sábado, enero 24, 2009

“Valkiria”, si hay posibilidad de que algo salga mal, saldrá mal (Ley de Murphy)


Con más de un mes de retraso, por fin el 30 de Enero se estrena en nuestros cines “Valkiria”, una película que no ha ganado para disgustos a lo largo de su gestación. Extras heridos durante el rodaje (que luego reclamaron una abultada indemnización), un sabotaje que destruyó los negativos de algunas escenas rodadas y el veto del gobierno alemán hacia Cruise por considerar que el actor estadounidense podría aprovechar el rodaje de la película para hacer apología de la cienciología, son algunos de los obstáculos con los que se ha encontrado Bryan Singer a la hora de llevar a cabo este ambicioso proyecto.

Problemas a parte, la cinta partía con serias posibilidades de convertirse en una de las candidatas a optar por una estatuilla en los Oscars de este año (ya se sabe que el “basado en hechos reales” tira mucho a los académicos), pero el parecer la cosa no ha cuajado del todo bien entre la crítica. Así que una vez más, Tom Cruise ve como se le escapa una nominación a dichos premios, si bien hay que decir que esta vez ni su actuación ni la película en si misma merecen tal consideración. Y ahora veremos, a mi juicio, el por qué.


La historia que nos relata “Valkiria” trata sobre el complot del 20 de julio de 1944 llevado a cabo por varios oficiales de las fuerzas armadas alemanas, con el fin de asesinar al dictador Adolf Hitler y terminar de una vez por todas con el régimen nazi que muchos compatriotas no compartían y/o detestaban. El coronel Claus von Stauffenberg (Tom Cruise) fue uno de sus principales artífices, pero desgraciadamente su meticuloso plan resultó fallido (eso ya lo sabréis), y las consecuencias para todos los responsables de la operación no fue otra que el fusilamiento por traición (práctica “muy de moda” en aquellos tiempos de dictadura)

El título hace referencia a la llamada Operación Valquiria, un plan orquestado por el gobierno nazi para contrarrestar cualquier posible sublevación civil que perjudicara al régimen, y que Stauffenberg pretendía (re)utilizar en su propio beneficio para restablecer el orden en el país tras el asesinato del Führer.


Dentro del cine bélico, la Segunda Guerra Mundial es uno de los temas más sobados que existen, más cuando se centra exclusivamente en el nazismo y/o el holocausto. Sin embargo, siempre hay “nuevas” historias que contar y por ello, a un servidor, dicha temática le fascina.
Con el complot del 20 de Julio contra Hitler, Singer y Christopher McQuarrie (el mismo dueto que nos encandiló con “Sospechosos habituales”) tenían un material entre manos con el suficiente potencial para hacer un buen peliculón, o en todo caso, una buena película. Por desgracia y pese a tener un guión bien milimetrado y, según tengo entendido, fiel a la realidad, la película se queda a medio gas, ofreciendo al espectador una trama interesante y bien narrada, pero falta de emoción e intensidad, dos factores que elevarían su calidad por encima de la media.

La trama se desarrolla con rapidez, en el sentido de que pronto sabemos quiénes serán todos los oficiales y demás implicados en el complot, cómo se irán conociendo y de qué manera irán urdiendo el meticuloso plan contra el Führer. Una vez conocidos estos implicados, el resto de la película va sobre ruedas, centrándose directamente en la preparación del plan: cómo acabarán con la vida del dictador y qué papel jugará cada uno de ellos. En ese aspecto, la dirección de Singer es sobria y eficaz, con un ritmo pausado pero no pesado (aunque no dudo que algunos espectadores se puedan aburrir) y reflejando con detalle las funciones burocráticas y militares del Estado Alemán, recordando en cierta manera a “La solución final/ Conspiracy”, un notable telefilm sobre el Holocausto (en el que curiosamente también participaba Kenneth Branagh)


Así pues, en dónde falla Singer es en el suspense. Cuando el film empieza a coger fuerza, es decir, cuando el complot empieza a llevarse a cabo, la tensión debería ser máxima. Una tensión de la de morderse las uñas sin parar (aunque ya sepamos como acabará). Pero parece que a Singer le cuesta despegarse de la sobriedad de la primera hora, y no consigue ofrecer la intensidad suficiente para que esos momentos se nos hagan verdaderamente angustiosos (o por lo menos conmigo no lo consiguió). La inusitada inexpresividad de Tom Cruise en estos momentos tampoco ayuda demasiado a implicarnos en la acción.

Por el contrario y en su beneficio, la escenificación del complot es realista, sin efectismos baratos y dando mucha más importancia al acto en sí mismo que a los personajes. Pero como ya digo, esa solvencia se ve lastrada por una notable carencia de emoción en todo lo que acontece. Se percibe cierta frialdad a la hora de narrar los hechos, y en parte, el comentado distanciamiento para con los personajes desemboca en una menor implicación emocional del espectador, que observa con atención pero sin entusiasmo el desarrollo de los acontecimientos (si en el momento de las ejecuciones, nuestra sensibilidad no está a flor de piel, es que algo falla)

En el apartado técnico, nada que objetar. Una buena fotografía, una notable ambientación y unos resolutivos efectos especiales tanto para recrear las escenas de guerra (que son pocas) como para dar credibilidad al mutilado Stauffenberg/Cruise.


El reparto es, en líneas generales, solvente. Y aunque de buenas a primeras, una de las grandes bazas de la cinta era su repartazo, hay que decir que muchos de esos nombres que lo conforman tiene una presencia en pantalla más bien escasa, como es el caso de un discreto Kenneth Branagh o una desaprovechadísima Carice van Houten, la cual eso sí, con pocos minutos logra transmitirnos toda su tristeza.

Las interpretaciones más destacables son las de Bill Nighy, Tom Wilkinson y el alemán Christian Berkel; por encima de un Tom Cruise más contenido de lo habitual, algo que quizás aquí juega más en su contra que a su favor. Y que conste que considero a Cruise un buen actor -aunque a veces opte por el histrionismo- bastante menospreciado por sus lamentables “espectáculos” en la vida pública. Pero francamente, aquí peca en exceso de hierático e imperturbable.

Por tanto, “Valkiria” es una película demasiado correcta, en el sentido que no hay nada que la haga especial o destacable, más allá de la atractiva -y amarga- historia que nos relata. Teniendo en cuenta que cuando Singer se aleja de los superhéroes nos regala verdaderas joyitas como la ya citada “Sospechosos habituales” o la menos conocida “Verano de corrupción”, era de esperar que su último trabajo estuviera a un mejor nivel del mostrado. No es una mala película, ni mucho menos (realista, concisa y bien ambientada), pero sí bastante decepcionante para los que somos más exigentes (falta de emoción e intensidad), con una historia, el complot del 20 de Julio, que podía haber dado mucho más de sí.


Lo mejor: el realismo con el que se tratan los acontecimientos; los secundarios.

Lo peor: la falta de intensidad en el suspense y la carencia de emoción.


Valoración personal: Correcta

martes, enero 20, 2009

“Transporter 3”, más de lo mismo, pero peor


Después de varios papeles como secundario en producciones británicas y estadounidenses, en el 2002 le llegó a Jason Statham la oportunidad de protagonizar una película francesa llamada “Transporter”, una entretenida cinta de acción de tantas que lleva prefabricando Luc Besson en los últimos años. El film en cuestión pretendía convertir a este musculado “actor” en un nuevo héroe del cine de acción moderno, y en cierto modo, consiguió su propósito. Aunque de forma irregular, Statham ha ido protagonizando más –y en algunos casos, mejores- producciones de este género que sus directos competidores (Vin Diesel o Dwayne “The Rock” Johnson)

No es de extrañar pues, que una de sus trabajos más bien recibidos (la citada Transporter) fuera a convertirse a una saga que intentara cubrir ese hueco de cine acción que faltaba en esta década. Así es como tres años más tarde llegó su primera y espantosa secuela, que pese a repetir con director y guionistas, se alejaba bastante de su predecesora, aumentando y exagerando las dosis de acción hasta límites tan inverosímiles como insultantes.

Ahora nos llega la tercera entrega con nuevo director, Olivier Megaton (nos ahorraremos el chiste) y nueva chica florero, Natalya Rudakova, pero con la misma fórmula de siempre.

