domingo, agosto 30, 2009

Giorgio Moroder&Philip Oakey – “Together In Electric Dreams” (B.S.O. Sueños Eléctricos)


De verano en verano, y tiro porque me toca…
El último post que hice sobre “Canciones de cine” estuvo dedicado a “Calles de Fuego” y fue allá por Julio del año pasado. Por tanto, creo que ya tocaba sacarle el polvo a la sección y ofrecer a los lectores del blog (aprovechando el tercer aniversario del mismo), una nueva ración de música de cine. Y como no podía ser de otra manera, vuelvo al pasado y pongo la mira en la gloriosa década de los ochenta para traeros un temazo titulado “Together In Electric Dreams”, canción que formaba parte de la banda sonora de “Sueños Eléctricos” (Electric Dreams), una película no muy conocida para el público mayoritario y que jamás llegó a alcanzar el estatus de “clásico ochentero”, pero que de seguro ya es de culto para algunos informáticos que estén o pasen la treintena de edad (más o menos)



La Película

Nos situamos en las ochenta, concretamente en el 84. La tecnología, y por ende, lo ordenadores, no están tan asentados en nuestra vida diaria como lo están hoy día. Las computadoras y artilugios eléctricos empiezan a cobrar cierta fuerza y popularidad entre la sociedad, y el cine pretende ser un reflejo de ello. Así es como empiezan a aparecer películas como Tron (1982) o Juegos de Guerra (1983), que nos muestran el poder (en cierto modo, fantasioso) que pueden llegar a tener estos avanzados aparatos, maravillando así a un impresionable público poco conocedor de dicha materia.

Steve Barron, hasta entonces un ingenioso y prestigioso director de videoclips (suyos son, por ejemplo, el “Billie Jean” de Michael Jackson o el “Take On Me” de A-Ha, uno de los mejores videoclips de la historia, para el que esto escribe), quiso debutar en el mundillo del cine apuntándose a ésta moda tecnológica. Y así es como nació Electric Dreams, una película cuyo protagonista, el arquitecto Miles, adquiere un avanzado ordenador que tras un desafortunado incidente empezará a tomar conciencia de sí mismo, y lo que es peor, a enamorarse de la nueva vecina de éste, por la que el joven también está prendado.

El accidentado proceso por el cual el ordenador de Miles toma conciencia es un poco chorra, y la historia de amor entre el protagonista y su bella vecina, una jovencísima Virginia Madsen en su primer papel protagonista, pues es tanto pueril y quizás precipitada. De ahí que a falta de un mayor calado emocional (y quién sabe si por otros motivos), la película no tuviera demasiado éxito, además de que la mayor parte del metraje parecen clips musicales, tendencia de la que Barron no pudo o no quiso desquitarse hasta que llegó su segunda largometraje, Las tortugas ninja (1990) (a la que seguirían luego fallidas producciones como “Los Caraconos” o “Pinocho, la leyenda”, además de algunos telefilmes de carácter fantástico)

Pese a la ingenuidad de la historia y las tontorronas discusiones entre Miles y el ordenador, la película guarda momentos impagables, como la secuencia en que Madeleine (Madsen) toca una pieza musical con su violoncelo, y el ordenador -que se llama Edgar-, la acompaña imitando el sonido con dispositivos MIDI. Precisamente, es a partir de esta escena cuando Edgar empieza a “sentir” algo por la protagonista, decidiendo componer música para ella con sus sintetizadores. De esas composiciones surgen otras secuencias de la película acompañadas de buena música.

Así pues, no es que estemos ante un gran título de los ochenta ni mucho menos, pero tiene algo que la hace especial y simpática. Y probablemente eso sea, a parte de la dulce Madsen (que como el buen vino, mejora con los años), la música que acompaña sus imágenes y la mala leche que a veces se gasta Edgar (como un HAL 9000, pero menos cabrito)


La Música

La banda sonora de la película corrió en gran parte a cargo de Giorgio Moroder, quién durante ésta década aportó al cine la música (y singles de éxito en concreto) de películas como La Historia Interminable, Flashdance, Top Gun (fue la mitad responsable del "Take My Breath Away" de Berlín) o El Precio del Poder (Scarface). Su demostrada creatividad quedó una vez más plasmada en esta película, cuyo tema principal, el Together In Electric Dreams que nos ocupa, fue compuesto junto a Philip Oakey, líder y co-fundador del grupo synthpop The Human League (los del Don't You Want Me, cuyo videoclip dirigió precisamente Barron)

La canción tuvo un éxito tremendo, especialmente en el Reino Unido, y fue el único hit que alcanzaron juntos Oakey y Giorgio Moroder, que un año más tarde editaron un álbum conjunto. Incluso Oeakey, ya con su banda, los Human League, no llegó nunca a conseguir un éxito tan rotundo como éste. Si bien el tema en cuestión no fue editado en EE.UU. en formato single hasta 1988.

Su aparición en la película tiene lugar justo al final, ya que se supone que Edgar (recordemos, el ordenador) la compone especialmente para Madeleine y Miles.

Otras bandas y artistas que formaban parte de la B.S.O. fueron Jeff Lynne, con canciones como "Let It Run" o "Video! “, esta última editada para dar publicidad a la película, aunque no llegó a tener demasiada repercusión (o no tanta como el Electric Dreams); Helen Terry con su "Now You're Mine"; Heaven 17 y su no muy popular "Chase Runner"; o los Culture Club, estos ya más conocidos y que aportaron dos temas, “The Dream" y "Love Is Love”.


“Together In Electric Dreams” es un excelente tema pop de los ochenta que incluso llegó a eclipsar por completo a la propia película, que fue todo un fracaso. Precisamente, ese prolongado aspecto a videoclip que he comentado al principio, fue uno de los principales motivos de discrepancia entre los críticos; lo que para unos pocos era una virtud, para otros muchos suponía un gran lastre. Sea como fuere, la canción aún se sigue recordándose independientemente del film, el cual ha quedado relegado al olvido colectivo.

Por último, comentar que para el álbum homenaje a Human League, Reproductions: Songs of The Human League, varios artistas versionaron sus canciones, y este Together In Electric Dreams corrió a cargo de Lali Puna, que en mi opinión destroza el tema original de Oakey (aunque tampoco se parecen mucho, por lo que sería más lícito decir que directamente se lo inventa)


Os dejo con el videoclip de la canción, y de regalo, la secuencia en la que Edgar y Madeleine se comunican musicalmente (lo que suena, es de Moroder).





viernes, agosto 28, 2009

3r Aniversario!



Pues ya han pasado tres años desde que inauguré este blog con una primeriza -y muy principiante- entrada. Poco a poco, éste fue cogiendo forma y centrándose en uno de mis mayores pasiones, el cine.

En todo este tiempo he hablado de muchas películas, de ayer y de hoy. Más de 100 críticas, curiosidades y artículos especiales han ido nutriendo este espacio, además de la siempre agradecida y estimable presencia de mis lectores, que han enriquecido aún más este humilde blog.

Por mi parte, todo este tiempo he intentado ser regular y publicar, al menos, un post por semana. Últimamente, ese regularidad ha ido menguando un poco, pero si todo va bien, pasadas las vacaciones volveré al ritmo habitual. Admito además, haberme centrado mucho más en mi otro blog, Amazing Movies, que en éste xD

A todos los lectores os doy las gracias por seguir ahí, ya sea comentando con regularidad, eventualmente o solamente leyendo mis escritos.

Espero que a "Diario de una mente perturbada" le quedan aún muchos años más de vida.


Saludos :)

jueves, julio 30, 2009

"Resacón en Las Vegas", hay un tigre en lavabo


Cada año o casi, en EE.UU. triunfa de sopetón una película apenas publicitada y por la que, de antemano, nadie hubiese dado un duro. Son los llamados “sleepers”, películas de las que no se sabe nada hasta el día de su estreno y que, por un motivo u otro, terminan siendo un éxito de público (y a veces también de crítica)

No hay una fórmula exacta que permita a los estudios crear sleepers a propósito (ya les gustaría), pero sí se dan, a menudo, ciertas constantes que se repiten en unas y otras. Por lo general no suelen tener grandes estrellas entre su reparto, y aunque se dan casos en todo tipo de géneros, es en la comedia donde más frecuentemente se están sucediendo ahora estos inesperados hits. También suelen ser, a menudo, producciones independientes, que son las que menos invierten en publicidad y las más necesitadas de un buen boca a boca o de un festival de cine que les sirva de trampolín.

