
La historia de A ciegas (Blindness) nos habla de una misteriosa epidemia que está dejando ciegos a los habitantes de un país (no se dice cuál, porque visto lo visto, podría ser cualquiera). Se desconocen las causas de tan extraño fenómeno, pero está claro que se propaga con rapidez, causando la ceguera en cuestión de horas. A tal efecto, el gobierno decide proclamar un estado de cuarentena, recluyendo a los afectados en un hospital y dejándolos casi a su suerte, sin atención médica y con cada vez más reducidas raciones de comida.
Entre los afectados se encuentra una mujer que conserva su vista en secreto para poder cuidar de su marido ciego. Ella será la verdadera testigo ocular del caos y el terror que acontece dentro del recinto cuando un grupo decide, por la fuerza, tomar el control del lugar.
La última película de Meirelles parece tener dividida a la crítica -entre excelente y fallida, sin término medio-, si bien el público, en general, ha salido satisfecho pese a las siempre inevitables comparaciones con el material original.
Ante todo, es importante, cara al espectador, advertir sobre el tipo de película que tenemos delante. No se trata de una cinta que apueste por una visión global de la epidemia, sino todo lo contrario. Se centra exclusivamente en el grupo de recluidos en el hospital, y a través de ellos, realiza un duro y perturbador análisis sobre la conducta humana en situaciones de alto riesgo. Aquí el terror no es tanto la epidemia en sí sino la reacción de aquellos que la padecen.
Por tanto, estamos ante un thriller que se decanta especialmente por su vertiente dramática y crítica, aparcando un poco el suspense y el elemento más fantástico de la trama, como es la propia ceguera en sí misma, que aparece SPOILER--- y desaparece ---FIN SPOILER de repente y sin explicación científica alguna. Y ojo a esto último, pues esa falta de explicaciones lógicas es lo que puede molestar a aquellos espectadores ansiosos de encontrar aquí una respuesta coherente a tan extraño argumento.

Si lo enfocamos desde otro punto de vista, la explicación del fenómeno no es tan necesaria como pueda parecer, pues no es más que una mera excusa (el macguffin de turno) para desarrollar ese citado estudio de la conducta humana. Dicho de otra manera, poco importa el por qué, sino el qué. Qué más da qué causa la ceguera, si lo que realmente pretende mostrarnos Saramago -y Meirelles con su adaptación- es el comportamiento de las personas ante una situación que les sobrepasa.
Así es como el espectador es testigo, al igual que el personaje de Julianne Moore, de la despreocupación y/o inutilidad de los políticos ante tal suceso , que se limitan a dictar el estado de emergencia y a perder el tiempo debatiendo sobre cómo afrontar la situación –siempre desde el interés político y económico-, en vez de afrontarla y punto.
También observamos como en un mundo de ciegos, el tuerto es el rey, aunque en este caso, el poder recae en un hombre armado que somete al resto a su conveniencia (el abuso de poder en estado puro) Y como al final unos pocos, los cuerdos, tienen que hacer frente a aquellos que se pasan la moral por el forro, no sin antes ellos haber pasado por el aro y haber sufrir las consecuencias de una injusta opresión. Y es que no todos los afectados están dispuestos a racionar la comida, a ayudar al prójimo o simplemente a comportarse como los seres civilizados que debieran ser (aquí se hace patente la certeza de aquella frase que dice “cuánto más conozco a las personas, más quiero a mi perro”)
La dirección de Meirelles es sobria y sólida de principio a fin, con un ritmo pausado pero firme en todo momento, sin altibajos de ningún tipo. El brasileño afronta las situaciones más duras y extremas con mucha profesionalidad. En dónde otros hubieran optado por lo explícito y el morbo, Meirelles apuesta por una sutileza aún más efectiva si cabe, dejando entrever que lo que no se ve es más poderoso que lo que sí se ve (el poder de la sugestión, señores). La violencia se trata de forma contundente pero también contenida, recayendo muchas veces en los gestos y expresiones de sus protagonistas, y muy en especial, en la angustiosa mirada de una Julianne Moore en uno de sus mejores trabajos de su carrera (aún cuando la inacción de su personaje te saca de quicio). Aunque tampoco es de desmerecer la labor de sus compañeros de reparto, como Mark Ruffalo, Danny Glover, o un desalmado Gael García Bernal, protagonista a su vez de uno de los mejores momentos de humor negro de la película (pista: Steve Wonder)

El uso de la banda sonora es casi minimalista, siendo el mayor apoyo con el que cuenta Meirelles, el trabajo de fotografía César Charlone, que evoca muchas veces a la propia ceguera de los personajes en un juego de fundidos blancos y negros muy adecuado.
La crítica hacia el sistema político es menor, en comparación, con la crítica hacia la naturaleza humana. Una crítica que tampoco es demasiado extremista, ya que en todo momento hay una puerta abierta a la esperanza, al amor, al compañerismo, a la humanidad… Una historia que invita a reflexionar y que pone los pelos de punta sólo de pensar que algún día pudiese ocurrir de verdad. Una película que pone de manifiesto como todo lo que, como sociedad, hemos construido, se puede ir al garete por un mal que nos afecte a todos por igual, un mal que no entienda de raza, sexo, edad o jerarquía social. Un mal que saque lo peor y lo mejor que llevamos dentro.
Así que ya sea por las neutras expectativas que acudí a su visionado o por el desconcierto de no saber con qué me iba encontrar tras semejante sinopsis (me sonaba mucho a “El día de los trífidos”), la verdad es que “A ciegas (Blindness)” me ha supuesto una gran y grata sorpresa. Desde la espléndida “El experimento”, que una película no me causaba tal impresión.
No por ello está exenta de ciertos errores. Por ejemplo, hay secuencias que se antojan demasiado cómicas sin pretenderlo, el grado de implicación con los personajes es menor del esperado y el final no da tregua al espectador, o gusta o no gusta. En lo personal SPOILER ---los happy end me convencen más bien poco, y menos en este caso, en el que no existe explicación alguna que lo justifique FIN SPOILER
De todas formas, recomiendo su visionado tanto si se ha leído la novela como si no, aunque no estoy seguro de que pueda gustar a todo el mundo (tómese esto como advertencia para los indecisos). Lo es que esperen algo más fantástico, se pueden llevar un chasco, porque tiende más al razonamiento filosófico que a otra cosa. Y es bien sabido que el ritmo pausado no es apto para todos los paladares.
Lo mejor: Julianne Moore.
Lo peor: el final.
Valoración personal: Buena