En esta ocasión, Frank Martin (Jason Statham) se ve obligado, bajo amenazas, a realizar una misteriosa entrega. Con su habitual vehículo de transporte -el Audi A8- y sus normas de siempre, Frank deberá transportar dos voluminosas bolsas y a una joven ucraniana, Valentina (Natalya Rudakova), desde Marsella hasta Odessa. Sin embargo, esta vez su cliente se asegurará de una forma un tanto peculiar de que Frank cumpla con su misión pase lo que pase: un sofisticado brazalete atado a su muñeca le impedirá alejarse del vehículo más de 20 metros; de hacerlo, el brazalete estallará y por tanto, él volará en pedazos (algo parecido a aquella película de Rutger Hauer titulada “Peligrosamente unidos/Deadlock”, pero cambiando el collar por una pulsera)

De nuevo, el guión vuelve a ser lo de menos. Cuatro líneas y un macguffin (la susodicha carga), le sirven a Besson para desencadenar toda la acción, es decir, todos los obstáculos que Frank Martin deberá ir superando para cumplir con la entrega. En ese sentido, sería injusto criticar Transporter 3 por su escaso argumento, siempre y cuando el resto cumpliese con su objetivo. Y en este caso, debo decir que no lo cumple.

En primer lugar, las secuencias de acción están, a mi gusto (recalco lo de a mi gusto), por debajo de las de las anteriores entregas. Eso no sería demasiado grave si no fuera porque además están pesimamente rodadas (que no planificadas). Al Sr. Megaton le gusta marear y aturdir al espectador con secuencias de acción excesivamente aceleradas y espasmódicas que apenas nos dejan entender lo que en ellas ocurre (la antítesis a Timur Bekmambetov, para entendernos). Este recurso podría funcionar en escenas de transición, como ocurría en la primera entrega de “Blade”, pero para secuencias de acción al completo se convierte en todo hándicap, impidiéndonos disfrutar de ellas y haciendo su visionado bastante irritante (para que luego digan de Michael Bay…)


Con las peleas cuerpo a cuerpo ocurre exactamente lo mismo. En ellas, Statham tiene la oportunidad de lucirse no sólo en el combate sino también mostrando musculitos y tableta de chocolate. Si encima el especialista en artes marciales es Corey Yuen, uno de los mejores y más prolíficos en su campo, todo viene rodado para nuestro disfrute. Desgraciadamente, el director vuelve a fastidiarla mareando la cámara y acelerando las imágenes de tal manera que las peleas se vuelven francamente insatisfactorias.

Por tanto, pese a tener tipos que planifican de forma decente las peleas y las secuencias de acción (que aquí tampoco son demasiado espectaculares, salvo la última del tren, que sería la más destacable), Megaton lo arruina todo con un montaje confuso. Y si eso falla en una cinta de acción, apaga y vámonos.

También hay que destacar algunas momentos de transición de la trama que se alargan en exceso y que ralentizan el ritmo de la película (la escena del “striptease” de Statham o la de la gasolinera) haciendo de su visionado algo farragoso, más cuando la trama en sí ni tan siquiera da para los 100 minutos que dura todo.

Y ya para colmo, la partenaire femenina de Statham se hace repelente e insoportable hacia la mitad de la película, que es cuando empieza a entablar conversación con su personaje. Su caprichosa y apática actitud te saca de quicio en más de una ocasión, deseando que en cualquier momento Frank la eche del coche y prosiga su camino sin su molesta compañía. Lástima que eso no ocurra y que por el contrario los guionistas decidan sacarse de la manga una precipitada historia de amor que no viene muy a cuento.


Una vez aclarados los puntos negativos, toca hablar de lo mejor de la película, y eso tiene nombre y apellido: Robert Knepper (el genial "T-Bag" de Prison Break), que aquí ejerce la función de villano de turno. De todas formas y pese a las aptitudes del actor, tampoco se le permite a éste lucirse demasiado, no vaya a ser que se coma con patatas la inexpresividad del héroe protagonista (inexpresividad que aquí, todo sea dicho, tiene su razón de ser dado el temperamento de Frank Martin). Punto positivo también para François Berléand, quién pone de nuevo la nota de humor a la historia.


Por tanto y contra todo pronóstico, lo que iba a ser una simple pero amena cinta de acción sin demasiadas pretensiones se convierte en una caótica sucesión de escenas de acción imposibles de disfrutar, con una trama interesante pero demasiado estirada. Su mérito reside en que las fantasmadas no sean tantas ni tan escandalosas como las de la segunda entrega, pero de poco sirve si ni tan siquiera está a la altura de la Transporter original (la única verdaderamente disfrutable de las tres)

Dicho esto, no dudo lo más mínimo que Transporter 3 encontrará su público, pero a mí ya no me la cuelan otra vez.


Lo mejor: Robert Knepper y François Berléand


Lo peor: las ininteligibles escenas de acción; que aburra por momentos.


Valoración personal: Mala

jueves, enero 15, 2009

"Traidor", entre la espada y la pared


En los últimos años nos están llegando con frecuencia películas que tratan el tema de la guerra de Irak o, de forma más genérica, el terrorismo islámico. “Expediente Anwar” o la más reciente, “Red de mentiras”, son claros ejemplos de esta nueva vertiente hollywoodiense. Algunas de estas películas no pueden ocultar cierto tufillo patriotero yanqui, mientras que otras intentan mostrar el conflicto de un modo más parcial, aunque no siempre lo consiguen.
Traidor” es un cinta que pretende mostrarnos la manera que tienen ambos bandos de luchar por sus intereses y/o ideales, poniendo en peligro, en la mayoría de ocasiones, la vida de personas inocentes.

La cinta se estrenó a finales de verano en USA, pero a nosotros nos llegará el 23 de este mes de Enero (siempre y cuando no les dé por volver a cambiar la fecha de estreno)


Roy Clayton (Guy Pearce) es un agente del FBI encargado de desmantelar organizaciones terroristas. Su actual investigación se centra en Samir Horn (Don Cheadle), un musulmán que proporciona explosivos a los comandos, y que ahora parece haber sido reclutado por Omar (Saïd Taghmaoui), un extremista islámico que está preparando una serie de inminentes ataques en EE.UU.

Samir es un hombre religioso que aún no ha encontrado un bando o una causa por la que luchar. La proposición de Omar a unirse a su grupo para luchar contra el imperio americano termina seduciéndolo hasta el punto de convertirse en su máximo proveedor de explosivos, y en mayor medida, en el cerebro de la operación.
Clyaton seguirá la pista de Samir muy de cerca, intentando adelantarse a los pasos del comando terrorista para evitar una nueva masacre en suelo estadounidense.


Esta escueta sinopsis es más que suficiente para ponernos en situación y para no desvelar demasiados datos de la trama. De todas formas, teniendo en cuenta el título de la cinta y la sinopsis ofrecida por filmaffinity, no descubro nada si digo que ---SPOILER el personaje de Samir es un agente de la CIA infiltrado ---FIN SPOILER. Eso es algo que además se intuye desde la primera aparición de Samir/Cheadle en pantalla, siendo posteriormente revelada su identidad hacia la mitad de la película.

Mediante el personaje de Samir somos testigos, desde dentro, del funcionamiento del comando terrorista. Sus motivaciones, sus convicciones religiosas, su sacrificio, etc. Mientras que en la otra cara de la moneda tenemos los agentes de FBI y la CIA, cuyas acciones a veces no se distancian demasiado de su enemigo, poniendo en riesgo la vida de unas pocas personas para salvar la de muchas otras. Y es que al igual que en una partida de ajedrez, ambos jugadores ponen en juego a sus peones, planean una estrategia y sacrifican a estos para poder matar al Rey.


Jeffrey Nachmanoff escribe y dirige este thriller sin demasiadas florituras porque la historia no las necesita (ni impactantes planos, ni espectaculares tiroteos ni una bella fotografía). Su dirección es sobria y pausada –que no lenta y ni mucho menos aburrida- sobre todo durante su primera hora. Luego la cinta se vuelve más frenética, aunque también mucho más predecible en cuanto al devenir de la trama.