En lo que llevamos de década, se han ido sucediendo varios de estos sleepers, como “Mi gran boda griega” en el 2001 o “Pequeña Miss Sunshine” hace unos pocos años. Éstas, sin ir más lejos, cumplirían las constantes que he citado anteriormente, aunque como ya insinúo, hay de todo y para todos los gustos (The Blair Witch Project, Full Monty…)

The Hangover es, sin lugar a dudas, el sleeper de este 2009. Su enorme éxito ha sorprendido a propios y a extraños, consiguiendo, de rebote, ser la comedia con clasificación ‘R’ más taquillera de la historia en el mercado doméstico estadounidense. Aquí la conoceremos con el título de “Resacón en Las Vegas”, bastante explícito dada la premisa argumental y no muy alejado de la traducción literal del original (La Resaca). Aunque como ya se sabe, aquí hay que darle un título más guasón para atraer al populacho (y sí es a adolescentes fiesteros y potencialmente borrachos, con más razón aún)

La historia no es que sea el colmo de la originalidad. Phil (Bradley Cooper) y Stu (Ed Helms) deciden celebrar la despedida de soltero de su amigo Doug (Justin Bartha) en Las Vegas, y a estos se les unirá su cuñado Alan (Zach Galifianakis). Conduciendo el lujoso Mercedes-Benz descapotable del 69 de su suegro (¿adivináis como acabará el coche?), Doug se dirige junto a sus colegas hacia el citado lugar de destino, donde esperan montar una buena juerga durante las últimas horas de soltería que le quedan.

Al día siguiente, a juzgar por el dolor de cabeza y el desastroso estado de la habitación del hotel, poca duda cabe de que la juerga fue histórica. Desgraciadamente, ninguno recuerda nada lo sucedido y para colmo de males, Doug ha desaparecido y no tienen ni la más remota idea de dónde puede estar. Haciendo acopio de memoria y volviendo a algunos de los sitios en los que pasaron la noche, Phil, Stu y Alan tratarán de recordar su ruta juerguista con tal de encontrar a su amigo y regresar a casa para poder celebrar la boda. Pero la búsqueda no les resultará nada fácil, y pronto se darán cuenta de los líos en los que se metieron la noche anterior y las consecuencias que éstos empezarán a tener.


Antecedentes cinematográficos de despedidas de soltero que se desmadran tenemos un buen par de ejemplos. La ochentera “Despedida de soltero” (Bachelor Party), con un Tom Hanks en sus primeros años dentro del mundillo y en su primeriza etapa cómica (que nos dejó unas cuantas buenas películas), y “Very Bad Things”, comedia negrísima con la que debutaba el por aquél entonces desconocido Peter Berg.

Resacón en Las Vegas” es mucho más gamberra, atrevida y desenfada que la de Hanks, pero mucho menos cruda que la de Berg. Su punto de partida es la despedida de soltero, pero el foco de atención de la trama es todo lo que acontece el día después de ésta.

La juerga que se pegan los protagonistas es tan monumental, que al día siguiente les tocará sufrir las consecuencias. La desaparición del novio será la primera de ellas, y a partir de ahí éstos irán descubriendo todas las locuras y salvajadas que hicieron la noche anterior. Vamos, que los muy sinvergüenzas “la liaron parda” y ahora encontrar a Doug se convertirá en una tarea dura, agotadora y dolorosa -físicamente, sobre todo- que tendrán que afrontar juntos y a ser posible, bien avenidos.

El director Todd Phillips tiene cierta experiencia en comedias mayormente gamberras, aunque la verdad es que ninguna de las que ha filmado permanece mucho tiempo en el recuerdo (te pueden caer en mayor o menor gracia, según el día en el que te pillen, pero suelen rayar la mediocridad). El currículum de los guionistas, Jon Lucas y Scott Moore, no es que sea mucho mejor, más bien todo lo contrario. Sin embargo, parece que esta vez unos y otros han estado bastante acertados en sus intenciones, construyendo una comedia alocada y divertida que aprovecha los recursos y topicazos de las cintas de este tipo (vomiteras, bodas imprevistas, peleas contra matones…) para resultar finalmente más efectiva y menos chabacana de lo que uno podría esperar.

La historia sigue un poco la estela de “Colega, ¿Dónde está mi coche?” Como en aquella (pero menos absurda y surrealista), los protagonistas, amnésicos perdidos, van encontrándose con las personas con las que compartieron la juerga y volviendo a esos lugares donde se desató el desmadre. El espectador es testigo de los bizarros acontecimientos al mismo tiempo que los protagonistas son conscientes de ellos, lo que ayuda a mantener la expectación en cada una de las situaciones que se van sucediendo. Hay momentos buenos que te sacan una sonrisa o incluso una carcajada (si eres de risa fácil), y los hay que no lo son tanto. Aún así, hay un cierto equilibrio durante la poco más de hora y media que dura la película (quizás demasiado para el producto que es), y por suerte en ningún momento pega el bajón, de modo que el entretenimiento es constante.


El reparto al completo cumple perfectamente con su cometido. Que uno u otro te resulte más o menos gracioso dependerá del personaje en cuestión y los gustos de cada uno, pero todos están convincentes en sus respectivos papeles. Ahora bien, el que se lleva la palma es Zach Galifianakis, que interpreta al chalado de Alan (el cuñado del novio), y que de seguro dará que hablar en un futuro (tiempo al tiempo…)

El hecho de que el reparto esté compuesto, precisamente, por actores no muy conocidos para el público de a pie, ayuda a que el protagonismo esté equilibrado entre los tres actores (que no cuatro, porque Justin Bartha es el desaparecido y se le ve lo justo en pantalla). De tener alguna estrella mediática o popular entre sus filas, posiblemente el resto hubieran quedado en un segundo plano, cosa que aquí no ocurre por este mismo motivo: la ausencia de una estrella cómica que eclipse a los demás.

A destacar el cameo de Mike Tyson; la breve aparición de Heather Graham, a la que últimamente le habíamos perdido la pista; y la prometida de Doug, la actriz Sasha Barrese, que físicamente bien podría pasar por la hermana gemela de Megan Fox (salvando las distancias, claro)


“Resacón en Las Vegas” es una simpática y eficiente comedia gamberra con la que echarse unas risas a costa de unos personajes que las pasan canutas en todo tipo de situaciones, a cada cual más disparatada. No es ninguna maravilla (los sleepers tienden a estar altamente sobrevalorados y se les da mucha coba cuando por fin llegan a España) pero deja buen sabor de boca, lo cual ya es mucho decir. Y es que en un género que parece estar sentenciado por la vulgaridad y zafiedad del séquito Apatow y sus imitadores, o por la enésima chorrada sin gracia de tipos como Rob Schneider, Will Ferrell o Adam Sandler, pues se agradece y mucho una comedia de estas características. Los habrá que se lo pasen bomba con los que he nombrado en este último párrafo (para gustos, colores), pero dentro de la comercialidad a la cual se presta, “Resacón en Las Vegas” es una mejor y más recomendable alternativa.

P.D.: No os perdáis los créditos finales, no tienen desperdicio.


Lo mejor: que sea menos vulgar y chabacana de lo que esperaba; Zach Galifianakis.

Lo peor: que su condición de sleeper pueda hacer que te la esperes mucho más divertida de lo que es.


Valoración personal: Correcta

viernes, julio 10, 2009

Japander, estrellas al mejor postor



Seguramente algunos ya sabréis que las estrellas de Hollywood, o estrellas occidentales en general, suelen prestarse a rodar anuncios televisivos para vender productos japoneses que probablemente ni conozcan ni lleguen a consumir jamás. Algo así como lo que se mostró en la película Lost In Translation, con el personaje de Bill Murray anunciando una marca de whisky.

No es que sea una práctica exclusiva de Japón, ya que el uso de famosos para rodar spots es una práctica habitual en publicidad, pero la particularidad de estos es que, a menudo, la estrella “invitada” hace el mayor de los ridículos, dado que el anuncio suele ser un tanto esperpéntico, por así decirlo (y quiero creer que adrede)

Hacer el ridículo no es algo que importe demasiado a estos famosos, pues es bien sabido que los japoneses sueltan un buen fajo de billetes por estas participaciones. Teniendo en cuenta que don dinero todo lo puede, algunas de estas estrellas no dudan en repetir las veces que haga falta.
Es probable que hayáis visto alguno de estos anuncios, pero por si os apetece descubrir muchos más (y echaros unas risas a su costa), os recomiendo www.japander.com, página web en inglés que descubrí el otro día y que recopila muchos de estos spots.

Los videos se encuentran clasificados por orden alfabético respecto al nombre de sus protagonistas (se dividen en 6 bloques; por ejemplo, encontrareis a Stallone en el bloque Q-T). Además de reconocidas estrellas de Hollywood, entre actores y directores, encontrareis también a cantantes, deportistas e incluso ¡a las marionetas de los Thunderbirds!

Unos pocos videos provienen de Youtube, pero la inmensa mayoría vienen en formato QuickTime, así que para verlos necesitareis tener instalado dicho programa. No es que estén en muy buena calidad, pero se pueden ver (unos mejor que otros)

Si creías que lo más vergonzoso y humillante que ha rodado Schwarzenegger fue aquél cameo en la última y abominable versión de “La vuelta al mundo en 80 días”, entonces que no habéis visto el spot que os dejo bajo estas líneas. Nuestro querido action-man promociona aquí una bebida energética llamada Alimavin V.




