco y simpático, con pasajes realmente trepidantes, con algún momento que otro bastante emotivo y sobretodo con un humor dispuesto a sacarte una jubilosa carcajada. Todo un acierto de Dreamworks para el disfrute de toda la familia, y muy especialmente para el de los más peques de la casa, a los que seguro les gustará.

Puede que no alcance la maestría de los genios de Pixar, pero en esta ocasión se puede decir que ya les pisan los talones.


Lo mejor:
el humor y los duelos entre los personajes

Lo peor: lo tópico de la historia


Valoración personal: Buena

jueves, junio 26, 2008

"The Bank Job", robando la caja de Pandora


The Bank Job” (aún sin fecha de estreno en España, para variar) es un film basado -o mejor dicho, inspirado- en hechos reales acontecidos en 1971 acerca de un famoso robo en el Loyd´s Bank de Londres. Dicho robo fue perpetrado por un grupo de ladronzuelos que jamás fueron capturados y cuyo botín de unos 3 millones de libras (más oro y joyas) tampoco fue recuperado.
Algunas teorías apuntan a que la agencia de espionaje británica MI5 presionó a la policía y a los medios para que zanjaran el asunto y evitar así un posible escándalo relacionado con unas comprometedoras fotos de un miembro real que se encontraban guardadas en el banco.

Esas fotos comprometedoras fueron en su momento posesión de un mafioso llamado Michael X (una suerte entre Malcom X y Robin Hood pero en versión macarra) que las usaba para chantajear al gobierno y así poder librarse de la cárcel. Por supuesto, la MI5 no estaba dispuesta a dejar que se saliera con la suya y por ello decidieron actuar poniendo en práctica un arriesgado y secreto plan para hacerse con las dichosas fotos sin levantar la menor de las sospechas.

The Bank Job” pretende mostrarnos lo que realmente ocurrió aquellos días, contándonos cómo se realizó el robo y cuáles fueron sus posteriores consecuencias. Por supuesto, todo se basa en conjeturas y meras especulaciones, ya que aún sigue siendo un misterio el cómo se planeó el robo del botín más grande de la historia de Inglaterra y el cómo pudieron salir impunes sus responsables.

A cargo de la dirección tenemos al irregular y poco fiable Roger Donaldson, que cuando está inspirado hace películas como “Trece días” o “La prueba”, ambas bastante decentes en mi opinión, pero cuando no lo está se casca mediocres productos como “La huida” (innecesario e insultante remake del film del grandioso Peckinpah) o “Arenas blancas”.
A término medio, encontramos también en su filmografía otros títulos a los cuáles podriamos considerar de meramente entretenidos, como su debut “Motín a bordo” o la película que nos ocupa. Y es que a fin de cuentas, este “The Bank Job” no deja de ser un film de “robo a un banco” al uso, de fácil digestión y poco más.


La historia nos presenta a los elegidos para cometer el atraco, entre los que destaca el líder del grupo Terry Leather (Jason Statham), que aquejado por las deudas, decide reunir a sus amigos y compinches de siempre para realizar un robo que a priori parece no poner demasiadas complicaciones.
La tentación viene ofrecida por una vieja amiga y antigua amante, Martine Love (Saffron Burrows), que le asegura tener información privilegiada que les permitiría realizar el saqueo sin hacer saltar las alarmas.

Disponiendo del equipo adecuado para perforar un túnel que les lleve hasta el interior de la caja fuerte, planeando meticulosamente el plan de fuga y contando con la participación y lealtad de cada uno de sus colaboradores, Terry decide llevar a cabo el robo que saldará sus deudas para siempre. Desgraciadamente, tras este plan se esconde otro mucho más serio y peligroso, ya que ellos no son mas que los títeres elegidos por el MI5 para conseguir las fotos que Michael X tiene en su poder.
Y la cosa no queda aquí, ya que además un proxeneta de la ciudad que también guarda un importante material en una de las cajas fuertes del banco, se verá involucrado en todo el embrollo.

Este robo a tres/cuatro bandas pondrá en jaque a Terry y sus amigos, y la única manera de salvar el pellejo o de no acabar en la cárcel será siendo más listo que sus instigadores. Y es que lo último que esperaban nuestros protagonistas es que el robo fuera la parte más sencilla de su estudiado plan.

A lo largo de la película somos testigos de cómo todo lo que acontece al posterior atraco se va complicando más y más. Los giros en la trama dan sustancia a la historia y eso ayuda a entreternos durante las casi dos horas que dura todo. En ese tiempo vemos a Terry en serios apuros debido a los daños colaterales que está ocasionando lo que en un principio iba a ser el chollo de su vida. Tanto él como sus amigos estarán en un peligro constante, siendo acechados tanto por los agentes de MI5 como por los mafioso, queriendo ambos algo que está en su posesión y de lo que no tenían constancia hasta que las cosas empezaron a ponerse feas.


La dirección de Donaldson es bastante discreta aunque solvente. Podemos lamentar que los momentos donde debiera palparse la tensión -los cara a cara con los malos, los momentos en que pueden ser descubiertos robando el banco, etc-, ésta brille por su ausencia, dado que el director es incapaz de imprimirle intensidad a una historia que convence al espectador básicamente por la labor de sus guionistas.

La trama en sí misma engancha porque siempre están ocurriendo cosas que la hacen avanzar, aunque por momentos pueda parecer algo confusa o algunos cabos no queden del todo atados.
Los personajes, estereotipados hasta la médula, son fichas que cumplen su función en el tablero de juego. Podemos olernos fácilmente quiénes serán los perjudicados y quienes los beneficiados, guardando pocas sorpresas para el final.

El reparto principal es en mayor medida un tanto pobre, estando Jason Statham tan inexpresivo como siempre en un papel que requería la presencia de un actor con más aptitudes que las que él posee. Una lástima, porque viendo el irregular y a ratos mediocre currículum que se está labrando el actor, ésta hubiese sido una buena oportunidad para lucirse más allá de su etiqueta de “nuevo action-man” (que esa sí, debo decir la cumple a la perfección)

Tampoco ayuda que su partenaire sea la insulsa Safrron Burrows, que lo único que puede aportar a su personaje es un bonito físico y nada más.
Del resto no hay mucho que decir ya que aparecen en pantalla sin destacar demasiado, siendo los villanos de turno lo más mejorable de la misma, ya que rozan casi todos la caricaturización.


Por lo demás, una película entretenida que podría haber sido mejor con un reparto y un director más entregados a la causa. Los mejores momentos son más flojos de lo deseado, pero la historia discurre a buen ritmo y con interés.

Es mejor que ver a los sofisticados chulopiscinas de Danny Ocean luciendo trajes de Armani mientras desbalijan casinos, pero está a años luz de, por ejemplo, la última de Sidney Lumet o las comerciales pero condenadamente efectivas “Plan Oculto”, “Heist, el último golpe” o “The Italian Job” (precisamente esta última tenía entre sus filas a Statham)


Lo mejor: que la historia vaya más allá del simple robo.

La peor: una dirección a la que le falta vigor y unas interpretaciones muy mejorables.


Valoración personal: Correcta