Pese a que gran parte de la historia nos la sabemos de antemano, Nachmanoff consigue llevarla a cabo con un buen suspense, apoyado sobre todo en las interpretaciones de su sólido reparto y en algún que otro giro argumental (la mayoría predecibles y alguno que otro inesperado)

Quizás uno de los puntos flacos de la historia sea tener a Roy Clayton, el personaje interpretado por Pearce, en un muy segundo plano, de manera que el esperado cara a cara entre Cheadle y Pearce no se produce, centrándose la película sobre todo en los quehaceres del primero, mientras que el otro no es más que una pieza del juego cuya importancia se ve bastante menguada incluso en la resolución final. Dicha resolución además, podría antojársenos un tanto inverosímil en algunos aspectos ----SPOILER por ejemplo, ¿de dónde sacó Samir el e-mail personal del agente Clayton para advertirle del ataque terrorista?, ¿realmente en el autobús viajaban única y exclusivamente terroristas? ----FIN SPOILER

Pese a ciertos errores de verosimilitud y unos personajes no del todo desarrollados, “Traidor” resulta ser un thriller eficiente en sus pretensiones, aunque algunos (inevitables) discursitos patrióticos estén de más. Don Cheadle lleva todo el peso de la historia sobre sus hombros y en su correctísima labor reside gran parte de los méritos de la cinta. Si bien sería aún más destacable el trabajo de Saïd Taghmaoui como Omar, el terrorista que entabla amistad con Samir.



Lo mejor: el reparto; el conseguido suspense.

Lo peor: ciertas inverosimilitudes hacia el tramo final.


Valoración personal: Correcta

jueves, enero 08, 2009

"I'm Back"


El día de hoy es el primero que paso ante el ordenador tras unos insoportables, duros e interminables días postrado en la cama con más de 39 grados de fiebre (últimos días navideños que hubiese querido disfrutar en compañía de mi familia y no de mantas y medicamentos).
Al postear una vez a la semana, mis blogs no se han visto afectados en exceso, aunque como habréis podido comprobar, me ha sido imposible corresponder vuestros comentarios y mucho menos pasarme por los blogs que tenéis la mayoría de mis lectores.

Aún estoy recuperándome, pero almenos ya puedo levantarme de la cama y prestar una parte de mi tiempo a mis quehaceres habituales. Entre ellos, ha tocado ponerme al día tanto de las actualizaciones de mis compañeros bloggers como de las últimas noticias cinematográficas. Una vez conseguido esto, habrá que volver poco a poco y en la medida de lo posible, a la rutina bloguera habitual (el poco cine que he visto ha sido el que han echado en tv estos días, con lo cual necesito una ración de cine de calidad -y de mi gusto- bien urgente)

Ahora mismo no tengo muchas fuerzas para "reactivarme" con los blogs, y antes que hacerlo rápido y mal, prefiero esperar unos días más y volver con las pilas bien cargadas. Por tanto, en breve volveré con más reseñas y más artículos para "Amazing Movies" y "Diario de una mente perturbada", así que no os alejéis demasiado.


Saludos ;)

miércoles, diciembre 31, 2008

Lo Mejor y Peor del 2008

Llegados ya al último día del año, toca hacer un poco de balance y juzgar como ha ido el 2008, cinematográficamente hablando.

Como ya viene siendo la tónica habitual en los últimos tiempos, las decepciones o las películas que no cumplen mis expectativas suelen ganar por goleada a las que realmente me satisfacen.
Por lo menos, este año ha sido mejor que el deprimente 2007, si bien algunas de las películas que me han gustado han sido de años anteriores y que aquí se han estrenado con retraso (a veces, mucho retraso)

Han habido algunas sorpresas positivas y también negativas. Apuestas seguras como Pixar o Tim Burton no me han fallado, mientras que el último Bond ha supuesto, para mí, la mayor decepción del año.

Por supuesto, sobra decir que esta lista es totalmente subjetiva, y tan válida y criticable como la de cualquier otro. Con algunas películas habrá discrepancias, y con otras coincideremos; al fin y al cabo, cada uno tiene sus propios gustos y su propia opinión.










Musicales: Across the Universe / Mamma Mía / Swenney Todd

Westerns: El tren de las 3.10 / Enfrentados

Superhéroes: The Dark Knight / El increíble Hulk / Hellboy, el ejército dorado / Iron Man (este año no hay que lamentar ningún bodrio)

Thrillers: La noche es nuestra / Antes que el diablo sepa que has muerto / Tropa de Élite

Animación: WALL-E / Kung Fu Panda

Acción: John Rambo / Venganza

Ci-Fi: Death Race / Outlander

Terror: La Niebla de Stephen King (soberbia y para mí, la película del año)

Romántico: Definitivamente, quizás (después de "Love Actually", la mejor comedia romántica que he visto en años)

Aventuras: Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal











10.000 / Aliens vs Predator 2 / Babylon A.D. / La conspiración del pánico
Max Payne / Quantum of Solace / El rey de la montaña
Una noche para morir / Wanted


Ni fu ni fa
:

30 días de oscuridad / Aparecidos / Cuatro vidas / Dueños de la calle
El Incidente / El último voto / En el punto de mira / Escondidos en Brujas
Hancock / Interview / Jumper Juno / La Momia 3 / Mongol
Reflejos / The Dead Girl / Transsiberian / Tropic Thunder


Nota: No figuran todos los estrenos que he visto.

miércoles, diciembre 24, 2008

Pliskeen os desea Felices Fiestas!


Aunque no soy muy entusiasta de estas fechas navideñas, hay que ser fiel a las tradiciones, así que...

Felices Fiestas a todos y próspero año nuevo!

Espero que todos los lectores de Amazing Movies y Diario de una mente perturbada paséis unas buenas fiestas en compañía de vuestros seres más queridos. Que disfrutéis de estos últimos días del año y que entréis con buen pie en el 2009, que esperemos sea mejor -en todos los sentidos- que éste que ya termina.

Espero que os traigan muchos regalos... y si no es así, por lo menos hincharos a turrón todo lo que podáis xD

El año que viene un servidor seguirá trayendo muchas más reseñas y artículos especiales para seguir llenando ese pequeño hueco cinéfilo en la blogosfera. No faltéis!


Saludos ;)

sábado, diciembre 20, 2008

“Protegidos por su enemigo”, no odiarás... al vecino


Pese a que en sus inicios prometía ser un director a tener en cuenta dentro del mundillo hollywoodiense, Neil LaBute ha pasado de dirigir películas independientes alabadas por la crítica, a dirigir productos de fácil consumo para el gran público. Tiene el “honor” además, de haber sido el responsable una de las cintas más vilipendiadas –que ya es decir- de la reciente filmografía de Nicolas Cage, The Wicker Man (remake de un film británico de 1973).

Su nuevo trabajo parte de una premisa bastante sobada, como es la del típico psicópata/zumbado que hará la vida imposible a sus vecinos, papel que esta vez recae en el siempre efectivo Samuel L. Jackson. Y como telón de fondo, tenemos los devastadores incendios que asolaron California en octubre de 2007.

Chris y Lisa Mattson son una joven pareja que acaba de mudarse a la casa de sus sueños, en las afueras de California. Su llegada al vecindario no es del todo bien recibida por su vecino, el agente de policía y padre de dos hijos, Abel Turner. Sus primeros encontronazos no pasarán de ser meros malentendidos o problemas vecinales de lo más corrientes. Sin embargo y sin motivo aparente, pronto serán acosados de forma abusiva por Turner, que tratará por todos los medios de hacerles la vida imposible. Las diferencias entre ellos irán en aumento a medida que pasen los días, siendo las consecuencias de su mala relación mucho más graves de lo esperado.


De repente, un extraño” con Michael Keaton amargando la existencia de la parejita formada por Melanie Griffith y Matthew Modine, o “Bajo Presión”, con un violento y perturbado Charlie Sheen atemorizando a una inocente Mare Winningham, son claros ejemplos de lo perjudicial que puede llegar a ser tener a un chalado por vecino. Todo ello llevado, por supuesto, hasta el extremo. De todas formas, quién más quién menos se ha visto involucrado en algún follón vecinal (que si la música está muy alta, que si estas no son horas de hacer ruido, que si esto o lo otro…)

Si en el caso de “Bajo Presión”, el hándicap con el que se topaba la protagonista era que el vecino puñetero era un bombero condecorado, aquí la pareja de amargados en cuestión deberá lidiar con un agente de la policía con el que legalmente no tendrán ninguna posibilidad de enfrentarse.