Chuache hizo varios anuncios durante de los 90, y no cabe duda alguna de que los peores y más surrealistas son los que rodó para esta marca. En el siguiente enlace os dejo otro spot que no aparece en Japander, y que también es de una bebida, pero esta vez es café (enlatado, para más inri)

Una de las adquisiciones más recientes de la web son los spots que ha rodado Kiefer Sutherland para Calorie Mate, una especie de barritas energéticas que ahora también se encuentra en su formato líquido. Sutherland vende sendas versiones del producto bajo su ya mítico –e invencible, indestructible, inquebrantable, etc.- personaje de Jack Bauer, de la serie 24 (una de mis series preferidas y de las más adictivas). Imagino que en este caso, además de al actor, habrán tenido que soltar prenda también a la 20th Century Fox por los derechos de imagen del personaje.



La guapa Charlize Theron también ha hechos los suyos. En los más recientes, la actriz nos vende un gel de baño llamado Lux, así que ya os podéis imaginar como aparece en el anuncio… ¡Exacto! Luciendo palmito. Pero los “mejores” son los que hizo para Honda, acompañada de un teleñeco de color naranja.

No os perdáis tampoco los que protagoniza Bruce Willis para las estaciones de servicios Eneos. Delirantes!




Y muchos más que hay. Nombres tan conocidos como Harrison Ford, Sean Coonery, George Lucas, Quentin Tarantino, Quincy Jones o una joven Jennifer Connelly en plenos 80. Incluso nuestros españoles más internacionales como Antonio Banderas o la sobrevalorada de Penélope Cruz, se han prestado a ello.


Así que ya sabéis, si tenéis algunas horas muertas con las que no sabéis qué hacer, podéis pasar el rato viendo los anuncios que hay en esta web. Algunos no tienen desperdicio, aunque no todos causan vergüenza ajena. Hay de todo un poco y para todos los gustos.


Saludos ;)

lunes, julio 06, 2009

“La última casa a la izquierda”, la casa equivocada, la venganza merecida


Para bien o para mal, Wes Craven se ha convertido, con el paso del tiempo, en un director de renombre dentro del género de terror. Probablemente ese estatus se deba más a su amplia dedicación a este tipo de cine que a la calidad de sus películas; y es que repasando su trayectoria desde principios de los setenta hasta ahora, un servidor tan sólo podría salvar –bajo su criterio personal, claro- unos pocos títulos dentro de una filmografía plagada de films mediocres o directamente infumables. Considero que tiene buenas ideas, (Freddy Krueger es un gran pscyho-killer) pero casi nunca sabe plasmarlas en pantalla.

Con casi una veintena de títulos de terror a sus espaldas y teniendo en cuenta la enfermiza sucesión de remakes que perpetra Hollywood día sí y día también, no es de extrañar que poco a poco vayan haciéndose actualizaciones de algunos de sus films más emblemáticos (y con su beneplácito, por supuesto). Sin ir más lejos, Alexandre Aja nos trajo en el 2006 una nueva versión de “Las colinas tienen ojos”, segunda película de Craven y que el francés convirtió en uno de los mejores títulos de terror de esta última década, superando con creces el film original (esto último, no muy difícil de conseguir). Actualmente se está preparando una nueva versión de “Pesadilla en Elm Street”, la película que mayor fama ha dado a Craven, y no hace mucho se anunció la posibilidad de hacer lo mismo con “Shocker: 100.000 voltios de terror” y “El sótano del miedo”.

Mientras esperamos a que lleguen estas revisiones, de momento tenemos en nuestras carteleras a “La última casa a la izquierda”, remake de su opera prima de 1972 a cargo de Dennis Iliadis, director griego que debutó tras la cámara con un drama criminal titulado “Hardcore”.

Salvo algunos detalles, la historia viene a ser la misma que en la cinta de Craven.

El matrimonio Collingwood (Tony Goldwyn y Monica Potter) y su hija adolescente Mari (Sara Paxton) deciden pasar unas tranquilas vacaciones en su casa del lago. A su llegada, la joven muchacha pide prestado el coche de sus padres para ir al pueblo a ver a su amiga Paige.

Pasando juntas la tarde, las dos chicas conocen a Justin, un joven que está de paso en el pueblo y que les invita a ir a su motel. Todo parece ir la mar de bien hasta que llega el resto de su pandilla, formada por Krug (Garret Dillahunt), padre del muchacho y psicópata buscado por la policía, su perturbada novia Sadie (Riki Lindhome) y su sádico hermano Francis (Aaron Paul). La presencia de Mari y Paige no es muy bien recibida por Krug, quién decide deshacerse de ellas para evitar que les delaten.

Después de abandonar los cuerpos moribundos de las chicas, el grupo de secuestradores decide, ante la inminente tormenta, buscar refugio en la casa más cercana. Para su desgracia, la amable pareja que les dará alojo son John y Emma, los padres de Mari, así que cuando éstos descubran que sus invitados son los responsables de tan brutal crimen, no dudarán en tomarse la justicia por su mano.


Probablemente la primera película de Wes Craven como director tendría un notable impacto en la sociedad de los 70, bien por la siempre polémica justificación de la venganza, bien por su alto contenido violento y sádico. Sin embargo, hoy día no deja de parecerme una película deficiente en todos los aspectos y muy especialmente en las labores de dirección y de interpretación. De ahí que en este caso, la idea del remake no me produjera demasiado rechazo. Al fin y al cabo, la posibilidad de mejorarla era mucho más factible que en otros casos, aunque eso no siempre asegura una mejor película.

Por lo pronto, la premisa argumental es bastante prometedora, aunque ya se sabe que este tipo de películas suelen tildarlas de fascistas o de hacer apología de la venganza y la violencia, como ya ocurre con los justicieros al margen de la ley tipo Harry Callahan o Paul Kersey (las de Charles Bronson), además de las recientes “Sentencia de muerte” –adaptación moderna de la de Bronson, precisamente- o “La extraña que hay en ti”. Son películas en las que se trata de justificar los actos de aquellos que buscan venganza a toda costa. Pero el conocido ojo por ojo nunca está exento de polémica y el debate moral siempre está presente.

La intención aquí no es abrir dicho debate (allá cada uno con su postura al respecto), aunque si me encontrará en la misma situación que los Collingwood, ignoro lo que sería capaz de hacer.

El odio y la impotencia se apoderan de nuestra pareja protagonista, que apenas duda luego en tomarse la justicia por su cuenta y darle su merecido al grupo de delincuentes y psicópatas que han maltratado y abusado de su hija. Una reacción nada disparatada si tenemos en cuenta los hechos. De todas formas, la entereza, ferocidad y maña con la que actúan los padres de Mari resulta a veces poco creíble, resultando éstos mejores asesinos que los verdaderos criminales.
Podríamos decir que la película se divide en dos actos. El primero atañe al secuestro de las dos chicas y a los abusos que sufren durante el mismo. Una vez se da por terminado el crimen y los secuestradores se refugian en la casa de los padres de su víctima, empieza el segundo acto, donde la violencia alcanza un mayor grado.

En líneas generales, la dirección de Iliadis es bastante correcta. No muy resultona, pero si resolutiva. La filmación de las escenas más violentas y depravadas no alcanza la cota de sadismo y repugnancia del film original, ya que aquí todo queda algo más suavizado y menos explícito. Pero aún así, el tramo final es bastante agresivo, actuando los verdugos de forma implacable y dejando regueros de sangre por todas partes. Así que de gore no falta, aunque sea poquito y ligero (dicho esto sin acritud alguna)

Las interpretaciones quizás sean el punto álgido de este remake, sobretodo en lo que respecta a los vengativos padres de Mari, interpretados por Tony Goldwyn, al que siempre recordaremos por su papel en Ghost, y Monica Potter, a la que descubrí en Con Air y que se ha dejado ver en películas tan dispares como Patch Adams, La hora de la araña o Saw. Ambos resultan creíbles en sus respectivos papeles, algo crucial para que el espectador sienta empatía y se ponga de su parte. Quizás el problema es que el guión no perfila demasiado bien los personajes ni profundiza en las relaciones familiares ni de unos ni de otros, quedándose todos en meros estereotipos (madre sobreprotectora, padre indulgente, criminales sádicos y salidos, etc.)

También el tramo final es el más previsible, pero eso ya resulta inevitable en la inmensa mayoría de películas, sean de terror o no.

El punto más negativo, en mi opinión, responde a lo gratuito de la última de las ejecuciones SPOILER -- Más que nada en la forma de cometer el asesinato, ya que el guionista deja al padre de Mari al mismo nivel de crueldad de sus víctimas. Acabar con Krug de esa forma tan original queda muy burro… fuera de lugar. Hubiese sido mejor dar por muerto al criminal cuando éste forcejea con sus atacantes -- FIN SPOILER

“La última casa a la izquierda” resulta ser un thriller de terror moderadamente violento y con un, en ocasiones, logrado suspense. Entretiene y es fácilmente digerible, aunque quizás los fans de la cinta original echen de menos el ambiente malsano y perturbador que imprimió Craven allá por el 72. Aquí todo es algo más convencional y, por qué no decirlo, más comercial.

