
La emoción que siente un servidor al estar en una sala de cine escuchando la estupenda composición de Bil Conti en Dolby Surround, no puede ser descrita con palabras. El “Gonna Fly Now” envuelve la sala y en ese preciso instante empiezas a revivir esa nostalgia cinéfila que tenías guardada bajo llave.
Lo primero y más importante, es señalar que “Rocky Balboa” no es una película de boxeo al uso, sino una película sobre un boxeador (o ex-boxeador).
Stallone nos presenta a un viejo Rocky anclado en el pasado, un Rocky que matiene una lucha interior por volver a sentirse bien y dejar de vivir en los recuerdos de una vida que una vez tuvo (su grandes éxitos en el ring, su amada esposa...)
Ahora el sr. Balboa es un tipo de que se encarga de su “ristorante” -cuyo nombre ya nos hace echar una mirada atrás-, de cuidar a sus viejos amigos y que trata de arreglar la fría relación que mantiene con su hijo. Este viejo Rocky, algo abatido, algo cansado, se plantea regresar al ring, aunque no de forma profesional, claro. Necesita volver a pelear, hacer lo que de verdad sabe hacer y lo que de verdad le llena. Y por descontado que tendrá su oportunidad.
Durante el visionado de la película me ha sido imposible no relacionar las similitudes del personaje con su actor. Y es que ambos han vuelto para callar a algunas bocas. Rocky nos demuestra que puede subirse a un ring y pelear con las mismas ganas y la misma rabia de siempre; y Stallone, que puede seguir congregando a sus seguidores a una sala de cine (algo que parecía muy dificil, teniendo en cuenta sus infestas últimas apariciones)
Stallone no será un Eastwood detrás la camara ni será un De Niro delante de ella, pero tiene el honor de firmar con dos nombres propios, Rocky y Rambo, la historia del cine americano, sea para bien o para mal y pese a quien le pese.
Se nota además, que Sly ha hecho esta película con cariño. “Rocky Balboa” conserva el espíritu de su primera aparición en pantalla. Para quien desconozca la historia del potro italiano, puede ver “Rocky” de 1976 y luego seguir con “Rocky Balboa” de 2006, obviando perfectamente sus secuelas intermedias. Y es que si para algo tiene razón de ser esta película, es para dejar a nuestro púgil cinematográfico más famoso como bien se merece: con un grato sentimiento de autosuperación, sin que el odioso orgullo patriotero nos dañe la vista como hicieron sus antecesoras Rocky IV y Rocky V.
Si que es cierto que en algunos momentos se peca de un exceso de moralina, pero eso no empaña el disfrute de una película emotiva, con sentimiento tras cada palabra y tras cada imagen. Dicha emotividad pierde algo de fuerza en los últimos minutos de metraje en donde la adrenalina hace acto de presencia y donde el combate final se convierte en algo intencionadamente memorable.
El sr. Stallone rueda con eficacia el combate final, con un juego de blancos y negros y con los ya manidos flashbacks intercalados entre golpe y golpe.
Algunos incluso hemos echado de menos escuchar el gran “Eye of the tiger”, pero eso se ha visto compensado rememorando escenas como el ascenso por las escaleras del museo de arte (con Punchi incluido), los entrenamientos con Paulie y algún que otro guiño más, que el buen espectador/fan agradecerá, sin duda.
Con “Rocky Balboa”, Stallone se ha quitado esa espina clavada y ha demostrado que a sus 61 años aún puede lucir músculos sin ningún pudor (algo que ya quisiera el Gobernador de California) y que puede codearse en taquilla con magos, héroes de guerra, adolescentes con superpoderes y antiguas civilizaciones.
No estamos ante una gran película pero sí una buena película, con buenas intenciones y menos pretensiones de las que se esperaban. Efectista pero bien resuelta. Fantasiosa pero agradable.
Los minutos se pasan rápido y satisfactoriamente, tanto si eres un fan como si es la primera vez que oyes el nombre de Rocky.
Lo mejor: Un Rocky creíble con el que empatizas desde el primer minuto; una buen combate final; el tratamiento de los momentos álgidos del film sin necesidad de caer en el ridículo; el humor dosificado; el “buen rollito” que inunda todo el film.
Lo peor: Algunos personajes como “Steps”, poco definidos y que aparecen con la misma rapidez con la que desaparecen; la moralina de saldo de algunos momentos; que tuvieramos que sufrir “Rocky V” para poder disfrutar de “Rocky Balboa”.
Puntuación: 3 sobre 5