Samuel L. Jackson interpreta a un sobreprotector, ultra conservador y racista agente de la policía que no verá con buenos ojos a sus nuevos vecinos, motivo por el cual decidirá hacer de su estancia un infierno. Quizás así consiga que se marchen y se recupere la –supuestamente alterada- normalidad en el barrio.


Chris (Patrick Wilson) será el primero en sospechar de la bondad de su vecino, tras recibir, por parte del mismo, una serie de impertinencias y amenazas poco agradables. Pese a sus fracasados intentos por resolver de forma pacífica sus diferencias, al final optará por darle a Turner parte de su propia medicina. A partir de ese momento, el conflicto se agravará considerablemente, afectando sobremanera también la relación matrimonial entre Chris y Lisa (Kerry Washington).

Las relacionales entre personas de distinta raza (los aún hoy día conflictivos matrimonios interraciales) y el abuso de autoridad de los agentes de la ley, son algunos de los temas que trata la cinta mediante un clímax de tensión que se acrecenta y agravia a medida que los Mattson y Turner van “intimando”.

Autodenominándose protector del vecindario y repartiendo justicia a su manera, Turner abusa del poder que le otorga la placa para hacer lo que le venga en gana. Esta actitud sólo es percibida por aquellos que sufren su acoso, mientras que para los demás (amigos y compañeros de trabajo) es un americano ejemplar. Claro que su propia familia también es víctima de sus malas pulgas, si bien a estos no les queda otro remedio que aguantarle.

Lisa y sobretodo Chris, no están dispuestos a que Turner les fastidie un día sí y otro también. Mientras que ella prefiere resignarse y mudarse a otro lugar, Chris intentará pagarle con la misma moneda. Si hay algo peor que ser acosado sin motivo por tu vecino, es darle a éste más motivos para que seas su blanco favorito.

Si bien el argumento del film de LaBute es, a día de hoy, más propio de un telefilm de sobremesa que de un estreno para cines , la cinta gana ciertos puntos gracias a su competente reparto; en especial Jackson, que hace suya la película. Pero como era de esperar, la trama es de lo más predecible, por lo que apenas se distancia de otros films de misma temática.


La tensión entre los protagonistas avanza de forma ascendente a lo largo del metraje, siendo cada vez peores las puyas entre unos y otros, terminando todo en un trágico desenlace en el que los acosados salen victoriosos y el acosador recibe su merecido (aquí, si acaso, con una resolución final que se va de madre para hacerse más impactante y calamitosa cara al espectador). Por tanto, nada nuevo bajo el sol.

La dirección de LaBute es de lo más convencional, por lo que gran parte del mérito de que la cinta se haga medianamente entretenida es del reparto. Tampoco los guionistas cargan del todo las tintas con los temas tratados, con lo que al final la parte de denuncia es más bien light en beneficio del puro suspense (que tampoco es para echar cohetes). También la duración –casi dos horas- se antoja excesiva para lo poco que tienen que contarnos.

Protegidos por su enemigo” es un thriller del montón, que se ve con la misma facilidad con la que se olvida. Así que coincidiendo el mismo fin de semana en cartelera con Eastwood y Carrey, probablemente sea mejor gastarse los euros en ellos -Eastwood es una apuesta segura-y dejar ésta para un futuro visionado vía videoclub, si eso.


Lo mejor: Samuel L. Jackson.

Lo peor: predecible y tópica; es más de lo mismo pero con reparto conocido.


Valoración personal: Correcta

miércoles, diciembre 17, 2008

¡Genial homenaje a John McClane!



Die Hard”, o como la conocimos aquí en España, “La Jungla de Cristal” (título apropiado sólo para esta primera entrega), es el indiscutible buque insignia del cine de acción moderno. Con el gran John McTiernan detrás de la cámara y un impagable Bruce Willis delante, la película se convirtió en todo un éxito comercial, propiciando así la aparición de tres secuelas más, la última de las cuales nos llegó el pasado 2007.

Las cuatro películas conforman, a gusto de un servidor, la mejor saga del cine de acción de todos los tiempos.

Cada cual tendrá sus preferidas –yo me quedo con las de McTiernan (1ª y 3ª)-, pero de lo que no hay duda es que se trata de una tetralogía bastante equilibrada pese al bailoteo de directores y guionistas. Quien más quien menos se lo ha pasado en grande con alguna/s de las entregas, gracias a su ritmo trepidante, a unas historias sencillas pero efectivas y, sobretodo, al grandísimo personaje de John McClane, el policía más descarado y aguafiestas -las de los malos- que ha tenido el género.

Pues bien, resulta que el otro día dí con un videoclip de un grupo llamado Guyz Nite, que realiza un divertido homenaje musical a toda la saga, desde la primera hasta la última, utilizando el título original como estribillo, y donde no podía faltar, por supuesto, esa mítica frase que todos ya conocemos (y que deberíamos llevar tatuada en el pecho, ya!):

“Yippie-ki-yay, motherfucker”.

La canción apareció antes de estrenarse la cuarta entrega, por lo que notareis que en la misma nos habla de lo que hará –futuro- McClane en ella, y no de lo hizo –pasado-, como ocurre con las anteriores entregas. Curiosamente, el video fue retirado de Youtube por violar derechos de autor, pero tras la efusiva demanda de los usuarios, el tema volvió a ser colgado (los productores vieron en él un filón publicitario previo al estreno de la cuarta parte), siendo uno de los videos más vistos del momento. Según tengo entendido, los cinco miembros de la banda que creó este genial homenaje fueron invitados a la premiere de la película.

Así que aunque lleve ya un año circulando por Internet y yo lo haya descubierto ahora (uno que siempre llega tarde a los sitios), he decidido compartirlo con todos vosotros, especialmente con los fans de McClane. El montaje está repleto de grandes momentos y la canción además, mola (pegadiza, cuanto menos).

De regalo, es dejo un enlace a otro tema que el mismo grupo hizo para homenajear a Alien y Depredador, y ya que estamos, también su MySpace, por si tenéis curiosidad por saber algo más de la banda.

Guyz Nite – “Requiem”

MySpace Guyz Nite


martes, diciembre 16, 2008

"Premio Symbelmine"



Si hace unos días era el compañero blogger Machete de Grindhouse quién me otorgaba el "Premio Symbelmine" por mi blog "Amazing Movies", ahora es Joan de Almas Oscuras quién lo hace por mi labor en este humilde blog. Muchísimas gracias Joan!

Estos premios simbólicos, junto a los constantes e imprescindibles comentarios de los lectores, son los que a un servidor le permiten seguir a bordo de estos dos blogs con el mismo entusiasmo del primer día.

Para seguir la cadena hay que otorgar al premio a otros 7 blogs que uno considere dignos de merecerlo. Los afortunados no difieren demasiado de los que ya he nombrado en Amazing Movies, así que esta vez me limitaré a añadir otros tres blogs que también sigo con sumo interés:

Grindhouse

Totally Unrated

Theraphy of Terror


Saludos :)

domingo, diciembre 14, 2008

"Aparecidos", buenas ideas, resultado fallido


Después de varios guiones para cine y televisión (suyo es el script de Sexykiller) y de dirigir el corto Carne de Neón (parte 1, parte 2), Paco Cabezas debuta en la pantalla grande con este largometraje de terror sobrenatural, o por lo menos así nos lo han vendido.