Teniendo en cuenta el bajo nivel de muchos de los remakes de terror que están inundando nuestras carteleras, éste no está del todo mal siempre y cuando la original no te parezca gran cosa. Hay oficio delante y detrás de la cámara, pero el guión rinde menos de lo que la historia en sí podría ofrecer. No en vano, el comportamiento humano y sus límites/reacciones ante una situación extrema siempre pueden dar mucho más de sí. Véase sino Perros de Paja de Peckinpah o Defensa de Boorman. Claro que desde la óptica del horror y no del drama, poco más se puede ofrecer al espectador.


Lo mejor: las interpretaciones de los Collingwood al completo.


Lo peor: la gratuita ejecución de uno de los villanos.


Valoració personal: Correcta

miércoles, julio 01, 2009

"Ice Age 3: El origen de los dinosaurios" la saga sigue en forma


En el 2002, Blue Sky Studios entró con fuerza en el mercado de la animación CGI gracias a “Ice Age”, una divertida y agradable historia protagonizada por un grupo de animales prehistóricos, en plena edad de hielo, como su título bien indicaba. La cinta hizo una buena taquilla, entrando directamente a competir con las compañías que hasta el momento se repartían el pastel, es decir, Pixar y Dreamworks.

Con el éxito llegó la inevitable secuela, que costó un poco más pero que recaudó el doble que su antecesora. Así que con tan buenos números, sería de extrañar que la saga no continuase. Por este motivo, tres años después de Ice Age 2: El deshielo (para mí, algo inferior a la primera) nos llega una nueva entrega de las aventuras de Manny y compañía. Esta vez, el variopinto grupo tendrá que hacer frente ni más ni menos que a los dinosaurios.

El éxito de la franquicia es indiscutible, aunque no guste a todos por igual. Ahora bien, la inmensa mayoría, tanto aduladores como detractores, coincide en que la ardilla Scrat es lo mejor. Muchos ya piden un spin-off del animalito para su lucimiento en solitario, pero no sé yo si sus quebraderos de cabeza con las bellotas darían para una película (sería cuestión de probarlo)

Confieso tener cierta debilidad por estas películas. Lejos quedan de las maravillas que nos ofrece año tras año Pixar, pero las prefiero a muchas de Dreamworks. Por ello tenía interés en comprobar si esta secuela mantendría el nivel o, si por el contrario y como suele suceder en las terceras entregas (salvo raras excepciones), se empezaría a notar el desgaste de la saga. Pues bien, la respuesta no se ha hecho esperar.


En esta nueva aventura, Sid, Manny, Ellie, Diego y el resto de la dispar “familia” descubrirán un fascinante mundo bajo sus pies. Bajo capas y capas de hielo, se esconde una tierra dominada por dinosaurios, unas gigantes criaturas que se consideraban ya extinguidas. Como viene siendo habitual, la inconsciencia de Sid pondrá a nuestros amigos en serios apuros. Éstos deberán sortear todo tipo de obstáculos para tratar de rescatar a su amigo de las garras de una furiosa T-Rex. Por suerte, esta vez contarán con la ayuda de un nuevo y astuto aliado que los guiará por ese subterráneo lugar lleno de peligros desconocidos.


Bajo mi punto de vista, Ice Age 3: El origen de los dinosaurios no sólo mantiene el nivel de sus predecesoras, sino que lo supera moderadamente. Y eso es de elogiar teniendo en cuenta que estamos hablando de una tercera entrega.

No es que se hayan reinventado, pero sí han sabido sacar buen provecho del nuevo escenario y de las nuevas incorporaciones. Y es que los dinosaurios dan mucho juego en esta película, y Buck, la comadreja tuerta, es un personaje con cierto carisma.


Nuestros protagonistas son los de siempre. Sid sigue siendo un metepatas, Manny es tan sensato y calzonazos como la primera vez que conoció a la picarona Ellie, Crash y Eddie están como un cencerro y no hay remedio, y Diego no resiste a hacerse el tipo duro aunque todos sepan lo bonachón que es. Y por supuesto, Scrat sigue persiguiendo con locura desmedida a sus adoradas bellotas, a la vez que estrecha lazos de amor y odio con una hermosa y cruel hembra de su especie (Scrattie)

De nuevo, la unidad de esta extraña familia se pone a prueba. Nuevos conflictos, responsabilidades y ambiciones ponen en jaque al grupo. Por si esto no fuera suficiente, la aparición de un gigante dinosaurio y el posterior secuestro de Sid, provoca que Manny y el resto de animales se embarquen en otra emocionante aventura.

Como ya insinúo en anteriores párrafos, uno de los mayores alicientes de esta entrega son los dinosaurios y el mundo subterráneo en el que viven. Cambiar el escenario le sienta bastante bien a la saga, ya que le permite mostrar otra fauna y otra flora, además de poder introducir un nuevo personaje sin que la importancia del resto se resienta en demasía.

El peligro al que se enfrentan aumenta proporcionalmente al tamaño de sus rivales, y por ello la acción alcanza una magnitud mayor.

Pero por muchas novedades que se aporten, la película debe hacerse valer también por su historia y sus personajes. Eso lo han tenido muy en cuenta sus creadores y por eso han seguido cuidando el guión.

Como en las anteriores películas, el sentimiento de amistad incondicional sigue presente en la historia, y vuelve a ser el motor que la hace avanzar.

Los momentos más divertidos los vuelve a protagonizar Scrat. Sus secuencias, aunque ya nos resulten más previsibles, siguen siendo geniales, y Scrattie aporta su seductor y traicionero granito de arena. La ardilla, no obstante, no es la única que puede lucirse, y si bien los gags se reparten de forma un tanto desigual entre los personajes (demasiados para equilibrar la balanza), Sid vuelve a protagonizar secuencias bastante simpáticas (SPOILER -- la persecución colina abajo de los huevos; cuando cabrea al bisonte o cuando debe alimentar a las crías de dinosaurio FIN SPOILER)


Quizás el ritmo se resienta un poco al inicio, pero una vez entran en el mundo subterráneo, la aventura llena la pantalla y el film se hace realmente entretenido.

“Ice Age 3” llega, además, con la posibilidad de ser disfrutada en 3D, técnica visual muy de moda en los últimos años. Para mí, no deja de ser una pijada, sin más. Con esta película he podido comprobar su aportación al cine, y aunque tiene su gracia y puede hacer el visionado más atractivo, no deja de ser un ornamento estético que en ningún momento condiciona o influye en la calidad de la película. Si ésta es mala, el 3D no la hará mejor; a lo sumo, algo más digerible.

Para nuestra fortuna, aquí el 3D no es ni el fundamento ni el reclamo principal del producto (como sí ocurre en otras propuestas tipo “Viaje al centro de la Tierra”), y por tanto, la cinta funcionaría de igual forma con o sin él. Así que quién quiera pagar algo más por verla con las gafas de turno, es libre de hacerlo. Tampoco es que tenga unas secuencias suficientemente espectaculares como para que dicha técnica sea convenientemente provechosa.

Por lo demás, “Ice Age 3: El origen de los dinosaurios” es una divertida y muy entretenida cinta de animación para toda la familia, al igual que sus predecesoras. Cargada de buenos sentimientos (el valor de la amistad, el amor, la solidaridad, la paternidad/maternidad…) y un humor apto para todos los públicos (algunas bromas, como la del bisonte o la de los gases tóxicos, quizás sólo las entenderán los mayores). La historia es tan simple como efectiva, y los personajes siguen siendo entrañables, así que si eres fan de las dos anteriores, ésta debería gustarte.


P.D.: Esta vez, el pase de prensa fue en versión doblada al español. En ese sentido, puedo asegurar que no hay que lamentar la intromisión de ningún “famosete destroza películas”. El doblaje recae en profesionales del medio.



Lo mejor: los momentos de Scrat y Sid.

Lo peor: algún que otro chiste escatológico.


Valoración personal: Buena

martes, junio 23, 2009

"Corazón de tinta (Inkheart)", el poder de la palabra


Desde el abrumador éxito de “El señor de los anillos” (Oscars incluidos), son varios los estudios que han apostado por las producciones fantásticas de corte juvenil y/o infantil (aunque la obra de Tolkien quizás fuese más adulta de lo que aparenta), en un intento de repetir el logro –cinematográfico y taquillero- alcanzado por Peter Jackson. Desgraciadamente, ese potencial filón que los avispados productores encontraron se ha saldado con una abultada cantidad de películas mayormente decepciones y que en ningún caso han conseguido superar, igualar o tan siquiera acercarse al nivel de su mayor exponente en ésta década. Tan sólo el joven mago de J.K. Rowlin ha reventado las taquillas de medio mundo, y su alargada sombra parece perseguir y aplastar al resto de sus competidores.

Pero no siempre un decepcionante resultado económico se debe a la baja calidad de la cinta en cuestión. Sin ir más lejos, el excelente trabajo realizado en “Stardust” no se vio recompensado con una buena taquilla, sino más bien todo lo contrario. Otras, en cambio, fueron dignas merecedoras de ser un fracaso, como la mediocre Los Seis Signos de la Luz, que se saldó con terribles críticas (no era para menos), o la fallida La Brújula Dorada, que aunque quizás no fuera tan horrible como algunos la pintaron, fue uno de los fracasos más sonados del 2007, “provocando” que la New Line Cinema se fuera a pique. Algo similar al descalabro económico que supuso “La isla de las cabezas cortadas” para Carolco Pictures.

Las Crónicas de Narnia: El León, la Bruja y el Armario llenó las arcas de la Walt Disney, pero sus críticas fueron tan dispares que el público ya no picó con la secuela. Eso sí, gracias –es un decir- a otro estudio, la Fox, la saga no se quedará descolgada como le ha pasado a sus semejantes, y seguramente tendrá tercera entrega para regocijo de sus fans.

Otras producciones, más pequeñas y modestas en recursos e intenciones, han pasado más bien desapercibidas entre el público. Es el caso de Un Puente hacia Terabithia o Las Crónicas de Spiderwick, pequeñas películas algo más estimables (dentro de lo gastado que está el género) pero que no han tenido mucha repercusión.

Corazón de tinta (Inkheart) no tiene unas grandes pretensiones, pero ha costado 60 millones de dólares y de momento el público no parece lo suficientemente entusiasmado con el resultado, como para que la inversión resulte rentable.

La película está dirigida por Iain Softley (La llave del mal, K-Pax), y adapta la novela de mismo título escrita por Cornelia Funke, que fue un éxito inmediato cuando se publicó en 2003. Esta es la primera de una trilogía compuesta por un segundo libro titulado Sangre de tinta y un tercero, Muerte de Tinta. Desgraciadamente, si la carrera comercial de esta primera adaptación no mejora, me da a mí que las otras dos se quedarán sin su versión en pantalla.

La cinta nos cuenta la historia de Mortimer "Mo" Folchart (Brendan Fraser) y su hija de 12 años Meggie (Eliza Hope Bennett). Ambos comparten una gran pasión por la literatura, pero lo que la niña desconoce es que su padre tiene el don de hacer que los personajes de los libros cobren vida con sólo leer en voz alta. Pero no todo es tan bonito como suena, y por cada personaje de un libro que se trae a la vida, una persona real debe ocupar su lugar.

Tiempo atrás y sin conocer aún que poseía ese don, Mo trajo a nuestro mundo a unos malvados seres de fantasía, y su llegada significó la desaparición de su amada esposa.

Tras años de insatisfactoria búsqueda, por fin Mo ha logrado encontrar “Corazón de tinta“, el libro que leyó nueve años atrás y con el que podrá recuperar a la madre de Meggie. Desgraciadamente, Capricornio (Andy Serkis), el malvado villano que surgió de ese cuento, anda detrás de sus pasos y con unos intereses más perversos para con el libro. Mo, Meggie y un variopinto grupo de aliados, tanto reales como imaginarios, harán frente a Capricornio y a sus secuaces en una lucha repleta de seres mágicos.


Si películas como “Ed Wood” o “Cinema Paradiso” son cine dentro de cine, la novela “Corazón de tinta” es literatura dentro de literatura. A los personajes de la historia les gusta la lectura, por lo que la cantidad de referencias a otras novelas y cuentos es abultada. De hecho, podríamos considerar la obra de Cornelia Funke un cariñoso homenaje a la literatura fantástica. Y todo mediante el don de Mo, el personaje que aquí interpreta Brendan Fraser.
Desgraciadamente, pienso que a ese don se le podía haber sacado mucho más partido. Las posibilidades que ofrece el hecho de que los personajes u objetos de los cuentos puedan cobrar vida en el mundo real, es algo que da mucho juego, pero la película -y supongo que si es fiel, también la novela- no lo explota debidamente.

Algunas referencias son meramente anecdóticas o intrascendentes, mientras que gran parte de la atención se la lleva un único libro, El Maravilloso Mago de Oz, de L. Frank Baum (cuya adaptación musical, la de Victor Fleming, me encanta, dicho sea de paso). Es el libro al que más partido se le saca, pero quizás resulta demasiado reiterativo incidir siempre en sus páginas. Eso sí, el motivo de que sea este libro y no otro u otros, tiene por lo menos su justificación (SPOILER era el preferido de la madre de Meggie FIN SPOILER)

Otro problema es que los personajes no tengan una mayor consistencia o no estén lo aprovechados que debiera. Uno de los imaginarios, Farid, proviene de Las Mil y una Noches, pero su participación en la trama es tan trivial, que resulta de lo más prescindible. El personaje de la tía Elinor, interpretado Helen Mirren, tiene sus momentos, pero tampoco da mucho de sí. Y la madre de Meggie queda relegada al mero macguffin. Ella es el motivo que impulsa a los personajes a la acción, pero no es partícipe de ella. Es la mujer en apuros, y no hace nada más.

Por tanto, el foco de atención lo centran Mo, Maggie y Dustfinger (Paul Bettany), siendo el más interesante este el último por su ambigüedad, en el sentido de que pertenece a un bando o a otro según convenga. Esa dualidad lo convierte en el personaje más destacado e imprevisible, dentro de lo previsible que resulta todo. Es un tipo atormentado por la desgracia que le supone vivir alejado de su hogar; es un cobarde y un egoísta, que sólo piensa en sí mismo. Dustfinger además, se beneficia de la más que correcta interpretación de Bettany, que destaca un poco por encima del resto del reparto.


Brandan Fraser ya se está acostumbrando a este tipo de producciones infantiles y fantásticas, así que no le cuesta nada desenvolverse en el rol de padre aventurero. Gracias a Dios, esta vez se ahorra las payasadas a las que a veces recurre, y compone un personaje un poco más mesurado.

Quien pierde un poco el norte es Andy Serkis. Completamente histriónico y paródico en su actuación. Quizás es lo que pedía un villano de cuento y el actor lo haga aposta, pero su personaje está tan infantilizado, que en ningún momento supone un enemigo realmente amenazador. Juega con la ventaja del rehén, pero es más un malhechor de tres al cuarto.

El resto del reparto cumple correctamente con su labor. Eliza Bennett (Meggie) no resulta repelente ni odiosa, como ocurre a veces con los jóvenes protagonistas de este tipo de cintas. Y he llegado a la conclusión personal (muy personal), que son las niñas las que mejor componen este tipo de personajes. Me lo demostraron Abigail Breslin en “La isla de Nim”, AnnaSophia Robb en “Un puente hacia Terabithia” y Saoirse Ronan en “City of Ember”, por ejemplo. En cambio, sus homónimos masculinos me suelen sacar de quicio. Pero ya digo, que esto es una cuestión muy subjetiva.

La película podría haber sido mucho más imaginativa y desprender más magia de la que hace gala. Se hace entretenida, aunque empieza de forma un tanto apresurada, pierde un poco de fuelle hacia la mitad y recupera el ritmo en su tramo final. Precisamente, sus últimos 15-20 min. son los mejores y más intensos. No sólo porque haya un mayor y más espectacular despliegue de efectos especiales, sino porque también son los más emocionantes. Y emoción es precisamente de lo que carece el resto.

Corazón de tinta (Inkheart) es un correcto y blando entretenimiento familiar que probablemente entusiasme más a los peques que a los mayores. Y es que nada me quita esa sensación de que podía haber dado mucho más de sí; que el argumento ofrecía mayores posibilidades y caminos que explorar (quizás eso ocurra en las secuelas novelísticas).

Pedirle poco y/o llevarse a los críos, es la mejor manera de disfrutarla. Hace que añores tiempos mejores para la fantasía, pero agradeces que su resultado vaya acorde con sus pretensiones (ni muy arriba ni muy debajo de la media)

P.D.: Mención final al cuasi insignificante cameo de Jennifer Connelly, que hace de esposa de Dustfinger/Paul Bettany, su marido en la vida real.


Lo mejor: El personaje de Paul Bettany; el tramo final.

Lo peor: da mucho menos de lo que podía ofrecer; el villano.