Parte de la promoción de la película ha consistido en un video en el que se muestra a una serie de actores y actrices españoles/as visionando, atemorizados, la película del director. Gritos, sobresaltos y votes que casi les sacan de la butaca (véase un exagerado Alejo Sauras) para una película que pretende dejarnos clavados en nuestros asientos. Pues nada más lejos de la realidad, porque tras el visionado de la misma, uno tiene claro que el susodicho vídeo es puro teatro (o eso, o estaban viendo otra película)


Los protagonistas de esta historia son Malena (Ruth Díaz) y Pablo (Javier Pereira), dos hermanos que viajan hasta Argentina para resolver un asunto familiar. Una vez allí, una insólita aparición les permite encontrar un diario en el que se relatan unos crímenes cometidos veinte años atrás. Alojados en un motel de carretera, y tras leer algunas de las estremecedoras páginas del diario, Malena y Pablo son testigos de extraños ruidos y gritos en la habitación de al lado. Temiendo estar viviendo los mismos hechos acontecidos hace veinte años, los dos hermanos huyen asustados del lugar. Desgraciadamente para ellos, esos ruidos y las terribles visiones les acompañarán durante todo el viaje, y sólo descubriendo el misterio que encierra el diario, lograrán volver a sus apacibles vidas de antes.

Aparecidos” es más un thriller sobrenatural que una película de puro terror fantasmal. De ahí que el video promocional de la película se me antoje una farsa y una tomadura de pelo publicitaria para atraer al público a las salas. Y es que difícilmente la película nos produzca grandes sustos como los que ahí se observan, e incluso los momentos donde debería haber mayor tensión, ésta prácticamente brilla por su ausencia.

La película empieza de forma anacrónica, mostrándonos en este caso, parte del final de la película, dándole al espectador una información desconcertante que tomará significado a medida que avance el metraje. Tras esto, llega la presentación de los personajes protagonistas, esbozando brevemente sus personalidades y el estado en el que se encuentra su relación fraternal (unos hermanos que, sin ir más lejos, recuerdan sobremanera a los de Jeepers Creepers)

Una vez hecho el hallazgo –encontrar y leer el libro- las visiones fantasmales se van sucediendo ante los ojos atónitos de Malena y Pablo. Poco a poco los dos hermanos van conociendo más datos sobre el terrible asesinato en el que, veinte años atrás, un hombre mató a toda una familia y escondió sus cuerpos en distintos lugares. Esos mismos lugares son los que recorren Malena y Pablo, reviviendo así la terrible matanza perpetrada en el pasado y sintiendo la impotencia de no poder hacer nada para evitarla.

No es muy difícil empezar a atar cabos enseguida y saber no sólo de qué va la historia sino también como va a continuar (sobre todo gracias al flashback inicial), y más o menos a la mitad de la película uno ya empieza a olerse el por qué de todo el asunto, quién era el asesino, quienes las víctimas y lo que es peor, cuál será el desenlace. Y es que cuando uno ha visto tantas y tantas películas de terror, la capacidad de sorprenderse es cada vez menor, y más en un subgénero tan sobado como es el de los fantasmas (cansino y repetitivo a más no poder). Por eso sorprende que el director/guionista se atreva a criticar, en un momento de la película, los slashers teens tan típicamente americanos, cuando él mismo termina cayendo en algunos de los tópicos habituales de la temática fantasmal, destacando entre ellos un final tan intencionadamente conmovedor como típico.


De todas formas y pese a ser una cinta bastante previsible, no podemos negar que sí resulta interesante a la hora de mezclar el tema sobrenatural con hechos reales de la dictadura argentina. De ahí que además de ser un producto de entretenimiento (objetivo que consigue a medias), se ofrezca también cierta denuncia social respecto a los miles y miles de muertos y desaparecidos que dejó el mandato del dictador Augusto Pinochet.

Sin embargo, la idea está mejor pensada que escrita, cayendo a veces en la incoherencia o mostrando, por parte de los personajes, reacciones forzadas o deducciones inverosímiles (cuatro ruidos en la habitación contigua del motel ya les basta a los protagonistas para relacionarlos con los hechos relatados en el libro; o un espejo simplemente roto por una esquina hace que uno de ellos lo descuelgue, mire detrás, lo raje y encuentre algo allí escondido)

El ritmo se tambalea especialmente durante la primera hora, con algunos puntos muertos que más que incertidumbre, lo que provocan es directamente el bostezo. Por suerte, esa pesadez desaparece en los últimos tres cuartos de hora, momento en el que la película toma un pequeño impulso que sabe aguantar con firmeza hasta el final.

Las interpretaciones de la pareja protagonista son pasables la mayor parte de la película, chirriando éstas sólo cuando toca dar una mayor carga dramática a sus personajes, momento en el que la sobreactuación hace acto de presencia. No ayuda demasiado tampoco que a ratos hablen en susurros, haciendo sus diálogos imperceptibles al oído humano, algo que se acrecienta más en el caso de Ruth Díaz, a la que ya de por sí le cuesta bastante vocalizar. Bien sea por ellos o por un sonido nefasto, muchas veces no conseguimos entender lo que están diciendo.

Las escenas más frenéticas, como persecuciones, apariciones fantasmales, etc., resultan insulsas y torpes, algo que podemos perdonar teniendo en cuenta la inexperiencia del director tras la cámara. Lo que no es tan perdonable es que, apoyándose en un material bastante sugestivo, Cabezas termine haciendo un thriller sobrenatural soso y predecible, que si bien mejora hacia el final, no podemos negar que se queda a medio gas en todo lo que en un principio pretendía ofrecer. El suspense es realmente débil y las supuestas imágenes perturbadoras provocan más bien indiferencia o una inevitable sensación de déjà vu.

Por tanto, sin llegar a ser una película del todo desdeñable, sí deja un sabor agridulce, teniendo en cuenta que el argumento es prometedor pero su ejecución deja mucho que desear. La historia tampoco da para más de hora y media, y de ahí que a veces caiga en el tedio. Otro punto que juega en contra es una publicidad inapropiada, que nos vende un producto de suspense como si de una película terrorífica se tratara. Y por supuesto, el tan manido “Basado en hechos reales” del cartel no es más que otra treta publicitaria que responde única y exclusivamente a la parte histórica de la dictadura argentina.


Lo mejor: la banda sonora.

Lo peor: el casi inexistente suspense; que sea tan predecible.


Valoración personal: Regular

domingo, noviembre 30, 2008

"Madagascar 2", hogar, dulce hogar


Tres años han pasado desde que se estrenara, en el 2005, “Madagascar”, una de las cintas más flojas de Dreamworks. Y es que pese a tener un buen arranque, la película iba desinflándose a medida que transcurrían los minutos, y ni sus geniales pingüinos ni la pegadiza (y machacona) canción “I Like To Move It” lograban levantar un film que transmitía, entre otros cosas, uno lamentable mensaje al espectador: ¡estar encerrado en un cómodo zoo era mejor que estar en libertad!

Ahora parece que con su secuela, sus responsables han intentando enmendar ese error garrafal, elaborando un film lleno de buenos sentimientos y amables moralejas, sin olvidarse, eso sí, de ofrecer un entretenimiento para el disfrute de los más peques de la casa. Y digo los más peques porque, a fin de cuentas, serán los que más disfruten de las “animaladas” de estos simpáticos –aunque no entrañables- personajes.


Tras acabar en una exótica isla de Madagascar, nuestros protagonistas se preparan para su viaje de vuelta a casa, Nueva York. Para ello utilizan un destartalado avión que supuestamente les llevará sin problemas a su lugar de destino. Desgraciadamente, el aparato tan sólo logra mantenerse en el aire por un breve espacio de tiempo, y pronto la tripulación debe realizar un aterrizaje de emergencia en las inmensas llanuras de África. Una vez allí, Alex, Marty, Melman Gloria, el rey Julien, Maurice y los pingüinos, tendrán un nuevo mundo ante sus ojos. Asombrados, descubrirán que no son los únicos de su especie, y también que África es, además de un hermoso lugar, su verdadero hogar.


Con un interesante prólogo, acompañado de la siempre poderosa partitura de Hans Zimmer, el inicio de esta secuela nos pone en situación con los acontecimientos transcurridos en su predecesora, sirviéndonos estos minutos de nexo para esta continuación. De nuevo tenemos a todos los personajes reunidos para alcanzar su meta: regresar al zoo. Pero tras el imprevisto aterrizaje en África, sus deseos darán un vuelco de 180 grados.