Valoración personal: Correcta

miércoles, junio 10, 2009

Sin Título


En los últimos días he estado un poco alejado de la blogosfera. Habréis podido comprobar que no he respondido a los comentarios vertidos en mi última crítica y que tampoco he visitado los blogs de algunos de mis fieles lectores. El motivo es muy personal, y aunque no suelo airear mis asuntos privados en el blog, me he decidido a dar explicaciones para así dejaros más tranquilos (y por qué no, también para desahogarme un poco)

La semana pasada falleció mi padre y no tuve ni ánimos ni fuerzas para continuar con mis quehaceres diarios. He necesitado unos días de asimilación y de desconexión total de todo lo que me rodea. Pero ha llegado un punto en que debía tomar una decisión: o continuar encerrado en este mal trago o sobreponerme y seguir adelante. La segunda opción es la más difícil pero también la más realista.

La pasión por el cine me viene de mi padre, y por eso he decidido seguir con esta tarea que tantas satisfacciones me ofrece. Además, creo que me vendrá bien tener la mente ocupada.
Dicho esto, supongo que en breve me pondré manos a la obra con las actualizaciones. Tenía pendiente de colgar mi crítica de “Punisher: War Zone” (escrita desde hace semanas) y me hubiese gustado ver “Los mundos de Coraline” para daros mi opinión al respecto. Obviamente, todo esto se retasará un poco, pero intentaré, en la medida de lo posible, ponerme al día.

Gracias a todos por seguir ahí.


Saludos

martes, junio 02, 2009

"Terminator: Salvation" podría haber sido peor


Cuando nos enteramos de que la maquinaria de Hollywood planeaba una nueva franquicia de Terminator, la inmensa mayoría nos echamos a temblar (motivos no nos faltaban). Para muchos de nosotros, el nombre de ese letal cyborg seguía –y aún sigue- ligado exclusivamente a James Cameron; y sin él, sin su creador, las esperanzas de ver algo de calidad se reducen notablemente. Prueba de ello es la amada y odiada -más lo segundo que lo primero- tercera entrega de la saga o la prescindible serie de tv que recientemente ha sido cancelada.

Cuando supimos que el director elegido para tales menesteres iba a ser McG, responsable de esas dos infectas aberraciones de proporciones mastodónticas que fueron Los Ángeles de Charlie y su secuela, nuestros peores temores parecían hacerse realidad. Luego vino el fichaje de Christian Bale, imagino que para contrarrestar el pesimismo que el citado director causaba, y las aguas se calmaron un poco, aunque la sombra de la duda seguía inamovible sobre nuestras cabezas.

Entonces llegó un teaser tráiler que causó buena impresión a muchos de esos desconfiados (mientras otros permanecían/mos indiferentes), y a medida que se iba soltando más y más material, las impresiones hacia lo que McG nos estaba preparando, empezaron a tomar otro rumbo bien distinto. La esperanza se abrió paso entre la desconfianza, y la posibilidad de resucitar por el buen camino una franquicia que jamás debió ir más allá de dos películas, empezaba a resultar factible para algunos (para otros, la pirotecnia mostrada no era más que un cebo de dudosa fiabilidad)

Pues bien, la hora de la verdad ha llegado. Terminator: Salvation ha aterrizado en las pantallas estadounidenses y pronto la hará en las españolas. Por el momento, su acogida ha sido un tanto fría y decepcionante por tratarse de quién se trata, pero la última palabra la tienen los millones de espectadores que aún quedan por verla, pues si la saga continua, no hay duda que será gracias a la taquilla internacional (como muchos otros productos comerciales, para qué negarlo)


La historia del film transcurre en un post-apocalíptico 2018, en el que John Connor (Christian Bale), es el líder decisivo –y uno de los más apreciados- de la resistencia. Tras los acontecimientos de “El día del juicio final”, los humanos intentan sobrevivir como humanamente pueden (valga la redundancia), luchando encarnizadamente contra el temible ejército de Skynet, o bien escondiéndose de él. Pero el futuro que le espera a esos supervivientes no es nada alentador. Las máquinas cada vez dominan más terreno y los intentos de acabar con ellas se ven continuamente frustrados.

Una brecha de esperanza a la par que incertidumbre se abre con la llegada de un tal Marcus Wright (Sam Worthington), un extraño cuyo último recuerdo forma parte de un pasado casi olvidado. Connor deberá decidir si Marcus ha sido enviado para acabar con él o bien si es el aliado que necesitaban para poder derrotar, de una vez por todas, a Skynet.


Esta cuarta entrega de la saga es, en cuanto a su contexto se refiere, lo que debió haber sido la tercera. Mientras que aquella se limitó a repetir el esquema argumental de sus predecesoras pero, a gusto de un servidor, con muchísimo menos talento y peores resultados (y aún menos, imaginación), ésta se centra directamente en la guerra entre humanos y máquinas, situando la historia en ese futuro que ya se avecinaba en las anteriores entregas. Digamos que esa es su mayor baza, ya que da un paso al frente y desarrolla -o lo intenta- aquello que muchos deseaban ver y que Cameron nos mostró a modo de flashbacks en sus dos peliculones.

No obstante, este futuro post-apocalíptico ya no nos sorprende demasiado, ya que otras películas nos lo han mostrado con anterioridad, ya sea de una forma o de otra. Aún así, esa ambientación tan deudora de Mad Max, resulta convincente (no se esperaba menos de una superproducción), aunque no es tan opresiva como Cameron la imaginó (quizás también porque se sitúa un tiempo antes de la creación de los implacables T-800).

Este futuro es sucio y caótico, y el enemigo domina todos los terrenos posibles. Por tierra, mar y aire, Skynet reparte su ejército de máquinas, que va desde los arcaicos T-600 hasta gigantescos robots, pasando por motos o “gusanos” acuáticos, además de las ya conocidas patrullas aéreas (¿por cierto, donde han ido para los “tanques” y los lásers?) Tanto engendro mecánico no es más que un intento facilón de darle una mayor espectacularidad a una saga que se ha caracterizado sobre todo por la innovación técnica y por el fantástico diseño de sus robots. Obviamente, a día de hoy, poco hay que nos sorprenda, así que han optado por ofrecer al espectador mayor diversidad de máquinas con las que batirse en duelo. A fin de cuentas, el “Universo Terminator” puede ser, en ese aspecto, lo infinito que se quiera, aunque pienso que el robot gigante estaba de más (que sí, que está chulo, pero se me antoja demasiado avanzado respecto a sus compañeros T-600)

Con ese desolador escenario y con tanta máquina de por medio, la cinta parece que promete, pero hay ciertos lastres que le impiden ir un poco más allá del simple producto de acción que es.

Por un lado, tenemos una historia con unas ligeras pretensiones épicas y profundas que nunca se llegan a cumplir, básicamente porque sus personajes son planos o están desaprovechados, y la acción es tan continua que apenas nos da tiempo a sentir algún tipo de apego por alguno de ellos. No ayuda tampoco el hecho de que John Connor esté algo desdibujado y que haya cedido parcialmente su protagonismo al recién llegado Marcus Wright (Sam Worthington). Aquí Connor no sólo no es líder legítimo de la resistencia (recibe órdenes de unos superiores, aunque luego se las pasa por el forro, que para algo es quién es), sino que además la historia parece centrarse más en la figura de Marcus, algo que termina siendo un obstáculo para apreciar a ese Connor maduro y salvador de la raza humana que tanto ansiábamos ver personificado en la gran pantalla.

Esto es algo muy subjetivo, pero considero que Connor debió ser el centro de atención de la trama y el motor que la hiciese avanzar. El personaje de Marcus es interesante y en cierto modo se puede considerar como la única novedad provechosa que se han sacado de la manga los guionistas (la diversa parafernalia robótica es atractiva, pero nada meritoria a nivel argumental), pero su presencia eclipsa a uno de los personajes que más identifica esta saga.

Esa sensación a “secundario de lujo” se acentúa especialmente con el personaje interpretado por Bryce Dallas Howard, que de haberlo eliminado del guión, éste apenas se hubiera echado de menos. La intervención de la actriz y por ende, su personaje, quedan totalmente desaprovechados. Es de suponer que ésta cobrará mayor relevancia en las secuelas venideras, pero no es excusa para no haberle dado un papel más amplio, sobre todo teniendo en cuenta el rol que desempeña.

Sorpresón al encontrarme al viejo Michael Ironside, puesto que no sabía de su participación en el film, aunque lamentablemente, es otro de los desaprovechados del guión.

El más destacable del reparto quizás sea Anton Yelchi, ya que Bale no deja de estar meramente correcto (tampoco puede hacer mucho con lo que le han escrito, por lo que Edward Furlong sigue siendo el mejor John Connor de la saga, y por méritos propios y ajenos) y el tan cacareado Worthington está algo sosete. Ignoro que habrá visto Cameron en él, pero siendo ésta su carta de presentación al público (luego lo veremos en “Avatar” y en el remake de “Clash of the Titans”), deja bastante que desear.

Moon Bloodgood no es la chica de la peli, porque no la hay, aunque su personaje es al que le han sacado más partido. Eso sí SPOILER la relación con Marcus resulta forzada y metida con calzador FIN SPOILER

Lo de Helena Bonham Carter casi podría considerarse un mero cameo.