Si en la anterior película la jungla se convertía en una pesadilla para el grupo de animales protagonistas, aquí sucederá todo lo contrario. Las llanuras de África son el paraíso hecho realidad, con grandes extensiones de tierra para su disfrute y la compañía de sus semejantes. Claro que no todo serán alegrías, y cada personaje deberá aceptar su condición de no ser único, como sí ocurría en el zoo. Además, a alguno que otro, la reinserción en su hábitat natural le será algo más dificultosa de lo deseado (especialmente por estilo de vida que llevaba en la ciudad)

Durante el visionado de la película, y atendiendo especialmente al personaje principal, el león, nos damos cuenta que existen ciertos paralelismos –nada ocultos- con “El Rey León” de Disney, aunque aquí el enfoque es siempre desde un punto de vista mucho más cómico. El resto de subtramas se apoyan sobretodo en el, llamémosle, carisma de los personajes. De hecho, no deja de resultar curioso como personajes como el de Melman la jirafa o Marty la cebra, son más simpáticos y entretenidos que el propio león protagonista, cuyas payasadas difícilmente nos saquen alguna sonrisa (el recurso de los bailecitos ya no da para mucho).


Aquí no obstante, lo peor es el exceso de personajes, teniendo en cuenta que algunos de ellos parecen metidos con calzador en la historia, y cuya única razón de ser parece atender a razones de puro merchandising (línea de juguetes, tazas y peluches mucho más variada). Hay que sacarse algún as de la manga para que el rey Julien y Maurice tengan algún aporte a la trama. Y ya no hablemos de los monos o los pingüinos, que apenas pintan nada, siendo los segundos los que, pese a todo, tiene algunos de los mejores gags (al igual que en la primera entrega)


En general, la película se hace entretenida, tirando de gracietas facilonas y bonitos mensajes relacionados con el amor, la amistad o el valor. Hay momentos totalmente prescindibles de lo patéticos e insultantes que resultan (las palizas que propina la vieja humana, por ejemplo), pero estos no empañan demasiado el resultado final si lo que se busca es pasar unos escasos 90 minutos de simple divertimento.

Por tanto, “Madagascar 2” supera bastante a su predecesora, aunque resulta mucho más previsible que aquella. Lamentablemente, se queda muy lejos del nivel mostrado en la genial “Kung Fu Panda, por lo que parece que salvo raras excepciones, Dreamworks sigue encaminada a contentar más a un público infantil que a “todos los públicos” en general.


Lo mejor: los pinguïnos

Lo peor: su acusado infantilismo; sus topicazos.


Valoración personal: Correcta

sábado, noviembre 22, 2008

"Quantum of Solace", cuando Bond encontró a Bourne


Hace un par de años se estrenó, precedida de una enorme polémica, la vigésimo primera entrega de James Bond, titulada “Casino Royale”. Entre otras cosas, la elección del tosco y rubiales Daniel Craig levantó ampollas entre los más puristas, y su condición de precuela cara al resto de cintas de la saga, hacía que muchas de las particulares características de nuestro agente británico favorito no estuvieran presentes. No obstante, una vez estrenada la cinta, de nuevo dirigida por Martin Campbell, que ya resucitó la saga con Pierce Brosnan en “Goldeneye”, calló muchas bocas y convenció incluso a los más escépticos, aunque era de prever que aún así quedarían algunos detractores para dar la contra.

Después de las payasadas y flipadas varias (fortalezas de hielo, coches invisibles …) de las últimas y esperpénticas entregas con Brosnan a la cabeza, la saga necesitaba urgentemente un buen lavado de cara. Martin Campbell y tres guionistas, Neal Purvis, Robert Wade y Paul Haggis, lo consiguieron, trayendo consigo un Bond más rudo, más tangible, más humano y en definitiva, más real. Un Bond que daba golpes pero también los recibía, un Bond que sufría y que podía amar. Un Bond diferente y probablemente, mejor (eso último ya va a gustos)

Una buena historia, unas frenéticas escenas de acción y la profesionalidad de Craig como nuevo agente 007 hicieron el resto.

Ahora, dos años más tarde, se estrena “Quantum of Solace”, una secuela directa de su predecesora (la historia sigue donde Casino Royale lo dejó)


Después de la traición y muerte de Vesper, la única mujer en la que Bond confiaba y que además, amaba, nuestro protagonista decidirá averiguar qué organización estaba detrás de todo el embrollo. Sus primeras investigaciones le llevarán hasta Dominic Greene, un despiadado hombre de negocios y miembro importante de la misteriosa organización, que pretende tomar el control de uno de los recursos naturales más importantes del mundo, tratando con el exiliado General Medrano. En contra de las indicaciones del MI6, Bond tratará de desbaratar los planes de Greene con un único objetivo, la venganza. Para ello contará además con la ayuda de la bella Camille, una agente infiltrada en la poderosa organización.


Partiendo de la historia que el final de Casino Royale dejó abierta (o inacabada, según se mire) esta nueva entrega se convierte en una búsqueda de venganza por parte de un Bond mucho más frío y desobediente. Descubrir quién fue el motivo de la traición de Vesper y vengar su muerte, serán los objetivos de Bond, ajustando cuentas con quien corresponda y desobedeciendo las órdenes de M si hace falta.
Por ese motivo, la mayor parte de la película Daniel Craig se la pasa con cara de mosqueo. No es que eso suponga un problema, ni mucho menos, pero sí es cierto que su personaje apenas evoluciona respecto a su predecesora y más que un espía británico, parece un asesino a sueldo por la cantidad de muertes –amigos y enemigos- que deja tras de sí sin apenas inmutarse. Y del Bond socarrón de la anterior entrega, ni rastro. Además, la historia, basada en un relato corto de Ian Fleming, no da para mucho y se resiente en muchos aspectos, primando en este caso, la acción por encima de todo lo demás. Y es que acción no le falta a ”Quantum of Solace”. Una escena tras otra sin apenas tiempo para que el espectador coja aire. Persecuciones frenéticas, duras peleas cuerpo a cuerpo (al estilo Bourne), y muchos tiros y explosiones a izquierda y a derecha, por arriba y por abajo. Quizás podríamos hablar incluso de un exceso de acción en detrimento de una trama un tanto liosa que a ratos cuesta de seguir.


Por ello, tras su visionado, parece más bien que estemos ante el metraje eliminado –y desechable- de Casino Royale que no ante una película con entidad propia, limitándose Bond a ir de un sitio a otro, y con cada vehículo nuevo que usa, secuencia de acción al canto; y por medio, unos cuantos diálogos que pretenden hacernos creer que detrás de todo esto realmente hay una trama buena e interesante. Hay aquí una organización tan ultrasecreta, que parece que ni los guionistas tengan la menor idea de lo que nos están contando.


Quantum of Solace pierde por completo todas las señas de identidad que hacen de Bond un espía distinto al resto de agentes que pululan por nuestras pantallas. Ya no hay gadgets ni frase famosa (“Bond, James Bond”), algo perdonable en su predecesora pero que aquí ya empieza a echarse de menos. Incluso la característica theme de la saga aparece de tapado entre la, eso sí, correctísima banda sonora, como si temieran que este nuevo Bond tuviera un poco de los anteriores y eso fuese malo. Son pequeños detalles que queramos o no, diferenciaban a 007 del resto de la “competencia”, y aquí todo desaparece en pro de un personaje más realista. ¿Pero acaso no pueden casar esos elementos con el mejorado Bond que nos han traído? ¿Tanto molesta una frase o unos simples gadgets para solventar algunas situaciones (sin llegar a los bochornosos extremos de las de Brosnan, claro)? En mi opinión, uno cosa no quita la otra, siempre que todo esté bien medido.

No en vano, con Casino Royale consiguieron convencernos que todas esas cosas eran secundarias y que no hacían falta para tener una buena película de Bond; desgraciadamente, con Quantum of Solace no lo han conseguido, y los descartes y mejoras impuestas en la cinta de Martin Campbell son echadas por tierra en la de Marc Foster.

Mucha acción y poca sustancia, secundarios desaprovechados (Judy Dench, Jeffrey Wright, Giancarlo Giannini o Gemma Arterton ) un villano sin carisma y una chica Bond sosa, hacen de esta película una enorme decepción para un servidor, bien sea porque Casino Royal dejó el listón muy alto o porque aquí apenas se han molestado en ofrecernos algo más que un montón de secuencias de acción metidas a cascoporro para llenar metraje.

Como cinta de acción a secas roza el aprobado (más que nada por su mareante espectacularidad), pero como película de James Bond se queda a medio gas, quedando muy por debajo de su predecesora. Contiene además, la peor canción original y los créditos iniciales menos creativos de toda la franquicia. Tema aparte es el terrible doblaje perpetrado en España con las chicas Bond, que entre otras cosas, Kurylenko más que rusa parecía catalana (sería pariente del compañero de celda de Tony Stark en “Iron Man”)

Si a la saga de Jason Bourne le quitásemos el sólido guión y le añadiésemos el doble de acción, nos quedaría “Quantum of Solace”, una película que gustará más o menos dependiendo del grado de exigencia de cada uno, pero que para mí ha sido una gran decepción, pese a haber rebajado mis expectativas tras las primeras críticas negativas previas a su estreno.

Lo mejor: Daniel Craig

Lo peor: mucha acción y poca historia; una trama demasiado confusa y sin interés.


Valoración personal: Regular

domingo, noviembre 16, 2008

“Red”, cuando la ley no entiende de justicia


Red es una cinta independiente que se ha podido ver en varios festivales de cine, como por ejemplo el Festival de Cine de Sundance o más recientemente, el de Sitges.
Adaptando un best-seller de Jack Ketchum, un reputado escritor norteamericano, se nos cuenta la historia de un hombre en busca de justicia.


Avery Ludlow (Brian Cox) es un hombre apacible cuya única compañía es la de su fiel amigo Red, un perro que le regaló su esposa dos años antes de fallecer en circunstancias trágicas. Ambos son viejos, y sólo se tienen el uno al otro.

Un día Ludlow está pescando con Red a la orilla del río, cuando se les acercan unos jóvenes con no muy buenas intenciones. Tras una intrascendente charla, uno de los chicos empieza a intimidar a Ludlow, encañonando a su perro con un rifle y obligándole a darle todo el dinero que posea. Ludlow no ofrece resistencia y cumple con las exigencias de sus atracadores, pero al no disponer de mucho dinero, el joven , sin ningún tipo de miramiento, decide acabar con la vida de Red. Acto seguido, los tres muchachos se marchan riéndose, como si nada hubiera ocurrido, dejando a su víctima sumida en un profundo dolor.

Tras el incidente, Ludlow entierra a Red y posteriormente, empieza a investigar por el pueblo quienes eran aquellos muchachos que cometieron la terrible atrocidad de matar a su mejor amigo. Pronto dará con sus nombres y apellidos, tratando por todos los medios legales de que su acto no quede impune. Desgraciadamente para él, la ley contemplará esa crueldad como una falta leve penalizada nada más con una multa, por lo que Ludlow decidirá buscar otras soluciones a su causa.


Lejos de lo que uno podría pensar tras leer su sinopsis, “Red” no es una película de venganza al estilo “ojo por ojo, diente por diente”, sino más bien una película que habla sobre las injusticias que día a día se cometen y que no reciben castigo alguno. Habla también de la crueldad del ser humano, del poder de “don dinero” y de la entereza y tesón que puede llegar a tener un hombre cuando tan sólo busca que se haga justicia.

El atroz asesinato de Red es uno de los momentos más duros y tristes de la película, y a su vez, el desencadenante de una incontrolable espiral de violencia que tendrá su punto más álgido justo al final de la cinta.

La postura de Ludlow es la que cualquier otra persona tendría en sus mismas circunstancias, e incluso se podría decir que su forma de proceder es mucho más correcta y misericordiosa de lo que correspondería a un hombre al que acaban de arrebatarle un ser querido. Su tenacidad y convicción por llevar a juicio a los asesinos de Red no conoce límites, y cuando se da cuenta que la ley es un instrumento inútil para condenarles, buscará otras formas de conseguirlo.

De esta manera, nuestra protagonista tratará de condenar el brutal crimen a través de los medios de comunicación, ayudado por una joven y noble periodista, que no sólo busca una buena noticia sino también una buena causa. Pero cuando eso resulta ser también ineficaz, Ludlow decidirá tomar otras medidas.


La película se narra de forma pausada y con una inusitada austeridad que recuerda y mucho al peculiar estilo del mismísimo Clint Eastwood. Esta es sin duda una de las grandes bazas de la propuesta, dirigida ésta en un principio por Lucky McKee (May) pero siendo éste finalmente sustituido por el noruego Trygve Allister Diesen. Debido a este cambio en la silla de director, resulta difícil decidir quién debe llevarse los elogios por tan encomiable labor, aunque técnicamente la autoría del film se atribuye a ambos por igual.

La música ambiental es más bien minimalista, dejando que las imágenes hablen por sí solas sin necesidad de florituras. La trama en sí se apoya sobre todo en el buen hacer de un magnífico Brian Cox en el papel del viejo Ludlow, secundado a su vez por un correctísimo Tom Sizemore, que vuelva al cine con mayúsculas tras su paso por un buen número de subproductos varios. La labor de los actores más jóvenes es bastante aceptable, sin llegar a destacar demasiado pero cumpliendo con su cometido. Y por último, señalar también la presencia de un Robert Englund en un papel muy alejado de sus habituales roles terroríficos.

Todo ello conforma una película de sólido reparto y firme narración, que nos trae una historia que debería despertar conciencias, muchas adormecidas conciencias. Desgraciadamente, parece ser que por el momento “Red” no tiene fecha de estreno en nuestras carteleras, cosa que tampoco me extraña dada la poca repercusión que tienen este tipo de cintas de innegable carácter independiente.

Lo mejor: Brian Cox

Lo peor: quizás un final demasiado complaciente cara al espectador.


Valoración personal: Buena

domingo, noviembre 09, 2008

"Midnight Meat Train", el carnicero Jones


Basada en un relato corto del bizarro Clive Barker (Hellraiser) y perteneciente al libro “Books of Blood” (Libros de Sangre), ”Midnight Meat Train” parece tener un camino incierto hacia nuestras carteleras. Por el momento, su fecha de estreno ha sido cambiada en numerosas ocasiones y el rumor más factible de estos retrasos, es la desconfianza de los productores hacia los resultados finales del film.
En Estados Unidos llegó a estrenarse de forma muy limitada y sin apenas promoción, pues su productora, Lionsgate, no confiaba demasiado en recuperar el dinero invertido en publicidad y distribución. Y ciertamente, la recaudación fue bastante paupérrima.

Después de su visionado, no puedo evitar ponerme del lado de los productores, pues si bien se estrenan en cines cosas muchísimo peores que esta “Midnight Meat Train” (véase “Una noche para morir/Prom Night”, “Negra Navidad/Black Christmas” o la enésima secuela de Saw), no se puede negar que el mejor destino para esta producción es el videoclub.


León Kauffman (Bradley Cooper) es un fotógrafo deseoso que conseguir prestigio. Su gran oportunidad llega cuando la dueña de una exitosa galería (Brooke Shields) le encomienda un trabajo fotográfico sobre la parte más oscura del ser humano. La búsqueda de esas fotos llevan a Kauffman al tren subterráneo de la ciudad, un lugar en el que de noche suelen producirse misteriosas desapariciones.

En sus sesiones fotográficas, Kauffman termina fijándose en la extraña presencia de Mahogany, (Vinnie Jones) un tipo raro al que empieza a seguir y del que sospecha que podría ser el responsable de esas desapariciones aún sin resolver. Su obsesión por el misterioso Mohagany se vuelve cada vez más peligrosa y pronto su vida y la de su novia (Leslie Bibb) correrán un grave peligro.


La cinta que nos ocupa está dirigida por un Ryuhei Kitamura, director japonés que despierta tanta admiración como rechazo. Tiene sus particulares seguidores pero también sus detractores. En lo personal, esta es la primera cinta que veo de su filmografía, por lo que sería injusto juzgar su trayectoria en base a un único film. De todas formas, los trailers de algunas de sus películas destilan cierto tufillo a lo Power Ranger mezclado con efectos típicos de la saga “Matrix” (peleas cableadas, bullet-time…). Además dirigió una película de, ni más ni menos que, ¡Godzilla! (sí, de esas del tipo disfrazado con el traje de goma y las cutre-maquetas de cartón piedra), por lo que no puedo decir que me inspire mucha confianza (para muestra, he aquí un tráiler)

No obstante, diría que gran parte de su fama procede de la explícita violencia mostrada en sus trabajos, haciendo del gore su mejor arma de seducción. Y eso es algo que se puede comprobar perfectamente en esta adaptación, siendo las secuencias de los asesinatos perpetrados por Mahogany lo más rescatable de esta fallida producción.