Por tanto, queda claro que desarrollar los personajes no es el fuerte de McG, y por ello el director pone toda la carne en el asador cuando se trata de rodar las secuencias de acción; bastante espectaculares y trepidantes en su mayoría, aunque alguna que otra, excesivamente mareante. Los efectos especiales son solventes y ayudan a darle credibilidad al asunto, si bien son pocas las escenas que quedarán para el recuerdo.

La nostalgia es un factor clave que han tenido muy en cuenta los guionistas, así que al ya conocido cameo digital de Schwarzenegger se le une un repertorio de frases ya conocidas que han sido pronunciadas a lo largo de la saga por sus protagonistas, y que aquí se reparten Bale (Connor), Worthington (Marcus) y Yelchi (el joven Kyle Reese; Michael Biehn en la original) para sacarle una sonrisa al espectador más cómplice.


La banda sonora de Danny Elfman es bastante adecuada, con sonidos estruendosos, contundentes y metálicos. Realmente enérgica (más de la que lo son las imágenes), pero que recicla un poco de la partitura de Brad Fiedel (compositor de las de Cameron, para el que no lo sepa o no recuerde). Así es como parte de la theme clásica de Terminator se deja entrever al final de los créditos iniciales (para eso, o la incluyes entera o no la incluyes) y también cuando aparece por primera vez el T-800, que probablemente sea el momento cumbre de la película, por no decir el único realmente emocionante (por la nostalgia más que por otra cosa). Claro que no deja de ser un rostro digitalizado del verdadero Chuache, así que aunque parece que se lo han currado, no deja de resultarnos demasiado artificial (un animatrónic quizás hubiera quedado un poco más creíble)

Por tanto, esa falta de intensidad, de emoción y de calado en los personajes, se intenta amortiguar o directamente suplir con un no parar de explosiones y persecuciones. Acción por un tubo y millones de dólares invertidos para darle empaque de blockbuster veraniego. En ese sentido, los más conformistas o menos exigentes, se darán por satisfechos. Como película de acción y entretenimiento cumple de forma aceptable aunque no muy entusiasta (nada nuevo bajo el sol). Como película de Terminator no avanza mucho en la trama (nos quedamos tal cuál estábamos), y más bien parece un acelerado aperitivo de lo que puede ser el resto de la franquicia. Se asientan las bases de esta presumida nueva trilogía, así que lo mejor es ir con las expectativas bajas para no llevarse ningún chasco. En mi caso, no las tenía todas conmigo y después de su mejorable taquilla y las terribles críticas, esperaba encontrarme algo muchísimo peor de lo que finalmente he presenciado. Aún así, considero que el único que puede sacarle verdadero jugo a Terminator y regalarnos un buen peliculón es James Cameron, pero al menos McG y su equipo no se han suicidado en el intento (aunque habrá opiniones de todo tipo)

Mejor que “Terminator 3: La rebelión de las máquinas” (de calle), aunque sigue quedando lejos de lo ofrecido en las dos primeras. Dicho esto, si sois de los que disfrutaron con la tercera, ésta cuarta no debería ser menos.


Lo mejor: funciona como entretenimiento post-apocalíptico.

Lo peor: personajes planos, poco desarrollados o incluso desaprovechados; el protagonismo de Marcus en detrimento de John Connor.


Valoración personal: Correcta

martes, mayo 19, 2009

“12 Rounds” with a Vengeance. Cena emula a Willis.


Parece que los responsables de la WWE han encontrado un buen filón en esto de producir películas para el lucimiento de sus fornidos luchadores. Empezaron con una de terror, See No Evil (Los Ojos del mal) para Kane, y luego le siguieron dos de acción: The Marine (Persecución Extrema), con la que debutó John Cena, y The Condemned (La isla de los condenados) protagonizada por Stone Cold/Steve Austin (al que veremos en The Expendables del tito Sly). Y parece que podría estarse preparando otra para Triple H, quién ya tuvo un breve papel en Blade Trinity (además de diversas apariciones en series de tv)

Aunque intenten hacer de ellos las nuevas estrellas del cine de acción, aún les falta mucho rodaje para alcanzar a viejas glorias como Swarzenegger o Stallone. Es cierto que están empezando y sus carencias interpretativas saltan a la vista, pero uno más o menos puede intuir de lo que estos tipos son capaces, y la mayoría de ellos están incluso muy lejos de tener la gracia de un Dwayne “The Rock” Johnson (otro salido de la lucha libre)

“12 Rounds” es la segunda cinta que protagoniza John Cena, y esta vez han decidido contar con un viejo conocedor del género, Renny Harlin, para que dirija todo el cotarro. Harlin lleva décadas sin levantar cabeza, y lo mejor de su filmografía siguen siendo “La Jungla 2: Alerta Roja”, “Máximo Riesgo” y “Las Aventuras de Ford Farlaine” (y en mi opinión, la infravalorada “La isla de las cabezas cortadas”). Después de éstas, ha ido cascándose un truño tras otro, aunque quizás “Cazadores de mentes” sea, siendo generosos, lo más potable que ha hecho en los últimos años.

Con esta especie de plagio descarado de “Die Hard with a Veangeance” (aka Jungla de Cristal: La venganza), Cena intenta emular al Bruce Willis de aquella metiéndose en la piel de Danny Fisher, un detective que se las verá crudas intentando rescatar a su novia, víctima ésta de un secuestro perpetrado por Miles Jackson, un astuto criminal en busca de venganza. Al igual que en los campeonatos de boxeo, Danny tendrá que aguantar doce asaltos que Miles ha maquinado en forma de pruebas de alto riesgo en las que el detective se jugará el cuello. Superar un asalto le llevará al siguiente, y así sucesivamente. Si los supera todos, tendrá la oportunidad de salvar a su chica, pero si falla, ambos morirán.

No tengo reparos en admitir que “The Marine” fue un placer culpable. Una cinta de acción tan casposa como entretenida, con cierto regustillo ochentero y que no se tomaba muy en serio a sí misma (me recordó a “Commando” de Chuache). Pero “12 Rounds” es todo lo contrario. Tiene un estilo visual muy actual y extremadamente videoclipero, algo más bien impropio de Harlin (y más cercano a un Tony Scott), quien parece además haberse sumado a la moda de la cámara en mano. En ese sentido, recuerda mucho –salvando las distancias- a las películas de Bourne dirigidas Paul Greengrass, en donde la cámara no para quieta ni para las conversaciones estáticas. Este recurso se utiliza para acrecentar el frenetismo de la acción, pero a mí por momentos me resulta exasperante y muy cargante (Dios bendiga el trípode y los raíles). Por lo menos, las escenas de acción propiamente dichas ya son más parecidas a la vieja escuela, y ahí Harlin no marea tanto la cámara.


La trama, como ya he insinuado anteriormente, es casi un calco a lo ya visto en la tercera entrega de La Jungla, sólo que esta vez añadiendo el componente del secuestro y, claro está, cambiando un poco las situaciones que tiene que afrontar el protagonista. Pero las pautas que se siguen son las mismas: el prota recorre la ciudad de un lado a otro, con un tiempo límite determinado, con bombas de por medio, descifrando algún que otro acertijo y recibiendo instrucciones del malo maloso vía teléfono. Y no sólo el villano comparte las mismas motivaciones que tenía Jeremy Irons en aquella SPOILER -- todo el jueguecito orquestado en post de una venganza, no es más que una medida de distracción para hacerse con un montón de dinero --FIN SPOILER sino que además SPOILER-- mueren de la misma forma: dentro de un helicóptero que vuela en pedazos --FIN SPOILER

Pero John Cena no es Bruce Willis, y su nula capacidad actoral le pasa factura en más de una ocasión (en los momentos dramáticos, especialmente). Además está falto del sensacional carisma que derrochaba Willis, y su personaje, el detective Fisher, no está tan bien construido como el genial McClane. Y es que resulta un héroe más bien insípido y poco amenazador, siendo el villano el que tiene la sartén por el mango en todo momento (y eso que no tiene a un séquito de mercenarios a su disposición)

De todas formas, los minutos iniciales son bastante interesantes y prometedores, y aunque luego vaya por la vía fácil y plagiadora, no se puede negar que es una cinta de acción bastante entretenida y que apenas da respiro al espectador. No tiene una espectacularidad demasiado llamativa pero las secuencias más trepidantes están bien resueltas. Los personajes secundarios aportan su granito de arena a la trama y eso ayuda a darle un empaque mayor a una historia que sustenta casi con pinzas.