Vinnie Jones está imponente en la piel del bruto carnicero. Su sola presencia ya llena la pantalla, y solamente con su mirada ya se te hiela la sangre. Por eso y porque el resto de personajes resultan ser de lo más insulsos, la película se viene abajo cada vez que el personaje de Vinnie desaparece de la pantalla.


La narración es apresurada, incongruente y a ratos plomiza. El encuentro entre el protagonista y Mahogany, y su posterior obsesión con el mismo, se antojan un tanto forzados. Las acciones del fotógrafo no responden a ninguna lógica (y mucho menos las tomadas por su novia) y su investigación de los asesinatos tiene más de fisgonería barata que de seria investigación. Por ello, al director le cuesta horrores levantar el interés del espectador con el personaje principal, con sus obsesiones y mucho menos con su relación de pareja, que carece del más mínimo aliciente.

Es por ello que más allá de que las interpretaciones del reparto sean más bien discretas, el fallo reside en lo poco trabajado de los personajes y la poca o nula empatía que estos producen.

El modo de tratar la historia descoloca bastante, sobretodo en el momento en que nos damos cuenta que no estamos ante una cinta de psicho-killers al uso sino ante algo totalmente distinto. Desgraciadamente, en vez de usar eso como un punto a su favor, el guionista Jeff Buhler lo convierte en el gran fallo de la película, dejando varios cabos sueltos en la trama y un montón de preguntas que no tienen respuesta alguna. Y en el momento en que uno debe acudir a la fuente original, es decir, a la novela, para resolver todas esas dudas, es cuando realmente podemos hablar de una adaptación realmente fallida.

Pero no todo va a ser malo en “Midnight Meat Train”, y hay que resaltar la magnífica ambientación de los escenarios; en especial, un frío, siniestro y perturbador tren. Además de un buen trabajo de fotografía de Nobuhiko Morino, un habitual del director.

Sus altas dosis de violencia explícita y su gore también son de agradecer, y no resultan tan gratuitos como uno podría llegar a pensar, aunque puede que haya algún que otro momento pasado de rosca. Por otro lado, Ryuhei Kitamura demuestra poseer un llamativo dominio de la cámara, consiguiendo planos, ángulos y perspectivas tan atractivas como a la vez, resolutivas.


Estos puntos positivos, unidos a la ya mencionada imponente presencia de Vinnie Jones y sus violentos y sanguinarios asesinatos, son los que evitan que el visionado de esta película se convierta en una absoluta pérdida de tiempo. Pero más allá de eso, Midnight Meat Train no ofrece más que incógnitas, personajes anodinos y una trama desencantada.

Una oportunidad perdida para Kitamura de estrenarse con éxito en suelo americano, y una oportunidad perdida también para llevar a la gran pantalla una historia de Clive Baker. Aunque tratándose de un relato corto, quizás es que éste tampoco daba para una película de hora y media.


Lo mejor: Vinnie Jones y los asesinatos de su personaje.

Lo peor: que sin Vinnie Jones la trama y el interés decaigan por completo.


Valoración personal: Regular

domingo, noviembre 02, 2008

“Warlords”, un hermano que daña a otro hermano, debe morir.


Por lo general, es difícil que el cine asiático, sea cual sea su procedencia exacta (China, Japón…), llegue a nuestras carteleras. Tan sólo los directores más reputados y/o las producciones más publicitadas tienen el honor de encontrar ese hueco.

Warlords es una superproducción China - inédita en nuestro país- que ha cosechado numerosos premios en su tierra natal. Sin ir más lejos, consiguió un total de ocho galardones en la 27ª entrega de los Premios a la Cinematografía de Hong Kong, y entre ellos el de Mejor Película y Mejor Director para el hongkonés Peter Chan, cineasta de filmografía más bien romántica y que con esta cinta se adentraba en un género inexplorado para él.

Otro galardonado fue su principal protagonista, Jet Li, en la categoría de Mejor actor. Premio, en mi opinión, más que discutible.


La historia de Warlords tiene lugar en 1860, durante la Dinastía de Qing y en plena guerra civil.
El general General Ma Xinyi (Jet Li) es el único superviviente de su destacamiento, que ha sido masacrado sin piedad por el ejército enemigo. Dolido por la muerte de sus hombres, sus hermanos, y jurando venganza, Ma Xinyi se une a un ejército a de bandidos liderados por Cao Er-Hu (Andy Lau) y Zhang Wen-Xiang (Takeshi Kaneshiro) . Pronto, Xinyi entabla una fuerte amistad con ellos, y a raíz del hambre y la pobreza en la que malviven, les convence para que se unan al ejército imperial. Los tres hombres realizan un pacto de sangre que les une como hermanos, y junto a sus 800 hombres, librarán grandes batallas en nombre del Imperio.


En Hollywood no son los únicos que realizan remakes, y la cinta de Chan no deja de ser una especie de nueva versión de un film de culto hongkonés titulado “Ci Ma” de principios de los 70. Por supuesto, sus 27 millones de euros de presupuesto (calculad el equivalente en yuanes) le dan un acabado técnico mucho más vistoso, si bien hay que indicar que gran parte de ese dinero ha ido destinado más bien a sus estrellas protagonistas.

Warlords es una de tantas películas épicas que se realizan en oriente, aunque a diferencia de otras, goza no sólo de espectaculares batallas y elaboradas coreografías, sino también de un cuidadoso tratamiento de sus personajes, y de una atractiva y consistente historia. La fuerza de la trama radica sobretodo en mostrar con realismo la crueldad de la guerra y el sufrimiento de quienes en ella participan. No hay buenos ni malos. Tan sólo vencedores y vencidos, muerto y vivos. En estas circunstancias, a veces los hombres hacen lo que deben hacer y no lo que quieren hacer o lo que creen que es moralmente correcto. Y eso es lo que pretende mostrarnos su director a lo largo de estas dos intensas horas de metraje.
El pacto de hermanos entre los tres protagonistas se pondrá a prueba en más de una ocasión, demostrando que las convicciones de uno y otros son más poderosas que las ambiciones de aquellos a quienes sirven.


Codicia, venganza, honor, traición, odio y amor a tres bandas es lo que ofrece esta épica película, rodada con brío y espectacularidad, pero sin caer en la ampulosidad y superficialidad de otros autores asiáticos.

Chan emplea la cámara lenta para realzar las batallas, pero sabe hacer un buen uso de ella sin caer en la reiteración abusiva. Muestra con crudeza los enfrentamientos entre los combatientes, haciendo gala de un excelente dominio de la cámara y mostrando sin tapujos la extrema violencia de la guerra.

Esto no es un anuncio de perfumes de dos horas, como sí lo son las vacuas y presuntuosas películas de Zhang Yimou. Tampoco en las coreografías se usan cables para resultar más impactantes. Aquí el director opta para algo más sucio, grisáceo y, en definitiva, más real.


El reparto resulta, en su mayoría, convincente, destacando por encima de todos a Andy Lau (Infernal Affairs) en el papel del sufrido –y cornudo- Cao Er-Hu.
Jet Li realiza algo cercano a una interpretación, resultando su trabajo mucho más correcto de a lo que nos tiene acostumbrados (aunque tampoco es como para levantar aplausos, la verdad)

La bonita banda sonora complementa a la perfección lo que vemos en imágenes, dándole esa majestuosidad que todo film épico/bélico necesita.

“Warlords” no tiene nada que envidiar a las superproducciones yanquis, más bien diría que todo lo contrario. Por tanto, es una buena opción para todos aquellos amantes del cine épico en general, y asiático, en particular. Sus dos horas quizás sean un poco excesivas, pero el ritmo nunca llega a decaer.


Lo mejor: su historia y sus personajes; las espectaculares y sangrientas batallas.

Lo peor: la subtrama amorosa no está completamente desarrollada.


Valoración personal: Buena