El inverosímil final estropea un poco el conjunto SPOILER -- lanzarse al vacío desde un helicóptero en marcha, a una altura considerable y cayendo en una piscina sin sufrir rasguño alguno, no se lo creen ni ellos. Sus huesos, como mínimo, deberían haber dado con el fondo de la piscina. Además no tiene mucho sentido que el villano active una bomba que le vaya a matar también a él -- FIN SPOILER

Si mezclamos en una coctelera un poco de Jungla de Cirstal: La Venganza y Speed (la chica de la película con explosivos atados a su cuerpo o la trampa en la que cae el compañero del prota, parecen sacados del film de Jan De Bont) y lo agitamos bien, tenemos como resultado “12 Rounds”, un pasable entretenimiento de un director en horas bajas, para exclusivo lucimiento de un luchador de la WWE dispuesto a dar mamporros también en el cine.
No encostrareis aquí grandes diálogos, ni personajes/actores carismáticos, pero si a esta copia barata de Die Hard no le exigís demasiado, puede no ser una mala opción para pasar la tarde y desconectar el cerebro durante algo más de hora y media. Un servidor la prefiere a cosas como Wanted o Transporters 3, aunque intuyo que en España irá directa al videoclub -en USA se estrenó en marzo con una recaudación paupérrima- como ya lo hizo The Marine.

Por cierto, a ver si para la próxima a John Cena no le secuestran la novia… xD


Lo mejor: entretiene

Lo peor: copia lo mejor de otras películas pero con resultados menos satisfactorios.



Valoración personal: Correcta

martes, mayo 12, 2009

“My Bloody Valentine 3-D”, lo que bien empieza… ¿bien acaba?


Parece que las carreras cinematográficas de los dos hermanos Winchester -Dean/Jason Eckles y Sam/Jared Padalecki- están siguiendo senderos similares. Mientras saborean el éxito televisivo con la estupenda y absolutamente recomendable “Supernatural”, entre temporada y temporada se dejan caer en alguna cinta de terror juvenil que eleve un poco más su caché (o lo hunda, según se mire). Para más inri, en sendos casos, se ha tratado de un remake de un slasher ochentero (aunque “Sam” le lleva un remake de ventaja a “Dean”, ya que en el 2005 participó en -la nada desdeñable- “La casa de cera”)

Así, a principios de año, nos llegaba el “nuevo” Viernes 13 con Padalecki a la cabeza, mientras que ahora es Eckles quien se pone delante de la cámara para My Bloody Valentine 3D, remake del film homónimo –pero sin el 3D- de 1981.

La ventaja con la que me enfrento a este enésimo remake, es que esta vez no he visto la cinta original, por lo que no puedo decir si esta versión actualizada es mejor o peor, o si tiene o carece de sus mismos defectos y virtudes. Tampoco conozco la historia e ignoro si hay cambios en ella, por lo que la previsibilidad se basa únicamente en el conocimiento de los cánones ya establecidos en el género slasher. Vamos, que un servidor sabe lo que va ocurrir simplemente porque ha visto decenas de películas iguales, y no porque ya conozca la trama de antemano (aunque aquí creo que las sinopsis de una y de otra tienen un punto de partida distinto, y por tanto, el móvil del asesino también cambia)

Lo que parecía un terrible accidente en una mina, resultó ser una masacre. El único superviviente de ella, el minero Harry Warden, resultó ser el asesino que acabó con la vida de sus compañeros. Cuando Warden despertó del coma profundo en el que le dejó la explosión en la mina (con la que pretendía oculta su crimen), regresó a ella y empezó a matar a todos los jóvenes que allí se encontraban celebrando el día de San Valentín. La llegada de la policía logró evitar más muertes y a Warden se le dio por muerto.

Ahora, 10 años más tarde, los supervivientes de aquél terrible día comprobarán con sus propios ojos que el minero asesino ha vuelto de su tumba y que no descansará hasta matarlos a todos. Pero… ¿es realmente Harry Warden el asesino? ¿Ha vuelto de la muerte en busca de venganza o jamás murió?, ¿Acaso es un imitador?


Dentro del cine de terror, el subgénero slasher es, tras el paso de los años, uno de los más desgastados. Pautas sencillas repetidas una y otra vez hasta la saciedad han dejado la originalidad y el factor sorpresa bajo mínimos, por lo que uno termina exigiéndole poco a este tipo de productos, siempre y cuando estos no aburran, las muertes tengan su atractivo, los protagonistas no sean demasiado paletos (los adolescentes con el cerebro en encefalograma plano y las hormonas disparadas ya cansan) y la trama tenga un mínimo de interés.

En base a esas mínimas exigencias, podríamos decir que este “My Bloody Valentine 3-D” cuenta con un par de puntos a su favor. Por un lado, están las muertes, salvajes y más o menos creativas; y por el otro, está el suspense, que se basa en averiguar quién es realmente el asesino (aunque esto luego se vuelve en su contra, y más adelante explicaré por qué)

Sobre lo primero, decir que nuestro “querido” psychokiller se las ingenia todas para matar a sus víctimas de una forma original usando sólo el pico (y en algún momento, hasta la pala)

Cráneos agujereados, desgarrones por aquí y por allá… pero sobre todo, mucha hemoglobina para estucar el escenario del crimen. Todo un artista del pico, sí señor. Es en estas escenas –entre otras- donde particularmente se ha empleado el uso del 3D, para así enfatizar los asesinatos y darle una mayor espectacularidad. Y es fácil distinguirlas aún sin verlas en una sala 3D.


Soy de los que opinan que el “invento” del 3D en algunas secuencias es una pijada del copón. Podrá tener su gracia, no lo niego, pero no es más que un efectismo más (y probablemente, del todo innecesario). Aunque no me opongo a ello siempre y cuando no se convierta en el único valor y reclamo de la película.

En cuanto al suspense, este podría recordar al de cintas tipo Scream, en el que tanto el espectador como los protagonistas intentan adivinar quién es el asesino enmascarado. Sospechas de uno, luego de otro… y así hasta que llega el final y descubres si tus deducciones eran acertadas o no. Ese es el sustento de la trama, y uno de sus puntos fuertes…. hasta que llega la absurda, tramposa e insultante resolución final.

Todo lo que estaba haciendo de My Bloody Valentine 3-D un slasher medianamente entretenido y eficaz en sus pretensiones (ya sabéis… mucha sangre, muchos cadáveres y algún que otros desnudo totalmente gratuito), se va al garete por uno de esos giros finales en los que te das cuenta que, minutos antes, el director ya te estaba tomando el pelo a base de bien (SPOILER-- la escena de la mina con Eckles encerrado es un engañabobos y no tiene justificación alguna; ni las alucinaciones de su personaje cuelan como excusa, por mucho que así lo pretendan – FIN SPOILER)

No me importa que despisten mi atención, que me hagan dudar o que incluso me embauquen, pero que eso último lo hagan sin trampas, sin tomarme el pelo. La última vez que esto se lo perdoné a alguien fue a Alexandre Aja y su “Alta tensión”, pero ya empieza a cansar que tomen al espectador por idiota, así que al Sr. Lussier no se lo perdono. Y para colmo y rayando lo absurdo SPOILER—el asesino sobrevive a una explosión de gas que ocurre a un palmo de su cara, para encima luego no mostrar más que unos arañazos y apenas quemaduras; dejando así la puerta abierta a una secuela… faltaría más –FIN SPOILER.

La unión de Patrick Lussier, director de la infame “Drácula 2000”, y Todd Farmer, guionista de “Jason X” (sin comentarios), no podía augurar nada bueno. Pero si obviamos ese final y alguna que otra incoherencia (SPOILER—esa oportuna aparición del viejo exsherrif, que no sabemos de dónde sale ni cómo sabe que el asesino está en la casa FIN SPOILER), podríamos darle un aprobado raspado, dado que a fin de cuentas, durante la mayor parte de su metraje, cumple como slasher. Tampoco se le podía pedir más y al menos no llega a extremos tan nefastos como con el remake de “Una noche para morir” (mala con avaricia) Pero entonces llega el desenlace y se descubre la estafa respecto al “misterioso” asesino.


Tampoco las interpretaciones son muy remarcables, incluso me duele admitirlo, pero Eckles es el peor de todos, estando Jaime King y Kerr Smith dentro de lo más aceptable (además de los veteranos)

Por tanto, salvando su a ratos asfixiante y malsana atmósfera, y sus gratificantes muertes (de lo mejorcito visto en un slasher reciente), My Bloody Valentine 3-D deviene en otro slasher del montón. Otro remake más a la pila de los “remakes de clásicos del terror de los 70-80” (y preparaos para cuando lleguen los de los 90).

Si perdonáis todo su tramo final (yo no puedo), su falta de credibilidad y previsibilidad, seguramente os entretenga lo suficiente como para no terminar maldiciendo los antepasados de sus responsables. De lo contrario, la sensación de timo y decepción planeará sobre vuestras cabezas.


Lo mejor: los asesinatos.


Lo peor: el tramposo final y otras incoherencias argumentales.



Valoración personal: Regular


P.D.: El Día de San Valentín, 14 de Febrero, es mi aniversario. Manda narices que escojan esta fecha para hacer películas de terror tan mediocres (no nos olvidemos de la nefasta “Un San Valentín de muerte”)